Está en la página 1de 48

Introducción

El Pentateuco, o, según lo llaman los judíos, el Libro de la Ley (Torah), encabeza los
73 libros de la Biblia, y constituye la magnífica puerta de la Revelación divina. Los
nombres de los cinco libros del Pentateuco son: el Génesis, el Exodo, el Levítico, los
Números, el Deuteronomio, y su fin general es: exponer cómo Dios escogió para sí al
pueblo de Israel y lo formó para la venida de Jesucristo; de modo que en realidad es
Jesucristo quien aparece a través de los misteriosos destinos del pueblo escogido.

El autor del Pentateuco es Moisés, profeta y organizador del pueblo de Israel, que
vivió en el siglo XV o XIII antes de Jesucristo. No solamente la tradición judía sino
también la cristiana ha sostenido siempre el origen mosaico del Pentateuco. El mismo
Jesús habla del "Libro de Moisés" (Mc., 12, 26), de la "Ley de Moisés" (Lc., 24, 44),
atribuye a Moisés los preceptos del Pentateuco (cf. Mt., 8, 4; Mc., 1, 44; 7, 10; 10, 5;
Lc. 5, 14; 20, 28; Juan 7, 19), y dice en Juan 5, 45: "Vuestro acusador es Moisés, en
quien habéis puesto vuestra esperanza. Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a
Mí, pues de mí escribió él".

Fundada en estos argumentos, la Pontificia Comisión Bíblica el 27 de junio de 1906 ha


determinado, con toda su autoridad, la integridad y genuinidad de los Libros de
Moisés, admitiendo, sin embargo, la posibilidad de que Moisés se haya servido de
fuentes existentes, y la otra, de que el Pentateuco en el decurso de los siglos haya
experimentado ciertas variaciones como, por ejemplo: adiciones accidentales después
de la muerte de Moisés, ora hechas por un autor inspirado, ora introducidas en el texto
a modo de glosas y comentarios, sustitución de palabras y formas arcaicas; variantes
debidas a los copistas, etc.

La misma Pontificia Comisión Bíblica ha inculcado, el 30 de junio de 1909, el carácter


histórico de los primeros tres capítulos del Génesis, estableciendo que los sistemas
inventados para excluir de éstos el sentido literal, no descansan en fundamentos
sólidos.

Todos los ataques de la crítica moderna contra la autenticidad y el carácter histórico


de los libros de Moisés han fracasado, especialmente los intentos de atribuir el
Pentateuco a tres o cuatro autores distintos (Elohista, Jahvista, Código sacerdotal,
Deuteronomio) y la teorías de la escuela evolucionista de Wellhausen, que en el
Pentateuco no ve más que un reflejo de ideas y mitologías babilónicas, egipcias, etc.
Una comparación exacta de los relatos bíblicos con los extrabíblicos demuestra, muy
al contrario, la superioridad absoluta de aquéllos sobre éstos que, en general, no son
sino pobres y desfigurados restos de la Revelación primitiva.
Las fechas que los críticos asignan a los diversos autores por ellos inventados se
basan únicamente en suposiciones. Según ellos, en la historia del texto del Pentateuco
hubo "no sólo infinidad de elaboraciones, refundiciones y redacciones, sino también
invenciones a sabiendas, retoques, correcciones y adiciones tendenciosas,
interpolaciones, falsificaciones literarias y piadosos embustes del género más
sospechoso. Los críticos moderados hacen esfuerzos convulsivos para salir del
dilema: unos dicen que no hay derecho a aplicar a los tiempos antiguos los conceptos
actuales de la propiedad y actividad literaria; otros opinan que el fin santifica los
medios, y declaran que la alternativa de obra de Moisés u obra de un "falsario", carece
de sentido, o hablan con énfasis de la profundidad de la sabiduría divina, cuyos
caminos no nos es dado conocer sino admirar; mas con estas escapatorias no logran
poner en claro cómo una mala compilación, así elaborada por los hombres, pudo llegar
a los honores de Libro sagrado" (Schuster-Holzammer).

Han, pues, de rechazarse todas las teorías que niegan el origen mosaico y carácter
histórico del Pentateuco, no sólo porque están en pugna con las reglas de una sana
crítica, sino también porque niegan la inspiración divina de la Escritura.

Génesis significa "generación" u origen. El nombre nos indica que este primer libro de
la Revelación contiene los misterios de la prehistoria y los comienzos del Reino de
Dios sobre la tierra. Describe, en particular, la creación del universo y del hombre, la
caída de los primeros padres, la corrupción general, la historia de Noé y el diluvio.
Luego el autor sagrado narra la confusión de las lenguas en la torre de Babel, la
separación de Abraham de su pueblo y la historia de este patriarca y de sus
descendientes: Isaac, Jacob, José, para terminar con la bendición de Jacob, su muerte
y la de su hijo José. En esta sucesión de acontecimientos históricos van intercaladas
las grandes promesas mesiánicas con que Dios despertaba la esperanza de los
patriarcas, depositarios de la Revelación primitiva.

Exodo, es decir, "salida", se llama el segundo libro, porque en él se narra la historia de


la liberación del pueblo israelita y su salida de Egipto. Entre el Génesis y el Exodo
median varios siglos, es decir, el tiempo durante el cual los hijos de Jacob estuvieron
en el país de los Faraones. El autor sagrado describe en este libro la opresión de los
israelitas; luego pasa a narrar la historia del nacimiento de Moisés, su salvamento de
las aguas del Nilo, su huida al desierto y la aparición de Dios en la zarza. Refiere
después, en la segunda parte, la liberación misma, las entrevistas de Moisés con el
Faraón, el castigo de las diez plagas, el paso del Mar Rojo, la promulgación de la Ley
de Dios en el Sinaí, la construcción del Tabernáculo, la institución del sacerdocio de la
Ley Antigua y otros preceptos relacionados con el culto y el sacerdocio.

Levítico es el nombre del tercer libro del Pentateuco. Derívase la palabra Levítico de
Leví, padre de la tribu sacerdotal. Trata primeramente de los sacrificios, luego relata
las disposiciones acerca del Sumo Sacerdote y los sacerdotes, el culto y los objetos
sagrados. Con el capítulo 11 empiezan los preceptos relativos a las purificaciones, a
los cuales se agregan instrucciones sobre el día de la Expiación, otras acerca de los
sacrificios, algunas prohibiciones, los impedimentos matrimoniales, los castigos de
ciertos pecados y las disposiciones sobre las fiestas. En el último capítulo habla el
autor sagrado de los votos y diezmos.

Números es el nombre del cuarto libro, porque en su primer capítulo refiere el censo
llevado a cabo después de concluida la legislación sinaítica y antes de la salida del
monte de Dios. A continuación se proclaman algunas leyes, especialmente acerca de
los nazareos, y disposiciones sobre la formación del campamento y el orden de las
marchas. Casi todos los acontecimientos referidos en los Números sucedieron en el
último año del viaje, mientras se pasan por alto casi todos los sucesos de los treinta y
ocho años precedentes. Descuellan algunos por su carácter extraordinario; por
ejemplo, los vaticinios de Balaam. Al final se añade el catálogo de las estaciones
durante la marcha a través del desierto, y se dan a conocer varios preceptos sobre la
ocupación de la tierra de promisión.

El Deuteronomio es, como expresa su nombre, "la segunda Ley", una recapitulación,


explicación y ampliación de la Ley de Moisés. El gran profeta, antes de reunirse con
sus padres, desarrolla en la campiña de Moab en varios discursos la historia del
pueblo escogido inculcándose los divinos mandamientos. En el primero (1-4, 43), echa
una mirada retrospectiva sobre los acontecimientos en el desierto, agregando algunas
exhortaciones prácticas y las más magníficas enseñanzas. En el segundo discurso (4,
44-11, 32) y en la parte legislativa (caps. 12-26), el legislador del pueblo de Dios
repasa las leyes anteriores, haciendo las exhortaciones necesarias para su
cumplimiento, y añadiendo numerosos preceptos complementarios. Los dos últimos
discursos (cap. 27-30) tienen por objeto renovar la Alianza con Dios, lo que, según las
disposiciones de Moisés, ha de realizarse luego de entrar el pueblo en el país de
Canaán. Los capítulos 31-34 contienen el nombramiento de Josué como sucesor de
Moisés, el cántico profético de éste, su bendición, y una breve noticia sobre su muerte.
El Deuteronomio es, según dice S. Jerónimo, "la prefiguración de la Ley evangélica"
(Carta a Paulino).

I. INTRODUCCIÓN
Nos separan casi tres mil años de los primeros libros de la Biblia. Hay
que ambientarnos en aquella época, para poder entenderla. Hay dos
peligros: uno por exceso, es decir, creer al pie de la letra lo que dice
la Biblia, a través de sus metáforas y géneros literarios; y el otro por
defecto: rechazar todo, por considerarlo fantástico y lleno de colorido
imaginativo. Nuestra actitud debe ser otra: sacar el mensaje de Dios,
que se esconde detrás de ese revestimiento literario.

La religión del Antiguo Testamento es una religión histórica, es decir,


fundada en la intervención directa de Dios a determinados hombres,
en determinados tiempos y lugares. Dios hizo su elección y promesa
e invita al hombre a su amistad y le pide fidelidad como respuesta a
su alianza. Esta fidelidad pasa por cumplir la Ley que el Señor les ha
dado. Por tanto, la historia sagrada se mueve en torno a estas
realidades: Promesa, Elección, Alianza y Ley.

Todo el Antiguo Testamento podemos dividirlo en libros históricos,


libros proféticos y libros doctrinales. Los judíos lo dividen así:
 

 La Ley o Torah: los primeros cinco libros.


 Los Profetas o Nebim: los libros proféticos.
 Los Escritos o Ketubim: los Salmos, Proverbios, Job, Cantar, Ruth,
Lamentaciones, Cohelet, Esther, Daniel, Esdras y Crónicas.

Los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, conocidos


tradicionalmente como Pentateuco, constituyen un magnífico pórtico
que da acceso al majestuoso edificio de la Biblia.

El nombre Pentateuco, de origen griego, alude a los cinco (penta)


libros o “rollos” que lo forman y a los instrumentos o estuches
(teukhos) en que se guardaban. No estamos ante cinco
independientes. Al contrario, cada libro desemboca en el siguiente o
arranca del anterior. , de forma que todos juntos desarrollan una
misma trama narrativa que va desde la creación del mundo, pasando
por el nacimiento de los pueblos, la era patriarcal, la estancia israelita
en Egipto y en el Sinaí, hasta el comienzo de la Conquista de Canaán
y la muerte de Moisés, en los umbrales de la tierra prometida. Esta
historia unitaria y continua, formada casi a partes iguales por relatos
y leyes, se divide a su vez en seis grandes etapas o capítulos,
perfectamente diferenciados:
 
 Historia de los orígenes (Gn 1-11)
 Historia patriarcal (Gn 12-50)
 Salida de Egipto y marcha hacia el Sinaí (Ex 1-18)
 Revelación en el Sinaí (Ex 19-40 + Lev + Nm 1-10)
 Marcha desde el Sinaí hasta los llanos de Moab (Nm 10-36)
 Discursos y despedida de Moisés (Dt)

Estos cinco libros forman la Torah o Ley por excelencia, la carta


constitucional que plasmó los principios fundacionales y
fundamentales, religiosos y civiles, por los que Israel se constituyó
como un pueblo con identidad propia y referido en exclusiva a Yahvé,
su Dios.

II. OBJETIVO DOCTRINAL: Conocer las diversas corrientes de


tradiciones que formaron el Pentateuco.

III. OBJETIVO VIVENCIAL: Escuchar a Dios que busca entablar


con nosotros una relación personal de amor y de amistad.

IV. TESIS: El Pentateuco es la historia de la fundación de Israel, en


el que se relatan sus orígenes y el mensaje central de su alianza con
el hombre y la respuesta de éste a Dios. Es un gran libro dividido en
cinco volúmenes o rollos: Génesis, Éxodo, Números, Levítico y
Deuteronomio. Aunque su autor principal es Moisés, sin embargo, ha
venido enriquecido y complementado por otros autores que echaron
mano de unas tradiciones existentes, siempre bajo la inspiración de
Dios.

V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS:

1. ¿Qué es la Torah o Pentateuco?

La palabra “Pentateuco” viene de la lengua griega y significa “Libro de


los cinco estuches”: Génesis, Éxodo, Números, Levítico y
Deuteronomio. Estos libros son considerados como una sola unidad. Y
se les llama la Torah o Ley 22. Se llamaba la Ley porque lo
fundamental de estos libros era la ley de Moisés, dada por Dios en el
monte Sinaí, es decir, las prescripciones que regulan la vida moral,
social y religiosa del pueblo.

Para nuestros ojos modernos, el rasgo más llamativo de esta


legislación es su carácter religioso, la compenetración de lo sagrado y
lo civil y cultural. Y este es el rasgo que quisieron dejar los autores.

Cada uno de los libros viene a indicar su contenido:


a) El Génesis narra los orígenes del mundo y del género humano
desde sus comienzos hasta la formación de Israel como pueblo, poco
antes de la salida de Egipto.

b) El Éxodo, la salida de los hebreos de Egipto, guiados por Moisés,


el paso milagroso del Mar Rojo y su estancia en el Sinaí, donde
reciben de Dios la Ley, sancionada por un pacto o Alianza (Berith)
entre Dios y el pueblo. Desde este momento Israel llega a ser el
Pueblo elegido y llamado por Dios.

c) El libros de los Números toma su nombre del censo del pueblo


que aparece en sus primeros capítulos, aunque después se detiene a
narrar la vida de Israel a través del desierto con sus múltiples
vicisitudes.

d) Finalmente, el Deuteronomio23 que más que un código de leyes,


es un conjunto de exhortaciones y de llamadas a Israel para que
permanezca fiel al Señor.

Dos pilares tiene el Pentateuco: primero, el plan divino de salvación


trazado por Dios; y segundo, la respuesta a ese plan por parte del
hombre, de ese pueblo escogido.

2. Autor y composición literaria del Pentateuco

Tradicionalmente se atribuyó a Moisés la autoría del Pentateuco, pero


estudios recientes han llegado a la conclusión de que él solo no pudo
ser el único autor de los cinco libros. Él es el autor substancial, pero,
durante largos años y en diversos momentos de la historia de Israel,
otros autores fueron añadiendo elementos y reformulándolos.

Antes de ponerse por escrito, estas tradiciones se recitaban en los


Santuarios. Más tarde, se fijaron por escrito.

¿Cuáles fueron las fuentes o tradiciones en las que se inspiró Moisés y


demás autores?

a) Tradición yavhista:24 designada por la letra “J”. Es llamada así


porque desde el principio llama a Dios “Yavhé”. Nació en la época de
Salomón hacia el año 950 a.C. en los ambientes regios de
Jerusalén. Características: estilo muy concreto, expresivo y
dramático; imágenes vivaces; personajes, lugares y costumbres del
pueblo precisos; Dios es presentado con imágenes muy humanas y
populares (trabaja con el barro, pasea por el Edén, cierra la puerta
del arca, visita y come con Abraham, etc.). En esta tradición, la
salvación del pueblo estriba en la posesión de la tierra prometida:
Canaán.
b) Tradición eloísta25: designada por la letra “E”. Es llamada así
porque llama a Dios “Eloím”. A los cananeos los llama amorreos. Al
monte Sinaí lo llama Horeb. Nació posiblemente después de Salomón,
en el reino del Norte, después que el pueblo se dividió en dos. Las
páginas de esta tradición están marcadas por la predicación de las
profecías de Elías y Oseas y da mucha importancia a los
profetas. Características: es menos dramático y menos concreto;
presenta el mensaje religioso con más reflexión y tiene una fina
sensibilidad moral; ve a Dios no de forma humana como “J”, sino
tiende a espiritualizar la imagen de Dios: prohíbe sus
representaciones (cf. Ex 24, 10), casi nunca Dios interviene
personalmente, sino sólo a través de sueños, visiones o milagros. En
esta tradición, la salvación del pueblo consiste en la Alianza de Amor
con Dios, y no en la tierra prometida. La Alianza es el verdadero
tesoro de Israel.

c) Tradición deuteronomista:26 designada por la letra “D”. El autor


de este documento no se conoce, pero debió ser un levita (sacerdote)
de los que peregrinaban de pueblo en pueblo, inculcando la fidelidad
a la alianza con Dios. Características: tiene semejanzas con el
eloísta; la figura central es Moisés, pero un Moisés orador, legislador,
y no un Moisés liberador; no es una narración histórica, sino un
código de leyes; la historia del pueblo está presente indirectamente;
estilo exhortativo; se insiste mucho en el tema de la elección.

d) Tradición sacerdotal27: Designada por la letra “P”. Nació durante


el destierro en Babilonia, cuando los sacerdotes releen sus tradiciones
y su ley para mantener la fe y la esperanza del
pueblo. Características: forma de hablar solemne, litúrgica y
abstracta; se preocupa de enseñar, especialmente las normas del
culto; busca la precisión de las fechas, cuida la cronología; Dios es
presentado de una manera más espiritual y abstracta (es “Espíritu”,
es “Palabra”, Gn 1,2).

