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Más allá de samuráis, karatecas y robots

Por Joaquín Sáez

Cuando hablamos de Japón no solemos imaginar un país lleno de karatecas, avanzada tecnología y
varios robots. Es quizás la idea que solemos tener algunos de primera al escuchar Japón. Es cierto
que muchas de las artes marciales más populares del mundo como el judo y el karate son japoneses
y también es cierto que las grandes empresas de tecnología digital como Sony, Toshiba o Nintendo
son también japonesas. Vamos a partir desde este punto que apenas es la punta del iceberg,
podemos reconocer a un país lleno de tecnología y artes marciales ¿Pero por qué no vamos un poco
más allá? ¿Cómo es la sociedad japonesa? ¿Qué problemas sociales afrontan los japoneses?

Para introducirte por este camino te explicamos un poco sobre la sociedad japonesa. La disciplina y
la formalidad son uno de los rasgos de idiosincrasia más impuestos a la imagen social de los
japoneses, afirmando que son extremadamente formales y educados. La disciplina es efectivamente
un valor central en la sociedad japonesa, que les permite ser eficiente en muchas labores cotidianas
y alcanzar el éxito en varias actividades, no en vano existe el dicho japonés “la disciplina tarde o
temprano vencerá a la inteligencia”, aludiendo al como un esfuerzo constante y metódico logra
superar lo que las capacidades inherentes de ciertas personas pueden diferenciarlas de otras.

No obstante, una estructura social limitante puede contravenir en algunas contradicciones como la
supresión de emociones a niveles no imaginados por nuestra sociedad occidental, tan fundamentada
en la libertad de expresión y la particularidad de las personas. La formalidad, por lo tanto, puede ser
dominante a pesar de la vergüenza, rabia o tristeza que embargue una persona. En algunos casos
esta característica de represión genera fuertes problemas sociales.

Japón también en términos de desarrollo económico destaca principalmente por tener de las
mejores industrias tecnológicas, lo que le valió el apodo de “milagro japonés” al desarrollo industrial
y tecnológico que experimentó este país durante el periodo de los 60’ hasta los 80’ que luego redujo
su marcha producto del quiebre de la burbuja inmobiliaria en el país y el fracaso del Banco de Japón
para reducir las tasas de interés.

Uno de los rasgos más interesantes que destacan en Japón respecto al avance tecnológico es la
confluencia de ciertos aspectos culturales tradicionales y la inmersión de nuevas tecnologías en la
vida diaria, la cual está enfocada principalmente en la robótica y las telecomunicaciones, siendo
lugares como el barrio de Akihabara, el espacio donde se manifiestan más estos avances, ligados
principalmente a la industria del manga, el anime y los videojuegos, que le vale a Japón ser uno de
los países que más ha aprovechado explotar el “soft power” como una forma de aumentar el PIB y
reflejar una imagen positiva al mundo, en especial a los jóvenes que son los que más consumen esta
industria cultural.

Pero a pesar de que Japón tenga muchos avances y objetos tecnológicos, que pueden servir para
introducir cada vez más el Internet of Things (Internet de las Cosas, que refiere a los objetos de uso
doméstico que se conectan a internet y funcionan de forma personalizada, como una cama que
regula tu temperatura o cocinas que funcionan de forma remota) a la vida diaria de sus ciudadanos,
hay varias elementos que los japoneses mantienen a pesar de las posibilidades que les entregan los
aparatos más nuevos. Este es el caso del fenómeno del “Garakei” (Gara por Galápagos, refiriendo a
aislado, y keitai, teléfono móvil en japonés) que implicó que varios japoneses prefirieran los “flip
phone”, o celular almeja, antes que un smartphone.

Este fenómeno particular nos podría hablar de una anomia cultural que va en contra de la
masificación global de los smartphones, y se podría atribuir a la poco común cultura japonesa, pero
¿es esto solo un proceso cultural? Para responder esto recurrimos a la frase del antropólogo Franz
Boas, que decía: “Debemos conocer no solamente lo que es, sino como llego a serlo”, pues esto es
algo en lo que como antropólogos fallamos muchas veces cuando tildamos a una sociedad con
características estáticas, que no responden al vaivén cambiante del desarrollo y el dinamismo social.
Lo anterior puede ocurrir porque la antropología caracteriza sociedad a partir de su cultura, pero la
historia nos sitúa temporalmente aquellas transformaciones que experimentan las sociedades y su
incidencia a nivel de personas como de instituciones.

