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CAMPOS DE APOSTOLADO DEL FIEL LAICO

Los laicos ejercen un apostolado múltiple, tanto en la Iglesia como en el


mundo. En ambos órdenes se abren varios campos de actividad apostólica,
de los que queremos recordar aquí los principales, que son: las
comunidades de la Iglesia, la familia, la juventud, el ámbito social, el orden
nacional e internacional.

Los laicos tienen su papel activo en la vida y en la acción de la Iglesia,


como partícipes que son del oficio de Cristo Sacerdote, profeta y rey. Su
acción dentro de las comunidades de la Iglesia es tan necesaria que sin ella
el mismo apostolado de los pastores muchas veces no puede conseguir
plenamente su efecto.
Alimentados con la participación activa en la vida litúrgica de su
comunidad, cumplen su cometido en las obras apostólicas de la misma;
conducen hacia la Iglesia a los alejados; cooperan en la comunicación de la
palabra de Dios, sobre todo con la instrucción catequética; con su ayuda
hacen más eficaz el cuidado de las almas e incluso la administración de los
bienes de la Iglesia.
Los laicos deben trabajar en la parroquia unidos a sus sacerdotes;
presentando a la comunidad de la Iglesia los problemas propios y los del
mundo, los asuntos referidos a la salvación de los hombres, para
examinarlos y solucionarlos en la medida de sus posibilidades.
Para responder a las necesidades de las ciudades y de los sectores
rurales, no debemos limitar cooperación dentro de los límites de la
parroquia o de la diócesis, sino extenderla a campos interparroquiales,
interdiocesanos, nacionales o internacionales. Es nuestro deber prestar
ayuda material y personal, puesto que es obligación de los cristianos
devolver a Dios parte de los bienes que de El hemos recibido.

La familia

El apostolado de los cónyuges y de las familias tiene una importancia


trascendental tanto para la Iglesia como para la sociedad civil.
Los cónyuges cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y demás
familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Ellos son para sus
hijos los primeros predicadores de la fe y los primeros educadores; los
forman con su palabra y con su ejemplo para la vida cristiana y apostólica,
los ayudan con mucha prudencia en la elección de su vocación y cultivan
con todo esmero la vocación sagrada que quizá han descubierto en ellos.
Es deber de los cónyuges manifestar y demostrar con su vida la
indisolubilidad y la santidad del vínculo matrimonial; afirmar abiertamente
el derecho y la obligación de educar cristianamente la prole, propio de los
padres y tutores; defender la dignidad y legítima autonomía de la familia.

La familia debe practicar la hospitalidad, promover la justicia y demás


obras buenas al servicio de todos los hermanos que padezcan necesidad.
Entre las varias obras de apostolado familiar pueden recordarse las
siguientes: adoptar como hijos a niños abandonados, recibir con gusto a los
forasteros, prestar ayuda en el régimen de las escuelas, ayudar a los jóvenes
con su consejo y medios económicos, ayudar a los novios a prepararse
mejor para el matrimonio, prestar ayuda a la catequesis, sostener a los
cónyuges y familias que están en peligro material o moral, proveer a los
ancianos no sólo de los indispensable, sino procurarles los medios justos
del progreso económico.
Siempre y en todas partes, pero de una manera especial en las regiones
en que se esparcen las primeras semillas del Evangelio, o la Iglesia está en
sus principios, o se halla en algún peligro grave, las familias cristianas dan
al mundo el testimonio preciosísimo de Cristo conformando toda su vida al
Evangelio y dando ejemplo del matrimonio cristiano.

Los jóvenes

Los jóvenes ejercen en la sociedad moderna un gran influjo. Las


circunstancias de su vida, el modo de pensar e incluso las mismas
relaciones con la propia familia han cambiado mucho. A veces los jovenes
se ven incapacitados para sobrellevar los cambios o las nuevas cargas.
Los adultos deben entablar diálogo amigable con los jóvenes, que
permita a unos y a otros, superada la distancia de edad, conocerse
mutuamente y comunicarse entre sí lo bueno que cada uno tiene. Además,
es conveniente estimularlos hacia el apostolado.
También los niños tienen su actividad apostólica. Según su capacidad,
son testigos vivientes de Cristo entre sus compañeros.

El medio social

El apostolado en el medio social, es decir, el esfuerzo por llenar de


espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes, y las
estructuras de la comunidad en que uno vive es un deber de los laicos. Los
laicos dan testimonio de la vida por el testimonio de la palabra. En el
campo del trabajo, o de la profesión, o del estudio, o de la vivienda, o del
descanso, o de la convivencia son muy aptos los laicos para ayudar a los
hermanos.
Los laicos cumplen esta misión de la Iglesia en el mundo, ante todo, por
aquella coherencia de la vida con la fe por la que se convierten en la luz del
mundo. Debemos estar presentes en los trabajos y de los sufrimientos de
los hermanos, teniendo conciencia de su papel en la edificación de la
sociedad.

