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El Pentateuco
Introducción1
Torá o Pentateuco
Para la tradición rabínica, la “Tôrâ” (la “ley”, llamada también en la tradición helenística el
“Pentateuco”) comprende los cinco primeros libros de la Biblia Hebrea.
A primera vista la obra ofrece un conjunto bastante armónico, que abarca desde la creación del mundo
(Gén 1) hasta la muerte de Moisés (Deut 34).
A grandes rasgos, cuenta los orígenes de Israel, desde sus remotos antecedentes patriarcales hasta que se
convierte en un pueblo numeroso y, tras recibir de Dios los grandes dones de la libertad y la alianza, está
a las puertas de la tierra prometida, donde se escuchan los discursos de despedida de Moisés, quien
muere –sin entrar a la tierra– en las estepas de Moab.
Se trata de una obra básicamente narrativa –”histórica”– aunque también contiene amplias secciones
legislativas (parte del Éxodo, todo el Levítico, gran parte del Deuteronomio).
El Génesis comienza hablando de los orígenes del mundo y de la humanidad. Aunque la situación
inicial es paradisíaca, se rompe pronto por el pecado de la primera pareja, al que sigue otra serie
de injusticias y crímenes que terminan provocando el diluvio. Ni siquiera con esto escarmienta la
humanidad; comete un nuevo pecado de orgullo —torre de Babel— y es dispersada por toda la
tierra (Gén 1-11). Pero Dios responde a la cadena continua del mal con la vocación de Abrahán,
comienzo de la salvación para todos los hombres.
Con esto comienza la segunda parte, centrada en las tradiciones de Abrahán, Isaac y Jacob (Gén
12-36), pequeños pastores que, alentados por una doble promesa que Dios les hace –una
descendencia numerosa como las estrellas del cielo y una tierra en la que poder asentarse– se
ponen en marcha oyendo al “dios de sus padres”.
Ambas promesas se van cumpliendo dramáticamente, con retrasos y tensiones. Desde el punto de
vista de la promesa de la tierra, el momento más duro ocurre cuando los antepasados de Israel
deben ir a Egipto en busca de alimento. La tierra prometida no les da de comer.
1
Tomado fundamentalmente de J. L. SKA, Introducción a la lectura del Pentateuco. Claves para la interpretación
de los cinco primeros libros de la Biblia, Navarra (Verbo Divino 2001); 13-31. Cf. J. L. SICRE, El Pentateuco.
Introducción y textos selectos, Buenos Aires (San Benito 2004), 17-30; J. L. SKA, “El Pentateuco”, en: W. FARMER
et al. (edts.), Comentario Bíblico Internacional, Navarra (Verbo Divino 1999), 307-314; BONORA, A.,
“Pentateuco”, en: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, ROSSANO-RAVASI-GIRLANDA (ed), Madrid (Paulinas
1990), 1472-1475; MURPHY, R., “Introduction to the Pentateuch”, en: BROWN-FITZMYER-MURPHY (ed.), The New
Jerome Biblical Commentary, New Jersey (Prentice Hall 1990), 3-5; SCHMIDT, W., Introducción al Antiguo
Testamento, Salamanca (Sígueme 19901979), 59-82.
2
Cf. –con ligeras variantes en la determinación de las grandes secciones– la presentación de Olivier ARTUS, “Las
grandes secciones del Pentateuco (aproximación sincrónica)”, en: Id., Aproximación actual al Pentateuco, Navarra
(Verbo Divino, Cb 106 2001), 22-30 y, en forma exhaustiva, cf. J. BLENKINSOPP, El Pentateuco. Introducción a los
cinco primeros libros de la Biblia, Navarra (Verbo Divino 1999), 77-291 y J. L. SICRE, El Pentateuco, 69-246.
Sin embargo, el libro del Génesis termina con estas palabras de José a sus hermanos: “Yo estoy
para morir, pero Dios cuidará de vosotros y os hará subir a la tierra que juró dar a Abrahán, Isaac
y Jacob” (Gén 50,24). Esta vuelta desde Egipto hacia la tierra prometida será el tema central de
los cuatro libros restantes del Pentateuco.
Los comienzos del libro del Éxodo nos sitúan en el momento en el que “subió al trono de Egipto
un faraón que no había conocido a José” (Éx 1,8) Tiene lugar entonces una dura y creciente
experiencia de opresión. Pero Dios escucha el clamor de su pueblo, y encomienda a Moisés que lo
salve de la esclavitud. La confrontación dramática de las plagas llevará a la libertad –precedida
por la celebración de la Pascua– (Éx 1,1-13,16).
Al llegar al monte Sinaí tiene lugar la alianza, y el Señor dicta las normas que deben regir la
conducta del pueblo en los más diversos aspectos.
Se trata de una amplísima sección –con mucho material legislativo– que comprende desde Éx 19
hasta Núm 10,10. Entre los pocos pasajes narrativos de este gran apartado destacan los
encuentros de Moisés con Dios en el monte y el famoso episodio del becerro de oro (Éx 34).
Tras algo más de un año de acampar en el Sinaí se reanuda la marcha, caminando desde el Sinaí
hasta la estepa de Moab (Núm 10,11-21,35).
Sección predominantemente narrativa, marcada por conflictos dramáticos –hambre, sed, motines
del pueblo, rebelión de algunos cabecillas, desánimo ante los primeros informes sobre la tierra,
muerte de Aarón (hermano de Moisés)– aunque no faltan páginas de contenido legislativo (Núm
15,1-31; 18; 19).
Este amplio apartado (desde Núm 22 hasta Deut 34) incluye abundante material legislativo. Lo
más importante desde el punto de vista teológico es el libro del Deuteronomio, compuesto como
un extenso discurso de Moisés antes de morir. Comienza recordando los años pasados, desde que
Dios ordenó ponerse en marcha en el Sinaí (Deut 1-4). A la promulgación del Decálogo y una
exhortación sobre la ley (Deut 5-11) sigue un amplio cuerpo legal con comentarios (Deut 12-26).
Cierran el discurso una extensa serie de bendiciones y maldiciones (Deut 27-28). El estilo
oratorio cede el puesto una vez más al narrativo para contarnos la alianza en Moab (Deut 29-30).
La obra termina con las últimas disposiciones de Moisés, su canto, sus bendiciones y su muerte
(Deut 31-34).
Los nombres de
cada uno de los cinco libros
Los cinco libros se denominan genéricamente xami$$áh hum$ê hattôráh: “los cinco quintos de la Ley”.
Esta expresión hebrea está probablemente en el origen de la expresión griega hè pentateuchos (biblos).
Los nombres que utilizamos en nuestras lenguas para designar a cada uno de estos cinco primeros libros
de la Biblia proceden de la versión de los Lxx.
La Biblia Hebrea los designa –conforme a una común costumbre de la antigüedad– por la primera
palabra importante de cada libro:
Torá
“Instrucción”, “enseñanza”3
El final del Deuteronomio recurre a la palabra “Torá” para designar de una forma global el conjunto de
palabras pronunciadas por Moisés:
3
O. ARTUS, Aproximación actual al Pentateuco, 7.
Finalmente, el vocablo asume el significado más complejo de (Libro de) la Ley, que abarca
todas las normas y expresa la relación privilegiada que une a Dios con su pueblo (2Re
22,8.11 o “libro de la Alianza”: cf. 2Re 23,2.21):
Deut 4,44s “ESTA ES LA LEY QUE EXPUSO MOISÉS A LOS ISRAELITAS. v45 Estos son los estatutos,
preceptos y normas que dictó Moisés a los israelitas a su salida de Egipto…”
Deut 17,18s “Cuando suba al trono real, DEBERÁ ESCRIBIR ESTA LEY PARA SU USO, copiándola del
libro de los sacerdotes levitas. v19 La llevará consigo; la leerá todos los días de su vida para
aprender a temer a Yahveh su Dios, guardando todas las palabras de esta Ley y estos preceptos,
para ponerlos en práctica. v20 Así su corazón no se engreirá sobre sus hermanos y no se
apartará de estos mandamientos ni a derecha ni a izquierda. Y así prolongará los días de su
reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
Deut 31,9s “MOISÉS PUSO ESTA LEY POR ESCRITO y se la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que
llevaban el arca de la alianza de Yahveh, así como a todos los ancianos de Israel”.
PENTATEUCO
Origen del término y uso4
La palabra griega “pentateuchos (biblos)” –de donde procede el “pentateuchus (liber)” latino y el
“pentateuco” castellano– es una palabra compuesta de “penta-” –que significa “cinco”– y “teuchos”, que
significa, en general, “instrumento, arnés, utensilio”.5
Los padres de la iglesia rara vez emplean la palabra “Pentateuco” para referirse a los cinco primeros
libros del AT6. En general, prefieren hablar –como lo hace el NT7– de la “ley” o de la “ley de Moisés”,
distinguiéndola de los profetas.
4
Cf. J. L. SKA, “Algunas cuestiones fundamentales sobre el Pentateuco”, en: Id., Introducción a la lectura del
Pentateuco, 13-16.
