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EL PENTATEUCO
Efrén Zuluaga Buitrago
Los judíos, de acuerdo con la versión hebrea de la Biblia, llaman a esta parte de la Biblia la
Torah ּתֹורה
ָ palabra hebrea que significa ley, enseñanza o instrucción. Se refiere a la ley de
Dios dada al pueblo por medio de Moisés.
b. Las historias patriarcales (cap. 12–50 del libro del Gén): Abraham, Isaac y
Jacob, y luego el hijo de Jacob, José, quien tiene un gran protagonismo. De los tres
el más sobresaliente es Abraham (a quien S. Pablo llama nuestro Padre en la fe).
Dios le hace a una doble promesa a Abraham, que será padre, y luego una promesa
muy importante para un seminómada, una tierra. Unas promesas que se cumplen
con mucha dificultad. (Sara es una mujer estéril… Agar le da un hijo: Ismael). La
tradición de Jacob, S. Pablo llamaba a Abraham padre en la fe, sin embargo se
puede decir que Jacob es nuestro padre en la carne, Jacob es Israel, justamente los
israelitas invocan a Jacob como su antepasado. Empieza sus andanzas con una
actitud de egoismo. Con la historia de José, uno de los hijos de Jacob, nos
trasladamos de Canaán a Egipto.
c. La opresión y la liberación (Éx 1,1-15,21) Los comienzos del libro del Exodo nos
sitúan en el momento en el que “subió al trono de Egipto un faraón que no había
conocido a José”. Tiene lugar entonces una dura y creciente experiencia de
opresión. Pero Dios escucha el clamor de su pueblo, y encomienda a Moisés que lo
salve de la esclavitud. La confrontación dramática de las plagas llevará a la libertad
—precedida por la celebración de la pascua— que alcanza su punto culminante en
el paso del Mar de las Cañas (Éx 1- 15,21).
d. Primeras etapas hacia la tierra prometida (Éx 15,22–18,27). Siguen tres meses
de camino hacia el monte Sinaí. En pocas páginas se condensa la nueva experiencia
del desierto, con sus amenazas de hambre y sed, el acoso de posibles enemigos, la
tentación de volver a Egipto, la falta de fe en Dios, la necesidad de organizar al
pueblo (Éx 15,22–18,27).
Ya en la Edad Media, algunos judíos con espíritu crítico objetaban a la teoría tradicional
que Moisés debería haber contado su propia muerte (Dt 34,5–12). Pero no cundió el pánico.
Bastaba atribuir estos versos finales a Josué, su fiel amigo y discípulo. Incluso en el siglo
XVIII, cuando comienza el estudio científico de la Biblia, se sigue pensando que Moisés
era el autor del Pentateuco. Pero la Ilustración ha provocado un cambio demasiado fuerte
en la conciencia europea para que se acepten las verdades tradicionales acríticamente. Las
objeciones a la opinión antigua son tan claras y variadas que ésta hace agua por todas
partes. Todavía a principios del siglo XX, el 27 de junio de 1906, la Pontificia Comisión
Bíblica mantiene que Moisés es el autor sustancial del Pentateuco, aunque pudo utilizar
fuentes anteriores y ser ayudado en la redacción definitiva por otros autores. Son ganas de
salvar lo insalvable. Hoy día, una de las pocas cosas que se pueden dar como absolutamente
ciertas en la investigación bíblica es que Moisés no escribió el Pentateuco. ¿Cómo se
justifica este cambio tan radical?
Los académicos críticos rechazan la idea de que el pentatuco pudiera venir de los días de
Moisés pero los evangélicos continúan afirmando, junto con los judíos y los cristianos más
conservadores que la autoría del pentateuco es mosaica. Para evidenciar esta diferecnia
podemor revisar los testimonios bíblicos.
a. Testimonios Bíblicos
En muchas ocasiones la misma sagrada Escritura señala que Moisés es el autor del
pentateco.
