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El envejecimiento de la población

de Japón y la evolución social del


país

Rocío Sáez González. 2º de humanidades, UCLM


Japón, oficialmente conocido como el “Estado de Japón”, se trata de un país insular
perteneciente a Asia Oriental, el cual se encuentra situado en el noroeste del Océano
Pacífico. Comprende un archipiélago que constituye seis mil ochocientas cincuenta y
dos islas, que cubren cientos de miles de kilómetros cuadrados. Es el undécimo país con
más habitantes a nivel mundial, siendo, a su vez, uno de los países con más densidad de
población y urbanización.
Japón se encuentra en una zona de choque de placas, lo cual determina su forma física y
define algunas de sus problemáticas. Este contacto que tienen las placas entre sí facilita
la subida del magma y, por tanto, la actividad sísmica es más intensa. Estas placas
determinan los problemas ambientales que sufre Japón y su división.
Por lo que respecta a su situación actual a nivel económico y demográfico, Japón se
encuentra en una situación compleja, debido a una serie de sucesos que han marcado su
desarrollo político, económico y social, así como su vinculación con el mundo exterior.
La población de Japón se encuentra repartida en el espacio de un modo muy desigual,
concentrándose, tradicionalmente, más en el sur que en el norte, y más en las llanuras
que en las montañas. Uno de los rasgos demográficos que caracteriza especialmente a
Japón es la importancia del fenómeno urbano, que alcanza una tasa de crecimiento muy
lejana respecto a las tasas que caracterizan al entorno asiático, y se asemeja a las tasas
propias del mundo occidental. Un éxodo rural acelerado y un progresivo desarrollo en
cuanto a la industrialización fueron los motores principales que propulsaron el
crecimiento de la población urbana, la cual tan solo ocupa el 3,4% de todo el territorio.
Hay dos factores que son determinantes en cuanto a la evolución de Japón, los cuales
son su condición geográfica y su modelo de organización social. Como rasgos generales
en cuanto a la demografía, nos encontramos con un estancamiento demográfico que está
empezando a reducir su población. Como consecuencia, nos encontramos con un
descenso de la natalidad y un aumento considerable en el envejecimiento poblacional.
Estos hechos representan una problemática notable en lo referente a la demografía, ya
que se estima que la población de Japón va a comenzar a descender considerablemente.
Para entender su situación actual y poder explicarla con claridad, en primer lugar,
debemos hacer un recorrido por la evolución social que ha sufrido este país, explicando
sus periodos más significativos e importantes. Algunas de las fechas clave que explican
el desarrollo que ha sufrido Japón hasta la actualidad son: la era Meiji, el periodo
Tokugagua, La Primera y La Segunda Guerra Mundial, la posguerra y la crisis
económica actual. Otros momentos que deben tenerse en cuenta para comprender la
evolución de Japón y su relación con el mundo son los siguientes: sus primeras
formaciones (las cuales reflejan el aislamiento geográfico del país), la formación de su
sistema feudal y su significado histórico en términos de desarrollo, la ruptura del orden
feudal, el expansionismo japonés a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y el
inicio de la democracia Taisho. Comenzaremos explicando el aislamiento japonés y, a
continuación, haremos un recorrido a lo largo de los siglos.

