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Este material es para uso de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines son exclusivamente didácticos.

CAUDILLISMOS
RIOPLATENSES
MUEVAS MIRADAS A
UN VIEJO PROBLEMA
Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial.

Eudeba
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
Noemí Goldman
Ricardo Salvatore
C0MPILADORES

1 a e d i c i ó n : abril de 1998

© 1998
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033)
Tel.: 383-8025 Fax: 383-2202

Diseño de colección y tapa: María Laura Piaggio - Eudeba


Corrección y composición general: Eudeba

ISBN 950-23-0730-5
Impreso en la Argentina
Hecho el depósito que establece la ley 11.723

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ÍNDICE
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NOEMÍ Goldman y Ricardo Salvatore: Introducción 7

Pablo Buchbinder: Caudillos y caudillismo: una perspectiva historiográfica 31

Maristella Svampa: La dialéctica entre lo nuevo y lo viejo:


sobre los usos y nociones del caudillismo en la Argentina
durante el siglo XIX 51

Jorge Myers: Las formas complejas del poder:


la problemática del caudillismo a la luz del régimen rosista 83

Ana Frega: La virtud y el poder. La soberanía particular de los pueblos


en el proyecto artiguista 101

Noemí Goldman y Sonia Tedeschi: Los tejidos formales del poder.


Caudillos en el interior y el litoral rioplatenses
durante la primera mitad del siglo XIX 135

Marcela Ternavasio: Entre la deliberación y la autorización.


El régimen rosista frente al dilema de la inestabilidad política 159

Ricardo Salvatore: "Expresiones Federales":


Formas políticas del federalismo rosista 189

Jorge Gelman: Un gigante con pies de barro.


Rosas y los pobladores de la campaña 223

Silvia Ratto: ¿Finanzas públicas o negocios privados?


El sistema de racionamiento del negocio pacífico de indios
en la época de Rosas 241
INTRODUCCIÓN
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Ariel de la Fuente: "Gauchos", "Montoneros" y "Montoneras" ...

Martha Bechis: Fuerzas indígenas


en la política criolla del siglo XIX Noemí Goldman y Ricardo Salvatore

Gustavo Paz: Liderazgos étnicos, caudillismo y resistencia campesina


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en el norte argentino a mediados del siglo XIX

sta colección de textos está destinada a reunir investigaciones históricas recien-


E tes acerca de la naturaleza, características y modos de funcionamiento de los
caudillismos rioplatenses. Este viejo problema, la cuestión de los liderazgos políticos
en el siglo XIX encapsulada bajo la polisémica categoría "caudillismo", necesita
revisión. Nuevas perspectivas -asociadas con el análisis del discurso político, de los
rituales públicos, de las prácticas electorales y de las intervenciones de sujetos subal-
ternos— y nuevas comprobaciones —relacionadas con las finanzas públicas, las institu-
ciones legales, el funcionamiento de las montoneras, o la contestación de los derechos
de propiedad dentro de las estancias- han puesto en duda muchos de los supuestos en
que se basaba la construcción clásica del caudillismo y también, como veremos, su
versión clientelar más reciente.
Para esclarecer qué aportan las nuevas corrientes y cómo se diferencian entre sí,
hemos invitado a un grupo de destacados colegas a ensayar un explicación del
caudillismo desde su particular punto de observación. La respuesta a nuestro llama-
do, condensada en esta colección, ha sido generosa. Los ensayos que aquí presenta-
mos contienen resultados y sugerencias que entendemos importantes para una revi-
sión del fenómeno caudillista. Los trabajos cubren una variedad de problemáticas y
son el resultado de un conjunto muy diverso de proyectos de investigación. No
puede esperarse, por tanto, que ellos respondan a una sola pregunta de investigación
o que, ellos cubran el horizonte temático, espacial y temporal asociado a la cuestión
del caudillismo. Los trabajos comparten, sin embargo, una insatisfacción sobre las
visiones heredadas acerca de la política y la sociedad en el período posindependiente
y esto de por sí da consistencia interna -si no homogeneidad- a la colección.
Al publicar estos trabajos, nuestro objetivo fue poner al alcance del lector estas
nuevas perspectivas y comprobaciones, de forma clara y ordenada. La colección,
creemos, permitirá clarificar los planteamientos y límites de las nuevas interpreta-
ciones, en especial teniendo en cuenta que estas perspectivas son animadas por
diferentes corrientes teóricas y metodológicas. Menos explícito, pero no menos
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore
INTRODUCCIÓN

firme, es nuestro interés que otros investigadores se unan a este proyecto, aportando
sus propias perspectivas sobre este viejo problema. De esta manera, Sarmiento asoció una forma despótica de gobierno -el caudillis-
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En la presentación de los trabajos nos ha parecido oportuno realizar algunas m o - a una patología social posrrevolucionaria y a una geografía típicamente
reflexiones preliminares sobre las visiones heredadas del caudillismo y sus proble- "americanas". 2
mas. En una primera sección tratamos de esclarecer los términos del debate, desple- Aunque crítico de las asociaciones ciudad-civilización y campo-barbarie, Alberdi
gando los múltiples sentidos de las palabras "caudillo" y "caudillismo". En una consideraba al caudillismo como el paradigma de la política bárbara, una caracteriza-
segunda sección tratamos de establecer un contraste entre la visión "clásica" del ción que apuntaba principalmente a los métodos usados por el caudillo para eliminar
o acallar a la oposición. 3 La barbarie política -de la cual el caudillismo era un subtipo-
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caudillismo y la visión clientelar que sobre el mismo fenómeno ofrecieron histo-


riadores y cientistas sociales "del Norte" a partir de los años '60. Con estos antece- era simplemente la antítesis de un gobierno que garantizaba la seguridad, la libertad
dentes, resumimos en la tercera sección los principales hallazgos y sugerencias de y la propiedad a sus habitantes. A esta caracterización tan general que podría asimi-
las nuevas perspectivas, ordenados por grupos problemáticos. larse a cualquier gobierno autoritario, Alberdi agregó dos atributos: el caudillismo
era un gobierno sin ley que se daba en un contexto de debilidad del Estado. Carentes
de recursos por el monopolio porteño de las rentas de aduana, los Estados provincia-
U n a larga trayectoria de significados les estaban condenados a soportar gobiernos despóticos, no institucionalizados. 4 En
la base de este vacío institucional estaba la "anarquía", es decir, la fragmentación
Las palabras "caudillo" y "caudillismo" evocan, en la literatura histórica y política de la nación bajo la engañosa apariencia de una "federación".
ensayística argentina, una amplia gama de significaciones y asociaciones. Desde su Un segundo momento en esta trayectoria es, sin duda, el debate sobre la guerra
construcción original en el Facundo de Sarmiento, la figura del caudillo ha sido social protagonizado por V. F. López y B. Mitre, los constructores de la historia
apropiada y utilizada por diversos proyectos interpretativos -científicos, históri- nacional. 5 Aquí la discusión gravita hacia dos temas centrales: la anarquía y las
cos o literarios-. Liberales, positivistas, revisionistas, y dependentistas revisitaron montoneras. Ambos autores reconocen a la anarquía del año '20 como el origen del
la cuestión del caudillismo en búsqueda de respuestas a la problemática siempre fenómeno caudillista. La anarquía es a la vez una situación de ausencia de autori-
presente de la formación del Estado-nación. Sus apropiaciones, como veremos, dad central y una imposibilidad de contrarrestar la insurrección de las masas.6 La
fueron desplazando no sólo el significado y sentido de aquellos términos, sino disolución del ejército regular -y su reemplazo por fuerzas informales o milicias,
también el mismo terreno del debate.
Un buen punto de partida de esta larga trayectoria de usos y significados es la
Generación del '37, en cuyos escritos aparecen algunos de los componentes prin-
cipales del "caudillismo clásico": la ruralización del poder, la violencia como 2. Natalio Botana, La Tradición Republicana, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, pp. 278-280.
modo de competencia política y el mito del vacío institucional. Para Sarmiento, 3. Juan Bautista Alberdi, "Palabras de un ausente", en Obras Completas de Juan Bautista Alberdi,
el poder de los caudillos provenía de una doble determinación: espacial e históri- Buenos Aires, La Tribuna Nacional, 1887, Tomo VII.
ca. El caudillo era la expresión de la Barbarie gaucha, la que a su vez provenía de las 4. "En efecto, el caudillo no es otra cosa, en la República Argentina, que el gobernador de
provincia con el modo de existir forzoso que tiene por el estado de cosas de ese país. ¿Qué es el
condiciones del Desierto, un espacio social donde la violencia se había convertido
gobernador de una provincia argentina? -Es el jefe de un gobierno local que no tiene renta,
en forma de vida. Pero, además, el caudillismo era el resultado histórico "natural" de
y que no reconoce autoridad suprema que le impida tomarla donde y como pueda; es un poder
la experiencia revolucionaria. La destrucción del orden colonial había producido que tiene necesidades y deberes que cumplir, y que no tiene freno en la adquisición de los
una fragmentación de la soberanía política y nuevas pasiones faccionales. 1 medios que necesita para llenarlos." Juan Bautista Alberdi, "Causas de la anarquía en la
República Argentina," en Obras Completas de Juan Bautista Alberdi, Buenos Aires, La Tribuna
Nacional, 1886, p. 172, Tomo VI.
1. Parte de este legado revolucionario incluía un igualitarismo social nacido del odio al orden 5. Natalio Botana, La libertad política y su historia, Buenos Aires, Sudamericana-Instituto Torcuato
colonial y a sus jerarquías. Es por ello que el caudillismo, como expresión de las pasiones de las Di Tella, 1991, pp. 109-122.
masas rurales, era un despotismo democrático, una feudalidad sin barones y sin castillos. 6. Véase: Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano y de la Independencia argentina, Buenos Aires,
Lajouane, 1887, cap. 41.