En el fenómeno del Garakei confluyen ambas cosas, culturalmente es producto de la necesidad de


estabilidad y confianza, que en la sociedad japonesa se hacen muy necesarias producto de los
constantes cambios producto de guerras, catástrofes y cambios sociales que han experimentado, lo
cual se puede reflejar en la estabilidad que entrega la elección de un celular con una mayor vida útil,
que cumple con las funciones básicas de telefonía, mensajería e internet. Pero también, para
remitirnos a los antecedentes causales, no podemos ignorar que, tras la crisis asiática de 2008, la
deflación aumento mucho en Japón, y era necesario conseguir estos aparatos a un costo menor, el
cual no tienen los smartphones recién lanzados de Samsung o Apple.

Con este simple ejemplo podemos ilustrar porque es necesario ser cauteloso e informado a la hora
de caracterizar una cultura, mucho más una tan ajena a la nuestra, pues estamos proclives a la
“exotización” de su sociedad en contraparte a la nuestra como referente de normalidad. A
continuación, repasaremos algunos antecedentes históricos y culturales que nos ilustraran,
superficialmente, pero de forma abarcativa a la sociedad japonesa.

El escritor palestino Edward Said escribía en su libro Orientalismo, acerca de la imagen que
representaba para los occidentales, el mundo asiático: “Tener una cierta libertad para relacionarse
con el otro era siempre un privilegio del occidental, porque la suya era la cultura más fuerte; él podía
penetrar, abarcar, dar forma y significado al gran misterio asiático.” En base a lo anterior se afirma
una postura de que la exotización de Oriente por parte de Occidente nace del anhelo de conquista,
en todo aspecto terrenal y por lo tanto impone de manera predominante la imagen idealizada,
desde donde se construye la impresión de la sociedad japonesa, lo que implica una relación desigual
en cuanto a su estudio y búsqueda de inspiración, debido a que, el análisis surge desde una
observación comparativa, donde el otro es subalterno, y se le ve como necesitado de ser descifrado
e integrado al paradigma occidental. Y es que definitivamente es un mundo distinto, raigambres
históricas de encuentros y desencuentros han permeado las sociedades orientales, pero la japonesa
en particular conserva una homogeneidad muy interesante desde el punto de vista de los sistemas
sociales. Para comprender aquello debemos referirnos brevemente a la historia de Japón previa al
siglo XX.
La historia más homogénea de Japón como estado-nación se comienza a construir tras el caótico
periodo Sengoku (1467-1568), en el cual los señores feudales o daimyo, combatían junto a sus clanes
por el control del archipiélago, puesto que no existía un dominio centralizado del territorio, muy
similar al periodo de la Edad Media en Europa, a excepción de que el tributo al emperador solía ser
más simbólico que coercitivo.

Hacia finales del siglo XVI, en Japón se comenzaron a hacer cada vez más frecuentes las expediciones
de misioneros jesuitas y comerciantes europeos, principalmente portugueses, los cuales en el
periodo posterior denominado Azuchi-Momoyama (1568-1603) desequilibraron la balanza de los
conflictos al introducir las armas de fuego como el arcabuz, el cual le valió la victoria al primer
unificador de Japón, Oda Nobunaga, quien entró en Kioto (antigua capital) y recibió la venia del
emperador como shogun principal del país. A su muerte, Toyotomi Hideyoshi derrotó a los enemigos
que aún quedaban y logró unificar el país asegurando la paz. También, fue quien mandó a construir
el famoso “Castillo de Osaka” una imponente construcción que perduró como representación
arquitectónica de la unificación japonesa. Tras su muerte, el poder se dividía entre su hijo, Toyotomi
Hidenori, quien por sucesión reclamaba el poder, y Tokugawa Ieyasu, el daimyo más importante de
la epoca. La batalla de Sekigahara (21 de octubre de 1600) fue el acontecimiento que definió este
desencuentro, dando la victoria a Tokugawa Ieyasu, dando paso a uno de los periodos más
importantes de la historia japonesa “El Shogunato Tokugawa” o “Periodo Edo”, espacio de tiempo
donde Japón se cerró al mundo por 250 años.

Edo fue un periodo de variado y maravilloso desarrollo cultural, en especial en lo artístico, donde
floreció el ukiyo-e o estampa japonesa, su máximo exponente, Katsushika Hokusai plasmaba
delicadamente escenas de la vida cotidiana en Edo, su idiosincrasia, sus conflictos, sus mitos y
catástrofes naturales, o bien, escenas que hasta el dia de hoy llaman la atención como es el caso de
la obra “el sueño de la esposa del pescador”. Sin duda, una de las obras mas famosas del “Hokusai
Manga” donde el artista recopiló sus trabajos es “La Gran Ola de Kanagawa” la cual ha sido
rediseñada y reproducida miles de veces.