5
En contextos particulares, puede tener varios significados: (1) En plural, “armas” (2) “Cordaje, velas, remos” (3)
“Vaso, contenedor” (jarra, cuba, estuche, colmena) (4) “Libro”. La palabra “teuchos” designaba en primer lugar el
estuche o contenedor cilíndrico de los rollos; luego, por metonimia, el contenido, es decir, el rollo. “Pentateuco”
significa, por tanto, cinco libros, o mejor, cinco rollos.
6
Orígenes (x1), Epifanio (x2) y Atanasio (x1). Entre los padres latinos, Tertuliano (x1) e Isidoro de Sevilla (x1).
Ninguno de los cinco libros es mencionado por su nombre en el NT. La primera vez que se encuentra
una mención explícita en un texto cristiano es en la llamada “Epístola de Bernabé”, que –en 10,3– hace
referencia al Deuteronomio.
Una división en cinco libros se encuentra también en el Salterio: Sal 1-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-
150. ¿Tal vez porque se tenía la idea de hacer del Salterio una meditación de los cinco libros de la Tôrâ?
Para J. L. Ska9, el Salmo 1 va ciertamente en esa dirección (ver Sal 1,2). El EvMt contiene cinco
discursos que concluyen todos con una fórmula similar (Mt 7,28; 11,1; 13,53; 19,1; 26,1). Dado que –
según entienden algunos intérpretes– para Mateo Jesús es un “nuevo Moisés”, no es impensable que
haya querido hacer de su evangelio una especie de “Nuevo Pentateuco”. El inicio de su evangelio:
“biblos geneseos” –”libro de la genealogía”– corresponde a la traducción de los Lxx de Gén 2,4 y 5,1.
En otro lugar, Filón cita el primer versículo del Levítico y llama a este libro con su nombre de
“Levítico”11. También cita muchas veces al Deuteronomio, pero lo llama “Protréptico”, esto es,
“exhortación” (un título muy apropiado para esta obra).
FLAVIO JOSEFO12 (ca 38 – 100 d.C.) también habla con toda claridad de “los cinco libros de Moisés”:
“...entre nosotros no hay multitud de libros que discrepen y disientan entre sí; sino solamente
veintidós libros, que abarcan la historia de todo tiempo y que, con razón, se consideran
divinos. De entre ellos cinco son de Moisés, y contienen las leyes y la narración de lo
acontecido desde el origen del género humano hasta la muerte de Moisés. Este espacio de
tiempo abarca casi tres mil años. Desde Moisés hasta la muerte de Artajerjes, que reinó entre
los persas después de Jerjes, los profetas que sucedieron a Moisés reunieron en trece libros lo
que aconteció en su época. Los cuatro restantes ofrecen himnos en alabanza de Dios y
preceptos utilísimos a los hombres. Desde el imperio de Artajerjes hasta nuestra época, todos
los sucesos se han puesto por escrito; pero no merecen tanta autoridad y fe como los libros
mencionados anteriormente, pues no hubo una sucesión exacta de profetas”.
7
Mt 5,17; 7,12; 11,13; 22,40; Luc 16,16 (cf. 24,27: “Moisés y los profetas”); Luc 24,44 (“la ley de Moisés, los
profetas y los salmos); Hech 13,15; 24,14; 28,23; Rom 3,21.
8
Cf. J. BLENKINSOPP, “División y estructura”, en: Id., El Pentateuco, 63-67. El autor considera que la división en
cinco libros tiene significación exegética y merece ser analizada cuidadosamente, y es más importante que otras
subdivisiones existentes, por ejemplo, las hechas en vistas a la lectura litúrgica. En Palestina, la Torá se leía en un
plazo de tres a tres años y medio, a lo que correspondían más de 150 secciones o “sedarîm”; en las comunidades de
Babilonia, la lectura se terminaba en un año, necesitando sólo unas 54 secciones amplias o “para$ôt”. Estas
secciones eran subdivididas en párrafos cortos o “pisqôt”, separados por un espacio de al menos tres letras. De
acuerdo con una antigua tradición, fueron introducidos para que Moisés tuviera tiempo de reflexionar entre cada
subsección.
9
J. L. SKA, “Algunas cuestiones fundamentales sobre el Pentateuco”, en: Id., Introducción a la lectura del
Pentateuco, 15. Del mismo modo dice J. BLENKINSOPP: “[...] esta división de los Salmos pretende sugerir que deben
ser recitados como meditación y ayuda para observar la Torá, como insinúa el Salmo 1, que da la tónica” (Id. , El
Pentateuco, 66).
10
FILÓN DE ALEJANDRÍA, De Aeternitate Mundi, 19.
11
FILÓN DE ALEJANDRÍA, De plantatione, 26.
12
FLAVIO JOSEFO, Obras completas de Flavio Josefo V. Contra Apión, I, 8, Buenos Aires (A. C. E. 1961), 15.
Este testimonio confirma que, entorno al tiempo del nacimiento de Jesús, la tradición judía ya había
establecido:
(1) Que los libros fundamentales de la ley eran cinco.
(2) Que fueron obra de Moisés.
(3) Que la autoridad de esos cinco libros de Moisés es superior a la de los otros libros atribuidos a los
profetas.
Pero es muy probable que la división en varios rollos sea anterior, ya que el “Documento de Damasco”
de Qumrán habla –en plural– de “los libros de la ley” (CD VII), lo mismo que la “Carta de Aristeas” (ca.
140 a.C.): “los rollos de la ley de los judíos” (par. 30) y “los libros” (46; 176, etc)13.
Más allá del valor del número cinco en la Biblia –basado probablemente en la importancia de los cinco
dedos de la mano– cabe subrayar la idea de Blenkinsopp acerca de que en la antigüedad, el sentido de
una obra literaria se daba con frecuencia a través de la estructura, como se advierte en el libro de los
Doce Profetas Menores. 14
Y añade:
“Por tanto, no debería extrañarnos que la división de la Torá en cinco libros, no en cuatro ni
seis, fuese el resultado de una decisión parecida y no mera cuestión de conveniencia. La
división en cinco partes pone de relieve al Levítico como panel central de la péntada, ya que
contiene las prescripciones que identifican al Israel reconstituido del Segundo Estado como
una comunidad santa, distinta de las otras naciones del mundo. Si es así, la estructura del
relato fundacional, separado ahora de la historia de los acontecimientos posteriores a la
muerte de Moisés, esconde una clave esencial para su sentido”15.
13
Tampoco el Sirácida permite sacar conclusiones firmes a propósito de la presunta subdivisión de la Torá en
cinco libros. Se ha sugerido que la expresión que utilizan los LXX para traducir «mi$neh hattôrah hazzo)t» de
Deut 17,18 (“una copia de esta ley “, “deuteronomion touto”; ver también Jos 8,32,) difícilmente pueda tratarse de
un error, ya que en ese caso el traductor habría escrito “deuteron nomon” o algo parecido, infiriendo de ello que el
título del quinto libro de Moisés podría haber estado en uso por entonces.
14
J. BLENKINSOPP, “División y estructura”, en: Id., El Pentateuco, 69: “...la disposición 3+12 de los Profetas
posteriores pretende recordar a los tres patriarcas y a los doce hijos de Jacob-Israel o, en otras palabras a la
totalidad del Israel restaurado como objeto de fe escatológica [...] Sugiero... que un simbolismo numérico de este
tipo dictó la forma final de la colección profética y que, al hacerlo, se insinuaba una determinada perspectiva para
su lectura”.
15
J. BLENKINSOPP, “División y estructura”, en: Id., El Pentateuco, 70.
Esta cuestión de “por qué (esos) cinco” cabe abordarla desde dos perspectivas:
(1) Desde la perspectiva de la subdivisión interna de la Torá tal como llegó a nosotros (es decir, por
qué la Torá está subdividida de esa manera en esos cinco libros)16.
(2) Desde la perspectiva de la conexión literaria y teológica de la Torá con los llamados “profetas
anteriores” (es decir, por qué la Torá no está compuesta por más o menos libros que los cinco
actuales).
Nos ocuparemos primero de esta segunda cuestión, para pasar a plantear luego el tema de la subdivisión
interna de la Torá en cinco libros.
¿Tetrateuco, Pentateuco,
Hexateuco o Enneateuco?17
La antigua tradición que habla de “cinco libros de la ley” ha sido puesta en cuestión entre los exégetas
alemanes de mediados del siglo XX.
Hexateuco
Es decir, “seis rollos”, uniendo al Pentateuco el libro de Josué
Leyendo con atención la obra y atendiendo a los temas teológicos más importantes, algunos
investigadores han hecho notar que al final del Deuteronomio quedan sin tratar satisfactoriamente
algunos temas capitales:
1. En el Génesis, una de las promesas fundamentales a los patriarcas es la de una TIERRA en la que
habitar. Con ella comienza la historia de Abrahán: “Sal de tu tierra... a la tierra que yo te
mostraré” (Gn 12,1-4). Sin embargo, quien termina de leer el Pentateuco no ve cumplida esa
promesa. Se queda a las puertas, en la estepa de Moab, o en la cumbre del monte Nebo, desde
donde Moisés la contempla.