•8 •

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Noemí Goldman y Ricardo Salvatore INTRODUCCIÓN

comandadas por caudillos rurales- es, junto al colapso del poder central, la de las nuevas disciplinas -psicología, sociología, medicina legal, antropología criminal,
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precondición de la emergencia del caudillismo. 7 Sobre estas coincidencias, Mitre y etc.-, estos autores encuentran vestigios de "caudillismo" en la psicología de las multitu-
López difieren en cuanto a la valorización que hacen de este fenómeno político des, en la mezcla de razas, en una cultura popular carente de una ética del trabajo. El
posindependiente. Para López la guerra social había desatado un estado de barba- problema del "caudillismo" se desplaza así del mundo de las emociones y las costumbres
rie, desorganización social y criminalidad que carecía de solución: el caudillismo -la Barbarie- al territorio de la psiquis colectiva y de la herencia. 11
era pura negatividad. Para Mitre, en cambio, el caudillismo representaba la expre- El libro de J. M. Ramos Mejía Las neurosis de los hombres célebres en la historia
argentina (1878, 1882) es quizá emblemático de la nueva postura asumida por los
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sión de sentimientos democrático-igualitarios que, canalizados y controlados por


instituciones liberales-republicanas, podían contribuir positivamente a la forma- positivistas. La ciencia - e n este caso, la medicina psiquiátrica- guarda las claves
ción de la nación. para interpretar problemas de liderazgo político: el porqué de los excesos de Ro-
Un tercer momento en la construcción del caudillismo lo encontramos en la sas, las razones de su popularidad entre las masas, y la incapacidad de la sociedad
formulación de J. Ingenieros. 8 Es ésta una construcción nueva, en la que el caudillismo civil por rebelarse a su tiranía. Rosas aparece como un "loco moral". Las masas,
argentino se presenta asociado a la feudalidad. Ingenieros produce un conjunto nue- exaltadas en sus sentimientos por la emulación y el contagio, lo siguen en su cruzada
vo de asociaciones: Rosas como señor feudal, su gobierno como una restauración de religiosa contra los unitarios. La locura une a Rosas y a sus seguidores inmediatos en
derechos, prácticas y sentimientos antiguos, la Confederación como un sistema de convulsiones periódicas de exaltación y de sangre. El resto de la población, afectada
pactos entre señores feudales, la clase terrateniente como grupo monopolista parasi- por depresión mental e insensibilidad moral, contempla estupefacta.12
tario - e l "trust saladeril"-. 9 Esta perspectiva logra disociar el problema del liderazgo En un quinto momento, el revisionismo histórico, en su intento de modificar la
caudillesco de la cuestión de la "democracia inorgánica": Rosas representa lisa y galería de héroes nacionales, rescata la figura de Rosas y de los caudillos del interior.13 En
llanamente a la oligarquía terrateniente, su gobierno, por tanto, se concibe como realidad, el desafío de esta "contra-historia" se basaba en desplazar el centro del interés
una antítesis del sistema representativo republicano. Las masas campesinas que tan- hacia el imperialismo y la dominación oligárquica. Al hacerlo, reemplazó aquella pre-
to preocuparon a Sarmiento, Alberdi, Mitre y López, dejan de ser centrales a la ocupación de explicar el caudillismo por la nueva empresa de revalorarlo "positivamen-
explicación del caudillismo. te". Ibarguren defendió la legitimidad popular e institucional del poder de Rosas y
La ensayística positivista representa el cuarto momento en la interpretación del justificó la "tiranía" por su contribución a la unidad nacional.14
fenómeno del caudillismo. 10 Ramos Mejía, Bunge, Ayarragaray, el Sarmiento tardío
y el propio Ingenieros releen el caudillismo buscando claves para interpretar los
problemas que enfrenta el proyecto del progreso: las protestas social y obrera, la difícil 11. En su afán clasificador, el momento positivista es generador de nuevas categorías. Bunge se
asimilación del inmigrante, la degradación de las costumbres, el aumento de la crimi- ve precisado a distinguir entre variedades de "caudillismo" de acuerdo a la violencia de sus
nalidad. Orientados por un programa común -el positivismo- y por las preocupaciones procedimientos y a su adherencia a ciertos principios del progreso. Así encuentra en un extremo
el "caudillismo bárbaro" -Facundo Quiroga- y en otro, el "caciquismo civilizado" -Porfirio
Díaz-. De la misma forma, Ingenieros necesita diferenciar el "caudillismo organizado" de Rosas
y Urquiza del "caudillismo inorgánico" de la posindependencia. Y Quesada separa la "anarquía
7. ¿Por qué no pudieron los ejércitos regulares defender al gobierno central en 1819-20?, se caudillesca" de los años '20 de la dictadura de Rosas, a la que ve como un período de control y
preguntaban ambos autores. Para López el problema se centraba en una incapacidad de San sometimiento de los caudillajes localistas. Véase el ensayo de M. Svampa en esta colección.
Martín y Belgrano de controlar a sus ejércitos. Para Mitre, la explicación radicaba en la propia Anticipando la posición de los historiadores constitucionalistas, Quesada ve a Rosas no ya
como un caudillo, sino como el que pone fin al caudillismo.
superioridad de la guerra montonera frente a la acción de los ejércitos tradicionales.
8. José Ingenieros, La evolución de las ideas argentinas, Libro II, Buenos Aires, Talleres Gráficos 12. José M. Ramos Mejía, Las neurosis de los hombres célebres en la historia argentina, Buenos
L. J.Rosso y Cía., 1920. Aires, L. J. Rosso, 1932, caps. 4 y 5.
9. Sarmiento creía sin duda que Rosas era el mayor de los terratenientes, y que su gobierno 13. Tulio Halperin Donghi, El revisionismo histórico argentino, Buenos Aires, Siglo XXI, 1970.
había premiado con amplias posesiones de tierras a esta clase social. Pero no deducía de ello 14. Diana Quattrocchi-Woisson, Los males de la memoria, Buenos Aires, Emecé, 1995, pp. 90-92.
ninguna explicación acerca del funcionamiento de la "dictadura" rosista. Otro pionero en reivindicar el rosismo fue Dardo Corvalán Mendilaharsu, presidente del comité
10. Véase: Oscar Terán, Positivismo y nación en la Argentina, Buenos Aires, Puntosur, 1987. de repatriación de los restos de Rosas en 1934, Véase su Rosas, Buenos Aires, M. Glaizer, 1929.