3. Los grandes temas del Pentateuco

El Pentateuco da respuesta a los grandes interrogantes de la


comunidad de Israel:

a) ¿Quién creó el mundo y el hombre?  Génesis (origen de la


humanidad e historia de los patriarcas).

b) ¿Cuándo tuvo el pueblo de Israel conciencia de pueblo


elegido? Éxodo (liberación de Egipto, marcha por el desierto, alianza
en el Sinaí).

c) ¿Cómo debe regirse la comunidad de Israel? Levítico


(conjunto de leyes y normas), Números (experiencia del amor de
Yavhé) y Deuteronomio (segunda ley).

VI. CONCLUSIÓN: El mensaje de salvación que Dios quiere darnos


se esconde debajo de la historia, leyes, costumbres de un pueblo
determinado: Israel. La verdad que el Señor quiere darnos en el
Pentateuco, no está en los hechos en sí mismos, sino en el mensaje o
enseñanza que el escritor sagrado quiere darnos, a través de esos
acontecimientos particulares. La Biblia, entonces, hay que leerla, no
como si fuera un libro de historia, sino como un libro de fe y de
salvación.

VII. ORACIÓN: Señor, que el estudio de tu Santa Escritura, me


llene de amor por ti por haberme creado, de celo ardiente por tu
santa Gloria para defenderte siempre y de fidelidad a tu Ley santa.
Te amo, Dios mío. Ten misericordia de mí. Amén
 Teología e historia en el Antiguo Testamento
  
 Andrés Ferrada Moreira, Pbro.
 PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FACULTAD DE TEOLOGÍA

 Resumen: Teología e historia en el Antiguo Testamento están íntimamente


compenetradas, pues los relatos bíblicos nos ponen en contacto con el
mundo de sus destinatarios y, en especial, con sus necesidades vitales, a las
que un autor concreto intentaba dar respuesta. El artículo ejemplifica esta
realidad comunicativa en Gn 24. Así pone de manifiesto que la teología del
Antiguo Testamento, y particularmente la del Pentateuco, es histórico-
salvífica, esto es, narra la autoconciencia de Israel de su elección divina
precisamente en la gesta histórica de su constitución y sobrevivencia como
pueblo, especialmente en la hora crucial del postexilio. En efecto, la historia
es el escenario donde Dios se ha revelado a Israel e Israel así lo ha
percibido. Pero, al mismo tiempo, el proyecto histórico del Israel postexílico
se trasciende a sí mismo, pues el Señor tiene un designio de plenitud
humana y social que va más allá de los estrechos cálculos de los que
fraguaron el destino del pueblo en aquella época remota. Por eso, la teología
plasmada en los libros de la Biblia sigue siendo válida en el presente,
principalmente porque delata que el Señor continúa actuando en la historia.
 Palabras clave: Historia, teología, Antiguo Testamento, Pentateuco,
postexilio, hagiógrafo.

 Abstract: Theology and history in the Old Testament are intimately blended.


Biblical stories bring us into contact with the world of their recipients, and
especially with their vital needs, to which a particular author attempts to
provide a solution. This article exemplifies this communicative reality in Gn
24. It thus shows that the theology of the Old Testament, and particularly
that of the Pentateuch, is historical-salvific, that is, it tells of Israel's self-
awareness of its divine election precisely in the historic feat of its
establishment and survival as a people, especially during the crucial time of
post-exile. Effectively, history is the stage where God revealed Himself to
Israel and Israel so perceived it. However, at the same time, post-exilic
Israel's historical project transcends itself, because the Lord has a plan of
social and human fulfillment that surpasses the narrow calculations of those
who forged the destiny of the people in that remote age. Thus, the theology
embodied in the books of the Bible continues to be valid today, mainly
because it portrays that the Lord continues to act in history.
 Keywords: history, theology, Old Testament, Pentateuch, post-exile,
hagiographer

 La afirmación del célebre literato francés Paul Valèry (1871-1945) «Los


pueblos felices no escriben historia» pone de manifiesto la razón de la
existencia de buena parte de la literatura universal, en especial del género
histórico. ¿Por qué los pueblos narran su historia?; o entrando más de lleno
en nuestra temática, ¿por qué Israel ha dejado por escrito la génesis de su
existencia como nación? Sin duda, porque la subsistencia de Israel como
pueblo estuvo seriamente amenazada en aquellas épocas en las que se
fraguó la escritura de los textos que narran las gestas de sus orígenes
patrios. Pero no es solo por eso, sino también porque en esos trances el
pueblo elegido percibió que su subsistencia dependía del concurso de un
actor sobrenatural, el Señor, y que su actuación no dejaría de continuar en
el presente.
 Historia y teología, por tanto, están íntimamente enlazadas en los relatos del
Antiguo Testamento. En esta presentación describiremos cómo se enlazan e
intentaremos mostrar cómo la Biblia Hebrea, al narrar los orígenes de Israel,
persigue principalmente iluminar el presente de sus destinatarios
infundiéndoles esperanzas en la actuación salvífica del Señor en las duras
condiciones sociopolíticas por las que atraviesan.
 En primer lugar, debemos rozar la compleja historia de la composición de los
libros y unidades literarias del Antiguo Testamento, cuyo estudio, aun en
líneas generales, excede con mucho las posibilidades de esta exposición. Por
eso, parece prudente circunscribir nuestra atención a la composición del
Pentateuco, que nos servirá para ilustrar la relación que existe entre teología
e historia en el Antiguo Testamento. Esta delimitación, además, resulta
oportuna en atención al contenido mismo del Pentateuco, es decir, la Ley
(Torá). Ella constituye el fundamento institucional, sociopolítico y religioso
del pueblo elegido y, por lo mismo, es la unidad literaria fundamental del
Antiguo Testamento.
 ¿Por qué fueron compuestos los cinco primeros libros de la Biblia y
coordinados en una unidad literaria?
 La respuesta a esta interrogante encuentra una primera iluminación al poner
en evidencia la función singular de la Torá en el contexto de todos los libros
de la Biblia Hebrea. Exponemos ahora apretadamente cómo E. Zenger la
pone de manifiesto desde el punto de vista canónico1. Estudia el contenido
de los textos que hacen de bisagras entre las tres partes de la Biblia Hebrea,
a saber, la Ley, los Profetas y los otros Escritos (Torá, Nebiim y Ketubim):
Dt 34, 10-12; Jos 1, 1-8; Ml 3, 22-24; Sl 1 y 2 Cr 36, 22-23. Después de un
fino análisis de todos estos pasajes, el exégeta bávaro concluye que en
todos ellos, de una u otra manera, queda de manifiesto el carácter único y la
autoridad sin comparación del Pentateuco dentro del Antiguo Testamento 2.
La Ley contiene y transmite normativamente la voluntad del Señor, lo que Él
prescribe como indispensable para la existencia del pueblo, tanto a nivel
personal, como comunitario. La autoridad de la Torá trae aparejada,
también, la superioridad de Moisés, mediador de la Ley, sobre todos los
demás profetas o portadores de la revelación divina3.
 En consecuencia, los Nebiim y los Ketubim encuentran su sentido en relación
con la Torá4: La profecía se entiende en el hoy, en el presente, como
actualización de la Ley, siempre en relación con un ayer cuando la Ley fue
promulgada por el Señor en el Sinaí y dada al pueblo por la mediación de
Moisés5. Otro tanto sucede con los «Otros escritos», cuya interpretación
remite a la meditación sapiencial de la Torá, actitud que caracteriza al sabio
de Israel, es decir, aquel que sabe conducir su vida conforme al querer del
Señor (cf. Sl 1)6.
 Volvamos ahora sobre por qué fueron compuestos los cinco primeros libros
de la Biblia y coordinados en la unidad literaria inicial de ella. Ya
adelantamos que lo que estaba en juego en la escritura de la historia de los
orígenes de Israel era su subsistencia como pueblo. Desde el punto de vista
histórico esta afirmación requiere rastrear los momentos coyunturales de la
existencia de Israel donde, de hecho, su destino nacional estuvo desafiado
por la desaparición. Para esta indagación requerimos unas herramientas
metodológicas que solo la ciencia histórica puede aportar, especialmente el
detenido análisis histórico-crítico de las fuentes no exclusivamente bíblicas,
sino también extrabíblicas, y el contraste de los resultados obtenidos con los
datos aportados por la arqueología y otras ciencias humanas.
 Por de pronto, es necesario comenzar distinguiendo entre el mundo narrado
por los textos bíblicos y el mundo de los destinatarios de estos relatos 7. De
hecho, una de las dificultades mayores que enfrentan los lectores del
Pentateuco en la actualidad es asimilar que los textos narrativos de la Ley
no constituyen un libro historiográfico de los orígenes de Israel, sino que son
históricos en otro sentido, en clave histórico-salvífica8. Si bien hoy se acepta
este dato fácilmente para relatos como la creación y el pecado original (Gn
1-3), cuesta que se imponga para el resto, sobre todo para narraciones
donde los rasgos históricos son muy marcados: los ciclos de los patriarcas,
la esclavitud y liberación de Egipto, la perícopa del Sinaí y la peregrinación
por el desierto.
 En efecto, los relatos del Pentateuco no persiguen en primer lugar iluminar
la historiografía de Israel, sino brindar los elementos constitutivos de su
existencia como pueblo del Señor y, por lo mismo, transmitir el mensaje de
salvación que esta realidad significa. Este es el sentido histórico-salvífico al
que nos estamos refiriendo que, sin duda, es una lectura teológica de los
acontecimientos narrados. Por eso, para captar su significado, el lector debe
diferenciar entre la historia narrada y la situación vital a la que esta historia
pretende dar respuesta. Esta situación es la que más importa al intérprete y
al historiador, pues explica el porqué fue escrito un determinado texto,
explica su sentido histórico.
 No obstante sería exagerado eliminar de un plumazo el estudio
historiográfico de no pocos acontecimientos de la historia narrada en el
Pentateuco (y en el resto de los libros del Antiguo Testamento). Sin
embargo, en ella se contienen, en realidad, no muchos datos comprobados
por la ciencia histórica. Algunos autores llaman a esos datos fondo
histórico de una narración. Los datos mejor fundados van en aumento, eso
sí, en la medida que se avanza en el decurso de la historia, precisamente
porque aumentan las posibilidades de rastro historiográfico gracias a la
existencia de fuentes extrabíblicas que documentan los mismos hechos. Pero
se impone cada vez con mayor claridad, que a partir de los datos
historiográficamente comprobados presentes en los cinco primos libros de la
Biblia no es posible conformar un relato completo y coherente de los
orígenes de Israel. Para conseguirlo, es necesario, como decíamos antes,
recurrir a datos aportados por el estudio de fuentes extrabíblicas y por las
disciplinas auxiliares de la ciencia histórica, especialmente de la arqueología.
El proceso puede ser calificado como la normalización de la historia de
Israel9.
 No obstante lo anterior, el exégeta (y el historiador) tiene otro camino de
investigación histórica en relación al Pentateuco, que le aporta luces
imprescindibles para la comprensión de su mensaje. En efecto, como
aseverábamos más arriba, la historia narrada en los cinco primeros libros de
la Biblia le permite, también al contrastarla con otras fuentes y datos
arqueológicos, iluminar, no sin limitaciones e incertezas, el mundo de los
destinatarios a los que toda o parte de esa historia sagrada estaba dirigida.
Ciertamente, esta iluminación es historiografía. En el presente ya contamos
con varias obras emblemáticas que siguen este camino10.
 Aunque resulta casi evidente, es necesario advertir también que la
historiografía no goza de una objetividad absoluta independiente del sujeto
que lee los acontecimientos. Una objetividad así es una pretensión que, en
realidad, no se corresponde adecuadamente con la naturaleza misma del
discurso histórico, el cual es siempre interpretativo y, por lo mismo, incluye
subjetividad e ideología. En efecto, se escribe historia con miras a moldear
de alguna manera el presente y siempre desde un determinado punto de
vista, el del autor. Afortunadamente, grandes sectores de la ciencia histórica
actual son cada vez más conscientes de esta realidad y se va perfilando
como un requerimiento metodológico necesario el conocimiento del punto de
vista del autor del relato histórico para poder interpretarlo y actualizarlo en
el presente del lector11.
 Un ejemplo analógico iluminará lo que estamos tratando de decir. Si
consultamos distintos libros para estudiar la Independencia de Chile, los
acontecimientos serán narrados de forma diferente según sean tanto los
diversos puntos de vista de los autores, como las necesidades de los
destinatarios a los que las diferentes obras históricas están dirigidas. Así,
por ejemplo, un libro de 1830 contará los episodios con tono de epopeya, los
patriotas serán héroes y los realistas, traidores. Si el libro proviene de 1910,
el primer centenario patrio, los acontecimientos continuarán siendo
sustancialmente los mismos, pero ahora se dará más importancia a la
trascendencia republicana de los mismos, pues los destinatarios perciben los
hechos de 1810 como el irreversible inicio de la república chilena. Si el libro
fuera actual, en el año del bicentenario, la presentación de los mismos
hechos históricos de la Independencia muy posiblemente estaría mediada
por los intereses de los destinatarios contemporáneos. Tal vez, se matizarían
las diferencias entre los bandos enfrentados y se haría referencia con mayor
precisión a los factores externos que influyeron en el desencadenamiento de
los acontecimientos.
 Algo similar pasa al estudiar los relatos bíblicos; ellos no solo hablan de un
mundo narrado, que en el caso de las narraciones del Pentateuco es solo
arduamente rastreable para la ciencia histórica, sino también y
principalmente nos ponen en contacto con el mundo de sus destinatarios y,
en especial, con sus necesidades vitales, a las que un autor concreto
intentaba dar respuesta12.
 Veamos un ejemplo concreto del Pentateuco: la fina narración del
matrimonio de Isaac con Rebeca del capítulo 24 del libro del Génesis. En el
relato, hay elementos tradicionales propios de la catequesis y/o predicación
popular. Destaca el uso de la escena típica del encuentro junto al pozo13,
desarrollada también en otras narraciones del Pentateuco: el matrimonio de
Jacob con Raquel en Gn 29 y el matrimonio de Moisés con Sífora en Ex 214.
En todas ellas se relata el encuentro junto a un pozo del protagonista de la
historia, joven soltero y que viene de lejos (o su representante), con una o
más jóvenes casaderas. Media el abrevar ya de la cabalgadura y/o de la
tropilla del recién llegado, ya del ganado que conduce la mujer al pozo, ya
de ambos. Aunque cada trama tiene un tratamiento con circunstancias
diferentes, todas terminan con el matrimonio del protagonista con la joven
(o una ellas), que abre paso a la narración del nacimiento de los hijos de los
recién casados. Así como Gn 24 narra la misión del viejo siervo de Abraham,
quien se encuentra junto al pozo con la hija de Betuel, pariente de su amo,
y termina con el matrimonio de Isaac y Rebeca, así también Gn 29 narra el
final del viaje de Jacob a Padamaram, donde junto al pozo encuentra a
Raquel, su pariente, con quien después de muchas peripecias vuelve a
Canaán junto al hijo de ambos, José15. Así también, Moisés, fugitivo de
Egipto, se topa junto al pozo con las siete hijas de Reuel, sacerdote de
Madián, y al final contrae matrimonio con 2, 15b-22)16.
 Volvamos sobre el matrimonio de Isaac con Rebeca. El relato subraya el
origen en el mismo linaje de todos los antepasados de los israelitas, tanto
por línea paterna, como materna. De hecho, Abraham encarga a su
mayordomo ir a la Alta Mesopotamia para encontrar allí una esposa para su
hijo Isaac entre las chicas de su parentela (Gn 24, 3.37). Por contraste, le
prohíbe tomar mujer para Isaac de entre las mujeres cananeas (Gn 24, 4.
38. 40)17.
 Esta observación sugiere que lo que Gn 24 pretende transmitir no es la
narración historiográficamente controlable del matrimonio de Isaac y Rebeca
—de hecho, no poseemos otras fuentes que permitan tal verificación—, sino
la importancia de la ascendencia de los esposos que contraen matrimonio
dentro del pueblo de Israel. No se trata de excluir a priori la historicidad del
relato, ni denegar tal vez algún fondo histórico al que pueda aludir, pero es
evidente que no es posible pasarlo por la criba de los datos aportados por la
literatura antigua comparada y por la arqueología en relación con el período
histórico antiquísimo al que, según la cronología bíblica, correspondería la
narración. En efecto, según la cronología bíblica más común, Gn 24 narraría
acontecimientos sucedidos aproximadamente hacia el año 1700 a. C.18.
 Está fuera de discusión el hecho evidente que Gn 24 fue compuesto en un
tiempo muy posterior al período histórico en el que se ambienta. Esto, claro
está, debe decirse de todos los acontecimientos narrados en la Biblia entre
Gn y Jue, pues ellos sucedieron con anterioridad al siglo X, los tiempos de la
monarquía davídico-salomónica. En efecto, de antes de ese tiempo remoto,
apenas habrá algún autor que se atreva a aventurar la existencia de
escritura literaria en el pueblo de Israel. Las ciencias auxiliares aportan,
además, algunos indicios acerca de ciertas inverosimilitudes históricas de lo
narrado en Gn 24. Así, por ejemplo, hay evidencia que demuestra que el
camello fue domesticado solo al final del segundo milenio a. C.19. Por lo
tanto, si el acontecimiento narrado en Gn 24 sucedió en la primera mitad del
segundo milenio a. C., es altamente improbable que Rebeca y su séquito
hayan montado en ese tipo de cabalgadura20.
 Con todo, para la interpretación del pasaje se requiere precisar mejor el
ambiente histórico en el cual ha surgido, pues lo decisivo es poner a la luz
las necesidades vitales a las que intentaba dar respuesta. La exégesis no
tiene otra vía para hacerlo sino el fino estudio tanto de la forma como del
contenido del relato. De hecho, han emprendido esta tarea no pocos
exégetas en los dos últimos siglos21.
 Hay claros y suficientes indicios para sostener que la forma lingüística de Gn
24 es tardía. Seguimos el luminoso análisis del texto del gran biblista israelí
de origen italiano Alexander Rofé22, aunque se debe advertir que hay
bastante debate respecto de esos indicios tanto en particular, como en
general23. Ahora bien, siempre siguiendo al profesor Rofé, pasaremos revista
a algunos elementos textuales que indican que el relato de Gn 24 es tardío:

