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La vida después de la muerte

Por. Rabino Aryeh Kaplan

Conózcase a sí mismo
Mire su mano. ¿Qué ve? Una parte de su cuerpo, un apéndice hecho de huesos y
tendones cubiertos de carne y piel. Está lleno de nervios, vasos sanguíneos y conductos
linfáticos que conectan su mano a su cuerpo, haciendo que sea una parte suya.

Usted puede abrir y cerrar su mano. Obedece a toda orden que le transmite su mente. Es
suya, parte de su ser. ¿Pero qué es usted? ¿Quién es su verdadero "yo"? ¿Qué pasa
cuando usted ordena a su mano que se abra y se cierre? ¿Cómo hace su mente para que
obedezca sus órdenes?

Ahora muéstrese con el dedo. Si usted es una persona normal, su dedo automáticamente
apuntará a su pecho. Usted piensa que su ser es su cuerpo. ¿Pero es éste realmente su
verdadero "yo"?

No hace mucho tiempo, una persona podía considerar su cuerpo como parte íntegra de
su ser. Usted era su cuerpo y su cuerpo era usted. Pero las cosas han cambiado.

El progreso científico ha alterado el concepto de personalidad e identidad humana.

Los transplantes de corazón son ahora algo común. Ya ni siquiera son noticia. Una
persona puede vivir con el corazón de otra latiendo en su pecho. Si pidiésemos a esa
persona que se apuntara con el dedo, ¿nos indicaría acaso su corazón? ¿Es este corazón
transplantado realmente parte de su ser? ¿Y ese corazón que late dentro de usted es
realmente su propio "yo"? ¿O es algo totalmente diferente?

Los investigadores están prediciendo transplantes de cerebro para las dos próximas
décadas. Esto nos obligaría a reconsiderar el concepto de personalidad humana.

Imagínese cómo sería tener un transplante de cerebro. Un hombre podría tener una
enfermedad incurable en su cuerpo pero poseer un cerebro sano. Por otra parte, quien
recibe la donación tendría un daño cerebral irreparable pero un cuerpo totalmente
normal. Se sacaría el cerebro del cuerpo enfermo y se pondría en el sano.

¿Quién es el nuevo hombre? Tenemos un cerebro viejo con todos sus recuerdos, sus
rasgos de personalidad y sus esquemas de conducta. Pero tiene un cuerpo totalmente
nuevo. El cuerpo viejo podría haber estado desgastado y enfermo, mientras que el nuevo
puede ser joven y estar lleno de energía.

Veamos ahora si ese hombre se apunta con el dedo. ¿Mostrará su cuerpo? Entonces, ¿el
verdadero "yo" es el cuerpo o el cerebro?
Un transplante de cerebro hace surgir muchas interrogantes.

¿Qué pasa con una transferencia de memoria? La cibernética ha descubierto muchas


similitudes entre los computadores y el cerebro humano. La tecnología de la
computación nos permite programar una transferencia de memoria, pasando toda la
Información de un computador a otro. Todo lo que se transmite es información.

¿Qué sucedería si se hiciese ésto con el cerebro humano? Esto puede ser ciencia ficción,
pero incluso si no es posible en la práctica sí puede serio en teoría.

Tratemos de visualizar una transferencia de memoria. Supongamos que tenemos a una


persona con una enfermedad incurable y que no pueden salvarse su cuerpo ni su
cerebro. Reproducimos un nuevo cuerpo para este individuo, con cerebro y todo. Esto
ya ha sido ampliamente discutido en la literatura de ciencia ficción. Este nuevo cuerpo
tiene un cerebro nuevo en blanco, capaz de funcionar, pero sin memoria o esquemas de
pensamiento. Nuestra fase final consiste en hacer una transferencia de memoria, es
decir, pasar la información de la persona enferma al cerebro del cuerpo nuevo.

Ahora tenemos una situación cautivante. SI todo lo que hay en la memoria de un


hombre, esquemas de pensamiento y rasgos de personalidad, son transferidos a un
nuevo cuerpo y cerebro, esta persona literalmente existe en su nuevo cuerpo. Pero no se
ha transferido ninguna característica física. Su nuevo cuerpo no tiene ninguna de las
partes físicas del viejo. Sólo se ha traspasado la información que existía en el viejo
cerebro. Sin embargo, esta información contiene toda la personalidad de esta persona.