2. Otro tema capital del Pentateuco es la liberación de Egipto. ¿Se puede dar por terminado el relato
sin contar la victoria final, la única que da sentido a todas las tribulaciones sufridas en el
desierto?
Esto llevó a muchos autores a pensar que los cinco primeros libros de la Biblia no pueden comprenderse
apropiadamente sin tener en cuenta al menos el sexto, el de Josué. Surgió así la propuesta de comenzar a
hablar de un “Hexateuco” (seis volúmenes)18.
16
Dice J. Blenkinsopp: “Casi nunca se ha prestado atención a la división del Pentateuco en cinco libros, sin duda
porque se pensaba que era una cuestión puramente relacionada con la producción de los libros (cuánto podía caber
en un rollo) y, por consiguiente, sin interés para la exégesis. No obstante, espero demostrar que este detalle
estructural merece más atención” (J. BLENKINSOPP, “División y estructura”, en: Id., El Pentateuco, 64).
17
Cf. O. ARTUS, “¿Pentateuco, Tetrateuco o Hexateuco?”, en: Id., Aproximación actual al Pentateuco, 7-9. J. L.
SKA, “¿Tetrateuco, Pentateuco, Hexateuco o Enneateuco?”, en: Id., Introducción a la lectura del Pentateuco, 16-23;
J. L. SICRE, “Tetrateuco, Pentateuco, Hexateuco, Heptateuco, Enneateuco”, en: Id., El Pentateuco, 26-27. Para los
trabajos de G. von Rad y de M. Noth cf. J. BLENKINSOPP, “Dos siglos de investigación sobre el Pentateuco”, en: Id.,
El Pentateuco, 30-33.
18
Como el libro de los Jueces continúa contando lo ocurrido “después de la muerte de Josué”; es lógico que el
lector se interese de forma espontánea por esos hechos (quien defienda la unión de los siete primeros libros hablará
de “Heptateuco”). CASIODORO, que defendía la unidad de los ocho primeros libros de la Biblia grecolatina, propuso
la teoría del “Octateuco”: Gén, Éx, Lv, Núm, Deut, Jos, Jue y Rut. Y quienes añadan Samuel y Reyes tendrán nueve
libros (“Enneateuco”), una historia que va desde la creación hasta el destierro de Babilonia –hipótesis de la que nos
ocuparemos al final de este recorrido–.
Por ejemplo, H. EWALD –en su “Geschichte Israels19“– consideraba que la primera obra histórica de
Israel fue “el libro de los orígenes” (“Das Buch der Ursprünge”) y que habría comprendido el Pentateuco
y el libro de Josué. Luego de EWALD se generalizó la costumbre de unir el libro de Josué al Pentateuco y
hablar de “Hexateuco”:
Por ejemplo, una de las obras clásicas de WELLHAUSSEN se titula: “La composición del Hexateuco
y de los libros históricos del Antiguo Testamento” 20
Ahora bien, leyendo atentamente los textos, también se puede advertir otro hecho casi imposible de
refutar: EL DEUTERONOMIO, por su lenguaje y su teología, está mucho más relacionado con los libros
siguientes (Josué-Jueces-Samuel-Reyes), que con los anteriores (Génesis-Éxodo-Levítico-Números). Por
eso, algunos exégetas –en lugar de proponer ampliar el Pentateuco, convirtiéndolo en Hexa- Hepta- o
Enneateuco– se inclinaron más bien en forma creciente por destacar las importantes diferencias que
existen entre Deuteronomio y los cuatro libros anteriores, que, contemplados en conjunto, comenzaban a
ser caracterizados como un presunto “Tetrateuco”.
Tetrateuco
Es decir, “cuatro rollos”, excluyendo del Pentateuco al Deuteronomio
Martin NOTH, discípulo de von Rad, en su célebre obra sobre la “historia de las tradiciones del
Pentateuco”23, cuestionó la hipótesis de su gran maestro. En esta obra, en la que se proponía excluir del
Pentateuco al Deuteronomio, hay que buscar el origen de la denominación “Tetrateuco”.
La tesis de M. Noth se apoyaba en tres observaciones24:
(1) No hay textos “deuteronómicos” en los cuatro primeros libros de la Biblia, salvo alguna adición
sin gran importancia. Por eso no existe ningún nexo literario estrecho entre Gén-Núm y el Deut.
(2) Las “fuentes” del Pentateuco no están presentes (ni en el Deuteronomio ni) en el libro de Josué.
En otras palabras, los relatos iniciados en Gén-Núm no continúan en el libro de Josué. Por esta
razón resulta difícil hablar de “Hexateuco”25.
19
H. EWALD, Die Geschichte des Volkes Israel I, Göttingen 31864, 94. La misma idea ya había sido expresada
antes por Bonfrère (1625), Spinoza (1670) y Geddes (1792).
20
J. WELLHAUSSEN, Die Composition des Hexateuchs und der historischen Bücher des Alten Testaments, Berlin,
1866).
21
G. VON RAD, “El problema morfogenético del hexateuco” en: Id., Estudios sobre el Antiguo Testamento,
Salamanca (Sígueme 19761938), 11-80.
22
Cf. recientemente Th. RÖMER, “La Mort de Moïse (Dt 34) et la Naissance de la Torah à l'Époque Perse ou: Est-
ce que la première partie du canon de la Bible hébraïque aurait pu être un Hexateuque?”, Foi et Vie 103 (2003) 31-
44.
23
M. NOTH, Überlieferungsgeschichte des Pentateuch, Stuttgart (1948).
24
M. NOTH, Überlieferungsgeschichte, 5-6. Cf. S. MOWINCKEL, Tetrateuch - Pentateuch - Hexateuch. Die Berichte
über die Landnahme in den drei altisraelitischen Geschichtswerken, Berlin (BZAW 1964).
Sin embargo, Noth no afirmó nunca que hubiera existido un “Tetrateuco” propiamente dicho, porque
para él, las fuentes antiguas –como los libros actuales de Génesis-Números– necesitan de una
continuación, es decir, de un relato de la conquista. Será el exégeta sueco Iván ENGNELL26 quien dará el
paso decisivo, y afirmará la existencia de un “Tetrateuco” independiente. Para Engnell, el “Tetrateuco”
actual –esto es, Gén, Ex, Lev, Núm– sería la obra del autor sacerdotal, que habría coleccionado y
compilado antiguas tradiciones orales. Junto a este “Tetrateuco sacerdotal” estaba el Deuteronomio y la
Historia Deuteronomista27. Desgraciadamente, Engnell solo enunció su tesis y jamás suministró una
argumentación completa para demostrarla.
Describimos, a continuación, a manera de ilustración, el punto de vista de los que, de una manera u otra,
proponen hablar de un “Enneateuco”:
Enneateuco
Es decir, “nueve rollos”, añadiendo al Pentateuco Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1y 2 Reyes 28
Algunos exégetas piensan que el conjunto Gén-2Re sfue concebido como una gran unidad literaria, que
comenzaba con la creación del mundo y terminaba con el exilio babilónico.
El tema principal de esta historia sería la “tierra”:
Al comienzo, Yahweh la promete a los patriarcas.
En Éxodo - Números, Israel camina hacia esa tierra por el desierto.
Josué la conquista.
Los Jueces la defienden.
Bajo David y Salomón se transforma en un Reino, primero, unido, luego dividido (norte-sur).
Finalmente, Israel pierde esta tierra en la época del exilio babilónico.
25
M. NOTH, Überlieferungsgeschichte, 5. Id., Das Buch Josua, Tübingen (HAT I,7 1938), xiii-xiv.
26
I. ENGNELL, Gamla Testamentet. En traditionshistorisk inledning I, Stockholm (1945), 209-212.
27
Cf. MOWINCKEL, Tetrateuch, 3-4.
28
Sin Rut: en la Biblia Hebrea, Rut está incluido en el grupo de los “escritos”; los dos libros de Samuel como los
dos libros de Reyes se consideran un sólo libro.
Según D. N. FREEDMANN29, este largo relato sería la “historia principal” o la “primera historia” de Israel
(“Primary History”), que entiende necesario distinguir de la “historia secundaria”, es decir, la “historia
del Cronista” (1-2 Cro - Esd - Neh).30
La “Historia principal” termina con la destrucción del Templo y el exilio.
La “Historia del Cronista” culmina en la reconstrucción del Templo y de la comunidad
postexílica luego del exilio.
Estos nexos literarios crean lazos entre varios bloques narrativos y señalan además el pasaje de
un período a otro de la historia de Israel: Ex 1,6.8 señala el pasaje de la edad patriarcal a la del
éxodo; Jos 24, 29.31 y Jue 2,8.10 la de la época de Josué a la época de los Jueces.
(2) Las indicaciones cronológicas que aparecen en los libros son otra indicación de esta visión global
de la historia de Israel.