— Uso de apelativos divinos típicamente tardíos como «el Señor Dios del cielo» (v.
7) o «el Señor Dios del cielo y de la tierra» (v. 3). Estos apelativos se
encuentran en libros bíblicos recientes, como Esdras y Nehemías 24, y en
documentos hebreos/arameos extrabíblicos de época persa como los famosos
papiros provenientes de la colonia militar hebrea de la isla de Elefantina en el
alto Egipto (siglo V a. C.).
— En Gn 24, 21. 38. 41. 49 no se usa la construcción adversativa clásica  ,
«sino que», sino la más reciente construcción  , «si no», tal como en la
Misná y en el hebreo posterior (se dice  que deriva de la contracción de
).
— En Gn 24, 15, a un verbo en perfecto (qatal) sigue la partícula térem, «antes
de», tal como se reporta en no pocos manuscritos hebreos de Qumrán,
mientras que en el hebreo clásico dicha partícula es siempre seguida por un
verbo en imperfecto (wayiqtol)25.

 El contenido de Gn 24 también revela que el texto es bastante reciente:

— Llama la atención la ausencia del   26, es decir, el precio que en las


tratativas de un matrimonio el novio o su familia pagan al padre de la novia por
el traspaso de la autoridad de la mujer; muy probablemente era una práctica
legal obligatoria en el preexilio27. Hay evidencia histórica que prueba que, en el
período del Segundo Templo, el   fue tomando otra fisonomía, llegando a
equiparárselo con utensilios de valor que el novio o su familia daban a la novia
en la celebración del matrimonio y que en caso de divorcio, ella se llevaba
consigo al volver a su casa paterna. Así lo atestiguan algunos papiros de la
colonia militar hebrea de Elefantina (siglo V a. C.). Finalmente, importantes
escritos rabínicos posteriores reportan un ulterior estadio de desarrollo
del   en tiempos aún más recientes, su transformación en una promesa del
novio en la celebración del matrimonio por la cual se compromete a pagar una
cierta cantidad a la mujer en caso de divorciarse de ella en el futuro28.

 Por tanto, la ausencia de   en las tratativas entre el siervo de Abrahán
y la familia de Rebeca revela el altamente probable origen tardío de Gn 24.
Además, la misma ausencia se detecta en el libro de Tobías, aunque no así
en Gn 29-30, lo que sirve de indicio para postular que tal vez este último
relato sea de origen preexílico.

— Las promesas divinas aludidas en Gn 24 son juradas o sancionadas con un


pacto, así como lo son en el libro del Deuteronomio, escrito reconocidamente
tardío. Pese a que este argumento es bastante débil, pues supone que las
promesas simplemente pronunciadas corresponden a los estratos más antiguos
de las tradiciones contenidas en el Pentateuco; es evidente que es el juramento
lo que en Gn 24 sirve de base para ulteriores desarrollos: envío de un ángel
protector (vv. 7.40); asistencia e iluminación divina en el encargo recibido (vv.
12-15.42); guía divina por el camino (vv. 21.27). Estos corresponden a motivos
típicamente tardíos, abundantes en la literatura intertestamentaria hebrea
bíblica y apócrifa. Baste mencionar, por ejemplo, el uso de estos motivos en los
libros de Daniel y Tobías29.
— La función de la oración en Gn 24 también delata su origen postexílico. De
hecho, se repite tres veces un mismo esquema, a saber: a) antes de que
suceda lo que desea Abrahán o su siervo, ellos oran; b) lo pedido se realiza; c)
después de acaecido, el orante agradece al Señor. Percibimos el esquema
desarrollado junto al pozo (vv. 11-26); en la narración que el siervo hace a la
familia de Rebeca (vv. 42-48); y en el momento del consentimiento al enlace
de la familia de la joven (v. 52).
 Si bien es cierto que el tema de la oración en el Antiguo Testamento es
complejo, se puede señalar que el esquema recién descrito, oración-
acontecimiento-agradecimiento, constatado tres veces en Gn 24, es
característico de la literatura hebrea del período del Segundo Templo, toda
vez que es congruente con la vivencia de la fe de los hebreos de la diáspora,
que no pueden acudir a Jerusalén para realizar los sacrificios de acción de
gracias, prescritos en el Levítico y otros cuerpos legales de la Torá. En ese
contexto histórico, la oración asume el rol de acto de culto posible, a la
mano de todos, tanto que, con el tiempo, llega a estructurarse la costumbre
de orar en acción de gracias tres veces al día, tal como lo hace Daniel en la
lejanía de Jerusalén (Dn 6, 10.13). Además el esquema oración-
acontecimiento-agradecimiento se encuentra presente en otros textos
tardíos de la Biblia como en los libros de Judit y Tobías30.
 Los argumentos hasta aquí expuestos, siempre siguiendo al profesor Rofé,
muestran con claridad que el relato del matrimonio de Isaac con Rebeca es
tardío, postexílico. Esta datación hace más fácil iluminar el mundo de los
destinatarios de Gn 24, en especial descubrir cuáles eran sus necesidades
vitales, o lo que es lo mismo, qué se quería enseñar con esta historia 31:

— No dar como esposa a Isaac una mujer cananea corresponde a una dura
negación de los matrimonios mixtos. Esta postura se comprende bien a la luz
de lo descrito en Esd 8-10 y Ne 13 donde queda de manifiesto el desafío de la
comunidad hebrea organizada en torno al Segundo Templo por asegurar su
subsistencia nacional en base a una configuración familiar y social que no
admitiera sombra alguna de heterodoxia. En efecto, la unión con mujeres
cananeas en Gn 24 corresponde, en el rollo de Esdras-Nehemías, a la unión con
las hijas de los así tildados «pueblos de la tierra»32.

 Naturalmente, con esta prohibición se quiere evitar la introducción en la


sociedad israelita, por vía femenina, de desviaciones de la ortodoxia
religiosa. En la tradición hebrea ya se había reflexionado sobre este peligro.
Es más, la también tardía escuela deuteronomista había juzgado
precisamente que la tolerancia de los matrimonios mixtos había sido una de
las causas principales de la decadencia, degeneración y posterior abandono
de la Ley durante la monarquía preexílica. El ejemplo emblemático es
Salomón quien «desvió su corazón del Señor» a causa de las muchas
mujeres paganas que tomó por esposas, quienes lo indujeron a introducir
cultos paganos en Jerusalén (cf. 1Re 11, 1-11). Pero el matrimonio mixto
que se lleva con mucho la mayor repulsión de la escuela deuteronomista es
el enlace del rey Ajab y la pérfida Jezabel, hija del rey de Tiro. Esta última
es una de las figuras más oscuras de toda la Biblia. Ella, además de
introducir cultos paganos en Israel (cf. 1Re 16, 31-34; cf. 1Re 18-19), trajo
la perversión social y la inestabilidad política del país (cf. 1Re 21 y 2Re 9).

— La prohibición que impone Abrahán a su siervo de no llevar a Isaac al país de


donde el patriarca había salido (Gn 24, 5-6) es un motivo que refleja con
claridad el ambiente postexílico para el que fue escrito el relato. En efecto, la
prohibición deja entrever la desastrosa situación socioeconómica de los
habitantes de Jerusalén en el postexilio, como reporta en el rollo de Esd-Ne,
sobre todo en Ne 1-2: Nehemías, bajo el impulso divino y con el apoyo y
mandato de la autoridad imperial persa, vuelve a Jerusalén para restaurar las
murallas y así terminar con la centenaria indefensión de la ciudad. En efecto,
desde la destrucción del 587 a. C., la ciudad se hizo muy insegura, lo que
provocó un flujo de emigración semiforzada de los judíos no exiliados que
incrementó las filas de los hebreos de la diáspora en el decurso de los siglos 33.
Además, este proceso se debe haber visto propulsado también por la pobreza
agrícola y ganadera de la comarca jerosolimitana, máxime si, de tanto en
tanto, era azotada por la sequía34.

 Estas dos observaciones nos enfrentan a las tesis que sitúan el origen del
Pentateuco en el postexilio, las cuales se alejan cada vez con mayor nitidez
y convicción de la hipótesis documental clásica35. Estas teorías están aún en
ciernes y requieren todavía de mucho afinamiento36. En efecto, los
especialistas están en búsqueda de algún paradigma que explique la
composición del Pentateuco y, en general, la formación del Antiguo
Testamento. Se impone, eso sí, una constatación: Israel puso por escrito
solo aquellas tradiciones que daban sentido a su existencia en una época
donde esto no solo fue materialmente posible, sino también necesario para
su subsistencia como nación. Materialmente fue posible escribir los grandes
segmentos del Pentateuco solo en la época del apogeo de los reinos hebreos
(hacia el siglo VIII y VII a. C.)37. Probablemente, de esta época provengan
los materiales más antiguos. Con todo, parece más seguro que el grueso de
la composición de las distintas tradiciones narrativas, legales, proféticas y
sapienciales contenidas en el Pentateuco y en el resto de la Biblia Hebrea
haya acaecido en época exílica y postexílica. En primer lugar, porque se
puede demostrar que en esa época las condiciones materiales del pueblo lo
permitieron con mayor facilidad. Piénsese, por ejemplo, en las cartas en
arameo y en hebreo pertenecientes a la colonia militar hebrea de Elefantina
en el Alto Nilo (actual Aswan), datadas precisamente en el período de la
dominación persa (siglos V y IV a. C.) y que testimonian el intercambio
epistolar entre dicha colonia y las autoridades de Jerusalén de aquella
época38. En segundo término, porque Israel necesitaba conservar su
identidad ante la pérdida de su territorio y de la monarquía, institución que
lo había cohesionado antes del colapso de Jerusalén en año el 587 a. C. Esta
necesidad vital ciertamente está detrás de la redacción del Pentateuco y de
la obra de no pocos profetas y otros escritos de la Biblia Hebrea. Esto no
significa, sin embargo, que en su composición no se hayan usado
importantes materiales preexílicos39.
 Por otra parte, la forma final del Pentateuco y, en general, del Antiguo
Testamento está vinculada con toda seguridad a la crisis cultural y religiosa
que la paulatina y sostenida helenización produjo en el pueblo elegido.
 En efecto, una forma de vida adecuada al helenismo lentamente se fue
imponiendo al pueblo hebreo creyente tanto en Palestina, como en la
diáspora, especialmente bajo la dominación de los imperios helenísticos
(333-63 a. C.), sobre todo, bajo el reinado seléucida (198-63 a. C.). Este
movimiento cultural y político suscitó la reacción nacionalista y religiosa de
importantes segmentos de la población hebrea en Palestina que concluyó
con la revuelta de los Macabeos, según se reporta en el primer libro de los
Macabeos (datado hacia el año 100 a. C.), cuyos relatos y fuentes son
rastreables también en las obras de Flavio Josefo40.
 Con lo dicho hasta aquí, podría quedar la impresión que se está postulando
una exégesis del Antiguo Testamento de corte exclusivamente histórica y
radicada en preocupaciones preponderantemente sociológicas y políticas.
¿Dónde queda la teología?, ¿corresponde solo a las ideologías que sustentan
los diversos proyectos históricos de los grupos sobrevivientes a la
hecatombe de la destrucción de los reinos hebreos en los siglos VII y VI a.
C., a saber, la teología deuteronomista de los ancianos, la teología
sacerdotal de los aaronitas, sadoquitas y levitas, y la teología sintética de las
dos corrientes teológicas anteriores expresadas en la Ley de la Santidad (Lv
17-26)?41, ¿deben ellas entenderse como parte de la superestructura que
explica performativamente la infraestructura que hemos llamado
subsistencia de Israel en el postexilio?
 Ciertamente, estas interrogantes extrapolan los términos del argumento. La
exégesis diacrónica actual en sus mejores expresiones no reduce la teología
de los textos a ideas fuerza, ya sustentadoras y/o constructivas de un orden
sociopolítico, ya subversivas del orden establecido. Con todo, un
reduccionismo de este cuño es siempre una amenaza que debe tenerse
presente. Pero tampoco debe negarse la dimensión social y política de las
ideas contenidas en los escritos del Pentateuco (y en general en toda la
Biblia).
 La teología del Pentateuco (y de todo el Antiguo Testamento) es histórica,
en términos más precisos, es histórico-salvífica. No se la puede aislar —
desnaturalizar— de la historia del pueblo creyente, que, debatiéndose «entre
el temor y la esperanza», toma conciencia de la elección divina
precisamente en la gesta histórica de su constitución y sobrevivencia como
pueblo42. Esta asunción de su elección se cristalizó especialmente en la hora
crucial del postexilio. En ese preciso período, las viejas tradiciones históricas
fueron leídas y reelaboradas por los ancianos y sacerdotes en clave de
pervivencia del pueblo como nación: Israel puede seguir existiendo, pese a
que no posee en la actualidad ni territorio ni soberano propios —los dos
elementos constitutivos de todo pueblo medioriental en la antigüedad— pues
en su origen no los poseía. De hecho, cuando comenzó a existir como pueblo
peregrinaba por el desierto, mucho antes de recibir y tomar en posesión la
tierra prometida. En aquella época remota Israel tampoco tenía monarca, su
rey era solo el Señor (Ex 15, 18), cuyo pacto había transformado a los
israelitas de un conglomerado de esclavos prófugos, en pueblo de su
propiedad:

3«Moisés subió al encuentro de Dios y el Señor lo llamó desde la


montaña: Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los
israelitas. 4Han visto lo que hice a los egipcios y cómo los puse a
ustedes sobre alas de águila y los traje a mí. 5Ahora, si realmente
 
desean obedecerme, guardarán mi alianza y serán mi especial
posesión entre los pueblos, pues toda la tierra es mía; 6serán para
mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las
palabras que debes decir a los israelitas» (Ex 19, 3-6).

