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Strauss 26 de enero

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Vamos a dividir la clase en dos momentos: en el primero retomaremos el
problema teológico político, la cuestion de la soberanía, la trascendencia
y la excepción, la cuestion de los dos cuerpos del rey (y del cuerpo del
pueblo) y como Strauss aborda estos asuntos.
De Maistre: 1794:
El pueblo es un soberano que no puede ejercer la soberanía. Pero cada individuo varón de ese pueblo
tiene derecho a mandar a su turno durante cierto tiempo. Por ejemplo, si suponemos veinticinco
millones de franceses, y setecientos diputados elegibles cada dos años, comprenderemos que, si esos
veinticinco millones fueran inmortales, y los diputados fuesen nombrados por tumo, cada francés sería
periódicamente rey más o menos cada tres mil quinientos años. Pero como durante ese lapso no sé deja
de morir cada tanto, y por otra parte los electores no son dueños de elegir como gusten, la imaginación
se espanta ante el terrorífico número de reyes condenados a morir sin haber reinado. 9

Lo teológico político en el bolivarianismo…


En la segunda leeremos los textos sobre Tucidides y sobre Platon
En el caso de Tucidides Ramos Sucre, Alastor

Final de la Historia de la filosofía política de Strauss:

Educacion liberal en liberalismo antiguo y moderno prefacio IX


Nietzsche reconoce que hay usos asi como abusos de la historia. Habla de
tres clases de historia que pueden servir a la vida. La historia monumental
ofrece al hombre de accion modelos de grandeza, con su descripcion de los
grandes hombres y hechos del pasado. La historia de anticuario se dirige al
elemento conservador y reverente que hay en el hombre, imbuyendole un
saludable amor a la tradicion. Es especialmente benefica para los pueblos y
las razas menos bien dotados, porque los mantiene apartados de un inquieto
e improductivo cosmopolitismo. La historia crítica hace el juicio de los aspectos
caducos del pasado, y los condena; saca a luz injusticias que sobrevivian
del pasado, de tal modo que puedan ser abolidas en interes del presente.

“Strauss se presenta ante todo como historiador de la filosofia politica, si


bien refiere su giro hacia el estudio de este ambito de la historia no como algo
motivado por una curiosidad de anticuario respecto al pasado sino como
resultado de lo que el diagnostico como la actual crisis de Occidente y de la
modernidad.
El signo mas palpable de la crisis occidental, segun Strauss, era la amenaza
practica a su sobrevivencia, amenaza proveniente del Este, de un comunismo
que, tanto en la forma de teoria politica occidental moderna como
en la forma de despotismo oriental, constituye una expresion sin precedentes
de la tirania del pasado.1 Aunque la verdadera crisis era que Occidente,
bajo la influencia de sus mas altas autoridades intelectuales, no creia ya en

si mismo, en su proposito, en su superioridad. Pues en la manera en que


Strauss entendia el Occidente moderno, este esta constituido por una finalidad
o un proyecto especificos: la construccion de una sociedad universal de
naciones libres e iguales y de hombres y mujeres tambien libres e iguales
que disfrutasen de una riqueza universal, y por tanto de justicia y felicidad
universales, por medio de la ciencia entendida como la conquista de la naturaleza
al servicio del poder humano. Este proposito, que nos es tan familiar
a los que vivimos en el siglo de los Catorce Puntos de Wilson y de las
Cuatro Libertades de Roosevelt, vino a caracterizar a Occidente solo en la
modernidad. Los pensadores premodernos, en cambio, aceptaban tanto
la pluralidad como la particularidad de la sociedades politicas y las desigualdades
naturales y convencionales de significacion politica entre los seres
humanos. Ellos hacian hincapie en la busqueda social de la virtud o la
salvacion, y en la evitacion del lujo y de la corrupcion que este engendra.
Concebian la ciencia como la contemplacion (y la tecnologia como imitacion)
de la naturaleza. La perdida de la fe en el nuevo proposito constituia
por tanto una crisis especifica de la modernidad. Y dado que el proposito
que ha llegado a animar a Occidente tuvo su origen en la filosofia politica
moderna, Strauss llego a la conclusion, al parecer extrana, de que la crisis
general de Occidente era en lo fundamental una crisis de la disciplina particular
Jde la filosofia política 851, 852

