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XXVIII

TÚ ERES ESE A QUIEN ODIAS

De la demanda de muerte a la muerte de la demanda - Mandamiento, culpabilidad sin ley,


superyó - Los avatares del significante falo - La pena del gendarme - No legitimar la envidia del
pene

las relaciones necesarias que se le imponen no sólo al deseo del hombre sino al propio sujeto,y
que son relaciones de significante.

Que la toma de conciencia de la envidia del pene es capital en un análisis de neurosis obsesiva
femenina, es obvio

En esta observación se nos indica el sentimiento muy agudo de culpabilidad que acompaña en
la paciente a sus obsesiones, por ejemplo sus obsesiones religiosas. La aparición tan marcada
de tales sentimientos de culpa en las neurosis obsesivas presenta una paradoja, pues sin duda
el sujeto considera paralelamente que los pensamientos parasitarios que se le imponen le son
ajenos, y él es más su víctima que su responsable

el superyó podía ser considerado como la creación correspondiente al declive del complejo de
Edipo y a la introyección del personaje edípico considerado eminentemente interdictor, el
personaje paterno

la experiencia nos ha obligado a admitir que había un superyó más antiguo. Lo que nos
imponía este origen más antiguo no carecía de relación, por una parte, con los efectos de
introyección y, por otra parte, con los efectos de interdicción

He aquí una neurosis obsesiva, y como en toda neurosis lo primero que hemos de poner de
manifiesto…es una dimensión más allá, en la que en cierto modo damos cita al sujeto en un
punto

el sujeto, se enfrenta con su demanda. De eso se trata cuando hablamos de un proceso


alternante de regresiones y de identificaciones sucesivas

La regresión se inscribe por entero, como se lo he mostrado a ustedes, en aquella apertura


retroactiva que se le ofrece al sujeto con sólo articular su palabra, porque la palabra hace
surgir hasta el origen toda la historia de esa demanda en la que toda su vida de hombre
hablante se ha insertado.

hay una forma fundamental que encontramos en el horizonte de toda demanda del sujeto
obsesivo y que constituye precisamente el mayor obstáculo para la articulación por su parte de
su demanda. Es lo que la experiencia nos enseña a calificar de agresividad y que nos ha llevado
cada vez más a tomar en consideración lo que se puede llamar los deseos de muerte.

Ésta es la dificultad principal, inaugural, ante la que se quiebra, se fragmenta, se desarticula la


demanda del obsesivo, lo cual justifica la anulación, el aislamiento, todas las defensas -y muy
primordialmente, en los grandes obsesivos, aquel silencio a menudo tan prolongado que a
veces cuesta todas las dificultades del mundo vencer en el curso de un análisis.

Si esta demanda es demanda de muerte, es que las primeras relaciones del obsesivo con el
Otro, como nos enseñan Freud y la teoría analítica, han consistido esencialmente en esta
contradicción -que la demanda dirigida al Otro de quien todo depende tiene como horizonte la
demanda de muerte
Así, esa demanda de muerte, no sabemos de dónde viene…impide toda articulación de la
demanda del sujeto, obstaculiza el discurso del obsesivo

Su analizada presenta en efecto al principio del análisis una imposibilidad de hablar que se
traduce en reproches, incluso injurias, incluso en el despliegue de todo lo opuesto a lo que
una enferma le dice a un médico

La demanda de muerte, si se sitúa allí donde nosotros la hemos puesto, es decir, en este
horizonte de la palabra

La demanda de muerte representa para el sujeto obsesivo un callejón sin salida, cuyo
resultado es lo que se llama impropiamente una ambivalencia y es más bien un movimiento de
oscilación, de columpio, en el que el sujeto se ve lanzado como hacia los dos extremos de un
callejón sin salida de donde no puede escapar.

la demanda de muerte requiere ser formulada en el lugar del Otro, en el discurso del Otro,

La demanda de muerte concierne al Otro de una forma interna. El hecho de que este Otro sea
el lugar de la demanda implica en efecto la muerte de la demanda.

La demanda de muerte no puede sostenerse en el obsesivo sin acarrear en sí misma esa


especie de destrucción que llamamos aquí la muerte de la demanda.

Entre la relación del sujeto obsesivo con su demanda, (S O D), y el Otro, A, que le es tan
terroríficamente necesario y que lo sostiene, pues de lo contrario no sería un obsesivo,
encontramos el deseo, d, en sí mismo anulado, aunque su lugar se mantiene. Este deseo, lo
hemos caracterizado por una Verneinung, porque se expresa, aunque en forma negativa

Conviene distinguir, en efecto, entre la culpa y la relación con la ley. Hay una relación del
sujeto con la ley. En cuanto a la culpa, nace sin ninguna clase de referencia a dicha ley.

¿A propósito de qué lo puso de relieve Freud en primer lugar como fundamental, como una
manifestación subjetiva esencial del sujeto? A propósito del complejo de Edipo.

el falo es una imagen vital privilegiada, elevada a la significación de significante. Aquí


desempeña la función de la castración como lo que señala el impacto de la interdicción que
afecta al deseo.

Esta línea de horizonte no se formula en el neurótico, y por eso es neurótico. Aquí reina el
mandamiento.

por razones derivadas de la estructura del Otro para el hombre, la demanda de muerte es
equivalente a la muerte de la demanda.

También vemos aparecer de la forma más clara estos mandamientos en otro contexto, en los
psicóticos. Los reciben, tales mandamientos, y uno de los puntos de demarcación de la
clasificación es saber en qué medida los obedecen.