 La teología del Pentateuco —o la sinfonía de teologías que se dan cita en él


— no está desvinculada de la historia, pues la historia es el escenario donde
Dios se ha revelado a Israel e Israel así lo ha percibido. Pero, al mismo
tiempo, el proyecto histórico del Israel postexílico se trasciende a sí mismo,
pues sus gestores comprenden que en la génesis del pueblo entra en juego
un actor sobrenatural, el Señor, que tiene un designio de plenitud humana y
social que va más allá de los estrechos cálculos de los que fraguan los
destinos de los pueblos. Esto era válido para ese entonces y continúa
siéndolo hasta ahora.
 Algo parecido sostenía G. von Rad43. Comparando Enuma Elish, célebre mito
cosmogónico babilónico, y el relato bíblico de los orígenes, el exégeta de
München hacía notar que el primero termina con la fundación de Babilonia,
la capital de un imperio y, por lo mismo, se autorrevela en el fondo como
una explicación justificante de un poder temporal. El segundo, en cambio,
desemboca en una explicación que se extiende al destino universal de la
humanidad, pues finaliza en la así llamada tabla de las naciones (Gn 10). En
ella, Israel no entiende su destino desvinculado del resto de los pueblos. La
particularización de la historia de los orígenes solo adviene con las
narraciones referidas a Abrahán, pero tampoco ellas resultan ser una
restricción de la dispensación del favor divino, sino, por el contrario, la
puesta en marcha con más decisión de un designio de salvación que
incumbirá a todos pueblos44.
 Hace algunos años leí el fantástico libro titulado «Oltre la Bibbia» de M.
Liverani45, en cuyo prefacio sintetiza magníficamente el sentido en que el
Pentateuco y en general todo el Antiguo Testamento es histórico. Lo es no
en cuanto «historia normal», sino en cuanto «historia inventada» de Israel.
 Según el autor, la «historia normal» de Israel no se encuentra en la Biblia,
pues el relato de la sucesión de acontecimientos de aquellos dos reinos
hebreos del área de Palestina en el bronce tardío, Israel y Judá, no son
rastreables en las páginas de las Sagradas Escrituras hebreas de modo
confiable desde el punto de vista de la ciencia histórica. Esto no quiere decir
que para la relación histórica el Antiguo Testamento no aporte datos
importantes, sino que ellos son limitados toda vez que mientras más se
retrocede en el tiempo se vuelven siempre más inseguros. Además, la
historia normal de Israel y Judá solo importa a los especialistas, que tal vez
podrían disponer de otros ejemplos incluso mejor documentados entre los
otros reinos que compartieron el escenario palestino en aquella época
lejana: Karkemish, Tiro o Gaza. Todos sujetos a la destrucción, deportación
y desculturación en manos de los imperios hegemónicos que se sucedieron:
Asiria primero y Babilonia después.
 La historia inventada de Israel, siempre siguiendo a Liverani, se encuentra
en la Biblia y es el relato histórico que el pueblo judío antiguo ha hecho de
sus orígenes para sustentar su existencia como nación. Una historia que
tiene que ver con la explicación de la tragedia nacional provocada por la
destrucción de Jerusalén y, con ella, la promesa divina sobre la que
descansaba el ideal patrio y religioso del reino de Judá fundado (o refun-
dado) por el rey Josías (cf. 2Sam 7, 6-18) y su pretensión de albergar bajo
su dominio a «todo Israel» (Dt 1, 1 cf. Gn 15, 18; Dt 1, 7; 11, 24; etc.).
Una historia que tiene que ver con la esperanza eminentemente postexílica
de basar la existencia de una nación, Israel, en las instituciones que
lograron sobrevivir o revivieron después de la hecatombe: el templo
reconstruido y la Ley (cuyas raíces naturalmente son preexílicas). Esta
historia es inventada en el sentido de que ha sido encontrada como
fundamento de aquel presente que los análisis histórico-críticos logran poner
a la luz con mayor o menor precisión.
 La historia inventada por el Israel exílico y postexílico interesa no solo a los
especialistas, sino también a un amplio número de estudiosos e, incluso al
gran público, pues está a la base de la fundación del judaísmo, religión que
ha «influido en el curso completo de la historia sucesiva a escala mundial»46.
Interesa particularmente a la teología cristiana en cuanto que le permite
darse cuenta cómo la comunidad creyente, de la que la Iglesia se siente
heredera y continuadora, ha percibido a Dios actuando y manifestando su
poder y misericordia en las vicisitudes de su existencia nacional como pueblo
elegido, pero no como destinatario exclusivo y excluyente de la bendición o
favor divino, como era lo acostumbrado en las religiones del mundo
medioriental antiguo, sino como instrumento de salvación de todas las
generaciones (Gn 12, 1-3; cf. Is 66, 18-24).
 ¡Y vaya paradoja! Israel solo capta esta misión cuando precisamente
experimenta su propia debilidad y ve amenazada su subsistencia como
pueblo por la destrucción de su Santuario, la pérdida de la libertad y del
propio territorio, y la imposición del duro exilio. Por eso, el desierto es el
escenario del origen de Israel como nación: fuera de la tierra prometida y
sin tener rey propio. Lo que asegura la existencia del pueblo elegido, por
tanto, es la alianza con el Señor —el verdadero rey de Israel—, que no solo
elige a los hebreos, sino que también les enseña el camino, la Torá, para
alcanzar la plena realización personal y comunitaria aún sin entrar jamás en
la tierra.
  
 NOTAS
1
       Cf. E. Zenger, Einleitung in das Alte Testament (Sttutgart 1995) 24-26.
[ Links ] A. Bentué, Dios y dioses (Santiago 2004) 141-160 explica el judaí
[ Links ]smo, aunque distingue entre judaísmo bíblico y judaísmo rabínico,
pienso que con una finalidad escolástica, subtitula sugestivamente
«Fidelidad a la Torah» (40-56) el acápite donde expone la génesis del
rabinismo hasta nuestros días, subrayando la continuidad en el interés por la
fidelidad a la Torá entre los rabinos de la época intertestamentaria y los
escribas que pusieron por escrito las principales tradiciones hebreas
antiguas. Es ese mismo el espíritu, claro está con acentuaciones diversas, el
que le dio la forma canónica a la Biblia Hebrea.
2
       Seguimos en particular la recepción de la teoría en J.-L.
Ska, Introducción a la lectura del Pentateuco. Claves para la interpretación
de los cinco primeros libros de la Biblia (Estella 2001) 23-31.         [ Links ]
3
       Por otra parte, la función canónica de la Torá es corroborada en el
Nuevo Testamento. En efecto, en él se hacen continuas referencias a la Ley
que Jesús actualiza con su enseñanza (Mt 5, 17-19), gestos (Mc 14, 22-25)
y sobre todo con su pasión y muerte (Jn 19, 30). Por lo demás, es claro que
en los escritos neotestamentarios se sigue la disposición hebrea de la Biblia,
así lo demuestra el uso del díptico «La Ley y los Profetas» (cf. Mt 5, 17; 7,
12; 22, 40; Lc 16, 16; Jn 1, 45; Hch 13, 15; 24, 14; 28, 23; Rm 3, 21) y del
menos común tríptico «La Ley, los Profetas y los Salmos» (Lc 24, 44).
Además, es particularmente sugerente que estas expresiones aparezcan casi
siempre en boca de Jesús.
4
       Cf. la recepción de la teoría en J.-L. Ska, Introducción, 23-31.
5
       Son muchos los textos proféticos donde claramente la profecía se
revela como la actualización de la Ley. Cf., p. ej., 1Re 2, 1-4; 2Re 21, 8-12;
Am 2, 4-8; Is 42, 20-25; Jr 6, 19-23; Ez 22, 26-31.
6
       Numerosos pasajes de los «Otros escritos» remarcan el valor que tiene
la Torá como orientadora indispensable de la conducta humana. Cf., p. ej.,
Dn 9, 9-13; Ne 1, 7-11; Ne 10, 28-30; Sl 40, 7-11; Sl 89, 28-33; Pr 28, 4-
9.
7
       S.D. Beeson, «Historiography Ancient and Modern: Fact and Fiction» en
G.J. Brooke - T. Römer, Ancient and Modern Scriptural Historiography.
L'Historìographie biblique ancienne et modern (Leuven 2007) 3-12,
[ Links ] 9: «Texts tell us most about their time of autorship, rather than of
the time they describe». Esto porque la historiografía es siempre subjetiva
ya que es el relato continuo que un autor hace hilvanando una serie de
hechos históricos en una concatenación. En ella hay siempre algo de ficción,
pues involucra un proceso de selección de datos según sean los intereses y
puntos de vista de aquel autor. S.D. Beeson, Historiography, 11 concluye:
«If all historiography is ideology, then "historians of Israel" ought first to be
students of the ideologies it has engendered, before they then proceed to
contribute from position of their own ideologies to the array of the
ideological fictional readings of the past».
8
       Según la visión consagrada en la Constitución dogmática sobre la
Divina Revelación, Dei Verbum, del Concilio Vaticano II.
9
       Partimos de la base que la ciencia histórica es capaz de normalizar el
estudio de la historia de Israel, usando de las mismas herramientas que se
usan para el estudio histórico de cualquier pueblo antiguo. En este tema
iluminan bastante los siguientes artículos: el antes citado S.D.
Beeson, Historiography, 3-12 y dos artículos que aparecen en el mismo
volumen P.R. Davies, «Another Country? Biblical Texts and the Past» en G.
J. Brooke - T. Römer, Ancient and Modern, 13-24 y W W Keith,
[ Links ] «The Poetic of the History of Israel: Shaping Palestinian History» en
G.J. Brooke - T. Römer, Ancient and Modern, 26-45.         [ Links ]
10
       Dos ejemplos: I. Finkelstein - N.A. Silberman, The Bible Unearthed.
Archaelogy's New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred
Texts (New York 2001) = La Biblia desenterrada. Una nueva visión
arqueológica del antiguo Israely de los orígenes de sus textos
sagrados (Madrid 2005) y M.         [ Links ] Liverani, Oltre la Bibbia. Storia
antica di Israele (Roma - Bari 2003) = Más allá de la Biblia. Historia antigua
de Israel (Barcelona 2005).         [ Links ]
11
       P. R. Davies, Another Country? plantea que la ya clásica distinción
entre historiografía e historia (story), propia de la ciencia histórica moderna,
debe ser relativizada, pues no es exacto que, pese a la pasión por los
hechos (facts), un relato historiográfico actual goce de un alto nivel de
historicidad, en comparación con las historias narradas en el Antiguo
Testamento. Hay varias maneras de contar el pasado según sean los
intereses del autor o grupo que él representa.
12
       Podría objetarse quizás que en la literatura antigua, con mayor razón
en las obras de carácter popular, el autor es generalmente anónimo y,
además, los textos recogen tradiciones orales, que hunden sus raíces en una
transmisión inmemorial. Por lo tanto, sería imposible conocer al escritor de
un texto antiguo y, con mayor razón, descubrir su intención al escribirlo.
Con todo, durante el siglo XX, los estudios de la tradición oral y del folclore
han demostrado que, del mero hecho de la presencia de una serie de
motivos tradicionales en un texto antiguo, no puede deducirse que tales
motivos sean necesariamente el resultado de la puesta por escrito de
tradiciones orales cuidadosamente memorizadas. Al contrario, una tradición
puede sufrir toda clase de modificaciones, tanto de forma como de
contenido. En cualquier etapa de su transmisión una tradición puede
incorporar, p. ej., diversos patrones folclóricos. La explicación de este
fenómeno es sencilla: la transmisión de una tradición es siempre creativa, es
decir, reinterpreta, reactualiza su mensaje según las nuevas necesidades de
la comunidad. Para la aplicación de estas investigaciones a los estudios
bíblicos, sobre todo veterotestamentarios, resulta muy iluminador P.G.
Kirkpatrick, «The Old Testament and Folklore Study», JSOTSS 62 (Sheffield
1986).
13
       Cf. R. Alter. «Biblical Type-Scenes and the Uses of Conventio» en ibíd.,
The Art of Biblical Narrative (New York 1981) 47-62;         [ Links ] J.G.
Williams, «The Beautiful and the Barren: Conventions in Biblical Type-
Scenes», JSOT 17 (1980) 107-119, especialmente 109;         [ Links ] ibid.,
Women Recounted: Narrative Thinking and the God of Israel (Sheffield
1982) 45-46.         [ Links ] También respecto de Ex 2, 15-22 en J.-L. Ska,
«La scena típica dell'in-contro presso il pozzo» en ibíd., Esodo 1-4. Iprimi
Quattro capitol dell'Esodo nel loro contesto. Ad usum privatum alumnorum
PIB (Roma 1997-1998) 82-84;         [ Links ] respecto de Jn 4 (Jesús y la
samaritana) en J.-L. Ska, «Gesú e la samaritana (Gv 4). Utilità dell'Antico
Testamento» en ibíd., La strada e la casa. Itinerari biblici (Bologna 2001)
195-208.         [ Links ]
14
       Cf. Jn 4, 1-2 y también 1Sam 9, 11; 1Re 17, 10.
15
       La narración tiene una trama bastante compleja. El matrimonio de
Jacob y Raquel se entreteje con el enlace del patriarca con Lía, hermana
mayor de Raquel, producto del engaño de Labán, padre de ambas chicas, y
el nacimiento de los numerosos hijos de Jacob con Lía y con las esclavas
Zilpá, perteneciente a Lía, y Bilhá, propiedad de Raquel (Gn 29, 1-30, 24).
16
       Para un análisis de Ex 2, 15b-22 cf. J.-L. Ska, «La scena típica» 82-84.
17
       La prohibición en cuestión también está supuesta en Gn 29, pues en
Gn 28, 1-6 Isaac ordena explícitamente a Jacob ir a Mesopotamia en busca
de esposa entre las hijas de sus parientes y le prohíbe tomar mujer de entre
las cananeas. De hecho, esto último es lo que Isaac y Rebeca reprochaban a
Esaú (Gn 27, 46; 28, 6). En Ex 2, en cambio, este elemento es contrastado,
pues el protagonista, hebreo de cepa sacerdotal por ambos costados (Ex 2,
1), contrae matrimonio con una extranjera, aunque también de raigambre
sacerdotal (cf. Ex 18, 10-12).
18
       Así como Gn 29 se refiere a hechos datables un siglo más tarde y Ex 2,
hacia el 1200 a. C.
19
       I. Finkelstein — N.A. Silberman, The Bible Unearthed, 37. Aunque
corrientes conservadoras tratan de contrarrestar este argumento, cf.
Personal de A.P. — E. Lyons, «Camellos y redacción del Génesis»
en http://espanol.apologeticspress.org/espanol/articulos/2938, con
bibliografía.         [ Links ]
20
       La palabra camello aparece 17x en Gn 24. Es significativo que
aparezca 2x en Gn 31, 17. 34, donde se afirma que Jacob monta a sus
mujeres en camellos. Esta última narración está directamente relacionado
con Gn 29 // Gn 24.
21
       Para un buen resumen de la historia de la investigación cf. G.J.
Wenham, Genesis 1650 (Dallas 1994) 137-140.         [ Links ] Los cultores
de la hipótesis documental asignaban Gn 24 al yavista. Algunos autores
sostenían que era producto principalmente de la fusión de dos recepciones
yavistas de la misma tradición (cf. H. Gunkel, Genesis (Atlanta 1997) 241-
249 = Gottingen3 1910). Otros biblistas lo asignaban al yavista y las
tensiones que percibían en él las atribuían a inserciones menores o
ampliaciones parciales del mismo yavista [es la postura de M. Noth, una
excelente síntesis cf. A.F. Campbell — M.A. O'Brien, Sources of the
Pentateuch. Texts, Introductions, Annotations (Minneapolis 1993) 105-108]
[ Links ]. A medio camino entre las dos posturas aludidas se encuentran
algunos autores que sostienen que Gn 24 es yavista pero reciente. Plantean
dos posibilidades: o el relato ha sido reelaborado totalmente en época tardía
(cf. C. Westermann, Genesis 12-36. A commentary (London 1985) 383-384
= Neukirchen-Vluyn 1981) o el ya vista es un autor derechamente tardío [cf.
J. Van Seters, Abraham and Tradition (New Haven 1975) por citar una de
sus obras más antiguas].
22
       Seguimos solo con alguna leve variación y complemento la reflexión de
A. Rofé, «An Inquiry into Betrothal of Rebekah» en Die Hebräische Bibel und
ihre zweiifache Nachgeschichte (Fs. R. Rendtorf), (Neukirchen-Vluyn 1990)
27-39,         [ Links ] condensada en ibíd., «Introduzione ai libri storici della
Bibbia ebraica. Appunti ad uso degli studenti», PIB (Roma 2000-2001) 83-
86,         [ Links ] que hemos sintetizado y vertido al castellano con ciertas
variaciones y complementos. Aún más sucinto se puede encontrar también
en ibíd., La composizione del Pentateuco (Bologna 1999) 99-100 =
Jerusalem 1994 (en hebreo moderno).
23
       Por ejemplo, G.J. Wenham, Genesis 16-50, 139 reconoce que son
«innegables» las similitudes lingüísticas que A. Rofé señala entre Gn 24, por
una parte, y textos tardíos del AT y relatos rabínicos, por otra, pero al
mismo tiempo les resta todo valor pues parte del principio contrario al que
está detrás del razonamiento del exegeta jerosoli-mitano, esto es, es más
fácil suponer que escribas posteriores (Esd, Ne, etc.) usaron una
terminología antigua y evocaron viejas costumbres, que sostener que estas
ideas fueron inventadas en el postexilio. A mi juicio, esta afirmación adolece
de una petición de principios: ¿qué seguridad hay que la terminología de Gn
24 o las costumbres que relata sean antiguas? G.J. Wenham trata de
demostrarlo recurriendo al análisis de F. García López, «Del 'Vahwista" al
"Deuteronomista": Estudio Crítico de Gn 24», RB (1980) 242-273. 350-393.
514-559 que establece afinidades lingü         [ Links ]ísticas con textos
reconocidamente yavistas, que juzga antiguos (entre el siglo IX y VII a. C.)
y ciertas expansiones de vocabulario E o D y añadidos posteriores de la
escuela deuterono-mista. Es evidente, el juicio de ambos autores depende
de una teoría que hoy solo pocos se empecinan en defender contra la
evidencia que demuestra que los estratos más antiguos del Pentateuco —
preexílicos— eran fragmentarios. Cf. J.-L. Ska, «Los materiales preexílicos
del Pentateuco» en ibíd, Introducción, 275-293.
24
       Cf., p. ej., 2Cr 36, 23; Esd 1, 2; 5, 1-12; 6, 9-10; 7, 12. 21. 23; Ne 1,
4-5; 2, 4. 20; Dn 2, 18-19. 37. 44; 5, 23. Expresiones similares se
encuentran también en los libros deuterocanónicos griegos Tobías y Judit.
25
       Cf. Gn 2, 5; 19, 4; Ex 9, 30; 12, 34; Nm 11, 33; etc.
26
       En este argumento nos distanciamos del profesor Rofé y seguimos más
de cerca la fuente que él cita: J. Collins, «Marriage, Divorce and Family in
Second Temple Judaism» en L.G. Perdue y otros. Families in Ancient
Israel (Louisville 1997) 113-115.         [ Links ]
27
       Cf. Ex 22, 16-17; cf. también 1Sam 18, 25; 1Re 9, 5.
28
       Cf. b. Ketub 82b, citado y explicado en J. Collins, «Marriage», 113-
115.
29
       Cf., por ejemplo, el motivo del ángel protector en Dn 3, 19; 6, 22; Tb
5, 4.13; 6, 19.
30
       Cf., por ejemplo, Tobit y Sara oran separadamente al Señor en la
desgracia que los aflige (Tb 3, 2-6 y 3, 11-15, respectivamente). Luego se
realiza su maravillosa liberación por la intervención de Tobías y con la ayuda
de Rafael, el ángel protector (Tb 4-10), durante la cual Sara y Tobías
suplican al Señor su favor (Tb 8, 5-8). Finalmente, los sanados agradecen al
Señor su intervención milagrosa (Tobit en Tb 11, 14-15; Tobías y Sarra en
Tb 13).
31
       A. Rofé, Introduzione aiHbri storici, 85-86 las puntualiza con toda
claridad: «Cosa vuole insegnare questa storia? Un duplice messaggio: 1)
non dare in moglie a Isacco una donna tra le figlie dei Cananei; è quindi
contrario ai matrimoni misti e questo è com-prensibile sullo sfondo di Esd 8-
10 e di Ne 13; 2) la proibizione con cui Abramo vietava severamente al
servo di non fare tornare Isacco nel paese di origine. Anche questo motivo è
facilmente comprensibile. Come abbiamo visto nel libro delle Cr, i Giudei,
dopo la restaurazione temevano fortemente che il loro paese passasse nelle
mani di altri popoli (cfr 2Cr 20: la preghiera di Giosafat). In effetti, la povera
e mon-tagnosa Giudea non poteva alimentare gran parte della sua
popolazione (special-mente negli anni di siccità) per cui molti
abbandonavano la Giudea, attraversavano la pianura, e passavano in Egitto
oppure in Siria e poi in Cappadocia e da qui in Asia Minore. A questa
situazione si riferisce il divieto di Abramo al servo: "non farai tornare mio
figlio colà».
32
       Algunos exegetas señalan que los así tildados «pueblos de la tierra» en
el rollo de Esd-Ne corresponden a los hebreos que no habían sido exiliados a
Babilonia y que permanecieron en Palestina durante el destierro de sus
hermanos. En Esd 9, 1 son identificados con una serie de pueblos:
cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, los enemigos
históricos de Israel, los cuales son enumerados casi idénticamente en no
pocos textos del Pentateuco (p. ej., Ex 3, 8.17; 13, 5 Nm 13, 29; Dt 7, 1;
20, 17) y que corresponden a los habitantes de la tierra prometida, que
serán desheredados cuando Israel tome posesión de ella. Cf. B.
Schramm, The Opponents of Third Isaiah. Reconstructing the Cultic History
of the Restoration (Sheffield 1995) 53-64;         [ Links ] J.L.
Ska, Introducción, 218-219.
33
       La aprensión se detecta también en Gn 26, 2: el Señor ordena que
Isaac no descienda de Palestina a pesar de la gran carestía que ese
territorio padece producto de la sequía. Muy probablemente, en el postexilio,
el autor del relato quiere revertir la emigración de los hebreos que han
engrosado las populosas comunidades hebreas de la diáspora.
34
       Para una descripción del clima semiárido de Palestina cf., p. ej., J.A.
Soggin, Storia d'Israel (Brescia 1984) 27-29.
35
       Una descripción detallada de la gestación, desarrollo y declive de
hipótesis documental clásica J.-L. Ska, «La exégesis del Pentateuco. Historia
de la investigación desde la antigüedad hasta 1970» en
ibíd., Introducción, 135-174 e ibíd., «Los desarrollos recientes en la
exégesis del Pentateuco» en ibíd., Introducción, 175-224.
36
       Los estudios diacrónicos tradicionales, en cambio, señalaban una
historia de composición de los libros veterotestamentarios que emanaba
principalmente de la hipótesis documental, cuya expresión clásica se alcanzó
en las obras de Julius Wellhausen a finales del siglo XIX (aquí sintetizamos
la descripción del profesor J.-L. Ska cf. nota anterior). Esta hipótesis explica
la composición del Pentateuco como una fusión de cuatro documentos
independientes, completos y sucesivos: El Yavista (J) habría sido escrito en
el sur durante el siglo IX a. C. (apogeo de la monarquía davídico-salomóni-
ca); el Elohísta (E), escrito aproximadamente un siglo después, en el reino
del Norte e influido por los primeros profetas (siglo VIII a. C.); el
Deuteronomio (D), que, en su núcleo más antiguo, se remontaría a la
reforma de Josías en el año 622 a. C. y, por último, el Sacerdotal (P), una
obra exílica o postexñica vinculada a la empresa de reconstrucción del
templo de Jerusalén. El Pentateuco en su forma actual habría sido
compuesto, con toda probabilidad, en la época del segundo templo, y
muchos relacionan su redacción final con la reforma de Esdras (cf. Ne 8-12).
El resto del AT se dató siguiendo los mismos principios. Después de alcanzar
la forma clásica no se hicieron sino retoques y matizaciones a la teoría. Ella
encontró además escasos detractores, los cuales carecieron de resonancia
relevante en el ambiente académico. El esquema de la hipótesis
documentaria clásica y su ampliación a todo el Antiguo Testamento, claro
está que con matizaciones, disquisiciones o precisiones llevadas casi al
infinito en los detalles, fue mantenido casi como un verdadero dogma hasta
no hace mucho en los ambientes académicos —y en no pocos centros de
estudio sigue hasta hoy vigente—, pero como el monstruo de la mítica visión
de Daniel descansaba sobre pies de barro (Dn 2, 33-34) y fácilmente se
desplomó. Su debilidad radicaba en que se atañía casi exclusivamente a los
datos bíblicos que, además, debía forzar para hacerlos calzar todos en una
misma parrilla argumentativa. La arqueología ha demostrado que varios de
los presupuestos en que se apoyaba esta teoría eran muy débiles. Así, por
ejemplo, los testimonios de cultura material, que las excavaciones en los
sitios hebreos de Palestina han arrojado, tienden a negar la posibilidad de la
existencia de una edad de oro de la literatura bajo los reinados de David y
de Salomón en una supuesta floreciente escribanía de corte. Muy
rudimentarios debieron ser los reinados del caudillo de Belén y su hijo,
imposible que tuvieran los medios materiales para dedicar el personal
necesario a una escribanía que les permitiera tener un desarrollo cultural y
literario como el que la hipótesis documental clásica postulaba. De aquella
época, a lo más, se podría pretender la existencia de inscripciones rupestres
o escritura sobre fragmentos cerámicos (óstraca). Pero las inconsistencias
no son solo materiales, sino también en cuanto a las ideas. Por ejemplo, una
de las insistencias de la supuesta Historia Sagrada Yavista es la realización
de las promesas divinas de la bendición de todas las naciones a través de
Israel (Abraham: Gn 12, 1-3). Esta idea parece suponer un desarrollo
teológico universalista propio de los profetas de época exílica como Jeremías
(Jr 4, 2) y el segundo Isaías (Is 56, 1-8). Por estas razones, desde 1970
hasta ahora la hipótesis documental clásica se ha ido desmoronando,
salvándose solo algunos de sus elementos, aquellos cuya prueba está
fundada en datos controlables. Los dos más significativos son los siguientes:
1) la datación exílica del Deuteronomio y su vinculación con el libro del
profeta Jeremías; 2) la datación exílica y/o postexílica de los textos
sacerdotales, incluido el libro del Levítico, y su vinculación con el libro del
profeta Ezequiel.
37
       Cf. J.-L. Ska, Introducción, 238-239. Vale la pena estudiar las fuentes
extrabíblicas que nos hablan del inicio del desarrollo cultural y político del
reino de Israel en el siglo IX a. C., como la estela de Meshá que da cuenta
del poderío de Omrí y su dinastía; cf. A. Dearman, Studies in the Mesha
Inscription and Moab (Atlanta 1989);         [ Links ] ibíd., «Mesha Stela» en
D.N. Freedman, Anchor Bible Dictionary (Doubleday 1992) 4708-4709.
[ Links ]
38
       Cf. J.M. Lindenberger, Ancient Aramaic and Hebrew Letters (Atlanta
1994);         [ Links ] B. Porter, The Elephantine Papyri in English. Three
Milennia of Cross-Cultural Continuity and Change (Leiden 1996).
[ Links ]
39
       P. ej., para los elementos preexílicos del Pentateuco cf. J.-L. Ska, «Los
materiales preexílicos del Pentateuco» en ibíd, Introducción, 275-293.
40
       Cf. 1Mac 16, 23-24 y la nota de la Biblia de Jerusalén al v. 24.
41
       Cf. J.-L. Ska, «Puntos firmes para la interpretación: tres códigos; tres
teologías; la última redacción» en ibíd, Introducción, 255-260, espec. 258-
260.
42
       Cf. A. Meis, «III. Formas histórico-salvíficas de la autocomunicación de
Dios» en ibíd., Antropología Teológica. Acercamientos a la paradoja del
hombre (Santiago 1997) 154-158,         [ Links ] donde resulta sugerente la
presentación que la autora hace de las distintas fases en que Israel va
tomando conciencia de que «debe su existencia a la autocomunicación de
Dios».
43
       Cf. G. von Rad, «Palabra de Dios e historia en el Antiguo Testamento»
en ibíd., La acción de Dios en Israel, 173-195.         [ Links ]
44
       J.-L. Ska, Introducción, 166-167, especialmente la nota 92 señala que
en Gn 12, 3: «Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te
maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra», algunos
autores, siguiendo a G. von Rad, interpretan este pasaje como la expresión
del destino universal de la salvación y la particular misión de Israel en ese
destino. Con todo, siempre siguiendo al exegeta belga, esta interpretación
no se condice con el sentido literal del texto, que debe interpretarse como
una invocación o alabanza que todas las naciones harán respecto de la
fidelidad de Abrahán. Pese a esta interesante clarificación, no se puede
obviar que la misión de Israel en relación a la salvación de la humanidad
entera está fundada en varios textos del Antiguo Testamento (cf. Is 66, 18-
24; Rut; Jonás, Ml 1, 11, etc.) y es asumida por el NT (cf., p. ej., Mt 8, 11;
Mt 24, 31; Hch 3, 21, etc.).