Y también florecieron las leyendas acerca de yokais o monstruos del folclor tradicional, lo cual ha
inspirado miles de obras reimaginando el aspecto de estas criaturas, como es el caso del Kitsune, un
zorro de nueve colas, representado como Ninetales en Pokémon, o los Kappa, representado como
lagartos humanoides de la estatura de un niño que portan una mollera llena de agua, que aparece
en el anime Sarazanmai y Yokai Watch. A pesar de que estas criaturas estuvieron presentes en toda
la historia de Japón, durante este periodo la literatura contemplativa se masificó, inspirada en los
principios del budismo zen que hacían énfasis en la naturaleza y sus bellezas.

Respecto a lo anterior fue el haiku, un estilo de poesía compuesto de 17 sílabas, escrito en tres
versos de 5,7 y 5 sílabas respectivamente uno de los registros escritos que, a pesar de su simpleza,
logran englobar gran parte de los valores culturales japoneses del periodo Edo: la virtud de la
disciplina, la sobriedad, el orden, la meditación y el aprecio por la vida terrenal. Matsuo Basho, uno
de los poetas de haiku más famosos logra personificar estos valores, al buscar describir el mundo
que le rodea, con gran simplicidad lo que sucede en un lugar y momento dado, el viento soplando en
las hojas, el olor a tierra cuando la lluvia o el sonido de las cigarras una mañana de verano.
La religión explica también muchos aspectos de la idiosincrasia japonesa, puesto que hace varias
alusiones a los valores de la sociedad en general, como la piedad filial, la predominancia del
colectivo por sobre el individuo, un profundo sentido de la cortesía o bien, el respeto a las
autoridades en especial al emperador. En el país son dos las principales religiones o creencias que
influyen en la cultura: el shinto y el budismo zen. El sintoísmo aparece mencionado por primera vez
en el Nihon Shoki y el Kojiki, las primeras obras escritas en Japón. Es una religión de carácter
animista y politeísta donde las deidades se llaman “kami” y están asociados a elementos de la
naturaleza. Sobre esto último, es una religión profundamente ligada a la “simbiosis” del humano con
su entorno, un ejemplo de esto se encuentra en las películas del Studio Ghibli donde casi siempre
son personajes femeninos de mediana edad las que asumen el papel de heroínas por su intenso
vínculo a la naturaleza y su protección frente a la inconsciencia del progreso humano que la ve de
forma instrumental.

El budismo zen, es la versión japonesa del budismo que salió de India, emigró a China y luego pasó a
Japón. Se basa en seis virtudes que son: la generosidad, entrenamiento moral, paciencia, energía o
esfuerzo, meditación y sabiduría. Uno de los principios más importantes de su práctica es que los
humanos pueden conocer a sí mismos con la práctica constante y estricta del zen, es por ello que se
busca aniquilar nuestras imágenes ilusorias, olvidarnos del “yo” que causa sufrimiento y
reemplazarlo por el vacío y desterrar las obsesiones que absorben nuestra energía. Esta disciplina
religiosa tan estricta se puede ver ejemplificada en el sistema educativo japonés, el cual es
altamente competitivo y exigente, pues se basa en la idea del cultivo de las seis virtudes y la
disciplina constante para lograr el éxito, no obstante, en el camino muchos van quedando relegados,
manifestándose esto en la cantidad de adolescentes que viven encerrados en sus piezas o
hikikomoris, al sufrir una experiencia frustrante y/o traumática además del preocupante número de
suicidios juveniles en Japón, que aumenta cada año producto de estas presiones sociales.

El bushido, senda del guerrero es la influencia no-religiosa que logra englobar estas visiones
religiosas, mezclando los preceptos del budismo tradicional, sintoísmo, budismo zen y confucianismo
en una visión de vida como un camino de rectitud que hay que recorrer, y en el cual la muerte es un
acto mundano, a diferencia de la visión católica occidental donde la muerte es la liberación y
promesa de vida eterna, por lo que al aceptarla como tal se vive sin miedo a la muerte, preparando
el corazón cada día para conectarse con las virtudes básicas y así ser siempre noble.

