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1.

INTERROGANTES
 ¿Existe en el hombre una realidad cualitativamente distinta del cuerpo?
 ¿Cómo se relaciona esta supuesta realidad con el cuerpo?
 “Supongamos que la ciencia médica ha avanzado hasta un punto en el que resulta
posible transplantar no sólo corazones, sino cerebros... Si se llevara a cabo tal acción,
¿acaso no tendríamos un poderoso motivo para decir que la persona cuyo cerebro se ha
transferido a un cuerpo diferente continúa existiendo en ese cuerpo?”1
 ¿Hay vida después de la muerte? ¿Cómo puedo saberlo?
 ¿Cómo puedo estar seguro de la existencia del yo?
 ¿Pueden pensar las máquinas?
 ¿Tengo un cuerpo o soy mi cuerpo?
 “Imaginemos que nuestro cerebro es transplantado a otro cuerpo. ¿Habría que decir
que nosotros tenemos un cuerpo o que él tiene un nuevo cerebro? ¿Somos la misma
persona con un cuero distinto? Quizás. Pero supongamos que el cuerpo es del sexo
opuesto o de algún animal. Gran parte de lo que configura nuestra personalidad y
nuestras capacidades está vinculado a las condiciones físicas y químicas del cuerpo.
¿Qué ocurriría si se nos borrara completamente la memoria durante el trasplante?
¿Tiene algún sentido considerar al nuevo individuo como nosotros mismos?”2

2.CITAS y TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN


 “La máquina funcionará muy bien, podrá resolver todos los problemas que se quiera,
pero jamás sabrá plantearse ni uno solo” (Einstein)
 “Sobre la tumba del doctor Frankenstein podría figurar este epitafio: Aquí yace el
doctor Frankenstein. Su error no fue intentar crear un hombre, sino el haberlo creado
ya hecho” (C. Tejedor Campomanes)
 “Cuando (el alma) se busca para conocerse, conoce su búsqueda. Luego ya se conoce. Es, por
consiguiente, imposible un desconocimiento absoluto del yo, porque, si sabe que no sabe, se
conoce, y si ignora que se ignora, no se busca para conocerse. Por el mero hecho de buscarse,
¿no prueba ya que es para sí más conocida que ignorada?” (San Agustín: Tratado sobre la
Santísima Trinidad)
 “El hombre (yo) descubre a los otros como condición de su existencia. Se da cuenta de
que no puede ser nada (en el sentido en que se dice que se es espiritual, o que se es
malo, o que se es celoso), salvo que los otros lo reconozcan por tal” (J. P. Sartre)
 “No sabemos lo que puede un cuerpo” (Spinoza)
 “Hay quien investiga un cuerpo químico; yo investigo mi yo, pero mi yo concreto y
personal, viviente y sufriente” (M. Unamuno: Mi vida y otros recuerdos personales)
 “La distinción del alma y del cuerpo es el fundamento de los principales dogmas de la
filosofía; entre otros, de la inmortalidad de nuestro ser” (Malebranche: Entretiens sur
la métaphysique et la religion, I)
 “La metafísica y la teología podrán demostrar la existencia del alma; mas para la
psicología es superflua la hipótesis de un principio sustancial de unidad” (William
James: Compendio de psicología, cap. XII)

1
AYER, Alfred Julius: Los problemas centrales de la filosofía, p. 137.
2
DAVIES, Paul: Dios y la nueva física, p.114.
El problema mente-cuerpo
“No conozco ninguna religión que no enseñe que Dios es una mente. En la religión cristiana, Dios
es omnisciente e infinitamente sabio. También es infinitamente libre de actuar como desee. No
puede existir ninguna mente más grande que la de Dios, puesto que Dios es el Ser Supremo.
Sin embargo, ¿qué es la mente? Esta candente cuestión ha sido debatida durante largo tiempo por
teólogos y filósofos. En la actualidad, sin embargo, el estudio de la mente entra dentro del terreno
de la ciencia a través de la psicología y el psicoanálisis y, más recientemente, de la investigación
del cerebro y de la "inteligencia artificial". Estas disciplinas han arrojado una luz completamente
nueva sobre el viejo enigma de la mente y su relación con el mundo material, lo cual ha repercutido
profundamente en la religión. Las únicas mentes de que tenemos~ experiencia directa son aquellas
asociadas con el cerebro y posiblemente con los computadores. Sin embargo, nadie sugiere
seriamente que Dios o las almas de los difuntos tengan cerebro. Sin embargo, ¿tiene algún sentido
hablar de un alma totalmente separada del cuerpo y del Universo físico? En este capítulo y en él
siguiente examinaremos los temas de la conciencia, el yo y el alma y nos preguntaremos si el alma
puede sobrevivir a la muerte del cuerpo.
Es conveniente marcar desde el principio una clara distinción entre el mundo físico y el mundo
mental. El mundo físico está poblado de objetos materiales que ocupan lugares en el espacio y que
tienen propiedades como la extensión, la masa, la carga eléctrica, etcétera. Estos objetos no son
inertes, sino que se mueven, cambian y evolucionan de acuerdo con leyes dinámicas cuyo estudio
constituye una de las ramas de la física. El mundo físico es (en gran medida) un mundo público,
accesible a cualquiera mediante la observación.
En contraste, el mundo mental no está poblado por objetos materiales, sino por pensamientos. Los
pensamientos no están localizados en el espacio, sino que parecen ocupar un Universo propio que,
además, es privado, inaccesible a los demás observadores. Los pensamientos pueden cambiar,
evolucionar, interactuar y comportarse cinéticamente en una variedad de maneras distintas cuyo
estudio constituye una rama de la psicología.
Hasta aquí nada parece polémico. Los problemas aparecen cuando el mundo físico y el mundo
mental interactúan. Nuestro Universo de pensamientos no está aislado del Universo físico que nos
rodea, sino que se encuentra íntimamente ligado a él. A través de nuestros sentidos, nuestras mentes
reciben una corriente permanente de información que genera actividad mental, tanto estimulando la
aparición de nuevos pensamientos como modificando pensamientos ya existentes. Si mientras
estamos leyendo un libro escuchamos un fuerte ruido en el exterior, el pensamiento: "ha habido un
accidente de circulación" se entrometerá probablemente en nuestras divagaciones. Por
consiguiente, el mundo físico actúa como fuente de nuevos pensamientos y tiene el efecto de
reordenar el mundo mental.
A la inversa, el mundo mental actúa sobre el mundo físico mediante el fenómeno de la volición.
Decidimos investigar el ruido y nuestras piernas se mueven, dejamos el libro encima de una mesa y
abrimos una puerta. Los pensamientos que se producen en nuestra mente desencadenan actividad
física gracias a la mediación de nuestro cuerpo, el cual puede disponer de manera distinta los
objetos que nos rodean. Casi todo lo que vemos a nuestro alrededor es el resultado de actividad
mental realizada a través de operaciones físicas. Las casas, las calles, los campos de trigo, los
molinos de viento surgieron de algún tipo de actividad intelectual, de decisiones y planes que
fueron transformados en "realidad concreta".
A pesar de que todo esto sea evidente, no están nada claros los mecanismos por los que la materia
actúa sobre la mente y mucho menos aquellos por los que actúa la mente sobre la materia.
Veamos cómo un pensamiento particular se "implanta" en la mente gracias a un estímulo externo
(el fuerte ruido, por ejemplo) . Las ondas sonoras alcanzan la membrana del tímpano, haciéndola
vibrar. Esta vibración se transmite a través de tres delicados huesos hasta el caracol, tras lo cual la
recibe una membrana que la transmite a un fluido que se encuentra dentro del oído interno. El
fluido a su vez perturba unos filamentos muy sensibles que generan impulsos eléctricos. Los
impulsos viajan a lo largo del nervio auditivo hacia el cerebro, donde la señal eléctrica penetra en
una compleja red electroquímica donde, finalmente, se registra la sensación de sonido. Pero, ¿cómo
estimula de repente un suceso mental (la sensación de sonido) esta nítida aunque compleja cadena
de interacciones físicas? ¿Qué tienen de particular los procesos electroquímicos de nuestro cerebro
para que escuchemos algo y se desencadenen ~ una serie de pensamientos?
Más paradójica aún es la reacción. Decidimos investigar el sonido. Nuestras piernas se ponen en
movimiento. ¿Qué procesos tienen lugar para que esto ocurra? Las células cerebrales (neuronas) se
activan, transmitiendo los mensajes a los músculos a través de los nervios. Los músculos se tensan
y nos movemos.
En una primera aproximación, el físico entiende esta actividad cerebral como una serie de procesos
que tienen lugar en un complejo circuito eléctrico, con conexiones de entrada y salida representadas
por las diversas ramificaciones nerviosas que llegan hasta los órganos y los músculos. Dado que los
físicos están completamente familiarizados con las leyes de los circuitos eléctricos, es lícito
suponer que, si fuera factible disponer de la estructura eléctrica de nuestro cerebro (un diagrama
completo de la instalación y un completo control de las señales de entrada} , entonces sería posible
predecir exactamente, por medio de un cálculo prodigioso, las señales de salida de esta red eléctrica
y, por tanto, inferir lo que haríamos a continuación, por ejemplo, investigar o no el ruido. Las
señales eléctricas lo determinarían .
Realmente, nadie supone en ningún momento que se pueda realizar tamaña predicción. El punto
importante a destacar es que si identificamos el cerebro con una masa enmarañada de circuitos
eléctricos, entonces es un 6rgano completamente determinista y, por tanto, predecible (al menos en
principio) .Las neuronas transportan los impulsos eléctricos hasta los músculos que accionan las
piernas debido a que la distribuci6n de corrientes eléctricas en el cerebro toma una .forma
determinada. Una distribución distinta no activaría las neuronas y permaneceríamos inmóviles.
Hay algo paradójico en el hecho de que cada uno de estos prosaicos sucesos físicos relacionados
con impulsos eléctricos ordinarios tiene su réplica mental: ¿Qué es este ruido? ¿Se ha roto algo?
¿Debería investigarlo? Decidimos que "sí" y las neuronas se activan. Aunque hasta aquí la
descripción mental es consistente con la física, existe un elemento crucial que no encaja y es el
hecho de que decidimos investigar el ruido. El movimiento de las piernas es un resultado de un acto
consciente de voluntad, una elección. ¿Queda lugar para el libre albedrío en las leyes predictivas
totalmente deterministas de los circuitos eléctricos?
Una respuesta posible es considerar la mente como un operario que controla una máquina
complicada. Del mismo modo que el operador de una central eléctrica manipula varios
conmutadores para encender las luces de una ciudad, la mente activa las neuronas para hacer
funcionar el cuerpo de acuerdo con sus decisiones. Ahora bien, ¿cómo la decisión consciente de
investigar un ruido causa la activación de las células cerebrales pertinentes? ¿Qué hay de las leyes
de los circuitos eléctricos que se supone determinan las señales de salida? ¿Se violan estas leyes?
¿Puede la mente actuar sobre la materia desafiando los principios fundamentales de la física? ¿Son
los procesos físicos y los procesos mentales dos causas distintas de movimiento en el mundo
material: una debida a los procesos físicos ordinarios y la otra debida a los procesos mentales?
El enigma del libre albedrío y el mecanismo de interacción de la mente con la materia será tratado
con más detalle en el capítulo 10. Sin embargo, nuestros problemas no acaban aquí. Todavía no
hemos descubierto qué es la conciencia y de dónde surge. ¿Tienen conciencia los chimpancés y los
perros? ¿Y las ratas, las arañas, los gusanos, las bacterias o los computadores? ¿Tiene conciencia
un feto humano de ocho meses? ¿Y de un mes? ¿Y de un segundo?.. Pocas personas contestarán
afirmativamente a cada una de estas preguntas. Parece como si la conciencia fuera algo que
aumentara gradualmente, una cualidad que se pudiera cuantificar de alguna forma, de modo que,
por ejemplo, en una escala del uno al cien, asignaríamos 100 a un ser humano, 90 a un chimpancé,
50 a un perro, 5 a una rata, 2 a un feto de cinco meses, 0, 1 a una araña y así sucesivamente. O,
quizá, no es así; quizá existe un "umbral de desarrollo" a partir del cual la conciencia florece
abruptamente como la gasolina que se inflama bruscamente cuando la temperatura alcanza un
cierto valor crítico?
¿Cómo podemos reconocer la conciencia cuando la vemos? Cada uno de nosotros tiene
experiencias directas de la propia conciencia. Sin embargo, dado que nuestra conciencia se
encuentra localizada en un universo privado y no físico, formado de pensamientos y sensaciones,
no es posible que pueda ser observada por nadie más. Por el contrario, solamente podemos inferir
que los demás tienen conciencia a partir de su comportamiento y de nuestra comunicación con ellos
a través del mundo físico. Jones dice a Smith que él, Jones, es consciente, y Smith, observando que
Jones parece un sujeto bastante normal y está llevando el diálogo de manera coherente, le cree. Si
Jones fuera mudo, o si hablara un oscuro dialecto esquimal, Smith todavía llegaría a la misma
conclusión observando la conducta de Jones, prestando especial atención a sus respuestas frente a
los estímulos, a la ejecución de tareas complejas, etc. t En el caso de un perro, nos movemos en un
terreno mucho l menos firme. La comunicación perro-hombre es mínima y bastante l ambigua. La
mayor parte del comportamiento del perro parece ser r instintivo e inconsciente. Sin embargo,
pocos propietarios de perros
( t estarían dispuestos a admitir que sus perros no son conscientes ni ~ inteligentes, aunque su
mente sea menos desarrollada (en algún oscuro sentido) que la de los humanos. Ahora bien, cuando
se trata :; de animales inferiores, como las arañas, se hace difícil sostener que tengan mente. Es
verdad que descubrimos en ellos una' conducta ordenada, pero es fácil convencerse de que es
automática, programada por el instinto.
Considerando esta progresión descendente, es fácil persuadirse de que hay una asimetría en la
manera en que desaparecen el aspecto activo y el aspecto pasivo de la mente. Ser consciente en el
sentido de registrar datos sensoriales es algo menos sofisticado que la capacidad de planear, decidir
y actuar. Un bebé recién nacido experimenta sin duda sensaciones provocadas por los estímulos
corporales externos, pero su conciencia es casi enteramente pasiva. Quizá las arañas saben lo que
sucede a su alrededor, pero tienen una capacidad extremadamente limitada para responder de forma
no refleja. Se dice a menudo que la capacidad de valorar situaciones, planear y actuar
consecuentemente es exclusivamente humana. Esto seguramente no es cierto (especialmente si
existe vida inteligente extraterrestre). Sin embargo, puede ocurrir que estas cualidades más activas
de lamente estén ligadas no sólo a al conciencia, sino a la autoconciencia. Es posible que el
concepto de yo no esté bien desarrollado en los animales”
DAVIES, Paul: Dios y la nueva física (1983), pp. 85 –90.

El mito del carro alado


-SÓCRATES: Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir
a qué se parece, es ya asunto humano y por supuesto, más breve. Podríamos entonces decir
que se parece a una potencia activa natural que une a un carro alado y a su auriga. Pues
bien, los caballos y el auriga de los dioses son buenos, y buena su casta, la de los otros es
mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un conductor que guía un
par de caballos y, después, en cuanto a estos caballos, uno es bueno y hermoso, y está
hecho de esos mismos elementos, y el otro es todo lo contrario, como también su origen.
Necesariamente, pues, nos resultará difícil y duro su manejo.

Y ahora, precisamente, hay que .intentar decir de dónde le viene al viviente la denominación de
mortal e inmortal. Todo lo que es alma tiene a su cargo lo inanimado, y recorre el cielo entero,
tomando unas veces una forma y otras otra. Si es perfecta y alada, surca las alturas, y gobierna todo
el Cosmos;: Pero la que ha perdido sus alas va a la deriva, hasta que se agarra a algo sólido, donde
se asienta y toma un cuerpo terrestre que parece moverse a sí mismo en virtud de la potencia del
alma. Este compuesto, cristalización de alma y cuerpo, se llama ser vivo, y recibe el sobrenombre
de mortal. El nombre de inmortal no puede razonarse con palabra alguna; pero no habiéndolo visto
ni intuido satisfactoriamente, nos figuramos a la divinidad, como un viviente inmortal, que tiene
alma, que tiene cuerpo, unidos ambos, de forma natural, por toda la eternidad. Pero, en fin, que sea
como plazca a la divinidad, y que sean estas nuestras palabras.