 La perfecta creación de Dios


 Para conocer y amar a Dios con todo nuestro corazón es
importante leer la Sagrada Escritura.

Por: Pedro Mira | Fuente: https://catolicosconaccion.com


 “¿Quién soy yo?, ¿de dónde proviene el ser humano?, ¿qué es la vida?”
 En el artículo anterior iniciamos un apasionante viaje por la biblia, por el conjunto de
libros que los cristianos consideramos como “la palabra de Dios”; ubicándonos en el
libro del Génesis, específicamente en el relato de la creación.
 Cabe destacar que la biblia, como palabra de Dios, no es un libro de fábulas, de
historias maravillosas y hasta increíbles, mucho menos es para la entretención, ni para
explicarnos aspectos científicos, entre otras cosas. La Biblia, o Sagradas Escrituras es
el conjunto de libros compilados por inspiración del Espíritu Santo, en la cual Dios nos
habla de Él mismo, de los hombres, y de como Él se relaciona con ellos a lo largo de la
historia. Por ende, cuando nos referimos a los relatos de la creación, Dios tiene como
propósito instruirnos en la verdad, el amor y en la vida espiritual a través de un lenguaje
asequible, con la finalidad que todo ser humano pueda reconocer su maravilloso poder,
que tiene por centro su esencia, el AMOR.
 Hay que recordar que Dios no habla como nosotros, con el sonido de la boca o con
gestos corporales; Dios nos habla y se comunica con nosotros de diversas maneras:
Por medio de nuestra propia conciencia, por medio de otras personas, por medio de la
Iglesia, por medio de la oración, por medio de su Palabra y de muchas otras maneras.
Por tal motivo, he decidido hablar de la creación en 2 partes; para que logremos
reconocer que Dios nos habla hasta en los relatos que nos sabemos de memoria y que
muy probablemente los hemos venido escuchando desde muy pequeños.
 Con propiedad puedo asegurar que los relatos de la creación son la respuesta que
encontró el pueblo de Israel a sus interrogantes, y que dicho sea de paso, el hombre
actual las sigue teniendo. ¿Quién soy yo?, ¿de dónde proviene el ser humano?, ¿qué es
la vida?, etc.

 Como dije en el artículo anterior, publicado tiempo atrás, no pretendo entrar en


aspectos teológicos, porque la finalidad de este artículo es descubrir las enseñanzas
que se encuentran en los relatos de la creación, para saber qué es lo que Dios nos
quiere dar a entender por medio de ellos.
 Ahora bien, entrando en cuestión, una de las interrogantes más frecuentes acerca de
los relatos de la creación es preguntarse ¿por qué dos historias? A continuación
responderé esta interrogante de la manera más sencilla posible y sin entrar en mucho
debate teológico para que podamos pasar a la sustancia del texto bíblico.
 El libro del Génesis fue escrito entre los siglos X y IV a.C. y durante su redacción fue
“modificado” por cuatro tradiciones, de acuerdo a las situaciones particulares que vivía
Israel durante ese lapso de tiempo, con la finalidad de dar respuestas a los
acontecimientos e interrogantes del pueblo desde la óptica de la fe. Estas tradiciones
son: Yahvista (porque llaman a Dios, Yahvé), Elohista (llaman a Dios, Elohím),
deuterocanónica y finalmente, la tradición sacerdotal.
 El primer relato es de la tradición sacerdotal, se presenta como un poema litúrgico, una
especie de canto, himno o credo, es una narración muy bien organizada, lo cual
respalda la teoría que era básico en alguna celebración religiosa.
 El segundo relato curiosamente, es más antiguo que el primero, procede de la tradición
Yahvista, y probablemente fue redactado en tiempos del Rey Salomón. Este relato de la
creación es más informal que el primero, menos ordenado, por consiguiente presenta
un lenguaje más popular, pintoresco y familiar. Este relato también, presenta a un Dios
que tiene un trato más amigable y cercano con su máxima creación, el hombre.