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Noemí Goldman y Ricardo Salvatore INTRODUCCIÓN
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Los hermanos Irazusta, por su parte, presentaron a Rosas como el defensor de la dominación de clases, mirando al caudillo como un mero representante de la clase
soberanía nacional frente a los planes imperiales de ingleses y franceses.15 Mientras terrateniente. 18
que Chávez y otros trataron de contrarrestar la idea de que la era de Rosas estuvo Fuera del ámbito de la historia y de la interpretación sociológica y política, los
vaciada de educación y "cultura". términos "caudillo" y "caudillismo" registraron otros usos interesantes. Estos térmi-
Pero la reivindicación de la era rosista no aportó nada significativo al análisis nos, lo mismo que sus derivaciones "caudillaje" o "caudillejo", fueron intensamente
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del liderazgo del caudillo. Afirmaciones acerca de la popularidad de Rosas sustitu- utilizados como instrumento de recusación política mucho después que desaparecie-
yeron al análisis de las condiciones de su acceso al poder y de las bases de su ran las condiciones del "caudillismo clásico". Y se continuaron usando debido a que
liderazgo. Por su parte, la oposición al revisionismo tendió a utilizar la imagen de la ellos contenían una carga asociativa singular. Los términos evocaban métodos polí-
"Dictadura" rosista forjada por la generación pos-Caseros y a compararla con el ticos autoritarios, asociación con la plebe o con los indios, escasa educación y mane-
fascismo europeo. 16 Esta asimilación de Rosas con dictadores modernos desplazó la ras poco refinadas. De alguna manera las articulaciones ensayadas por Sarmiento y
cuestión del liderazgo fuera de los límites del caudillismo clásico. Es decir, no se Alberdi continuaban ejerciendo un influjo decisivo en el lenguaje político argentino.
trataba ya de una característa de la cultura política americana, sino de algo común Es que a pesar de constantes cambios en sus sentidos y usos, el caudillismo conser-
a todos los pueblos débiles y sumisos que delegaban autoridad en un dictador. C o n vó muchos de sus atributos clásicos —es decir, aquellos ofrecidos a la interpretación
propaganda, espectáculos de masas, control de la prensa, clubes juveniles, exclu- por Sarmiento, Alberdi, Mitre y López-. Revisemos si no la interpretación de uno de
sión de la oposición y una burocracia adicta, cualquier líder carismático podía los historiadores más influyentes del presente. T. Halperin Donghi formula la impor-
construir una cultura autoritaria. tante y compleja cuestión de la relación entre militarización y democratización que
Así, los desplazamientos en los significados del caudillismo fueron importan- se encuentra en la base del ascenso al poder de los caudillos. 19 Pero esta militarización
tes. De un determinismo cultural asociado al paisaje —Sarmiento- se pasó a un de la sociedad deja como legado un tipo de autoritarismo directamente asociado al
determinismo social enraizado en la herencia racial y la psicología de las multitu- poder militar. 20 La desmilitarización del período rivadaviano llevó a un vacío de
des -Bunge, Ayarragaray, Ramos Mejía-. Entre medio se consolidó una visión his- poder, transformando así las luchas sociales -producto del desmoronamiento del
tóricamente anclada que asociaba el caudillismo a la anarquía posrrevolucionaria
y a las informales organizaciones militares en las provincias -Mitre y López—. Las
siguientes escuelas o corrientes cambiaron la valoración del fenómeno, sin modifi-
car su significado. Tanto los revisionistas como los historiadores constitucionalistas
trataron de desarmar las interpretaciones heredadas, 17 alejándose de la necesidad 18. En los años 1960 y 1970, influidos por la teoría de la dependencia, varios autores retomaron
de explicar el fenómeno. Finalmente, los historiadores asociados con las pro- la cuestión de la clase terrateniente en la explicación del caudillismo. Oddone, Carretero, Peña,
puestas dependentistas reubicaron el caudillismo dentro de una problemática de Zorrilla y otros vieron a la dominación de la clase terrateniente como condición de la forma
política caudillismo. Curiosamente, la cuestión de la apropiación de tierra en grandes extensio-
nes y las vinculaciones entre terratenientes y gobernantes ocupan el centro del escenario.
Véase: Jacinto Oddone, La burguesía terrateniente argentina, Buenos Aires, 1956; Andrés Ca-
15. El texto fundador del revisionismo fue: Julio y Rodolfo Irazusta, Argentina y el imperialismo rretero, La llegada de Rosas al poder, Buenos Aires, Ediciones Pannedille, 1971 y La propiedad de
británico, Buenos Aires, Cóndor, 1934. Los libros referidos a Rosas son muchos. Entre ellos la tierra en la época de Rosas, Buenos Aires, Coloquio, 1972; Milcíades Peña, El paraíso terrate-
merecen citarse: Julio Irazusta, Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su corresponden- niente y Rubén Zorrilla, Extracción social de los caudillos, 1810-70, Buenos Aires, 1972.
cia, Buenos Aires, Huemul, 1961; Fermín Chávez, Civilización y barbarie en la historia de la 19. T. Halperin Donghi, "El surgimiento de los caudillos en el cuadro de la sociedad rioplatense
cultura argentina, Buenos Aires, Los Cohiues, 1988 y Raúl Scalabrini Ortiz, Política británica en posrrevolucionaria", en Estudios de Historia Social, Año I, N2 1, Buenos Aires, Facultad de
el Río de la Plata, Buenos Aires, Plus Ultra, 1986. Filosofía y Letras, octubre de 1965, pp. 121-149; ibíd, Revolución y Guerra, Buenos Aires,
16. Véase, por ejemplo: Antonio Dellepiane, Rosos, Buenos Aires, Santiago Rueda, 1950. Siglo XXI, 1972.
17. Véase: José Carlos Chiaramonte y Pablo Buchbinder, "Provincias, caudillos, nación y la 20. Tulio Halperin Donghi, "En el trasfondo de la novela de dictadores: la dictadura hispano-
historiografía constitucionalista argentina, 1853-1930", Anuario IEHS, VII, Tandil, 1992, pp. americana como problema histórico", en El espejo de la historia, Buenos Aires, Sudamericana,
1987.
93-120 y en esta colección el trabajo de P. Buchbinder.
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orden colonial- en conflictos entre bandas armadas. 21 En este contexto se produjo el nal que incluía otras situaciones premodernas. La historia latinoamericana, mirada
desplazamiento de la elite criolla urbana por caudillos y jefes de milicias rurales; a su como un museo de situaciones autoritarias, presentaba particularidades interesantes:
vez grandes propietarios. El caso de Buenos Aires, entre 1829 y 1852, fue diferente relaciones "diádicas" de reciprocidad se reproducían desde la base hasta la cúspide
porque aquí existió un ejército regular fuerte, al que Rosas trató de subordinar las de la pirámide social. Para los historiadores, estas comprobaciones significaban la
milicias. 22 La anarquía, el vacío institucional, la ruralización del poder y la compe- posibilidad de traducir complejos problemas históricos en tipos ideales más reduci-
dos y comprensibles. 26 Si el caudillismo era un tipo de clientelismo, era necesario
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tencia armada volvían así a ser convocados a la hora de explicar el surgimiento y