Consideremos la causa de la pérdida de las alas, por la que se desprenden del alma. Es algo así
como lo que sigue.
El poder natural del ala es levantar lo pesado, llevándolo hacia arriba, hacia donde. mora el linaje
de los dioses. En cierta manera, de todo lo que tiene que ver con el cuerpo, es lo que más unido se
encuentra a lo divino. Y lo divino es bello, sabio, bueno y otras cosas por el estilo. De esto se
alimenta y con esto crece, sobre todo, el plumaje del alma; pero con lo torpe y lo malo y todo lo
que le es contrario, se consume y acaba. [...] Son muchas, por cierto, las miríficas visiones que
ofrece la intimidad de las sendas celestes, caminadas por el linaje de los felices dioses, haciendo
cada uno lo que tiene que hacer; los sigue, en cualquier caso, quien quiere y puede ya que la
envidia está lejos de los coros divinos. Y, cuando van a festejar sus banquetes, marchan hacia las
empinadas cumbres, por lo más alto del arco que. sostiene el cielo, donde precisamente los carros
de los dioses, con el suave balanceo de sus firmes riendas, avanzan fácilmente, pero a los otros les
cuesta trabajo. Porque el caballo entreverado de maldad gravita y tira hacia la tierra, forzando al
auriga que no lo haya domesticado con esmero. Es allí donde el alma se encuentra frente a su dura
y fatigosa prueba. Pues 1as que se llaman inmortales, cuando han alcanzado la cima, saliéndose
fuera, se alzan sobre la espalda del cielo, y al alzarse se las lleva el movimiento circular en su
órbita, y contemplan lo que está al otro lado del cielo.

Ese lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás
como merece. Pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, y sobre
todo cuando se habla de la verdad-: porque, incolora, informe, intangible esa realidad que
realmente es, vista sólo por el espíritu, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero
conocimiento, ocupa, precisamente, tal lugar. Como el pensamiento de lo divino se alimenta de un
espíritu y de un conocimiento incontaminado, así también el pensamiento de toda alma que tenga
empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, la realidad, ama y contempla y se
nutre de verdad, y es feliz.

Platón, Fedro, 246a-247d

Descartes:
Ahora bien: ya sé con certeza que soy, pero aún no sé con claridad qué soy; de suerte que, en
adelante, preciso del mayor cuidado para no confundir imprudentemente otra cosa conmigo, y así
no enturbiar ese conocimiento, que sostengo ser más cierto y evidente que todos los que he tenido
antes.

Por ello, examinaré de nuevo lo que yo creía ser, antes de incidir en estos pensamientos, y quitaré
de mis antiguas opiniones todo lo que pueda combatirse mediante- las razones que acabo de alegar,
de suerte que no quede nada más que lo enteramente indudable. Así, pues, ¿qué es lo que antes yo
creía ser? Un hombre, sin duda. Pero, ¿qué es un hombre? ¿Diré, acaso, que un animal racional?
No por cierto: pues habría luego que averiguar qué es animal y qué es racional, y así una única
cuestión nos llevaría insensiblemente a infinidad de otras cuestiones más difíciles y embarazosas, y
no quisiera malgastar en tales sutilezas el poco tiempo y ocio que me restan. Entonces, me detendré
aquí a considerar más bien los pensamientos que antes. nacían espontáneamente en mi espíritu,
inspirados por mi sola naturaleza, cuando me aplicaba a considerar mi ser. Me fijaba, primero, en
que yo tenía un rostro, manos, brazos, y toda esa máquina de huesos y carne, tal y como aparece en
un cadáver, a la que designaba con el nombre de cuerpo. Tras eso, reparaba en que me nutría, y
andaba, y sentía, y pensaba, y refería todas esas acciones al alma; pero no me paraba a pensar en
qué era ese alma, o bien, si lo hacía, imaginaba que era algo extremadamente raro y sutil, como un
viento, una llama o un delicado éter, difundido por mis otras partes más groseras. En lo tocante al
cuerpo, no dudaba en absoluto de su naturaleza, pues pensaba conocerla muy distintamente, y, de
querer explicarla según las nociones que entonces tenía, la hubiera descrito así: entiendo por
cuerpo todo aquello que puede estar delimitado por una figura, estar situado en un lugar y llenar un
espacio de suerte que todo otro cuerpo quede excluido; todo aquello que puede ser sentido por el
tacto, la vista, el oído, el gusto, o el olfato; que puede moverse de distintos modos, no por sí mismo,
sino por alguna otra cosa que lo toca y cuya impresión recibe; pues no creía yo que fuera atribuible
a la naturaleza corpórea la potencia de moverse, sentir y pensar: al contrario, me asombraba al ver
que tales facultades se hallaban en algunos cuerpos.

Pues bien, ¿qué soy yo, ahora que supongo que hay alguien extremadamente poderoso y, si es lícito
decirlo así, maligno y astuto, que emplea todas sus fuerzas e industria en engañarme? ¿Acaso
puedo estar seguro de poseer el más mínimo de esos atributos que acabo de referir a la naturaleza
corpórea? Me paro a pensar en ello con atención, paso revista una y otra vez, en mi espíritu, a esas
cosas, y no hallo ninguna de la que pueda decir que está en mí. No es necesario que me entretenga
en recontarlas. Pasemos, pues, a los atributos del alma, Y veamos si hay alguno que esté en mí. Los
primeros son nutrirme y andar; pero, si es cierto que no tengo cuerpo, es cierto entonces también
que no puedo andar ni nutrirme. Un tercero es sentir: pero no puede uno sentir sin cuerpo, aparte de
que yo he creído sentir en sueños muchas cosas y, al despertar, me he dado cuenta de que no las
había sentido realmente. Un cuarto es pensar: y aquí sí hallo que el pensamiento es un atributo que
me pertenece, siendo el único que no puede separarse de mí. Yo soy, yo existo; eso es cierto, pero
¿cuánto tiempo? Todo el tiempo que estoy pensando: pues quizá ocurriese que, si yo cesara de
pensar, cesaría al mismo tiempo de existir. No admito ahora nada que no sea necesariamente
verdadero:. así, pues, hablando con precisión, no soy más que una cosa que piensa, es decir, una
mente, o un alma, o un entendimiento, o una razón, términos cuyo significado me era antes
desconocido. Soy, entonces, una cosa verdadera, y verdaderamente existente. Mas ¿qué cosa? Ya lo
he dicho: una cosa que piensa. ¿Y qué más? Excitaré aún mi imaginación, a fin de averiguar si no
soy algo más. No soy esta reunión de miembros llamada cuerpo humano; no soy un aire sutil y
penetrante, difundido por todos esos miembros; no soy un viento, un soplo, un vapor, ni nada de
cuanto pueda fingir e imaginar, puesto que ya he dicho que todo eso no era nada. Y, sin modificar
ese supuesto, hallo que no dejo de estar cierto de que soy algo.

[...]

¿Qué soy, entonces? Una cosa que piensa. Y ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que
duda, ,que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también, y que
siente. Sin duda no es poco, si todo eso pertenece a mi naturaleza. ¿ y por qué no habría de
pertenecerle? ¿Acaso no soy yo el mismo que duda casi de todo, que entiende, sin embargo, ciertas
cosas, que afirma ser éstas solas las verdaderas, que niega todas las demás, que quiere conocer
otras, que no quiere ser engañado, que imagina muchas cosas -aun contra su voluntad- y que siente
también otras muchas, por mediación de los órganos de su cuerpo? ¿Hay algo de esto que no sea
tan verdadero como es cierto que soy, que existo, aun en el caso de que estuviera siempre dormido,
y de que quien me ha dado el ser empleara todas sus fuerzas en burlarme? ¿Hay alguno de esos
atributos que pueda distinguirse de mi pensamiento, o que pueda estimarse separado de mí mismo?
Pues es de suyo tan evidente que soy yo quien duda, entiende y desea, que no hace falta añadir aquí
nada para explicarlo. y también es cierto que tengo la potestad de imaginar: pues aunque pueda
ocurrir ( como he su- puesto más arriba) que las cosas que imagino no sean verdaderas, con todo,
ese poder de imaginar no deja de estar realmente en mí, y forma parte de mi pensamiento. Por
último, también soy yo el mismo que siente, es decir, que recibe y conoce las cosas como a través
de los órganos de los sentidos, puesto que, en efecto, veo la luz, oigo el ruido, siento el calor. Se me
dirá, empero, que esas apariencias son falsas, y que estoy durmiendo. Concedo que así sea: de todas
formas, es al menos muy cierto que me parece ver, oír, sentir calor, ;yeso es propiamente lo que en
mí se llama sentir, y, así precisamente considerado, no es otra cosa que pensar. Por donde empiezo
a conocer qué soy, con algo más de claridad y distinción que antes.

Descartes, Meditaciones metafísicas, II

Spinoza: Relación alma y cuerpo


Proposición II
Ni el cuerpo puede determinar al alma a pensar, ni el alma puede determinar al cuerpo al
movimiento ni al reposo, ni a otra cosa alguna ( si la hay ).
Demostración: Todos los modos del pensar tienen a Dios por causa en cuanto que es cosa pensante,
y no en cuanto que se explica a través de otro atributo (por la proposición 6 de la parte 11); por
consiguiente, lo que determina al alma a pensar es un modo del pensamiento, y no de la extensión,
es decir ( por la definición 1 de la parte II) , no es un cuerpo, que era lo primero. Además, el
movimiento y el reposo del cuerpo deben proceder de otro cuerpo, que ha sido también
determinado al movimiento o al reposo por otro, y, en términos absolutos, todo cuanto sucede en un
cuerpo ha debido proceder de Dios en cuanto se lo considera afectado por algún modo de la
extensión, y no por algún modo del pensamiento (ver la misma proposición 6 de la parte II), es
decir, no puede proceder del alma, que es un modo del pensamiento ( por la proposición 11 de la
parte II), que era lo segundo. Por consiguiente, ni el cuerpo puede, etc. Q.E.D.
Escolio: Esto se entiende de un modo más claro por lo dicho en el escolio de la proposición 7 de la
parte II, a saber: que el alma y el cuerpo son una sola y misma cosa, que se concibe, ya bajo el
atributo del pensamiento, ya bajo el de la extensión. De donde resulta que el orden o concatenación
de las cosas es uno solo, ya se conciba la naturaleza bajo tal atributo, ya bajo tal otro, y, por
consiguiente, que el orden de las acciones y pasiones de nuestro cuerpo se corresponde por
naturaleza con el orden de las acciones y pasiones del alma. Ello es también evidente según la
demostración de la proposición 12 de la parte II. Ahora bien: aunque las cosas sean de tal modo que
no queda ningún motivo para dudar de ello, con todo, creo que, no mediando comprobación
experimental, es muy difícil poder convencer a los hombres de que sopesen esta cuestión sin
prejuicios, hasta tal punto están persuadidos firmemente de que el cuerpo se mueve o reposa al más
mínimo mandato del alma, y de que el cuerpo obra muchas cosas que dependen exclusivamente de
la voluntad del alma y su capacidad de pensamiento. y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha
determinado lo que puede el cuerpo, es decir, a nadie ha enseñado la experiencia, hasta ahora, qué
es lo que puede hacer el cuerpo en virtud de las solas leyes de su naturaleza, considerada como
puramente corpórea, y qué es lo que no puede hacer salvo que el alma lo determine. Pues nadie
hasta ahora ha conocido la fábrica del cuerpo de un modo lo suficientemente preciso como para
poder explicar todas sus funciones, por no hablar ahora de que en los animales se observan muchas
cosas que exceden Con largueza la humana sagacidad, y de que los sonámbulos hacen en sueños
muchísimas cosas que no osarían hacer despiertos; ello basta para mostrar que el cuerpo, en virtud
de las solas leyes de su naturaleza, puede hacer muchas cosas que resultan asombrosas a su propia
alma. Además, nadie sabe de qué modo ni Con qué medios el alma mueve al cuerpo, ni cuántos
grados de movimiento puede imprimirle, ni Con qué rapidez puede moverlo. De donde se sigue que
cuando los hombres dicen que talo cual acción del cuerpo proviene del alma, por tener ésta imperio
sobre el cuerpo, no saben lo que se dicen, y no hacen sino confesar, con palabras especiosas, su
ignorancia -que les trae sin cuidado- acerca de la verdadera causa de esa acción. Me dirán, empero,
que sepan o no por qué medios el alma mueve al cuerpo, saben en cualquier caso por experiencia
que, si la mente humana no fuese apta para pensar, el cuerpo sería inerte. Además, saben por
experiencia que caen bajo la sola potestad del alma cosas como el hablar o el callar, y otras muchas
que, por ende, creen que dependen del mandato del alma. Pues bien, en lo que atañe a lo primero,
les pregunto: ¿acaso la experiencia no enseña también, y al contrario, que si el cuerpo está inerte, el
alma es al mismo tiempo inepta para pensar? Pues cuando el cuerpo reposa durante el sueño, el
alma permanece también adormecida, y no tiene el poder de pensar, Como en la vigilia. Además,
creo que todos tenemos experiencia de que el alma no siempre es igualmente apta para pensar sobre
un mismo objeto, sino que, según el cuerpo sea más apto para ser excitado por la imagen de talo
cual objeto, en esa medida es el alma más apta para considerar talo cual objeto. Dirán, empero, que
no es posible que de las solas leyes de la naturaleza, considerada como puramente corpórea, surjan
las causas de los edificios, las pinturas y cosas de índole similar (que se producen sólo en virtud del
arte humano), y que el cuerpo humano, si no estuviera determinado y orientado por el alma, no
sería capaz de edificar un templo. Pero ya he mostrado que ellos ignoran lo que puede el cuerpo, o
lo que puede deducirse de la sola consideración de su naturaleza, y han experimentado que se
producen muchas cosas en virtud de las solas leyes de la naturaleza, cuya producción nunca
hubieran creído posible sin la dirección del alma, como son las que hacen los sonámbulos durante
el sueño, y que a ellos mismos les asombran cuando están despiertos. Añado aquí el ejemplo de la
fábrica del cuerpo humano, que supera con mucho en artificio a todas las cosas fabricadas por el
arte de los hombres, por no hablar de lo que he mostrado más arriba: que de la naturaleza,
considerada bajo un atributo cualquiera, se siguen infinitas cosas. Por lo que atañe a lo segundo,
digo que los asuntos humanos se hallarían en mucha mejor situación, si cayese igualmente bajo la
potestad del hombre tanto el callar como el hablar. Pero la experiencia enseña sobradamente que
los hombres no tienen sobre ninguna cosa menos poder que sobre su lengua, y para nada son más
impotentes que para moderar sus apetitos; de donde resulta que los más creen que sólo hacemos
libremente aquello que apetecernos escasamente, ya que el apetito de tales cosas puede fácilmente
ser dominado por la memoria de otra cosa de que nos acordamos con frecuencia, y, en cambio, no
haríamos libremente aquellas cosas que apetecernos con un deseo muy fuerte, que no puede
calmarse con el recuerdo de otra cosa. Si los hombres no tuviesen experiencia de que hacemos
muchas cosas de las que después nos arrepentimos, y de que a menudo, cuando hay en nosotros
conflicto entre afectos contrarios, reconocemos lo que es mejor y hacemos lo que es peor, nada
impediría que creyesen que lo hacemos todo libremente. Así, el niño cree que apetece libremente la
leche, el muchacho irritado, que quiere libremente la venganza, y el tímido, la fuga. También el
ebrio cree decir por libre decisión de su alma lo que, ya sobrio, quisiera haber callado, y asimismo
el que delira, la charlatana, el niño y otros muchos de esta laya creen hablar por libre decisión del
alma, siendo así que no pueden reprimir el impulso que les hace hablar. De modo que la
experiencia misma, no menos claramente que la razón, enseña que los hombres creen ser libres sólo
a causa de que son conscientes de sus acciones, e ignorantes de las causas que las determinan, y,
además, porque las decisiones del alma no son otra cosa que los apetitos mismos, y varían según la
diversa disposición del cuerpo, pues cada cual se comporta según su afecto, y quienes padecen
conflicto entre afectos contrarios no saben lo que quieren, y quienes carecen de afecto son
impulsados acá y allá por cosas sin importancia. Todo ello muestra claramente que tanto la decisión
como el apetito del alma y la determinación del cuerpo son cosas simultáneas por naturaleza, o
mejor dicho, son una sola y misma cosa, a la que llamamos decisión cuando la consideramos bajo
el atributo del pensamiento, y determinación cuando la consideramos bajo el atributo de la
extensión, y la deducimos de las leyes del movimiento y el reposo, y esto se verá aún más claro por
lo que vamos a decir. Pues hay 1 otra cosa que quisiera notar particularmente aquí, a saber: que
nosotros no podemos, por decisión del alma, hacer nada que previamente no recordemos. Por
ejemplo, no podemos decir una palabra, si no nos acordamos de ella, y no cae bajo la potestad del
alma el acordarse u olvidarse de alguna cosa. Por ello se cree que bajo la potestad del alma sólo
está el hecho de que podamos, en virtud de la sola decisión del alma, callar o hablar de la cosa que
recordamos. Pero cuando soñamos que hablamos, creemos que hablamos por libre decisión del
alma, y sin embargo no hablamos o, si lo hacemos, ello sucede en virtud de un movimiento
espontáneo del cuerpo. Soñamos, además, que ocultamos a los hombres ciertas cosas, y ello por la
misma decisión del alma en cuya virtud, estando despiertos, callamos la que sabemos. Soñamos, en
fin, que por decisión del alma hacemos ciertas cosas que, despiertos, no osamos hacer. Y, siendo
ello así, me gustaría mucho saber si hay en el alma dos clases de decisiones, unas fantásticas y otras
libres. y si no se quiere incurrir en tan gran tontería, debe necesariamente concederse que esa
decisión del alma que se cree ser libre, no se distingue de la imaginación o del recuerdo mismo, y
no es más que la afirmación implícita en la idea, en cuanto que es idea (ver proposición 49 de la
parte II). Y, de esta suerte, tales decisiones surgen en el alma con la misma necesidad que las ideas
de las cosas existentes en acto. Así pues, quienes creen que hablan, o callan, o hacen cualquier
cosa, por libre decisión del alma, sueñan con los ojos abiertos. (E., III.)

