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DIRECTO PENAL **********


QUEJOSO: **********.
(PRIVADO DE SU LIBERTAD)

MAGISTRADA RELATORA: DRA. MARÍA ELENA LEGUÍZAMO FERRER


SECRETARIA DE ESTUDIO: LIC. SOYLA ROSA CÁRDENAS BAHENA

México, Distrito Federal.- Acuerdo del Sexto Tribunal


Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, correspondiente a
la sesión del día dos de septiembre de dos mil diez.

VISTOS, para resolver los autos relativos al juicio de amparo


directo **********, promovido por ********** y;

RESULTANDO QUE:

I. Por escrito presentado el diecinueve de marzo de dos mil


diez, **********, por propio derecho, promovió juicio de amparo
directo contra actos de la Primera Sala Penal del Tribunal
Superior de Justicia, como autoridad ordenadora y como
ejecutoras al Juez Quincuagésimo Sexto Penal, y Director
Ejecutivo de Sanciones Penales, dependiente de la Secretaría
de Gobierno, todas del Distrito Federal, por considerar que se
violan en su perjuicio los artículos 14 y 16 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, que hizo consistir en la sentencia
pronunciada el tres de septiembre dos mil nueve, dictada en el toca
penal **********relativo al recurso de apelación interpuesto por el
Defensor de Oficio del quejoso **********, que modificó la resolución
dictada el veinticinco de mayo de dos mil nueve, por el Juez
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Quincuagésimo Sexto Penal del Distrito Federal, en la causa


**********.

La sentencia de segunda instancia emitida el tres de


septiembre de dos mil nueve, dentro del toca penal **********,
culminó con los siguientes resolutivos:

“PRIMERO.- Se CONFIRMA los puntos resolutivos


PRIMERO y QUINTO de la sentencia apelada de 25 veinticinco de
mayo de 2009 dos mil nueve, dictada en la causa 300/2008, por la
Juez Quincuagésimo Sexto Penal del Distrito Federal. - - -
SEGUNDO.- Se MODIFICA la sentencia apelada de 25 veinticinco
de mayo de 2009 dos mil nueve, dictada en la causa **********, por
la Juez Quincuagésimo Sexto Penal del Distrito Federal, en sus
puntos resolutivos segundo, tercero y cuarto; para quedar como
sigue: - - - ‘SEGUNDO.- Por su comisión y circunstancias exteriores
de ejecución se le impone a ********** la pena de 27 VEINTISIETE
AÑOS 6 SEIS MESES DE PRISIÓN; y a **********, ********** y
********** la sanción privativa de libertad de 23 VEINTITRÉS AÑOS
9 NUEVE MESES.’. La pena privativa de libertad impuesta, la
compurgarán los sentenciados, en el lugar que para tal efecto
señale la Dirección Ejecutiva de Sanciones Penales dependiente de
la Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal, con abono de la
prisión preventiva sufrida con motivo de esta causa a partir del 18
dieciocho de noviembre de 2008 dos mil ocho, quedando el
cómputo respectivo a cargo de la autoridad ejecutora’. - - -
‘TERCERO.- Se CONDENA a **********, **********, **********
**********y **********, al pago de una cantidad adicional como
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indemnización por la muerte de **********, equivalente a $38,390.70


(TREINTA Y OCHO MIL TRESCIENTOS NOVENTA PESOS 70/100
MONEDA NACIONAL); así como al pago de la cantidad de
$3,155.40 (TRES MIL CIENTO CINCUENTA Y CINCO PESOS
40/100 MONEDA NACIONAL), por concepto de reparación del daño
material proveniente de los gastos funerarios, a favor de quien
acredite ser dependiente económico o derechohabiente de quien en
vida llevara el nombre de **********; en la inteligencia que en caso
de no ser cobrada dicha reparación, o ante la renuncia de la misma,
su importe pasará al Fondo para la Procuración de Justicia, una vez
que se encuentre establecido, y al Fondo de Apoyo a la
Administración de Justicia del Distrito Federal, en la proporción que
señala el artículo 51, del Código Penal para el Distrito Federal. - - -
Se ABSUELVE a ********** **********, ********** y ********** del pago
del daño moral y del resarcimiento de los perjuicios que se hubieren
podido ocasional con la comisión del ilícito de HOMICIDIO
CALIFICADO, porque en autos no existen elementos de prueba
para cuantificarlos legalmente.’. - - - ‘CUARTO.- Se suspenden los
derechos políticos de **********, **********, ********** y **********,
durante la extinción de una pena corporal comenzará a computarse
desde que cause ejecutoria la sentencia y durará todo el tiempo de
la condena que le resta por cumplir; por tanto gírese el oficio
correspondiente al Vocal Estatal del Registro Federal de Electores
del Instituto Federal Electoral en el Distrito Federal.’. - - -
TERCERO.- Se dejan INTOCADOS los puntos resolutivos SEXTO,
SÉPTIMO y OCTAVO de la sentencia impugnada; el primero,
porque se refiere al derecho y plazo que tienen las partes para
interposición del recurso de apelación; medio de impugnación que
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ha quedado sustanciado al dictarse la presente resolución; y los


restantes, en razón de que versan sobre aspectos administrativos
que no causan agravio a los sentenciados. - - - CUARTO.-
Remítase copia autorizada de la presente resolución a la Dirección
Ejecutiva de Sanciones Penales de la Subsecretaría de Gobierno
del Distrito Federal, para su conocimiento y efectos legales
conducentes. - - - QUINTO.- Notifíquese a las partes la presente
ejecutoria como lo ordena el artículo 432, del Código de
Procedimientos Penales; hecho lo anterior, remítase copia
debidamente certificada de la misma y los autos originales al
juzgado respectivo; y, en su oportunidad archívese el toca como
asunto concluido.”

En tanto que la sentencia de primer grado emitida en el


proceso penal **********, el veinticinco de mayo de dos mil nueve,
contiene los siguientes puntos resolutivos:

“PRIMERO.- a) **********, b) **********, c) ********** y d)


**********, son penalmente responsables en la comisión del delito de
HOMICIDIO CALIFICADO, por el que los acusó la institución del
Ministerio Público, en agravio de quien en vida llevara el nombre de
**********; en términos de los considerandos cuarto, quinto, sexto y
séptimo del presente fallo. SEGUNDO.- Por su comisión y
circunstancias exteriores de ejecución se les imponen las penas de
27 VEINTISIETE AÑOS 6 SEIS MESES DE PRISIÓN. La pena
privativa de libertad impuesta, la compurgarán los sentenciados, en
el lugar que para tal efecto señale la Dirección General de
Prevención y Readaptación Social de la Subsecretaria de Gobierno
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del Distrito Federal, a través de la Dirección de Ejecución de


Sanciones Penales, con abono de la prisión preventiva sufrida con
motivo de esta causa a partir del 18 dieciocho de noviembre de
2008 dos mil ocho, quedando el cómputo respectivo a cargo de la
autoridad ejecutora. TERCERO.- Se condena a **********, **********,
********** y ********** al pago de la cantidad de $38,390.70
(TREINTA Y OCHO MIL TRESCIENTOS NOVENTA PESOS 70/100
MONEDA NACIONAL), por concepto de reparación del daño moral
y perjuicios ocasionados por la comisión del ilícito de HOMICIDIO
CALIFICADO; así como al pago de la cantidad de $3,155.40 (TRES
MIL CIENTO CINCUENTA Y CINCO PESOS 40/100 MONEDA
NACIONAL), por concepto de reparación del daño material
proveniente de los gastos funerarios, a favor de quien acredite ser
su dependiente económico o derechohabiente de quien en vida
llevara el nombre de **********; en la inteligencia que en caso de no
ser cobrada dicha reparación, o ante la renuncia de la misma, su
importe pasara al Fondo para la Procuración de Justicia, una vez
que se encuentre establecido, y al Fondo de Apoyo a la
Administración de Justicia del Distrito Federal, en la proporción que
señala el artículo 51, del Código Penal para el Distrito Federal, en
términos del considerando noveno del presente fallo. CUARTO.- Se
suspenden los derechos políticos de **********, **********, ********** y
**********, contado a partir del 19 diecinueve de noviembre de 2008
dos mil nueve (sic), fecha en la que se decretó su formal prisión con
motivo de estos hechos, por tanto gírese el oficio correspondiente al
Vocal Estatal del Registro Federal de Electores del Instituto Federal
Electoral en el Distrito Federal; en términos del considerando
décimo del presente fallo. QUINTO.- Se niega a **********, **********,
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********** y **********, la sustitución de la pena de prisión, así como la


suspensión condicional de la ejecución de la pena, en términos del
considerando undécimo del presente fallo. SEXTO.- Hágase saber a
**********, **********, ********** y **********, el derecho y plazo de cinco
días contados a partir de la notificación, para interponer el recurso
de apelación en contra de la presente resolución en caso de
inconformidad. SÉPTIMO.- Se ordena la publicación de la presente
sentencia, una vez que cause ejecutoria la misma, conforme a lo
establecido en los artículos 13, fracción XIV, y 25, de la Ley de
Transparencia y Acceso a la Información Pública para el Distrito
Federal, sin incluir los datos personales de las partes. OCTAVO.-
Notifíquese a las partes, remítanse copias autorizadas de esta
resolución a la Dirección de Ejecución de Sanciones Penales de la
Dirección General de Prevención y Readaptación Social; expídanse
las boletas y copias de ley correspondientes.”

La modificación consistió en que la Sala responsable


consideró que era procedente disminuir el grado de culpabilidad
para fijar el de intermedio entre la mínima y la equidistante entre el
mínimo y el medio; por lo tanto las penas impuestas
correspondientes fueron de veintitrés años, nueve meses de prisión
y debería ser compurgada en el lugar que precisara la Dirección
Ejecutiva de Sanciones Penales de la Secretaría de Gobierno del
Distrito Federal; determinó que referente al delito en particular la
reparación del daño era en su aspecto material por tanto no existían
elementos de prueba para cuantificar el daño moral ni los perjuicios
ocasionados; tocante a la suspensión de los derechos políticos,
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señaló que deberían computarse desde que causara ejecutoria la


sentencia hasta la extinción de la pena corporal impuesta.

El promovente de amparo **********, actualmente se


encuentra privado de su libertad en el interior del Reclusorio
Preventivo Oriente del Distrito Federal.

Del Juez Quincuagésimo Sexto Penal y Director Ejecutivo


de Sanciones Penales, dependiente de la Secretaría de
Gobierno, ambos del Distrito Federal, reclama la ejecución de la
sentencia dictada por la autoridad ordenadora.

II. Por acuerdo de presidencia de siete de abril de dos mil


diez, se admitió a trámite la demanda de amparo únicamente
respecto del acto reclamado a la Primera Sala Penal del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal; por cuanto se refiere a
los actos reclamados al Juez Quincuagésimo Sexto Penal y Director
Ejecutivo de Sanciones Penales, dependiente de la Secretaría de
Gobierno, ambos del Distrito Federal, se desechó la demanda de
garantías de conformidad con lo dispuesto en los artículos 73,
fracción XVIII, en relación con el 158 y 177 de la Ley de Amparo; se
dio al Agente del Ministerio Público de la Federación adscrito la
intervención que legalmente le compete, quien se abstuvo de
formular pedimento.

III. Por acuerdo de trece de abril de dos mil diez, se ordenó


turnar el presente asunto al Magistrado Tereso Ramos Hernández,
para que en términos del artículo 184 de la Ley de Amparo,
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formulará el proyecto de resolución correspondiente. En razón de


que dicho proyecto fue desechado en sesión de quince de julio del
año en curso, mediante auto de dos de agosto siguiente, se ordenó
returnar el asunto a la ponencia de la Magistrada MARÍA ELENA
LEGUÍZAMO FERRER.