 Reportar anuncios inapropiados | 

 A continuación pasaremos a desglosar los versículos del texto y poder sacar las
enseñanzas que nos deja el segundo relato de la creación (Gn 2, 4- 25).
 – Gn 2, 4- 6: Lo primero que podemos identificar en este texto es que, Dios posee un
nombre, Yahvé; esto complementa lo que mencionábamos acerca de las tradiciones
presentes en la redacción del Antiguo Testamento, específicamente el Pentateuco (5
primeros libros de la biblia).  Contrario a lo que dice el primer relato de la creación, este
nos presenta un lugar seco antes que todo fuera creado, en el capítulo anterior se narra
que el espíritu de Dios se movía sobre las aguas.
 La enseñanza que podemos sacar del texto es que Dios efectivamente es el que
infunde la vida, porque al hablar del agua en forma de lluvia que hace brotar la vida, los
arbustos, las plantas; el autor sagrado pretende reafirmar que el don de la vida es dado
por Dios, lo interesante del relato es que muestra al hombre como colaborador de la
vida. Dios hace llover, crea los manantiales, pero el hombre riega sus cultivos.
Podemos afirmar que este relato presenta al hombre como un ser con capacidad de
decisión, con libertad para poder cultivar, de poder llevar el agua adonde le plazca, el
hombre es cooperador con la creación, contribuye en la formación de la vida que Dios
regala. En este texto no vemos al hombre sometido por Dios y a sus reglas, en
contraposición con lo que en la actualidad se pretende dar entender acerca de estos
hermosos textos, para desacreditar tanto a Dios como la creencia religiosa.
 – Gn 2, 7: Este versículo nos narra de manera diferente la creación del hombre con
respecto a la lectura anterior. En el relato del capítulo 1, no dice como Dios crea al
hombre, en cambio, este narra que toma polvo de la tierra y a partir de ahí lo ha forma.
El pasaje pretende dar a enseñar que el ser humano posee una naturaleza corporal, por
esa razón Dios toma polvo de la tierra, el polvo es el símbolo de nuestra naturaleza
corporal, es con el que el escritor sagrado pretende demostrar que efectivamente
somos materia. Pero, inmediatamente que Dios forma al ser humano del polvo de la
tierra, insufla (sopla) en sus narices el aliento de vida, lo que quiere dar a entender el
texto es que, además de tener una naturaleza corporal, también poseemos una
espiritual. Entonces podemos decir que un individuo está dotado de una naturaleza
corporal y de una naturaleza espiritual, por la primera somos imagen de Dios, ya que él
nos pensó así; y por la segunda, somos semejanza de Dios, porque él no es un ser
corpóreo, es un ser espiritual (1)
 Por otro lado, analizando un poco más en este verso, específicamente cuando Dios
“sopla” el aliento de vida. Nadie sabe en qué momento específico recibimos este soplo
de vida, dice Eclesiastés 11, 5: “Tú no sabes por dónde llegó el espíritu al niño en el
vientre de la mujer embarazada: otro tanto ignoras la obra de Dios tomada en su
conjunto”.
 Biológicamente la vida inicia con la fecundación del óvulo por parte del
espermatozoide, tenemos certeza de la parte corporal, pero el momento exacto de la
parte espiritual la ignoramos, por tal Iglesia defiende la vida desde el vientre de la
Madre, porque al privar a un feto de la vida, estamos rechazando ese “soplo de vida que
Dios infunde en el ser humano, con el que somos imagen y semejanza de Dios, dotados
de una dignidad humana desde el mismo instante de la concepción. Esta dignidad
humana es infinitamente superior a los hechos o situaciones previas a la fecundación;
porque la vida del ser humano está ligada a su misma dignidad.
 – Gn 2, 8- 9: Estos versículos nos enseñan que la perfección de Dios ha llegado a tal
grado, que toda la naturaleza cuenta con una armonía excepcional, y el ser humano,
está insertado en este mundo sutilmente armónico. Lo realmente cautivante es lo que
está en el medio del jardín, “el árbol de la vida” y “el árbol de la ciencia del bien y del
mal”; en la mente del autor sagrado, el árbol de la vida es un símbolo del don de
inmortalidad que Dios había conferido al primer hombre, y el árbol de la ciencia del bien
y del mal, el símbolo de la línea divisoria de la ley moral entre el bien y el mal. De hecho,
Adán y Eva, al tomar de la fruta de este árbol, conocieron prácticamente la distinción
entre el bien y el mal; de ahí el nombre que le aplica el escritor de árbol de la ciencia del
bien y del mal. (2)
 – Gn 2, 10- 17: Los versículos 10 al 14 son una interpretación de la ubicación adonde el
autor sagrado suponía que el jardín del edén había estado ubicado, probablemente era
un área en la que él consideraba que se daban las condiciones idóneas para que el
jardín del edén estuviese en tal latitud.
 Al llegar a los verso 15 y 16, nos damos cuenta que al hombre Dios le concede dominio,
autoridad y responsabilidad sobre todo lo creado; es decir, retomamos el concepto de
jurisdicción que hablamos en el artículo anterior con el que autor sagrado refleja la
supremacía del hombre como creación de Dios, y las responsabilidades que se derivan
de esta supremacía. Dentro de las responsabilidades que Dios dejó al hombre
sobresale la obediencia total al creador, pero esta obediencia no es impositiva, sino
espera del hombre un actuar libre, recto; como aquel que se mantiene en fidelidad a
quien ama por sobre todas las cosas. “Pero al mismo tiempo, el hombre debe
someterse a la voluntad de Dios, que le pone límites en el uso y dominio de las cosas
(cf. Gn 2,16 s.), a la par que le promete la inmortalidad (cf. Gn 2,9 Sg 2,23). El hombre,
pues, al ser imagen de Dios, tiene una verdadera afinidad con El. Según esta enseñanza,
el desarrollo no puede consistir solamente en el uso, dominio y posesión
indiscriminada de las cosas creadas y de los productos de la industria humana, sino
más bien en subordinar la posesión, el dominio y el uso a la semejanza divina del
hombre y a su vocación a la inmortalidad”. (3)
 – Gn 2, 18- 24: Este versículo por demás interesante narra desde otra perspectiva la
creación; pero principalmente, lo que el autor pretende enseñar no es más que la
sociabilidad del hombre. Según el relato, Dios creó a todos los animales para que el
hombre no estuviera “solo” y al ver que estos seres no eran la compañía perfecta, crea
a la mujer de la costilla del hombre.
 El hombre aparentemente tenía todo para ser feliz; sin embargo, hacía falta algo,
alguien que poseyera su misma dignidad humana, su misma naturaleza corpórea, y
este ser no podía ser otro que la mujer. Al crear a la mujer, Dios crea un complemento,
tanto a nivel anatómico, psicológico y espiritual; es por tal motivo que la Iglesia
defiende el matrimonio tradicional, porque Dios en su plan amoroso dotó al hombre con
la capacidad de amar y de manera peculiar, como lo es el amor conyugal. Este amor es
tan fuerte, tan especial que el hombre y la mujer rompen la cotidianidad de su vida para
unirse y así formar una nueva familia, continuando con el ciclo de amor, contribuyendo
en la creación, utilizando la jurisdicción, la autoridad y la responsabilidad que Dios le ha
dado al hombre. Dice Mt 19, 4- 5: “Jesús respondió: “¿No han leído que el Creador al
principio los hizo hombre y mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se
unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne?”
 Con la cita de Mateo, podemos comprobar como Jesús da vigencia a un texto tan
antiguo y a vez refuerza que el hombre está llamado a vivir en comunión de una manera
singular como lo es el matrimonio, lo cual es algo bueno y querido por Dios.
 No vale la pena entrar en el debate sobre la veracidad de la narración, es decir, intentar
descubrir quien fue primero, el hombre o la mujer. Lo que realmente importa es
discernir qué el hombre y la mujer fueron dotados de la misma dignidad (significado de
la costilla), y que por tener la misma dignidad ambos son seres complementarios, y al
descubrir esta complementariedad, ambos están llamados a vivir en la unidad como
Dios vive en la unidad (misterio de la Trinidad), porque ambos fueron creados a imagen
y semejanza de Dios.
 – Gn 2, 25: El segundo relato de la creación concluye narrando que tanto el hombre
como la mujer estaban desnudos y que no había pena entre ellos. Este texto lo que
pretende mostrar es que, Dios creó al ser humano bueno y perfecto, sin corrupción, un
ser libre de mancha, puro, totalmente libre de cualquier atadura. Ese es el significado de
la desnudez que narra la biblia. El autor utiliza la desnudez corporal, para referirse al
mismo tiempo a un aspecto espiritual; es decir, el ser humano se mostraba tal cual era
ante su similar y ante Dios. Por eso la importancia de aspectos tan poco valorados hoy
en día como la virginidad, la castidad, la exclusividad de las relaciones sexuales para el
matrimonio, la fidelidad, etc. Al vivir estos aspectos no solo cumplimos el plan de Dios
sino que nos revestimos de ese ser humano bueno y en busca de la perfección, capaz
de edificar su espíritu. Solo al vivir estos aspectos Dios alcanza a observar un poco de
ese ser humano que un día creó, que lucha por regresar a él, y que da su esfuerzo por
serle agradable y cumplir su voluntad; porque la desnudez que narra este versículo es la
pureza con la Dios nos dotó en un inicio, y a la cual estamos llamados a regresar al
hacer operante en nosotros el plan de salvación en su Hijo, Jesús.
 Habiendo terminado de sacar “algunas enseñanzas” de este segundo relato de la
creación, dejo una invitación para que puedas formar el hábito de leer las sagradas
escrituras; porque al leer las sagradas escrituras no solo lees la historia de la
salvación,  también aprendes sobre Dios, sobre su pedagogía,  encuentras respuestas a
las interrogantes más profundas del ser humano. Ten presente que no puedes amar a
quien no conoces y la manera de conocer a Dios es mediante la lectura de la palabra.
Pero también, no puedes amar con quien no hablas, y la oración es el único medio para
hablar con Dios.
 En conclusión, ¿Quieres amar a Dios por sobre todas las cosas? Lee su palabra y ora,
porque solo así sabrás cual es el plan el que tiene para ti; y créeme, él no te va a
decepcionar.
  
 Génesis
 GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro
de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo,
del hombre y del Pueblo de Dios.
 El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es
denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un
amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo
hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos
del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los
grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda
parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de
Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron
establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el
anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo
cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
 Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma
literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El
Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la
humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más
restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre
de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido.
Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de
Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La
elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola
persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por
Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un
designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
 En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de
las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente
tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que
constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
 Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy
particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que
Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al
hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer.
¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos
da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro
del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del
universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones
literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos
textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y
Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo,
no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito
creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres.
La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra
nueva" (Is. 65. 17; Apoc. 21. 1) inaugurados por la Resurrección de
Cristo, que es el principio de una nueva creación.
  
 LOS ORÍGENES DEL UNIVERSO Y DE LA HUMANIDAD
 La fe de Israel en el Dios creador encontró su máxima expresión
literaria en el gran poema de la creación, que ahora figura al
comienzo de la Biblia. Una verdad se perfila a lo largo de todo este
relato: el universo, con todas las maravillas y misterios que encierra,
ha sido creado por el único Dios y es la manifestación de su sabiduría,
de su amor y su poder. Por eso, cada una de las cosas creadas es
"buena" y el conjunto de ellas es "muy bueno". En ese universo, al
hombre le corresponde un lugar de privilegio, ya que Dios lo creó "a
su imagen" y lo llamó a completar la obra de la creación.
 Pero el relato del origen del universo sirve de prólogo a lo que
constituye el principal centro de interés de los once primeros capítulos
del Génesis, a saber, el drama de la condición humana en el mundo.
Los diversos personajes que se van sucediendo –Adán y Eva, Caín y
sus descendientes, los pueblos que intentan edificar la torre de Babel–
representan arquetípicamente a la humanidad entera que pretende
ocupar el puesto de Dios, constituyéndose así en norma última de su
propia conducta. Esta pretensión, en lugar de convertir al hombre en
dueño de su destino, hizo entrar en el mundo el sufrimiento y la
muerte, rompió los lazos fraternales entre los hombres y provocó la
dispersión de los pueblos. En el marco de esta historia, Dios va a
realizar su designio de salvación.
 Para describir este drama, los autores inspirados no recurrieron a
formulaciones abstractas. Lo hicieron por medio de una serie de
relatos convenientemente ordenados, de hondo contenido simbólico,
que llevan la impronta del tiempo y de la cultura en que fueron
escritos. Por eso, al leer estos textos, es imprescindible distinguir entre
la verdad revelada por Dios, que mantiene su valor y actualidad
permanentes, y su expresión literaria concreta, que refleja el fondo
cultural común a todos los pueblos del Antiguo Oriente.

Libro de Génesis

Autor: El autor del Libro del Génesis no está identificado. Tradicionalmente,


siempre se asumió que Moisés fue su autor. No hay una razón concluyente
para negar la autoría mosaica de Génesis.

Fecha de su Escritura: El Libro de Génesis no declara cuándo fue escrito. La


fecha de su autoría es aproximadamente entre el 1440 y 1400 a.C., entre el
tiempo en que Moisés condujo a los israelitas fuera de Egipto y su muerte.

Propósito de la Escritura: Al Libro de Génesis algunas veces se le ha llamado


el “semillero” de toda la Biblia. La mayoría de las principales doctrinas en la
Biblia son introducidas en forma de “semilla” en el Libro de Génesis. Junto
con la caída del hombre, también está registrada la promesa de Dios para la
salvación y redención (Génesis 3:15). Las doctrinas de la creación, la
imputación del pecado, la justificación, expiación, depravación, ira, gracia,
soberanía, responsabilidad, y mucho más, está descrito en este libro de los
orígenes llamado Génesis.

Muchas de las grandes preguntas de la vida están respondidas en Génesis. [1]


¿De dónde vengo? (Dios nos creó – Génesis 1:1) [2] ¿Por qué estoy aquí?
(Estamos aquí para tener una relación con Dios – Génesis 15:6) [3] ¿Adónde
voy? (Tenemos un destino después de la muerte – Génesis 25:8). Génesis es de
gran interés para el científico, el historiador, el teólogo, el ama de casa, el
granjero, el viajero, y el hombre y la mujer de Dios. Es el punto de partida
apropiado para la historia de Dios de Su plan para la raza humana, la Biblia.

Versículos Clave: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis


1:1).

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente


suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis
3:15).

“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y


serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis
12:2-3).

“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer
lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20).

Breve Resumen: El Libro de Génesis puede ser dividido en dos secciones: La


Historia Primitiva y la Historia Patriarcal. La Historia Primitiva registra: [1] la
Creación (Génesis capítulos 1-2); [2] la Caída del hombre (Génesis 3-5); [3] el
Diluvio (Génesis capítulos 6-9); y [4] la Dispersión (Génesis capítulos 10-11).
La Historia Patriarcal registra las vidas de cuatro grandes hombres: [1]
Abraham (Génesis capítulos 12-25:8); [2] Isaac (Génesis 21:1 al 35:29); [3]
Jacob (Génesis 25:21 al 50:14); y [4] José (Génesis 30:22 al 50:26).

Dios creó un universo que era bueno y libre de pecado. Dios creó a la
humanidad para tener una relación personal con Él. Adán y Eva pecaron y por
ello trajeron la maldad y la muerte al mundo. La maldad se incrementó
constantemente en el mundo hasta que solamente quedó una familia en la
que Dios encontró algo bueno. Dios envió el Diluvio para acabar con el mal,
pero salvó a Noé y su familia junto con los animales en el Arca. Después del
Diluvio, la humanidad comenzó nuevamente a multiplicarse y se extendió por
todo el mundo.

Dios eligió a Abraham, a través de quien Él formaría un pueblo elegido y


eventualmente al Mesías prometido. El linaje elegido pasó a Isaac el hijo de
Abraham, y luego a Jacob, el hijo de Isaac. Dios cambió el nombre de Jacob al
de Israel, y sus doce hijos se convirtieron en los ancestros de las doce tribus
de Israel. En Su soberanía, Dios hizo que José el hijo de Jacob fuera enviado a
Egipto debido a las despreciables acciones de sus hermanos. Este hecho,
destinado para el mal por sus hermanos, estaba destinado por Dios para bien,
y eventualmente dio como resultado que José, quien había adquirido gran
poder en Egipto, salvara a Jacob y su familia de una hambruna devastadora.

Referencias Proféticas: Muchos temas del Nuevo Testamento tienen sus


raíces en Génesis. Jesucristo es la Simiente de la mujer que destruiría el
poder de Satanás (Génesis 3:15). En cuanto a José, el plan de Dios para el
bien de la humanidad a través del sacrificio de Su Hijo, fue destinado para
bien, aunque aquellos que crucificaron a Jesús lo hicieron por maldad. Noé y
su familia son los primeros de muchos remanentes descritos en la Biblia. A
pesar de las adversidades y las difíciles circunstancias, Dios siempre preserva
para Sí Mismo a un remanente fiel. El remanente de los israelitas regresó a
Jerusalén después de la cautividad en Babilonia. Dios preservó a un
remanente a través de todas las persecuciones descritas en Isaías y Jeremías.
Un remanente de 7000 sacerdotes fue escondido de la ira de Jezabel. Dios
promete que un día, un remanente de judíos abrazará a su verdadero Mesías
(Romanos 11). La fe manifestada por Abraham sería el don de Dios y la base
de la salvación tanto de judíos como de gentiles (Efesios 2:8-9; Hebreos 11).