B. Spinoza: Ethica, part. III, prop. 2


La mente como un ordenador
“El cerebro está hecho de miles de millones de neuronas ignorantes del plan general, del mismo
modo que la colonia de hormigas del capítulo anterior. Éste es el mundo físico, mecánico, del
hardware electroquímico. Por otro lado, tenemos pensamientos, sensaciones, emociones,
voluntades, etc. Este mundo mental, en el plano superior u holístico, no es tampoco consciente de
las células cerebrales; podemos pensar tranquilamente sin ser conscientes de la existencia de
nuestras neuronas. Sin embargo, el hecho de que el nivel inferior esté regido por una necesidad
lógica no contradice el hecho de que el nivel mental superior pueda ser ilógico y emocional.
Hofstadter ha dado una vívida ilustración de esta complementariedad neurológica-mental:
Supongamos que no sabemos si pedir una hamburguesa con queso o una hamburguesa con piña.
¿Implica esto que nuestras neuronas están también dudando, que tienen dificultades para decidir si
van a activarse o no? Desde luego que no. Nuestro dilema de las hamburguesas es un estado de alto
nivel que depende totalmente del funcionamiento eficiente de miles de neuronas organizadas.
Consideremos una analogía. Una novela escrita Correctamente consiste en una serie de
construcciones gramaticales Con arreglo a unas reglas lógicas bastante precisas de lenguaje y
expresión, Esto no impide que los personajes de la novela amen y rían, o que se comporten como
rebeldes, Es absurdo pretender que, porque el libro conste de construcciones lógicas de palabras, la
historia debe cumplir una serie de rígidos principios lógicos. Aquí se están confundiendo dos
planos distintos de descripción, MacKay insiste en la importancia de evitar esta confusión de
niveles al discutir la actividad neurológica y la actividad mental: «La idea de que una única
situación requiera dos o más explicaciones, ambas completas en su propio nivel lógico, es quizá
abstracta y difícil, pero, como hemos visto, puede ilustrarse mediante numerosos ejemplos.»
MacKay señala que su analogía del anuncio luminoso admite una explicación completamente
correcta en términos de circuitos eléctricos y otra en términos del mensaje comercial: «Cuando se
consideran en su propio contexto, estas dos descripciones no son antagónicas, sino
complementarias, en cuanto cada una revela un aspecto Con el que hay que contar pero que no se
menciona en la otra.»
En lo que se refiere a la mente, escribe:
La noción popularizada por escritores como Teilhard de Chardin de que, si el hombre es
consciente, debe haber algunas trazas de conciencia en los átomos, no tiene ninguna base racional...
La conciencia no es algo que nos veamos obligados a reconocer al cabo de una explicación lógica
basada en el comportamiento de las partículas físicas...

En términos más modernos, la mente es holística. Nada de esto, desde luego, excluye la posibilidad
de mentes artificiales, máquinas pensantes y demás, Es curioso que mucha gente que acepta
fácilmente que sus perros y gatos son inteligentes, se estremezca ante la idea de que un computador
lo sea. Quizá se trate de una reacción egocéntrica ante la amenaza de que algún día los
computadores tengan mentes intelectualmente superiores a las nuestras, pero es posible que sea
algo más sutil.
La descripción en dos planos de la mente y el cuerpo representa un gran avance respecto a las
viejas ideas del dualismo (que considera la mente y el cuerpo como dos sustancias distintas) o el
materialismo (que niega la existencia de la mente) .Se trata de una filosofía que ha ido ganando
terreno rápidamente en las llamadas ciencias cognoscitivas: inteligencia artificial, informática,
lingüística, cibernética y psicología. Todos estos campos de investigación estudian sistemas que
procesan información de una o de otra manera, ya sean hombres o máquinas. El desarrollo de unos
conceptos y un lenguaje asociados con los computadores -como la distinción entre hardware y
software- ha abierto nuevas perspectivas en lo que respecta a la naturaleza del pensamiento y la
conciencia. Ha forzado a los científicos a pensar con más rigor sobre la mente .
Estos avances científicos se han visto correspondidos por la aparición de una nueva filosofía
de la mente, estrechamente ligada a las ideas acabadas de presentar. Se trata del funcionalismo.
Según los funcionalistas, el ingrediente esencial de la mente no es el hardware (la materia cerebral)
, sino el software (el "programa" o la organización de esta materia) .No niegan que el cerebro sea
una máquina y que las neuronas funcionen a causa de impulsos eléctricos (no hay causas mentales
de procesos físicos) .Sin embargo, todavía recurren a las relaciones causales entre los estados
mentales. Para decirlo en pocas palabras: los pensamientos causan pensamientos, " a pesar de que
en el plano del hardware ya se hayan forjado los vínculos causales.
La mayoría de programadores de computador no ven ninguna incompatibilidad
entre las conexiones causales en cada uno de los dos planos del hardware y del software.
En un cierto momento afirmarán: «El computador no es más que un montón de circuitos y
todo cuanto puede hacer está determinado por las leyes de la electrónica. La salida de
resultados es una consecuencia automática del paso de una serie de impulsos eléctricos por
ciertos caminos predeterminados.» Inmediatamente después hablarán de cómo el
computador resuelve una ecuación, estableciendo comparaciones y decisiones y llegando a
conclusiones basadas en el procesamiento de la información. De modo que es posible admitir dos
niveles distintos de descripción causal (hardware y software) sin tenernos que preocupar por cómo
el software actúa sobre el hardware. El viejo enigma de cómo actúa la mente sobre el cuerpo es
una confusión de planos conceptuales. Nunca nos preguntamos cómo el programa del computador
consigue que los circuitos resuelvan la ecuación; así, tampoco debemos preguntarnos cómo los
pensamientos activan las neuronas para producir respuestas corporales.
¿Qué consecuencias tiene el funcionalismo para la religión? Parece ser una espada de doble
filo. Por un lado, el funcionalismo niega que la mente sea exclusivamente humana, y afirma que las
máquinas pueden, al menos en principio, pensar y sentir. Es difícil reconciliar esto con la noción
tradicional de que Dios dota al hombre de alma. Por otro lado, al liberar la mente de su
confinamiento en el cuerpo humano, deja abierta la cuestión de la inmortalidad:
La descripción de la mente en términos de software no requiere lógicamente las neuronas. ..permite
la existencia de mentes separadas del cuerpo. ..El funcionalismo no descarta la posibilidad, por muy
remota que pueda parecer, de sistemas mecánicos y etéreos en los que se produzcan procesos y
estados mentales.
El funcionalismo borra de un plumazo la mayoría de las inquietudes tradicionales sobre el alma.
¿De qué está hecha el alma? La pregunta tiene tan poco sentido como preguntar de qué está hecha
la nacionalidad o de qué están hechos los miércoles. El alma es un concepto holístico. No está
hecha de nada. ¿Dónde se encuentra el alma? En ninguna parte. Decir que el alma se encuentra en
algún lugar es tan absurdo como intentar localizar el número siete o la quinta sinfonía de
Beethoven. Estos conceptos no están en el espacio.
¿Qué se puede decir de los problemas sobre el tiempo y el alma? ¿Tiene algún sentido decir que el
alma existe en el tiempo pero no en el espacio?
Aquí nos movemos en un terreno mucho más sutil. Se habla, por ejemplo, del aumento del
desempleo o del cambio de la moda, de modo que estas cosas tienen una dependencia temporal y
no pueden, en cambio, ser localizadas espacialmente en ningún lugar determinado. No parece que
haya ninguna razón en contra de que la mente pueda evolucionar en el tiempo, aunque no ocupe
ningún lugar en el espacio.
Podemos rechazar, por tanto, la creencia de que la mente no es más que la actividad de las células
cerebrales, puesto que ello supone caer en la trampa del reduccionismo. Sin embargo, parece que la
existencia de la mente está sostenida por esta actividad. La cuestión que se plantea a continuación
es cómo pueden existir mentes separadas del cuerpo. Para recurrir otra vez a una analogía, un libro
está hecho de palabras, pero, por ejemplo, la historia podría estar grabada en una cinta magnética,
codificada en tarjetas perforadas o digitalizadas por un computador. ¿Puede la mente sobrevivir a la
muerte del cerebro siendo transferida a otro mecanismo o sistema? En principio, parece posible.”
(Paul Davies: Dios y la nueva física, p.101 –102)
Características del yo

Cada uno de nosotros es un yo único y diferente. Cada uno tiene conciencia de ser él
mismo y no otro. Algunos trastornos psíquicos, no obstante, pueden hacernos creer que
alguien más comparte nuestro cuerpo o que somos una persona distinta de la que
verdaderamente somos. Lo normal, sin embargo, es que cada uno de nosotros se
identifique con sus propias vivencias y sólo con ellas. Los pensamientos o los sentimientos
que experimentamos, las decisiones que tomamos, las acciones que emprendemos son, sin
duda, «mis» pensamientos, «mis» sentimientos, «mis» acciones y no de otro, y son una
parte de mí mismo.
Aunque constantemente estamos cambiando, tanto física como mentalmente, tenemos
conciencia de ser los mismos a lo largo del tiempo y por encima de los cambios
experimentados. Nos acostamos sintiéndonos nosotros mismos, y al día siguiente nos
reconocemos como tales. Cambiamos de lugar, de estatura, de ideas y, sin embargo,
sabemos que seguimos siendo nosotros. El yo, pues, es permanente, pero, a la vez, está
sometido a cambio y evolución. Nuestros cambios de ánimo, de actividad o de opinión no
nos impiden creer que somos los mismos a lo largo de nuestra vida: yo siempre soy el
mismo, aunque no lo mismo.

El yo de cada cual está siempre en actividad, incluso cuando dormimos o perdemos


momentáneamente la conciencia. En tales casos, una parte de nuestro yo continúa
funcionando. Esto permite que el yo no se disgregue o desaparezca. Cuando recobramos la
conciencia, volvemos a sentir que somos nosotros mismos. Por otro lado, mientras nuestro
yo se mantiene despierto, experimentamos un torrente incesante de vivencias que parece
no tener fin y que identificamos con el hecho de estar vivos. Nos sentimos vivos al
reconocernos en la actividad de nuestro yo. La vivencia de la propia existencia es un dato
primario e inmediato que proviene de la actividad del yo.

Cada yo tiene su propia historia. El yo aparece cuando el niño va tomando conciencia de sí


mismo como sujeto autónomo y se va construyendo a lo largo de la vida con las
experiencias, los recuerdos y las aspiraciones de cada cual. Cada yo, pues, es producto de
su historia. Pero, además, cada yo es producto de las circunstancias en que se encuentra.
En este sentido, podemos decir que nunca somos definitivamente, sino que siempre vamos
siendo, y que lo que somos no depende únicamente de nosotros, sino también de las
circunstancias en que nos encontramos.

Finalmente, el yo de cada cual se forma y desarrolla en constante relación con los demás.
El yo personal es, a la vez, un yo interpersona1: un yo abierto al medio social, dialogante
con los otros yos, con sus ideas y aspiraciones. El yo se enriquece a medida que adquiere
comportamientos y hábitos nuevos, o va descubriendo nuevas perspectivas de la realidad
que le rodea. Pero también lo hace a medida que comparte vivencias o hace propias las
vivencias ajenas

VV.AA.: Filosofía, ed. Almadraba, Madrid, 1988; pp. 54-56.

Las servidumbres del yo (S. Freud)


“La relación del “yo” con el “ello” podría compararse con la del jinete con su caballo. El caballo
suministra la energía para la locomoción; el jinete tiene el privilegio de fijar la meta y dirigir los
movimientos del robusto animal. Pero entre el “yo” y el “ello” ocurre frecuentemente el caso, nada
ideal, de que el jinete tiene que guiar el caballo allí donde éste tiene que ir (...)
Un proverbio advierte la imposibilidad de servir a la vez a dos señores. El pobre “yo” se ve aún
más apurado: sirve a tres severos amos... cuyas exigencias difieren siempre; nada, pues, tiene de
extraño que el “yo” fracase tan frecuentemente en su tarea. Sus tres amos son el mundo exterior, el
“Super yo” y el “ello”
S. Freud: "Nuevas aportaciones del psicoanálisis", en Obras completas, vol. II, págs. 914-
915.
3.DESARROLLO DE LA UNIDAD

1. EL PROBLEMA DE LA RELACIÓN ALMA – CUERPO.

1.1.Definición de términos
SM TC, 1º,48

- ALMA.- Lat. Anima, , derivado del griego anemós, movimiento, aire; también en
griego existe el verbo psychein. Soplar, respirar... El alma es el principio que “mueve”,
que da vida al cuerpo
- ESPIRITU.- lat. Spiritus (de spirare, respirar; en griego: pneuma, aire) el “espíritu” era
el último soplo que salía de la boca del moribundo y, precisamente por ello, moría.
- MENTE.- lat mens (pensar). Hace referencia a los procesos mentales; la mente, por lo
tanto, no es una cosa, sino una actividad.
- CONCIENCIA.- cum-scientia: conocimiento del conocimiento, es decir: conocimiento
de los procesos mentales propios. (Pueden distinguirse dos niveles de conciencia:
directa y refleja; ed. Tilde Ii, p. 9)
- YO.- Sustancia pensante en oposición a la sustancia corporal; puede ser entendido
como el núcleo de la personalidad

1.2.Hechos físicos y hechos psíquicos.


Los hechos físicos (por ejemplo, la lluvia) se caracterizan por:
- son externos al sujeto
- son materiales (un árbol)
- son objetivos: están ahí y todos pueden conocerlos
- son espaciales y temporales
- son cuantitativos
- tienen estabilidad y permanencia: esta mesa es siempre esta mesa

El cuerpo humano es una realidad física que podría caracterizarse como:


- una realidad extensa, delimitada por una superficie y ocupando un espacio
- un organismo vivo que, como tal,
- experimenta un desarrollo
- tiende a permanecer en su ser (a vivir)
- desarrolla unas funciones vitales: respiración, digestión, reproducción
- desarrolla una actividad (conducta)

Los fenómenos psíquicos se caracterizan por ser


- internos: interiores e íntimos: los experimento como algo exclusivamente mío (ej.:
el enamoramiento)
- subjetivos: sólo pueden ser observados por el sujeto que los padece
- inespaciales: no pueden ser localizados en un espacio
- Ajenos a la cantidad: no se pueden medir los sentimientos; por ello, son cualitativos:
no es cierto que “hoy te quiero más que ayer...”, sino de diferente manera...
- Están en cambio incesante. Son fluidos.
El alma humana es aquella “entidad” con la que designamos (desde los griegos)
- una realidad inmaterial
- propia y exclusiva de cada uno
- identificadora de cada sujeto
- a veces se la concibe como pensamiento, inteligencia o razón
- para muchos es la realidad inmortal del ser humano.

1.3.Características de los procesos mentales


SM TC, 1º, 52; anaya, 84
 Intencionalidad:
Los procesos mentales (sentimientos, emociones, conocimiento...) no se cierran en
sí mismos sino que están abiertos a algo por lo cual cobran sentido. Todo sentimiento es
sentimiento “de algo”; se ama “a algo”

 Conciencia.

Según Descarte, es la nota característica del fenómeno psíquico: todo pensamiento


es consciente, y si no lo es, no es un pensamiento, no es nada. Es la cualidad que acompaña
a todo fenómeno psíquico. Pero según Freud, la realidad psíquica es de naturaleza
inconsciente.
La conciencia es una cualidad de los fenómenos psíquicos; una emoción o recuerdo
es tal en cuanto soy consciente de ellos; decía John Locke: “Es imposible que nadie pueda
percibir algo sin percibir que lo percibe”; a su vez, soy consciente de mi conciencia
(autoconciencia). Ahora bien, este proceso no es infinito: no cabe decir que eme doy
cuenta de que me doy cuenta de que me doy cuenta....

