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8.1 Introducción
El metabolismo comprende rutas enzimáticas muy complejas y diversas. Hay que señalar, que las
principales rutas centrales del metabolismo son muy similares en la mayoría de las formas de vida.
Las rutas metabólicas centrales representan un ejemplo coordinado de estrategias de regulación y
economía celular.
Estas diferencias se deben a que los seres vivos pueden utilizar el oxígeno como agente oxidante
en la degradación de los nutrientes.
Combinando las dos primeras clasificaciones obtenemos los diferentes organismos:
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o Fotoautótrofos: Obtienen la energía directamente de la luz solar, y pueden sintetizar sus
compuestos celulares a partir de moléculas simples como el CO 2 y el NH3, fuentes de
carbono y nitrógeno respectivamente. A este grupo pertenecen principalmente las plantas.
o Fotoheterótrofos: Adquieren la energía de la luz solar, si bien necesitan como fuente de
carbono compuestos orgánicos. Este grupo lo constituyen algunos tipos de procariotas.
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El catabolismo es una fase
degradativa, que sirve para quemar las
moléculas que se ingieren como
nutrientes, o bien moléculas propias,
para producir energía química, tanto en forma de nucleótidos trifosfato (ATP, GTP), como en
forma de moléculas con poder reductor (FADH2, NADH, NADPH), originando una serie de
productos de desecho (a destacar CO2, H2O y NH4+).
De las rutas metabólicas, también se obtienen moléculas precursoras o intermediarias a partir de
la degradación de macromoléculas. El catabolismo es convergente, es decir, a partir de moléculas
muy dispares, se acaba obteniendo una serie limitada de moléculas intermediarias o precursoras,
así como una serie limitada de moléculas energéticas.
El anabolismo es una etapa biosintetizadora o creadora, en la cual, a partir de una serie limitada de
moléculas sencillas (acetil CoA, piruvato, aminoácidos, ácidos grasos o azucares), se sintetizan
moléculas más complejas (ácidos nucleicos, proteínas, polisacáridos o lípidos).
Esta fase sintetizadora suele requerir una gran energía, ya sea en forma de nucleótidos trifosfato
(ATP, GTP) o como moléculas con poder reductor (FADH2, NADH y NADPH) que proceden de las
rutas catabólicas.
También implica una serie de rutas metabólicas que permiten la fijación de energía y carbono
desde fuentes que no son compuestos orgánicos. Entre estas rutas destaca la fotosíntesis, un
proceso por el que se fija la energía de la luz y el CO 2 en compuestos orgánicos, concretamente
azucares.
El anabolismo es divergente, a partir de una serie limitada de moléculas intermediarias o
precursoras, se genera una gran cantidad de macromoléculas y de naturaleza muy dispar.
Las rutas catabólicas y anabólicas, aunque opuestas, no son inversas. Pueden presentar algunos
pasos comunes, pero existen reacciones que las diferencian y que permiten realizar dichas rutas
con mayor eficiencia.
Estos pasos diferenciales permiten una regulación independiente de cada ruta, puesto que están
controladas enzimáticamente por catalizadores diferentes, y pueden estar ocurriendo en
localizaciones distintas dentro de la célula eucariota.
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Implicaciones termodinámicas
El catabolismo y el anabolismo están relacionados, sobre todo a nivel energético, puesto que el
catabolismo es el que aporta la energía necesaria para las reacciones llevadas a cabo en las rutas
anabólicas.
Cuando una molécula de glucosa se degrada a CO2 y agua, proporciona por cada mol unas 686
kcal. Como el calor no puede utilizarse por los seres vivos como fuente de energía, la energía que
libera la degradación de la glucosa en una célula se conserva en forma de energía química
inherente a los enlaces covalentes de los grupos fosfato de los nucleótidos trifosfato.
El ATP así formado puede emplearse como moneda de intercambio energético, ya que puede
difundir hacia aquellos lugares de la célula en los que se necesita energía, constituyendo una forma
de transporte de la energía libre.
Los electrones son otro vehículo para la transferencia de energía química procedente de las
reacciones oxidativas del catabolismo a las reacciones reductoras del anabolismo. Para la
biosíntesis de moléculas muy reducidas se necesitan electrones. Los electrones se transportan
desde las reacciones de oxidación del catabolismo, las que los liberan, hasta las reacciones que
los requieren. Este trasiego de electrones se consigue mediante coenzimas transportadoras de
electrones, entre las que se puede destacar el NADP+, que actúa como vehículo biológico de
electrones (en forma de NADPH) desde las reacciones catabólicas hasta las reacciones anabólicas
que precisan electrones.