CONSIDERANDO QUE:

PRIMERO. COMPETENCIA. Este Sexto Tribunal Colegiado


en Materia Penal del Primer Circuito es competente para conocer y
resolver del juicio de amparo directo, de conformidad con lo
dispuesto por los numerales 107, fracciones V, inciso a) y VI de la
Constitución General; 158 de la Ley de Amparo; y, 1 fracción III, 37,
fracción I, inciso a) de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, así como en los Acuerdos Generales 14/2000 y
57/2006 del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, relativos, el
primero, a las denominaciones y a las fechas de inicio de
funcionamiento, entre otros órganos jurisdiccionales, de este cuerpo
colegiado, en tanto el segundo, a la determinación del número y
límites territoriales de los circuitos en que se divide el territorio de la
República Mexicana, y al número, a la jurisdicción territorial y
especialización por materia de los Tribunales Colegiados y Unitarios
de Circuito y de los Juzgados de Distrito, además en atención a que
se interpuso en contra de una sentencia definitiva dictada en
materia penal por una autoridad judicial del orden común de este
Circuito.
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SEGUNDO. CERTEZA DE LOS ACTOS RECLAMADOS. La


existencia del acto reclamado a la Primera Sala Penal del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal, se encuentra
demostrada por así haberlo manifestado dicha autoridad al rendir su
respectivo informe justificado, adjuntado los autos originales del
toca penal ********** en los que se encuentra la sentencia
reaclamada, así como el proceso penal **********, del índice del
Juzgado Quincuagésimo Sexto Penal del Distrito Federal;
constancias que se tienen a la vista y que tienen el valor probatorio
pleno que les confieren los artículos 129 y 202, del Código Federal
de Procedimientos Civiles de aplicación supletoria a la Ley de
Amparo, de conformidad con lo establecido en el artículo 2º de
dicho ordenamiento legal.

TERCERO. SENTENCIA DEFINITIVA. El acto reclamado,


consistente en la sentencia definitiva de segunda instancia, emitida
por la Ad quem, obra de las fojas 12 a 28 del toca penal 916/2009.

CUARTO. CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. Obran de las fojas


5 a 23 del juicio de amparo 164/2010 del índice de este Tribunal
Colegiado de Circuito.

QUINTO. ESTUDIO DE LOS ELEMENTOS DEL DELITO Y


PLENA RESPONSABILIDAD PENAL. En suplencia de la
deficiencia de la queja prevista en el artículo 76 bis, fracción II, de la
Ley de Amparo, este Órgano Jurisdiccional entra al análisis de los
preceptos constitucionales referidos por el quejoso y de los
elementos del delito que se le imputa.
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Sobre el particular, es aplicable la tesis de jurisprudencia


26/2008 emitida por la Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia publicada en la página 242, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVII, Marzo 2008,
que dice:

"SUPLENCIA DE LA QUEJA DEFICIENTE. CONSISTE EN


EXAMINAR CUESTIONES NO PROPUESTAS,
INDEPENDIENTEMENTE DE QUE RESULTEN FAVORABLES A
QUIEN SE SUPLE. La figura de la suplencia de la queja prevista en
el artículo 76 Bis de la Ley de Amparo, tanto en relación con el juicio
de garantías como con los recursos en ella establecidos consiste,
en esencia, en examinar cuestiones no propuestas por el quejoso o
recurrente, en sus conceptos de violación o en sus agravios,
respectivamente, que podrían resultar favorables,
independientemente de que finalmente lo sean. Así, es incorrecto
entender que sólo debe suplirse cuando ello favorezca a quien se le
suple, pues para determinar si procede dicha figura tendría que
examinarse previamente la cuestión relativa, lo que implicaría
necesariamente haber realizado la suplencia. Por consiguiente, es
suficiente que el análisis de un problema no propuesto pudiera
resultar benéfico para que se deba suplir, realizando el estudio
correspondiente."

Resulta dable precisar que el quejoso alega que se violan en


su perjuicio, las garantías previstas en los artículos 14 y 16
constitucionales; lo cual resulta infundado.
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Así, contrariamente a lo aducido por el quejoso, las


formalidades esenciales del procedimiento, establecidas como
garantías en el citado artículo 14 de la Constitución Federal,
están cumplidas, pues en el caso, al analizar la sentencia definitiva
que constituye el acto reclamado en el juicio de amparo directo que
se resuelve, se advierte que deriva de la causa **********, en la que
consta la fase de averiguación previa, en la cual el quejoso el cuatro
de agosto de dos mil ocho, al rendir su declaración ministerial se le
hicieron de su conocimiento los derechos que en su favor establece
el artículo 20, Apartado “A”, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, de conformidad con lo que dispone al
efecto el precepto 269 del Código de Procedimientos Penales para
el Distrito Federal; nombró como su persona de confianza a
********** (defensor de oficio) quien aceptó, protestó y asistió al
peticionario al rendir su deposado ministerial, con suscripción de la
constancia respectiva (fojas 401 a 405, tomo I de la causa penal).

Por lo que, en la misma fecha, emitió declaración con relación


a los hechos, donde señaló que no deseaba declarar en relación a
los mismos; así, se reservó su derecho para hacerlo posteriormente
en cuanto lo considerara oportuno.

Es aplicable al respecto la tesis de jurisprudencia 1a./J.


23/2006 de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación localizable en la página 132, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXIII, Mayo de 2006,
que dice:
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“DEFENSA ADECUADA. ALCANCE DE DICHA GARANTÍA


EN LA AVERIGUACIÓN PREVIA (INTERPRETACIÓN DE LA
FRACCIÓN II, EN RELACIÓN CON LAS DIVERSAS IX Y X DEL
ARTÍCULO 20, APARTADO A, DE LA CONSTITUCIÓN
FEDERAL). Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación ha interpretado, en relación a los alcances de la garantía
de defensa adecuada en la averiguación previa a que se refieren las
fracciones IX y X del artículo 20 apartado A de la Constitución
Federal, que aquélla se actualiza desde el momento en que el
detenido es puesto a disposición del Ministerio Público. Lo anterior
implica que ninguna de las garantías del detenido durante el
proceso penal puede ser concebida como un mero requisito formal,
y para que pueda hacerse efectiva y permitir su instrumentación
requiere de la participación efectiva en el procedimiento por parte
del imputado desde que es puesto a disposición del representante
social. Por tanto, en lo que se refiere a la fracción II del dispositivo
citado, que establece que la confesión rendida ante el Ministerio
Público o Juez sin la asistencia de su defensor carecerá de todo
valor probatorio, esta Primera Sala considera que la "asistencia" no
sólo debe estar relacionada con la presencia física del defensor
ante o en la actuación de la autoridad ministerial, sino que la misma
debe interpretarse en el sentido de que la persona que es puesta a
disposición de la autoridad ministerial cuente con la ayuda efectiva
del asesor legal. En este sentido, el detenido en flagrancia, en caso
de que así lo decida, podrá entrevistarse con quien vaya a fungir
como su defensor inmediatamente que lo solicite y antes de rendir
su declaración ministerial. En consecuencia, la primera declaración
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rendida ante el Ministerio Público, estará viciada y será ilegal


cuando no se haya permitido la entrevista previa y en privado con el
defensor.”

El dieciocho de septiembre de dos mil ocho, la Representación


Social del fuero del Distrito Federal, ejerció acción penal, en contra
del impetrante de garantías ********** y otros; solicitó al Juez de lo
Penal del Distrito Federal en turno, librar la correspondiente orden de
aprehensión por la comisión del delito de homicidio calificado (fojas 2
a 15 tomo I de la causa penal).

El trece de octubre de dos mil ocho, la Juez Quincuagésimo


Sexto de lo Penal del Distrito Federal, atendió favorablemente la
solicitud ministerial y ordenó la aprehensión solicitada en contra
********** por su probable responsabilidad en la comisión del delito
de HOMICIDIO CALIFICADO, previsto y sancionado en los
artículos 123, párrafo único, 124 (hipótesis de cuando la muerte se
deba a las alteraciones causadas por la lesión en los órganos
interesados) y 138, fracción I, inciso b) (hipótesis de cuando es
superior por el número de los que intervengan con él).

El dieciocho de noviembre de ese año, se cumplió la orden de


aprehensión solicitada en contra del quejoso **********, por lo que en
esa misma fecha le fue tomada su declaración preparatoria,
diligencia en la que se le hizo de su conocimiento los derechos que
consagra en su favor el artículo 20, Apartado “A” constitucional,
designó como su defensor al licenciado **********, para que lo
asistiera, e indicó que se reservaba su derecho a declarar; que no
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deseaba seguir declarando, ni contestar preguntas que le


formularan las partes (fojas 493 y 494, tomo I de la causa penal).

El diecinueve del mes y año citados, se le dictó auto de formal


prisión por considerarlo probable responsable del delito de
HOMICIDIO CALIFICADO previsto y sancionado en los artículos
123, párrafo único, 124 (hipótesis de cuando la muerte se deba a
las alteraciones causadas por la lesión en los órganos interesados)
y 138, fracción I, inciso b) (hipótesis de cuando es superior por el
número de los que intervengan con él), en agravio **********, en el
que se decretó la apertura del procedimiento ordinario (fojas 499
a 530, tomo I de la causa penal).

Abierta la instrucción, el Ministerio Público ofreció las


ampliaciones de declaración de los testigos **********, **********,
**********, **********, **********, **********, **********, **********,
**********, así como de **********, ********** y **********, **********,
********** y la del quejoso **********; la ratificación del parte
informativo que suscribieron los Técnicos de Seguridad Informantes
********** y ********** (fojas 664 y 665, Tomo I); por su parte el
Defensor de Oficio del quejoso, ofreció las ampliaciones de
declaración de los coprocesados y del quejoso, así como las
testimoniales a cargo de **********, ********** e ********** (foja 670,
tomo I de la causa penal).

En la audiencia de seis de enero de dos mil nueve, se


desahogaron las probanzas correspondientes a la ampliación de
declaración de **********, así como de los coprocesados **********,
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********** y de **********, quienes manifestaron no desear carearse


con las personas que declararon en su contra; asimismo, se
desahogaron las ampliaciones de los custodios ********** y **********,
de los testigos **********, **********, **********, **********, **********,
**********e ********** (fojas 715 a 721, Tomo I).

En diversa audiencia de desahogo de pruebas de fecha


veintinueve de enero de dos mil nueve, en el juzgado de la causa se
certificó, que con oficio suscrito por el Subdirector Jurídico del
Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, se informó que los testigos
**********, **********, **********, **********, **********, ya se
encontraban en libertad y que los testigos ********** y **********, no
se había encontrado dato alguno; en consecuencia se ordenó dar
vista al Ministerio Público adscrito, para que manifestara lo que a su
legal representación competía; vista que se desahogó mediante
escrito de cuatro de febrero del año dos mil nueve, manifestando
que debido a la inasistencia de los testigos y al no contar con
domicilio para su localización, solicitó se dejarán de recibir esas
ampliaciones de declaración y se le tuvieran por reproducidas en
todas y cada una de sus partes las rendidas ante su homólogo (foja
730 y 734, tomo I).