 Carácter representacional.
Los objetos no están en la mente, sino “representados”. Las ideas son representaciones
de las cosas: “Nada puede ser juzgado, ni deseado, ni esperado o temido si no ha sido
previamente representado” (Franz Brentano)

1.4.Diferentes enfoques sobre la relación alma-cuerpo


Ejemplo para explicar la relación alma – cuerpo: símil del coche y del conductor: el
conductor es el “alma”, mientras que el coche es el cuerpo; conozco al conductor o por sus
actos (conductismo), es decir, por el movimiento, señalizaciones... del coche...(Así es
como lo entendió Platón: el alma es al cuerpo como el piloto a su nave)
Básicamente hay dos enfoque del problema:

 Enfoque metafísico:
(SM / TC,m3º, 275)
El problema de la relación entre el alma y el cuerpo es una consecuencia de la
noción de sustancia: la idea de sustancia hace referencia a una realidad
“metafísica”; desde el planteamiento metafísico se busca la “esencia” o los
principios últimos de todo cuanto sucede. A la pregunta sobre la realidad
algunos filósofos respondieron que la realidad era una sola cosa (monismo),
otros que esencialmente había dos realidades irreductibles (materia y espíritu:
dualismo, otros que había múltiples realidades (pluralismo)... A partir de la idea
de sustancia (algo que existe en sí y por sí) el alma es una sustancia y el cuerpo
es una sustancia; y son sustancias distintas porque pueden existir
independientemente la una de la otra: ninguna lama es un objeto físico (cuerpo)
ni ningún cuerpo –puesto que ocupa un espacio y consta de materia- puede ser
algo espiritual. Concretado en la realidad del hombre, sobre la relación alma-
cuerpo hay varias respuestas:
- Monismo (La Mettrie, Spinoza)
- dualismo: platónico, aristotélico, cartesiano

La ruptura de este planteamiento viene desde tres frentes:


1.- la crítica del empirismo a la metafísica (DAVID HUME)
Partiendo de unos principio empiristas (todo conocimiento proviene de la experiencia)
atacó la idea de “alma” o de “yo” de su predecesor. Descartes: no podemos conocer el
“yo”, pues no tengo ninguna experiencia interior de tal entidad; lo que llamamos “yo” no
es más que un nombre que le damos a un conjunto de sensaciones; lo único que podemos
conocer son esas sensaciones, que son los elementos que configuran nuestra experiencia
interna.
Para comprender la revolución que implica la teoría de Hume, recordemos que para
Aristóteles y para Platón -y, desde ellos, para la psicología racional- el alma es el principio
que explica las particularidades de un ser vivo, de modo que le da unidad y lo distingue de
cualquier otro; para Aristóteles el alma es el principio que anima ala ser vivo, es algo que
se requiere como condición de toda manifestación vital; a su vez, el alma es substancia, lo
que permanece invariable a través del cambio: de mí han cambiado muchas cosas, pero yo
sigo siendo el mismo; hay algo que no cambia: el yo. Pero HUME piensa que lo que
constituye mi yo no es una realidad diferente de los cambios, sino que son los mismos
cambios (accidentes). Esta inversión de prioridades (primero y " substancialmente" son los
accidentes) ¿no repercutirá en el historicismo y en el existencialismo?.

2.- la crítica kantiana a la metafísica: (SM /TC, 1º, 66): El filósofo más importante del
siglo XVIII , E. Kant (1724 – 1804) fue el que destruyó prácticamente con las pretensiones de
que la Metafísica fuera una ciencia; una parte de la Metafísica era la Psicología racional; pues
bien, para Kant el concepto de “alma”, que es el núcleo de la psicología racional no tiene
ningún correlato con la realidad y es sólo un concepto teórico, especulativo, que nuestra razón
utiliza para comprender mejor los fenómenos psíquicos. Cuando la razón aplica las categorías
(necesaria para conocer) a la psicología incurre en lo que Kant llama “paralogismos”, errores y
contradicciones que no puede superar por haber cometido un gran error: no se pueden aplicar
las categorías a cosas que no son experimentadas (fenómenos). El problema de la relación
entre el alma y el cuerpo es un problema metafísico, “es decir, de una cuestión que no
puede resolverse mediante procedimientos empíricos (observaciones, incluso científicas).
Porque lo que se discute aquí es la esencia de las substancias (es decir, lo que las cosas son
en sí mismas). Pues bien, lo que sucedió es que en el siglo XVIII Kant –inspirándose en
Hume- pareció demostrar que los problemas metafísicos pueden (incluso, deben) ser
pensados, pero no pueden ser resueltos, justamente por ser metafísicos. Y es que cuando la
razón humana se interna en ellos, cae en contradicciones –“antinomias”, las llamó Kant-
irresolubles: se puede (aparentemente) demostrar tanto una cosa como su contraria. Las
cuestiones metafísicas, como la existencia o no de un alma espiritual, son sólo objeto de
creencia, no de conocimiento” (T.C.: Filosofía, 1º Bto, ed. SM, p. 66)

3.- la teoría de la evolución de Darwin: En sus obras “El origen de las especies” (1859) y
“El origen del hombre” (1870) señala que todos los seres vivos están sometidos alas mismas
leyes biológicas y por lo tanto la diferencia entre el hombre y el animal es sólo gradual. Esta
“revolución” supuso el interés por los animales y el surgimiento de diversas escuelas que
investigaron el comportamiento animal y humano bajo los supuestos del evolucionismo.

 Enfoque antropológico
El Evolucionismo puso de manifiesto el origen común de todos los seres vivos, incluido el
hombre; en la naturaleza todo sigue las mismas leyes; la superioridad del hombre con
respecto a los demás animales se debe no a un alma distinta, única o superior, sino a la
cultura.
El enfoque materialista-empírico se plantea el problema preguntándose sobre el ORIGEN
del problema: ¿Cómo llegó el hombre primitivo a formarse una idea del alma? El ser
humano se plantea el problema de la posible realidad de una sustancia espiritual (alma) a
partir de sus propias experiencias y de la necesidad de darles explicación. Estas
experiencias serían:
- los sueños, en los cuales parece haber otra vida, distinta de la del estado de
vigilia
- nuestros conflictos internos: lo que yo deseo no es compatible con lo que yo
debo hacer, por lo que debe haber otros “yoes”:
“Los fenómenos de conciencia nos hacen vivir a menudo esta especie
de escisión o de tensión contradictoria entre nuestra voluntad, o lo que sentimos
como nuestro deber, y nuestros deseos, y no se nos ocurre otra solución para
explicar esta contradicción que atribuir cada una de las fuerzas en conflicto a
dos “naturalezas” distintas que convivirían dentro de nosotros. Probablemente
de ahí nace el problema de la relación entre mente y cuerpo”. (Ed. Teide,
Filosofía, 1º Bto, p. 80)

Fue precisamente uno de los fundadores de la antropología cultural, Edward B.. Tylor,
quien enfocó el problema desde una perceptiva “naturalista”: el problema “mente –
cuerpo” tiene en su origen una explicación natural.- Varios fenómenos de su experiencia
(los sueños, las alucinaciones...) son el origen de la creencia en la realidad del alma. El
animismo es la creencia en que el mundo está poblado de espíritus; la noción de “alma”
sería una elaboración racional posterior, fruto de eta experiencia angustiosa o
desconcertante. Además, la teoría de Tylor ofrece una explicación de esta creencia: el
hombre, a causa del miedo, proyecta sobre la realidad sus propias fantasías (psicologismo,
en el que coincide también Freud)
Idéntica teoría sugirió G. Murphy, en el año 1950: El dualismo alma – cuerpo se basa
en la experiencia de los sueños; en esta experiencia, el hombre primitivo habría
sospechado que:
- la persona que duerme vive “otra vida” distinta a la que está viviendo en ese
momento, pues mientras su cuerpo está quieto, hay “otro yo” que actúa
- los muertos también tienen otra vida; la experiencia de eta “otra vida” no sólo se
halla en la experiencia propia, sino en el hecho de que durante los sueños el
sujeto puede “estar” con los muertos.
- Otra fuerza independiente del cuerpo (el espíritu)

El pensamiento racional, que es fruto de la evolución y expresión racionalizada de


ese primitivo animismo, se ha planteado este problema como un problema real, es
decir, “metafísico” y cuantas más respuestas ha ido buscando más problemas ha ido
generando, porque, como dice Darwin, ha olvidado el ser humano “el sello
indeleble de su modesto origen”.
2. EL PROBLEMA DEL YO

2.1. Características del yo


Ed. Almadraba, 54 – 55
- es sujeto de mis actos: el responsable y autor de lo que hago
- íntimo e invisible
- único: sólo hay un yo en mí
- diferente: no hay otro yo como yo
- permanece invariable a través de mis cambios: yo soy el mismo que hizo la
comunión hace 20 años
- siempre en actividad
- es producto de su propia historia
- hecho por las circunstancias. Ortega: “Yo soy yo y mis circunstancias”
- por lo tanto, nunca acabado ni definitivo; es algo dinámico (Freud)
- interpersonal: se considera como tal en relación con los demás; así, el niño
pequeño descubre a los otros (el padre, la madre) antes de descubrirse a sí
mismo. Aquí radica la dimensión “social” del ser humano: el yo no puede serlo
sin el tú (M. Buber)

Distinción entre diversas “clases” de Yo:


- empírico – psicológico
- trascendental (Kant)

2.2. Seguridad de la existencia del yo. La concepción cartesiana


(Texto introductorio: Discurso del método)
 El Cógito (yo pienso) es la primera verdad a la que se ha llegado aplicando la duda
como método.
 Es el modelo de verdad, porque cumple con la regla de la evidencia: “veo de un modo
claro, distinto, indudable, que yo pienso”
 Es la conciencia de mí, en cuanto que yo soy un ser pensante; por lo tanto, se identifica
el pensamiento con la conciencia (Freud, en el siglo XX) se opondrá a esta
identificación al afirmar la existencia del inconsciente)

 La proposición “Pienso, luego existo” no es un silogismo (razonamiento deductivo) que


oculta la premisa mayor:
“Todo ser pensante existe
Yo pienso
Luego yo existo”
Y no es un razonamiento porque Descartes duda de la fiabilidad de los razonamientos; por
lo tanto, la conclusión (“ergo sum”) no es una deducción, sino una intuición, es decir, una
verdad captada como tal por ser evidente

 La afirmación de la evidencia de la existencia del sujeto pensante conduce a una postura


subjetivista: lo que es evidente es que pienso, no lo que pienso
Es evidente que “yo pienso”, pero lo pensado no es evidente. Es evidente que tengo ideas,
pero no es evidente que esas ideas correspondan a algo real. (De esta forma, el sujeto se
encuentra sólo él en el mundo y no puede saber si existe algo más además de él:
solipsismo). Ejemplo: “Yo pienso que el mundo existe”; en esta proposición se pueden
distinguir tres elementos:
A. El yo que piensa: su existencia es indudable
B. El mundo como realidad extramental: su existencia es dudosa y problemática
C. Las ideas de “mundo” y “existencia”: son ideas que poseo
El pensamiento piensa ideas (frente a la Edad Media en que el pensamiento se refiere a
cosas: pienso el mundo, no en mi idea de mundo)
El problema es: ¿cómo garantizar que a la idea de mundo le corresponde la realidad
del mundo?

Otro problema es: ¿ cómo saber que existe algo además de mi yo que piensa?:
Descartes se encuentra “cerrado en sí mismo” (solipsismo). ¿Cómo romper este
solipsismo? Solipsismo = "solum ipse", es la situación de aislamiento en la que se
encuentra el yo con sus pensamientos. ¿Cómo saber que/si existe algo diferente de sí?:
mediante el recurso a Dios: si Dos no existe, yo carezco de fundamento. Al encontrarme
sólo ante mí, me miro, me reconozco como finito y, por ello, me considero
ontológicamente dependiente de ser Infinito.

La respuesta a estos problemas está en Dios.

2.3. La crítica de Hume

En un texto pocas veces leído, admite Hume la identidad personal como una verdad
evidente que reside en la autoconciencia que tenemos al mirarnos a nuestro interior:
"Es evidente que la idea, o, más bien, la impresión que tenemos de nosotros mismos, nos
está siempre presente, y que nuestra conciencia nos proporciona una concepción tan viva
de nuestra propia persona que es imposible imaginar que haya nada más evidente a este
respecto" 3

No obstante, el pasaje más conocido al respecto es precisamente aquél en el que niega


tal identidad personal:
"Cuando yo dirijo mi reflexión a mí mismo, nunca puedo percibir ese Yo sin una o
más percepciones, y nunca puedo percibir más que percepciones. Es , pues, la
conjunción de éstas lo que forma el Yo"4

 Lo que plantea Hume es el problema de determinar la existencia del yo a partir de la


esencia del mismo: ¿en qué consiste el yo?, y, a partir de aquí: ¿tenemos impresión de
esa esencia?. Las notas características del yo serían la identidad (existe algo que
permanece siendo el mismo a través de los cambios y del tiempo) y la simplicidad (el
yo no está compuesto de partes, sino que es una unidad distinta de todo cuanto le pasa).
en síntesis, el yo es una sustancia , y, como a tal, le valen las críticas a la idea general
de sustancia que vimos anteriormente.

 Para atacar el argumento de quienes defienden la existencia del yo, Hume no aplica el
principio de causalidad, pues la existencia del yo era demostrada - tanto por Descartes
como por los empiristas Locke y Berckeley- como objeto de intuición inmediata. Pero
Hume aplica el criterio de discriminación:

Tratado, libro 2, part.1, secc. XI, pag. 496


3?
4?
Ibid. Apéndice, pag. 886
"¿De qué impresión podría derivarse esa idea? (...) Esta es una pregunta que
habría necesariamente que contestar si lo que queremos es que la idea del yo sea
clara e inteligible. Tiene que haber una impresión que dé origen a cada idea real"5

Hume entiende por el concepto "yo" "aquello a lo que hacen referencia nuestras
distintas impresiones e ideas"6; de lo único que tenemos intuición es de nuestras ideas e
impresiones; si tuviésemos una intuición del yo, ésta debería ser de algo permanente e
idéntico, pero, dado que ninguna impresión es permanente, podemos concluir que no
poseemos una intuición del yo como sustancia distinta de nuestras ideas e impresiones.

 Si el yo fuese una sustancia, sería algo que "sostiene" la existencia de los accidentes;
pero a e esto objeta Hume que a la idea de sustancia no le corresponde ninguna
impresión y, por lo tanto, aplicando la navaja de Occam, la idea de sustancia individual
es innecesaria:
"Nuestras percepciones particulares (accidentes) no necesitan de cosa alguna (la
sustancia) que las mantenga en su existencia"7

 Una consecuencia inmediata es la negación de la inmortalidad del alma. Hume admite


que lo único que hay son percepciones aisladas cuyo sujeto son los sentidos; si la
muerte significa la disolución del cuerpo, entonces ya no hay nada que pueda percibir;
ser sería lo mismo que percibir: "esse est percibere". Por lo mismo, si el yo fuese capaz
de ser percibido y su existencia consistiese en eso - tal como afirmaba Berckeley-
entonces no habría nada de él al no ser percibido: sería el no ser ( = la muerte).
Si la inmortalidad significa la eternidad del alma, ¿cómo puede sobrevivir algo que en-
sí no existe o que no es distinto del cuerpo?
"Cuando desaparecen mis impresiones por algún espacio de tiempo, como es el
sueño profundo, en todo ese tiempo yo no siento a mi Yo, y se puede decir con
verdad que no existe, y si desapareciesen por la muerte todas mis percepciones y
no pudiese, después de la disolución de mi cuerpo, ni pensar, ni sentir, ni ver, ni
amar ni odiar, mi yo resultaría completamente aniquilado , de modo que no
puedo concebir qué más haga falta para convertirme en una perfecta nada"8

 Ahora podemos responder a la pregunta de Hume: ¿qué encuentro cuando penetro en


mí mismo?
"En lo que a mí respecta, siempre que penetro más íntimamente en lo que llamo mí
mismo tropiezo en todo momento con una u otra percepción particular, sea de calor o
frío, de luz o sombra, de amor u odio, de dolor o placer. Nunca puedo atraparme a mí
mismo en ningún caso sin una percepción, y nunca puedo observar otra cosa que la
percepción"9