Judaismo y Strauss
La crisis de Occidente, de la modernidad y de la democracia liberal se encontraba
ejemplificada de la manera mas clara, segun Strauss, en el problema
judio, el cual concebia como "el simbolo mas patente del problema
humano, en la medida en que es un problema politico o social".8 El problema
judio revela, en primer lugar, las limitaciones del liberalismo: la sociedad
liberal, fundada en una moral universal y no en la religion (a la que considera
privada), parece ofrecer a los judios una participacion igualitaria;
pero, precisamente porque reconoce una esfera privada, tambien reconoce
el antisemitismo y la consiguiente desigualdad social, y no puede ofrecer
garantia alguna contra ellos. Y mas importante aun, al poner la asimilacion
como el modelo, la sociedad liberal priva a los judios de la dignidad derivada
de la fidelidad a su propia tradicion heroica, mientras que con mucha
frecuencia solo ofrece a cambio una satisfaccion y una participacion superficiales
en una sociedad humana universal inexistente. Sin embargo, pese a
todos sus inconvenientes, esta dudosa solucion es a todas luces superior

a las "soluciones" resultantes de la destruccion del Estado liberal producto


de los Estados del nacional socialismo y el comunismo. En cuanto al sionismo
politico (del cual Strauss, cuando joven, fue ardiente partidario),9 la solucion
tentativa que ofrece a los judios es la asimilacion ya no como individuos,
sino como pueblo, con su propio Estado secular liberal, semejante al de
otros pueblos. Empero, para no ser una forma hueca, tal Estado requiere
de una cultura judia como contenido. Y cultura judia significa, en un sentido
serio, antes que nada el credo judio, el cual, como fe o esperanza en Dios mas
que en los hombres, "debe considerar blasfema la idea de una solucion humana
al problema judio".10
En segundo lugar, el problema judio pone de manifiesto, en consecuencia,
una tension que trasciende la modernidad y su crisis, la tension entre razon
humana y revelacion divina —las reivindicaciones rivales de cual es la
causa de la humanidad, representadas por Atenas y Jerusalen—, tension
que Strauss consideraba "el corazon, la fuente de energia de la historia intelectual
de Occidente, de su historia espiritual" y "el secreto de la vitalidad
de la civilizacion occidental".11 Strauss nego que la filosofia moderna hubiese
puesto fin a este conflicto refutando la revelacion; de hecho, sus infructuosos
esfuerzos por lograrlo mediante la transformacion de la filosofia en
certeza sistematica consiguieron tan solo empanar o destruir esa conciencia
de la ignorancia que para el filosofo es la principal evidencia de la necesidad
de la filosofia. 853, 854

Comentario sobre el concepto de lo político

El problema teológico-político:
Teologia política, Los doce de Blok, leer el final. Los dos cuerpos del rey, el
debate entre Walter Benjamin y Carl Schmitt sobre el tema de la teología
política y la soberanía…las respuestas al abismo de la falta de fundamentos de
lo político.

Altini:
“Aquí nos interesa señalar la diferencia radical entre
teología política y problema teológico-político. Por teología
política entendemos un modelo teórico en el que la justificación
del poder político opera a partir de un fundamento teológico
revelado, que funda la suprema autoridad soberana, y en
el que se expresa una substancial identidad religiosa y cultural
del cuerpo político, si bien secularizado. En cambio, el problema
teológico-político remite a un modelo teórico en el que
la justificación del poder político, aún asumiendo la cuestión
de la dimensión religiosa, opera a partir de una base mundana
y en el que se subraya, aunque implícitamente, el papel
desempeñado por el conflicto teológico-político, que se vuelve
un conflicto eminentemente político (y sólo secundariamente
teológico). En este segundo caso, a pesar de que no se evita la
confrontación con el problema de la pluralidad de las diferentes
fuentes autoritativas –problema vinculado al reconocimiento
de los “dioses de la ciudad”–, no se expresa fe o preferencia
teológico-confesional alguna: los conflictos entre las diversas
autoridades políticas son conflictos entre las diversas
autoridades “divinas”, vale decir, entre los diversos mitos,
creencias o valores fundadores de la sociedad política que,
por su naturaleza, son intrínsecamente arbitrarios, por cuanto
son justificables en el plano histórico o ético (se debe tener
en cuenta que los “mitos fundadores” no pertenecen sólo a la
historia pasada de las sociedades humanas, ya que pueden
considerarse también los “mitos” actuales –la democracia, el
socialismo, etc.). En consecuencia, tales conflictos no son tanto
controversias teológicas, como conflictos entre sistemas
ético-políticos que compiten entre sí y que implican diferentes
y antagónicas concepciones de la justicia. Dado que la esfera
de la política no se agota en el ámbito de la fuerza, y puesto
que para cada autoridad política existe el problema de la propia
justificación, las distintas “divinidades” son las garantes
y las sostenedoras de lo que es justo en las diversas asociaciones
políticas. 16, 17

