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¿Qué entendemos por autoridad pastoral en capellanía y las diferencias y similitudes entre el pastor y

el capellán?
Elaborado por: Alfonso Ortiz Delgado

El quehacer del pastor y el capellán presenta diferencias sustanciales en varios aspectos. Un primer
aspecto son los procesos sistémicos de las instituciones donde realizan su intervención y su nivel de
libertad funcional; es claro que el pastor en la iglesia está acostumbrado a tener una posición céntrica de
autoridad y privilegio, esta autoridad le permite disponer, dirigir, aconsejar e influenciar a sus feligreses
en gran manera, donde la iglesia local le provee al pastor un contexto claro de autoridad. Por su parte, el
capellán debe interactuar en instituciones donde no tiene la autoridad que tiene el pastor en la iglesia;
en una cárcel, hospital y colegio, los procesos de acompañamiento están regidos en un marco normativo,
ético e ideológico en muchas ocasiones muy distante a la fe cristiana y al sistema de gobierno eclesial.

Un segundo aspecto, es el tipo de audiencia que recibe su acompañamiento, las audiencias objetivo para
ambos ministerios requieren un acercamiento diferente y en el caso del capellán muy especializado; el
pastor enfoca su mensaje y acompañamiento a creyentes con una teología bíblico pastoral definida y
tradicional, enmarcada en una corriente denominacional y se apoya de otras ciencias sociales con el eje
de la fe cristiana inamovible. En cuanto a la audiencia del capellán, los retos son aún mayores, el
lenguaje de comunicación en un hospital es clínico, científico y la base de creencias de los sufrientes en
muchas ocasiones es muy distante de la fe cristiana; las posturas teológicas y decisiones pastorales están
basadas en la ética de la situación y el reto está en interactuar en un ambiente no eclesial sin perder su
identidad como ministro.

Un tercer aspecto a destacar es el enfoque en educación teológica. El pastor generalmente presenta una
formación teológica sólida, básica en educación clínica pastoral y psicología familiar. Por su parte, el
capellán debe cursar una especialización en educación clínica pastoral donde pueda adquirir las
competencias de interpretar el mundo de la experiencia humana y análisis de la personalidad. Ambos
ministerios deben saber usar las herramientas exegéticas tradicionales con la diferencia que el capellán
debe ir más allá de la narrativa bíblica, examinando la narrativa del paciente con el mismo rigor que el
texto bíblico.

También, para ambos ministerios es fundamental adquirir unos conocimientos profundos sobre la
familia y las etapas del ciclo vital; el pastor lo necesita en sus procesos de consejería y el capellán en su
intervención en colegios. La adolescencia debe ser vista como un momento en la etapa evolutiva de la
familia; una etapa de crisis y crecimiento tanto para el adolescente como para los padres y la familia.
A nivel físico, emergen los impactos de los cambios corporales del joven, la aceptación y valoración de su
cuerpo. A nivel emocional el distanciamiento del joven hacia sus padres es progresivo, este se manifiesta
en un deseo de independencia y la rebeldía con lo establecido. A nivel social aumenta el interés
heterosexual por los pares y su consiguiente riesgo de salud, nace el interés por pertenecer a un grupo
determinado para alcanzar reconocimiento, se afianza la identidad y el establecimiento de la capacidad
vocacional. Por lo anterior, el acompañamiento requerido a los padres es el manejo de la flexibilización
de los límites y el desarrollo de la identidad personal del joven; y a los jóvenes es una oportunidad para
que se complemente la prevención de los riesgos sexuales y de sustancias sicoactivas.
Finalmente, es importante enunciar el aspecto de las teologías de cuidado pastoral, concebidas como
una relación con el sufriente y no como una teoría. El cuidado pastoral debe ser entendido como el arte
de comunicar el significado interno del evangelio en el punto de necesidad de una persona.

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