Testimonios en el NT
Lc 24,44, Según Lucas, Jesús dijo: “Era necesario que se cumpliera todo lo que Moisés
escribió de mí”. Aquí Lc señala que Jesús hace una divisón del At tal y como se tiene en la
Tanaj… También según Jn 5,46–47, Jesús asoció el Pentateuco con Moisés donde dice: “si
creyeseis”. Más allá del testimonio de Jesús de Nazaret, otros pasajes del NT presentan
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porciones bíblicas como provenientes de Moises. vr. gr., Mc 7,10; Jn 7,19; Rom 10,5; 1 Co
9,9. Hay que indicar que los testimonios que se tienen en el NT, sobre la supuesta autoría
mosaica del pentateuco, proviene de la misma tradición veterotestamentaria.
Testimonios en el AT
También en muchas ocasiones, en el AT, se asocia el pentateuco con Moises. Vr. gr., 2
Crón 25,4 “Amasías, actuó según lo que está escrito en la ley, en el libro de Moisés”,
pasajes similares también asocian el pentateuco con Moisés: 2 Crón 35,12; Esd 3,2; 6,18;
Neh 8,1; 13,1.
Ahora bien, dentro de la obra si encontramos que Moisés luego de recibir la revelación de
Dios fue responsable de la composición del pentateuco, por ejemplo: Éx 24,4 nos dice que
Moisés escribió el libro del pacto… Éx 20,18–23,33; Lev 1,1–2; Dt 31,1; 32,44 se no dice
que Moisés dio los discursos que están en el mismo libro del Deuteronomio.
Si sólo contáramos con la ley dada por Dios a Moisés y el discurso de este mismo en el
libro del Dt ya se podría decir que porciones importantes del Pentateuco son mosaicas. Por
autoría mosaica esencial se entiende… Cuando se afirma que Moisés escribió el
Pentateuco, no quiere decirse que necesariamente escribió cada palabra, tal vez se dieron
ampliaciones a sus discursos, sin embargo, escencialmente es el producto de Moisés.
Sabemos que Moisés conocía por lo menos 4 idiomas, el egipcio, el hebreo, el acadio y el
arameo… es probable que Moisés hubiera usado amanuenses para escribir la mayoría del
Pentateuco.
Podemos agruparlos en los siguientes apartados, sólo por citar algunos ejemplos, pues el
catálogo completo sería interminable.
c. Anacronismos
– En Gén 12,6 y 13,7 se dice: “en aquel tiempo habitaban allí los cananeos”. El autor
supone que quienes habitan ahora la tierra son los israelitas. La afirmación carece de
sentido en tiempos de Moisés.
– En Gén 21,34; 26,14.15.18; Éx 13,17 se menciona a los filisteos, que ocuparon el
territorio después de la muerte de Moisés.
– En Gén 36,31 se habla de los reyes edomitas que existieron “antes de que los israelitas
tuvieran rey”; quien escribe esta frase conoce la existencia de monarcas en Israel, cosa que
sólo ocurrió dos siglos después de la muerte de Moisés.
d. Diferencias de vocabulario
– En algunos textos se da a Dios el nombre genérico de Elohîm; en otros, su nombre
concreto, Yahvé. Esta distinción, que al profano puede parecer intrascendente, fue la que
permitió el análisis inicial de las fuentes del Pentateuco.
– Al monte donde Dios se revela se lo llama en unos casos Sinaí y en otros Horeb.
e. Diferencias de estilo
El libro del Deuteronomio se caracteriza por un estilo oratorio, retórico, típico de ciertas
formas de predicación o exhortación.
Ciertas partes del Pentateuco poseen un estilo preciso y seco, con frases que se repiten
machaconamente, como en el primer relato de la creación (Gén 1).
Otras secciones presentan un estilo narrativo ágil y vivaz; analizan la psicología de los
personajes, hablan de Dios como si fuese un hombre que se pasea por la tarde, come, etc.
(antropomorfismos).