Aplicación Práctica: El tema predominante de Génesis es la existencia eterna


de Dios y Su creación del mundo. No hay esfuerzo por parte del autor de
defender la existencia de Dios; él simplemente declara que Dios es, siempre
ha sido, y siempre será, todopoderoso sobre todas las cosas. De la misma
manera, tenemos confianza en las verdades de Génesis, a pesar de los
alegatos de aquellos que las negarían. Toda la gente, sin importar la cultura,
nacionalidad o idioma, es responsable ante el Creador. A causa del pecado,
introducido al mundo en la Caída, fuimos separados de Él. Pero a través de
una pequeña nación, Israel, el plan de Dios para la redención de la raza
humana fue revelado y puesto a disposición de todos. Nos regocijamos en ese
plan.

Dios creó el universo, la tierra, y todo ser viviente. Podemos confiar en Él,
para manejar las preocupaciones de nuestras vidas. Dios puede tomar una
situación sin esperanza de solución (p. ej. la falta de hijos de Abraham y
Sara), y hacer cosas asombrosas, si simplemente confiamos y obedecemos.
Cosas terribles e injustas suceden en nuestras vidas, como con José, pero Dios
siempre traerá un mayor bien, si tenemos fe en Él y en Su plan soberano. “Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Una síntesis de la relación entre la Biblia y la Tradición Divina
en preguntas y respuestas

¿Qué es la Revelación?

La revelación es la manifestación que Dios ha hecho a los


hombres de Sí mismo y de aquellas otras verdades necesarias
o convenientes para la salvación eterna.

¿Dónde se encuentra la Revelación?

La Revelación -también llamada Doctrina cristiana o Depósito


de la fe- se encuentra en la Sagrada Escritura y en la
Tradición.

¿A quién fue confiada la Revelación?

Jesucristo confió la Revelación a la Iglesia Católica. Por medio


de sus Apóstoles, por tanto, sólo la Iglesia tiene autoridad
para custodiarla, enseñarla e interpretarla sin error.

¿Qué es la Sagrada Escritura?

La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios puesta por escrito


bajo la inspiración del Espíritu Santo. Al conjunto de los libros
inspirados lo llamamos Biblia.

¿Qué es la Tradición?

La Tradición es la Palabra de Dios no contenida en la Biblia,


sino transmitida por Jesucristo a los Apóstoles y por éstos a la
Iglesia.

Las enseñanzas de la Tradición están contenidas en los


Símbolos o Profesiones de la fe (por ejemplo, el Credo), en
los documentos de los Concilios, en los escritos de los Santos
Padres de la Iglesia y en los ritos de la Sagrada Liturgia.

¿Quién es el Autor de la Biblia?

El Autor principal de la Biblia es Dios. El autor secundario o


instrumental de la Biblia es el escritor sagrado o hagiógrafo.
Por ejemplo, Moisés, el profeta Isaías, San Mateo, San Pablo,
etc.

¿Qué es la Inspiración bíblica?


La inspiración bíblica es una gracia específica que concede el
Espíritu Santo, por la cual el escritor sagrado es movido a
poner por escrito las cosas que Dios quiere comunicar a los
demás hombres.

¿Cuáles son las propiedades de la Biblia?

Las propiedades de la Biblia son:

- La Unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y entre


todas las partes de todos los libros.

- La Inerrancia (no contiene errores en lo que atañe a nuestra


salvación) y la Veracidad (contiene las verdades necesarias
para nuestra salvación).

- La Santidad (procede de Dios, enseña una doctrina santa y


nos conduce a la santidad).

¿Cómo se divide la Biblia?

La Biblia se divide en dos partes: Antiguo y Nuevo


Testamento. A su vez los libros del Antiguo y Nuevo
Testamento se dividen en: libros históricos, didácticos y
proféticos. Y cada libro se divide en capítulos y versículos.

¿Qué contiene el Antiguo Testamento?

El Antiguo Testamento contiene los libros inspirados escritos


antes de la venida de Jesucristo. Son 46. Los libros históricos
del Antiguo Testamento son 21: Génesis, Exodo, Levítico,
Números, Deuteronomio (que forman el Pentateuco), Josué,
Jueces, Ruth, I y II Crónicas o Paralipómenos, I y II Esdras
(el 2º llamado también Nehemías), Tobías, Judit, Esther, I y
II Macabeos.

Los libros didácticos del Antiguo Testamento son 7: Job,


Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares,
Sabiduría y Eclesiástico.

Los libros proféticos del Antiguo Testamento son 18: Los


cuatro Profetas Mayores: Isaías, Jeremías (con Lamentaciones
y Baruc), Ezequiel, Daniel, y los doce Profetas Menores:
Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc,
Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
¿Qué contiene el Nuevo Testamento?

El Nuevo Testamento contiene los libros inspirados escritos


después de la venida de Jesucristo. Son 27. Los libros
históricos del Nuevo Testamento son 5: Los cuatro Evangelios
(según San Mateo, San Marcos, San Lucas, San Juan) y los
Hechos de los Apóstoles.

Los libros didácticos del Nuevo Testamento son 21: Las 14


Epístolas o Cartas de San Pablo: Romanos, I y II Corintios,
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, I y II Tesalonicenses,
I y II Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos.

Las 7 epístolas o Cartas llamadas católicas son: I y II de San


Pedro: I, II y III de San Juan, la de Santiago y la de San
Judas.

El único libro profético del Nuevo Testamento es el Apocalipsis


de San Juan.

¿Qué es el Canon bíblico?

El Canon bíblico es el catálogo de los setenta y tres libros del


Antiguo y del Nuevo Testamentos que forman la Biblia y que
la Iglesia ha declarado como divinamente inspirados.

¿En qué período se escribió la Biblia?

Los libros del Antiguo Testamento fueron escritos entre el


siglo XV y el siglo II antes de Cristo.

Los libros del Nuevo testamento fueron escritos en la segunda


mitad del siglo I. Los Libros Sagrados se escribieron al
principio en papiro y más tarde en pergamino. El papiro es
una planta que abunda en Egipto, el pergamino es una piel de
cabrito que permite escribir por las dos caras.

Originalmente la Biblia estaba en rollos, es decir, largas fajas


de papiro o de piel unidas en los extremos a dos bastones en
torno a uno de los cuales giraba.

¿Qué es la Hermenéutica bíblica?

La Hermenéutica bíblica es la ciencia que trata de las normas


para interpretar rectamente los Libros Sagrados. La Iglesia
Católica es la única capacitada para interpretar
auténticamente (con pleno derecho y sin posibilidad de
equivocarse) la Sagrada Escritura porque Dios le confió
solamente a Ella la misión de guardar, enseñar y aclarar a los
fieles su Palabra.

¿Qué otras Biblias existen?

Además de la Biblia católica, que es la única completa y


verdadera, existen la Biblia Hebrea y las Biblias protestantes.
La Biblia Hebrea sólo contiene treinta y nueve libros del
Antiguo Testamento. Por tanto, rechazan siete libros del
Antiguo Testamento y todos los del Nuevo Testamento que
forman la Biblia católica. Los protestantes, por su parte,
admiten solamente el "libre examen" es decir, que cada uno
ha de leer e interpretar la Biblia a su manera, sin necesidad
de someterse a la autoridad de la Iglesia. A las Biblias
protestantes les suprimieron algunos libros que están en la
Biblia católica; además en los libros que conservan, modifican
algunas palabras para apoyar sus ideas erróneas. Además,
carecen de notas y comentarios, no tienen aprobación de la
autoridad de la Iglesia; muchas son editadas por las
"Sociedades Bíblicas", algunas dicen: "Versión del original
llevado a cabo por Cipriano de Valera y C. Reyna"; la mayoría
de ellas suprime varios libros del Antiguo Testamento
(Sabiduría, Judit, Tobías, Eclesiástico, I y II Macabeos, entre
otros) y algunas también suprimen libros del Nuevo (Epístolas
de Santiago, de San Pedro y de San Juan).

¿Puede leerse cualquier Biblia?

No. Porque puede contener errores doctrinales o morales.


Para evitar esos errores, un católico sólo debe leer Biblias con
notas y explicaciones aprobadas por la Iglesia Católica, es
decir, que tengan "Nihil Obstat" e "Imprimatur".

¿Cómo leer la Biblia?

La Iglesia recomienda la lectura de la Biblia porque es


alimento constante para la vida del alma; produce frutos de
santidad, es fuente de oración, gran ayuda para la enseñanza
de la doctrina cristiana y para la predicación. El Concilio
Vaticano II "exhorta a todos los fieles con insistencia a que,
por la frecuente lectura de las Escrituras, aprendan la ciencia
eminente de Cristo" (Constitución Dei Verbum, n. 25). Las
disposiciones que se deben tener para leer y estudiar la Biblia
son: fe y amor a la Palabra de Dios, intención recta, piedad y
humildad para aceptar lo que Dios dice. Es recomendable leer
los Evangelios diariamente durante unos cuantos minutos.
San Jerónimo dice "Lee con mucha frecuencia las divinas
Escrituras; es más, nunca abandones la lectura sagrada". A la
luz de las enseñanzas de la Iglesia, la Biblia nos permite
conocer el modo de salvanos y reconciliarnos, y eso sólo
puede lograrse conociendo, amando y encarnando la vida de
Jesucristo.

Son dos las fuentes de la Revelación: Sagrada Escritura y Tradición.


Sagrada Escritura: palabra de Dios transmitida por escrito.
La Biblia. Libros inspirados por Dios: 45 Antiguo Testamento + 27 Nuevo Testamento.
Tradición: Revelación dada por Cristo y por el Espíritu Santo a los apóstoles, y transmitida
de viva voz a la Iglesia.

Dios se revela en la historia de Israel


El hecho de que Dios se revela en la historia queda en claro primeramente en el desarrollo
del pueblo de Israel, según testifica el Antiguo Testamento.

En su automanifestación en la zarza ardiendo, Dios realizó una referencia histórica al señalar


que Él ya se había revelado ante los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob (Ex. 3:6).

La liberación de la esclavitud egipcia ha sido el evento central de salvación para el pueblo de


Israel. Dios guió a su pueblo en una columna de nube y una columna de fuego (Ex. 13:21-
22). Esta liberación se menciona una y otra vez en el Antiguo Testamento: los profetas se
refieren a este favor de Dios y los Salmos cantan sobre él.

Además del éxodo de Egipto, la promesa de que al pueblo de Dios le sería otorgada su propia
tierra en Canaán y el pacto hecho en el monte de Sinaí son revelaciones divinas de
importancia decisiva: Dios mismo determinó el lugar donde su pueblo moraría y en el Sinaí,
a través de los mandamientos, dio leyes y normas para la vida de Israel.

La fe de Israel está basada en las revelaciones divinas en la historia de este pueblo, las
cuales son experimentadas como expresión de ayuda que proviene de Dios, como así
también de castigo.

Los Salmos 105 y 106 proclaman en forma asombrosa cómo Dios se manifiesta en la historia
y cómo le da forma. Además, los hechos acontecidos durante la época de los jueces y reyes
de Israel y Judá, el cautiverio babilónico y el regreso del exilio proveen ejemplos del hecho
de que, una y otra vez, Dios interviene en la historia.

Por otra parte, Dios se reveló a través de sus profetas: “Y he hablado a los profetas, y
aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas" (Os. 12:10). Es el mismo
Dios el que guía y da las indicaciones a su pueblo: “Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra
de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí" (Os. 13:4).
De la misma manera, Dios prometió por boca de los profetas la llegada del Mesías (Is. 9:6;
Mi. 5:2).
Tema 2. La Revelación
Dios se ha revelado como Ser personal, a través de una historia de salvación,
creando y educando a un pueblo para que fuese custodio de su Palabra y para
preparar en él la Encarnación de Jesucristo.

Por: Giuseppe Tanzella-Nitti | Fuente: http://www.opusdei.es

Dios se ha revelado como Ser personal, a través de una historia de salvación,


creando y educando a un pueblo para que fuese custodio de su Palabra y para
preparar en él la Encarnación de Jesucristo.

1. Dios se revela a los hombres


«Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio
de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo
encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de
la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios invisible habla a
los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para
invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía»[1] (cfr.
Catecismo, 51).

La revelación de Dios tiene como su primer paso la creación, donde Él ofrece un


perenne testimonio de sí mismo[2] (cfr. Catecismo, 288). A través de las
criaturas Dios se ha manifestado y se manifiesta a los hombres de todos los
tiempos, haciéndoles conocer su bondad y sus perfecciones. Entre estas, el ser
humano, imagen y semejanza de Dios, es la criatura que en mayor grado revela
a Dios. Sin embargo, Dios ha querido revelarse como Ser personal, a través de
una historia de salvación, creando y educando a un pueblo para que fuese
custodio de su Palabra dirigida a los hombres y para preparar en él la
Encarnación de su Verbo, Jesucristo[3] (cfr. Catecismo, 54-64). En Él, Dios
revela el misterio de su vida trinitaria: el proyecto del Padre de recapitular en su
Hijo todas las cosas y de elegir y adoptar a todos los hombres como hijos en Su
Hijo (cfr. Ef 1,3-10; Col 1,13-20), reuniéndolos para participar de Su eterna vida
divina por medio del Espíritu Santo. Dios se revela y cumple su plan de
salvación mediante las misiones del Hijo y del Espíritu Santo en la historia[4].
Son contenido de la Revelación tanto las verdades naturales, que el ser
humano podría conocer también mediante la sola razón, como las
verdades que exceden la razón humana y que pueden ser conocidas
solamente por la libre y gratuita bondad con que Dios se revela. Objeto
principal de la Revelación divina no son verdades abstractas sobre el
mundo y el hombre: su núcleo substancial es el ofrecimiento por parte
de Dios del misterio de su vida personal y la invitación a tomar parte en
ella.

La Revelación divina se realiza con palabras y obras; es de modo


inseparable misterio y evento; manifiesta al mismo tiempo una
dimensión objetiva (palabra que revela verdad y enseñanzas) y
subjetiva (palabra personal que ofrece testimonio de sí e invita al
diálogo). Esta Revelación, por tanto, se comprende y se transmite
como verdad y como vida[5] (cfr. Catecismo, 52-53).

Además de las obras y los signos externos con los que se revela, Dios
concede el impulso interior de su gracia para que los hombres puedan
adherirse con el corazón a las verdades reveladas (cfr. Mt 16,17; Jn
6,44). Esta íntima revelación de Dios en los corazones de los fieles no
debe confundirse con las llamadas “revelaciones privadas”, las cuales,
aunque son acogidas por la tradición de santidad de la Iglesia, no
transmiten ningún contenido nuevo y original sino que recuerdan a los
hombres la única Revelación de Dios realizada en Jesucristo, y
exhortan a ponerla en práctica (cfr. Catecismo, 67).

2. La Sagrada Escritura, testimonio de la Revelación


El pueblo de Israel, bajo inspiración y mandato de Dios, a lo largo de
los siglos ha puesto por escrito el testimonio de la Revelación de Dios
en su historia, relacionándola directamente con la revelación del único
y verdadero Dios hecha a nuestros Padres. A través de la Sagrada
Escritura, las palabras de Dios se manifiestan con palabras humanas,
hasta asumir, en el Verbo Encarnado, la misma naturaleza humana.
Además de las Escrituras de Israel, acogidas por la Iglesia, y
conocidas como Antiguo o Primer Testamento, los apóstoles y los
primeros discípulos pusieron también ellos por escrito el testimonio de
la Revelación de Dios tal y como se ha realizado plenamente en Su
Verbo, de cuyo pasar terreno fueron testigos, de modo particular del
misterio pascual de su muerte y resurrección, dando así origen a los
libros del Nuevo Testamento.

La verdad de que el Dios, del cual las Escrituras de Israel dan


testimonio, es el único y verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra,
se pone en evidencia, en particular, en los “libros sapienciales”. Su
contenido supera los confines del pueblo de Israel para suscitar el
interés por la experiencia común del género humano ante los grandes
temas de la existencia, desde el sentido del cosmos hasta el sentido
de la vida del hombre (Sabiduría); desde los interrogantes sobre la
muerte y lo que viene tras ella hasta el significado de la actividad
humana sobre la tierra (Qoelet); desde las relaciones familiares y
sociales hasta la virtud que debe regularlas para vivir según los planes
de Dios creador y alcanzar así la plenitud de la propia humanidad
(Proverbios, Sirácide, etc.).

Dios es el autor de la Sagrada Escritura, que los autores sagrados


(hagiógrafos), también ellos autores del texto, han redactado con la
inspiración del Espíritu Santo. Para su composición, Él «eligió a
hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de
forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como
verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería»[6] (cfr. Catecismo,
106). Todo lo que los escritores sagrados afirman puede considerarse
afirmado por el Espíritu Santo: «hay que confesar que los libros de la
Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que
Dios quiso consignar en las sagradas letras»[7].