Por ejemplo, la duración de la estancia en Egipto es de 430 años según Ex 12,40-41 (cf. Gén
15,13: 400 años), coincide exactamente con la duración de la monarquía, calculada a partir del
año cuarto de Salomón. Salomón inicia la construcción del Templo 480 años luego del éxodo (1
Re 6,1), es decir, 430 + 50 años. Contando los años a partir de esta fecha –ie, el cuarto año del
reinado de Salomón– hasta el final del Reino de Judá resultan también 430 años (la duración de
la monarquía). Si se adicionan los cincuenta años del exilio, se arriba otra vez a la cifra de 480
años32.
Para arribar a esta cifra es necesario sin embargo tomar los datos de 1-2 Reyes sin ninguna
corrección.
(3) BLENKINSOPP33 expone tres importantes razones para afirmar que el Pentateuco no puede concluir
con la muerte de Moisés (Dt 34):
(a) Sin el libro de Josué, la promesa de la tierra, hecha a los patriarcas, permanece
incumplida. 34 Por otra parte, Jos 21,43-45 reiteradamente ve en la conquista completada
29
D. N. FREEDMANN, Pentateuch, New York (IDB 3 1967), 711-727, especialmente 712-713.
30
La “historia del cronista” retoma de modo drásticamente abreviado la narración de los orígenes, de la creación
hasta el reino de David, para concentrarse sobre todo en el reino de este monarca, de su hijo Salomón y de sus
sucesores. Los libros de Esdras y Nehemías describen la reconstitución de la comunidad de Israel tras el exilio.
31
J. BLENKINSOPP, El Pentateuco, 56, explicando la tesis de R. RENDTORFF (Das überlieferungsgeschichtliche
Problem des Pentateuch, Berlin-New York, BZAW 147, 1977, 166-189).
32
Cf. J. BLENKINSOPP, El Pentateuco, 72. Para más datos de este tipo cf. Id., “Marco temporal”, Ibid. 70-75.
33
J. BLENKINSOPP, El Pentateuco, 53-54.
(b) En pasajes referidos al santuario y el culto se advierte un esquema que se extiende más allá
de los límites del Pentateuco. Existen correspondencias entre la obra de la creación (Gén
1), la construcción del santuario (o “morada”) en el desierto (Éx 35-40), la instalación del
santuario en la tierra prometida (Jos 18-19) y la construcción del el templo de Salomón
(1Re 6-9).35
Al argumento (b) responde que la correspondencia entre Gén 1 y Ex 24-25 y 39-40 es bien
notoria39 (ver, p.e. el cuadro de la “semana” en Gén 1,1-2,4a y Ex 24,16). Pero no se reencuentra
esta temática en Jos 18,1; 19,51.
Al argumento (c) contesta que las analogías entre Gén 2-3 y el tema de la tierra en la historia
deuteronomística no son muy específicas: el vocabulario es diverso y no hay ninguna llamada
explícita a la historia del Génesis en la historia deuteronomística.
34
De otra forma, hay que hablar de “cumplimiento parcial de la promesa” o de “prórroga de la promesa”. Cf. D. J.
A. CLINES, The Theme of Pentateuch, Sheffield (JSOT 10 1978). Cf. J. S. CROATTO, “Una promesa aún no
cumplida. Algunos enfoques sobre la estructura literaria del Pentateuco”, RevBibl 44 (1982) 193-206.
35
El relato de la creación en Gén 1 anticipa en su estructura de 7 días la instauración del culto, el descanso
sabático de Dios y la creación de los cuerpos celestes del día cuarto para fijar el calendario litúr gico. De acuerdo
con esta misma tradición, la revelación del Sinaí consiste en normas precisas para la construcción y el
funcionamiento del santuario del desierto (Ex 35-40), santuario que, después de la conquista, es instaurado en la
tierra prometida (Jos 18-19). Si se sigue leyendo se observa que el templo de Salomón será construido 480 años
después del éxodo (1Re 6,1), y con ello se lo inserta en un esquema cronológico que une a la creación, el éxodo y la
construcción del Templo de Salomón en una única narración.
36
Cf. L. ALONSO SCHÖKEL, “Motivos sapienciales y de alianza en Gen 2-3”, Biblica 43 (1962) 295-316.
37
SKA, J. L., “Enneateuco”, en: Id., Introducción a la lectura del Pentateuco, 22-23.
38
Th. RÖMER, Israels Väter. Untersuchungen zur Väterthematik im Deuteronomium und in der deuteronomischen
Tradition, Friburgo-Götingen, OBO 99, 1990 (sobre Jos 21,43-45 véase pp. 358-363); N. LOHFINK, Die Väter
Israels im Deuteronomium. Mit einer Stellungnahme von Thomas Römer, Friburgo-Götingen, OBO 111, 1991
(sobre Jos 21,43-45 véase pp. 81-85).
39
Ver p.e., P. J. KEARNEY, “Creation and Liturgy: The P Redaction of Ex 25-40”, ZAW 89 (1977) 375-387.
Por otra parte, faltan en Gén 2-3 referencias claras a la teología de la alianza. En Gén 2,16-17, el
castigo prometido para el que no observa el mandamiento no es la expulsión del jardín sino la
muerte (2,17b). Finalmente, Gén 2-3 es muy probablemente un texto relativamente tardío. 40
Como una primera aproximación a este complejo problema sugerimos una síntesis de los puntos con
mayor consenso en la actualidad, ofrecida por J. L. SICRE42:
40
Véase E. OTTO, “Die Paradieserzählung Genesis 2-3: Eine nachpriesterschriftliche Lehrererzählung in ihre
religionshistorischen Kontext”, en: A. A. DIESEL u.a. (hersg.), Jedes Ding hat seine Zeit… Studien zur israelitischen
und altorientalischen Weisheit, FS D. Michel, Berlin-New York, BZAW 241, 1966, 167-192.
41
En lo que hace a Blenkinsopp al menos –desconocemos el trabajo de D. N. Freedman– debemos señalar que sus
afirmaciones al respecto son matizadas. Dice al finalizar el elenco de estas tres razones: “Por tanto, hay pocas dudas
de que el Pentateuco y los Profetas anteriores pueden ser leídos como una historia seguida, y eso es lo que se
pretendió en cierta etapa de la tradición. Pero también es cierto que el Pentateuco, que termina con la muerte de
Moisés fuera de la tierra, llegó a ser visto por derecho propio como un relato coherente, con una estructura y un
sentido claros” (J. BLENKINSOPP, El Pentateuco, 54).
42
J. L. SICRE, “¿Por qué se escribió el Pentateuco?”, en: Id., El Pentateuco, 28-30. Cf. O. ARTUS, “El contexto
histórico de la formación del Pentateuco”, en: Id., Aproximación actual al Pentateuco, 9-12. E. ZENGER, “Der
geschichtliche Kontext der formativen Redaktionen der Torá”, en: E. ZENGER (hrsg.), Einleitung in das Alte
Testament, Stuttgart (Kohlhammer 19983), 79-84.
cohesión, y una legislación propia, a sus súbditos)43. Pero fueron conscientes de que “quien
mucho abarca, poco aprieta”. Ni los persas ni los samaritanos ni los residentes en la Diáspora
estarían dispuestos a aceptar LOS NUEVE LIBROS (“Historia deuteronomista” + “Tetrateuco”):
a. Los persas, porque el libro de Josué y los siguientes reivindican unos territorios
infinitamente más amplios que los de la diminuta provincia persa de Judá.
b. Los samaritanos, enemigos mortales de los judíos desde hace siglos,
estarían dispuestos a aceptar la legislación mosaica y las tradiciones patriarcales, pero
nada más; quizá habrían aceptado el libro de Josué y otras muchas tradiciones del Norte
contenidas en Jueces y Reyes, pero no con la visión partidista que se había impuesto en el
Sur.
c. A quienes vivían en la Diáspora tampoco les gustaría que se identificase
el hecho de ser judío con el de vivir en la tierra prometida.
4. Por consiguiente, es posible que los mismos judíos propusiesen a los persas dar
valor oficial sólo al PENTATEUCO.
Así se habría roto la unidad del ENNEATEUCO y se habría canonizado el PENTATEUCO. Siglos más
tarde, los libros siguientes (Josué-Reyes) también habrían de entrar en el canon de los libros
inspirados con el nombre de “Profetas anteriores”.
MOISÉS, EL PENTATEUCO
Y EL CANON DE LA BIBLIA HEBREA44
Este modo de organizar los primeros libros del Antiguo Testamento no excluye otros modos posibles
pero tiene un valor particular porque tiene en cuenta la forma canónica45, definitiva y normativa de la
43
Tener en cuenta la hipótesis de Peter FREI conocida como “Teoría de la autorización imperial persa” a partir de
la publicación de su artículo “Zentralgewalt und Lokalautonomie im Achämenidenreich” en: P. FREI-K- KOCH,
Reichsidee und Reichsorganization im Perserreich, Fribourg Sw, OBO 55, 19841996. La obra más completa y más
importante sobre la cuestión de la “autorización imperial persa” es la de James WATTS (éd.), Persia and Torah.