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En cuanto al aislamiento japonés, el carácter del proceso integrativo de su nación está
determinado por su desarrollo y sus antecedentes históricos. Japón fue, en su momento,
un país feudal, por lo que los horizontes de la sociedad japonesa eran meramente locales
en un principio, debido al cerramiento de su comunidad. El Estado feudal japonés tenía
un patrón denominado “Protector de Estado”, establecido en la ciudad capital. Este
patrón beneficiaba a los miembros de las familias importantes (como los aristócratas),
quienes tenían un poder sobre la posesión de la tierra. Otro factor que incrementó este
aislamiento fue la protección que recibía Japón por parte de Asia, debido a su situación
geográfica. Este múltiple aislacionismo influyó en la formación del carácter cultural de
Japón.
En el siglo VI, durante el Imperio Yamato, el cual constituyó el primer estado unificado
japonés y extendió su hegemonía sobre el resto de territorios de la región, el país
comenzó a importar algunas ideas políticas provenientes de China, como, por ejemplo,
algunas instituciones gubernamentales. Durante los siglos VII y VIII, el aparato
administrativo generado en el periodo Yamato cambió, transformándose el concepto de
monarquía. El monarca, o el emperador, asumió un nuevo cargo dentro de la
consolidación del estado japonés, estableciéndose la burocracia centralizada en una
capital permanente y perfilándose el poder del monarca. Debido a los gastos generados
mediante esta nueva forma de organización administrativa, se introdujo un nuevo
sistema de distribución de la tierra para que el Estado pudiera financiarse. El sistema
estatal japonés era muy diferente al europeo, marcando la diferencia más notable su
economía agrícola. Era muy productiva, y tenía su base en la producción del arroz, la
cual estaba beneficiada gracias a la escasa apertura hacia el exterior.
Desde el siglo XII hasta el siglo XV, Japón experimentó la transformación de una
sociedad monárquica a una sociedad guerrera. El sistema centralizado cambió, pasando
de ser una supremacía feudal monárquica a un sistema de varios territorios encabezados
por los “daimyo” (los Estados de guerra), que permitieron llevar a cabo la reunificación
del país. La posesión de la tierra, por aquel entonces, se encontraba en manos de los
señores feudales. Más adelante, dio comienzo el periodo Edo, el cual fue característico
en la historia japonesa. Los factores previos al comienzo de este periodo, los cales
caracterizaron a la individualidad de la cultura japonesa fueron: el aprecio por la
naturaleza, las influencias extranjeras y la civilización rápida y tardía.
En cuanto al periodo Edo, se extendió desde el siglo XVII hasta el siglo XIX. En él se
observó por primera vez el inicio de los elementos que caracterizan a Japón en la
actualidad. Asimismo, se definieron en él los elementos que dieron paso al desarrollo de
la economía, transformándose el sistema feudal en un sistema precapitalista. En cuanto
a las innovaciones, comenzaron a importarse técnicas y métodos extranjeros,
manifestándose la llamada “ilustración japonesa”. Hubo un periodo de reunificación del
país, lo cual alentó a que la producción de oro, arroz y plata se incrementara. La
sociedad japonesa mejoró ligeramente su calidad de vida y se desarrollaron nuevas
actividades económicas.

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Por otra parte, la verdadera importancia de este periodo consiste en la definición de los
rasgos contemporáneos de la sociedad de Japón: su manera de pensar, sus valores, su
conducta social y sus instituciones públicas. En este periodo, de nuevo, se restringió el
contacto con el exterior, y solamente a algunos países se les permitía comerciar con
Japón.
A principios del año 1870, el gobierno comenzó a abolir las estructuras feudalistas. Se
otorgó el derecho de poseer tierra a quienes no la poseían, y el viejo sistema
administrativo fue modificado. Los antiguos estados de guerra fueron perdiendo su
autonomía y terminaron transformándose en el sistema de prefecturas, gobernado por un
oficial que representaba los intereses del centro. La sociedad evolucionó y, durante la
mitad del siglo XIX, Japón experimentó la apertura de sus puertos hacia el exterior,
gracias a la presión que ejercían Rusia y Estados Unidos. Se firmó el Tratado de
Kanawaga en 1854, el cual terminó con más de doscientos años de aislamiento del país
y, a su vez, terminó con su política de exclusión. Se abrieron los puertos japoneses de
Shimoda y Hakodate al comercio con Estados Unidos, y algunos tratados importantes
que se firmaron fueron los siguientes: el Tratado de Amistad y Comercio (entre Estados
Unidos y Japón), el Tratado de Harris de 1858 (el cual permitió que se establecieran
extranjeros en Japón), y el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1888.
A finales del siglo XIX tuvo lugar el inicio de La Restauración Meiji, la cual describe
una cadena de eventos que propiciaron un cambio en la estructura política y social de
Japón, en el periodo comprendido desde 1868 hasta 1912. Esta restauración presentó
innovaciones significativas en los términos sociales y económicos, creándose
instituciones militares y constitucionales. Se conformó, en este aspecto, una política
exterior moldeada en la práctica por Europa Estados Unidos. En cuanto a la economía,
la política del Estado japonés emprendió el desarrollo económico gracias a la
introducción de un amplio programa de financiamiento por la compra de maquinaria en
el extranjero. Una consecuencia de estas medidas supuso que el número de la población
comenzara a crecer rápido, produciendo una mayor migración del campo a los centros
urbanos. Años más tarde, el gobierno de Japón estimuló la migración japonesa hacia el
exterior, desde la primera mitad del siglo XIX y del siglo XX.
Entre los avances que realizó Japón durante estos siglos, el país adoptó su primera
Constitución en el año 1889, así como su primer gobierno parlamentario. Este desarrollo
se vio intensificado gracias a la importación de ciertos conocimientos tecnológicos
determinantes, que dieron paso a la modernización de la industria y de la milicia,
contribuyendo a que Japón constituyera una fuerza militar poderosa. A comienzos del
siglo XX, Japón era el principal poder militar en el este de Asia.
Desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, tuvo lugar el llamado
“expansionismo japonés”. Un factor relevante que dio lugar al surgimiento de este
expansionismo fue el proceso de consolidación del nacionalismo de Japón. En 1878, los
textos universitarios y escolares comenzaron a sustituir a personajes de occidente por
figuras importantes que habían calado en el desarrollo del país.