5
Ibid. 1,4,VI, pag. 399.
6
Ibid, pag. 399
7
Ibid, pag .399
8?
Ibid. pag. 399-400; el texto aquí reproducido no es fiel a la traducción ofrecida por Félix Duque; si lo comparamos
con la selección de texto de Clemente Fernández (ed. BAC, vol I, pag.436) notaremos algunas diferencias; por eso,
hemos optado por ofrecer una visión sintética , obedeciendo nuestro criterio a una mayor claridad y coherencia con el
pensamiento de Hume.. En otro texto se expresa mejor la teoría de Hume al respecto: "La aniquilación, que, según
suponen ciertas personas sigue a la muerte, destruyendo por completo nuestro yo, no es otra cosa que la extinción de
toda percepción particular: amor y odio, dolor y placer, pensamiento y sensación. Por tanto, estas percepciones
deberán ser la misma cosa que el yo, dado que no pueden sobrevivir a éste" (Apéndice, pag. 886)
9?
Ibíd. pag. 399; a continuación viene el texto citado anteriormente (nota 63); ello obedece a motivos pedagógicos: se
comprende mejor lo que Hume encuentra al penetrar "en sí mismo" si previamente se ha entendido la futilidad del yo.
 Una vez que ha demostrado la inconsistencia de los argumentos en favor de la
existencia del yo, se pregunta Hume por qué, no obstante, tenemos los hombres "la
propensión tan grande a atribuir una identidad a esas sucesivas percepciones" 10. en
síntesis, la respuesta de Hume es la siguiente: A la idea de "yo" no corresponde
ninguna impresión. Al analizar los contenidos de nuestra mente no encontramos nada
que sea simple e idéntico y que sea algo distinto de nuestras percepciones (tal sería el
caso de la idea del "yo").
No obstante, todos creemos que existe algo que es permanente (nuestro "yo") aunque
de eso no tengamos ninguna impresión; ¿a qué se debe, pues, la conciencia que tenemos
nosotros de que hay algo que es idéntico y simple?
Hume intentará descubrir cuál es el mecanismo psicológico por el cual creemos en
nuestra identidad personal. La causa está en que, por la imaginación y la memoria
tendemos a confundir dos cosas que son totalmente distintas: la identidad ("yo soy el
mismo que ayer", "yo soy algo distinto de otra cosa., y siempre soy el mismo") y la
sucesión: los fenómenos mentales guardan entre sí una relación de temporalidad (uno es
antes que el otro), de semejanza (uno se parece al otro) y de causa-efecto (uno es causa de
otro).
Pues bien: nuestra mente es una especie de teatro en el que se suceden distintas
impresiones:
1. Ayer estuve paseando
2. Hoy estoy leyendo un libro.
Nuestra memoria es la que enlaza estas vivencias y las considera no como aisladas (pues,
¿cómo podría considerar como aislado lo que está unificando?), sino como expresiones o
manifestaciones de un mismo ser: el yo, mi yo.
Recordemos que la imaginación es la facultad que lleva a cabo la asociación de ideas.
En realidad, dice Hume, lo que se da en nuestra mente es una sucesión ininterrumpida de
sensaciones, pero tales sensaciones no aparecen caóticamente sino que obedecen las leyes
de asociación ; pero nuestra mente no se conforma con relacionar sensaciones, sino que,
además, "finge" un principio unificador: un YO permanente y distinto. Esta función la
hace la MEMORIA
La memoria no es sólo una facultad que hace presentes las sensaciones, sino el factor "empírico" más
importante que nos convence de nuestra identidad personal. Baste reflexionar sobre la siguiente cuestión:
¿qué sucedería si no pudiésemos recordar? (Cfr. C. tejedor Campomanes: "Introducción a la filosofía",
ed. S.M., pag.98). Fijémonos cómo la moderna antropología concibe al hombre como un ser-con-historia
(Cfr. Ortega y Gasset: "Historia como sistema"). Como ejemplo de las posibilidades de la memoria
recordad la película: "Desafío total". El sentido de la “identidad personal se constituye gracias a la
memoria (me considero la misma persona que ayer porque me acuerdo de las fases anteriores de mi vida)
y se desvanece si se pierde la memoria: “si alguien se nos apareciese diciendo que es Napoleón, o
averiguaríamos preguntándole aspectos de la vida de Napoleón; pero sí él dijese que ha perdido
totalmente la memoria excepto que recuerda que era Napoleón, ¿cómo podríamos saberlo? ¿O qué
significado tiene para él decir que “yo soy Napoleón”?... una consecuencia de este planteamiento es que
no se puede afirmar que el yo sea inmortal, pues si el alma depende de la capacidad de memoria del
cerebro, ¿cómo puede recordar nada después de la muerte del cuerpo? Y si no puede recordar nada, ¿qué
derecho tenemos a atribuirle una identidad personal?”11
Posiblemente Hume no consideró convincente su explicación, pues al final del "Tratado"
confiesa que:
"...al revisar con mayor rigor la sección dedicada a la identidad personal, me he
visto envuelto en tal laberinto que debo confesar no sé cómo corregir mis
anteriores opiniones ni cómo hacerlas consistentes"12

10 ?
ibid., pag. 401
11
Paul Davies: Dios y la nueva física, pp. 105 – 107.
12
Ibid. "Apéndice", pag. 884
Hume reconoce que el problema es muy oscuro y adopta una actitud resignadamente
escéptica:
"Yo , por mi parte, debo solicitar el privilegio del escéptico y confesar que esta
dificultad es demasiado ardua para mi entendimiento. No pretendo , sin embargo,
afirmar que sea absolutamente insuperable. Es posible que otras personas, e
incluso yo mismo, luego de reflexiones más maduras, podamos descubrir alguna
hipótesis que reconcilie estas contradicciones"13
Efectivamente: yo no puedo afirmar que “soy mis pensamientos y experiencias”, pues este
atributo requiere un sujeto: ¿quién posee esos pensamientos y experiencias? ¿o es que
pueden existir pensamientos sin pensador? Si no hay un sujeto que posee esos
pensamientos, ¿qué distingue mis pensamientos de los de los otros?

13 ?
Ibid. pag. 888
2.4. El planteamiento de Freud

 El yo entre el Ello y el supero yo


 Yo:

 Es la capa consciente de la personalidad


 Integrado por las percepciones e ideas
 Es de naturaleza adaptativa: hay que adaptarse a la realidad
 Tiene una doble función: Por una parte, percibir la realidad y conocer, por otra,
operar, actuar en la realidad (tomar decisiones)
 Se rige por el principio de realidad: los criterios que lo guían no son el placer (Ello)
ni el deber ( Super yo), sino lo útil – inútil, práctico – no práctico, conveniente – no
conveniente... “Se esfuerza por ser moral”1
 Pero carece de energía propia: el yo “roba” energía al Ello; por eso todas las
manifestaciones del hombre como ser pensante (arte, religión, poesía...) son una
derivación (por sublimación) de las energías básicas del Ello.
 Es el “proceso secundario”: aplazar las respuestas hasta el momento más oportuno;
lo que implica pensar, conocer, calcular, resolver problemas...
 Se compone de elementos conscientes, preconscientes e inconscientes: En 1920
descubre Freud que la represión es también inconsciente; la represión es un
mecanismo de defensa del yo; todos los mecanismo de defensa son inconscientes

 Teoría de la génesis del Yo

Originariamente el niño no distingue entre un “afuera” y un “adentro”; el mundo, en su


totalidad, es parte del yo: “originariamente el yo lo incluye todo” 2, pero a base de
experiencias dolorosas el niño se da cuenta de que hay cosas que le producen dolor (tiene
que llorar para mamar) y a partir de ahí el niño identificará como objeto (no-yo) todo
aquello que atenta contra su yo placiente.
El ser humano, al principio, es algo indeterminado (un “id” = ELLO); llegará un momento
en que la búsqueda de placer, que es el principio fundamental que rige la vida psíquica,
choca con la realidad, ya que ésta impide muchas veces la realización directa del mundo
instintivo. Esto es lo que va a obligar al niño a poner en marcha la estructuración de la
instancia yoica. El yo se rige por el PRINCIPIO DE REALIDAD: cuando el niño ve que
no puede satisfacer directamente sus deseos es cuando se dará cuenta que la realidad no es
como él desea, que no sólo existe él, es decir, que existe algo de él ( el YO) que se
determina por oposición a lo que no es él (la REALIDAD).
Esta concepción de la génesis del yo es fundamental en Freud: El niño no es al principio
más que un manojo de pulsiones; esto quiere decir que el YO no existe al principio, sino
que es una entidad que se irá formando a base de frustraciones (Nuestra personalidad se
construye en contacto con la adversidad, decían los estoicos). En un principio no somos
más que una manifestación del ELLO.

El recién nacido no distingue entre su yo y el no-yo, pero tiene una vida, esencialmente
pulsional. Las primeras imágenes no le vienen al abrir los ojos y ver el mundo (en primer
lugar, su madre), sino que “imagina” el pecho de la madre; no reprime nada, y por eso se
manifiesta como fruto del deseo. Esto quiere decir que antes de organizarse la vida mental,
en la vida “biológica” se dan estas representaciones, fruto de las ganas del niño.3
Ha habido un proceso paulatino de separación del sujeto y del mundo. En un principio -
primera fase- el yo y el mundo están unidos, y sólo después las experiencias traumáticas
nos hacen adquirir la conciencia de la existencia de dos realidades distintas: por una parte
lo que viene de mí y que me da placer (el SUJETO) y, por otra, lo que me hace frente, lo
que está fuera de mí, que sería el mundo (el OBJETO). Poco después , en una segunda
fase, a partir de esta diferenciación de índole emotiva surgirá la diferenciación de índole
intelectual por la que el objeto es algo puesto fuera de mí como cosa a conocer.

 Concepción dinámica de la personalidad

La doctrina psicoanalítica es una psicología dinámica de la personalidad; se centra en


las fuerzas () que pueden constituir la personalidad; estas fuerzas son naturales y
están situadas a dos niveles: consciente e inconsciente.
El psicoanálisis da más importancia a las pulsiones, tendencias, fuerzas... que a las
representaciones (imágenes, ideas), pues el hombre es un haz de fuerzas 4 enraizadas en la
biología, en el metabolismo del proceso orgánico (actitud netamente materialista); estas
fuerzas no son conscientes.
Para Freud, además, estas fuerzas son psíquicas. Antes de él, con Descartes, se dividía
entre procesos biológicos y procesos psicológicos, siendo la conciencia el nivel
propiamente psíquico; Ahora Freud admite un nivel psíquico inconsciente.
Estas fuerzas normalmente no son armónicas, sino que entran en conflicto; estos conflictos
de fuerza se deben a que el sujeto, desde pequeño, está dentro de un ambiente y de éste
recibe unas determinadas influencias que normalmente no concuerdan con las tendencias
de sus propias fuerzas. Como resultado se da el conflicto, que, si es muy intenso, puede dar
lugar a una enfermedad (neurosis), y, si se sabe canalizar adecuadamente, puede contribuir
a formar la personalidad.
“Se nos muestra el yo como una pobre cosa sometida a tres distintas servidumbres, y
amenazada por tres diversos peligros, emanados, respectivamente, del mundo exterior, de
la libido del yo y del rigor del Super yo”5

Todo ser vivo es un núcleo de actividad, de desarrollo de fuerzas; al estar en un mundo


donde hay más seres, hay un conflicto entre las fuerzas de este ser y las que hay a su
alrededor; la oposición entre, por una parte, crecer y madurar, y, por otra, adaptarse,
constituye las dos vertientes de esta lucha.
Freud dice que el principio de la vida psíquica es el principio del placer; éste ha de
somerterse a las circunstancias en que se desarrolla el individuo, lo que se lleva a cabo por
el principio de realidad. El ser vivo tiende a conseguir el máximo placer, pero ha de
situarse en un mundo que le exige adaptarse. El ser humano ha de administrarse por medio
del yo estas fuerzas. Este “yo” es, pues, el centro que administra y canaliza las propias
fuerzas lo mejor posible. El YO convierte el principio del placer en principio de realidad;
es donde convergen ambos principios. De esta forma, lo que llamamos “yo”, nuestra
personalidad, es una entidad que ha ido apareciendo , es un producto de la vida en su
necesidad de adaptarse para poder sobrevivir, es una entidad que se va haciendo, no algo
con lo que se viene al mundo. Este YO se va constituyendo mediante unos mecanismos; el
YO surge como equilibrio, de manera que somos todos aquello que forma nuestro círculo
de placer: aceptamos lo que nos da placer y rechazamos lo que nos disgusta (la enfermedad
sería una reacción fisiológica ante agentes patógenos).
Así, si aceptamos el proceso de personificación como nos dice Freud, hemos de admitir
que yo “no soy lo que me he hecho”, sino que soy el producto de las fuerzas del medio
ambiente.

3. ALMA-CUERPO. MENTE-CEREBRO

3.1.Teorías clásicas sobre la estructura de la mente


Ver SM, TC,1º Bto, p. 51-54

 Teoría de las facultades del alma (Aristóteles):


Aristóteles aborda el tema del alma desde una perspectiva biológica: el ser vivo se
distingue según sus funciones:

Tipos de seres vivos tipos de alma funciones del alma


Vegetal Vegetativa nutrición, crecimiento, reproducción
animal sensitiva sensibilidad, locomoción, apetitos
hombre pensante voluntad y entendimiento

Por lo tanto, los seres vivos están ordenados jerárquicamente según el tipo de alma que
predomine en ellos ; conforme se “asciende” en la escala, se van asumiendo las funciones
anímicas de los seres inferiores; por ello, Aristóteles distingue en el hombre dos
psiquismos: uno “inferior”, en el que residirían las funciones vegetativa y sensitivas, y un
“psiquismo superior”, donde reside el entendimiento y la voluntad.
CONSECUENCIAS:
 Todos los seres vivos tienen alma (animismo biológico)
 El alma no está localizada en una parte determinada del cuerpo (como decía Platón)
 No es posible la reencarnación: el alma no puede ser forma de cualquier cuerpo.
 Unicidad (uno) y unicidad (único) del ser vivo: el hombre posee una única alma que
tiene las tres funciones.
 Visión jerárquica de los seres vivos en función del tipo de alma
El alma no es inmortal

 La mente como un teatro (Hume)


A cualquiera que "seriamente y si prejuicios" realice un ejercicio de introspección (mirarse
dentro), no hallará en la mente ninguna sustancia espiritual (el yo), lo único que encontrará
será una serie de sensaciones:
"...dejando a un lado a algunos metafísicos de este estilo, puedo aventurarme a
firmar que todos los demás seres humanos no son sino un haz o colección de
percepciones diferentes, que se suceden entre sí con rapidez inconcebible y están
en un perpetuo flujo y movimiento"14
La mente es una especie de teatro: en ella se suceden escenas (= las distintas
percepciones), pero el teatro no es una impresión más, sólo lo son las escenas; en rigor,
sólo puede decirse que existe una representación sin local:
" La mente es una especie de teatro en el que distintas percepciones se presentan en forma
sucesiva; pasan, vuelven a pasar, se desvanecen y mezclan en una variedad infinita de
posturas y situaciones (...) La comparación del teatro no debe confundirnos: son
14 ?
Ibíd, pag. 400
solamente las percepciones las que constituyen la mente, de modo que no tenemos ni la
noción más remota del lugar en que se representan esas escenas, ni tampoco de los
materiales de que están compuestas"15

Por lo tanto, la mente es un escenario donde se representan las diversas sensaciones. Este
modo de entender la mente influyó en el desarrollo de la psicología asociacionista o
elementalista (Wundt): cualquier proceso mental (por ejemplo, la percepción) no es más
que la suma de sus elementos básicos (las sensaciones).

 La mente como un aparato (Freud, psicología cognitiva)

A) El aparato psíquico (Freud)


Modelos de aparato:
 Microscopio: mediante ciertas formas de energía puede representar imágenes
 Aparato psíquico: la vida psíquica es un conjunto de niveles que manejan unas fuentes de energía
derivada de procesos biológicos y que presentan ciertas imágenes que son parte de lo que ocurre en el
aparato psíquico, constituyendo así la conciencia, que no necesariamente acompaña a los procesos
psíquicos.

 Máquina hidráulica: hay un curso de agua que puede aumentar de nivel y que cuando llega a un
nivel demasiado alto, se ha ce funcionar una válvula de seguridad que “vuelve las aguas a su cauce”
 Aparato psíquico: se va desde el punto más alto (tensión) al más bajo (dis-tensión); esto tiene una
repercusión inmediata: el individuo siente esta distensión, es lo que llamamos placer.
Según Freud, el aparato psíquico siempre funciona así: cuando se produce una tensión, una excitación (por ejemplo: me
toca la lotería), que podría ser patológica, el aparato psíquico integra la tensión en cuestión, y para ello tiene dos
posibilidades:
a). O bien deriva la tensión hacia caminos marginales, dejando en segundo término la tensión: nos hacemos cargo y
proyectamos: “compararé esto o lo otro”
b). O bien liga la excitación a una determinada región para que no invada desordenadamente las otras regiones del aparato
psíquico: después de la excitación, lo olvidamos por el momento y nos vamos a pasear.
En ambos casos ( a y b) se trata de canalizar la energía ( = fijar esta excitación en una representación, del mismo modo que
fijamos el agua en un surco). Canalizar una excitación es siempre ligarla a una representación; la energía va unida a las
representaciones, ligada a ellas, pero puede desligarse y seguir entonces un camino autónomo, lo que puede dar lugar a
patologías: angustias, fijaciones sexuales...