El mandamiento puede permanecer velado. En el obsesivo está velado y fragmentado, y sólo


aparece a pedazos

La culpa, ¿dónde, en esta línea, vamos a situarla? La culpa, como diría Perogrullo, es una
demanda percibida como prohibida
¿Dónde, en qué punto, vemos aparecer en la clínica el fenómeno que nos hace decir que
interviene la culpabilidad? ¿En qué consiste la culpabilidad neurótica? el sentimiento de culpa
aparece en la proximidad una demanda que se percibe como prohibida porque mata el deseo

La culpa se inscribe en la relación del deseo con la demanda

Todo lo que va en la dirección de una determinada formulación de la demanda se acompaña


de una desaparición del deseo

El superyó materno, arcaico, aquel con el que están relacionados los efectos del superyó
primordial del que habla Melanie Klein, está vinculado con el primer Otro en cuanto soporte
de las primeras demandas, de las demandas emergentes -casi diría inocentes -del sujeto, en las
primeras articulaciones lastimeras de su necesidad y de sus primeras frustraciones

¿Qué vemos aquí, en el nivel del primer Otro y de sus primeras demandas? Tenemos el
fenómeno que se ha llamado la dependencia.

la demanda es demanda de amor, demanda absoluta, demanda que simboliza al Otro en


cuanto Otro, que distingue, pues, al Otro como objeto real, capaz de proporcionar
determinada satisfacción, del Otro como objeto simbólico que da o rehusa la presencia o la
ausencia -matriz donde se cristalizarán aquellas relaciones básicas que están en el horizonte de
toda demanda, el amor, el odio y la ignorancia

La primera relación de dependencia está amenazada por la pérdída de amor y no simplemente


por la privación de los cuidados maternos

¿Qué es lo específico del caso del obsesivo? El caso del obsesivo pende de la formación
precoz, en este horizonte de la demanda, de lo que hemos llamado la demanda de muerte.

Demanda de muerte no es pura y simplemente tendencia mortífera. Se trata de una demanda


articulada

¿Cómo no quedarse asombrado y estupefacto cuando se ve, en efecto, si se sabe leer, que el
significante falo resurge en todos los puntos de la fenomenología del obsesivo? Nada permite
concebir esta polipresencia del falo en los distintos síntomas, salvo su función como
significante.

¿Qué vemos en el sujeto obsesivo masculino? El temor a ser contaminado o a contaminar

el obsesivo sigue estando muy obsesionado por todo lo que puedan engendrar sus actos
impulsivos de cariz libidinal. Por nuestra parte, seguimos acostumbrados a ver en ello un
impulso agresivo que se adivina bajo la pulsión libidinal, que hace que en cierto modo el falo
sea algo peligroso.

Si nos limitamos a la noción de que el sujeto está en una relación de exigencia narcisista con
respecto al falo, nos parece muy difícil justificar esta primera obsesión. ¿Por qué?
Precisamente porque aquí esta mujer hace del falo un uso estrictamente equivalente al de un
hombre, o sea que, a través de su hijo, se considera peligrosa. En esa ocasión lo entrega como
una prolongación suya, lo cual quiere decir que no hay Penisneid que la detenga. El falo, lo
tiene en forma de ese hijo, verdaderamente lo tiene, ese falo, porque a su alrededor cristaliza
la misma obsesión que los enfermos masculinos.
destacar el lado yo diría oprimido, incluso deprimido, del padre frente a una madre que quizás
era viril, porque así es como se interpreta el hecho de que el sujeto exige que el atributo fálico,
de alguna forma, vaya asociado a esa madre

La paciente estaba vinculada con ella, su madre, en un plano exclusivamente sadomasoquista.

La demanda de muerte es la demanda de la propia madre. La madre es portadora de esta


demanda de muerte, y la ejerce sobre el desgraciado personaje paterno, cabo de gendarmería
que, a pesar de su bondad y su amabilidad, mencionada en primer lugar por la paciente, se
muestra toda su vida apesadumbrado, deprimido, taciturno, incapaz de soportar la rigidez de
la madre y de salir triunfante del apego de su mujer a un primer amor, por otra parte platónico
-está celoso y sólo rompe su mutismo para montar escenas vehementes de las que sale
siempre derrotado. Nadie duda que la madre tiene algo que ver en ello.

Esto nos lo traducen como lo que llaman la madre castradora.

La posición depresiva que Freud nos enseña a reconocer como determinada por un deseo de
muerte contra él mismo, dirigido, ¿contra qué? -contra un objeto amado y perdido. En
resumen, la demanda de muerte ya está presente en la generación anterior al sujeto. ¿Es la
madre quien la encarna? En el sujeto, esta demanda de muerte está mediatizada por un
horizonte edípico

He aquí, pues, en qué contexto el Penisneid del sujeto, o lo que así llaman, se ve llevado a
desempeñar su papel. Lo vemos aquí en forma de esa arma peligrosa, que sólo está ahí corno
significante del peligro que se manifiesta siempre cuando surge el deseo en el contexto de esa
demanda

la vida religiosa se presenta en el obsesivo bajo una forma profundamente reorganizada,


infiltrada de síntomas

¿a qué apuntan todas las intervenciones del analista en esta observación? A facilitar en el
sujeto lo que él llama la toma de conciencia de no sé qué falta, nostalgia del pene en cuanto tal

El falo, el análisis ha cambiado su sentido para la paciente, se ha vuelto legítimo. Esto consiste
más o menos en enseñarle a amar sus obsesiones.

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