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Comenzó a aparecer la bandera japonesa en los encabezados de cada capítulo en los
textos oficiales y, en el ámbito militar, Japón aprendió rápidamente a pelear como los
occidentales, con armas modernas y una armada instruida. Los términos y avances
económicos se ven reflejados en la transformación de Japón en un gran país industrial.
El imperio colonial japonés comprendía ciertos territorios importantes, practicándose
una política de expansión colonial. A estas conquistas hay que añadir algunas
posiciones conquistadas en China por Japón, a lo largo del primer tercio del siglo XX:
minas, ferrocarriles, etc. Tiempo después, sin embargo, Japón fue expulsado de la Liga
de las Naciones debido al expansionismo que estaba experimentando Asia.
Tras la muerte del Emperador Meiji ocupó el trono el imperador Taisho, comenzando
La Democracia Taisho, que duró desde el año 1912 hasta el año 1926. En esa época, la
comunidad internacional reconoció al Estado japonés como una potencia emergente,
participando en la Primera Guerra Mundial como aliado de los británicos. Cabe
mencionar que el emperador Taisho impulsó, en un primer momento, el expansionismo
imperial japonés, una libertad pacífica interior que permitió el sufragio universal, la
libertad de expresión y la formación de partidos políticos. Todos ellos fueron los
antecedentes de la modernización, la cual inició de forma oficial después de 1945.
En la primera mitad del siglo XX, hay tres sucesos importantes que marcaron el destino
de Japón durante las décadas siguientes: el ascenso militar en el poder (1932), la
invasión japonesa en China (1937) y la alianza que llevó a cabo Japón con Alemania e
Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Esta etapa es conocida como la era de
Showa, la cual representa una etapa histórica dividida en los inicios de la guerra, la
guerra y la posguerra.
En cuanto a los inicios de la guerra, entre 1927 y 1929 hubo un colapso en la economía,
debido a la caída de los precios del arroz y a la crisis financiera que sufrió el país en
1927. Estos hechos, además de otros factores, cambió la vida campestre. Tras el
descontento generado por el modelo inspirado en la democracia, los militares se vieron
obligados a intervenir en la política nacional. La política de expansión territorial ganó
fuerza mediante el militarismo, y se perfiló como una solución a los problemas que
acarreaba la nación. En 1932, se declaró la República de Manchukuo, que provocó la
expulsión de Japón de la Liga de las Naciones un tiempo después. La producción
armamentística incrementó y estos acontecimientos trajeron consigo una serie de
consecuencias geopolíticas en el escenario internacional, equilibrándose el poder en
Europa y en Asia. Por otro lado, se limitó la competencia de las firmas extranjeras.
En cuanto al periodo de la guerra, a finales del año 1936 Japón firmó un Pacto de
Asistencia con Alemania y, más adelante, con Italia. En 1937 Japón inició la guerra
contra China. Uno de los antecedentes de estos sucesos fue un golpe de Estado llevado a
cabo por unos jóvenes oficiales que tenían como objetivo instalar un régimen militar
que concordara con sus ideas ultranacionalistas.

