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diferente de la gran parte de los estudiosos modernos de las relaciones internacionales, para quienes la tesis es más
como una ley de naturaleza determinante y no una ideología.
La enseñanza moral de Tucídides.
La preocupación de Tucídides por la justicia en la revolución corcirense. Tucídides escribe que durante este tiempo los
hombres violaban “las leyes, en las cuales todos deben esperar su salvación, sin reservarse otro medio para ayudarse en
los peligros”. En el proceso de criticar este deterioro moral, Tucídides debe asumir que estas creencias, actitudes y
comportamiento no son la norma para los seres humanos sino que, por el contrario, son mensurables contra la norma.
Incluso en la guerra, esa tosca maestra, Tucídides espera que los seres humanos sean capaces de mejorar, no de ser
conducidos por sus pasiones, sino capaces de auto-control.
Tucídides es muy perspicaz para mostrar que algunos Estados operan de acuerdo con códigos morales distintos. Su
atención a los episodios relacionados con los pequeños Estados de Platea y Melos demuestra que él no piensa que la
resistencia a un poder avasallante sea tan fútil y carente de sentido como para no merecer una mención.
En el primer caso, los plateos se rebelaron contra el poderío abrumador de Esparta en alianza con los tebanos. Los
tebanos sostienen que los plateos deben ser destruidos por haberse aliado con Atenas. Los plateos argumentan que no
han hecho daño alguno a los espartanos y que siempre se han comportado con virtud.
Tucídides piensa que: (1) entender su carácter particular es crucial para comprender el resultado del enfrentamiento, y
(2) quien esté moralmente en lo correcto o equivocado debe importarle al analista o al historiador cualquiera sea el
resultado final.
Tucídides enfatiza el coraje y la inteligencia de los plateos al resistir el sitio esparttano. Ellos mantienen su heroísmo
contra enormes desventuras. Los plateos se encuentran claramente del lado de la justicia, aún cuando no prevalecen.
La descripción de Tucídides del sitio, el juicio y la ejecución de los plateos puede ser interpretada como una ilustración
clásica de la política de poder y una prueba de la insensatez de apelar a nociones de justifica en las relaciones entre
Estados. De acuerdo con esta visión, el destino de los plateos proporciona la prueba para la tesis plantea por vez primera
por los atenienses en la conferencia de guerra espartana. La tesis asume que la justicia en sí misma no existe si no es
como producto de las relaciones de poder, y entonces sólo cuando el poder de ambos bandos es equivalente. Pero si
Tucídides simpatiza con la noción de justicia de los plateos, entonces debe pensar que la justicia y la injusticia son más
que meros derivados de las relaciones de poder, y su visión de la justicia debe diferir notoriamente de la de los
atenienses.
Lo que Tucídides tanto admira no es ni la piedad tradicional ni el mero respeto de los acuerdos. Los plateos son descritos
como verdaderamente patrióticos y leales a Atenas.
Los tebanos son descritos como estando más interesados en la lealtad partidaria (la ideología del conflicto actual) que
en ser sinceros para con sí mismos. Los tebanos obviamente están usando a Esparta para hacer posible la revancha tan
largamente esperada.
En el caso de Melos, los atenienses enfrentan una pequeña nación que desea permanecer neutral en la guerra. Los
atenienses tratan de convencer a los melianos de que sólo deben preocuparse de su seguridad, no de la justicia o el
orgullo. Rechazan renunciar a su independencia a pesar de la amenaza de destrucción por parte de Atenas. Al final los
atenienses sitian a Melos hasta que ésta se rinde.
Los atenienses insisten en que todos los adornos tradicionales de la oratoria griega sean puestos a un lado, que ellos no
tienen nada que ver con los “verdaderos pensamientos” de los seres humanos, y que los verdaderos pensamientos de
los seres humanos no lidian con la justicia, la virtud pasada o los hechos sino con la seguridad y el poder presentes. Los
atenienses comprenden que la retórica política relacionada con la justicia es fundamentalmente opuesta y presenta una
alternativa a su propia tesis. El propósito de destruir a Melos ería el de diseminar el terror por todas las ciudades aliadas,
disuadiéndoles de si quiera pensar en rebelarse.
La búsqueda del honor tanto como de la justicia sólo es razonable entre iguales; postura que torna al honor y a la justicia
dependientes de las relaciones de poder.
Tucídides no elogia abiertamente la valentía de los melianos de enfrentarse a la muerte antes de renunciar a su
independencia. En el contexto de la Historia en su conjunto, las muertas de los melianos ilustran el fracaso de la tesis
ateniense cuando la misma es implementada hasta sus últimas consecuencias.
El estudioso tucidideano.
La perspectiva tucidideana no considera siempre a los Estados como los actores primarios en las relaciones
internacionales, ya que los líderes individuales y los agrupamientos políticos también son señalados como actores
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clave. No enseña que los Estados busquen sistemáticamente la maximización de su poder : u actor mayor, Esparta, es
mostrada permitiendo, por su propia timidez, el ascenso de Atenas a la grandeza, y sólo reticentemente entrando en la
guerra. También muestra a actores menores como Platea y Melos actuando en pos de principios diferentes a la
maximización de poder y la seguridad. En la visión de Tucídides, por tanto, los Estados no siempre actúan
racionalmente, si por “racionalmente” entendemos la forma en la que se maximiza la auto-preservación. Tucídides no
se basa en el énfasis neorrealista en la distribución de poder para explicar las acciones de los Estados, sino que va más
allá de la distribución de poder hacia explicaciones que involucran el carácter individual y nacional, la retórica política
y las distinciones morales.
Líderes grandiosos o infames algunas veces ejercen un impacto determinante sobre el comportamiento estatal.
Richard Ashley ha criticado al neorrealismo sobre la base de que no es una teoría científica pasiva sino un programa
ideológico activo que “considera al orden dado como el orden natural, limita antes de expandir el discurso político, niega
o trivializa el significado de la variedad a través del tiempo y el espacio, subordina toda práctica a un interés en
controlar, reverencia la idea de un poder social más allá de toda responsabilidad, y de esta forma priva a la interacción
política de aquellas capacidades prácticas que hacen posible el aprendizaje social. Lo que emerge es una ideología que
anticipa, legitima y orienta un proyecto totalitario de proporciones globales: la racionalización de la política global.
Gilbert ve al realismo no tanto como una teoría objetiva sino más bien como una herramienta retórica para apuntalar la
legitimada del Estado y de sus esfuerzos en materia de seguridad nacional.
Doyle: “las fuerzas e instituciones que impulsan y moldean al imperialismo no son ni primariamente económicas ni
primariamente militares: son tanto económicas como militares, y también políticas, sociales y culturales. Él discute la
visión de los realistas y neorrealistas de que la distribución de poder en el sistema internacional anárquico es lo que
determina que un Estado busque un imperio. Doyle encuentra tres deficiencias principales en lo que él llama la teoría
sistémica para explicar la emergencia, crecimiento y declinación de los imperios: (1) su concepción de los motivos que
animan las relaciones externas de los Estados es demasiado estrecha, (2) es demasiado general y por lo tanto no puede
explicar las circunstancias particulares que conducen a cualquier caso único de imperialismo; y (3) atribuir el
imperialismo a un disparidad de poder no responde a las preguntas de cuánta disparidad es necesaria y de qué causó la
disparidad en primera instancia.