En diligencia de desahogo de pruebas de diecinueve de


febrero del año dos mil nueve, la Juez acordó, que ya obraba la
ratificación del parte informativo de los custodios ********** y
**********, por lo que tenía por desahogada esa diligencia; que
existía contradicción entre lo manifestado por el primero de los
nombrados con el testigo **********; por tanto, ordenó celebrar el
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careo procesal entre ambos, y toda vez que se encontraban


presentes en el local del juzgado, se llevaron a cabo los mismos; al
finalizar esa diligencia tanto el defensor de oficio como el quejoso y
coprocesados, se desistieron de la testimonial a cargo de **********
(fojas 737 y 738, Tomo I).

El juzgador de la causa al no existir probanza alguna


pendiente por desahogar, el diecisiete de marzo de dos mil nueve,
declaró agotada la instrucción por lo que el veinticinco de ese mes
y año se decretó cerrada; las partes presentaron sus respectivas
conclusiones; se llevó a cabo la audiencia correspondiente el
veintiuno de abril siguiente; en consecuencia, el veinticinco de mayo
de esa anualidad, se dictó sentencia condenatoria contra el quejoso
y otros; en consecuencia, el defensor de oficio del solicitante de
amparo y de sus cosentenciados, interpuso recurso de apelación,
que por razón de turno conoció la Primera Sala Penal del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal, quienes por resolución
de tres de septiembre de dos mil nueve, modificó la sentencia de
primer grado (fojas 774, 775, 786 a 825, 827 a 829, 831, tomo I, 2 a
70, 72, 83 a 99, tomo II de la causa penal).

Resolución de segunda instancia dictada conforme a las


disposiciones contenidas en las leyes, tanto sustantiva y adjetiva
penales vigentes en la época de los hechos (quince de abril de dos
mil ocho), expedidas con anterioridad al hecho delictuoso que se le
imputa, en donde se contempla y sanciona como delictiva la
conducta desplegada, además de haber sido juzgado por una
autoridad judicial previamente establecida.
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Por lo anterior, se considera que en el presente caso no se


conculcó en perjuicio del quejoso la garantía de audiencia
contenida en el párrafo segundo del artículo 14 constitucional, por
cuanto a que se observaron las formalidades esenciales del
procedimiento.

De ahí, que contrario a lo que esgrime el promovente de


garantías no fueron violadas las formalidades esenciales del
procedimiento en su perjuicio pues incluso, se hicieron valer los
recursos establecidos en la ley.

Sobre el particular, es aplicable la tesis de jurisprudencia


47/95 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
consultable en la página 133, Tomo II, Diciembre de 1995, Novena
Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta que dice:

“FORMALIDADES ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO.


SON LAS QUE GARANTIZAN UNA ADECUADA Y OPORTUNA
DEFENSA PREVIA AL ACTO PRIVATIVO. La garantía de audiencia
establecida por el artículo 14 constitucional consiste en otorgar al
gobernado la oportunidad de defensa previamente al acto privativo
de la vida, libertad, propiedad, posesiones o derechos, y su debido
respeto impone a las autoridades, entre otras obligaciones, la de que
en el juicio que se siga se cumplan las formalidades esenciales del
procedimiento. Estas son las que resultan necesarias para garantizar
la defensa adecuada antes del acto de privación y que, de manera
genérica, se traducen en los siguientes requisitos: 1) La notificación
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del inicio del procedimiento y sus consecuencias; 2) La oportunidad


de ofrecer y desahogar las pruebas en que se finque la defensa; 3)
La oportunidad de alegar; y 4) El dictado de una resolución que
dirima las cuestiones debatidas. De no respetarse estos requisitos,
se dejaría de cumplir con el fin de la garantía de audiencia, que es
evitarla indefensión del afectado.”

Así como la tesis de jurisprudencia 650, sustentada por el


Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito,
publicada a foja 533, del Tomo II, Materia Penal, del Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, que dice:

“PROCEDIMIENTO, FORMALIDADES DEL. No se violan las


reglas del procedimiento penal, si se cumplen debidamente las fases
procesales relativas, es decir, que con posterioridad a la
consignación el juez reciba al indiciado su declaración preparatoria
con las formalidades de ley, dicte auto de término constitucional y
desahogue las pruebas ofrecidas durante la instrucción; que
celebrada la audiencia de derecho, previa acusación del Ministerio
Público se dicte la sentencia correspondiente y que interpuesto
recurso de apelación, se tramite conforme a la ley y se resuelva,
analizando los agravios expresados”.

Asimismo, en la sentencia que constituye el acto reclamado,


se observó el principio de exacta aplicación de la ley en materia
penal, conforme a lo previsto en el párrafo tercero del artículo 14
constitucional, pues en el caso, no se aplicó aquélla por analogía
ni por mayoría de razón y se dictó conforme a las leyes
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expedidas con anterioridad a los hechos atribuidos al quejoso,


que encuadran en el tipo penal de HOMICIDIO CALIFICADO
previsto y sancionado en los artículos 123, párrafo único, 124
(hipótesis de cuando la muerte se deba a las alteraciones causadas
por la lesión en los órganos interesados) y 138, fracción I, inciso b)
(hipótesis de cuando es superior por el número de los que
intervengan con él), todos del Código Penal para el Distrito Federal;
además, se expusieron las razones por las cuales la autoridad
consideró que la conducta desplegada por el quejoso tenía
correspondencia unívoca con la hipótesis legal que citó como
fundamento, además que se expresaron los motivos para realizar el
juicio de tipicidad correspondiente.

Al respecto es aplicable la tesis aislada 1a. LXXXIX/2005,


consultable en la página 299, Tomo XXII, Agosto de 2005, Primera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Novena Época
del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, cuyo rubro y
texto es el siguiente:

“EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL. SIGNIFICADO


Y ALCANCE DE ESTA GARANTÍA CONTENIDA EN EL TERCER
PÁRRAFO DEL ARTÍCULO 14 DE LA CONSTITUCIÓN
FEDERAL. El significado y alcance de dicha garantía constitucional
no se limita a constreñir a la autoridad jurisdiccional a que se
abstenga de imponer por simple analogía o por mayoría de razón,
pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente
aplicable al hecho delictivo de que se trata, sino que también obliga
a la autoridad legislativa a emitir normas claras en las que se
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precise la conducta reprochable y la consecuencia jurídica por la


comisión de un ilícito, a fin de que la pena se aplique con estricta
objetividad y justicia; que no se desvíe ese fin con una actuación
arbitraria del juzgador, ni se cause un estado de incertidumbre
jurídica al gobernado a quien se le aplique la norma, con el
desconocimiento de la conducta que constituya el delito, así como la
de duración mínima y máxima de la sanción, por falta de disposición
expresa.”

En efecto, contrariamente a lo sostenido en los conceptos


de violación, la Sala responsable para pronunciar la sentencia
reclamada, se ajustó a los principios reguladores de valoración de la
prueba contenidos en los artículos 245, 246, 254, 261 y 286 del
Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, al
apreciarlos en lo individual y en su integridad en forma armónica, en
conciencia y legalidad, que generaron las presunciones suficientes
en contra del ahora solicitante de garantías, hasta considerarlas en
su conjunto como prueba plena, tomando en cuenta los hechos
denunciados y los probados, de ahí que, los elementos de
convicción aportados al proceso y el enlace natural más o menos
necesario entre la verdad conocida y la histórica buscada, se
apreciaron suficientes para dictar sentencia condenatoria,
razonamientos armónicos que constituyen motivación en el proceso
de valoración integral de los indicios del sumario.

Por lo que es infundado que se hayan violado las garantías


contenidas en el artículo 16 del Pacto Federal, en perjuicio del
promovente de amparo, porque contrariamente a lo sostenido en
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sus motivos de inconformidad la autoridad responsable cumplió


con la obligación de fundar y motivar su resolución, pues de
autos se advierte que tuvo por acreditado el delito de HOMICIDIO
CALIFICADO previsto y sancionado en los artículos 123, párrafo
único, 124 (hipótesis de cuando la muerte se deba a las
alteraciones causadas por la lesión en los órganos interesados) y
138, fracción I, inciso b) (hipótesis de cuando es superior por el
número de los que intervengan con él), todos del Código Penal para
el Distrito Federal, así como la plena responsabilidad penal en su
comisión, por lo que se ajustó a lo dispuesto por el primer párrafo
del artículo constitucional de referencia, al expresar los preceptos
legales aplicables así como los motivos y razones de carácter
jurídico, lógico y fáctico que lo llevaron a concluir que los hechos se
adecuaban a las hipótesis normativas que invocó; cumplió así con la
garantía de fundamentación y motivación.

Al caso, es aplicable el contenido de la tesis de jurisprudencia


139/2005, sustentada por la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, publicada en la página 162, Novena Época del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXII,
Diciembre 2005, que dice:

"FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS


RESOLUCIONES JURISDICCIONALES, DEBEN ANALIZARSE A
LA LUZ DE LOS ARTÍCULOS 14 Y 16 DE LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS,
RESPECTIVAMENTE. Entre las diversas garantías contenidas en el
segundo párrafo del artículo 14 de la Constitución Política de los
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Estados Unidos Mexicanos, sustento de la garantía de audiencia,


está la relativa al respeto de las formalidades esenciales del
procedimiento, también conocida como de debido proceso legal, la
cual se refiere al cumplimiento de las condiciones fundamentales
que deben satisfacerse en el procedimiento jurisdiccional que
concluye con el dictado de una resolución que dirime las cuestiones
debatidas. Esta garantía obliga al juzgador a decidir las
controversias sometidas a su conocimiento, considerando todos y
cada uno de los argumentos aducidos en la demanda, en su
contestación, así como las demás pretensiones deducidas
oportunamente en el pleito, de tal forma que se condene o absuelva
al demandado, resolviendo sobre todos los puntos litigiosos materia
del debate. Sin embargo, esta determinación del juzgador no debe
desvincularse de lo dispuesto por el primer párrafo del artículo 16
constitucional, que impone a las autoridades la obligación de fundar
y motivar debidamente los actos que emitan, esto es, que se
expresen las razones de derecho y los motivos de hecho
considerados para su dictado, los cuales deberán ser reales, ciertos
e investidos de la fuerza legal suficiente para provocar el acto de
autoridad. Ahora bien, como a las garantías individuales previstas
en la Carta Magna les son aplicables las consideraciones sobre la
supremacía constitucional en términos de su artículo 133, es
indudable que las resoluciones que emitan deben cumplir con las
garantías de debido proceso legal y de legalidad contenidas en los
artículos 14 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos. Así, la fundamentación y motivación de una resolución
jurisdiccional se encuentra en el análisis exhaustivo de los puntos
que integran la litis, es decir, en el estudio de las acciones y
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excepciones del debate, apoyándose en el o los preceptos jurídicos


que permiten expedirla y que establezcan la hipótesis que genere
su emisión, así como en la exposición concreta de las
circunstancias especiales, razones particulares o causas inmediatas
tomadas en consideración para la emisión del acto, siendo
necesario, además, que exista adecuación entre los motivos
aducidos y las normas aplicables al caso."