Para comprender correctamente la Sagrada Escritura hay que tener


presente los sentidos de la Escritura —literal y espiritual; este último
reconocible también en alegórico, moral y anagógico— y los diversos
géneros literarios en los que han sido redactados los diferentes libros
o partes de los mismos (cfr. Catecismo, 110, 115-117). En particular, la
Sagrada Escritura debe ser leída en la Iglesia, o sea, a la luz de su
tradición viva y de la analogía de la fe (cfr. Catecismo, 111-114): la
Escritura debe ser leída y comprendida en el mismo Espíritu en el cual
ha sido escrita.
Los diversos estudiosos que se esfuerzan para interpretar y
profundizar el contenido de la Escritura proponen sus resultados a
partir de su personal autoridad científica. Al Magisterio de la Iglesia le
corresponde la función de formular una interpretación auténtica,
vinculante para los fieles, basada sobre la autoridad del Espíritu que
asiste al ministerio docente del Romano Pontífice y de los Obispos en
comunión con él. Gracias a esta asistencia divina, la Iglesia, ya desde
los primeros siglos, reconoció qué libros contenían el testimonio de la
Revelación, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, formulando así el
“canon” de la Sagrada Escritura (cfr. Catecismo, 120-127).

Una recta interpretación de la Sagrada Escritura, reconociendo los


diferentes sentidos y géneros literarios presentes en ella, es necesaria
cuando los autores sagrados describen aspectos del mundo que
pertenecen también al ámbito de las ciencias naturales: la formación
de los elementos del cosmos, la aparición de las diversas formas de
vida sobre la tierra, el origen del género humano, los fenómenos
naturales en general. Debe evitarse el error del fundamentalismo, que
no se separa del sentido literal y del género histórico, cuando sería
lícito hacerlo. También debe evitarse el error de quien considera las
narraciones bíblicas como formas puramente mitológicas, sin ningún
contenido de verdad que transmitir sobre la historia de los
acontecimientos y su radical dependencia de la voluntad de Dios[8].

3. La Revelación como historia de la salvación culminada en Cristo


Como diálogo entre Dios y los hombres, a través del cual Él les invita a
participar de Su vida personal, la Revelación se manifiesta desde el
inicio con un carácter de “alianza” que da origen a una “historia de la
salvación”. «Queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se
manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya
desde el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de
la salvación, con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado
del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la
salvación con la perseverancia en las buenas obras. En su tiempo
llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que luego
instruyó por los Patriarcas, por Moisés y por los Profetas para que lo
reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo
juez, y para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a
través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio»[9].

Iniciada ya con la creación de nuestros primeros padres y la elevación


a la vida de la gracia, que les permitía participar de la intimidad divina,
y luego prefigurada en el pacto cósmico con Noé, la alianza de Dios
con el hombre se revela de modo explícito con Abraham y después, de
manera particular, con Moisés, al cual Dios entrega las Tablas de la
Alianza. Tanto la numerosa descendencia prometida a Abraham, en la
cual serían bendecidas todas has naciones de la tierra, como la ley
entregada a Moisés, con los sacrificios y el sacerdocio que
acompañan al culto divino, son preparaciones y figura de la nueva y
eterna alianza sellada en Jesucristo, Hijo de Dios, realizada y revelada
en su Encarnación y en su sacrificio pascual. La alianza en Cristo
redime del pecado de los primeros padres, que rompieron con su
desobediencia el primer ofrecimiento de alianza por parte de Dios
creador.

La historia de la salvación se manifiesta como una grandiosa


pedagogía divina que apunta hacia Cristo. Los profetas, cuya función
era recordar la alianza y sus exigencias morales, hablan especialmente
de Él, el Mesías prometido. Ellos anuncian la economía de una nueva
alianza, espiritual y eterna, escrita en los corazones; será Cristo el que
la revelará con las Bienaventuranzas y las enseñanzas del evangelio,
promulgando el mandamiento de la caridad, realización y
cumplimiento de toda la Ley.

Jesucristo es simultáneamente mediador y plenitud de la Revelación;


Él es el Revelador, la Revelación y el contenido de la misma, en cuanto
Verbo de Dios hecho carne: «Dios, que había ya hablado en los
tiempos antiguos muchas veces y de diversos modos a nuestros
padres por medio de los profetas, últimamente, en nuestros días, nos
ha hablado por medio de su Hijo, que ha sido constituido heredero de
todas las cosas y por medio del cual ha sido hecho también el mundo»
(Hb 1,1-2). Dios, en Su Verbo, ha dicho todo y de modo concluyente:
«La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva,
nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública
antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo»[10]
(cfr. Catecismo, 65-66). De modo particular, la realización y plenitud de
la Revelación divina se manifiestan en el misterio pascual de
Jesucristo, es decir, en su pasión, muerte y resurrección, como Palabra
definitiva en la cual Dios ha manifestado la totalidad de su amor de
condescendencia y ha renovado el mundo. Solamente en Jesucristo,
Dios revela el hombre a sí mismo, y le hace comprender cuál es su
dignidad y altísima vocación[11].

La fe, en cuanto virtud es la respuesta del hombre a la revelación


divina, una adhesión personal a Dios en Cristo, motivada por sus
palabras y por las obras que Él realiza. La credibilidad de la revelación
se apoya sobre todo en la credibilidad de la persona de Jesucristo, en
toda su vida. Su posición de mediador, plenitud y fundamento de la
credibilidad de la Revelación, diferencian la persona de Jesucristo de
cualquier otro fundador de una religión, que no solicita de sus
seguidores que tengan fe en él, ni pretende ser la plenitud y realización
de lo que Dios quiere revelar, sino solamente se propone como
mediador para hacer que los hombres conozcan tal revelación.

4. La transmisión de la Revelación divina


La Revelación divina está contenida en las Sagradas Escrituras y en la
Tradición, que constituyen un único depósito donde se custodia la
palabra de Dios[12]. Éstas son interdependientes entre sí: la Tradición
transmite e interpreta la Escritura, y ésta, a su vez, verifica y convalida
cuanto se vive en la Tradición[13] (cfr. Catecismo, 80-82).

La Tradición, fundada sobre la predicación apostólica, testimonia y


transmite de modo vivo y dinámico cuanto la Escritura ha recogido a
través de un texto fijado. «Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles,
progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que
va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras
transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes,
que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que
experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos
que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la
verdad»[14].

Las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, las de los Padres de la


Iglesia, la oración de la Liturgia, el sentir común de los fieles que viven
en gracia de Dios, y también realidades cotidianas como la educación
en la fe transmitida por parte de los padres a sus hijos o el apostolado
cristiano, contribuyen a la transmisión de la Revelación divina. De
hecho, lo que fue recibido por los apóstoles y transmitido a sus
sucesores, los Obispos, comprende «todo lo necesario para que el
Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la
Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a
todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree»[15]. La
gran Tradición apostólica debe distinguirse de las diversas tradiciones,
teológicas, litúrgicas, disciplinares, etc. cuyo valor puede ser limitado e
incluso provisional (cfr. Catecismo, 83).

La realidad conjunta de la Revelación divina como verdad y como vida


implica que el objeto de la transmisión no sea solamente una
enseñanza, sino también un estilo de vida: doctrina y ejemplo son
inseparables. Lo que se transmite es, efectivamente, una experiencia
viva, la del encuentro con Cristo resucitado y lo que este evento ha
significado y sigue significando para la vida de cada uno. Por este
motivo, al hablar de la transmisión de la Revelación, la Iglesia habla de
fides et mores, fe y costumbres, doctrina y conducta.

5. El Magisterio de la Iglesia, custodio e intérprete autorizado de la


Revelación
«El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o
transmitida ha sido confiado exclusivamente al Magisterio vivo de la
Iglesia, cuya autoridad se ejercita en nombre de Jesucristo»[16], es
decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de
Roma. Este oficio del Magisterio de la Iglesia es un servicio a la
palabra divina y tiene como fin la salvación de las almas. Por tanto
«este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino
que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por
mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con
piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este
único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad
revelada por Dios que se ha de creer»[17]. Las enseñanzas del
Magisterio de la Iglesia representan el lugar más importante donde
está contenida la Tradición apostólica: el Magisterio es, respecto a
esta tradición, como su dimensión sacramental.
La Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición y el Magisterio de la Iglesia
constituyen, por tanto, una cierta unidad, de modo que ninguna de
estas realidades puede subsistir sin las otras[18]. El fundamento de
esta unidad es el Espíritu Santo, Autor de la Escritura, protagonista de
la Tradición viva de la Iglesia, guía del Magisterio, al que asiste con sus
carismas. En su origen, las iglesias de la Reforma protestante
quisieron seguir la sola Scriptura, dejando su interpretación a los fieles
individualmente: tal posición ha dado lugar a la gran dispersión de las
confesiones protestantes y se ha revelado poco sostenible, ya que
todo texto tiene necesidad de un contexto, concretamente una
Tradición, en cuyo seno ha nacido, se lea e interprete. También el
fundamentalismo separa la Escritura de la Tradición y del Magisterio,
buscando erróneamente mantener la unidad de interpretación
anclándose de modo exclusivo en el sentido literal (cfr. Catecismo,
108).

Al enseñar el contenido del depósito revelado, la Iglesia es sujeto de


una infalibilidad in docendo, fundada sobre las promesas de
Jesucristo acerca de su indefectibilidad; es decir, que se realizará sin
fallar la misión de salvación a ella confiada (cfr. Mt 16,18; Mt 28,18-20;
Jn 14,17.26). Este magisterio infalible se ejercita: a) cuando los
Obispos se reúnen en Concilio ecuménico en unión con el sucesor de
Pedro, cabeza del colegio apostólico; b) cuando el Romano Pontífice
promulga alguna verdad ex cathedra, o empleando un tenor en las
expresiones y un género de documento que hacen referencia explícita
a su mandato petrino universal, promulga una específica enseñanza
que considera necesaria para el bien del pueblo de Dios; c) cuando los
Obispos de la Iglesia, en unión con el sucesor de Pedro, son unánimes
al profesar la misma doctrina o enseñanza, aunque no se encuentren
reunidos en el mismo lugar. Si bien la predicación de un Obispo que
propone aisladamente una específica enseñanza no goza del carisma
de infalibilidad, los fieles están igualmente obligados a una respetuosa
obediencia, así como deben observar las enseñanzas provenientes del
Colegio episcopal o del Romano Pontífice, aunque no sean formulados
de modo definitivo e irreformable[19].

6. La inmutabilidad del depósito de la Revelación


La enseñanza dogmática de la Iglesia (dogma quiere decir doctrina,
enseñanza) está presente desde los primeros siglos. Los principales
contenidos de la predicación apostólica fueron puestos por escrito,
dando origen a las profesiones de fe exigidas a todos aquellos que
recibían el bautismo, contribuyendo así a definir la identidad de la fe
cristiana. Los dogmas crecen en número con el desarrollo histórico de
la Iglesia: no porque cambie o aumente la doctrina, aquello en lo que
hay que creer, sino porque hay frecuentemente la necesidad de
dilucidar algún error o de ayudar a la fe del pueblo de Dios con
oportunas profundizaciones definiendo aspectos de modo claro y
preciso. Cuando el Magisterio de la Iglesia propone un nuevo dogma
no está creando nada nuevo, sino solamente explicitando cuanto ya
está contenido en el depósito revelado. «El Magisterio de la Iglesia
ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define
dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo
cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la
Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva
verdades que tienen con ellas un vínculo necesario» (Catecismo, 88).

La enseñanza dogmática de la Iglesia, como por ejemplo los artículos


del Credo, es inmutable, puesto que manifiesta el contenido de una
Revelación recibida de Dios y no hecha por los hombres. Los dogmas,
sin embargo, admitieron y admiten un desarrollo homogéneo, ya sea
porque el conocimiento de la fe se va profundizando con el tiempo, ya
sea porque en culturas y épocas diversas surgen problemas nuevos, a
los cuales el Magisterio de la Iglesia debe aportar respuestas que
estén de acuerdo con la palabra de Dios, explicitando cuanto está
implícitamente contenido en ella[20].

Fidelidad y progreso, verdad e historia, no son realidades en conflicto


en relación a la Revelación[21]: Jesucristo, siendo la Verdad increada
es también el centro y cumplimiento de la historia; el Espíritu Santo,
Autor del depósito de la revelación es garante de su fidelidad, y
también Aquel que hace profundizar en su sentido a lo largo de la
historia, conduciendo «a la verdad completa» (cfr. Jn 16,13). «Aunque
la Revelación está establecida, no está completamente explicitada.
Toca a la fe cristiana captar gradualmente todo su alcance a lo largo
de los siglos» (cfr. Catecismo, 66).

Los factores de desarrollo del dogma son los mismos que hacen
progresar la Tradición viva de la Iglesia: la predicación de los Obispos,
el estudio de los fieles, la oración y meditación de la palabra de Dios, la
experiencia de las cosas espirituales, el ejemplo de los santos.
Frecuentemente el Magisterio recoge y enseña de modo autorizado
cosas que precedentemente han sido estudiadas por los teólogos,
creídas por los fieles, predicadas y vividas por los santos.

Edición Octubre 2012

Bibliografía básica

Catecismo de la Iglesia Católica, 50-133.

Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 1-20.

Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 14-IX-1988, 7-15.

----------------------------

[1] Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 2.

[2] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 3; Juan Pablo II, Enc.
Fides et ratio, 14-IX-1988, 19.

[3] Cfr. Concilio Vaticano I, Const. Dei Filius, 24-IV-1870, DH 3004.

[4] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. Lumen gentium, 2-4; Decr. Ad
gentes, 2-4.

[5] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 2.

[6] Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 11.

[7] Ibidem.

[8] Se pueden encontrar elementos interesantes para una correcta


interpretación de la relación con las ciencias en León XIII, Enc.
Providentissimus Deus, 18-XI-1893; Benedicto XV, Enc. Spiritus
Paraclitus, 15-IX-1920 y Pío XII, Enc. Humani generis, 12-VII-1950.

[9] Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 3.

[10] Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 4.

[11] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. Gaudium et spes, 22.

[12] «Permitidme esta insistencia machacona, las verdades de fe y de


moral no se determinan por mayoría de votos: componen el depósito –
depositum fidei– entregado por Cristo a todos los fieles y confiado, en
su exposición y enseñanza autorizada, al Magisterio de la Iglesia», san
Josemaría, Homilía El fin sobrenatural de la Iglesia, en Amar a la
Iglesia, 15.

[13] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 9.

[14] Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 8.

[15] Ibidem. Cfr. Concilio de Trento, Decr. Sacrosancta, 8-IV-1546, DH


1501.

[16] Concilio Vaticano II, Const. Dei Verbum, 10.

[17] Ibidem.

[18] Cfr. Ibidem.

[19] Cfr. Concilio Vaticano II, Const. Lumen gentium, 25; Concilio
Vaticano I, Const. Pastor aeternus, 18-VII-1870, DH 3074.

[20] «Es conveniente, por tanto, que, a través de todos los tiempos y de
todas las edades, crezca y progrese la inteligencia, la ciencia y la
sabiduría de cada una de las personas y del conjunto de los hombres,
tanto por parte de la Iglesia entera, como por parte de cada uno de sus
miembros. Pero este crecimiento debe seguir su propia naturaleza, es
decir, debe estar de acuerdo con las líneas del dogma y debe seguir el
dinamismo de una única e idéntica doctrina», san Vicente de Lerins,
Commonitorium, 23.

[21] Cfr. Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 11-12, 87.
Génesis
 Véase también Pentateuco
Es el primer libro del Antiguo Testamento y lo escribió el profeta Moisés.
Relata el comienzo de muchas etapas, tales como la creación de la tierra; la
colocación de animales y del hombre sobre ella; la Caída de Adán y Eva; la
revelación del Evangelio a Adán; el comienzo de tribus y razas; el origen de
diversos idiomas en la torre de Babel; y el principio de la familia de Abraham,
que condujo al establecimiento de la casa de Israel. También se hace hincapié
en la función que José desempeñó para preservar a Israel.
La revelación de los últimos días verifica y aclara la historia que se relata
en Génesis (1 Ne. 5; Éter 1; Moisés 1–8; Abr. 1–5).
En el libro de Génesis, los capítulos del 1 al 4 contienen el relato de la
creación del mundo y la formación de la familia de Adán. En los capítulos del
5 al 10, se encuentra la historia de Noé. En los capítulos del 11 al 20, se habla
de Abraham y de su familia hasta los tiempos de Isaac. En los capítulos del 21
al 35, se sigue la relación de la familia de Isaac. En el capítulo 36, se habla de
Esaú y de su familia. En los capítulos del 37 al 50, se relata la historia de la
familia de Jacob y se narra la vida de José, vendido para Egipto, y el papel que
desempeñó al salvar a la casa de Israel.

También podría gustarte