En este punto, podría objetarse que el mismo autor puede usar estilos muy distintos, según
las circunstancias y la materia que trata. Es cierto. Pero la cuestión es más complicada en el
Pentateuco. El estilo varía notablemente incluso cuando se habla de los mismos episodios.
Todos estos argumentos, que podrían multiplicarse, han creado la profunda convicción de
que el Pentateuco no pudo ser escrito por un solo autor, Moisés. Se advierte un proceso de
formación muy largo y complejo, que hasta el día de hoy no ha sido suficientemente
clarificado. Lo más probable es que nunca lo conozcamos con seguridad. Pero es
interesante tener una idea sumaria de las hipótesis que se han formulado sobre este
problema.
Respecto al Pentateuco, existe un texto fundamental que separa los cinco primeros libros de
la Biblia de los que le siguen (Josué – 2 reyes), se trata de Dt 34,10–12:
“No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante a Moisés, con quien el Señor
trataba cara a cara…”.
Moisés es, de entre todos los profetas, el más grande. Por eso “la ley de Moisés” es superior
a todas las demás formas de revelación. Su Torá es incomparable, insuperable, y
permanecerá siempre válida. Dicho de otra forma, la revelación que se remonta a Moisés es
superior a todas las otras revelaciones que provienen de los profetas. La autoridad del
Pentateuco depende a fin de cuentas de la autoridad de Moisés.
La superioridad de Moisés deriva de la superioridad de su relación con YHWH (cf. Ex 33,
11; Núm 12,6–8; Jn 1,18; 3,11). YHWH y Moisés estaban en “contacto directo” sin
intermediarios o “valedores” (defensores) (como en los sueños y en las visiones; cf. Núm
12, 6–8).
3
Sobre este punto, cf. Ska, J.L., Introducción a la lectura del Pentateuco, 27–34.
con David o Salomón. En efecto, Israel es más antiguo que la monarquía, y desde luego,
que la conquista de la tierra prometida.
El Pentateuco, además, se presenta en gran parte como una “vida de Moisés” que comienza
con su nacimiento en Éx 2 y concluye con su muerte en Dt 34. Sobre todo se trata de una
vida de Moisés al servicio de YHWH y del pueblo de Israel.
CAPÍTULO I
LA FORMACIÓN DEL PENTATEUCO
HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN
Thomas Römer
La elaboración del modelo explicativo del Pentauco que dominará hasta 1970 se debe a
J. Wellhausen. Aun cuando no fue él quien inventó la teoría documentaria, él le dio la
plausibilidad nueva, mayor que la que habían conseguido todos los exegetas anteriores y,
podríamos añadir, mayor que la mayoría de los exegetas posteriores.
a. Sistema de Welhausen
Según Wellhausen, el Pentateuco es el resultado de la combinación de cuatro
documentos: el documento Yahvista (“J”, a causa de la preferencia de este documento por
el nomnbre divino “Yhwh”, “Jhwh” en alemán), el documento Elohísta (“E”, para
“Elohim”), el Deuteronomio (D) y el documento sacerdotal (“P”, según el alemán
“Priesterchrift”). Contrariamente a sus sucesores, Wellhausen siguió siendo
extremadamente prudente por lo que respecta a una datación precisa de estos documentos.
“J” y “E” son para él siglas que reagrupan varios documentos. Una diferenciación de estas
fuentes le parece a menudo difícil, y prefiere reagruparlas bajo la sigla “JE” (para
“Jehowist”). “JE” dataría de la época de la monarquía (siglo VIII), “D” de finales de la
monarquía, en la época de Josías (hacia el 620), y habría que situar “P” alrededor del año
500 (comienzo del periodo posexílico). Para Wellhausen, “JE” y “P” están también
atestiguados en el libro de Josué, donde los relatos de la conquista de la tierra prometida
constituyen la culminación del tema “país” en el Pentateuco. De este modo se empezó a
hablar de Hexateuco, siguiendo a Wellhausen.