En efecto, del análisis de la sentencia reclamada y de las


constancias de autos, se advierte que la Sala responsable ajustó su
actuación a las garantías de legalidad y seguridad jurídica (hecha
excepción de la acreditación de la forma de participación del
quejoso y de la actualización del elemento subjetivo genérico dolo,
como se analizará en los apartados respectivos), al respetar los
principios de valoración de la prueba establecidos en los ordinales
45, 246, 253, 254, 261 y 286 del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal, los apreció e interrelacionó
legalmente a los que de manera separada les otorgó la calidad de
indicios y en su conjunto como integrantes de la prueba indiciaria,
cuyo valor demostrativo fue suficiente para sustentar la sentencia
reclamada, pues precisamente al ajustarse al procedimiento exigido
para ello, advirtió que se encontraban acreditados los elementos del
tipo penal, así como la plena responsabilidad del quejoso en su
comisión; bajo ese análisis, la Sala responsable llegó a la
conclusión de que eran suficientes y aptos para acreditar que el
quejoso adecuó su conducta al tipo penal que en abstracto prevé la
ley, según el segmento fáctico siguiente:
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El quince de abril de dos mil ocho, a las diecinueve horas con


treinta minutos, el ahora quejoso y los cosentenciados, arribaron al
**********, dos de aquellos procedieron a abrazar al ahora occiso
********** e inmediatamente y de manera agresiva, los [sujetos
activos] ordenaron a los ocupantes del dormitorio que salieran, por
lo que sólo se quedó con aquéllos **********; acto seguido, según los
testigos de los hechos, quienes se encontraban en el exterior,
escucharon ruidos indicativos de golpes, posteriormente, salieron
del lugar los sujetos activos, entre éstos **********, quienes cargaban
a **********, estaba inconsciente, con golpes y sangre en la cabeza y
se dirigían al servicio médico del centro penitenciario, en que dado
su grave estado de salud, fue trasladado al Hospital General
**********, donde posteriormente falleció; acción que fue resultado
objetivo de la conducta del ahora quejoso y sus cosentenciados.

Por lo que la autoridad responsable afirmó que ********** y


otros, privaron de la vida a **********, en consecuencia lesionaron de
esta forma el bien jurídico tutelado por la norma, que es la vida de
las personas; sin que se hubiese probado la situación prevista por el
artículo 29, fracción I, del Código Penal vigente, es decir, que la
acción se hubiera realizado sin la intervención de la voluntad de los
agentes y que operara como causa de exclusión del delito.

Determinación que la Sala responsable, apoyó en el estudio y


análisis de las evidencias e indicios derivados de los siguientes
medios de prueba existentes en el sumario:
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El escrito de fecha quince de abril de dos mil ocho, signado


por los internos y testigos **********, **********, **********, **********,
**********, **********, **********, **********, ********** y **********, por el
que hicieron en principio del conocimiento de los técnicos en
seguridad ********** y **********, que varios internos, entre éstos, el
ahora quejoso los sacaron de la estancia, después vieron cómo
sacaron cargando a **********quien iba lesionado y se dirigieron al
servicio médico; mencionaron que **********, estaba constantemente
en castigo y siempre que regresaba a la instancia causaba muchos
problemas, ya que es una persona muy conflictiva, que éste y otros
(refirieron entre éstos al quejoso **********), intimidaban, golpeaban
y extorsionaban a todas las personas nuevas que llegaban, lo que
era muy preocupante para ellos, ya que temían por su integridad
física; escrito que fue ratificado por quienes lo suscribieron ante la
Representación Social y reconocieron a los sujetos activos que
refirieron, entre éstos al solicitante de amparo, como quienes el día
de los hechos los sacaron de la estancia y escucharon cómo
golpeaban al interno **********, precisaron que por temor no
hicieron nada para evitar la agresión o auxiliar en cualquier
forma a aquél; el testigo ********** incluso agregó, “cuando
comenzaron a golpear escuché un putasote o un madrazo, quiero
decir un fuerte golpe… hasta se sintió la vibración en el piso, y
luego de este golpe ya no se escucharon quejidos”, que sí conoce a
los agresores.

Declaraciones que como correctamente lo apreció la Sala


responsable, se concatenan con la versión de **********, quien en lo
que interesa refirió, que estaba cobrando el dinero para la compra
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de agua para la estancia, cuando vio que tres o cuatro personas,


que refirió conocer, entre éstas al ahora quejoso **********, bajaban
cargando a un sujeto, inconciente y con manchas de sangre en la
ropa.

Entonces, es infundado que en el contenido de las


declaraciones de referencia se observen diferencias sustanciales,
porque ********** al igual que los demás, declaró que se
encontraban asignados al dormitorio cinco, zona cuatro, estancia
tres, pero cuando llegan a sacarlos, se refirieron a la estancia cinco,
sin aclarar en algún momento cuándo cambiaron de estancia; ya
que este aspecto en principio, no implica una diferencia sustancial,
pues pudo haber sido un error al asentar el lugar, no obstante,
tampoco con ello se desvirtúa que no hayan estado los sujetos
activos en el lugar de los hechos, pues no existe constancia alguna
de que no pertenecieran a la estancia cinco, así como tampoco, de
que en caso de que no fuera así, les estuviere prohibido su acceso
o que materialmente no lo pudieran hacer.

Asimismo, es inconducente e irrelevante que sostenga, que


algunos declararon que los hechos sucedieron el trece de abril de
dos mil ocho, y otros que el día quince; pues en todo caso, ello
constituiría una circunstancia accidental, que no repercutiría en lo
sustancial del evento, mayormente, si de constancias del sumario
se aprecia que acontecieron el día quince de abril del año citado,
como es la hoja de referencia de traslado de la fecha indicada,
respecto del ahora occiso **********, en donde se plasmó “…que fue
traído por sus compañeros de dormitorio… con traumatismo de
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cráneo… no responde a dolor ni a estímulo verbal… Se solicitó su


traslado urgente…”; también es irrelevante que el quejoso exponga,
que algunos dijeron que llevaban abrazando al pasivo y otros que
alguien gritó que se salieran; pues tales cuestiones contra lo que
pretende no tienen vinculación alguna, pues se trata de momentos
diferentes, el primero, cuando obligaron al pasivo a quedarse en la
estancia y el segundo, el proceder de los sujetos activos para
obligar a los testigos a salir de la misma.

Lo anterior, implica determinar infundado que no se pueda


establecer su culpabilidad con la inspección ocular, que describió
que el lugar estaba cubierto y, por ello, los testigos no pudieron ver
supuestamente la golpiza ni la intervención de cada sujeto activo;
pues no sólo se debe considerar ese elemento de convicción en
forma aislada, sino que su contundencia e idoneidad valorativa está
en vinculación con los demás indicios del sumario, de los que de la
existencia de alguno constatado, se confirman otros, con base en
un análisis circunstancial, que por la técnica de análisis, la
probabilidad de error en una apreciación valorativa que trasciende
en una decisión judicial es mínimo, de ahí la justificación de la
existencia de la prueba presuncional; entonces, la retractación de
las iniciales declaraciones de los testigos de los hechos, contra lo
alegado por el quejoso, no repercute en manera alguna en la
acreditación de la comisión del delito de homicidio atribuido al
quejoso, porque aquélla está sustentada con datos idóneos para
que se pudiera considerar verosímil, como el hecho de que un
custodio los obligó a realizar la denuncia por escrito para deslindar
responsabilidades; pues el contenido de su escrito lo ratificaron ante
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la autoridad investigadora, momento procedimental en que es


evidente que ya no tenían presión alguna como lo pretendieron
hacer valer, por lo que la valoración otorgada a sus iniciales
declaraciones fue correcta, en razón a la naturaleza de inmediatez,
que tienen mayor preponderancia sobre las posteriores, si aquéllas
no son desvirtuadas, como en el caso acontece.

Ahora bien, si de los testimonios de los testigos de los


hechos, se advierte que no intervinieron en el auxilio de la víctima
en cualquier forma, por temor a represalias, es infundado que el
quejoso refiera, que no es creíble que diez sujetos no pudieran
haberlo auxiliado, máxime si la caseta de vigilancia se encontraba a
unos metros; pues se insiste, sólo aquéllos como internos, al
conocer a los sujetos activos, sabían cómo podían actuar en caso
de que intervinieran, además es un aspecto subjetivo, de que en
ciertas condiciones las personas deban reaccionar en cierta forma,
pues ello corresponde sólo a lo individual, sin que sea regla
genérica y ordinaria como lo destacó el solicitante de amparo en su
motivos de disenso, que necesariamente bajo ciertas condiciones
se deba de actuar en una forma determinada.

Por tanto, fue correcto que a las testimoniales de referencia,


la Sala responsable les haya otorgado valor de indicio, al considerar
que satisfacían los extremos del numeral 255 del Código de
Procedimientos Penales para el Distrito Federal, al no ponderarlas
inhabilitadas para declarar, pues se trataba de personas que por su
edad e instrucción, denotan criterio necesario para apreciar el acto
sobre el cual declararon; además, no existían elementos que
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evidenciaran falta de probidad y dependencia de su posición en el


suceso, por lo que sus testimonios pueden estimarse imparciales,
dado que aquél lo conocieron por sí mismos, sus declaraciones
fueron claras, precisas, sin dudas ni reticencias, ni fueron obligados,
ni impulsados por engaño, error o soborno, no obstante el peso
específico que tengan en vinculación con los restantes elementos
probatorios, para verificar el alcance e idoneidad en su valoración;
en consecuencia no se alteró el contenido de la tesis que cita con el
rubro: “TESTIMONIAL. ANÁLISIS Y VALORACIÓN DE LA
PRUEBA”.

Además de resulta aplicable la tesis de jurisprudencia 352,


visible en la página 195, Tomo II, Materia Penal del Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, que dice:

“TESTIGOS, APRECIACIÓN DE SUS DECLARACIONES.


Las declaraciones de quienes atestiguan en proceso penal, deben
valorarse por la autoridad jurisdiccional, teniendo en cuenta tanto
los elementos de justipreciación concretamente especificados en las
normas positivas de la legislación aplicable, como todas las demás
circunstancias objetivas y subjetivas que, mediante un proceso
lógico y un correcto raciocinio conduzcan a determinar la
mendacidad o veracidad del testimonio subjúdice.”

También, la autoridad responsable consideró, entre otros, la


existencia de los siguientes medios de prueba:
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1. El contenido del parte informativo signado por los


Técnicos en Seguridad Víctor Manuel De la Cruz Rosas y Marco
Antonio Beltrán Santillán, el quince de abril de dos mil ocho, en
donde se asentó que aproximadamente a las diecinueve horas con
cincuenta minutos de ese día, al estar en la caseta de control del
dormitorio 5 y estar pasando la lista correspondiente, bajaron
cargando al interno ********** D-5-4-3, los internos **********,
**********, **********, todos del d-5-4-5 y ********** del D-5-4-8,
inconciente, llevándolo al servicio médico para su valoración, dando
parte al jefe inmediato, y al hacer la investigación pertinente, llegan
los internos del dormitorio 5-4-5, entregando un escrito de puño y
letra, en el cual dice quiénes eran los internos agresores;
[resultaron] los mismos reclusos que lo habían bajado y llevado al
servicio médico. Documental debidamente ratificada.

2. La inspección ministerial respecto del dormitorio cinco,


zona cuatro, estancia cinco, por lo que se ingresa al área de
dormitorios del reclusorio por la puerta principal de acceso a
población, la cual esta en dirección norte del área de oficina de
gobierno. (Foja 73).

3. Las impresiones fotográficas de la inspección practicada.


(Fojas 250 y 251).

4. La hoja de referencia/traslado de quince de abril de dos


mil ocho, suscrita por las médicos del Reclusorio Preventivo
Oriente, ********** y **********, a nombre de **********, como paciente.
(Foja 129).
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5. El reconocimiento del estado físico de **********, signado


por el doctor **********, el veintinueve de abril de dos mil ocho. (Foja
85).

6. La fe de acta de nota de defunción. (Foja 91).

7. La fe de cadáver y levantamiento del mismo, respecto


de una persona del sexo masculino que en vida respondiera al
nombre de ********** de treinta y un años de edad, en las
instalaciones del Hospital Genera**********. (Foja 94).

8. El dictamen en materia de criminalística signado por el


perito **********. (Foja 109 a133).