Strauss, Derecho natural e historia: nihilismo


Canibalismo:
“No obstante, el derecho natural se hace hoy tan necesario como lo ha sido a
lo largo de siglos e incluso milenios. Renunciar a él equivale a afirmár que sólo
existe el derecho positivo, lo que significa que la diferencia entre el bien y el
mal viene determinada únicamente por los legisladores y los tribunales de cada
país. Ahora bien, nadie puede negar que es válido, y en ocasiones incluso
necesario, hablar de leyes y decisiones «injustas». Al emitir tales juicios
presuponemos la existencia de valores morales independientes del derecho
positivo y más elevados que éste, valores que nos permiten poner en tela de
juicio el derecho positivo. Muchos opinan hoy que dichos valores no son, en el
mejor de los casos, más que el ideal que adopta nuestra sociedad o
«civilización» y que se ve representado en nuestro modo de vida y nuestras
instituciones. No obstante, según este mismo criterio, todas las sociedades
tienen sus propios ideales, las sociedades caníbales no menos que las
civilizadas. Si el hecho de contar con la aceptación de una sociedad valida de
por sí cualquier principio, el canibalismo es tan legítimo o razonable como la
llamada vida civilizada. Desde este punto de vista, ningún principio debe ser
desestimado so pretexto de ser intrínsecamente malo. Y, habida cuenta de que
el arquetipo de nuestra sociedad está cambiando a ojos vista, nada excepto el
hábito inveterado nos impediría aceptar la práctica del canibalismo como algo
lícito. 32, 33

Parecería, por tanto, que el rechazo del derecho natural debe acarrear
forzosamente consecuencias desastrosas, y es obvio que determinadas
consecuencias consideradas desastrosas por muchos hombres e incluso por
algunos de los más acérrimos adversarios del derecho natural derivan
precisamente del actual rechazo del derecho natural. Es posible que la ciencia
social nos proporcione gran sabiduría e inteligencia por lo que se refiere a los
medios para conseguir cualquier fin que nos propongamos, pero se declara
incapaz de ayudarnos a distinguir entre fines legítimos e ilegítimos, justos e
injustos. Se trata de una ciencia única y exclusivamente instrumental, nacida
para ponerse al servicio de determinados poderes o intereses, cualesquiera
que éstos sean. Trasladado al día de hoy, el pragmatismo de Maquiavelo
podría entenderse como algo propio de la ciencia social, de no preferir ésta -
sólo Dios sabrá por qué- el liberalismo generoso a la coherencia, que la
obligaría a brindar consejo con igual esmero y celeridad a tiranos y hombres
libres.
I 34
“De acuerdo con la ciencia social, podemos alcanzar las más elevadas cotas
de sabiduría en todas las materias de segundo orden, pero debemos
resignarnos a vivir en la más completa ignorancia por lo que se refiere a lo más
importante: no podemos aspirar a tener conocimiento alguno acerca de los
principios fundamentales que rigen nuestras elecciones ni decidir si son o no
razonables. Nuestros principios fundamentales no cuentan con más apoyo que
nuestras preferencias arbitrarias y, por tanto, ciegas. Nos comportamos, pues,
como seres sanos y sensatos ante las cosas más triviales, pero nos la jugamos
como locos con los temas más serios: sensatez al detalle, locura al por mayor.
Si nuestros principios no cuentan con más apoyo que nuestras ciegas
preferencias, será admisible todo lo que un hombre se atreva a hacer. El actual
rechazo del derecho natural conduce al nihilismo. Negación y nihilismo son una
y la misma cosa. 34 y 35

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Pensamiento posfundacional
Foucault y Carl Schmitt
Nietzsche la genealogía y la historia
Carl Schmitt, Walter Benjamin…teología política y acontecimiento

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