naturaleza del caudillismo argentino. precisar una gama limitada de situaciones clientelares que florecieran en determina-
dos contextos témporo-espaciales.
La asociación entre caudillismo y clientelismo fue también central a la obra de
Caudillismo y clientelismo John Lynch, tal vez el historiador que más esfuerzos invirtió en definir las características
y atributos de los caudillos latinoamericanos y las condiciones de su liderazgo político.
En la historiografía producida en el "Norte" con posterioridad a 1960, el En su obra Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850, Lynch encontró tres condiciones
"caudillismo" fue tratado como una clase especial de "clientelismo". 23 De acuerdo a para el surgimiento del caudillismo: a) un vacío institucional o la inexistencia de reglas
la definición ya clásica dada por Wolf y Hansen en 1966 el "caudillismo" era una formales, b) competencia política llevada adelante por medio de conflictos armados, y
forma de relación político-social que se daba cuando grupos de patrones y clientes c) una sociedad agraria de terratenientes y peones, entrelezada por relaciones de tipo
competían por poder y riqueza usando métodos violentos. Esto ocurría así porque en clientelar.27 En un contexto tal, el personalismo reemplaza a la ley y a las instituciones,
las sociedades en las que se daban este tipo de relaciones no existían canales la violencia se torna en la forma aceptada de dirimir conflictos políticos, y la estructura
institucionales para la competencia política. 24 Dentro de este marco, el "caudillismo social se mantiene sin cambios, protegida por el caudillo.
clásico" aludía a situaciones de alta inestabilidad política caracterizadas por la frag- Respecto a la naturaleza del caudillismo, Lynch no tenía dudas. Se trataba de un
mentación de la soberanía nacional, en que líderes militares o terratenientes lucha- tipo de clientelismo propio de la posindependencia latinoamericana. Tanto los se-
ban unos con otros para acceder al control del Estado.25 La posindependencia hispano- guidores inmediatos al caudillo -su gente armada-, como su clientela más periférica,
americana aparecía así como un caso típico de relaciones clientelares. estaban unidos a aquel por relaciones de intercambio marcadamente desiguales. 28
Es que los historiadores del Norte, influidos sin duda por nuevas teorías políti-
cas construidas en base a evidencia sociológica y antropológica, trataban de ubicar la
experiencia de la posindependencia hispanoamericana en un contexto internacio- 26. Knight, por ejemplo, dio al concepto un ropaje más weberiano agregando a la definición de
Wolf y Hansen la condición de liderazgo o autoridad "tradicional". Las acciones del caudillo se
guiaban por normas tradicionales, sus principales clientes eran meros "retainers" elegidos en
base a relaciones de parentezco, y el resto de su clientela estaba unida a él por relaciones personales
21. Escribe Halperin Donghi: "...las lanzas llaneras son la única base real del poder público", "cara-a-cara". El carisma personal del caudillo y sus especiales habilidades guerreras ayudaban a
Ibíd., p. 25. mantener una relación perdurable con las masas campesinas, las que, llegado el momento de la
22. Tulio Halperin Donghi, Hispanoamérica después de la independencia, Buenos Aires, Paidós, guerra, apoyaban incuestionadamente a su jefe. Alan Knight, "Peasant and Caudillo in revolutionary
1972, pp. 39-41. Mexico 1910-1917", en David A. Brading (ed.), Caudillo and Peasant in the Mexican Revolution,
23. Formulaciones anteriores-en los 1950- tendieron a tratar el caudillismo latinoamericano Cambridge, Cambridge University Press, 1980, pp. 17-58.
como una forma particular de "autoritarismo" y "militarismo". Véanse los artículos de John 27. John Lynch, Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850, Madrid, Mapire, 1993, pp. 17-
Johnson y Lyle McAlister, en Hugh M. Hamill (ed.), Dictatorship in Spanish America, New 18. La versión original en inglés es: Caudillos in Spanish America, 1800-1850, Oxford,
York, Alfred A. Knopf, 1966. Clarendon Press, 1992.
24. Eric D. Wolf and Edward C. Hansen, "Caudillo Politics: A Structural Analysis", Comparative 28. "Todo el conjunto permanecía unido mediante el vínculo patrón-cliente, mecanismo
Studies in Society and History, 9,1966-67, pp. 168-79. esencial al sistema caudillista". Este vínculo consistía en "el intercambio personal e infor-
25. Raymond Buve, "Peasant Movements, Caudillos and Land Reform during the Revolution, mal de recursos-económicos y políticos-entre partes cuya situación resulta marcadamente
1910-17", Boletín de Estudios Latino-Americanos y del Caribe, 18, 1975, pp. 12-52. desigual". Ibid., p. 20.
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore INTRODUCCIÓN
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Terratenientes y peones intercambiaban acceso a la tierra, empleo y protección por era más que el interés económico regional llevado a la política armada.34 Estos caudillos,
lealtad, obediencia y servicios militares; mientras que, a un nivel superior, los lo mismo que Quiroga, eran la encarnación del avance de la "barbarie" sobre la
terratenientes se convertían en clientes de un súper-patrón, al que proporcionaban "civilización"; su ascenso inauguraba un período de predominio de lo rural sobre
autoridad a cambio de favores y privilegios. El súper-patrón, a su vez, se relacionaba lo urbano.
con las masas campesinas mediante la manipulación de sus aspiraciones de participación J. M. de Rosas pertenecía a una categoría especial: él era el "súper-patrón", el
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y protección. 29 caudillo de caudillos. Su clientela era por ende más amplia, incluyendo a peones,
Aquellas condiciones -vacío institucional, competencia armada y hegemonía milicianos, estancieros, comerciantes e indígenas. 35 En su base, el liderazgo de Rosas
terrateniente- imponían al caudillo ciertos requisitos mínimos para llegar al poder se asentaba en la estructura clientelar de la sociedad de la campaña. Los peones
político. Entre estos requisitos, ninguno era tan importante como el control de los atemorizados por las leyes de vagancia huían hacia las estancias en búsqueda de
recursos económicos-. 30 La ecuación era sencilla: en un Estado posindependiente protección. 36 Los terratenientes los acogían y protegían de las "partidas" a cambio
con débiles finanzas, sólo los propietarios de tierras estaban en condiciones de finan- de tener su indiscutida lealtad y obediencia. En el proceso, los "gauchos" se conver-
ciar guerras y sólo ellos contaban con una clientela cautiva -los peones- para orga- tían en peones, perdían su libertad y seguían pasivamente a sus patrones en cuanta
nizar bandas armadas -montoneras o milicias-. 31 Es por ello que el caudillo gobernante asonada, campaña o levantamiento intervinieran estos últimos. 37 Para resumir, el
-el súper-patrón- no era más que un gran terrateniente que, bajo ciertas condiciones caudillismo que pintó Lynch operaba en un contexto político-social caracterizado
históricas, devenía en dictador.32 por la ausencia de instituciones, por la hegemonía de la clase terrateniente, y por la
Lynch distinguió varios tipos de caudillos de acuerdo a las condiciones histórico- prevalencia de relaciones de dependencia personal. Las relaciones de dependencia
concretas en que habían surgido. En primer lugar, estaban aquellos caudillos que y sometimiento de la estancia trasladadas a la política tornaban a los pasivos y
emergieron durante las guerras de independencia: Artigas y Güemes. Ellos eran el produc- obedientes peones en clientela política del caudillo. Estas relaciones personales y
to de la propia experiencia de la guerra y, en particular, de las organizaciones informales esta estructura económica social determinaban el carácter de la política del caudi-
surgidas en ese contexto: las montoneras. 33 Los caudillos provinciales que se apoderaron llo: personalismo, redes informales, alianzas entre caudillos locales, manipulación
de la ciudad de Buenos Aires en 1820 -E. López y Francisco Ramírez- pertenecían a un de las masas campesinas. Una vez en el poder, el caudillo tendía a beneficiar a un
segundo grupo. Ellos habían surgido en oposición al centralismo porteño y su poder no reducido número de hacendados, comerciantes, parientes, tornando en burla las
pretensiones participativas e igualitarias de sus discursos. 38 ¿Cómo se diferencia este
tipo de mirada al fenómeno del caudillismo de la imagen clásica construida por
Sarmiento, Alberdi, Mitre y López? En primer lugar, en esta última tradición la aso-
29. "Líder y terrateniente, padrino y patrón, el caudillo podía entonces arriesgarse a conseguir el ciación entre caudillismo y clientelismo es inexistente. En Lynch, la tesis sarmientina
poder político. En primer lugar, construía una base de poder local o regional, luego, cuando sus de que el caudillismo se asienta en una forma de vida bárbara propia del Desierto se
dominios superaran el marco regional y alcanzaran dimensiones nacionales, podría asumir la autori-
dad suprema del Estado y proceder a gobernar su país desde el palacio presidencial, aun cuando su
poder continuara siendo personal y no constitucional." Ibíd., p. 21.
30. "Un caudillo precisaba imperiosamente acceder a la tierra y al patronazgo -las condiciones 34. Sus oponentes eran los "constitucionalistas" que, intentando construir el Estado nacional,
indispensables para edificar una estructura de poder político-." Ibíd., p. 120. habían coartado privilegios de las provincias del interior. La venganza por esta afronta se
31. Ibíd., p. 65. traducía en una violencia inusitada.
32. Además de ser propietarios, los caudillos necesitaban haber realizado hazañas militares y 35. Ibíd., p. 127.
haber brindado bienes y protección a los más humildes, de forma de tener cierto prestigio entre 36. En otro ensayo se ha llamado "tesis del miedo-protección" a esta proposición, central al
las masas campesinas. argumento de Lynch. Ver R. Salvatore, Autocratic State and Labor Control in the Argentine
33. Llaneros y gauchos, vagos y bandidos habían ingresado a estas unidades y colaborado con el Pampas. Buenos Aires, 1829-1852, Peasant Studies, 18:4, Summer 1991.
esfuerzo de guerra precisamente por lo informal y no estructurado de su organización. El pillaje 37. Lynch, Caudillos en Hispanoamérica, op. cit., p. 131.
constituía la forma principal de abastecimiento de estos "ejércitos" y la obediencia era contin- 38. En su aspecto económico, el caudillismo era un método barato de financiar las guerras,
gente al prestigio del jefe. Ibíd., pp. 60-64. propio de estados con débiles finanzas.
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore INTRODUCCIÓN
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ha trastocado en un clientelismo que emerge más bien de la estructura latifundis- en la cuestión de la contribución de los caudillos provinciales a la formación del