Como todo aparato, la mente humana tiene una:


 FUNCIÓN: Transmitir y transformar la energía psíquica (Es la consideración económica del
aparato psíquico).
 GASOLINA: El aparato psíquico es movido por la energía psíquica, que son las pulsiones internas
del Ello, canalizadas por el Yo y reprimidas por el Super Yo (Es la consideración dinámica del aparato
psíquico).
 INSTRUMENTOS: Son los agentes o zonas del aparato psíquico (Es la consideración tópica del
aparato psíquico).
 Ello, Yo y Super Yo
 Inconsciente, preconsciente y consciente
 MOTOR: son las leyes que rigen su funcionamiento: la ley básica, para Freud, del funcionamiento
del aparato psíquico es el principio de constancia, tomado de uno de los más grandes psicólogos del
siglo XIX: FECHNER, que decía que
“El funcionamiento del aparato psíquico tiende a mantener el nivel más bajo de energía que le mueve y, en todo
caso, un nivel constante”
Más tarde lo llamará “principio del placer”
 Principio de realidad: adaptación real a la realidad; por eso surge el pensamiento, la voluntad, la
conciencia, la memoria, la racionalidad... todos estos elementos constituyen el “proceso secundario”,
que es el “principio de realidad”. Para Freud, la culminación del principio de realidad es la visión
científica del mundo
15
Ibid., pag. 401.
 la compulsión de repetición, que es la tendencia a repetir experiencias traumáticas, el impulso a
volver atrás, la nostalgia, el masoquismo... para Freud, este principio permite la conservación de las
pulsiones y es la base de la pulsión de muerte.

Freud intenta describir el funcionamiento del aparato psíquico; no le interesa determinar su


“esencia”; por lo tanto, frente a la perspectiva “esencialista” de la psicología racional
(Platón y Aristóteles), adopta un punto de vista descriptivo, mecanicista; de ahí que Freud
pretenda para el psicoanálisis el mismo status científico del que gozan otras disciplinas. La
mente es como un aparato que sigue unas leyes... Al adoptar este método sigue el mismo
proceder que Galileo o Kant: los lugares de la mente no son lugares reales, sino ficciones
cuyo valor es meramente metódico; el aparato psíquico funciona así: cuando se produce
una tensión, una excitación, el aparato psíquico “integra” la tensión en cuestión bien
canalizando, bien sublimando, bien reprimiendo. Esto es, recordémoslo, la consideración
económica del aparato psíquico:
“El psicoanálisis reduce todos los procesos psíquicos al juego de unas fuerzas que se
estimulan o reprimen mutuamente, se unen unas con otras, establecen compromisos,
etc. ...”6

“nos representamos, en efecto, el desconocido aparato dedicado a las funciones anímicas


como un instrumento compuesto de varias partes, a las que denominamos instancias, cada
una de las cuales cumple una función particular, teniendo todas, entre sí, una relación
espacial fija.”7

B). La mente como un ordenador (Psicología cognitiva)


Ver Paul Davies: “Dios y la nueva física”, pp.98 – 100
Se toma al ordenador como modelo de la mente humana: la mente opera de forma similar a
los programas de un ordenador: recibe información, la procesa, manipula, almacena y
recupera.
Maquina (Hardware)
Desde el exterior
Procesan (mediante el teclado o disquetes)
ORDENADOR Información
Desde el interior
(“de fábrica”)
Programas (Software)

Del mismo modo, la mente humana consta de tres elementos: el soporte material (cerebro:
hardware), las estructuras mentales (software) y la información.; esta última, al igual que el
ordenador, procede del exterior (empirismo, y también el constructivismo de Piaget), pero
también hay “estructuras innatas” (racionalismo, Chomsky).
Algunas implicaciones:
- Existen dos planos distintos e irreductibles: las neuronas(cerebro) hacen posible la
conciencia, pero ellas mismas nos son conscientes.
- La mente es holística: es un todo que no puede separarse en dos sustancias
distintas; el cerebro es la condición de la mente, pues ésta no puede funcionar
sin el cerebro, pero el funcionamiento de la mente sigue una dinámica propia:
los pensamientos causan pensamientos
- Es posible que las máquinas puedan pensar.
- Al igual que las máquinas, el hombre no sería libre
- Si no es cierto que la mente sea la expresión de actividades de células cerebrales
(reduccionismo) entonces cabe la posibilidad de que la mente pueda
independizarse y sobrevivir tras la muerte del cuerpo:
“Podemos rechazar, por tanto, la creencia de que la mente no es más que la actividad de
las células cerebrales, puesto que ello supone caer en la trampa del reduccionismo. Sin
embargo, parece que la existencia de lamente está sostenido por esta actividad. La
cuestión que se plantea a continuación es cómo pueden existir mentes separadas del
cuerpo. Para recurrir otra vez a la analogía, un libro está hecho de palabras, pero ¡,. Por
ejemplo, la historia podría estar grabada en una cinta magnética, codificada en tarjetas
perforadas o digitalizadas por un computador. ¿Puede la mente sobrevivir a la muerte del
cerebro siendo transferida a otro mecanismo o sistema? En principio, parece posible.”
(Paul Davies: Dios y la nueva física, p.101 –102)

Pero la equiparación del hombre con el ordenador falla en un punto fundamental: los
programas del ordenador son formales, es decir, se centran en la forma del mensaje, no en
su contenido; dicho de otra forma: el ordenador sólo atiende al “significante” de las
palabras, su cometido es meramente “sintáctico”, mientras que la mente humana enlaza el
significante con el significado: la mente “sabe” lo que significa “evolución” y además con
ello se refiere a un acontecimiento histórico-cultural, la mente, por tanto, opera
semánticamente.

3.2.Teorías sobre la relación alma-cuerpo


Ver SM, TC,1º Bto, p. 65 -66
 Principales teorías:
Dualismo: Pitágoras, Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Descartes
Monismo: materialista (LaMettrie), espiritualista Leibniz, Berckeley), neutral (Spinoza)

TEORÍAS DUALISTAS:
 Características generales:
- Hay dos tipos de sustancias irreductibles la una a la otra: la sustancia material
(cuerpo) y la sustancia espiritual (alma)
- El ser humano está compuesto por ambas sustancias (dualismo antropológico)
- La mayoría de las teorías dan prioridad al alma sobre el cuerpo: el ser humano es
esencialmente su alma, pero tiene un cuerpo.
- Subyace en estos planteamientos el “deseo de inmortalidad” y , por ello, son las
teorías que mejor congenian con los planteamientos de las religiones
- Se enfrentan al problema de la comunicación de las sustancias y por ello
entenderán la unión del cuerpo y el alma como unión “accidental” o como unión
“sustancial”

Platón:
Entiende que la esencia del hombre es su alma y que ésta es de naturaleza totalmente distinta al
cuerpo. El alma es la parte divina que tiene el hombre y a través de ella puede alcanzar un
conocimiento total y auténtico de la realidad; el alma es inmortal y por ello el hombre debe
vivir según preceptos que sean eternos. La unión del alma con el cuerpo es accidental; como un
piloto y su nave, la muerte significaría el cambiar de nave; el cuerpo es visto peyorativamente
porque nos impide el conocimiento y la vida virtuosa; por eso, lo mejor que puede hacer el
hombre es liberarse de las ataduras del cuerpo.

Aristóteles:
El alma es el principio vital de un ser ( lo que hace que un cuerpo viva). Pero el alma no
puede existir sin un cuerpo, del mismo modo que un cuerpo vivo lo es en tanto tiene alma. Hay
una comunión entre cuerpo y alma y una mutua dependencia, pero resaltando la prioridad del
alma sobre el cuerpo. Y ello se fundamenta en la doctrina metafísica llamada “hilemorfismo”:
El alma es la forma del cuerpo, pero no de cualquier cuerpo, sino de un cuerpo organizado (un
cuerpo estructurado de un modo determinado: el cuerpo de la vaca es un cuerpo estructurado
de un modo distinto del de una mujer); de ahí que sea imposible que el alma de un hombre esté
en el cuerpo que no sea de un hombre sino, pongamos por caso, una vaca: es imposible la
reencarnación.
El alma no puede existir separada del cuerpo: del mismo modo que no existen separadas
materia y forma, no puede haber almas sin cuerpo ni cuerpos sin alma. (unión sustancial)

Descartes y el cartesianismo:
La diferencia esencial entre el hombre y el animal la constituye el ALMA, que:
- constituye la esencia del hombre (II, pag. 62)
- es enteramente distinta del cuerpo (II, 62)
- está unida accidentalmente al cuerpo "alojada en el cuerpo humano como un piloto en su
navío" (V,pag. 83)
- no obstante, está junta y unida al cuerpo de modo muy estrecho pues sólo así se puede
comprender de modo íntegramente al hombre.
- es inmortal, de modo que la creencia en la inmortalidad del alma fundamenta nuestra
conducta moral.

El alma es la “res cógitans”, la cosa que piensa; su atributo fundamental es el pensamiento,


y el modo como expresa este atributo es : juicio, razonamientos, voluntad, sensación,
imaginación, duda....
El cuerpo es la “res extensa”, dado que su atributo es la extensión. Los modos como se
expresa la extensión son la figura, el movimiento... Las cosas corporales no tienen alma; el
hombre es el único ser formado por dos substancias: el alma y el cuerpo.

El problema que se plantea es el siguiente: ¿cómo se comunican las sustancias?

El problema de la comunicación de las sustancias:

Si el alma es una sustancia finita y el cuerpo es una sustancia finita, ambas, por ser
sustancias, no se necesitan para existir; pero de hecho hay una relación: si decido (acción
del alma) levantar el brazo (acción del cuerpo), éste se levanta.
Como ejemplo didáctico, recuérdese la película “Big”: Un niño formula el deseo de ser adulto y tal
deseo le es concedido. Adquiere el cuerpo de adulto ( Tom Hanks), pero su alma sigue siendo infantil;
esta estado provoca situaciones graciosas y chocantes; la película es ciencia ficción o fantasía porque en
realidad ( en la vida real) no hay disonancia entre el cuerpo y el “alma”...
¿Cómo se explica , desde los supuestos cartesianos que se produzca esta relación? Ésta
será la “cruz” de sus seguidores. Veamos algunas soluciones a este problema:
1. DESCARTES: El alma y el cuerpo mantienen una unión de hecho, pero son
independientes “de derecho”. Se unen “accidentalmente”, durante la existencia del cuerpo,
y su unión está localizada en una parte del cerebro: la glándula pineal.(Ver crítica de
Spinoza en Etica ) (Ver ed. Everest,77- 79)

2. Nicolás MALEBRANCHE y Arnold Geulincx defienden el “ocasionalismo”: Cada vez


que se produce un movimiento ene l alma, Dios interviene para producir un
correspondiente movimiento en el cuerpo y viceversa. Una sustancia no actúa sobre otra,
sino que es Dios quien actúa. Así, una lesión cerebral (cuerpo) no es causa de la pérdida de
memoria (alma), sino que con ocasión de tal lesión cerebral Dios actúa causando la
pérdida de memoria. Una acción corporal (mover el brazo para coger un objeto) no es
autónoma (mi voluntad), sino que es Dios, con ocasión de mi voluntad, la causa de ese
movimiento. Sólo hay una causa que hace que todo funcione: Dios (causa eficiente), pero
se sirve de otras causas (causas ocasionales) para actuar.

3. G.W. LEIBNIZ: Todo está compuesto de mónadas (unidades incomunicables); cuero y


alma son mónadas y , por lo tanto, no pueden comunicarse entre sí; es necesario explicar,
sin embargo, por qué, por ejemplo, cuando la voluntad (el alma) decide mover el brazo
(cuerpo) aparece al mismo tiempo el movimiento que parece producido por esa decisión.
La respuesta está en el optimismo leibniziano: Este mundo es el mejor de los mundos
posibles. Hay una armonía que se manifiesta, entre otras cosas, en la relación alma cuerpo.
Dios, como un gran relojero, ha sincronizado perfectamente los movimientos del alma y
los movimientos del cuerpo, del mismo modo como un relojero sincroniza dos relojes que,
aun estando distantes, separados e independientes, marcan siempre la misma hora.
(Armonía preestablecida)

4. Baruc de SPINOZA: El problema de la relación entre las dos sustancias desaparece,


pues sólo hay una única sustancia, que es Dios. Esta única realidad (monismo) consta de
dos atributos: la extensión y el pensamiento. El hombre, al ser una parte de Dios, es
extensión (cuerpo) y es pensamiento (alma). Los procesos psíquicos (alma) y los físicos
(cuerpo) jamás se tocan - dado que no son entidades independientes ontológicamente - ; no
hay una acción recíproca entre el alma y el cuerpo sino un paralelismo: “el orden y
conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas”.

TEORÍAS MONISTAS:
 Características generales:
- Sólo existe una sustancia en el universo (Dios, naturaleza, espíritu...)
- El ser humano es una unidad: no está dividido por fuerzas o realidades
antagónicas
- Se resuelve el problema “reduciendo” una realidad a otra: lo corporal es
manifestación de lo espiritual o al revés...
- Subyace una concepción naturalista (sólo existe la naturaleza y todo cuanto
ocurre son fenómenos naturales: lo natural sólo se explica por lo natural); por
ello se han enfrentado a las concepciones religiosas tradicionales (panteísmo
frente a teísmo o materialismo frente a espiritualismo)
- El problema es el fisicalismo: Si todos los procesos psíquicos o mentales pueden
reducirse a procesos físicos (pues lo psíquico no es más que una manifestación
de lo físico)...

La Mettrie, D´Holbach (monismo materialista)


Sólo existe una sustancia de carácter material. El hombre es como una máquina. El
monismo cibernético (la mente es como unordenador) actual se manifiesta ya en los
filósofos franceses, para quienes los hechos mentales no tienen entidad sino que son
epifenómenos de los hechos materiales corporales

Spinoza (monismo neutral)


Materia y espíritu, cuerpo y alma no son dos sustancias distintas, sino modos o
manifestaciones de una única sustancia: Dios o la Naturaleza. La realidad no es ni
espiritual ni material, sino espiritual o material según como concibamos a Dios bajo el
atributo de la extensión o del pensamiento.
Berckeley (monismo espiritualista)
Su principio se resume en el famoso “esse est percipi”: ser es ser percibido, es decir:
algo es en la medida en que es percibido. Lo único que existe realmente es la sensación
interna, que no es algo físico. Podría pensarse que las cosas existen porque son las causas
de las sensaciones que tenemos de ellas, pero de las cosas “brutas” no tenemos
sensaciones; por lo tanto, para explicar la presencia de mis sensaciones de las cosas, el
único recurso es la existencia de un Ser que me las provoca: Dios. Así, pues, sólo existe
una realidad espiritual (externa: Dios, o interna: la mente o conciencia)

PLURALISMO:
Demócrito (V – IV a. C.) (materialista):
La realidad es material; todos los cuerpos están compuestos por átomos; la diferente
cantidad y cualidad de los átomos hace que cada cosa sea distinta, por lo tanto hay una
pluralidad de sustancias. El cuerpo humano se mueve y tiene vida gracias al alma, que no
es más que un determinado tipo de átomo: el alma es un compuesto de átomos esféricos y
más sutiles y ligeros que los que forman el cuerpo (pues son similares a los que forman el
fuego)

Leibniz (espiritualista)
Toda sustancia es energía espiritual; todas las cosas tienen conciencia, es decir, capacidad
de percepción; el hombre es el ser con más alto nivel de conciencia. Puesto que el universo
está compuesto por múltiples mónadas y éstas son realidades espirituales, su teoría podría
encuadrarse en el pluralismo espiritualista. En efecto, las mónadas son simples (por carecer
de partes son eternas, ingenerables e incorruptibles), inextensas (al ser simples no pueden
ser extensas, pues la extensión implica la divisibilidad en partes) y distintas unas de otras
(principio de los indiscernibles)

3.3.Teorías sobre la relación mente-cerebro


Ed. Coloquio:, 64 –81
Todos interpretamos nuestra conducta como derivada de ciertos procesos mentales: la
conducta es algo físico (por ejemplo: leer un libro), pero deriva de algo físico: “quiero”,
“siento la necesidad de...”; por lo tanto, hay una relación entre los procesos físicos
(conducta) y los procesos mentales; el problema es establecer la naturaleza de esta
relación:
1. TEORÍAS DUALISTAS:
Coinciden con el dualismo metafísico tradicional (Descartes) en considerar que los
procesos mentales son algo distinto de los procesos psíquicos y no reducibles a éstos. Los
fenómenos mentales son “producidos” por el cerebro, pero no son una “secreción” del
cerebro, sino que son distintos del cerebro.

1
Ibíd.
2
El malestar en la cultura, cap. 1, pág. 11
3
Sobre este tema, ver “Los dos principios del suceder psíquico”.
4
Esta expresión nos debe evocar a Hume.
5
El yo y el ello, cap. 5: Las servidumbres del yo; (Textos..., p. 591)
6
"Psicoanálisis", citado por Hans Küng: "¿Existe Dios?" pág. 374.
7
S. Freud. "Esquema del psicoanálisis" cap. "La cuestión del análisis profano", pág. 256-257.
A diferencia del dualismo metafísico tradicional, el dualismo moderno no defiende la
independencia del cerebro con respecto a la mente: la mente es un producto del cerebro, y
sin cerebro no pueden haber procesos mentales.