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Estos acontecimientos abrieron camino al futuro expansionismo militar de Japón y su
preparación para entrar en la Segunda Guerra Mundial; el inicio de esta guerra en
Europa (1939) y La Triple Alianza en la que se unieron Japón, Italia y Alemania (1940)
marcaron el inicio de este periodo. Más adelante, las tropas de Japón invadieron el norte
de Indochina, lo cual causó malestar en Estados Unidos, significando el bombardeo de
Pearl Harbor en 1941. Japón aceptó su derrota y su rendición en 1945, lo cual supuso el
comienzo del periodo de ocupación.
Durante la posguerra, al terminar la Segunda Guerra Mundial, comenzó la edad
contemporánea japonesa, definida por la rehabilitación de Japón, la democratización y
la desmilitarización. Como consecuencia de la derrota contra Estados Unidos, Japón fue
ocupado, lo cual supuso una caída en su economía, el desmantelamiento de los antiguos
grupos industriales y la desmilitarización. Por presión del gobierno de ocupación, el
emperador renunció a si carácter divino y se anunció una nueva constitución, la cual
renunció a la guerra. En ese instante el país se democratizó y se creó un sistema de
partidos en los que la soberanía quedaba en manos del pueblo.
Por otra parte, se diseñó un nuevo sistema educativo, en el que primaba la importancia
de la educación. Se introdujo la igualdad de género, el derecho a voto en los jóvenes
mayores de veinte años y el Estado se volvió laico. También recibieron derechos plenos
los trabajadores.
Fueron dos los hechos históricos que cambiaron el rumbo de la historia en Asia, y Japón
volvió a ubicarse en la antesala del desarrollo económico. Estos dos hechos históricos
fueron los siguientes: la guerra en la península de Corea y el triunfo de a revolución en
China, en 1948. La demanda de Japón en la contienda bélica reactivó su base
económica, que se encontraba devastada. En ese entonces el gobierno estadounidense
replanteó su relación con Japón, debido preocupación por la posibilidad de la expansión
comunista en Asia. Los estadounidenses prefirieron terminar, pues, su ocupación
militar, manteniendo su presencia en la región únicamente mediante bases militares en
el territorio.
Estas causas mencionadas fueron los motivos que impulsaron a Japón para que se
convirtiese en el aliado principal de Estados Unidos en el Pacífico después de la
Segunda Guerra Mundial. Gracias a esta alianza creció el comercio interior japonés,
mediante la exportación masiva de sus productos en las décadas de los sesenta, setenta,
ochenta y noventa a diferentes mercados internacionales, siendo el mercado
estadounidense uno de los más penetrados. La reactivación económica de Japón siguió
con firmeza su paso en los años cincuenta, sesenta y setenta, incrementando su
crecimiento. A partir de la década de los sesenta podemos hablar de una expansión
sostenida en cuanto a la economía japonesa, la cual quedó reflejada en los sucesos
siguientes: desde 1959 hasta 1961 las inversiones crecieron y aumentó la tasa anual de
crecimiento. Esta tasa aumentó en un 11% anual desde 1963 hasta 1964 y, desde 1966
hasta 1970, la tasa anual aumentó en un 12%. Desde 1972 hasta 1975 la tasa anual
aumentó en un 9%, aproximadamente.

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La época en la que tuvo lugar un crecimiento económico acelerado en Japón duró cerca
de veinte años, desde principios de la década de los cincuenta hasta principios de la
década de los 70. Esta época produjo un notable cambio en el interior de la economía de
Japón, el cual se observó, asimismo, en sus relaciones con la economía mundial. La
máxima expansión de Japón y su mayor tasa de crecimiento fueron los factores que
provocaron un aumento en la demanda local, lo cual le dio fuerzas al crecimiento
económico. Hubo un considerable cambio en el contenido de los productos exportados y
fueron consideradas las máquinas, junto con los equipos transporte, la mayor fuerza
principal. Esto aumentó la importación para el consumo interno de Japón y comenzaron
a bajar las importaciones respecto al PIB. Por otra parte, tuvo lugar el fin del
crecimiento acelerado en 1971, con la revalorización del yen, y en 1973, con la primera
crisis energética mundial. Japón se vio obligado a enfrentarse a una fase de bajo
crecimiento en las décadas de los ochenta, noventa y a lo largo de este siglo.
Para concluir la evolución social de Japón, podemos alegar que la competitividad
japonesa y su manera de hacer negocios tendrán que ser más acordes a las dinámicas de
las nuevas relaciones económicas internacionales. Japón debe comprender que ya no
está entre los países que tienen una economía mayor a nivel mundial y debe cambiar su
visión global en cuanto a los negocios. De lo contrario, su supremacía entraría en riesgo.
En cuanto a la situación actual en la que se encuentra la población de Japón a nivel
demográfico, podemos afirmar que, hoy en día, se encuentra en un estado de declive.
Japón se está enfrentando a una crisis demográfica debido a que la población está
envejeciendo y disminuyendo a un ritmo considerable, a pesar de los esfuerzos que está
realizando el gobierno para solventar el problema. Este rápido cambio en la estructura
demográfica de Japón va a tener una serie de repercusiones graves en la economía y en
la sociedad japonesa. Debemos explicar, a continuación, cuáles son las cuestiones que
han dado lugar a que se produzca esta crisis inminente.
Japón se enfrenta a una crisis demográfica. La población está envejeciendo y
disminuyendo a un ritmo considerable a pesar de los esfuerzos del gobierno por atajar el
problema. Este rápido cambio en la estructura demográfica de Japón va a tener graves
repercusiones en la sociedad y la economía del país. El objetivo de este trabajo es
comprender las cuestiones que han permitido que se produzca esta crisis inminente.
Algunos de los factores que se ha determinado que afectan al dilema demográfico
incluyen las condiciones sociales, actitudes y prácticas imperantes en el pueblo japonés,
además de las realidades económicas que limitan las opciones de muchas personas. En
los últimos quince años, el gobierno japonés ha puesto en marcha una serie de políticas
para abordar la crisis demográfica. Sin embargo, no parecen haber contribuido a mitigar
el descenso de la fecundidad. Para que la situación mejore, debe producirse un cambio
en la mentalidad actual sobre cómo enmendar el problema de la población.