También habría que destacar otras coenzimas transportadoras de electrones como el NADH y el
FADH2, que permiten la síntesis de ATP en la mitocondria a través de la cadena transportadora de
electrones.
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8.3.1 Las tres etapas del catabolismo
Etapa I: Comprende la digestión de las grandes macromoléculas a sus moléculas precursoras.
En esta etapa se encuentran los procesos digestivos de los nutrientes que se ingieren, así
como otras rutas metabólicas muy importantes. Por ejemplo, la degradación del glucógeno o
glucogenólisis, y el recambio proteico de las proteínas.
Etapa II: Los monómeros (productos de la etapa anterior) se convierten en un reducido número
de especies metabólicas intermediarias más sencillas.
Monosacáridos, glicerol y algunos aminoácidos se degradan hasta dar piruvato, molécula
intermediaria de tres carbonos que, posteriormente, rendirá una especie de dos carbonos: el
grupo acetilo del acetil CoA.
Los ácidos grasos y el resto de aminoácidos se hidrolizan hasta dar acetil CoA y unos pocos
productos finales diferentes.
En esta etapa se pueden destacar varias rutas metabólicas:
o Glucólisis: Ruta por la cual la glucosa y otras hexosas se degradan a piruvato, y
posteriormente a acetil CoA a través de la descarboxilación oxidativa del piruvato.
o Proceso de degradación de los ácidos grasos (β-oxidación): Acaba rindiendo acetil CoA
en las mitocondrias.
Etapa III: Tanto el grupo acetilo del acetil CoA como los demás productos de la etapa anterior
se canalizan hacia una ruta catabólica final común, en la que pueden ser oxidados, dando CO 2
y agua.
En esta última se encuentra el ciclo de Krebs, así como la cadena transportadora de
electrones, que sirve para producir grandes cantidades de energía en forma de ATP, gracias a
la oxidación de las coenzimas NADH y FADH2, que se originan en las rutas del catabolismo,
especialmente en la glucólisis, β-oxidación y ciclo de Krebs.
Una de las principales finalidades de esta última etapa del catabolismo es la producción de
energía, mientras que, en las etapas anteriores, aunque también se produce energía, el
principal objetivo es la degradación de moléculas complejas en otras más sencillas.
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8.3.2 Las tres etapas del anabolismo
Etapa I: Implica el ciclo de Krebs, que constituye un punto de unión entre catabolismo y
anabolismo. Por ello, a esta ruta central común se le designa como anfibólica, lo que quiere
decir que puede servir tanto para el catabolismo como para el anabolismo.
Así, la ruta puede utilizarse catabólicamente para producir la degradación completa de
pequeñas moléculas que se derivan de la fase II del catabolismo, o bien anabólicamente para
suministrar pequeñas moléculas como precursores para las reacciones biosintéticas.
En esta etapa, también se encuentran otra serie de rutas metabólicas, sobre todo de
organismos autótrofos, que utilizan diferentes fuentes de energía para poder fijar moléculas de
CO2 en moléculas orgánicas.
La fotosíntesis, ruta llevada a cabo por los organismos fotoautótrofos, que sirve para
aprovechar la energía solar y poder fijar posteriormente CO2 en forma de hexosas, a través del
ciclo de Calvin.
Etapa II: Supone la transformación de los metabolitos intermediarios obtenidos en la primera
etapa en monómeros. Pertenecen a esta etapa:
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8.4 Control del metabolismo
El principio de la máxima eficacia preside todos los aspectos del metabolismo. Esta máxima
eficacia se consigue ejerciendo un control y una regulación precisa y constante.
Se puede simplificar diciendo que el ritmo metabólico se controla por las necesidades energéticas
de la célula. La velocidad del catabolismo viene controlada por las necesidades de ATP de la célula
en cada momento, y no por la concentración de sustratos.
Las células sólo consumen su combustible para proporcionar la energía necesaria con la que cubrir
las actividades que se precisan en un instante determinado. La velocidad de biosíntesis de los
componentes celulares se ajusta a las necesidades inmediatas.
Las enzimas que están siempre en cantidades casi constantes en una determinada célula
reciben el nombre de enzimas constitutivas, mientras que aquellas que se sintetizan solamente
en respuesta a la presencia de ciertos sustratos se llaman enzimas inducibles.