- Epifenomenismo: Lo físico produce o causa psíquico, que a su vez no reacciona


sobre lo físico (Hobbes, C. Vogt, T.H. Huxley)
- Autonomismo: Hay dos realidades (lo físico y lo psíquico) que son
independientes (L. Wittgenstein)
- Animismo: lo físico controla, anima y es causa de lo físico, que, a su vez, no
reacciona sobre lo psíquico (Platón, San Agustín, Santo Tomás de Aquino)
- Interaccionismo: Lo físico y lo psíquico interactúan entre sí (McDougall, Freud,
Popper, W. Penfield, N. Chomsky)

2. TEORÍAS MONISTAS
- Fisicalismo (o fisicismo): Los estados psíquicos son estados físicos. Se trata de
un “monismo reduccionista”, pues explica el todo (los procesos psíquicos) por
sus componentes o elementos (que no son otros que los procesos físicos del
cerebro. Se trata del modelo cibernético aplicado al cerebro humano: Todo lo
que el ser humano hace se reduce a un sistema de información bioquímica
explicable por medio de procesos materiales Todas las funciones emocionales y
sensitivas, los recuerdos y proyectos no son más que reacciones físico químicas
del sistema nervioso. Su precedente es Demócrito y Epicuro y su defensores
actuales son: Paulov , Quine, Feyerabend
- Conductismo: (Watson, Skinner, Rorty): el objeto de la psicología es el estudio
de la conducta, no de los procesos mentales (porque éstos no pueden ser
observados); la existencia de los procesos mentales se induce por el
comportamiento del individuo. Además, la mayoría de nuestro comportamiento
es aprendido, y no puede deducirse, por lo tanto, de las estructuras neuronales
del cerebro: Nada es psíquico.
- Idealismo (pamsiquismo, fenomenismo): (precedente: Berckeley) Todo es
psíquico ( W. James, A.N. Whitehead, Hegel...)
- Monismo neutral: (precedente: Spinoza) Lo físico y lo psíquico son aspectos de
una única realidad (B. Russell, M. Schlick, R. Carnap...)

3. EL EMERGENTISMO
Del mismo modo que no puede existir agua sin sus componente (Hidrógeno y
Oxígeno), no pueden haber procesos mentales ( =agua) sin el sustrato cerebral
( Oxígeno e hidrógeno), pero ni el oxígeno ni el hidrogeno por separado explican el
agua. El cerebro – diferencia de lo que sostiene el fisicalismo- no es una máquina, sino
que es un biosistema basado en el sistema nervioso central, que no puede reducirse a
sus elementos (neuronas) ni a sus propiedades físicas.
Este “emergentismo” puede ser dualista o monista
- dualista: en cuanto considera que las propiedades mentales son distintas de las
físicas
- monista: sólo existe una realidad material –el cerebro- en el cual se dan una serie
de distintos y complejos procesos a los que llamamos mente.
En resumen, para el emergentismo: lo psíquico es un conjunto de actividades cerebrales
con características especiales, emergentes...
Darwin, Ramón y Cajal, M. Bunge,
3.4.Los problemas del dualismo y del fisicalismo
Descartes, Malebranche, Leibniz: Mcgraw, 103 – 104

 ¿Cómo sé que los otros también tienen alma?

Hume aplica el "principio de simpatía" para deducir que los otros son también como yo; (Ver texto: “Tratado, p. 400)
este principio, introducido por Descartes y desarrollado por Freud (cfr. "El Inconsciente") sólo podría utilizarse bajo
el supuesto de la existencia del yo:" es la impresión del "yo" la que , al reflejar y avivar en nosotros el estado de
ánimo de otra persona, da origen al principio de simpatía, tan importante, que de él depende en cierto modo nuestro
juicio sobre la conducta de otras personas"(F. Duque,pag. 398, nota 156) Ahora bien, dado que Hume niega la
existencia del yo ( y, por tanto, también del “yo” de los demás) sólo podrá inferir la “esencia2 de los demás por sus
manifestaciones externas, es decir, por su comportamiento (= conductismo)

4.ACTIVIDADES
4.1.COMENTARIO PELÍCULA:

Jonny cogió su fusil


()
EE.UU., 1971
Duración: 105 minutos
Director: Dalton Trumbo

Sinopsis
Un joven americano es movilizado durante la Primera Guerra Mundial resultando
gravemente herido, hasta el punto de que debido a sus múltiples mutilaciones pierde todo
contacto con el mundo. Film que va desde el alegato antibelicista hasta el problema de la
eutanasia y las responsabilidades de la medicina, a través de un relato en el que se mezcla
la realidad, el sueño y la imaginación.

“Desafío total”
Ficha técnica
Título original: Total recall (Desafío total). Director: Paul Verhoeven.
Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Rachel Ticotin, Sharon Stone, Michel Ironside,
Ronny Cox.
Guión: Ronald Shusett, Dan O'Bannon y Gary Goldman, basado en la novela de Philip K.
Dick, We can remember it for you whole sale.
Fotografía: Jost Vacano.
Música: Jerry Goldsmith.
Efectos especiales: Rob Bottin. Sinopsis
La historia transcurre en un futuro en el que la tecnología permite borrar o implantar
secuencias en la memoria de los individuos. El protagonista acude a MemoRecal1 para que
le implanten el recuerdo de una aventura en Marte. A partir de entonces la realidad y la
ficción ya no pueden ser distinguidas.
Actividades
a) De ser posible la situación descrita en la película, ¿invalidaría o confirmaría las
siguientes filosofías de la mente?: Materialismo reduccionista, funcionalismo,
conductismo. b) Algunos estudiosos de los fenómenos mentales dicen que éstos se
caracterizan por la no distinción entre apariencia y realidad. b. 1) ¿Confirma la historia de
la película esta consideración? Razónalo. b. 2) Si tu respuesta es no, ¿tendría el
protagonista algún medio de saber si su aventura marciana es real o es un implante de
MemoRecall? Razónalo.
(Alejandro Bugarín Lago: Filosofía, 1º Bachillerato; ed. Everest, León, 1999; p. 89)

4.2. ÍNDICE DE TÉRMINOS


Monismo, dualismo, emergentismo, monismo emergentista, monismo reduccionista,
psicofísico, epifenómeno, solipsismo, fisicalismo, ocasionalismo, armonía preestablecida.

4.3. ÍNDICE DE AUTORES

4.4. COMENTARIO DE TEXTOS

Inmortalidad del alma


SÓCRATES.- Sigamos aún otro camino. Cuando el alma y el cuerpo están juntos, la
naturaleza ordena que el uno obedezca y sea esclavo; y que el otro tenga el imperio y el
mando,. ¿Cuál de los dos te parece semejante a lo que es divino, y cuál a lo que es mortal?
¿No adviertes que lo que es divino es lo único capaz de mandar y de ser dueño; y que lo
que es mortal es natural que obedezca y sea esclavo?
CEBES.- Seguramente.
SÓCRATES.- ¿A cuál de los dos se parece nuestra alma?
CEBES.- Es evidente, Sócrates, que nuestra alma se parece a lo que es divino, y nuestro
cuerpo a lo que es mortal.
SÓCRATES.- Mira, pues, mi querido Cebes, si de todo lo que acabamos de decir nos e
sigue necesariamente que nuestra alma es muy semejante a lo que es divino, inmortal,
inteligible, simple, indisoluble, siempre lo mismo y siempre semejante a sí mismo.
¿Podremos alegar algunas razones que se destruyan estas consecuencias y que hagan ver
que esto no es cierto?
CEBES.- No, sin duda, Sócrates.
SÓCRATES.- Siendo esto así, ¿no conviene al cuerpo la disolución y al alma el
permanecer siempre indisoluble o en un estado poco diferente?
CEBES.- Es verdad
(Platón: Fedón, 68 a – d)

El yo como un fluir de la conciencia:


Identidad en el "yo" como conocedor
Lo expuesto refiérese al mí o yo como conocido. En el juicio "Yo soy el mismo", etc., el
"yo" es tomado ampliamente como persona concreta. Supongamos que se toma más
estrictamente, como el "pensador", como "aquello a lo cual" pertenecen y al cual son
conocidas todas las determinaciones concretas del mí; ¿no aparecería entonces una
identidad absoluta en diferentes tiempos? Ese algo que en todo momento parte para
conocer y apropiarse, conociéndolo, el mí del pasado, descartando el no mí como extraño,
¿no será un principio que actuará como permanente de la actividad espiritual, idéntico
consigo mismo dondequiera que se le encuentre?
Así lo admiten las doctrinas reinantes en filosofía como el común sentir, ya ello no
se opone una recta reflexión. Si no existiesen estados transitorios de conciencia,
ciertamente podríamos admitir un principio continuo, absolutamente uno consigo mismo,
como "el pensador" permanente en cada uno de nosotros. Mas si consideramos como
realidades a los estados de conciencia, no es necesario suponer en el pensador tal identidad
"sustancial". Los estados de conciencia de ayer y de hoy no tienen identidad sustancial,
pues cuando uno se hallase aquí, el otro ha pasado y está irrevocablemente muerto; pero
poseen una identidad funcional, ya que ambos conocen los mismos objetos y, por cuanto el
mí pasado es uno de estos objetos, reobra sobre él de modo idéntico, acatándodo,
llamándolo mío y oponiéndolo a todas las otras cosas que ellos conocen. Esta identidad
funcional ;parece realmente la única suerte de identidad en el pensador que los hechos nos
exigen suponer. Los sucesivos pensadores, numéricamente distintos, mas .todos dándose
cuenta de igual modo del propio pasado, constituyen el adecuado vehículo para toda la
experiencia de la igualdad y unidad personal .que actualmente tenemos. Tal serie de
sucesivos pensadores es la que forma la corriente de los estados mentales (cada uno con su
complejo orgánico conocido y la reacción electiva y emocional inmediata), y es lo que la
psicología considera como la ciencia natural admisible.
Parece, pues, una lógica conclusión la de que los estados de conciencia
constituyen todo lo ,que necesita estudiar la psicología para llenar el cometido señalado. La
metafísica y la teología podrán demostrar la existencia del alma; mas para la psicología es
superflua la hipótesis de taJ1 principio sustancial de unidad. .
.( (William James: Compendio de psicología, cap. XII; trad. de S. RUBIANO, p.229s).

Visión materialista del hombre

“Ser materialista equivale a tener la convicción de que todo lo existente está constituido
por materia – o energía, si se prefiere hablar en términos más afines a la ciencia actual-,
desde las partículas subatómicas y los elementos más simples de la realidad física, hasta las
formas más evolucionadas de los seres vivos, incluido el ser humano. Es concebir cada
existencia particular como configuración de la energía o como estructura material. Es
excluir las explicaciones creacionistas y finalistas de toda representación racional de lo
existente a partir de los resultados de las ciencias empíricas, de la investigación científica
en general que opere con métodos matemáticos y técnicas de observación fiables. Es
rechazar la existencia de un segundo mundo, de una trascendencia inmaterial, espiritual,
autónoma, que no pertenece al mundo de la materia o que, en todo caso, no se somete a las
legalidades del mundo material.
Es definir lo existente como una gama de estructuras de complejidad creciente,
reconociéndole a cada nivel de complejidad los caracteres de su peculiar especificidad
material, pudiendo hablarse, si se desea, de una serie de emergencias que definen nuevas
configuraciones de los procesos evolutivos de la materia, siempre que se mantenga el
común origen final de dichos procesos a partir de los elementos más simples de la materia.
Es rechazar que bajo el equívoco término de emergentismo pueda esconderse la hipótesis
de un estado superior que represente la transformación o transmutación de la materia en
espíritu -sea imaginado como espíritu personal como en las concepciones creacionistas o
como espíritu transpersonal como en las concepciones de inspiración orientalista hoy en
boga-. El emergentismo espurio es un subterfugio para reintroducir, bajo el pretexto de
condenar lo que interesadamente se ha calificado despectivamente de reduccionismo, las
categorías de trascendencia, de percepción extrasensorial, de superación de la conciencia,
de unidad mística, de estado nirvánico, etc.; es decir, un mundo más allá de lo empírico, un
mundo de sustancia espiritual, en el cual encuentran su cobijo todas las formas del
esoterismo, la parapsicología, la magia, la meditación trascendental y otras inagotables
variantes de las nuevas formas de religiosidad. El materialista rechaza de plano todas las
formas animistas de pensar, todos los esquemas dualistas para interpretar lo existente, y
sólo admite el inmanentismo radical, el monismo -correctamente entendido según los
niveles de la complejidad evolutiva de la materia-. Rechaza también todas las formas del
espiritualismo metafísico o religioso, y todas las supuestas revelaciones de seres
trascendentes. En suma, el materialista circunscribe el objeto de sus observaciones y
conocimientos a lo empírico, y sólo admite la investigación científica sobre el mundo de la
experiencia de conformidad con los métodos matemáticos y las técnicas científicas de ,
comprobación.
G. Puente Ojea: Elogio del ateísmo, p. 169 - 170

Platón: visión metafísica-espiritualista del alma


“Y una vez oí decir a alguien mientras leía de un libro, de Anaxágoras, según me dijo, que
es la mente la que pone todo en orden y la causa de todas las cosas. Regocijéme con esta
causa y me pareció que , en cierto modo, era una ventaja que fuera la mente la causa de
todas las cosas. Pensé que, si esto era así, la mente ordenadora ordenaría y colocaría todas
y cada una de las cosas allí donde mejor estuvieran. (...)
Mas mi maravillosa esperanza, oh compañero, la abandoné una vez que, avanzando en
la lectura, vi que mi hombre no usaba para nada la mente, ni le imputaba ninguna causa en
lo referente a la ordenación de las cosas, sino que las causas las asignaba al aire, al éter y a
o otras muchas cosas extrañas. Me pareció que le ocurría algo sumamente parecido a
alguien que dijera que Sócrates todo lo que hace lo hace con la mente y, acto seguido, al
intentar enumerar las causas de cada uno de los actos que realizo, dijera en primer lugar
que estoy aquí sentado, porque mi cuerpo se compone de huesos y tendones; que los
huesos son duros y tienen articulaciones que los separan los unos de los otros, en tanto que
los tendones tienen la facultad de ponerse en tensión y de relajarse, y envuelven los huesos
juntamente con las carnes y la piel que los sostiene; que, en consecuencia, al balancearse
los huesos en sus coyunturas, los tendones con su relajamiento y su tensión hacen que sea
yo ahora capaz de doblar los miembros, y que ésta es la causa de que yo esté aquí sentado
con las piernas dobladas. E igualmente con respecto a mi conversación con vosotros, os
expusiera otras causas análogas imputándolo a la voz, al aire, al oído y a otras mil cosas de
esta índole, y descuidándose de decir las verdaderas causas, a saber, que puesto que a los
atenienses les ha parecido lo mejor el condenarme, por esta razón a mí también me ha
parecido lo mejor el estar sentado aquí, y lo más justo el someterme, quedándome aquí , a
la pena que me ordenen. Pues, ¡ por el perro!, tiempo ha, según creo, que estos tendones y
estos huesos estarían en Megara o en Boecia, llevados por la apariencia de lo mejor, de no
haber creído yo que lo más justo y lo más bello era, en vez de escapar y huir, el someterme
en acatamiento a la ciudad a la pena que me impusiera.
Llamar causas a cosas de aquel tipo es excesivamente extraño. Pero si alguno dijera
que, sin tener tales cosas, huesos, tendones y todo lo demás que tengo, no sería capaz de
llevar a la práctica mi decisión, diría la verdad. Sin embargo, el decir que por ellas hago lo
que hago, y eso obrando con lamente, en vez de decir que es por la elección de lo mejor,
podría ser una grande y grave ligereza de expresión. Pues en efecto, lo es el no ser capaz
de distinguir que una cosa es la causa real de algo y otra aquello sin lo cual la causa nunca
podría ser causa”
(Platón: “Fedón”, 98 d - 99 b)
CUESTIONES:
1. En el texto aparece una alusión a Anaxágoras:
- Resume su filosofía
- ¿Por qué se muestra entusiasmado Sócrates ( Platón) por la filosofía de Anaxágoras?
- Después manifiesta que se sintió defraudado ¿Por qué?
2. Los fenómenos espirituales ( pensar, decidir...) ¿se puede reducir a fenómenos
materiales, según Platón?
3. ¿Según Platón el cerebro es la causa del pensamiento o sólo su condición? Diferencia
entre “causa” y “condición”
4. Reflexión personal: Si el cerebro es la causa del pensamiento, ¿qué consecuencias se
derivarían de ello?