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En las próximas décadas, Japón experimentará cambios importantes en la demografía.
La población japonesa alcanzó su máximo numérico en 2006 (con algo más de 128
millones de habitantes), y podría reducirse por debajo de los 100 millones en el año
2050 en caso de mantener sus actuales tendencias. Esta reducción en las tasas de
fertilidad, que se ha convertido en una de las tasas más bajas de la historia de Japón, se
ha producido debido a una combinación de factores económicos y sociales. La tasa de
fecundidad actualmente es de 1’3, muy por debajo de la tasa de fecundidad de
reemplazo (que es de 2’1) y, de acuerdo a las predicciones, podemos deducir que
continuará disminuyendo.
Durante las décadas de 1970 y 1980, el gobierno de Japón adoptó una actitud expectante
ante el descenso de la tasa de fecundidad, asumiendo que el problema se resolvería con
el paso del tiempo. Un estudio realizado en 1989 por el Ministerio de Salud y Trabajo,
reveló que la tasa de fecundidad había bajado a un nivel de 1’57, lo cual llevó a que se
tomaran las primeras medidas para abordar el problema. En los dieciocho años que
vinieron a continuación, el gobierno de Japón promulgó una serie de políticas para
rectificar el descenso de la tasa de fertilidad.
Japón, en este momento actual, se enfrenta ante un reto demográfico doble, ya que la
población está envejeciendo a un ritmo considerable. Por estas razones, el gobierno está
tratando de mantener el sistema de seguridad social, además de la pérdida de fuerza en
la economía. Esta preocupación se está extendiendo al sector privado, en el cual las
empresas se preocupan por evitar que la economía se marchite. Se espera que la fuerza
de trabajo se reduzca en un 10% en los próximos 25 años.
En las seis próximas décadas se espera que este número alcance el 35’7%. A estas cifras
debemos sumarles el aumento en la tasa de dependencia de la edad. En este sentido, se
estima que cada anciano será sostenido por solo un 1’3% de los trabajadores en 2055.
En cuanto a las principales causas por las que se ha producido esta disminución de la
fertilidad, existen razones tanto sociales como económicas por las que la tasa global de
fecundidad ha caído tan drásticamente en un país como Japón. Tanto las causas
económicas como las causas sociales serán examinadas por separado.
En cuanto a los factores sociales que han afectado a la fertilidad en Japón, encontramos
los siguientes: la palabra “Shoshika” es el término japonés que se utiliza para nombrar
la tendencia a tener menos hijos en cada familia. Esta tendencia, surgida en las últimas
décadas, es el resultado de una serie de causas que están estrechamente relacionadas. En
primer lugar, los matrimonios entre la población japonesa se están empezando a
producir a una edad más avanzada y con una frecuencia mucho menor que en el pasado.
A principios del año 1970, la tasa matrimonial y el número de personas casadas por
cada mil habitantes en Japón, tenía un promedio de un 10%. En el año 2005, esta tasa se
redujo a un porcentaje de un 5’7%.