Especialmente después de los trabajos de von Rad, el consenso exegético sobre las cuatro
fuentes constitutivas del Pentateuco se puede resumir así:
D Fecha: hacia 750–620, posiblemente originario del Norte, después fue llevado por
los refugiados a la corte de Jerusalén
Extensión: Dt 5–30
Texto clave: Dt 6,4ss
Teología: alianza, obediencia a la ley y veneración exclusiva de Yhwh.
Los libros del Pentateuco se formaron a partir de las distintas tradiciones que, con el
paso del tiempo, fueron surgiendo en el seno del pueblo de Israel. En la investigación
bíblica ha sido habitual distinguir cuatro tradiciones, cuyos nombres, historia y
características presentamos brevemente a continuación:
+ La tradición Yahvista
* Vitalismo y optimismo: esta primera carácterística tiene que ver con el momento
histórico en que se fragua. El pueblo ya ha tomado posesión de la tierra y, tras la
centralización de la monarquía y del culto en Jerusalén, vive un momento de esplendor.
* Narraciones maravillosas: sus relatos son muy vivos y concretos, llenos de imágenes
y con gran riqueza de colorido.
* Gusta de representar a Dios como un hombre (antropomorfismo): en el relato de la
creación aparece alternativamente como jardinero que planta árboles en el jardín del
Edén, alfarero que modela la arcilla, cirujano que extrae una costilla a Adán, sastre
que cose unas hojas para cubrir la desnudez de Adán y Eva. Más adelante, cuando el
diluvio, abre las puertas del arca…
* El Dios de “J” es representado de forma cercana, como amigo de los humanos,
alguien que pasea con Adán por el jardín “al frescor de la tarde” (Gén 2) y se invita a
almorzar en casa de Abraham y comercia con él (Gén 18). Es un Dios siempre
dispuesto al perdón, de una gran ternura.
+ La tradición Elohísta
El nombre procede de la palabra “Elohim”, que es el nombre que se da a Dios en los
textos de esta tradición, y se representa con la letra “E”. Esta tradición se habría
fraguado en el norte, tras la división del reino, en torno al 750 a.C. Como rasgos
característicos de la misma se pueden señalar los siguiente:
* Es menos viva, plástica y concreta “J”.
* Dios es distinto de los humanos. Elohim es “ inaccesible” y trascendente, por eso se
revela a través de mensajeros (ángeles) o por medio de sueños. Cuando habla
personalmente lo hace en el ámbito de teofanías, es decir, en medio de una serie de
fenómenos (rayos, truenos, relámpagos) que acentúan su trascendencia, su alteridad
respecto de sus creaturas.
* La tradición Elohista se interesa mucho por cuestiones de moral y su sentido del
pecado va en aumento. Elohim es un Dios exigente.
* Se manifiesta más preocupada por los deberes para con Dios y con el prójimo que
por el culto. El culto verdadero consiste en obedecer a Dios y respetar la alianza,
rechazando toda alianza con falsos dioses. Téngase en cuenta que con la división del
reino comienza un tiempo de debilidad: Israel tiene que hacer alianzas con otros
pueblos para defenderse, lo que de hecho significaba poner su confianza en las alianzas
políticas mñas que en Yahveh, su único Dios, como garante de su supervivencia como
pueblo.
+ La tradición Deuteronomista
El nombre procede del libro del Deuteronomio, que se remite a esta fuente casi por
completo, y se designa con la letra “D”. Nació en el norte, más o menos en la misma
época que la tradición Elohísta. Después de la caída de Samaría (capital del reino del
norte) en el año 721, algunos levitas se habrían refugiado en el sur, en Jerusalén,
adonde habrían llevado sus propias tradiciones sobre los acontecimientos del Éxodo.
Durante el reinado del impío Manasés y de su hijo Amón (2 Re 21,1–26) habría
permanecido olvidada en el templo, siendo descubierta el año 622, en tiempos del rey
Josías, cuando éste inició las reformas en el templo (cf. 2 Re 22,3–23,30).