Volviendo a la historia, el período Edo finaliza cuando el Comodoro Mathew Perry y sus flotas
obligaron a romper el aislamiento internacional del país dando paso a la Restauración Meiji, durante
el cual los samuráis son reemplazados por tropas regulares y estos guerreros blanden sus katanas
por última vez en la “Rebelión de Satsuma”, katanas y máscaras mengu contra cañones y metralletas
gatling. Tras estos eventos, el emperador restaura su poder, en desmedro de los legendarios
shogunes y comienza un proceso de occidentalización y reestructuración militar japonesa.

Surge el gran imperio de Japón, que comienza sus campañas militares con la guerra ruso-japonesa
en la que Japón gana, exacerbando el sentimiento nacionalista y belicista del país. Luego le sucedió
la anexión del reino Ryukyu en las islas del sur y la invasión de Taiwán, Corea y Manchuria en China,
las cuales fueron particularmente sangrientas y aún dejan heridas en la relación con estos países.
Japón imperial veía sus pretensiones de expansión con un sentimiento paternalista, en el cual debía
guiar el desarrollo de los otros países de extremo oriente colonizarlos y desarrollando su industria.
Esto también le servía a un país que, tras haber abandonado un estilo de sociedad feudal-agrícola,
requería diversificar su producción pues contaba (y cuenta) con muy pocos recursos naturales, por lo
que obtener recursos de sus colonias era primordial.

Durante la segunda guerra mundial aumentó más su expansión territorial aliándose con el eje
(Alemania e Italia) conquistando de esta forma Hong Kong, Singapur, Indochina, Filipinas, Malasia,
Papua entre otras islas. Pero todas sus pretensiones se vieron mermadas tras la batalla de Okinawa y
el posterior lanzamiento de bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. El horror de este hecho se
encuentra detalladamente graficado en Barefoot Gen, una serie de películas basadas en un manga
en el cual se muestran los horribles padecimientos de los sobrevivientes de este hecho y la muerte y
destrucción asociadas. Este suceso genocida, marcó muy profundamente a la sociedad japonesa
pero también demostró aquello que tanto nos llama la atención de su gente, con esto nos referimos
a la capacidad de reinvención, en un país que sufre constantemente catástrofes naturales y que vivió
estos sucesos tan traumáticos, aun así, logró reconstruirse desde las cenizas y escombros.

Las dos intervenciones más grandes de Japón fueron por parte de EE.UU, y ambas occidentalizaron e
instauraron diferentes fases capitalistas en el país, primero una fase capitalista industrial y luego una
neoliberal enfocada en el comercio exterior y la diversificación de la cadena de producción. Es muy
probable que lo que conocemos de la sociedad japonesa hubiera sido totalmente diferente de no ser
por los grandes cambios que ha experimentado, pero también es cierto que su capacidad de
adaptación es algo admirable, dando aquel distintivo equilibrio de la tradición e innovación.

La antropóloga Ruth Benedict fue la encargada de aprender sobre la cultura japonesa a cabalidad,
sin embargo, dado que desarrolló su investigación en el contexto de la Segunda Guerra, sólo pudo
hacer una suerte de “etnografía a distancia”, en la que consultaba diarios japoneses y habló con
algunos prisioneros de guerra de campos de concentración para japoneses en EE.UU (si, aquí
también hubieron campos de concentración), así nació la magistral obra “el crisantemo y la espada”,
título que hace alusión a la dualidad japonesa de una severa disciplina marcial y a un delicado
aprecio por la belleza del arte y la naturaleza, pero que también fue hecha con el propósito de
decidir cuáles serían las acciones de EE.UU en Japón. El emperador estaba cautivo en el palacio, los
estadounidenses en Iwo Jima derrotaban a las últimos soldados japoneses que resistían hasta el
último segundo de vida, dando una victoria pírrica a EE.UU en la más sangrienta de las batallas
contra Japón donde murieron más estadounidenses a pesar de superarlos en número, y nadie
esperaría que dos bombas atómicas cayeran sobre Japón, sin embargo ¿Porque no se bombardeó el
palacio imperial matando al emperador? Una tesis que se desprende del libro y el sistema de
obligaciones y la lealtad al emperador dice que habría hecho que miles de japoneses siguieran
resistiendo y luchando hasta la muerte contra las tropas invasoras por la ofensa de matar a su
emperador, incluso si solo quedaran piedras para luchar.