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Además de esta reducción en la tasa matrimonial, la edad promedio en la que se produce
el matrimonio ha aumentado para la población japonesa; en 1975, la edad media en las
mujeres que se casaban por primera vez era de 24’7 años. Sin embargo, por el año 2005,
esta edad aumentó hasta ser los 28 años el promedio. Este retraso en la edad
matrimonial ha tenido como resultado un aplazamiento en la maternidad, lo cual
significa que nacen menos niños. La edad promedio en la que las mujeres dan a luz a su
primogénito ha aumentado hasta los 29’1 años en 2005, cuando, en el año 1975, esta
media estaba en torno a los 25’7 años.
Los factores que están provocando este cambio se encuentran determinados por los
aumentos en la educación y en las oportunidades laborales de las mujeres, lo cual ha
tenido un significativo impacto en las tasas de natalidad de Japón, así como en los
patrones maritales. Más mujeres que nunca están logrando títulos universitarios,
creando, por tanto, más oportunidades para ellas mismas. En 1975, la tasa de mujeres
que habían cursado cuatro años universitarios tenía un porcentaje de un 12’7%. Para el
año 2005, este porcentaje había aumentado sustancialmente, hasta alcanzar la cifra de
un 36’8%. A partir de estos datos, se ha demostrado que la proporción de mujeres en la
fuerza laboral ha ido creciendo en las últimas décadas. El cambio más notable, en este
ámbito, está en las clases de puestos que se obtienen por un número creciente de
mujeres. Gracias a los avances que se han producido en la educación, más mujeres
obtienen trabajos mejor pagados, lo que provoca que muchas mujeres quieran centrarse
en sus carreras en lugar de desear formar una familia. Este es uno de los motivos que
explican las causas por las que la proporción de mujeres que nunca se han casado en
Japón se encuentra en su punto más alto. Sin embargo, existen problemas sociales
adicionales que forman parte de la reducción de la tasa de fertilidad.
Muchas limitaciones sociales están profundamente ligadas a la cultura japonesa, y cada
vez más mujeres en Japón intentan huir de estas limitaciones. La sociedad japonesa es
considerada, por muchos, una sociedad que siempre ha estado muy dominada por los
hombres, y una revelación contra este hecho son los fenómenos sociales llamados
“golpe de útero”. Esta revelación, a su vez, intensifica un fenómeno llamado
“generación perdida”, que hace referencia a la genuina falta de deseo en las mujeres de
tener hijos y concebir. Este es otro de los problemas que se ve obligado a enfrentar
Japón, y ha sido agregado recientemente a su lista.
En cuanto a los porcentajes, una encuesta reveló que solo el 27,7% de las mujeres
piensan, en la actualidad, que la maternidad y crianza de los hijos resultan un reto
agradable. La pérdida de tiempo libre fue considerada la propia razón principal. Otro de
los motivos principales podemos encontrarlo en el porcentaje de mujeres que viven con
sus padres en casa, y que oscilan entre los 20 años y los 30, aunque se encuentren
trabajando para ganarse la vida. Estas mujeres afirman que viviendo en casa tienen
escaso trabajo doméstico, y no pagan alquiler, lo cual les da más tiempo libre y dinero
para vivir por su cuenta. Las encuestan muestran que este grupo, llamado “solteros
parásitos”, es el grupo que más contento está en Japón; para muchas mujeres, casarse y
convertirse en amas de casa resulta un hecho mucho menos atractivo de lo que resultaba
hace unos años en el tiempo.
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En cuanto a las actitudes, los estereotipos y los roles de género, estos aspectos son
puntos adicionales de discordia en la sociedad japonesa, los cuales conducen de
natalidad cada vez más bajas. Los roles de género, propios de la tradición, son otro
aspecto de los problemas sociales que afectan a la fertilidad, ya que la crianza de los
hijos tiende a ser una tarea únicamente asociada a las mujeres en Japón. Los hombres,
en este país, rara vez se involucran en el trabajo doméstico y en la crianza. Un estudio
realizado por Makoto Atoh, demógrafo, demostró que la participación de los maridos
japoneses en las tareas familiares era significativamente baja. En contraposición con
este hecho, una comparación transnacional en cuanto a la participación de los maridos
en el trabajo familiar, demostró que los países donde los maridos más contribuyen a
cuidar del entorno doméstico y de los hijos tienden a tener una tasa de fecundidad más
elevada.
El gobierno de Japón quiere alentar a la población a que se lleve a cabo una ruptura en
cuanto a los roles de género masculinos y femeninos, forjando un cambio en cuanto al
enfoque de las responsabilidades asociadas a la crianza. Es indudable que la situación
social actual de Japón debe ser reevaluada por el gobierno, cambiando así las actitudes y
los roles de género. Es una tarea que el país debe abordar para aumentar el porcentaje de
la tasa de natalidad.
En cuanto a los factores económicos que afectan a la fertilidad, las problemáticas
económicas que sufre Japón hoy en día son otro de los factores que afectan a la tasa de
natalidad. Uno de los problemas iniciales en los que se refleja que la economía afecta a
las tasas de natalidad se observa a través de la disminución de la utilidad infantil. Este
es el resultado natural que tiene lugar en las naciones que llevan a cabo una transición, y
evolucionan al cambiar, de un sistema agrario, a una sociedad urbana industrializada.
Esta transición tuvo lugar en Japón entre mediados y principios del siglo XXI.
Por otro lado, afectan, asimismo, los increíbles costes económicos que supone criar a un
niño en Japón. Según diferentes demógrafos, muchos hombres y mujeres alegan que les
gustaría tener más hijos, pero que, económicamente, no pueden permitírselo, ya que la
carga financiera que supone tener hijos es un impedimento obvio. Los gastos en cuanto
al cuidado infantil y a la educación están teniendo un negativo impacto en las tasas de
fertilidad. Los costes del cuidado de los niños son prohibitivos en Japón, y este es otro
de los desafíos que el gobierno pretende resolver, a través de los recortes en los
impuestos, los subsidios, el aumento en la cantidad de centros de cuidado infantil, etc.
Los gastos en cuanto a la educación son un asunto aparte. Si bien el gobierno se dispone
a pagar la enseñanza obligatoria, muchas familias pagan por servicios que se extienden
más allá de los que brinda la escuela pública. En Japón, gran parte del futuro de un niño
depende de las escuelas a las que asiste, por lo que los padres suelen pagar escuelas
privadas más caras. El objetivo es aumentar el rendimiento académico de sus hijos y sus
posibilidades de éxito. Los gastos que conlleva esta educación privada son uno de los
factores más significativos que contribuyen a que las parejas limiten el crecimiento de
su familia.