9. El testimonio de **********, ********** y **********, quienes


identificaron que el cuerpo sin vida correspondía a **********, pues
era su hermano de aquéllos (fojas 95, 97 y 173).

10. La fe de cadáver, reconocimiento del mismo (opcional),


de lesiones y de media filiación. (Foja 99).

11. Acta médica 125, de uno de mayo de dos mil ocho,


expedida por el doctor **********. (Foja 101 y 102).

12. Protocolo de necropsia y el dictamen en medicina,


respecto de la mecánica de lesiones. ( Fojas 128 a 129).
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Por tanto, la Sala responsable al estudiar los elementos del


tipo penal de HOMICIDIO CALIFICADO, advirtió que con la
conducta de acción positiva, se produjo un resultado material en
el mundo fáctico, consistente en el fallecimiento de **********; del
mismo modo se evidenció el nexo de causalidad entre la conducta
y el resultado producido que tuvo como consecuencia la privación
de la vida del sujeto pasivo; el objeto material del delito que en el
caso lo constituyen el cuerpo del sujeto pasivo, sobre quien recayó
la conducta, la lesión al bien jurídico tutelado por la norma, que
lo es la vida del sujeto pasivo, debido a que con la conducta
desplegada por el quejoso y otros interrumpieron en forma
permanente su derecho a la vida, al quedar comprobado que los
sujetos activos lesionaron al pasivo con un palo, tubo, contra la
pared, el suelo, e incluso con los pies y puños; puesto que ellos
eran cuatro y llevaron a cabo su acción en un espacio reducido, por
lo que el sujeto pasivo no tuvo ninguna oportunidad de defenderse,
provocándole un severo traumatismo craneoencefálico, que contrajo
como complicación una neumonía que produjo la muerte de
********** en cuanto a los sujetos activos, se estableció que no se
requiere de una calidad específica y, el sujeto pasivo como titular
del bien jurídico se identificó en la persona de quien en vida llevara
el nombre de **********.

Al respecto debe estimarse que es infundado el contenido


del segundo concepto de violación plasmado en la demanda de
amparo, pues si bien es verdad la existencia de la tesis aislada
emitida por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
con el rubro: “LESIONES, LA OMISION EN EL CODIGO PENAL
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DEL ESTADO DE NUEVO LEON DE PREVER UN PLAZO


DENTRO DEL CUAL SE DEBEN TENER COMO MORTALES,
VIOLA LAS GARANTÍAS DE EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY
Y DE OBSERVANCIA DE LAS FORMALIDADES ESENCIALES
DEL PROCEDIMIENTO.” También lo es que no resulta aplicable al
caso de análisis, en primer lugar, porque se refiere a una legislación
distinta al Código Penal del Distrito Federal y en segundo, es un
criterio aislado que en términos del artículo 192 de la Ley de
Amparo, no resulta de aplicación obligatoria al no constituir
jurisprudencia; máxime que el artículo 124 del Código Penal para el
Distrito Federal, no ha sido declarado inconstitucional, ni el quejoso
alegó concepto de violación alguno al respecto, por lo cual para este
Tribunal Colegiado de Circuito, no es factible considerar que la falta
de temporalidad precisada en el numeral mencionado resulte
violatoria del artículo 14 constitucional o que sean trasgredidas las
formalidades al procedimiento como se sostiene en la ejecutoria que
dio origen a la tesis invocada en el segundo concepto de violación,
por el contrario debe atenderse al contenido del voto particular que
en ese asunto (amparo directo en revisión 670/93) emitió el
entonces Ministro Genaro Góngora Pimentel, en el sentido de que:

“El principio de legalidad tiene su razón de ser en permitir la


defensa de los particulares que en un momento determinado se
coloquen en los supuestos de un tipo penal. Siguiendo con el
ejemplo del delito de "homicidio" sin sujeto pasivo, se ve claro que
quien se situara en esa hipótesis no tendría posibilidad de defensa
en virtud de que cualquier privación de vida por absurda que
pareciera, lo colocaría como sujeto activo del mismo, y es claro que
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quedaría en manos del juzgador determinar su situación legal, de


manera es que el principio de legalidad tiene como fundamento
primordial la defensa de los gobernados.
…no se viola esta garantía, …porque…en ningún momento
deja en estado de indefensión a quien se ubica en sus supuestos,
ya que establece que la exactitud de la relación causal entre la
herida mortal y la muerte, corresponde calificarla al médico legista
mediante el respectivo certificado. Lo contrario se podría prestar a
múltiples injusticias e incluso inexactitudes.
Ciertamente, en la norma que nos ocupa, para considerar el
legislador una lesión como mortal, se basa en elementos objetivos,
tales como dictámenes médicos y autopsia, susceptibles de ser
comprobados y desvirtuados, en su caso; con lo que en ningún
momento se deja en estado de indefensión al procesado.”

En consecuencia, tampoco resultan aplicables la tesis con


rubros “LESIONES, REQUISITOS PARA CONSIDERARLAS
MORTALES.” y “HOMICIDIO, FALTA DE RELACIÓN DE
CAUSALIDAD ENTRE LAS LESIONES Y EL.”, pues en el caso, no
existe duda fundada respecto de que a causa del traumatismo
craneoencefálico derivó la neumonía presentada por el ahora
occiso, de ahí que se actualice el nexo causal entre las lesiones
inferidas por el quejoso y sus cosentenciados con el resultado
muerte, porque desde un inicio las lesiones que presentó el ahora
occiso fueron consideradas graves; pues de otra forma, no se
explica que el mismo día quince de abril de dos mil ocho, haya sido
trasladado a un hospital con mayores recursos médicos técnicos
que los que tiene la enfermería del Reclusorio Preventivo Varonil
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Oriente donde acontecieron los hechos; por tanto, fue correcto que
la Sala responsable haya ponderado el protocolo de necropsia en
donde se determinó que **********, falleció de las alteraciones
viscerales y tisulares causadas en los órganos interesados por
neumonía, complicación determinada por el traumatismo
craneoencefálico, causado por mecanismo de contusión por objeto
vulnerante de bordes romos, duro, pudiendo ser palo, tubo, suelo,
pared, pies, puños; es decir, la neumonía resultó como una
complicación por el traumatismo craneoencefálico, sufrido con
motivo de las lesiones inferidas el día de los hechos, lo cual
médicamente resulta factible que se presentara al haber estado
expuesto el cuerpo del ahora occiso a la entrada de bacterias
ocasionantes de la neumonía precisamente a través de las heridas
producidas por el golpe craneoencefálico que sufrió el día de los
hechos; de ahí que no le asista la razón en alegar en su
demanda de amparo que no se acreditó el nexo causal, pues en el
caso, la autoridad responsable implícitamente adoptó la
denominada teoría de la equivalencia de las condiciones, la cual
implica atribuir “el carácter de causa a toda condición que concurra
a la realización del resultado, ya que las lesiones y sus
consecuencias inmediatas o las complicaciones determinadas por
dichas lesiones, constituyen causas eficientes en orden al
resultado.”

Resulta aplicable la tesis sustentada por la Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la Séptima
Época del Semanario Judicial de la Federación, 32, Segunda Parte,
página 41, que dice:
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“HOMICIDIO, LESIONES MORTALES EN CASO DE


(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE VERACRUZ). El artículo 230 del
Código Penal del Estado de Veracruz, al señalar que lesiones se
tendrán por mortales en caso de homicidio, adopta la teoría
doctrinaria de la equivalencia de las condiciones, al atribuir el
carácter de causa a toda condición que concurra a la realización del
resultado, ya que las lesiones y sus consecuencias inmediatas o las
complicaciones determinadas por dichas lesiones, constituyen
causas eficientes en orden al resultado.”

Del mismo modo si bien se evidenció el elemento subjetivo


dolo, toda vez que en apreciación de la autoridad responsable se
conjuntaron los dos elementos que lo conforman, porque la acción
fue ejecutada con la conciencia de lo que se quiere –momento
intelectual- y con la decisión de querer realizarla -momento volitivo-,
ya que es obvio que los sujetos activos del delito, entre ellos, el
quejoso al lesionar al sujeto pasivo, produjeron el resultado mortal,
también lo es que este elemento es un dolo eventual, en términos
del párrafo primero y segundo del numeral 18 del Código Penal para
el Distrito Federal, es decir, de constancias se observa que el
quejoso y sus cosentenciados el día quince de abril de dos mil ocho,
previendo la probabilidad de un resultado ilícito, aceptó así la
eventualidad de su realización, esto por haber participado en la
golpiza del ahora occiso donde le causaron lesiones que se
clasificaron como mortales, resultado que previeron como posible,
ya que no era el objetivo inicial, tan es así que una vez que lo
lesionaron, lo llevaron a la enfermería del centro penitenciario para
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que lo atendieran de las lesiones que presentó; de lo que se infiere


el conocimiento de su conducta antijurídica como lo es golpear entre
todos los participantes al ahora occiso; por tanto, de la mecánica de
los hechos llevados a cabo por el solicitante de amparo y sus
cosentenciados, su conducta la realizaron con dolo eventual, por lo
que la Sala responsable deberá considerar que la acción típica de
homicidio fue cometida con dolo eventual, por tanto, deberá suprimir
lo relativo al dolo directo, lo cual deberá reflejarse al tiempo de la
individualización de las sanciones a imponer, circunstancia que
implica la concesión del amparo solicitado.

Es ilustrativa la tesis III 2º. P. 8 P., publicada en la Novena


Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, II,
Diciembre de 1995, página 527, que dice:

“HOMICIDIO, DELITO DE. DOLO EVENTUAL. El hecho de


que el quejoso señale, que no tuvo la certeza de que se privaría de
la vida al pasivo, dado que con su coacusado no existió un acuerdo
o concierto previo para cometer el delito de homicidio (dolo directo),
no lo exime de responsabilidad, ya que, de autos se desprende que
ambos convinieron en causarle un mal al hoy occiso, esto es,
golpearlo, ocasionarle un menoscabo en su salud u otras conductas
análogas, todas ellas antijurídicas, en las cuales estuvo de acuerdo
en participar, y que podían traer como resultado el fallecimiento del
ofendido, situación en la que sin lugar a dudas existió en la
conducta del sentenciado dolo eventual, esto es, que aun cuando
no conocía con certeza la existencia de los elementos requeridos
por el tipo objetivo, aceptó la posibilidad del resultado.”
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Igualmente es aplicable la tesis número 1a. CV/2005, emitida


por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
visible en la página 207 del tomo XXIII, Marzo de 2006, Novena
Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que
dice:

“DOLO DIRECTO Y DOLO EVENTUAL. DIFERENCIAS. Del


artículo 8o. del Código Penal Federal, se desprende que los delitos
pueden ser dolosos o culposos. El dolo significa la conciencia y
voluntad de realizar el tipo objetivo de un delito. Por ello, un delito
tiene este carácter, cuando el sujeto activo lo comete conociendo
los elementos del tipo penal o previendo como posible el resultado
típico y, aun así, quiere o acepta la realización del hecho descrito
por la ley. El dolo, a su vez, admite dos modalidades: directo y
eventual. El primero se puede asimilar a la intención, lo que el
sujeto persigue directamente y abarca todas las consecuencias que,
aunque no las persiga, prevé que se producirán con seguridad;
mientras que el dolo eventual se presenta cuando el sujeto activo no
persigue un resultado y tampoco lo prevé como seguro, sino que
sólo prevé que es posible que se produzca, pero para el caso de su
producción lo asume en su voluntad.”