Como rasgos característicos de esta tradición se pueden señalar los siguientes:
* Estilo muy afectivo. Mo se conforma con enseñar, quiere convencer y llevar a la
obedicencia.
* El Señor es el único Dios de Israel. Él se ha escogido un pueblo y como respuesta a
esta elección, el pueblo debe amar a Dios.
* Dios ha dado a Israel una tierra, pero a condición de que el pueblo sea fiel a la
Alianza.
* Es sobre todo en la liturgia donde el pueblo, como asamblea convocada por Dios, se
acuerda de la Palabra de Dios y la escucha como en el Horeb, actualizando así la
Alianza.
+ La tradición sacerdotal
Es designada con la letra “P”, que viene de la palabra alemana Priester, que significa
sacerdote. La tradición sacerdotal habría nacido en el contexto del Exilio (587–538). El
pueblo desterrado había perdido algunos elementos hacían de él un pueblo: la libertad,
la tierra, el templo… Como consecuencia, corría el peligro de ser asimilado al nuevo
ambiente y desaparecer. Algunos profetas y, sobre todo, sacerdotes, ayudaron a resistir
en esta prueba, sostuvieron la fe de los desterrados, adaptando las prácticas religiosas a
las nuevas circunstancias y dándoles un nuevo valor. La tradición sacerdotal reelería la
historia pasada para descubrir en ella una respuesta a la angustia de los isarelitas
deportados, que se encontraban en unas cirscunstancias muy difíciles.
Como rasgos característicos de esta tradición se pueden señalar los siguientes:
* Estilo seco. No tiene grandes narradores. Le gustan las cifras, las enumeraciones. Son
frecuentes las genealogías, que utiliza para descubrir sus raíces a un pueblo que se
encuentra desarraigado.
* Valor preeminente del culto: organizado por Moiés, Aarón y sus descendientes, que
se encargan de asegurar su realización permanente mediante el servicio del templo,
lugar santo de la presencia de Dios.
* El sacerdocio es la institución esencial que asegura la existencia del pueblo.
* Las leyes se sitúan generalmente en el marco de relatos, que las relacionan con
sucesos históricos, que les dan sentido.
* La tradición sacerdotal subraya la fidelidad de Yahveh a su Alianza, como un
elemento de esperanza para el futuro: “El Señor no fallará”.
Sobre la base de estas tradiciones, en torno al año 400 a.C., después del Exilio, se habría
reconstruio la gran “historia” del Éxodo en los libros que los cristianos conocemos con los
nombres de Éxodo, Números, Levítico, Deuteronomio.
5. LA REDACCIÓN FINAL
Resulta más evidente que los bloques a que acabamos de referirnos no representan el
total de los cinco primeros libros de la Biblia mismo; por otra parte, tampoco existen como
unidades independientes, sino que se hallan integrados en el conjunto que conocemos con el
nombre de Pentateuco. Dicho conjunto es el reslutado de sucesivas redacciones, que fueron
incorporando nuevas unidades, de carácter narrativo o legislativo, hasta llegar a los cinco
libros tal y como nosotros los conocemos. El punto de llegada del proceso no puede ser
anterior a los siglos VI–V antes de Cristo.
El origen de Israel como pueblo y, por tanto, el origen de la misma Biblia se sitúa en el
acontecimiento del Éxodo. Es decir, el Éxodo marca el momento en el cual Israel comenzó
a exisitir como pueblo, pues fue a partir de entonces cuando consigue lo que lo identifica
como tal: su “libertad”, una “ley”, una “tierra”, y un “Dios”. Según esto, el Éxodo puede
considerarse como el acontecimiento fundador de Israel, lo que lo constituyó como pueblo.