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El clima económico que ha tenido Japón durante los últimos quince años no ha
contribuido demasiado a mejorar estos aspectos. Desde el estallido de la burbuja
económica, a principio de los años noventa, ha habido un alto grado de incertidumbre en
cuanto a la economía, lo cual ha incrementado el problema de las bajas tasas de
fertilidad.
En cuanto a las políticas que abordan la disminución de la población y la mano de obra,
encontramos la política de fertilidad y la política de inmigración. Por parte de la política
de fertilidad, no fue hasta el año 1990 que el gobierno comenzó a promulgar una serie
de medidas que servían para contrarrestar la tasa de fecundidad, la cual cayó por debajo
de los niveles de reemplazo a mediados de la década de 1970. Los resultados reflejados
en un informe del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar (1989) revelaron que la tasa
de fecundidad había caído a un mínimo histórico de un 1,57%. Antes de que saliera a la
luz este informe, la población general tenía una baja conciencia en cuanto a la caída de
la tasa de fertilidad. Los hallazgos y los resultados de este informe se dieron a conocer
como “el choque de 1,57”. Más adelante, bajo las sospechas de La Oficina de Consejo
de Gabinete de Asuntos Internos, el gobierno estableció un comité interministerial con
la intención de crear un entorno favorable para que los matrimonios pudiesen tener y
criar niños sanos. Este tema ha seguido siendo el tema central del enfoque
gubernamental que pretende corregir la disminución de la fecundidad. El gobierno debe
promover, pues, la creación de un entorno social favorable a apoyar a los jóvenes que
desean casarse y tener hijos.
Plenamente consciente de que la fecundidad está profundamente relacionada con la vida
privada de cada individuo, el gobierno ha concentrado sus esfuerzos en mejorar el
entorno para criar niños en lugar de alentar a "hacer bebés". Con este fin, el gobierno no
ha emitido ningún documento oficial que indique el nivel de fecundidad que espera
obtener, ni ha "limitado ningún medio efectivo de control de la fecundidad". De hecho,
el gobierno ha hecho todo lo posible para enfatizar que sus políticas no son favorables a
la natalidad, sino más bien políticas de bienestar y familia.
Hay una serie de razones históricas que explican esta postura adoptada por el gobierno.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de Japón intentaron impulsar el
esfuerzo bélico instando a mujeres a producir tantos hijos como fuera posible bajo el
lema "umeyo, fuyaseyo"'(“¡Vamos a dar a luz!” “¡Vamos a aumentar el tamaño y la
fuerza de la nación!”).
Como resultado, los políticos japoneses son increíblemente recelosos a la hora de crear
políticas demasiado modernizadas. Las respuestas políticas a la disminución de la
fecundidad se han dirigido, principalmente, a crear un entorno más atractivo y acogedor
para tener y criar hijos. Como tal, el gobierno estableció tres lineamientos básicos que
dictan cuáles son los objetivos de la política dirigida a la disminución de la fecundidad.
Estas directrices sirven para mantener la armonía entre la vida familiar y la vida laboral,
para mejorar las condiciones de vida (como la vivienda) y para apoyar a la vida familiar.