The Theory of Persian Imperial Authorization of the Pentateuch, Atlanta SBL.SS 17, 2001. Para una matización
crítica de la hipótesis cf. J. L. SKA, “El Pentateuco y el Israel post-exílico”, en: Id., Introducción a la lectura del
Pentateuco, 295-310; Id. “Persian Imperial Authorization: Some Question Marks”, en: J. WATTS (éd.), Persia and
Torah, 161-182; Id., “Le Pentateuque et la Politique impériale perse”, Foi et Vie 103 (2003) 17-30.
44
E. ZENGER, “Die hermeneutische Systematik des Tanach”, en: Id., Einleitung, 25-27. Retomado con algunas
leves modificaciones por J. L. SKA, “Moisés, el Pentateuco y el canon de la Biblia hebrea”, en: Id., Introducción a
la lectura del Pentateuco, 23-31.
45
Sobre la cuestión del “canon” cf. J. A. SANDERS, Torah & Canon, Philadelphia (Fortress Press 1972); B. S.
CHILDS, Introduction to the Old Testament as Scripture, Philadelphia (Fortress Press 1979).
Biblia para la comunidad de fe, tanto del pueblo de Israel en primer lugar, como para el pueblo cristiano
después. Las escrituras canónicas no se cerraron como “Tetrateuco” ni como “Hexateuco” sino como
Pentateuco46.
Desde una perspectiva canónica, la Biblia Hebrea quedó configurada en tres partes. Proponemos a
continuación analizar los textos ubicados en los lugares estratégicamente claves que conectan entre sí las
tres partes de la Biblia Hebrea 47:
En lo que respecta al Pentateuco, Deut 34 es un texto fundamental que hace las veces de
“vertiente” para separar los cinco primeros libros de la Biblia de los que siguen (Josué a 2 Reyes).
Está ubicado en una posición estratégica –no sólo se trata del pasaje que concluye el
Deuteronomio sino que es el punto final del Pentateuco y el puente hacia la historia
deuteronomista– y toca un tema importantísimo: la muerte de Moisés, el protagonista principal
del Pentateuco.
Sus últimos versículos constituyen lo que muchos dan en llamar “el epitafio” de Moisés:
Deut 34,10-12 “No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien Yahveh trataba
cara a cara, v11 nadie como él en todas las señales y prodigios que Yahveh le envió a realizar
en el país de Egipto, contra Faraón, todos sus siervos y todo su país, v12 y en la mano tan fuerte
y el gran terror que Moisés puso por obra a los ojos de todo Israel”.
Este texto contiene una serie de afirmaciones fundamentales sobre el lugar que Moisés ocupa en
la historia de la revelación (en particular, sobre la revelación que se concluye con la muerte de
Moisés)49:
(a) Moisés es el más grande de todos los profetas. La “ley de Moisés” es superior a toda
otra forma de revelación.
46
Cf. el interesante planteo de Th. RÖMER, “La victoire du Pentateuque”, en: Id., “La Mort de Moïse (Dt 34) et la
Naissance de la Torah à l'Époque Perse ou: Est-ce que la première partie du canon de la Bible hébraïque aurait pu
être un Hexateuque?”, Foi et Vie 103 (2003) 43-44.
47
J. L. SKA, “Il canone ebraico e il canone cristiano dell'Antico Testamento”, La Civilità Católica 3531-3532
(1997 III) 213-225.
48
J. L. SKA, “La morte di Mosè e l'autorità del Pentateuco”, en: Id., Il canone ebraico e il canone cristiano
dell'Antico Testamento, 216-219. Cf. Th. RÖMER, “La Mort de Moïse (Dt 34) et la Naissance de la Torah à l'Époque
Perse”, especialmente 32-38 (atribuye Deut 34,10-12 a una “redacción Pentateuco” y Deut 34,7-9 a una “redacción
Hexateuco”; Römer sostiene que la idea de un “Hexateuco” no es simplemente una invención de la exégesis del
siglo XIX sino que probablemente habría existido una coalición minoritaria de deuteronomistas y sacerdotales
disidentes que habría intentado un “proyecto Hexateuco” cuando, en la época persa, se habrían publicado las
tradiciones oficiales del judaísmo).
49
Y, con ello, sobre el lugar de la “Torá” en relación con los otros libros bíblicos. La importancia de este texto
para la comprensión del canon ha sido puesta en evidencia por Ch. DOMEN – M. OEMING, Biblischer Kanon, warum
und wozu?, Freiburg i.B. (Herder 1992), 54-68; cf. también R. LUX, “Der Tod des Moses als «besprochene und
erzählte Welt»“, ZThK 84 (1987) 395-425; N. LOHFINK, “Moses Tod, die Torá und die alttestamentliche
Sontagslesung”, ThPh 71 (1991) 481-494. Cf. F. GARCÍA LÓPEZ, “De la antigua a la nueva crítica literaria del
Pentateuco”, EstBíb 52 (1994) 7-35, espec. 25-35. E. ZENGER, “Die hermeneutische Systematik des Tanach” en: Id.,
Einleitung, 25-27 (para Deut 34,10-12 cf. también 68).
Según ZENGER50, queda aquí sancionada la principal tarea de los profetas: ser
intérpretes de la Torá (mosaica).
También precede a los “escritos” o libros “sapienciales”.
50
E. ZENGER, “Programmatische Schlubtexte (Epilogue/Kolophone) der drei Teile”, en: Id., Einleitung, 25. Cf. J.
BLENKINSOPP, “Aspectos básicos del Pentateuco: Estructura y cronología”, en: Id., El Pentateuco, 76 (entiende que
en la decisión de crear un corpus literario cerrado que termine con la muerte de Moisés habría un esfuerzo
conciente por neutralizar los aspectos ambiguos y problemáticos de la profecía).
51
Cf. B. CHILDS, “The Mosaic authorship and canon”, en: Id., Introduction to the Old Testament, espec. 134-135.
52
Éx 33,11 “...Yahweh hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo...”
[lit. “como un hombre habla con otro”: Wh[e_rE-la, vyaiÞ rBeîd:y> rv,²a]K; –el sentido general de la expresión en
hebreo es más vago, expresa simplemente reciprocidad–; =/= Éx 33,20].
Núm 12,6-8 “...Si hay entre vosotros un profeta, en visión me revelo a él, y hablo con él en sueños. v7 No así con
mi siervo Moisés: él es de toda confianza en mi casa; v8 boca a boca hablo con él, abiertamente y no enigmas, y
contempla la imagen de Yahveh. ¿Por qué, pues, habéis osado hablar contra mi siervo Moisés?...”.
[Texto más explícito, porque afirma claramente la superioridad de Moisés sobre los profetas por su contacto
inmediato con el Señor. La frase aparece en un texto complicado, con expresiones oscuras, difíciles de traducir, en
el que, cuando la autoridad de Moisés es cuestionada por su hermano Aarón y por su hermana Myriam, el Señor
aparece para defender a Moisés, pronunciando este oráculo]
Cf. Jn 3,11 “...nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto” [Para la figura de
Moisés en el NT cf. entre otros, D. C. ALLISON, The New Moses. A Matthean Typology, Minneapolis, MN (1993);
M. -E. BOISMARD, Moïse ou Jésus. Essai de Christologie johannique, Leuven (BETL 84 1988)].
El primer libro profético en la Biblia Hebrea, el que abre la serie, es el de Josué. Su comienzo es,
sin duda, un texto ubicado en un lugar estratégico:
Josué 1,1-9
“Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo de Yahveh, que habló Yahveh a Josué, hijo de
Nun, y ayudante de Moisés, y le dijo: v2 «Moisés, mi siervo, ha muerto; arriba, pues; pasa ese
Jordán, tú con todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy (a los israelitas). v3 Os doy todo
lugar que sea hollado por la planta de vuestros pies, según declaré a Moisés. v4 Desde el
desierto y el Líbano hasta el Río grande, el Éufrates, (toda la tierra de los hititas) y hasta el mar
Grande de poniente, será vuestro territorio. v5 Nadie podrá mantenerse delante de ti en todos
los días de tu vida: lo mismo que estuve con Moisés estaré contigo; no te dejaré ni te
abandonaré. v6 «Sé valiente y firme, porque tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que
juré dar a sus padres. v7 Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo cuidado de cumplir toda la Ley
que te dio mi siervo Moisés. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que
tengas éxito dondequiera que vayas. v8 No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo
día y noche; así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y
éxito en tus empresas. v9 ¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te
acobardes, porque Yahveh tu Dios estará contigo dondequiera que vayas»“.
El discurso de Yahweh a Josué al comenzar el libro indica cuál es la misión de Josué y precisa
cuáles son las relaciones entre Josué y Moisés (y, al mismo tiempo, entre la Torá y los profetas):
53
J. L. SKA, “La Legge e i Profeti”, en: Id., Il canone ebraico e il canone cristiano dell'Antico Testamento, 219-
222; E. ZENGER, “Die hermeneutische Systematik des Tanach” en: Id., Einleitung, 25-27.
(c) El éxito de Josué depende de su fidelidad al “libro” de la “ley que le dio Moisés”
(1,7-8).