ta de la propiedad y de un sistema coercitivo funcional a ésta. Los temas de la Estado-nación argentino y, en particular, en relación a su organización constitucio-
anarquía y la montonera, centrales para Mitre y López, aparecen relevantes en nal. Desafiando la herencia de una historiografía liberal acreditada, estos historia-
Lynch sólo para explicar el surgimiento de un tipo muy especial de caudillos. dores - D . Peña, R. Levene, E. Ravignani- trataron de mostrar que los caudillos
Otro tema crucial para la interpretación clásica —la cuestión de los impulsos lucharon por principios —el federalismo, por ejemplo- que luego serían esenciales
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igualitarios que alimentaban la guerra social y, por ende, la cuestión de la "demo- al arreglo constitucional de la nación. Fueron reivindicados así uno a uno los
cracia bárbara"— ha desaparecido prácticamente en la concepción de Lynch. Es caudillos que Sarmiento y V. F. López habían condenado a la galería de villanos
que el caudillismo, en esta visión clientelar, se ha tornado en la antítesis del localistas y anticonstitucionales. Esta revisión historiográfica produjo un distan-
gobierno republicano: el caudillo-propietario ha convertido a los ciudadanos- ciamiento entre "caudillismo" y "barbarie", un pareo esencial a la construcción de
soldados en peones y luego en clientes. Carentes de instituciones y leyes, los Sarmiento. Desarmar esta asociación, incorporando los caudillos a la historia cons-
habitantes de las campañas buscaron protectores terratenientes y, de esta forma, titucional de la nación, fue una de las contribuciones más perdurables de esta
perdieron los derechos civiles y políticos adquiridos con la independencia. El generación de historiadores.
caudillismo aparece, entonces, como manipulación de los sentimientos y aspira- El trabajo de M. Svampa rescata una trayectoria diferente, registrando los cam-
ciones de las masas, algo que contrasta con la visión dejada por Sarmiento, bios en los usos y significados del "caudillismo" desde la Generación del '37 hasta la
Alberdi, Mitre y López, para quienes el caudillo representaba, en parte, formas de ensayística positivista de principios de siglo. Las nuevas perspectivas biologicistas,
ser y de sentir propias de las masas campesinas. 39 psicológico-sociales, y étnicas propias del período 1890-1910 desplazaron el campo
de interés de los analistas. Lejos de construir o imaginar la nación -objetivo básico de
la programática romántica-, los ensayistas de principios de siglo buscaron entender
N u e v a s perspectivas y aproximaciones las malformaciones político-sociales de la Argentina. Nociones tales como "senti-
miento nacional", "instinto" y "raza" sirvieron para poner en duda la asociación de la
modernidad con el progreso. En esta búsqueda, el fenómeno del "caudillismo" ad-
I. Usos y conceptos quirió una inusitada trascendencia al proporcionar las claves para desentrañar y
explicar "científicamente" las perturbaciones surgidas con el progreso: la incapaci-
Replantear la cuestión del caudillismo implica hoy investigar las condiciones de dad cívica, los límites a la democracia, la "política criolla". La nueva empresa inte-
emergencia de esta caracterización o concepto y de sus variaciones a lo largo del lectual produjo nuevas asociaciones y, a la vez, una revalorización de las bases del
tiempo. El caudillismo fue, según se vio, un concepto cambiante, una fuente de caudillismo.
múltiples evocaciones, que estimuló la labor académica en varias áreas —historia, Asociando el caudillismo a la degradación moral causada por el mestizaje
ciencia política, sociología-, la investigación periodística y la narrativa popular. -Bunge, Ayarragaray-, a la peculiar psicología de las multitudes -Ramos Mejía-, o
Dos de los ensayos de esta colección -Pablo Buchbinder y Maristella Svampa- a los atavismos del sentir criollo - G a r c í a - , el positivismo sacó al fenómeno de su
refieren a la larga y compleja trayectoria de usos y significados asociados al contexto temporal —la posindependencia- para presentarlo como un atributo de la
caudillismo. Argentina moderna. Desde esta visión existía una continuidad entre las multitudes
P. Buchbinder nos advierte que, con anterioridad a los desafíos del revisionismo de la "anarquía" y las multitudes de la era del "progreso", de la misma forma que
histórico, otras tradiciones y comunidades interpretativas -los historiadores existía una evolución natural entre el "caudillismo bárbaro" y el "caciquismo civi-
constitucionalistas, la Nueva Escuela Histórica y, antes de ellos, el mismo Mitre lizado". La supervivencia de formas caudillescas de relaciones políticas -la "polí-
habían intentado reivindicar la figura de los caudillos. Esta empresa estuvo centrada tica criolla"— reveló la existencia de una única y verdadera realidad o cultura
política —a diferencia de las dos realidades, Civilización y Barbarie, planteadas por
los románticos-. Esta realidad de por sí confería cierta positividad al caudillismo,
mientras que el constitucionalismo era relegado al territorio de las ideas sin aplica-
39. Sólo en Ramos Mejía podríamos encontrar una dosis semejante de condescendencia y
desdén a la de Lynch para los sectores populares como protagonistas históricos. ción concreta.
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II. Bases discursivas y rituales obsesiva del orden social constituyeron la base de la retórica republicana del rosismo.42
Estas representaciones, rechazadas por los historiadores liberales y positivistas como
Revisitar la cuestión del caudillismo implica también examinar las bases meros ropajes ideológicos de la dictadura, sirvieron para la construcción del
discursivas y rituales que configuraron el poder del caudillo. En tanto el poder poder de Rosas.
del caudillo deja de verse como una aberración histórica producto de un pueblo En su contribución para esta colección Jorge Myers examina la cuestión de la
inmaduro y de líderes violentos y sedientos de poder, y pasa a considerarse como
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retórica republicana del rosismo contraponiendo ésta a los presupuestos del concep-
un proceso de construcción de poder social y político, en coyunturas históricas to de caudillismo.
particulares, la cuestión de la representación de estos movimientos en el ámbito En la primera parte, Myers examina algunos de los supuestos más difundidos en
del discurso, los rituales cívicos, las festividades populares y la vida cotidiana relación al concepto de "caudillismo", basándose para ello en las tempranas formula-
cobra un nuevo interés. 40 Ninguno de los procesos políticos y sociales que dieron ciones de Sarmiento y en algunas de las versiones de divulgación del mismo -como la
origen a los caudillos operaron en un vacío de interpelaciones ideológicas. To- de Manuel Herrera y Obes en Uruguay-. En la segunda parte, el autor analiza los rasgos
dos articularon, más o menos acabadamente, un ideario que remitía a ciertas centrales del régimen rosista y sus fundamentos discursivos. La "sofisticación" discursiva
formas imaginadas de la comunidad política. Interesa, por tanto, precisar la mez- de la retórica republicana del régimen y el intrincado juego institucional a través del
cla de articulaciones discursivas que produjo el caudillismo, la genealogía de cual Rosas ejerció su dominio parecerían reclamar una revisión de la imagen clásica
estas retóricas y discursos, y los modos en que aquellas articulaciones circularon del "caudillismo", que ve en ese modo de gobierno únicamente el dominio primitivo
y fueron recibidas. También, y esto es muy importante, interesa examinar la cues- de un jefe sobre una horda presocial. La riqueza de la "textura" de la vida política bajo
tión de la legitimidad de estos regímenes, dentro del marco discursivo y ritual en el régimen rosista sugiere - e n el autor- la necesidad de elaborar una concepción de
que los mismos operaron. caudillismo más compleja, capaz de dar cuenta simultáneamente de los rasgos inequí-
El régimen rosista, en particular, se autorepresentó a través de diversas instan- vocamente autoritarios del sistema político y de la complejidad de su cultura política.
cias rituales: fiestas mayas y julianas, quemas de judas en Pascuas, diversos home-
najes a Rosas, recibimientos de caudillos de otras provincias, festejos de victorias III. Formas de Estado y legalidad
federales.41 Estos momentos sirvieron para desplegar ciertas articulaciones ideoló-
gicas que fueron clave para el sostenimiento de la guerra y de la "Santa Causa". La cuestión de la legitimidad de los regímenes de caudillos, negada por el mito
Analizando estas representaciones es inevitable concluir que el rosismo hizo uso del "vacío institucional", merece también ser reexaminada.
de un discurso de contenido republicano, que la idea de la república amenazada La historiografía tradicional apeló, en forma casi excluyente, al fenómeno del
por conspiradores "anarquistas" sirvió para sostener el esfuerzo de guerra, y que caudillismo para encontrar respuestas a la problemática del fracaso de los proyectos de
una de las más fuertes apelaciones del régimen consistió en presentar a Rosas como organización constitucional en la primera mitad del siglo XIX. Con el colapso del poder
el realizador del ideario de mayo —es decir, como el gobernante que preservó la central en 1820, desaparecieron las formas institucionales del Estado -Sarmiento y Alberdi
"independencia americana", garantizó la "libertad de los pueblos" y mantuvo unida pensaron la anarquía como una caída en un estado de naturaleza- y, con esto, las aspira-
a la "Confederación". ciones de legitimidad institucional de los caudillos. Las visiones clientelares del caudi-
El ideal de un mundo rural estable y armónico, el imperio de la ley, el culto a las llismo no hicieron más que reforzar esta postura, enfatizando la naturaleza eminentemente
virtudes ciudadanas, la confraternidad de las repúblicas americanas y la búsqueda informal de las relaciones sociales que conformaron el poder de los caudillos.
Estas verdades convencionales, sin embargo, no se corresponden con la eviden-
cia que ahora disponemos acerca de la formación de los Estados provinciales a partir
40. En el contexto mexicano, un buen ejemplo de este nuevo interés es la colección de W. H. de 1820.
Beezley, Ch. English Martin y W. French, Rituals of Rule, Rituals of Resistance, Wilmington, S.
R. Books, 1994.
41. Véase: Ricardo Salvatore, "Fiestas federales: representaciones de la república en el Buenos 42. Véase: Jorge Myers, Orden y Virtud. El discurso republicano en el régimen rosista, Quilmes,
Aires rosista", en Entrepasados, Año VI, Ne 11, fines de 1996, pp. 45-68. Universidad Nacional de Quilmes, 1995.
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore
INTRODUCCIÓN