Pero si esto es cierto, nos volvemos a plantear entonces la pregunta original: ¿Dónde
está mi verdadero "yo"?

No está en el cuerpo ni en el cerebro, sino en la información almacenada en el cerebro:


sus memorias, rasgos de personalidad y esquemas de pensamiento.

¿Qué pasa entonces cuando muere una persona? Sabemos que el cuerpo deja de
funcionar. El cerebro está inerte y el hombre físico está muerto. Pero, ¿qué sucede con
el verdadero "yo", la personalidad humana? ¿Qué pasa con toda esta información
contenida en el cerebro? Cuando se quema un libro se pierde su contenido. Cuando se
destruye un computador también se elimina la información que contiene. ¿Sucede lo
mismo cuando muere un ser humano? ¿Se pierden para siempre la mente y
personalidad?

Desnudo ante D's

Vimos que nuestro conocimiento de la mente y de nuestras tradiciones con respecto a


D's nos permiten comprender en cierto modo la cuestión de la inmortalidad. Pero, ¿a
qué se parece la inmortalidad? ¿Qué se siente al ser un alma sin cuerpo? ¿Cómo será
estar en el Mundo de las Almas?

Sabemos que el cerebro humano, un órgano maravilloso, sigue siendo muy ineficiente
como mecanismo para pensar. Henri Bergson sugirió que una de las funciones
principales del cerebro y sistema nervioso era anular la actividad y conciencia en vez de
generarías.

Aldous Huxley cita los comentarios del Profesor C.D. Broad al respecto. Dice que toda
persona es capaz de recordar todo lo que le haya sucedido. Puede percibir todo lo que la
rodea. Sin embargo, al verter de una sola vez toda esa información en su mente, este ser
se sentiría abrumado. La función del cerebro y del sistema nervioso es entonces
protegernos y evitar que estemos agobiados y confusos por la inmensa cantidad de
información que reciben nuestros órganos censores. Estos descartan la mayoría de lo
que percibimos y recordamos. Se elimina todo lo que podría confundirnos, dejando sólo
lo útil.

Huxley explica que nuestra mente tiene un poder de percepción y concentración


inimaginable. Pero nuestra tarea es sobrevivir a toda costa. Para ello, todas las
capacidades de nuestra mente deben ser canalizadas a través de la válvula reductora del
cerebro.

Algunos investigadores están estudiando este efecto. Creen que puede ser similar al
equipo utilizado para bloquear radiodifusiones ofensivas. El cerebro produce
constantemente un tipo de descarga estática que reduce nuestra percepción y actividad
mental.

Esta es visible. Cuando uno cierra los ojos ve todo tipo de figuras aleatorias que pasan
rápidamente por la mente. Es imposible concentrarse en alguna por más de un instante:
Estas imágenes van confundiéndose al ir superponiéndose. Esta descarga estática puede
también visualizarse con los ojos abiertos.

Sin embargo, uno generalmente ignora estas imágenes por ser demasiado débiles
comparadas con nuestra percepción visual. No obstante, logran reducir nuestra
percepción, tanto del mundo que nos rodea como de nosotros mismos.

Gran parte de nuestra información sobre esta descarga estática proviene de la


investigación hecha con drogas que la elimina. Según una gran cantidad de autoridades
en la materia, ésta es precisamente la forma en que actúan las drogas sicodélicas.

Ahora imagínese la actividad mental de un alma sin cuerpo, desnuda ante D's. Ya no
existe válvula reductora. La mente está abierta y transparente. Las cosas pueden ser
percibidas de una manera totalmente distinta que con una mente sostenida por un cuerpo
y un sistema nervioso. Las visiones y comprensión que se obtienen son maravillosas.