Por otra parte, la Sala responsable tuvo por acreditada la


intervención del quejoso, en términos de lo dispuesto por la fracción
II del ordinal 22 del Código Penal para el Distrito Federal, al
considerar que la conducta típica penal la realizó conjuntamente con
otros tres sujetos activos, teniendo el codominio funcional del hecho
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y con ánimo de dominio realizaran el hecho delictivo de privar de la


vida a **********; sin embargo, esta afirmación, no resulta del todo
acertada porque la participación del quejoso en la comisión del
ilícito de HOMICIDIO que se les atribuye en agravio de **********,
fue en autoría indeterminada, a que se refiere el artículo 26 del
Código Penal para el Distrito Federal, que establece: “Cuando
varios sujetos intervengan en la comisión de un delito y no pueda
precisarse el daño que cada quien produjo”; en atención que existe
acreditada la intervención de varios sujetos en la preparación y
ejecución de la conducta típica, en donde no existió un previo
acuerdo entre los participantes con la finalidad específica de privar
de la vida al también interno **********; sin embargo, de la conducta
del ahora quejoso y sus cosentenciados, desplegada el quince de
abril de dos mil ocho, a las diecinueve horas con treinta minutos,
arribaron **********, dos de aquéllos procedieron a abrazar al ahora
occiso ********** e inmediatamente y de manera agresiva, los
inculpados ordenaron a los ocupantes del dormitorio que salieran,
por lo que sólo se quedó con aquéllos **********; acto seguido,
según los testigos de los hechos, quienes se encontraban en el
exterior escucharon ruidos, indicativos de golpes, posteriormente,
salieron del lugar los sujetos activos, entre éstos **********, quienes
cargaban a **********, quien estaba inconsciente, con golpes y
sangre en la cabeza y se dirigían al servicio médico del centro
penitenciario, en que dada su grave estado de salud, fue trasladado
al Hospital General **********, donde posteriormente falleció; lo que
se determinó pericialmente con los resúmenes hospitalarios del
sujeto pasivo de manera inicial del nosocomio citado, con el acta
médica, ya que el médico cirujano detalló las lesiones que
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presentaba aquél en el exterior de su cuerpo, dictámenes de


criminalística en los que se determina la posición en donde se
encontraban los golpes del pasivo; de necropsia en donde los
peritos médicos determinaron en el sentido de que ********** falleció
de las alteraciones viscerales y tisulares causadas en los órganos
interesados por neumonía, complicación determinada por el
traumatismo craneoencefálico, causado por mecanismo de
contusión por objeto vulnerante de bordes romos, duro, pudiendo
ser palo, tubo, suelo, pared, pies, puños.

En tales condiciones la intervención del solicitante de amparo


en la comisión del delito de HOMICIDIO en agravio de ********** es
en autoría indeterminada a que se refiere el numeral 26 del
Código Penal para el Distrito Federal, ya que no hay elementos
probatorios suficientes para establecer cuál de los sujetos activos,
entre ellos, el quejoso, fue el causante de las lesiones letales a la
víctima, como participantes de los hechos de esa naturaleza, por
existir incertidumbre sobre la autoría material de los procesados en
su comisión, lo que también debe reflejarse al tiempo en el apartado
de la individualización, pues la punibilidad para esta clase de
participación (autoría indeterminada) está prevista en el artículo 82
del Código Penal para el Distrito Federal.

En consecuencia todos y cada uno de los conceptos de


violación dirigidos a destacar la inexistencia de la coautoría, se
encuentran superados por los razonamientos anteriores. En tales
condiciones, debe concederse la protección federal en cuanto a
este apartado se refiere.
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Por otra parte, fue correcto que la Sala responsable


considerara que el delito de HOMICIDIO, se cometió bajo la
calificativa de VENTAJA, a que se refiere el artículo 138, párrafo
primero, fracción I, inciso b (por el número de los que
intervengan con él) del Código Penal para el Distrito Federal, toda
vez que quedó demostrado que la acción realizada en contra de
**********, fue ejecutada por el quejoso con otras tres personas, lo
que significa que el número de sujetos activos, fue mayor al sujeto
pasivo, sin haberse demostrado cuál fue su intervención particular al
momento del hecho, ya que no se cuentan con datos de quién fue el
que ocasionó las lesiones que resultaron mortales; circunstancias
que la autoridad responsable correctamente acreditó con el escrito
de fecha quince de abril de dos mil ocho, signado por los internos y
testigos **********, **********, **********, **********, **********, **********,
**********, **********, ********** y **********, y su respectiva ratificación,
quienes hicieron en principio del conocimiento de los técnicos en
seguridad ********** y **********, que varios internos, entre éstos el
ahora quejoso los sacaron de la estancia, después vieron cómo
sacaron cargando a ********** quien iba lesionado y se dirigieron al
servicio médico; asimismo, reconocieron a los sujetos activos que
refirieron, entre éstos al solicitante de amparo, como quienes el día
de los hechos los sacaron de la estancia y escucharon cómo
golpeaban al interno **********, precisaron que por temor no
hicieron nada para evitar la agresión o auxiliar en cualquier
forma a aquél; el testigo ********** incluso agregó, “cuando
comenzaron a golpear escuché un putasote o un madrazo, quiero
decir un fuerte golpe… hasta se sintió la vibración en el piso, y
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luego de este golpe ya no se escucharon quejidos”, que sí conoce a


los agresores.

Aunado al protocolo de necropsia y el dictamen en


medicina, respecto de la mecánica de lesiones, en el sentido de
que ********** falleció de las alteraciones viscerales y tisulares
causadas en los órganos interesados por neumonía, complicación
determinada por el traumatismo craneoencefálico, causado por
mecanismo de contusión por objeto vulnerante de bordes romos,
duro, pudiendo ser palo, tubo, suelo, pared, pies, puños; elementos
de prueba que también fueron valorados y acreditan la conciencia
de superioridad que tenían los sujetos activos sobre el pasivo, por
el número de los que intervenían.

Bajo estas consideraciones, al acreditarse la circunstancia


calificativa la autoridad responsable concluyó con acierto que se
encuentra acreditado el delito de HOMICIDIO CALIFICADO.

Entonces, del análisis de la sentencia reclamada, se aprecia


salvo lo relativo a la acreditación del dolo directo y forma de
intervención, que la autoridad responsable no infringió los
principios reguladores de la valoración de las pruebas, ya que
tras ponderar todos y cada uno de los medios de convicción, arribó
a la conclusión de que con ellos se acreditaban los elementos del
delito de referencia, apegándose la autoridad responsable a los
dispositivos legales adjetivos correspondientes a la valoración de
las pruebas, además que en materia penal, la ley procesal, en
particular, las normas relativas a la recepción y valoración
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probatoria, revelan la tendencia de que el juzgador llegue al


convencimiento real de la verdad de los hechos, lo que sí sucedió
en la especie, en que la autoridad responsable, con la valoración de
los medios probatorios, adminiculados y relacionados entre sí,
arribó a la verdad conocida.

Es aplicable al respecto, la tesis de la Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la página
1145, Tomo CIII, Quinta Época del Semanario Judicial de la
Federación, que dice:

“PRUEBA EN MATERIA PENAL.- En materia penal la ley


procesal, en particular las normas relativas a la recepción y
valoración de las pruebas, revelan la tendencia de que el juzgador
llegue al convencimiento real de la verdad y no simplemente a una
situación convencional de los hechos y de la responsabilidad o
irresponsabilidad del acusado.”

En cuanto al juicio de tipicidad, se tomaron en cuenta las


circunstancias exteriores de ejecución de los hechos, la naturaleza y
eficacia de las pruebas, especialmente, el enlace lógico y natural
entre ellas, concluyéndose que se encuentran satisfechos los
extremos de las normas preceptivas contenidas en los artículos 123
y 138 del Código Penal para el Distrito Federal.

La antijuridicidad se estimó demostrada, al haberse


acreditado la existencia de una conducta típica, indicio de
antijuridicidad, entendida como la relación de contradicción
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existente entre la conducta desplegada por el solicitante de amparo


y el ordenamiento legal, sin que la acción típica se encontrara
amparada por alguna norma de carácter permisivo, esto es, sin que
existiera una causa de justificación o licitud, como un aspecto
negativo de la antijuridicidad, que en este caso, el actuar del sujeto
activo del delito no estaba amparado por un estado de necesidad
justificante, ejercicio de un derecho o cumplimiento de un deber, por
lo que al no operar en su actuar alguna norma permisiva, de
conformidad con lo previsto en las fracciones III, IV y V del numeral
29, de la legislación sustantiva de la materia aplicable
consecuentemente se está en presencia de un injusto penal.

Estuvo en lo correcto la autoridad responsable al tener por


acreditada la culpabilidad del quejoso, luego de demostrarse los
elementos que la integran como son la imputabilidad, el
conocimiento de la antijuridicidad y la exigibilidad de otra
conducta, porque está acreditado que el quejoso al momento de
realizar el hecho típico tenía la capacidad de comprender el carácter
ilícito de su conducta y de conducirse conforme a esa comprensión,
ya que resultó mayor de edad, además de que no existe elemento
de convicción que le permitiera a la Sala inferir que al momento de
desplegar la conducta típica penal se encontrara bajo algún
trastorno mental, o que padeciera desarrollo intelectual retardado
que le impidiera el pleno uso de sus funciones mentales y como
consecuencia de ello no estuviera en condiciones de comprender o
conducirse de acuerdo a esa comprensión, ya que tanto de las
actuaciones ministeriales como judiciales practicadas, no se
desprende que padeciera algún padecimiento mental, pues se
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condujo de manera coherente; por lo que quedó acreditada la


imputabilidad del enjuiciable; también quedó demostrado que al
momento de la comisión del delito, el quejoso, no actúo bajo un
error de prohibición directo o indirecto, invencible o vencible
respecto de la ilicitud de su conducta (error de prohibición), ya sea
porque desconociera la existencia de la ley (directo), o el alcance de
la misma (indirecto), o bien porque creyera que estaba justificada;
igualmente el impetrante de garantías, al cometer los hechos, le era
exigible llevar a cabo una conducta diversa a la que realizó, ya que
estuvo en posibilidad de observar un comportamiento distinto al
cometido, en tanto le era exigible un comportamiento diverso al
realizado, al no estar comprobado que hubiera obrado bajo un
estado de necesidad exculpante o bajo coacción, por lo que fue
correcto que la responsable tuviera por acreditado tal extremo.

Así, fue correcto que la responsable tuviera por demostrada


la plena responsabilidad penal del quejoso, en la comisión del
delito de HOMICIDIO CALIFICADO, en términos de lo que
establece el artículo 261 del Código de Procedimientos Penales
para el Distrito Federal, pues del análisis que hizo la Sala de los
elementos de convicción que constan en autos fueron
correctamente analizados y valorados, llegó a la conclusión de que
los mismos concatenados de manera lógica y natural y, apreciados
en su conjunto llevan de la verdad conocida a la que se busca,
hasta integrar la prueba circunstancial con valor probatorio pleno en
términos del mencionado numeral del código adjetivo penal.
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Cierto, si se parte de la base que la prueba circunstancial se


apoya en el valor incriminatorio de los indicios y tiene como punto
de partida, hechos y circunstancias que estén probados y de los
cuales se trata de desprender su relación con el hecho inquirido,
esto es, ya un dato por completar, ya una incógnita por determinar,
ya una hipótesis por verificar, lo mismo sobre la materialidad del
delito que sobre la identificación del culpable y acerca de las
circunstancias del acto incriminatorio, se concluye al igual que la
Sala responsable, en el sentido de que los medios de convicción
que obran en autos de la causa penal de origen son aptos y
suficientes para acreditar la corporeidad del delito y demostrar en
forma plena la responsabilidad del quejoso en la comisión del ilícito
que se le imputa, por lo que, con base en dichas constancias, se le
ubicó en las circunstancias de tiempo, modo y lugar en relación con
los hechos ilícitos que se le reprocha.