El alma según Aristóteles:

“De los cuerpos naturales unos son vivos y otros son inanimados, entendiendo por
“vida” el hecho de alimentarse, crecer y perecer por sí mismo. Por ello, todo
cuerpo natural vivo es una sustancia en el sentido de estar compuesta de materia y
forma. I puesto que se trata de un cuerpo que posee la vida, el cuerpo será el
substrato o la materia, y el alma la forma de ese cuerpo natural que posee la vida en
potencia
Por eso el alma es el acto primero de un cuerpo natural que tiene la vida en
potencia. Este es el cuerpo orgánico... de modo que el alma será el acto primero
() del cuerpo natural y orgánico, y por ello no hay que tratar de buscar
si el alma y el cuerpo son una sola cosa, como (no hay que investigar si son uno) la
cera y la impronta que hay en ella( la figura), ni en general la materia de cada cosa
y aquello de lo cual es materia.
Si aplicamos esto a las partes de un cuerpo vivo, diríamos que si el ojo fuera un
animal, la vista sería su alma. Y si el ojo es la materia de la vista, si ésta se pierde,
ya no hay ojo (salvo por homonimia, como un ojo de piedra o un ojo pintado). Y
esto que vale para las partes, hay que extenderlo al conjunto del cuerpo vivo. Igual
que el ojo es la pupila unida a la vista, así el animales el alma unida al cuerpo. El
alma, por tanto, no es separable del cuerpo.
Decimos que el ser animado difiere del animado en cuanto vive... Todos los
vegetales parecen poseer en sí mismos una facultad o un principio gracias al cual
pueden crecer El alma es el principio de las siguientes facultades y por ellas se
define: nutrición, sensibilidad, pensamiento, movimiento...
En la mayor parte de los casos, ella nada parece poder padecer ni hacer sin el
cuerpo: por ejemplo, encolerizarse, tener valor, desear y, en general, tener
sensación. Su función propia, parece, por excelencia, el pensar; pero también este
acto, sea él imaginación o sin imaginación, tampoco podría ser sin cuerpo...
Para tal comunión, el uno obra y el otro padece, y el uno es movido y el otro
mueve; y ninguna de esas relaciones recíprocas puede darse entre seres tomados al
azar...
El alma es aquello en lo cual primero vivimos, sentimos y pensamos, por lo que
será razón y forma, no materia o sujeto... La materia es potencia, la forma es acto
(entelequia) , y como el ser animado resulta de entrambas, el cuerpo no es acto del
alma, sino que ésta es acto de un cierto cuerpo... Y por eso está en un cuerpo, y en
un cuerpo de este género...; porque , de toda cosa, el acto se engendra naturalmente
en lo que está en potencia y en su materia propia...”

ARISTÓTELES: Sobre el alma, libro I, capítulos 2 y 3; libro II, capítulos 1,2 y 3

Cuerpo y alma en el racionalismo cartesiano:

Al examinar después atentamente lo que yo era y ver que podía fingir que no tenía cuerpo
alguno y que no había ni mundo ni lugar alguno en el que no me encontrase, pero que no
podía fingir por ello que yo no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar
de la verdad de las otras cosas se seguí muy cierta y evidentemente que yo era, mientras
que, con sólo dejar de pensar, aunque todo lo demás que hubiese imaginado hubiera sido
verdad, no tenía razón alguna ya para creer que yo fuese, conocí por ello que yo era una
substancia cuya esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno
ni depende de ninguna cosa material. De manera que este yo, es decir, el alma por la cual
soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que él, y
aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es"
DESCARTES: Discurso del método, IVªparte

El problema de la conciencia (Freud)


. La conciencia no ofrece al individuo más que el conocimiento de sus propios estados anímicos. La
afirmación de que también los demás hombres poseen una conciencia es una conclusión que
deducimos per analogiam, basándonos en sus actos y manifestaciones perceptibles con el fin de
hacernos comprensible su conducta. (Más exacto, psicológicamente. será decir que atribuimos a los
demás sin necesidad de una reflexión especial, nuestra propia constitución y, por tanto, también
nuestra conciencia. y que esta identificación es la premisa de nuestra comprensión.) Esta conclusión -
o esta identificación- hubo de extenderse antiguamente desde el yo no sólo a los demás hombres, sino
también a los animales, plantas, objetos inanimados y al mundo en general. y resultó utilizable
mientras la analogía con el yo individual fue suficientemente amplia, dejando luego de ser adecuada
conforme “lo otro” fue separándose del yo. Nuestra crítica actual duda en lo que respecta a la
conciencia de los animales, la niega a las plantas y relega al misticismo la hipótesis de una conciencia
de lo inanimado. Pero también allí donde la tendencia originaria a la identificación ha resistido el
examen crítico, esto es, en nuestros semejantes, la aceptación de una conciencia reposa en una
deducción y no en una irrebatible experiencia directa como la de nuestro psiquismo consciente.
(S. Freud: Lo inconsciente, 1915)

El hombre es un ser pensante.


"Al examinar después atentamente lo que yo era y ver que podía fingir que no tenía
cuerpo alguno y que no había ni mundo ni lugar alguno en el que no me encontrase, pero
que no podía fingir por ello que yo no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba
en dudar de la verdad de las otras cosas se seguí muy cierta y evidentemente que yo era,
mientras que, con sólo dejar de pensar, aunque todo lo demás que hubiese imaginado
hubiera sido verdad, no tenía razón alguna ya para creer que yo fuese, conocí por ello que
yo era una substancia cuya esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser, de
lugar alguno ni depende de ninguna cosa material. De manera que este yo, es decir, el
alma por la cual soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de
conocer que él, y aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es"
DESCARTES: Discurso del método, IVªparte

Sobre la idea del alma (Hume)


"El alma no es una sustancia en la cual inhieren las percepciones. Esa noción es tan
ininteligible como la cartesiana, que afirma que el pensamiento o la percepción en general
es la esencia del alma. No tenemos idea alguna de ninguna clase de sustancia, ni material
ni espiritual. Sólo conocemos cualidades particulares y percepciones. Así como nuestra
idea de los cuerpos -de un melocotón, por ejemplo- es sólo la idea de un sabor particular,
del color, de la figura, del tamaño, de la consistencia, etc., así nuestra idea del alma sólo es
la idea de percepciones particulares, sin ninguna noción de algo que podamos llamar
sustancia, ni simple ni compuesta" (Señalar la fuente)

" Todas las ideas son copias de las percepciones precedentes. Nuestras ideas, por lo
tanto, de los objetos se derivan de esa fuente. Consiguientemente, ninguna proposición
puede ser inteligible o tener consistencia con respecto a los objetos, que no lo sea en
relación a las percepciones. Pero es inteligible y tiene sentido el decir que existen objetos
distintos e independientes sin una sustancia común simple o sujeto de inhesión; por lo
tanto, esa proposición no puede ser absurda con relación a las percepciones. Cuando yo
dirijo mi reflexión a mí mismo, nunca puedo percibir ese Yo sin una o más percepciones, y
nunca puedo percibir más que percepciones. Es , pues, la conjunción de éstas lo que forma
el Yo"
David HUME: Tratado... Apéndice, pag. 886

" La mente es una especie de teatro en el que distintas percepciones se presentan en


forma sucesiva; pasan, vuelven a pasar, se desvanecen y mezclan en una variedad infinita
de posturas y situaciones (...) La comparación del teatro no debe confundirnos: son
solamente las percepciones las que constituyen la mente, de modo que no tenemos ni la
noción más remota del lugar en que se representan esas escenas, ni tampoco de los
materiales de que están compuestas"
David HUME: Tratado...p. 403.

El cuerpo, expresión del alma (Ortega y Gasset)


“Cuando vemos el cuerpo de un hombre, ¿vemos un cuerpo o vemos un hombre? Por- que
el hombre no es sólo un cuerpo, sino, tras un cuerpo, un alma, espíritu, conciencia, psique,
yo, persona, como se prefiera llamar a toda esa porción del hombre que no es espacial, que
es idea, sentimiento, volición, memoria, imagen, sensación, instinto. Dicho de otra manera:
el cuerpo humano ¿es, por su aspecto, cuerpo en el mismo sentido en que lo es un mineral?
No se trata ahora de si la química puede o no reducir a los mismos elementos un
organismo humano y un mineral, sino de si el aspecto del uno se puede reducir a los
mismos componentes que el aspecto del otro.
Pronto advertimos que si la forma humana pertenece, como el mineral, al género «cuerpo»,
y, como él, ocupa espacio, tiene figura y color, es visible en suma, se diferencia de él como
una especie de otra. Hay, en efecto, dos especies de cuerpo: el mineral y la carne. Podrán,
en última instancia analítica, ser lo mismo; pero como fenómenos, como aspectos, son
/esencialmente diversos. Note cada cual su diferente actitud ante algo que es piedra o gas y
algo que presenta esa característica facies de la carne. Mas ¿en qué consiste su diferencia?
Ni por su color ni por su figura se diferencian esencialmente: lo visible en ellos es, en
principio, igual. La diferente actitud nuestra ante la carne y ante el mineral estriba en que,
al ver carne, prevemos algo más que lo que vemos; la carne se nos presenta, desde luego,
como exteriorización de algo esencialmente interno. El mineral es todo exterioridad; su
dentro es un dentro relativo: lo rompemos y lo que era porción interior se hace externa,
patente, superficial. Mas lo interno de la carne no llega nunca por sí mismo -y aunque la
tajemos- a hacerse externo: es radical, absolutamente interno. Es, por esencia, intimidad. A
esta intimidad llamamos vida. A diferencia de todas las demás realidades del Universo, la
vida es constitutiva e irremediablemente una realidad oculta, inespacial, un arcano, un
secreto. Por eso sólo la carne y no el mineral tiene verdadero «dentro».
En el caso del hombre esta intimidad de lo vital se potencia y enriquece desmesuradamente
merced a la riqueza de su alma. El hombre exterior está habitado por un hombre interior.
Tras del cuerpo está emboscada el alma.

Nótese todo lo que hay de extraño en ese fenómeno, lo que hay de extravagante y aun
conmovedor en el oficio de expresar que algunas realidades toman sobre sí. Para que haya
expresión es menester que existan dos cosas: una, patente, que vemos; otra latente, que no
vemos de manera inmediata, sino que nos aparece en aquélla. Ambas forman una peculiar
unidad, viven en esencial asociación y como desposadas, de suerte que donde la una se
presenta transparece la otra. Lo que en ello hay de conmovedor no es sólo ese fiel
apareamiento y metafísica amistad en que las hallamos siempre, sino que una de ellas se
supedita con ejemplar humildad y solicitud a la otra. La palabra que oímos no es más que
un ruido, una sacudida material del aire. Sin embargo, no pretende ab- sorber nuestra
atención sobre esto que ella es, sobre ella misma como sonido, sino, al contrario, nos invita
a que reparemos en ella tan sólo lo preciso para que la entendamos. Mas lo que se entiende
de la palabra no es su sonido, que sólo se oye; lo que se entiende es el sentido o
significación que ella expresa, que ella representa. Nos induce, pues, la palabra
humildemente a que la desdeñemos a ella y penetremos lo antes posible en la idea que ella
significa. Diríase que es feliz desapareciendo, anulándose delante de su significación y que
cumple su destino dejándose suplantar por la idea. Siempre, en la expresión, la cosa
expresiva se sacrifica espontáneamente a la cosa expresada, la deja pasar al través de sí
misma, de suerte que para ella «ser» consiste más bien en que otra cosa sea. No cabe más
ejemplar altruismo y nos hace pensar en la madre, para la cual vivir no es vivir ella, sino
que viva su hijo. Así son las palabras místicas ampolluelas que viven revolando de labios
en oídos, y en el aire intermedio se quiebran, derramando sus esencias interiores e
impregnando la atmósfera con la materia trascendente de las ideas.
Algo del mismo género acontece con el aspecto humano. Es una falsa descripción
de los fenómenos, del hecho según él se ofrece, decir que primero vemos del
hombre sólo un cuerpo parejo al mineral, y que luego, en virtud de ciertas
reflexiones, insuflamos en él mágicamente un alma. La verdad es lo contrario. nos
cuesta un gran esfuerzo de abstracción ver del hombre sólo su cuerpo mineralizado.
La carne nos presenta de golpe, ya la vez, un cuerpo y un alma en indisoluble
unidad. y esta unidad -que es indiferente y previa a las teorías espiritualistas y
materialistas- no consiste en que veamos simplemente juntos, y como uno al lado
del otro, el cuerpo y el alma, sino que ambos se articulan formando una peculiar
estructura. La carne presenta su forma y color no para que los veamos, sino para que
«al través» de ellos, como al través de un cristal, vislumbremos el alma. Vida
orgánica es siempre intimidad, realidad oculta, como lo es el alma o el espíritu. Por
serlo, no pueden hacerse presentes si no es mediante el cuerpo: en él se proyectan,
en él se imprimen, en él dejan su impronta y su huella. Del mismo modo vemos en
los desgarrones de la nube barroca las líneas de embestida del viento invisible o lo
buscamos en el ondear de la bandera y el temblor de la vela marina.

Toda intimidad, pero sobre todo, la intimidad humana -vida, alma, espíritu- es inespacial.
De aquí que le sea forzoso, para manifestarse, cabalgar la materia, trasponerse o traducirse
en figuras de espacio. Todo fenómeno expresivo implica, pues, una trasposición, es decir,
una metáfora esencial. El gesto, la forma de nuestro cuerpo, es la pantomina de nuestra
alma. El hombre externo es el actor que representa al hombre interior. Ciertamente que en
nuestra figura y gestos no se deja ver toda nuestra intimidad, pero ¿es que alguien ha visto
todo un cuerpo? ¿Quién ha visto, por ejemplo, entera una naranja? De cualquier sitio que
la miremos encontraremos sólo de ella la cara que da a nosotros; su otro haz queda siempre
fuera de nuestra visión. Lo único que podemos hacer es dar vueltas en torno al objeto
corporal y sumar los aspectos que sucesivamente nos presenta; pero entero y de un golpe,
con auténtica e inmediata visión, no lo vemos nunca. Conviene no olvidar esta sencilla
observación, porque de ordinario creemos que el mundo materia] nos es por completo
patente y, en cambio, el mundo íntimo nos es por completo inasequible. En ambos sentidos
se exagera. Los jóvenes, sobre todo, suponen que su persona interior, los vicios de su
carácter son un profundo secreto que en sí llevan, bien defendido ante las miradas ajenas
por la materia opaca de su cuerpo. No hay tal: nuestro cuerpo desnuda nuestra alma, la
anuncia y la va gritando por el mundo. Nuestra carne es un medio transparente donde da
sus refracciones la intimidad que la habita.
No vemos nunca el cuerpo del hombre como simple cuerpo, sino siempre como carne; es
decir: como una forma espacial cargada, cuasi eléctricamente, de alusiones a una
intimidad. En el mineral, nuestra percepción des- cansa y termina sobre su aspecto. En el
cuerpo humano, el aspecto no es un término donde concluye nuestra percepción, sino que
nos lanza hacia un más allá que ella representa. Los minerales son cuerpos que no
representan otra cosa; por eso nos basta con mirarlos. El cuerpo humano tiene la función
de representar un alma; por eso, mirarlo es más bien interpretarlo. El cuerpo humano es lo
que es y, «además», significa lo que él no es: un alma. La carne del hombre manifiesta
algo latente, tiene significación, expresa un sentido. Los griegos, a lo que tiene sentido
llamaban lógos, y los latinos tradujeron esta palabra en la suya: verbo. Pues bien: en el
cuerpo del hombre el verbo se hace carne; en rigor, toda carne encarna un verbo, un
sentido. Porque la carne es expresión, es símbolo patente de una realidad latente. La carne
es jeroglífico. Es la expresión como fenómeno cósmico”

Ortega y Gasset, J.. El Espectador , “SOBRE LA EXPRESION FENOMENO


COSMICO” [ 1925], pp. 116 - 120

4.5. Elaboración de trabajos


 ¿Hay más almas?
 ¿Tienen alma los animales?
 ¿Cómo sé que los otros también tienen alma?
 ¿Tienen alma las cosas?
 ¿Es inmortal el alma?
 El planteamiento metafísico (Platón y Aristóteles) y religioso (cristianismo)
 El planteamiento empírico-crítico (Hume & Kant)
 El planteamiento materialista (Tylor, Darwin, Puente Ojea)

5.BIBLIOGRAFÍA

Puente Ojea, G.. El mito del alma, ed. Siglo XXI, Madrid, 2000
RUSSELL, Bertrand : "Religión y ciencia”; cap. V: “Alma y cuerpo”, FCE, México, 1952
Bunge, Mario: “El problema mente-cerebro. Un enfoque psicobiológico”, ed. Tecnos,
Madrid, 1988
Francis Crick, La búsqueda científica del alma, Madrid, 1994
AYER, Alfred Julius (1973): Los problemas centrales de la filosofía, Alianza Universidad,
1979; cap. 6: “El cuerpo y la mente”
DAVIES, Paul: Dios y la nueva física (1983). Biblioteca científica salvat, nº 36, ed. Salvat,
Barcelona, 1986; cap. 6: “Mente y alma”; cap 7: “El yo”.

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