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Algunas de estas políticas tienen segundas ediciones. Estas versiones mejoradas y
renovadas reflejan el reconocimiento del gobierno de que se deben intensificar los
esfuerzos. Por ejemplo, la 'Ley de licencia para el cuidado de niños y familiares de
1995' aumentó los límites establecidos por la 'Ley de licencia para el cuidado de niños
de 1991' con respecto a la duración y el porcentaje de compensación salarial disponible
para ellos durante la licencia parental. El 'Nuevo' Plan Ángel amplió la elegibilidad para
el subsidio infantil y aumentó el número y la capacidad de los centros de cuidado
infantil. Las políticas de este estilo, junto a la mejora continua de las mismas,
demuestran los esfuerzos del gobierno para corregir la disminución de la fecundidad.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la tasa de fecundidad sigue cayendo.
En cuanto a la política de inmigración, se trata de otro factor que afecta directamente a
la población de Japón. Con las reducciones que se avecinan en la población activa, la
inmigración es una forma en que Japón podría mitigar el desalentador desafío
demográfico al que se enfrenta ahora. Sin embargo, Japón se ha mostrado
tradicionalmente reacio a aceptar residentes extranjeros. En el año 2000, solo había 1,68
millones de residentes extranjeros viviendo en Japón, lo que representa menos del dos
por ciento de la población total. Las presiones de una población que envejece y se
reduce, que representan una seria amenaza para la competitividad de la segunda
economía más grande del mundo, están haciendo que Japón reconsidere su actitud hacia
los extranjeros.
Para que Japón mantenga su nivel actual de producción económica, se necesitarían
600.000 trabajadores extranjeros al año. Según el censo de 2005, sólo el 1,3% de la
población activa de Japón está compuesta por trabajadores extranjeros. Esto es un
aumento del 0,9% hace una década, pero sigue siendo un porcentaje muy pequeño. Si
bien parece muy poco probable que Japón, tradicionalmente cerrado y resistente a la
inmigración, abra las puertas y permita la entrada de 600.000 trabajadores extranjeros a
un año, se están produciendo cambios en la política.
En abril de 2006, el Consejo de Política Fiscal y Económica emitió un informe sobre la
estrategia global del gobierno para revitalizar la economía. Para ayudar a mantener una
alta producción económica a la luz de la actual crisis demográfica, el informe pide una
mayor aceptación de los trabajadores extranjeros. El gobierno también revisará el tipo
de trabajo disponible para los extranjeros, creará más flexibilidad para contratarlos y
buscará nuevas maneras de atraer trabajadores más calificados. Este cambio en la
política gubernamental, para animar a más extranjeros a trabajar en Japón, demuestra la
preocupación del gobierno por mantener la competitividad de Japón debido a la
disminución de su población activa.
A modo de conclusión, podemos determinar que la población japonesa, en el futuro
inmediato, seguirá contrayéndose y envejeciendo, ya que éste se trata de un hecho que
es seguro. Lo que es incierto es el efecto que esto tendrá en la sociedad y la economía
de Japón. La caída de la fecundidad se trata de la combinación de muchos temas
relacionados y de una serie de cuestiones sociales, como la edad media matrimonial.

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Los estereotipos, las actitudes hacia y los roles asumidos por las mujeres tienen un
impacto más adverso sobre la fecundidad. Además, las limitaciones y dificultades
económicas juegan un papel importante en la ralentización de la fecundidad. La
pregunta de cómo el gobierno debería manejar mejor esta situación todavía permanece.
En la actualidad, las políticas gubernamentales no han logrado detener la disminución
de la fecundidad. Si se van a producir verdaderas soluciones, debe haber una
rectificación de los desincentivos sociales y económicos que limitan el deseo de las
mujeres de tener hijos.
Además, un cambio en la mentalidad predominante que dicta los roles y el
comportamiento de las relaciones masculinas y femeninas debe ocurrir para que se
produzcan los cambios. El gobierno está dando pasos en la dirección correcta, pero estas
medidas por sí solas no corregirán el problema. Los problemas de fertilidad son, por su
naturaleza, un fenómeno social y cultural y las decisiones que les conciernen son
inherentemente personales. Las políticas son generalmente ineficaces para abordar la
fecundidad, especialmente cuando el gobierno elude el tema. Deben concebirse nuevos
enfoques sobre cómo hacer frente a las tasas de fertilidad decrecientes si existe la
posibilidad de revertir la tendencia y evitar la inminente crisis demográfica de Japón.

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Figura 1: Número de habitantes por millón en Japón
https://www.libremercado.com/2011-04-20/los-japoneses-una-poblacion-en-peligro-de-
extincion-a-finales-de-siglo-6076979/

Figura 2: evolución de la pirámide poblacional de Japón


https://proco.es/wp-content/uploads/2021/07/piramide-de-poblacion-japon.jpg

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Bibliografía:
https://www.redalyc.org/pdf/1411/141119877007.pdf
https://www.redalyc.org/pdf/633/63349778008.pdf
https://japonpedia.com/poblacion-de-japon/

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