Hasta entonces, los hebreos eran sólo una serie de clanes o tribus, con la referencia muy
general a un tronco común, Abraham (Éx 2,11ss). El acontecimiento del Éxodo quedó
grabado con letras de fuego en la memoria histórica del pueblo; por ello Israel lo transmite
de generación en generación: “porque éramos esclavos en la tierra de Egipto; y el Señor nos
libertó” (Éx 13,8; Dt 6,20–25). La presencia de esta afirmación a lo largo de toda la Biblia,
donde se repite como estribillo, ha hecho que M. Noth, un gran biblista y conocedor
particularmente de la historia de Israel, la considere “la confesión de fe originaria de
Israel”. Como dice Alonso Shökel, en la Introducción al libro del Éxodo en la Biblia del
Peregrino, “El Señor será ya siempre para Israel `el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud
´”.
Antes de seguir adelante conviene indicar, sin embargo, que cuando hablamos de Éxodo
no entendemos sólo “la salida” de Egipto. “Éxodo” es un concepto mucho más amplio que
comprende todos los acontecimientos ocurridos desde la salida hasta la toma de posesión de
la tierra; salida de Egipto, camino por el desierto, donación de la ley y entrada en la tierra
de promisión.
El recuerdo del Éxodo quedó grabado en la memoria del pueblo y se transmitió primero
oralmente. Llegados a la tierra prometida, los distintos grupos vinculados a éste o a aquel
“patriarca” se distribuiyeron por las distintas zonas geográficas de Palestina (Jos 13,1ss). La
vida de los distintos grupos era bastante autónoma y transcurría normalmente sin mayor
referencia al resto; no es extraño que aquel recuerdo se diversificara y se fuera coloreando
de acuerdo con los “intereses” de cad una de las tribus. Es lo que ocurrió con las razones
que explican el largo itinerario por el desierto, incluso con la ruta misma del Éxodo. De
acuerdo con algunas tradiciones, los 40 años que el pueblo de Israel recorrió por el desierto
a los largo de la península del Sinaí fueron un castigo que Dios infligió al pueblo, que, poco
después de la salida de Egipto se rebeló contra Yahveh, contra Moisés y contra Aarón (Éx
16,1ss). Frente a ello, en Éx 13,11 leemos: “Cuando el Faraón dejó marchar al pueblo, Dios
no los guió por el camino de Palestina, que es el más corto, pensando que si se veían
atacados, se arrepentirían y se volverían a Egipto, por eso Dios hizo que el pueblo diese un
rodeo por el desierto hacia el Mar Rojo”.
Los datos relativos al Éxodo resultan a veces tan dispares que, apoyándose en ellos, los
historiadores creen poder determinar que el Éxodo que nos cuenta la Biblia es en realidad la
fusión de dos éxodos históricamente diversos: el éxodo–expulsión y el éxodo huída. El
primero habría ocurrido en el s. XVI a.C. y habría consistido en la expulsión de un pueblo
semita, los hicsos, cuyo poder en Egipto se había ido haciendo cada vez más temible. Los
hicsos habrían dirigido pasos hacia el norte, bajando en determinado momento hacia el
oasis de Cadés, pero entrando definitivamente en la tierra de Canaán por el sur. El segundo
éxodo, se habría producido en torno al 1250 a.C., sería el otro grupo de semitas que se
habrían quedado en Egipto tras la expulsión de los hicsos, y que, guiados por Moisés,
habrían aprovechado una fiesta de primavera para huir de Egipto y de la esclavitud. Tras
escapar milagrosamente de un descatamiento egipcio que los atacó cerca del lago Sirbonis,
abandonaron la ruta del norte y dirigieron sus pasos hacia Cadés. Este grupo habría entrado
en Canaán por el este.
Sea lo que fuere de estas explicaciones, la relación de aquel acontecimiento del pasado
con el presente del pueblo favoreció la actualización del mismo: por ejemplo, Israel unió al
recuerdo de del Éxodo una serie de fiestas que se celebraban entre los pueblos nómadas
(pastores) y otras que se celebraban entre los pueblos nómadas (agrucultores); nacieron así
los distintos ritos de la Pascua: la inmolación del cordero, la fiesta de los ázimos… (cf. Éx
12). Ese proceso de adaptación del recuerdo de los hechos y las nuevas circunstancias
también hizo posible el desarrollo y la actualización de la Ley del Sinaí. Veamos un
ejemplo: cuando Israel llega a Canaán se encuentra con un culto idolátrico consistente en
guisar cabritos en la leche de su madre para ofrecerlos a la divinidad; esa práctica podía
constituir una tentación de idolatría para el pueblo y por ello, para evitarla, entre las leyes
dadas por Dios a Moisés en el monte Sinaí se incluye una que prohíbe comer cabrito cocido
en la leche de su madre (cf. Éx 23, 19).