JOS 1,7-8 DA UNA CLAVE DE INTERPRETACIÓN PARA TODOS LOS LIBROS SIGUIENTES: Israel
tendrá éxito y prosperará si obedece la Ley. En cambio corre grave peligro apenas la
abandona. El Libro de los Jueces lo demuestra claramente.
De ahora en más, desde el punto de vista “canónico”, la “ley escrita en un libro” se vuelve
la piedra angular de cada empresa en la historia de Israel.
SERÁ TAMBIÉN EL CRITERIO QUE PERMITIRÁ JUZGAR LA HISTORIA54.
Toda la “historia de Israel”, desde Josué hasta el final de la monarquía de Judá y el exilio,
será medida con esa vara, será la historia de la fidelidad o de la infidelidad al “Libro de la
Ley dada por Moisés”.
La vida de Josué ofrece una primera demostración de esta tesis.
Tuvo éxito en todas sus empresas por su fidelidad a todo lo que le encomendó el Señor al
comienzo de su carrera. Antes de morir, Josué reunirá a los jefes del pueblo y les
aconsejará seguir su ejemplo. En sus palabras, una suerte de “testamento espiritual”,
resuenan algunas de las frases que él había oído poco después de la muerte de Moisés:
«Esforzaos mucho en guardar y cumplir todo lo que está escrito en el libro de la Ley de
Moisés, no apartándoos de ella ni a la derecha ni a la izquierda» (Jos 23,6) 55.
Esta configuración canónica no presenta al Pentateuco como el inicio de una larga historia
sino más bien como el fundamento sobre el cual se construye el resto de la historia.
Otro texto ubicado en un lugar estratégico, en la medida en que cierra todo el “corpus
propheticum” es el final del último de los “profetas posteriores”. El texto pone a Moisés
54
Por ejemplo, ese es el principio sobre el que se basa 2 Re 17,7-23 para explicar el fin de la monarquía del Reino
del Norte: “ 13Yahveh advertía a Israel y Judá por boca de todos los profetas y de todos los videntes diciendo:
«Volveos de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y mis preceptos conforme a la Ley que ordené a
vuestros padres y que les envié por mano de mis siervos los profetas». 14 Pero ellos no escucharon y endurecieron
sus cervices como la cerviz de sus padres, que no creyeron en Yahveh su Dios. 15 Despreciaron sus decretos y la
alianza que hizo con sus padres y las advertencias que les hizo […] 16 Abandonaron todos los mandamientos de
Yahveh su Dios […] 18 Yahveh se airó en gran manera contra Israel y los apartó de su rostro, quedando solamente
la tribu de Judá. 19 Tampoco Judá guardó los mandamientos de Yahveh su Dios y siguió las costumbres que
practicó Israel. 20 Rechazó Yahveh el linaje de Israel, los humilló y los entregó en mano de saqueadores, hasta que
los arrojó de su presencia; […] 23Yahveh apartó a Israel de su presencia, como había anunciado por medio de
todos sus siervos los profetas; deportó a Israel de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy”.
55
También poco antes de morir David hará a Salomón recomendaciones similares: “ 1Cuando se acercaron los
días de la muerte de David, dio órdenes a su hijo Salomón: 2«Yo me voy por el camino de todos. Ten valor y sé
hombre. 3Guarda las observancias de Yahveh tu Dios, yendo por su camino, observando sus preceptos, sus
órdenes, sus sentencias y sus instrucciones, según está escrito en la ley de Moisés, para que tengas éxito en cuanto
hagas y emprendas. 4Para que Yahveh cumpla la promesa que me hizo diciendo: «Si tus hijos guardan su camino
para andar en mi presencia con fidelidad, con todo su corazón y toda su alma, ninguno de los tuyos será
arrancado de sobre el trono de Israel» (1Re 2,1-4). La “escuela deuteronomista” entiende claramente que la
monarquía está subordinada a la Ley de Moisés y que la supervivencia de la dinastía está li gada a la observancia de
la Ley (cf. Deut 17,14-20).
junto a Elías (personajes que no por casualidad aparecen junto a Jesús en la escena de la
“transfiguración”) y contiene afirmaciones similares:
Este texto concluye –a modo de inclusión con Jos 1– todos los libros proféticos.
En cuanto a la ley de Moisés, Mal 3,22 contiene –antes del oráculo que anuncia el retorno
de Elías– algunas afirmaciones importantes:
En este libro, Yahweh aparece en el monte Horeb, no en el monte Sinaí (cf. p.e.
Deut 5,2 y Ex 19,1).
Además, la expresión “decretos y normas” ( ~yjiP'v.miw> ~yQIxu) es típicamente
deuteronomista (cf. Deut 5,1; 11,32; 12,1; 26,16).
56
Varios textos entienden el ministerio profético de este modo, es decir, como un instrumento de la Ley, como un
servicio tendiente a lograr la fidelidad de Israel a la Ley de Moisés (aunque no son tan explícitos como Mal 3,22):
cf. 2Re 17,13; Jer 25,4; 26,5; 29,19; 35,15. El Señor nunca ha dejado de enviar profetas para exhortar a su pueblo a
la conversión (aunque ellos no quisieron escuchar). Por ejemplo, Jer 26,4-6 “Les dirás, pues: «Así dice Yahveh: Si
no me oís para andar según mi Ley que os propuse, 5oyendo las palabras de mis siervos los profetas que yo os
envío asiduamente (pero no habéis hecho caso), 6entonces haré con esta Casa como con Silo, y esta ciudad
entregaré a la maldición de todas las gentes de la tierra»“.
57
Este, por cierto, no es el único modo de entender el ministerio profético. De hecho, muchos textos proféticos
apuntan al futuro, alentando la espera de tiempos mejores (profecías mesiánicas, visiones escatológicas). Lo que se
intenta subrayar aquí es que la configuración canónica de la Escritura favorece una comprensión del profetismo
según la cual los profetas son ante todo custodios el intérpretes de la Ley (¡cf. Mat 5,17-20!).
Como Moisés marchó hacia el Horeb (1Re 19) y “escuchó a Dios” en la caverna
(aunque no lo vio como “lo vio” Moisés; cf. Ex 34)58.
Como Moisés tuvo que enfrentar a un pueblo completamente alejado de Dios.
Según la tradición de 2 Reyes 2,1-11, no murió sino que fue “arrebatado al cielo”,
y, entonces, puede volver y hacer de Israel definitivamente una comunidad de
familias que aprenden la Torá, conforme al espíritu de Deuteronomio 6,4-9.
Además, el Señor prometió a Moisés que haría surgir en el pueblo un profeta como
él (Deut 18,5.18).
El canon hebreo de la Biblia considera todos los libros proféticos (Josué a Malaquías)
como un conjunto subordinado a la Ley de Moisés y que tiene como función principal
interpretarla y actualizarla.
58
Ver también los “cuarenta días y cuarenta noches” que ambos pasaron en soledad en su contacto con la montaña
del Señor (Ex 24,18; 34,28; Deut 9,9 y de 1Re 19,8).
59
J. L. SKA, “La tercera parte de la Biblia hebrea: «Los escritos» (k etubîm), en: Id., Introducción a la lectura del
Pentateuco, 27-29 e Id., “La Legge e i Sapienti”, en: Id., Il canone ebraico e il canone cristiano dell'Antico
Testamento, 222-223; E. ZENGER, “Die hermeneutische Systematik des Tanach” en: Id., Einleitung, 25-27.
Se encuentran aquí algunas afirmaciones que sitúan los “Salmos” –y, con ellos, los “Escritos”– en
relación con la “Ley”:
El criterio que distingue al justo del impío y del pecador es la meditación de la Ley. La Ley
será también el criterio del juicio (Sal 1,5-6). Este Salmo aplica al individuo aquello que
los “profetas anteriores” afirmaban a propósito del pueblo.
EL FINAL DE LA BIBLIA HEBREA61 –que coincide con la conclusión de los “Escritos”– se encuentra:
sea en “Esdras-Nehemías” (poniendo claramente el acento sobre la Torá de Moisés62; por
ejemplo, en el Códice de Aleppo o en el Códice de Leningrado –donde, a su vez, “Crónicas”
aparece ubicado al comienzo de los Ketûbîm, antes del Salterio–) - sea en “2 Crónicas” (según la
firme tradición talmúdica atestiguada en el tratado bBabá Batrá 14b. En este caso el acento
queda puesto en Jerusalén y en el Templo)63.
Nos ocuparemos del segundo caso, dado que, teniendo en cuenta la perspectiva canónica que
venimos recorriendo, no resulta tan evidente:
2 Crónicas 36,22-23
“En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahveh, por boca
de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y
por escrito en todo su reino: v.23 «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos,
me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una Casa en
60
Un texto que finalmente quedó fuera del canon hebreo confirma este punto de vista. Ver Sir 24, donde el autor
identifica la verdadera sabiduría con el conocimiento de la Torá (especialente, Sir 24,22).
61
J. L. SKA, Il canone ebraico e il canone cristiano dell'Antico Testamento, 223-225.
62
Los libros de Esdras-Nehemías culminan en la proclamación solemne de la “Ley de Moisés” delante de todo el
pueblo (Nehemías 8; cf. 8,1). Esta Ley deviene la piedra angular de la comunidad postexílica.