Además, el individuo también se verá desde otro ángulo. Todos sus pensamientos y
memorias serán lúcidos, y se verá por primera vez sin esa estática y bloqueo que
eliminan la mayoría de nuestros pensamientos,

Incluso en nuestro estado físico mortal, puede ser a veces muy agradable juzgarnos,
pero otras muy doloroso. Algunas de nuestras acciones nos hacen sentirnos orgullosos y
contentos con nosotros mismos, mientras que otras nos causan un dolor extremo,
especialmente cuando nos sentimos atrapados.
Imagínese parado desnudo ante D's con su memoria al descubierto, totalmente
transparente sin ningún mecanismo bloqueador o válvula reductora para disminuir su
fuerza. Recordará todo lo que hizo en su vida y lo verá desde otro punto de vista, a la
luz de D's que resplandece sobre toda la Creación. El recuerdo de buenas acciones y
mitzvot será el placer más sublime, pues nuestra tradición habla de Olam Haba"

Pero la memoria estará también abierta a todas esas acciones de las cuales nos sentimos
avergonzados, No pueden ser explicadas racionalmente ni descartadas. Usted deberá
enfrentarlas consciente de sus consecuencias. Todos sabemos cuan vergonzoso y
humillante es cuando uno es sorprendido haciendo algo malo. Imagínese qué sería ser
descubierto por su propía memoria sin posibilidad de salida. Es posiblemente a esto que
se refería Daniel en la frase siguiente:

"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida
eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua". (Daniel 12:2)

Muchos de nuestros grandes maestros dicen que el fuego del Guehinnam (Infierno) es
en verdad la vergüenza inaudita que uno siente por su pecados.

Estos conceptos de fuego y vergüenza, así como los emplean nuestros Sabios, pueden
por supuesto involucrar misterios y significados más profundos. Pero literalmente, uno
dice que uno de los mayores componentes del fuego es la vergüenza. ¿De qué otra
manera podría uno caracterizar la agonía del alma al estar su vergüenza al descubierto?

Se nos enseña que el juicio de los malvados dura doce meses. Incluso un alma desnuda
puede aprender gradualmente a vivir con su vergüenza y olvidarla, y el dolor a la larga
se apacigua. Es seguramente más que una simple coincidencia el hecho de que doce
meses es también el período necesario para olvidar algo en la Ley Talmúdica. Así, uno
lleva doce meses el luto por un padre o una madre, y dice una bendición especial al ver
a un buen amigo después de ese periodo.

Pero incluso un tormento sólo temporal va más allá de nuestra imaginación. El Rambán
(Najmánides) escribe que no puede ni siquiera igualarse todo el sufrimiento que
experimentó Job con un instante en Guehinnam. El Rabino Nachman de Breslav dice lo
mismo de un hombre que sufrió por años los tormentos más terribles: es aún mejor que
el calor del Infierno. La tortura mental no puede compararse al tormento físico.

Aquí nuevamente, al hablar de Gan Edén y Guehinnam, no estamos refiriéndonos a


conceptos místicos sino a ideas, como la vergüenza, muy discutidas en el ámbito de la
sicología científica. Ahora podemos seguir adelante.

¿Qué piensan los muertos de nosotros?

Esta es otra dimensión de la inmortalidad a la que se refiere el Talmud. Pregunta:


¿Saben los muertos qué está sucediendo en el mundo de los vivos?

Después de mucha polémica, el Talmud concluye que tienen conciencia de ello. Los
filósofos cabalísticos explican que el alma logra un grado de unidad con D's, fuente de
conocimientos, y por lo tanto comparte Su omnisciencia.
Cuando un hombre muere entra a un nuevo mundo de conciencia. Existe como un alma
sin cuerpo y sigue sin embargo consciente de lo que está pasando en el mundo físico.
Aprende gradualmente a enfocar y concentrarse en cualquier acontecimiento físico que
desee. Al principio, la experiencia es aterradora. Uno sabe que está muerto; puede ver
que su cuerpo yace en la tierra, con todos sus amigos y parientes llorando su muerte.

Se nos dice que inmediatamente después de la muerte, el alma está muy confusa. ¿En
qué pone mayor atención? ¿Qué es lo que más la atrae?