Por otro lado, al declarar el emperador su rendición no se podía seguir luchando, eso habría
supuesto una ofensa deleznable, y ya era demasiada carga emocional escuchar al mismísimo
emperador decir por la radio su declaración de rendición. Las tropas estadounidenses lanzaron la
bomba atómica e invadieron la isla, sin encontrar resistencia por parte de los japoneses, el ko-on era
más fuerte que su determinación de resistir, sin embargo, se reinventaron desde la derrota, para ser
la desarrollada nación que es hoy. ¿Qué diría Ruth Benedict del Japón de hoy? ¿Se podría hacer un
trabajo de estas mismas características en el Japón de hoy? Es probable, sin embargo, poder vivir la
cultura desde las vivencias propias, viajando a Japón, aprendiendo más sobre otras culturas,
preguntándose ¿Que no hace esencialmente iguales y diferentes como occidentales y japonés? es lo
que incentiva el aprendizaje y reconocimiento.

Y, para terminar, pasamos de la guerra a una pregunta ¿Y es que acaso todos los japoneses son
iguales? En términos de diversidad racial, en Japón aún perduran grupos indígenas que buscan
constantemente la constitución japonesa los reconozca y ampare, ya que no cuentan con
reconocimiento oficial, de hecho, Japón no es firmante del convenio 169 de la OIT sobre grupos
indígenas. Por ejemplo, el arte marcial más famosa de Japón, el karate, viene de una de las zonas
más divergente en términos culturales a la imagen que tenemos de la sociedad japonesa, las Islas
Ryukyu, es específico Okinawa, hogar de los Uchinanchu, un grupo descendiente de los habitantes
de estas islas alejadas que fueron gobernados bajo el Reino de RyuKyu. Son personas de pieles
bronceadas con un dialecto diferente al japonés urbano y con un fuerte sentido de pertenencia a sus
raíces culturales. Esta isla es conocida por ser un paraíso tropical, muy diferente al japón
convencional. En ella podemos ver palmeras, playas con el mar de color turquesa, y un clima
predominante soleado. Esta es una de las razones de porque los okinawenses difieren en carácter y
aspecto con el resto de los japoneses, además continúan una histórica pugna ya que Okinawa, la isla
principal funciona como una base militar estadounidense aún.

Esta dicotomía se acentúa aún más si se le compara con el norte del país como es Hokkaido, donde
el paisaje se torna blanco por la nieve, y se pueden ver macacos de caras enrojecidas tomando
baños en onsen, o aguas termales. Aquí también se encuentran los ainus, una etnia de origen
caucásico que fue confinada por el gobierno japonés y se les despojó de sus tierras, se les prohibió
hablar idioma ainu y se limitaron sus manifestaciones culturales lo cual hirió mucho a este grupo.
Este despojo sumió al pueblo ainu en una ola de suicidios y alcoholismo, una pérdida terrible
considerando que los grupos ainu son descendientes genéticos de aquellos grupos mongoloides que
cruzaron el Estrecho de Bering hacia América, desde el punto de vista antropológico representan un
verdadero tesoro étnico.

Como vemos en estos ejemplos, el gobierno japonés ha sido bastante hostil con los grupos indígenas
okinawenses y ainu, lo positivo que se rescata de esta situación que estos conflictos de
reconocimiento racial son un estímulo para investigaciones antropológicas muy necesarias de
realizar. Otro grupo que ha sufrido rechazo desde la sociedad y el gobierno japonés son los nikkei,
hijos de japoneses que emigran a América, siendo una de las colonias principales Brasil y Perú y a los
que se les despoja de su nacionalidad japonesa producto del cambio cultural al que se someten.

Con este conciso repaso entramos a los 60´ en Japón, periodo que abordaremos en el próximo
artículo enfocándonos explícitamente en la cultura pop japonesa, dando énfasis en la música city
pop, el manga, el anime, las tribus urbanas y como esto se manifiesta en el soft power de Japón.

Cierre
En un ensayo definitivamente no alcanzamos a revisar todo acerca de una sociedad tan
increíblemente diversa como la japonesa, no obstante, esperamos que este sea un impulso que los
incentive a investigar, leer y encantarse con Japón, su historia, sus costumbres y su gente. Esto es
algo que escribí con pasión y un deseo de transmitir el conocimiento, por lo que si buscas más
información te dejare algunos textos y link de interés.

● Breve Historia de Japón - Mikiso Hane (Libro)


● El Crisantemo y la Espada - Ruth Benedict (Libro)
● Haikus de las cuatro estaciones - Matsuo Basho (Libro)
● Tokio Blues - Haruki Murakami (Libro)
● Nippon.com/es (Pagina web)
● Pero eso es otra Historia- Japón (Canal de Youtube)

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