63
J. L. SKA, , “Il canone hebraico centrato sulla Tora (Legge)”, en: Id., Il Libro Sigillato e Il Libro Aperto, Bologna
(EDB 2005), 129 (cf. 145-146).
Jerusalén, en Judá. Quién de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y
suba!»“.
Aquí no se menciona más a Moisés y a la Ley sino a Jeremías y a Jerusalén con el Templo.
El Templo de Jerusalén no es mencionado como tal en el Pentateuco. Sin embargo, textos
como: Ex 25-31; 35-40 // las prescripciones cultuales del Levítico // la ley acerca de la
centralización del culto en Deut 12, se han de leer con relación al Templo. Es difícil
concebir el Templo sin referencias a la Ley y a las prescripciones cultuales comprendidas
en el Pentateuco64.
64
En la parte más sagrada del Templo, en el santo de los santos, se debía encontrar el arca con las dos tablas que
Yahweh le entregó a Moisés en el Horeb. La Torá, pues, está en el corazón del Templo. Y el culto a celebrarse en
el Templo debe ser conforme a las prescripciones de la Torá (cf. 2 Crónicas 8,13).
65
Así ZENGER (Einleitung, 26)–que se manifiesta sorprendido por el orden “canónico” de la secuencia «Esdras-
Nehemías-Crónicas» (que no corresponde a la sucesión lógica y cronológica de los acontecimientos)– entiende que
este orden apuntaría a indicar el propósito de un final programático, que, en el ocaso del s. I d.C. (¿cuando se
estableció el canon hebreo?), por tanto, tras la destrucción del Templo por los romanos en el año 70 y frente a la
cada vez más fuerte presión romana a los judíos de Israel, podría transmitir un importante mensaje de esperanza:
(1) Israel deberá apoyarse firmemente en la certeza que la terrible miseria del pueblo de Dios, a despecho de
toda resignación y de toda duda, ya acabó y magníficamente, porque Yahweh permanece fiel (alusión a la
profecía de Jeremías) y porque él es Señor del mundo y puede mover aún hasta a quienes no lo tienen por
Dios propio (como Ciro) a cumplir su plan en la historia.
(2) El fundamento de la esperanza de Israel es la Alianza “eterna” de Dios con su pueblo: “Quien de entre
vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él” alude a la así llamada “fórmula de la Alianza” (cf.
especialmente Levítico 26,44s.).
(3) El último vocablo “suba” alude a los prodigios del Éxodo. Yahweh se muestra ante Israel como un Dios que
libera. Y, al mismo tiempo, Jerusalén y el “país” se mantienen como el don salvífico de Yahweh a su
pueblo.
66
Según hace notar SKA (“La struttura aperta dell' AT”, en: Id., Il canone ebraico e il canone cristiano dell'Antico
Testamento, 224) las tres partes de la Biblia Hebrea invitan al lector a mirar al futuro, al porvenir, a la “tierra”:
1. El “Pentateuco” con un Moisés que contempla desde lejos el país sin poder entrar.
2. Los “Profetas”, con el anuncio del retorno de un Elías que debe convertir los corazones para impedir que el
Señor hiera a la tierra con el anatema.
3. Los “Escritos”, con el llamado de Ciro a “subir” a Jerusalén para participar de la reconstrucción del
Templo.
SKA sugiere que la Biblia Hebrea es una “sinfonía incompleta”: ¿Cuándo volverá el pueblo a su tierra? ¿Cuándo
será reconstruido el Templo? La verdadera esperanza mesiánica se inserta aquí, dado que todo lo que se anhelaba
solo podía darse con certeza en la medida en que se lograra la independencia. Y, en el mundo antiguo, difícilmente
era pensable la independencia sin una estructura monárquica. Y quien dice monarquía en Israel, inmediatamente
piensa en David. Por eso, la esperanza de un futuro feliz en la tierra se traducía (al menos para algunos grupos), en
una esperanza mesiánica, esto es, en una restauración de la monarquía davídica que pudiera llevar a buen término
la obra de Moisés. Según SKA, el NT asumió esa esperanza. No se presenta como un nuevo comienzo. No toma el
lugar del AT o lo sustituye sino que se ofrece como una interpretación del AT, la de mayor valor, en cuanto es
definitiva. Se presenta como un cumplimiento, ofreciendo una respuesta definitiva a “la esperanza de la tierra” en
términos de irrupción definitiva del “Reino de Dios”. Por eso, entiende SKA, los Evangelios comienzan su relato a
orillas del Jordán, como finaliza el Deuteronomio y como comienza el libro de Josué, a las puertas de la tierra.
Aparece aquí, junto a la Torá, otro elemento importante de la tradición hebrea: la Ciudad Santa y
el Templo67.
Algunas conclusiones68
Desde una perspectiva canónica cabe extraer algunas conclusiones esenciales para la lectura del
Pentateuco:
(1) Estos textos analizados, que enmarcan las tres partes principales de la Biblia Hebrea, son
importantes a causa de su contenido y especialmente porque están colocados en lugares
estratégicos.
La división tripartita pone de relieve la posición única de la “Ley” que, según la tradición bíblica,
lleva la impronta de la personalidad excepcional de Moisés. El Pentateuco es único porque
Moisés ocupa un lugar único en la historia de la revelación.
(2) Los cinco libros del Pentateuco tienen por tanto un carácter “normativo” que los otros libros no
poseen69.
(3) El Pentateuco, además, se presenta en gran parte como una “vida de Moisés” que nace en Éxodo
2 y muere en Deuteronomio 34. Se trata sin embargo en primer lugar de una “vida de Moisés al
servicio de Yahweh y del pueblo de Israel”. El libro del Génesis que precede esta “vida de
Moisés” describe el origen del mundo (Génesis 1-11) y del pueblo de Israel (Génesis 12-50)70.
67
Elemento que no queda completamente ausente en la otra forma canónica conocida de cerrar los Ketûbîm, es
decir, con “Esdras-Nehemías” al final. También en esa forma Jerusalén ocupa un puesto central (Nehemías muestra
una preocupación apasionada por la Ciudad Santa, reconstruye sus murallas, impone medidas socio-políticas y
religiosas tendientes a resguardar la pureza y la fidelidad de la población).
68
J. L. SKA, “Moisés, el Pentateuco y el canon de la Biblia hebrea”, en: Id., Introducción a la lectura del
Pentateuco, 29-31. Cf. E. ZENGER, “Das Programm der pentateuchischen Endkomposition”, en: Id., Einleitung, 74-
79.
69
“La decisión de crear un corpus literario cerrado que terminase con la muerte de Moisés implica que se da al
relato de la era mosaica un valor constitutivo y normativo, con exclusión de lo que sigue. Aunque el término
canonicidad es de origen muy posterior (el primero en usar la palabra «canon» en este sentido fue Atanasio, a
mediados del siglo IV d.C.), la naturaleza canónica de esta nueva creación literaria puede advertirse tanto en lo que
excluye como en lo que incluye. La exclusión de la historia posterior a Moisés sugiere que esta historia era vista en
su mayor parte como el recuerdo de un fracaso. También parece darse un esfuerzo consciente por neutralizar los
aspectos ambiguos y problemáticos de la profecía, al mismo tiempo que incorpora la enseñanza ética de los grandes
profetas. La afirmación hacia el final del Pentateuco, de que después de la muerte de Moisés no surgió en Israel un
profeta como él (Dt 34,10) sugiere la preocupación por definir la revelación mosaica como cualitativamente
diferente de las revelaciones esporádicas y potencialmente perniciosas reivindicadas por los profetas. En la misma
dirección apunta, dentro del mismo Pentateuco, la redefinición de la profecía como mosaica (Dt 18,15-22)” (J.
BLENKINSOPP, “Algunas conclusiones provisionales”, en: Id., El Pentateuco, 75-76). Dice SKA (CBI 307): “El
Pentateuco es la parte más importante de la Biblia Hebraica por numerosas razones. Los acontecimientos relatados
tienen un valor fundacional y los códigos de las leyes tienen un valor normativo. Los otros libros históricos
describen, en suma, lo que no ha sobrevivido al exilio, como la institución monárquica, o lo que se ha vi sto
severamente puesto en peligro, es decir, la posesión de la tierra prometida. Los libros proféticos y los otros escritos
no tienen exactamente un valor normativo, sino más bien, interpretativo o exhortativo”.
70
Para una matización y a la vez, una profundización de esta afirmación, cf. J. L. SKA, “La structure du
Pentateuche dans sa forme canonique”, ZAW 113 (2001) 331-352 donde expone y discute las propuestas de
KNIERIM y VAN SEETERS respecto de la forma final del Pentateuco –ambos sugieren leer el Pentateuco en dos
grandes secciones: para KNIERIM, el Génesis por un lado y el conjunto Éxodo-Deuteronomio por el otro, como una
especie de “biografía de Moisés” (así también J. BLENKINSOPP, El Pentateuco, 76 y E. ZENGER, Einleitung, 74);
para VAN SETERS, hay que separar el Deuteronomio de los cuatro libros anteriores– y sugiere un camino alternativo
que permita observar más la continuidad de la obra. SKA invita a no poner tanto el acento sobre los protagonistas
humanos (sea los patriarcas, sea Moisés) sino en el motivo de la “soberanía de Dios”. Desde esta perspectiva, el
libro del Génesis procuraría explicar cuál es el pueblo que el Dios creador ha elegido para morar y el libro del
Deuteronomio se erigiría como el primer comentario de la Ley que Dios ha promulgado al pueblo del que es el
único soberano tras haberlo sacado de Egipto.