Más todavía, con el paso del tiempo el acontecimiento del Éxodo se comvirtió en fuente
de inspiración para los poetas de Israel. Estos ampliaron también las tradiciones recibidas y
desarrollaron literalmente el “recuerdo” de los hechos. Veamos un ejemplo: cuando Israel
atravesó el Mar Rojo y fue liberado de la amenza de los egipcios, entonó cánticos de acción
de gracias por la liberación; se trataría de cantos espontáneos y populare, que salieron de
los labios de las mujeres israelitas (cf. Éx 15,20–21); con el paso del tiempo, ese cántico
espontáneo ofreció la base para un poema épico (Éx 15,1–19). Así, algo que era más o
menos normal, aunque extraordinario, se convierte en una epopeya que cantarán una y otra
vez los poetas de Israel a lo largo de siglos; según la visión del vidente de Patmos, la
cantarán incluso los elegidos en el cielo (cf. Ap 15,3)
Cuanto hemos dicho nos da una idea de cómo surgieron, se transmitieron y se
transformaron las tradiciones de Israel antres de ser puestas por escrito y ser recogidas
primero en relatos vinculados a determinados lugares o intereses y luego en una serie de
libros.
* * *
Más allá de las explicaciones, antiguas y más recientes, que puedan darse al problema de
los componentes y al proceso de composición del Pentateuco, a nosotros nos interesa el
producto final de ese proceso, es decir, el conjunto en el que han sido integrados aquellos
componentes. Esto es, nos interesa el texto del Pentateuco tal y como nos ha sido
transmitido por la tradición de Israel y por la Iglesia. Aunque decir el Pentateuco es decir
cada unos de los libros que lo configuran y que, más allá de la relación indudable que existe
entre ellos, constituyen unidades literarias completas en sí mismas.
2. GÉNESIS
Introducción:
La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de “Bereshit”,
palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción al griego (s. III
a.C.) lo denominó “Génesis” y así pasó al latín y también al castellano.
El libro se puede dividir en tres bloques: orígenes (1–11), Ciclo patriarcal (12–36), y Ciclo
de José (37–50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que
es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios ha creado todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana
entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasa anegar la tierra; a
penas se salva una familia (4–11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal,
hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es
fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad: El mal een la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la
fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que
se resuelve en reconciliación (27–33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se
corrompe la fraternidad de los hermanos (42–50).
Salvación: El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven
algunos. del diluvio, Noé en el arca (6–9); del hambre, Abraham en Egipto (12); del
incendio, Lot (19); del odio y la persecusión, Jacob en Siria (28–31); de la muerte, José en
Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41–47). Esta gravitación de los semitas
hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Historia y Arqueología:
La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las
eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gén 1. El capítulo 4 expone
unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la
Edad de Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin
metales.
Los patriarcas tienen geografía, pero no una historia. José está bien ambientado en Egipto,
sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas,
en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios
siglos (XIX–XVI) a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos Mari (c. XVIII a.C.), los de
Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en
gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer
el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Mensaje religioso:
Dios interviene en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En
muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía parece sobre todo porque
su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los
Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el
contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela
a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la
historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer,
esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro,
comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y
soberanamente divina.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. LOS NOMBRES DE LOS LIBROS DEL PENTATEUCO
2. EL CONTENIDO DEL PENTATEUCO
3. ¿ESCRIBIÓ MOISEŚ EL PENTATEUCO?
1. INTRODUCCIÓN
2. GÉNESIS