Un ejemplo de este control es la regulación génica sobre la hidroximetilglutaril CoA reductasa,
enzima clave en la síntesis del colesterol, sobre la cual se ejerce un fuerte control genético,
tanto sobre la velocidad de síntesis del mRNA, como sobre la velocidad de traducción del
mismo.
Segundo nivel: Control de la actividad de la enzima. Este control puede llevarse a cabo por
mecanismos comunes tales como las concentraciones intracelulares de sustratos o productos
y del cofactor, el pH o la temperatura. También por mecanismos específicos: la actividad puede
regularse de forma muy sensible gracias a las enzimas reguladoras.
Muchas enzimas resultan inhibidas por el producto final de la reacción, mientras que otras se
estimulan o se inhiben por algún metabolito cofactor.
Las enzimas pueden sufrir procesos de modificación covalente como respuesta de otras
proteínas reguladoras. Por ejemplo, la hexoquinasa, primera enzima regulada de la glucólisis,
presenta una inhibición por su producto, la glucosa-6-fosfato, de tal forma que dicho factor de
regulación permite controlar la cantidad de glucosa que se almacena en la célula.
Tercer nivel: Compartimentalización celular. La existencia de diferentes orgánulos dentro de
una célula eucariota permite un control del metabolismo basado en la distribución espacial y en
la existencia de barreras físicas (membranas), que controlan el trasiego y la disponibilidad de
sustratos, cofactores y enzimas en cada momento y lugar.
Este fenómeno lleva a la especialización diferentes orgánulos, como los cloroplastos con
relación a la fotosíntesis, o la mitocondria con relación a la producción de energía y de
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procesos principalmente catabólicos: cadena transportadora de electrones, ciclo de Krebs y
oxidación.
También se puede generalizar esta compartimentalización a un nivel tisular, de tal manera que
los diferentes tejidos se especializan y hay determinados procesos metabólicos que se dan
únicamente en algunos tejidos.
Por ejemplo, la gluconeogénesis que ocurre casi exclusivamente en el tejido hepático. Al
hablar de la compartimentalización hay que destacar la actuación de las isoenzimas.
Cuarto nivel: Control hormonal. En organismos más complejos, normalmente pluricelulares,
hay que resaltar un último nivel de regulación: el que ejercen las hormonas, moléculas
sintetizadas y secretadas por diferentes glándulas endocrinas, que actúan como mensajeros
químicos.
Estos compuestos se trasladan desde su lugar de origen, hasta ciertos órganos o tejidos donde
estimulan o inhiben de forma específica determinadas rutas metabólicas.
El mecanismo de regulación hormonal se produce por su actuación sobre la actividad de
enzimas clave de dichas rutas, normalmente a través de una modificación covalente reversible,
siendo la fosforilación-desfosforilación el mecanismo más habitual.
Por ejemplo, el glucagón, una hormona peptídica sintetizada en el páncreas y formada por 29
aminoácidos, controla los niveles de glucosa en sangre mediante la activación e inhibición de
distintas rutas metabólicas de los hidratos de carbono. Cuando el organismo requiere más
azúcar en la sangre, las células alfa del páncreas elaboran glucagón. Esta hormona moviliza
las reservas de glucosa presentes en el hígado en forma de glucógeno, al activar la
glucogenólisis, y también favorece la síntesis de nuevas moléculas de glucosa al potenciar
igualmente la gluconeogénesis hepática.
El glucagón activa a nivel celular una proteína quinasa dependiente del mensajero AMPc, la
cual fosforila varias enzimas, activándolas o inhibiéndolas, y de esta forma favorece una de las
rutas metabólicas y bloquea otras.
Una de las consecuencias de la secreción de glucagón es la disminución de la fructosa-2,6-
bisfosfato por fosforilación de la fosfofructoquinasa-2 o PFK-2/FBPasa-2, enzima cuya forma
fosforilada presenta actividad quinasa rompiendo la fructosa-2,6-bisfosfato en fructosa-6-
fosfato.
El descenso de los niveles de fructosa 2,6-bisfosfato favorece la activación de la
gluconeogénesis y la inhibición de la glucólisis.
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nitrogenados, principalmente aminoácidos) y en cuya membrana interna se produce la cadena
transportadora de electrones y la fosforilación oxidativa (rutas de suma importancia en la
producción de energía a nivel celular, debido a que permiten transformar la energía obtenida en las
redacciones rédox – y fijada en las moléculas de NADH + H+ y FADH2 en energía en forma de ATP,
fácilmente utilizable por la célula para todo tipo de reacciones y trabajos celulares, tales como la
contracción muscular).
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