Vista de cerca, la cuestión de la legitimidad de los caudillos está ligada a la Las provincias fueron paulatinamente adoptando ciertas formas "republicanas repre-
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subsistencia de un conjunto de instituciones y relaciones formales que, lejos de des- sentativas" fundadas, en su mayoría, en rudimentarios textos constitucionales. Los regí-
aparecer con las guerras de independencia, pervivieron tranformadas para nutrir y menes de caudillo no escaparon a esta solución provisional para legitimar, en el marco
sostener estos regímenes. A la caída del poder central en 1820, el ex Virreinato no inestable de los pactos interprovinciales, los esfuerzos por lograr un nuevo orden social y
se encontró ante un vacío institucional. 43 Lejos de ello, los años 1820 y 1830 asistie- político y, también, para resistir a las tendencias hegemónicas de Buenos Aires.46
ron a un proceso de construcción, sobre la base de la ciudad-provincia - l a única Esta última, como sabemos, se negaba a compartir los beneficios que provenían
unidad político-social relevante en el período-, de Estados autónomos como punto
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de las rentas de la aduana. Una nueva y compleja relación se estableció así entre
de partida para una organización político-institucional del país. El conjunto de legalidad, legitimidad y coerción en el ámbito rioplatense.
normas fiscales, legislativas y políticas que las provincias se otorgaron, luego de Localizar los regímenes de caudillos dentro de la compleja trama de la cons-
fracasados los primeros intentos de constituir un Estado rioplatense, dan testimonio trucción de Estados autónomos lleva, en algunos casos, a revalorar la propia natu-
de los esfuerzos por parte de las elites locales por consolidar, más allá de la voluntad raleza del caudillismo. En su ensayo, Ana Frega presenta a Artigas como un "cau-
de los caudillos, espacios soberanos de poder. 44 Tendencias hacia el reforzamiento de dillo ilustrado" que busca educar ciudadanos virtuosos y que, a la vez, trata de
las autonomías provinciales convivieron así —al menos, durante la primera mitad armonizar la construcción de la república con la "soberanía particular" emanada
del siglo XIX- con la tendencia hacia la preservación de un "orden nacional", el desde los cabildos locales.47 Como bien lo señala Frega, la historiografía social de
que luego serviría de base para la conformación del Estado nacional argentino. los años 1960 y 1970 rescató la figura de Artigas, borrando las ambigüedades del
Este proceso -la formación de Estados autónomos-, además de proveer una discurso artiguista -tolerancia del robo y defensa de la honestidad de los funciona-
perspectiva diferente para analizar los problemas implicados en la cuestión de la rios- y descuidando el problema de la superposición de autoridades y jurisdiccio-
organización nacional, ofrece algunas claves valiosas para reveer las simplificacio- nes de la era revolucionaria. En realidad, para construir su poder en un contexto de
nes relacionadas con el surgimiento y consolidación de los regímenes de caudillo. legalidades superpuestas, Artigas debió mediar entre grupos sociales heterogéneos
Esta reconsideración supone, en primer lugar, vincular a los regímenes de caudi- y articular intereses muy diferentes -los notables de Montevideo, los vecinos de los
llos con las manifestaciones múltiples de tendencias autonómicas que se manifes- pueblos, y su propio ejército-. Entre las imágenes contrastantes de Artigas como
taron desde el inicio de la revolución, así como con los esfuerzos por consolidar "jefe de bandidos" y como "héroe fundador de la nacionalidad" hay entonces
instancias estatales en el ámbito de las nuevas "provincias" luego de 1820. En segun- espacio para una concepción intermedia que recupere la compleja, cambiante e
do término, dentro del conjunto de razones que llevaron al fracaso de los proyectos inestable trama de alianzas, actitudes y expectativas que desató la crisis revolucio-
de organización nacional, es necesario introducir una explicación que contemple naria entre los diversos pueblos y grupos sociales de la Banda Oriental.
—junto al desarrollo de prácticas políticas que tendieron a imponer formas de poder En el ensayo de N. Goldman y S. Tedeschi se puede ver cómo surgieron simultá-
autoritarias- la imposibilidad de los mismos Estados provinciales de trascender su neamente, en Santa Fe y en La Rioja, fuertes aspiraciones autonómicas junto a las
autonomismo. 45 Este nuevo enfoque aportaría una mejor perspectiva para explicar nuevas formas de poder de los caudillos Estanislao López y Juan Facundo Quiroga.
porqué los caudillos tendieron a basar su dominio invocando la "legalidad". De allí la creación, en ambas provincias, de Salas de Representantes en su doble
En efecto, en el Río de la Plata el ideario republicano apareció asociado, desde función de depositarías de la llamada soberanía del pueblo y de la soberanía de la
la década del '10, a la lucha por la independencia, a los primeros ensayos constitu- provincias. La organización de la estructura militar en ambas provincias se apoyó así
cionales y a la instauración de un régimen representativo liberal.