Es aplicable, la tesis de jurisprudencia número 276,


sustentada por la actual Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, visible en la página 201, Primera Parte, Tomo
II, del Apéndice en consulta, que dice:

"PRUEBA INDICIARIA, CÓMO OPERA LA, EN MATERIA


PENAL. En materia penal, el indicio atañe al mundo de lo fáctico,
porque es un hecho acreditado que sirve de medio de prueba, ya no
para probar, sino para presumir la existencia de otro hecho
desconocido; es decir, existen sucesos que no se pueden demostrar
de manera directa por conducto de los medios de prueba regulares
como la confesión, testimonio o inspección, sino sólo a través del
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esfuerzo de razonar silogísticamente, que parte de datos aislados,


que se enlazan entre sí, en la mente, para llegar a una conclusión."

Atento a lo anterior, la Sala responsable debidamente


concatenó todos y cada uno de los medios de convicción existentes
en la causa, hasta integrar la llamada prueba circunstancial, actuar
que realizó al justipreciar de forma razonada y clara los indicios que
las mismas arrojaron y que le llevaron con acierto a concluir que fue
el quejoso y otros, golpearon al sujeto pasivo.

Por tanto, como lo advirtió la Sala responsable, no es óbice a


lo anterior, la retractación de la inicial declaración del quejoso, en
que refirió, que **********, les pidió que le ayudaran a llevar al
servicio médico a **********, ni tampoco lo dicho por los testigos de
descargo ********** e **********, en el sentido de que vieron cuando
********** gritó a **********, que le invitara una droga, le quiso meter
las manos al pantalón de éste, por lo que lo aventó; aquél cayó y ya
no se paró; pues independientemente de que no demostraron sus
versiones con indicios idóneos, su peso específico, no desvirtúan
los elementos de cargo del sumario, que cuya vinculación sostienen
la legalidad del acto reclamado, de ahí que, no se vulneró el
principio de inocencia como el quejoso lo aduce, pues éste subsiste
hasta en tanto no se emite sentencia ejecutoria, que como en el
caso, como ya se afirmó, se justificó su legalidad.

Al respecto, resulta aplicable la tesis de jurisprudencia


V.4o.J/3, visible en la página 1105, Tomo XII, Julio de 2005, Novena
Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que
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dice:

“INCULPADO. LE CORRESPONDE LA CARGA DE LA


PRUEBA CUANDO LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA QUE EN
PRINCIPIO OPERA EN SU FAVOR, APARECE DESVIRTUADA
EN LA CAUSA PENAL. Si del conjunto de circunstancias y pruebas
habidas en la causa penal se desprenden firmes imputaciones y
elementos de cargo bastantes para desvirtuar la presunción de
inocencia que en favor de todo inculpado se deduce de la
interpretación armónica de los artículos 14, párrafo segundo, 16,
párrafo primero, 19, párrafo primero, 21, párrafo primero y 102,
apartado A, párrafo segundo, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, y por otro lado, el encausado rechaza
las imputaciones y niega el delito, o su participación culpable en su
actualización, éste necesariamente debe probar los hechos
positivos en que descansa su postura excluyente, sin que baste su
sola negativa, no corroborada con elementos de convicción
eficaces, pues admitir como válida y por sí misma suficiente la
manifestación unilateral del inculpado, sería destruir todo el
mecanismo de la prueba circunstancial y desconocer su eficacia y
alcance demostrativo.”

Entonces, la versión de su cosentenciado, no impide tener


por demostrada su responsabilidad penal en el delito de que se
trata, pues tal extremo aparece probado mediante el enlace y
apreciación conjunta con los medios de prueba que obran en la
causa penal, los que fueron valorados legalmente por la autoridad
responsable, por lo que también deviene infundado lo alegado por
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el quejoso en el sentido de que no existen pruebas de su


intervención en el delito de homicidio que se le atribuye, porque
como se analizó, se trata de una autoría indeterminada.

Asimismo, es infundado, el argumento del quejoso, al referir


que la Sala Penal realizó una incorrecta valoración de las pruebas,
ya que la conducta desplegada por aquél se encuentra tipificada por
la legislación penal aplicable al delito de HOMICIDIO CALIFICADO,
previsto por los artículos 123 y 138 fracción I inciso b) todos del
Código Penal para el Distrito Federal, tal y como correctamente, lo
concluyó la autoridad responsable, al apreciar conforme a las reglas
procesales aplicables al caso, los elementos recabados en la causa
penal; y por tanto es típica, contraria a derecho (antijurídica) y el
impetrante del amparo es culpable penalmente.

Así, en forma inversa a lo planteado en los conceptos de


violación, las pruebas allegadas al sumario fueron adecuadamente
justipreciadas como indicios, cuya vinculación global permitió a la
autoridad responsable estimar satisfechos los extremos referentes a
la comprobación del delito de HOMICIDIO CALIFICADO y su
responsabilidad penal en su comisión, con la salvedad de que su
acción fue con dolo eventual y en autoría indeterminada.

Por las anteriores consideraciones, este Tribunal Colegiado


de Circuito estima que la sentencia reclamada en los aspectos
examinados hecha excepción de las categorías mencionadas (dolo
eventual y autoría indeterminada), no infringe garantías en
perjuicio del quejoso.
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SEXTO. INDIVIDUALIZACIÓN PENAL. Obra de las fojas 24


a 27 vuelta del toca penal 916/2009.

SÉPTIMO. ESTUDIO DE LA INDIVIDUALIZACIÓN PENAL.


Respecto de la individualización de la pena, este Tribunal Colegiado
de Circuito aprecia que la Ad quem responsable para determinar el
grado de culpabilidad del peticionario de amparo, se apoyó en lo
dispuesto por los artículos 70 y 72 del Código Penal para el Distrito
Federal, e hizo uso prudente y adecuado del arbitrio judicial
para estimar el grado de culpabilidad del sentenciado, esto es,
si bien consideró:

Que el medio empleado para ejecutar su conducta fueron


sus propios medios; la magnitud del daño causado al bien jurídico
fue de grave entidad, toda vez que la vida representa el bien jurídico
de mayor valor para las personas; las circunstancias exteriores de
ejecución del ilícito ya había sido precisadas; que los sujetos
activos, entre ellos, el solicitante de amparo ********** y el pasivo
(**********) no existe algún vínculo; que no se requiere alguna
calidad específica en los mencionados.

Que respecto a las peculiaridades del sentenciado, se


advertía que en la época de los hechos, ********** indicó ser
originario del Distrito Federal, nacionalidad mexicana, de treinta y
tres años de edad, vivir en unión libre, con instrucción secundaria;
todos con domicilio en el Reclusorio Preventivo Oriente de esta
ciudad; que los motivos que impulsaron a delinquir al acusado, en
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función de la mecánica de los hechos, consistieron en privar de la


vida a **********; que las condiciones fisiológicas y psíquicas en
que se encontraba el solicitante de amparo al momento de la
comisión del delito eran normales, puesto que no existe prueba en
contrario; del estudio de personalidad practicado a ********** (fojas
741 a 743), se desprendía que es un sujeto que no mide ni planea
las consecuencias de sus acciones, sin importarle involucrar a
terceros, es manipulador e impulsivo.

Por otra parte, fue correcto que la autoridad responsable no


considerara para efectos de individualización de las sanciones lo
relativo a los antecedentes penales del quejoso y lo relativo a la
referencia de delincuente habitual; que destacara como datos
desfavorables para éste las circunstancias de ejecución del ilícito de
homicidio calificado; y que estimara que después de perpetrar el
delito, al ver inconsciente a la víctima el quejoso ********** y sus
cosentenciados lo hayan llevado al servicio médico, aunque
finalmente falleció.

No obstante lo anterior, como en la individualización de la


pena, la autoridad responsable consideró que se había acreditado
una coautoría y un dolo directo; sin embargo, como se afirmó en el
considerado quinto de esta ejecutoria, se acredita una autoría
indeterminada y un dolo eventual; lo que implica que la autoridad
responsable deba atender a la punibilidad establecida en el artículo
128 en relación con el 82 del Código Penal para el Distrito Federal y
no debe considerar un dolo directo para graduar la culpabilidad del
quejoso e imponer las penas.
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En consecuencia, lo precedente es conceder la protección


constitucional que solicita **********, contra actos de la Primera
Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal,
para el efecto de que deje insubsistente la resolución reclamada y
en lugar emita otra en la que reitere lo referente a la demostración
del delito de HOMICIDIO CALIFICADO y la responsabilidad penal
del quejoso en su comisión, y se abstenga de considerar
demostrada la intervención del quejoso en coautoría y un dolo
directo y, en consecuencia, toda vez que al individualizar las
sanciones consideró como parte del delito esas categorías jurídicas,
deberá realizar una nueva individualización en la que deberá
considerar la punibilidad establecida en el artículo 82 del Código
Penal para el Distrito Federal y especificar la actualización de un
dolo eventual, no directo, para imponer las penas que
correspondan, las que no podrán ser superiores a las establecidas
en la sentencia reclamada.

Apoya lo anterior, por identidad jurídica el criterio contenido


en la tesis 2135, Séptima Época, Primera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, consultable en el Apéndice 2000, Tomo II,
Materia Penal, página 1006, que dice:

“PENA, INDIVIDUALIZACIÓN DE LA, EN SEGUNDA


INSTANCIA, AL ELIMINARSE UNA MODALIDAD O UN DELITO
DE LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA.- Esta Sala
mantiene el criterio de que si se suprime en la apelación la condena
por un delito si la sentencia de primer grado fue por varios, e incluso
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en el caso de delitos contra la salud si se suprime una modalidad,


debe disminuir la cantidad de la pena impuesta, pero ese criterio
parte de la base en que el apelante es únicamente el acusado; sin
embargo, cuando concurren en la apelación el Ministerio Público y
la defensa y versa la del representante social precisamente sobre lo
inadecuado de la pena por estimarla baja, puede el tribunal de
alzada, no obstante absolver por un delito, aumentar la pena si es
que declara fundados los agravios del Ministerio Público.”

Así como las consideraciones contenidas en la jurisprudencia


340, Séptima Época, de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, localizable en el Apéndice 2000, Tomo II,
Materia Penal, página 249, que establece:

“SALUD, DELITO CONTRA LA. INDIVIDUALIZACIÓN DE


LA PENA EN SEGUNDA INSTANCIA CUANDO SE SUPRIME
UNA MODALIDAD.- En los casos del delito contra la salud, cuando
sea eliminada en segunda instancia una modalidad, debe dicha
eliminación repercutir en la cuantía de la pena, porque si bien es
cierto que el delito genérico contra la salud es único, también es
verdad que a mayor o menor número de modalidades infringidas,
corresponde mayor o menor sanción.”

Ahora aún pronunciada la concesión de amparo, es dable


especificar que en lo que corresponde a la pena de prisión, fue
correcto lo señalado por la autoridad responsable, de que ésta la
deberá compurgar en el lugar que al efecto designe la Dirección
Ejecutiva de Sanciones Penales de la Secretaría de Gobierno del
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Distrito Federal, con abono de la preventiva sufrida, por motivo de la


causa, a partir del dieciocho de noviembre del dos mil ocho;
aspectos que la Sala deberá reiterarlos en la sentencia que dicte en
cumplimiento de la ejecutoria de amparo.