Se nos dice que el cuerpo. Mucha gente se identifica con cuerpos, así como lo
planteamos anteriormente. Es difícil para el alma romper con este hábito y por lo tanto,
los primeros días, el alma está obsesionada con su cuerpo. Esto está manifiesto en el
verso siguiente:

"Y su alma llorará por él." (Job 14:22)

Esto es cierto especialmente antes de que se entierre el cuerpo. La mente se pregunta


qué pasará con su cuerpo. Es fascinante pero aterrador a la vez observar todos los
arreglos para el funeral y el entierro de su propio cuerpo.

Esta es quizás una de las razones por las cuales el judaísmo nos enseña que debemos
tener el mayor respeto por los restos mortales. Podemos imaginarnos cuan doloroso
debe ser para el alma ver su cuerpo tirado como el esqueleto de un animal. La Tora por
lo tanto lo prohíbe.

Esto está también relacionado con el asunto de la autopsia. Podemos imaginarnos cómo
se sentiría el alma al ver su cuerpo yaciendo en la mesa de autopsia, disecado y
examinado. Esta alma sin cuerpo pasa gran parte de su tiempo aprendiendo a enfocar.
Es ver sin ojos, usando algún proceso para el cual ni siquiera tenemos palabras para
describirlo. Los Cabalistas denominan Kaf Hakéla, a este proceso; es como si a uno lo
arrojasen con una honda de un extremo del mundo a otro.

Una de las cosas que la mente enfoca con bastante facilidad es su propio cuerpo. Es un
elemento familiar y pareciera que permanece algún lazo entre ellos. Es en cierto modo
un refugio para su desorientación.

El cuerpo empieza por supuesto a descomponerse poco después de ser enterrado. El ver
esto debe ser doloroso y aterrador. El Talmud nos enseña que, "los gusanos son tan
dolorosos para el muerto como agujas en el cuerpo de un ser viviente": Como está
escrito

"Su carne de él se dolerá". (Job 14:22)

Muchos comentarios dicen que esto se refiere a la angustia sicológica del alma al ver su
morada terrenal en estado de descomposición. Para los Cabalistas esto es Jibut Hakéver,
el castigo de la tumba. Lo que experimenta el cuerpo en la tumba puede ser mucho peor
que el Guehinnam.
Esto varía según los individuos. Mientras más está uno obsesionado con su cuerpo y el
mundo material en la vida terrenal, aún más obsesionado estará después de la muerte.
Para aquél que lo material era todo, este deterioro del cuerpo es terriblemente doloroso.
Por otra parte, aquél que estaba sumido en lo espiritual no se preocupará mucho del
destino de su cuerpo. Se encontrará muy a gusto en el mundo espiritual y olvidará
seguramente muy rápido su cuerpo. Esto es lo que se nos enseña. Los Tzadikim no se
preocupan de Jibut Hakéver, porque no han dado nunca mucha importancia a su cuerpo.

En general, la adaptación al mundo espiritual depende mucho de la preparación que uno


haya tenido en este mundo. Nuestra tradición nos enseña que se logra esta preparación
principalmente a través de la Tora.

Para muchos de nosotros la muerte es una experiencia aterradora, mientras que los
Tzadikim la esperan con ansias. Poco antes de su muerte, el Rabino Nachman de
Breslav dijo: "No saben cuánto anhelo deshacerme de esta prenda que es mi cuerpo". Si
realmente creemos y confiamos en un D's misericordioso, la muerte no nos atemoriza.

Esto es brevemente lo que nuestra tradición nos enseña acerca de la existencia del alma.
Muchos de estos conceptos provienen de las enseñanzas de los Sabios, tanto del Talmud
como del Midrash, interpretadas por los Cabalistas. Hemos resumido aquí estas
interpretaciones usando la terminología de los conceptos científicos modernos. El
resultado es una amplia visión del alma y de la personalidad humana como realidades
que no poseen esa discontinuidad temporal del cuerpo que llamamos "muerte."

Extraído de la revista “El Kolel” con autorización de sus editores.

Biografía del autor:

Rabbi Aryeh Kaplan fue un exponente multifacético y prolífico - entendido tanto en


kabalá como en ley Judía, así como en las ciencias naturales (está citado en "who is who
in physics"). Sufrió una muerte temprana a los 48 años.

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