46. Véase: Noemí Goldman, "Legalidad y legitimidad en el caudillismo. Juan Facundo Quiroga
43. Tal vez el principal error de la historiografía tradicional consistió en identificar el colapso del y la Rioja en el Interior rioplatense (1810-1835)", Boletín del Instituto de Historia Argentina y
poder central con el derrumbe de las formas de estatidad y de las instituciones. Americana Dr. Emilio Ravignani, Nº 7, 3a Serie, lº semestre de 1993, pp. 31-58.
44. ]osé Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: los orígenes de la nación argentina 47. Esta categoría de "caudillo ilustrado" pertenece tal vez a otra más general que es la del caudillo
(1800-1846), Buenos Aires, Ariel,1997. en una situación revolucionaria. Esto es, una configuración de poder que combinaría atributos de
45. Ésta se expresó en una débil unión confederal con la firma del llamado Pacto Federal de 1831. un liderazgo "tradicional", con motivaciones ideológicas y programáticas "modernas".

•2Í •
INTRODUCCIÓN
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore

parte, buscó fundar su legitimidad sobre las leyes fundamentales sancionadas durante
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en una red jerárquica y territorial que fue, al mismo tiempo, urbana y rural, en la la "feliz experiencia rivadaviana" -cambiándoles naturalmente de signo político-.
medida que el proceso de construcción de Estados autónomos provinciales coinci- Sin embargo, la creación de las facultades extraordinarias y la eliminación de la
dió con la incorporación de la campaña a la vida política. deliberación dentro del proceso electoral tuvo por evidente objetivo crear una opi-
En efecto una de las claves para explicar -más allá del evidente proceso de nión unánime sometida a la del gobernador.
militarización producido por las guerras de independencia- la nueva relación que se La cuestión de las identidades políticas de los sujetos que constituían la "clientela"
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estableció entre la ciudad y la campaña luego de la revolución, reside en la modifi- de los caudillos es también central a cualquier reconsideración del caudillismo. En la
cación del carácter de la representación que posibilitó la inclusión por vía legal del medida que abandonamos la construcción tradicional que presenta a las masas campe-
ámbito rural a la vida política local. Relación de la cual las zonas rurales surgieron sinas y urbanas como sujetos pasivos, disponibles para cualquier empresa política y
como algo más que espacios de reclutamiento de hombres y campos de batallas. Así, militar de sus caudillos, se torna importante considerar la forma en que las interpelaciones
mientras López sostuvo su poder en tropas permanentes y cuasiprofesionales, con ideológicas de los caudillos fueron recepcionadas por sus seguidores. En particular, es
asiento básicamente urbano, Quiroga basó su dominio en las milicias rurales de Los crucial investigar las autorepresentaciones de los sujetos subalternos en tanto adapta-
Llanos y en su cargo de Comandante General de la provincia. De modo que existió ciones, no exentas de ambigüedades y tensiones, del discurso oficial. El lenguaje polí-
una real articulación entre la estructura militar provincial y la capacidad de mando t ico constituye el territorio ideal para reconsiderar esta cuestión.
del caudillo. Ricardo Salvatore analiza, en su ensayo, las distintas formas de expresión del
federalismo y las tensiones que esto produjo entre los diversos sectores sociales
IV. Prácticas e identidades políticas durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. La existencia de diferentes modali-
dades de "ser federal" y las desigualdades implicadas en esta diversidad, permiten
Volver a considerar las formas y prácticas de la política en los períodos y regiones entender el apoyo popular al federalismo rosista desde una perspectiva diferente a
donde prevaleció el caudillismo, nos lleva a confirmar o rechazar, con evidencia más la tradicional. En efecto, el autor no parte de una supuesta "mentalidad popular"
concluyente, las generalizaciones y caracterizaciones dejadas por la historiografía. sino de las prácticas cotidianas -el lenguaje, las formas de vestir, las contribuciones
Pues, por una parte, los terrenos de la política y de la cultura sirvieron para redefinir al régimen, las discusiones acerca del reclutamiento- para acercarse a la manera
las identidades de los sujetos sociales que se beneficiaron y/o sufrieron con el como era vivida la política por parte de los habitantes de la campaña bonaerense.
advenimiento y consolidación de regímenes de caudillos. Por la otra parte, la Asimismo, distingue el discurso del régimen, que reclama apoyo a la "Causa Fede-
existencia de competencia personalista junto a sistemas electorales de "opiniones ral", de las diversas expresiones de adhesión "tibias" y "profundas" que se asociaron
unánimes" o de hegemonía ideológica presenta aún un desafío a la interpretación. a diferentes sectores sociales. Se revela así la naturaleza ambigua y conflictiva del
Sólo estudiando las prácticas de la política podremos acercarnos a la explicación propio federalismo y una gradación de adhesiones e identidades federales.
de esta aparente paradoja. Las nuevas investigaciones comienzan, recién ahora, a
ofrecernos información sobre cómo eran las elecciones, sobre cómo funcionaban V. Clientelismo
los "partidos" y facciones en relación a los electorados, sobre qué significaba ser
electo representante.
Reveer el problema de los sujetos sociales que apoyaron y alentaron a los regíme-
El conflicto en el interior del mismo campo federal es analizado por Marcela nes de caudillos surge hoy como una necesidad. Esto implica, en buena medida,
Ternavasio en un ensayo que rescata las prácticas del régimen político rosista en los reexaminar la tesis del clientelismo como arquitectura básica del caudillismo; es
procesos electorales para la renovación de la Legislatura de Buenos Aires. Frente a las decir, poner en duda la idea de que las relaciones patrón-peón propias de la estancia se
tesis que niegan cualquier tipo de institucionalización política en el proceso abierto reproducen a nivel de la política provincial. Mostrar la naturaleza contestada del
con el ascenso de Rosas al poder, la autora nos muestra, por el contrario, cómo el poder del caudillo en el propio ámbito rural, o la relativa autonomía de los manejos
conjunto de los federales tenían una gran preocupación por institucionalizar el po- del Estado de la clase terrateniente, contribuiría significativamente a esta empresa.
der. En este sentido, el rosismo habría representado el triunfo de una de las opciones
La fácil y simplista imagen del caudillo sostenido "por y representante de" la clase
posibles -la vía de la autorización plebiscitaria-. Pero la movilización electoral
terrateniente se resquebraja en presencia de nuevas evidencias. Primero, porque la
siguió jugando un rol fundamental durante el régimen rosista, el que, por otra