Respecto de la reparación del daño material, es correcto que


la Sala responsable, con fundamento en los artículos 37, 42, 43 47
y demás relativos del Código Penal, en relación con el 500 y 502,
de la Ley Federal del Trabajo, haya condenado al sentenciado de
mérito y cosentenciados, al pago de SESENTA DÍAS del salario
mínimo vigente al momento del delito atribuido, por concepto de
gastos funerarios, que en efecto asciende a la cantidad de TRES
MIL CIENTO CINCUENTA Y CINCO PESOS CON CUARENTA
CENTAVOS, en razón de que el salario mínimo vigente al quince de
abril de dos mil ocho era de cincuenta y dos pesos con cincuenta y
nueve centavos, cantidad esta última que no está sujeta a prueba al
estar publicada en el Diario Oficial de la Federación del veintisiete
de diciembre de dos mil siete, la Resolución del Consejo de
Representantes de la Comisión Nacional de los Salario Mínimos
que fija los salarios mínimos generales y profesionales vigentes a
partir del uno de enero de dos mil ocho, por lo que es
intrascendente que la autoridad responsable se haya equivocado en
asentar cincuenta pesos con cincuenta y siete centavos, como
salario mínimo vigente al quince de abril de dos mil ocho, cuando
realmente estaba estipulado en cincuenta y dos pesos con
cincuenta y nueve centavos, cantidad que consideró implícitamente
pues la multiplicación de sesenta días por concepto de gastos
funerarios por la cantidad fijada como salario mínimo en la época de
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los hechos delictivos resulta precisamente TRES MIL CIENTO


CINCUENTA Y CINCO PESOS CON CUARENTA CENTAVOS,
motivo por el cual no le irroga violación de garantía
constitucional alguna.

Es correcto que la autoridad responsable haya precisado


como indemnización SETECIENTAS TREINTA VECES el salario
mínimo vigente al momento de la comisión del delito, que asciende
a TREINTA Y OCHO MIL TRESCIENTOS NOVENTA PESOS CON
SETENTA CENTAVOS MONEDA NACIONAL, calculado en razón
del salario mínimo vigente que era de cincuenta y dos pesos con
cincuenta centavos, cantidad ésta última que no está sujeta a
prueba al estar publicado en el Diario Oficial de la Federación como
ya se especificó. Numerario que se deberá entregar a quien o
quienes acrediten ser los legítimos causa-habientes del occiso.

Al respecto, es aplicable la tesis de jurisprudencia sustentada


por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
identificada con el número 88/2001, publicada en la página 113,
Tomo XIV, diciembre de 2001, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, que dice:

“REPARACIÓN DEL DAÑO EN EL DELITO DE HOMICIDIO.


PARA QUE SE CONDENE A ELLA BASTA QUE EL JUZGADOR
TENGA POR ACREDITADA LA COMISIÓN DEL ILÍCITO
(LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL). Si bien es cierto que
de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 del Código Penal
para el Distrito Federal, la reparación del daño será fijada por los
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Jueces, de acuerdo con las pruebas obtenidas en el proceso,


también lo es que tratándose del delito de homicidio, al resultar
claro que tal reparación no puede consistir en la devolución de la
cosa obtenida con motivo del delito o en el pago de su precio, ni
tampoco en el resarcimiento de los perjuicios ocasionados con su
comisión, toda vez que, por una parte, es imposible restituir la vida
de una persona y, por otra, ésta tampoco puede ser valuada
económicamente por no encontrarse en el comercio, lo que, a su
vez, trae como consecuencia que no sea viable que los
beneficiarios o derechohabientes puedan exigir el lucro cesante por
una falta de ganancia o de acrecentamiento patrimonial derivada de
la muerte de la víctima, la aludida reparación debe circunscribirse al
pago de una indemnización por los daños materiales o morales
causados a que se refiere la fracción II del artículo 30 del propio
código, siendo que es de reconocido derecho que los primeros sí
pueden ser objeto de prueba, al revestir un contenido económico
patrimonial y, por tanto, objetivo, mientras que los segundos, al no
compartir esa misma naturaleza, deben sujetarse a reglas
especiales de valoración. Ahora bien, si en este aspecto, el artículo
30, último párrafo, del mencionado código punitivo establece, de
manera especial, que tratándose de delitos que afecten la vida, el
monto de la reparación del daño no podrá ser menor del que resulte
de aplicarse las disposiciones relativas de la Ley Federal del
Trabajo, cuyos artículos 500 y 502 prevén una indemnización
equivalente a dos meses de salario mínimo por gastos funerarios
(daño material) y una cantidad adicional, equivalente a setecientos
treinta días de salario mínimo, con la cual se pretende compensar el
daño moral, es inconcuso que de manera imperativa obliga al
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juzgador en este tipo de delitos, a condenar a la reparación del


daño, simplemente con tener por acreditada la comisión del delito
de homicidio, por lo que, en principio, no es necesario que el
Ministerio Público o los interesados aporten mayores pruebas para
acreditar el daño causado, salvo en el caso de que consideren que
los daños son superiores a los previstos en la legislación laboral,
pues en este supuesto encontraría plena aplicación el principio
general contenido en el primer párrafo del artículo 31 del Código
Penal para el Distrito Federal, en relación con el primer párrafo del
artículo 34 del propio ordenamiento legal, en virtud de que el aludido
artículo 30, último párrafo, sólo establece una base mínima a la cual
deberá sujetarse el juzgador para calcular el monto de la
indemnización”.

Fue correcto que la Sala responsable absolviera al quejoso


del pago por concepto del daño moral y perjuicios ocasionados
por el delito, ante la falta de elementos para su cuantificación; así
como tampoco, que en caso de renuncia de los importes por
concepto de reparación del daño o que los legitimados no se
presenten a reclamarlos dentro del plazo legal, aquéllas pasaran a
los Fondos de Apoyo a la Procuración y Administración de Justicia,
respectivamente en un cincuenta por ciento.

En relación, a la negativa de conceder al sentenciado algún


beneficio de sustitución de la pena y suspensión condicional de
la ejecución de la pena, es correcto que no se le otorgaran, porque
el quantum de la pena de prisión aun considerando la punibilidad
para la autoría indeterminada y la disminución del grado de
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culpabilidad por acreditarse un dolo eventual, excedería de los cinco


años que como máximo se exigen para su procedencia, de
conformidad a lo dispuesto por los ordinales 84 y 89 del Código
Penal para el Distrito Federal.

Por cuanto se refiere a la suspensión de los derechos


políticos del quejoso, se estima que la Sala responsable no
transgrede sus garantías al ordenar su suspensión, con fundamento
en lo dispuesto por los artículos 38, fracción III, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, 57, fracción I y 58 del
Código Penal para el Distrito Federal, suspensión que como bien lo
afirma, comenzará a computarse a partir de que cause ejecutoria la
sentencia y durará todo el tiempo en que se ejecute la pena de
prisión impuesta, la cual concluirá cuando ésta se extinga.

En consecuencia, al violar garantías la sentencia de tres de


septiembre de dos mil nueve, dictada por la Primera Sala Penal del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal en el toca
penal 916/2009, lo procedente es conceder al quejoso **********, el
amparo y protección de la Justicia de la Unión que solicita, para el
efecto de que la autoridad responsable deje insubsistente la
sentencia reclamada y, dicte otra en la que reitere los demás
aspectos que no fueron materia de la concesión del amparo, en
estricto acatamiento a los lineamientos establecidos en esta
ejecutoria, determine la actualización de una autoría indeterminada
y un dolo eventual en la comisión del delito de homicidio calificado
atribuido al solicitante de amparo; en consecuencia se pronuncie
de nueva cuenta respecto de la individualización de la pena,
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debiendo disminuir el grado de culpabilidad, al no acreditarse


la coautoría, sino la autoría indeterminada, ni un dolo directo
sino eventual.

Resulta aplicable al respecto, el criterio sustentado por la


Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la
tesis LVII/2003, visible en la página 301, Tomo XVII, mayo 2003,
Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, que dice:

“CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS DE AMPARO.


CUANDO LA PROTECCIÓN FEDERAL IMPLICA DEJAR
INSUBSISTENTE EL LAUDO O SENTENCIA RECLAMADOS Y
DICTAR UNO NUEVO, LA RESPONSABLE DEBE DECIDIR
TODAS LAS CUESTIONES LITIGIOSAS EN EL NUEVO LAUDO
O SENTENCIA, EVITANDO LA COEXISTENCIA DE DOS O MÁS.-
Si se otorga el amparo en contra de un laudo o sentencia definitiva,
el cumplimiento de la ejecutoria implica dejar sin efecto la resolución
reclamada y dictar otra que dirima todos los puntos de la litis en los
términos señalados en la sentencia de garantías; por lo tanto, si la
responsable, en el nuevo laudo o sentencia decide únicamente los
puntos litigiosos señalados en forma destacada en la ejecutoria de
garantías, pero nada resuelve sobre los otros puntos litigiosos ya
definidos o intocados por la sentencia de amparo, sino que respecto
de ellos deja parcialmente subsistente el laudo o sentencia
reclamados, tal proceder, genera la coexistencia de dos
resoluciones, lo que impedirá declarar cumplida la ejecutoria, en
virtud de que el laudo o sentencia definitiva, como acto jurídico de
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decisión con que culmina la contestación, no debe emitirse en


varios actos, sino en uno solo, que dé unidad a la decisión, tanto
más si las resoluciones que constan en diversos actos contienen
resolutivos ejecutables, lo cual adquiere mayor relevancia por la
obligación de resolver sobre todos los puntos litigiosos en
acatamiento del principio de congruencia, así como por la
vinculación entre las prestaciones y las pruebas que no deben
resolverse ni valorarse de manera separada e incompleta, pues al
hacerlo así existiría el riesgo de obtener un resultado diverso al de
su valoración conjunta”.

Por lo expuesto y fundado y, además en apoyo en lo


establecido en los artículos 103 y 107, fracciones I, inciso a) y VI, de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 158, 160
y 184, de la Ley de Amparo y 1º, fracción III y 34 y 37, fracción I,
inciso a), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, se

RESUELVE QUE:

ÚNICO. La Justicia de la Unión AMPARA Y PROTEGE a


**********, contra el acto reclamado de la Primera Sala Penal del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, precisado en
el resultando primero, para los efectos precisados en los
considerandos quinto y séptimo de esta ejecutoria.

Notifíquese; con testimonio de la presente ejecutoria;


devuélvanse los autos a la Primera Sala Penal del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal y, en su oportunidad
archívese el toca como asunto concluido.
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Así, lo resolvió el Sexto Tribunal Colegiado en Materia Penal


del Primer Circuito, por MAYORÍA DE VOTOS de los Magistrados
licenciado Roberto Lara Hernández (Presidente) y de la doctora
María Elena Leguízamo Ferrer (Relatora), contra el voto particular
del Magistrado licenciado Tereso Ramos Hernández, que obra de la
foja cuarenta y cinco a la sesenta y nueve del cuaderno relativo al
amparo directo que se resuelve.

Firman el Presidente y Magistrados que integran el Tribunal,


ante el Secretario de Acuerdos licenciado Javier Carreño Caballero,
quien da fe.

El licenciado(a) MARÍA ELVIRA VALLADARES MARTÍNEZ, hago constar y


certifico que en términos de lo previsto en los artículos 8, 13, 14, 18 y demás
conducentes en lo relativo de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se suprime la
información considerada legalmente como reservada o confidencial que encuadra en
el ordenamiento mencionado. Conste.

Lic. MARÍA ELVIRA VALLADARES MARTÍNEZ

Secretario(a)

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