(4) Desde el punto de vista del canon, este reagrupamiento de los libros es más importante que otras
formas de agruparlos.
La conexión del Deuteronomio con Moisés es más importante que los lazos entre el
Deuteronomio y la historia deuteronomista.
Este hecho pone un problema serio a propósito de la promesa de la tierra, puesto que la tierra
queda en gran parte fuera del Pentateuco. La promesa de la tierra, no su posesión, es un elemento
esencial de la fe de Israel. En otras palabras, para el Pentateuco es posible ser un miembro del
pueblo de Israel sin habitar en la tierra prometida. Una afirmación de este tipo se entiende mejor
luego de la experiencia del exilio y en el tiempo de la diáspora 71.
(6) El Pentateuco contiene los dos elementos esenciales para definir la identidad de Israel: los
patriarcas y Moisés72.
Israel es el pueblo que desciende de los patriarcas (a quienes el Señor había prometido la tierra) y
ha vivido la experiencia del Éxodo bajo la guía de Moisés (quien contempló la tierra antes de
morir, sin poder entrar).
Desde el punto de vista teológico, los dos elementos esenciales son las promesas hechas a los
padres y el binomio Éxodo/Ley (cf. Éxodo 20,2-3). Yahweh se define como “el Dios de Abraham,
de Isaac y de Jacob” (Éxodo 3,6) y como “el que te sacó de Egipto, de la casa de servidumbre”
(Éxodo 20,2). Prácticamente estas dos afirmaciones son las columnas que sostienen todo el
Pentateuco (excepto la “historia de los orígenes: Gén 1-11)73.
71
Sobre este punto ver SANDERS, Torah and Canon (sumario en: CHILDS, Introduction, 131-132). Quiere mostrar
que las tradiciones épicas de Israel se extendían desde el “éxodo” a la “conquista” (Deuteronomio 6,20s; 26,6s;
Josué 24,2s). SANDERS no opta por la hipótesis del “hexateuco” sino que se ubica en el plano de una redacción final
post-exílica: la exclusión del libro de Josué es una importante afirmación confesional que mira la naturaleza de la
Torá. Para la comunidad desterrada de Babilonia, la posesión de la tierra no era constitutiva de la fe judía, sino una
promesa aún no realizada. Cf. también J. S. CROATTO, “La tierra sigue siendo una promesa, en: Id., Una promesa
aún no cumplida. Algunos enfoques sobre la estructura literaria del Pentateuco”, RevBibl 44 (1982) 205-206.
72
E. ZENGER muestra como los dos grandes protagonistas del camino que traza el Pentateuco hacia la “tierra
prometida a los padres” –Abraham y Moisés– aparecen textualmente unidos, enmarcando la obra, por el motivo de
la “tierra prometida”:
Génesis 12,1.7 Deuteronomio 34,1.4
121 Yahveh dijo a Abram: «Vete de tu tierra... a la 34,1 Moisés subió de las Estepas de Moab al
tierra que yo te mostraré. monte Nebo... y Yahveh le mostró la tierra entera...
34,4 Y Yahveh le dijo: «Esta es la tierra que bajo
juramento prometí a Abraham, Isaac y Jacob,
diciendo:
12,7 Yahveh se apareció a Abram y le dijo: «A tu A tu descendencia se la daré. Te dejo verla con tus
descendencia he de dar esta tierra». ojos, pero no pasarás a ella».
La “promesa de la tierra a los patriarcas” es incluso el único tema que, como un hilo rojo, se extiende a través de
los cinco libros (da las citas). Y viceversa: en Jos-2Re no hay referencia retrospectiva explícita alguna a la promesa
de la tierra hecha con juramento a los patriarcas (E. ZENGER, “Das Programm der pentateuchischen
Endkomposition”, en: Id., Einleitung, 74).
73
Los primeros capítulos del Génesis añaden un último elemento: el Dios de los patriarcas y el Dios del éxodo es
también el creador del universo.
(7) La estructura del Pentateuco y la organización del canon hebreo es fundamental para poder
comprender el Nuevo Testamento74.
La vida pública de Jesús, en los cuatro evangelios, comienza junto al Jordán, donde Juan Bautista
bautizaba. ¿Por qué este escenario?
Para quien ha leído el Pentateuco, la respuesta es inmediata. Moisés ha llegado hasta el Jordán
con el pueblo y ha muerto sin haber podido cruzar esta última frontera. Su obra ha quedado
incompleta. La conclusión del Pentateuco es una conclusión abierta hacia la tierra que contempla
Moisés. Josué finaliza la obra iniciada 75. Cuando Jesús aparece en los evangelios, su misión es
similar: él anuncia la venida del “reino”, es decir, el momento en que Israel pondrá finalmente
tomar posesión de la tierra. El inicio del Nuevo Testamento se presenta como cumplimiento de la
obra incompleta de Moisés. Jesús es otro Josué. 76 Por esta razón, los evangelios empiezan en las
márgenes del Jordán, donde todavía se encuentra el pueblo en Deuteronomio 34, cuando se baja
el telón sobre el Pentateuco y Moisés. 77
74
J. L. SKA, “Antico Testamento e Nuevo Testamento”, en: Id., Il canone ebraico e il canone cristiano dell'Antico
Testamento, 224-225.
75
Cf. J. L. SKA, “Moisés, Jesús, Josué”, en: Id., El camino y la casa. Itinerarios bíblicos, Navarra (Verbo Divino
2005), 193-220, donde intenta mostrar que, según la teología del Nuevo Testamento, Jesús sería más un “nuevo
Josué” que un “nuevo Moisés” por que lleva a cabo la obra que Moisés no terminó: hacer entrar al pueblo a la tierra
prometida.
76
De hecho, los nombres son idénticos (Josué es la forma hebrea y Jesús la forma aramea). SKA presta especial
atención al texto de Juan 5 “(texto) que nos permita comprender con mayor claridad que Jesús es un nuevo Josué”
(cf. Id., “Moisés, Jesús, Josué”, 216-220):
(1) Por la alusión a la “fiesta de los judíos” (Juan 5,1). Aunque no pueda saberse con certeza de qué fiesta se
trata, no hay ninguna fiesta importante que esté ligada a un acontecimiento que haya tenido lugar durante o
después de “la conquista”. Siempre celebran acontecimientos anteriores a la entrada a la tierra.
(2) Por el número “5” (Juan 5,2: la piscina tenía “5 pórticos”), entendido como una alusión al Pentateuco en
cuanto “puerta de entrada” al agua de la salvación.
(3) Por el motivo de los “38 años” que el hombre llevaba de invalidez. Esta cifra, en general desestimada por la
mayoría de los exégetas, sólo aparece en un único texto del Antiguo Testamento: Deut 2,14 donde se indica
que, pasados 38 años, ya habían muerto todos los aptos para la guerra que se habían rebelado contra el
Señor (“El tiempo que estuvimos caminando desde Cadés Barnea hasta que pasamos el torrente Zéred fue
de 38 años; por lo que había desaparecido ya del campamento toda la generación de hombres de guerra,
como Yahveh les había jurado”). Tras los 38 años ya ha nacido una generación nueva que puede entrar a la
tierra atravesando el agua del Jordán siguiendo al hombre que la conduzca (cf. Jn 5,7).
(4) Juan 5,46 hace alusión a esta temática cuando Jesús dice: “Moisés escribió acerca de mí”. Moisés ha
anunciado que Yahweh había escogido a Josué para cumplir la promesa hecha a los patriarcas de darle la
tierra al pueblo (cf. Deut 31,7-8). Josué hace entrar al pueblo en la tierra prometida mientras que Moisés
muere en el desierto, como la generación rebelde.
Para Juan 5, Jesús sería “el verdadero Josué” anunciado por Moisés y llamado a completar su obra (cf. también J. L.
SKA, “Dal Nuovo all'antico Testamento”, CivCatt 147,II [1996] 14-23 e “Il canone hebraico e il canone cristiano
del''Antico Testamento”, CivCatt 148,III [1997] 213-225).
77
Los libros proféticos concluyen con el anuncio del retorno de Elías, que el Nuevo Testamento identifica con Juan
Bautista (Mal 3,23-24; cf. Lc 1,17; Mt 11,14; 17,12-13). La venida de Jesús debe permitir la respuesta a la llamada
de Ciro en 2Cro 36,23. Cf. Jn 2,19.21: Jesús es el nuevo templo (cf. Juan 4,21-24) y reunirá a todos los hijos de
Dios dispersos (Jn 10,16; 11,51-52).