.25 .
Noemí Goldman y Ricardo Salvatore INTRODUCCIÓN

historiografía ha revelado la complejidad y diversidad de estas sociedades hacia determinados proveedores, éste se limitó a un corto período en el cual la
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posindependientes, alejándose de la perspectiva que veía sólo a terratenientes, co- estabilidad financiera permitía conceder ventajas económicas a ciertos personajes
merciantes y peones. 48 Segundo, porque los conflictos entre estancieros y caudillos allegados al caudillo. Pero cuando la provincia enfrentó serios problemas para hacer
- e n materia de tributación, reclutamiento, emisión monetaria- no parecen haber frente a sus gastos, primó el interés del Estado sobre el de los particulares, traduciéndose
sido despreciables. Tercero, porque el dominio territorial del estanciero, en una en confiscaciones, ventas forzosas y control de precios. Después de 1834, criterios de
sociedad con derechos de propiedad no totalmente consolidados, es puesto en duda eficiencia en los gastos y de "precios justos" reemplazaron al favoritismo como bases
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reiteradamente por casos de contestación "desde abajo" y por las bases contractuales para el sostenimiento del "negocio pacífico".
de muchas de estas relaciones imaginadas como clientelares.
Dos ensayos de nuestra colección apuntan a reveer estas cuestiones. El trabajo VI. Caudillos, campesinos e indios
de Jorge Gelman revisa la idea dominante en la historiografía acerca de la capaci-
dad absoluta de Rosas para manejar discrecionalmente a sus territorios y poblacio- U n a vez que desechamos como reducciones simplistas las soluciones de considerar
nes. Esa idea se basó en una concepción bipolar de la sociedad poscolonial que la al caudillo como el representante de la clase terrateniente o, alternativamente, como el
suponía dividida entre estancieros y gauchos; estos últimos se habrían constituido líder de una informe masa campesina, queda reabierta la cuestión de cuáles fueron las
con el tiempo en trabajadores sometidos a la autoridad de los estancieros. Por el bases sociales del poder del caudillo. El análisis de esta cuestión requiere, en primer
contrario, Gelman muestra que los estancieros así como el propio Estado provin- lugar, ampliar el espectro de subjetividades que se consideran parte de esta "base so-
cial actuaron sobre un mundo rural complejo, que reconocía una serie de prácticas cial". Se deben analizar, con igual profundidad, el apoyo de las mujeres, las corporacio-
campesinas consuetudinarias. Entre ellas, prácticas de ocupación territorial y nes Africanas, los militares, los campesinos, los artesanos, los indígenas, para comenzar
"poblamiento" dentro de estancias, y derechos de usos de recursos que recortaban a comprender las regularidades y puntos comunes -ideológicos, tanto como económi-
el poder de los estancieros. A través de un estudio de las relaciones de Rosas con cos y culturales- que hicieron que estos regímenes funcionaran. En segundo lugar, es
sus administradores, "pobladores", peones y vecinos de sus estancias, Gelman necesario indagar sobre las condiciones y naturaleza del proceso de "incorporación" de
señala las dificultades y límites a la imposición del orden estanciero en la campa- estos sujetos al movimento liderado por el caudillo, interrogando en particular cuáles
ña. La abundancia de tierras, la persistencia de prácticas antiguas en su uso, la fueron los intercambios -materiales y simbólicos- que hicieron posible el ascenso y
escasez de trabajadores, la movilización rural, etc., limitarían la fuerza del patrón sostenimiento en el poder del caudillo.
para definir por sí solo los términos de un vínculo siempre cambiante. Ariel de la Fuente indaga en su trabajo las razones que llevaron a los gauchos a
En su ensayo, Silvia Ratto se detiene en el análisis de las finanzas públicas movilizarse y a seguir a un caudillo en las célebres montoneras encabezadas por el
durante el gobierno de Rosas para mostrar algunas de las características de la Chacho Peñaloza (1862 y 1863) y Felipe Varela (1867) en La Rioja. Para ello, analiza
relación del Estado provincial con sus proveedores. El punto de partida de su análisis el uso de los términos "gauchos","montoneros" y "montonera", el perfil social de
es la idea presente en la historiografía según la cual Rosas fue el representante de los seguidores de los caudillos, sus motivaciones materiales, y la organización
intereses económicos particulares -terratenientes, saladeristas o grandes comercian- interna y funcionamiento de las montoneras. Frente a la visión canónica que pre-
t e s - que implantó, una vez llegado al poder, un "sistema de repartos" con el objeti- senta a las movilizaciones como "hordas descontroladas" o como la expresión de
vo de fortalecer la red clientelar que sostenía su poder. El análisis de la política de "una democracia bárbara", el autor muestra cómo la montonera se basaba en una
financiamiento implementada por el gobierno de Rosas en relación al "negocio estructura de carácter militar con jerarquías y responsabilidades bien definidas. El
pacífico" con los indios muestra, por el contrario, las dificultades de subsumir esta análisis del perfil social de los gauchos y montoneros descubre, por otra parte, que
política dentro de un exclusiva relación clientelar. Porque si bien existió favoritismo éstos no eran ni criminales ni marginales sino labradores, artesanos o trabajadores
establecidos en los poblados de la campaña, que se movilizaban por motivaciones ma-
teriales inmediatas pero con capacidad de prostesta frente a las promesas incumplidas
48. Véase: Juan Carlos Garavaglia y Jorge D. Gelman, "Rural History of the Rio de la Plata, de los caudillos.
1600-1850: Results of a Historiographical Renaissance", en Latín American Research Revieiv, Ligado al problema de las montoneras se encuentra la cuestión de la incorpora-
Vol. 30, N2 3, 1995, pp. 75-105. ción de tropas indígenas en las fuerzas movilizadas por los caudillos. La historiografía
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tradicionalmente abordó este tema desde el resultado material de las incursiones estanciero-peón, es decir, la tesis según la cual las relacioness clientelísticas en la
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indígenas—muertes, destrucción de viviendas y arreos de ganado-sobre las poblacio- política fueron engendradas por relaciones igualmente clientelísticas dentro de la
nes criollas. La asociación de los caudillos con fuerzas indígenas servía para confir- estancia. Según se vio, las nuevas perspectivas parecen indicar, en relación al pri-
mar la naturaleza "bárbara" de la política del caudillo. El ensayo de Martha Bechis mer punto, que los caudillos sustentaron su poder -es decir, movilizaron recursos,
rescata una dimensión diferente del fenómeno, analizando en el curso de la primera milicias y electores- sobre un conjunto de complejas relaciones basadas, en parte,
mitad del siglo XIX, las diferentes motivaciones políticas que llevaron tanto a los en antiguos derechos consuetudinarios y formales. Con respecto a la segunda ima-
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indígenas a incorporarse a las fuerzas criollas como a estas últimas a invitarlos a gen, la pérdida de certidumbre acerca de la existencia de una estrecha correlación
participar. Muestra así cómo la participación de los aborígenes tomó variadas formas, entre milicias del caudillo y peones del estanciero hace necesario pensar en el
no fue tan dócil como se pensaba, y pudo durar días o años según la conveniencia y caudillismo como un sistema más estable que una mera asociación de propietarios
las posibilidades endógenas de cada una de las sociedades aliadas. En realidad, sugie- feudatarios.
re Bechis, muchas veces los caudillos criollos se mostraron remisos a emplear fuerzas Además, la restauración del orden -objetivo declarado de varios caudillos-
indígenas, debido en buena medida a las dificultades de control y escasa o nula implicó en muchos casos prescindir de las milicias o reducir su rol en beneficio de
maleabilidad de estas fuerzas. sistemas más generalizados de vigilancia y control de los Estados. Aquellos con-
Si la incorporación de las naciones indígenas pampas a las guerras civiles criollas flictos y estos Estados nos indican que es necesario reevaluar cuáles fueron las
fue complicada, cuánto más lo sería el intento de integrar comunidades campesinas bases sociales sobre las que se asentó el caudillo, dentro de un contexto histórico y
indígenas, con una larga experiencia negociadora con el Estado colonial, los Estados regional determinado. La cuestión del caudillismo necesita entonces replantearse
provinciales y el Estado nacional, a las luchas de los caudillos. En un sugestivo en relación a los problemas de captación de recursos que tenían los Estados provin-
ensayo, Gustavo Paz aborda el problema de los liderazgos étnicos en relación con la ciales frente a actores sociales —terratenientes o n o - poco cooperativos. En este
rebelión de campesinos en la puna jujeña entre 1873-1875. En el curso de la rebelión sentido, no se trataría de demostrar que no hubo clientelismo sino de señalar, a la
-organizada alrededor del reclamo de antiguos derechos por tierras— la comunidad luz de las nuevas investigaciones, que la reciprocidad característica de esa relación
étnica se da sus propios liderazgos, tratando de vincularse con la política criolla de surge como condicional.
acuerdo a la opción que en cada momento aparece más conveniente para la consecu- Los trabajos que se incluyen en esta colección deben considerarse como prime-
ción de los objetivos cumunitarios. El surgimiento tardío de un liderazgo criollo, el ros intentos de desarmar visiones heredadas del caudillismo. Lejos de agotar la
"caudillo" Laureano Saravia, no modifica las bases organizativas ni los objetivos de problemática, ellos apuntan a una serie de cuestiones y de objetos de análisis que
la rebelión. Frente a la pregunta, "¿puede hablarse de caudillismo en la puna jujeña?", sería necesario continuar y profundizar. Importantes preguntas permanecen sin
Paz provee una respuesta matizada: los vínculos étnicos se interpusieron entre el responder, respecto de la participación de las mujeres, las sociedades africanas, o
campesinado y el surgimiento de caudillos. Y aún la imposición de un liderazgo los artesanos, respecto de otras identidades políticas del período, respecto de las
externo, basado en una relación de reciprocidad clientelar, no desvió a los líderes prácticas electorales en las provincias, o de la presencia de favoritismo en otros
étnicos de sus demandas comunitarias. La vinculación de la cuestión indígena con tipos de gastos de Estado, respecto del sustento social de otros caudillos no examina-
los conflictos políticos provinciales y aún nacionales —la revolución mitrista- apare- dos aquí. Esperamos por ello que los trabajos aquí reunidos preparen el camino para
ce justamente en momentos en que la comunidad no encuentra otra salida para una mejor comprensión de los caudillismos rioplatenses y contribuyan a generar un
efectivizar sus demandas por tierras. nuevo debate acerca de un fenómeno político, cultural y social que se sitúa en los
orígenes de la existencia de nuestra nación.

En suma, analizar las formas de ascenso al poder de los caudillos significa hoy
rediscutir dos de las imágenes estereotipadas que nos legó la historiografía: por un
lado, la caraterización de las zonas rurales como espacios sin orden social y sin
instituciones; por otro lado, la asimilación del vínculo caudillo-milicias al vínculo

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