Los verdaderos apóstoles deben poner su empeño en anunciar a Cristo al


prójimos, incluso de palabra. Porque muchos hombres no pueden escuchar
el Evangelio ni conocer a Cristo más que por sus vecinos seglares.

Orden nacional e internacional

El campo del apostolado se abre extensamente en el orden nacional e


internacional, en que los laicos, sobre todo, son los dispensadores de la
sabiduría cristiana. En el amor a la patria y en el fiel cumplimiento de los
deberes civiles, los católicos deben promover el verdadero bien común, y
expresar su opinión para que el poder civil se ejerza justamente y las leyes
respondan a los principios morales y al bien común.
Los católicos peritos en los asuntos públicos, y firmes en la fe y en la
doctrina católica, no deben rehusar el desempeño de cargos públicos, ya
que por ellos, pueden procurar el bien común y preparar a un tiempo el
camino al Evangelio.
Entre las características de nuestro tiempo hay que contar,
especialmente, con el creciente e inevitable sentimiento de solidaridad de
todos los pueblos, valor que debe ser promovido dentro del apostolado de
los laicos.
Los laicos, además, deben conocer el nuevo campo internacional y los
problemas y soluciones doctrinales y prácticas que en él se originan, sobre
todo respecto a los pueblos en vías de desarrollo.
Las relaciones entre los pueblos deben ser siempre fraternas.

IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN DE LOS LAICOS

Vivimos en un ambiente en el que continuamente se ponen en tela de


juicio e incluso se atacan frontalmente nuestras creencias y valores más
importantes. Está cada vez más difundida una mentalidad y un estilo de
vida contrarios al Evangelio y a la verdadera dignidad de la persona
humana.
Algunos parece que viven su fe y su condición de católicos con un cierto
complejo de inferioridad, como avergonzados por el hecho de serlo. No
faltan tampoco los que adoptan la actitud defensiva y se repliegan en un
conservadurismo de tinte radical y polémico; alzan la voz pero no los
argumentos y el efecto que obtienen en ocasiones es el contrario.
Quizá los fenómenos más difundidos en nuestra sociedad, sobre todo en
los países más desarrollados, sean el subjetivismo religioso y el «ateísmo
práctico».
Hoy día hay hombres y mujeres, incluso católicos, que se crean una
“religión a la carta”, un catolicismo según los propios gustos.
El ateísmo práctico se da cuando, aun aceptando teóricamente a Dios y
las verdades que la Iglesia nos transmite, se vive la vida personal, familiar
y profesional guiados por valores e intereses contrarios al Evangelio.

Hay también quien sucumbe al escepticismo y renuncia a conocer la


verdad.
A pesar de todos estos fenómenos, existen también, los católicos que
viven su fe con alegría y convicción. Conocen su fe, buscan vivirla con
autenticidad y son capaces de comunicarla a cuantos viven a su alrededor.
Estos son un consuelo y una grandísima esperanza para Cristo y para la
Iglesia.
Resulta evidente, que difícilmente podremos vivir nuestra fe, y menos
aún dar testimonio convincente de ella ante los demás, si no la conocemos.
Debemos tener conocimiento de los aspectos doctrinales, sobre la
historicidad de los evangelios, la divinidad de Jesús, la necesidad de la
Iglesia para la salvación, o los aspectos fundamentales sobre los
sacramentos y lo que ellos significan.
En muchos casos de abandono de la Iglesia o de enfriamiento en la fe
tienen su causa, en un insuficiente conocimiento de la misma. No se conoce
la fe. En ocasiones se desconoce el credo, cuántos son los sacramentos o
los mandamientos de la ley de Dios, cómo se desarrolló la vida de Jesús.
Si es verdadque para vivir convencido de la propia fe y amarla, es
necesario antes conocerla, también es verdad que sólo quien está
convencido de su fe puede convencer y contagiar a los demás con
entusiasmo; «Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5,14).
Por nuestro bautismo hemos sido injertados en Cristo que es la luz del
mundo. En consecuencia, hemos recibido su luz y estamos llamados a
difundirla a nuestro alrededor. Nuestro ser cristiano comporta ser luz,
testigo y apóstol de Jesucristo. No podemos esconder la luz de Cristo y de
su doctrina, tenemos que difundirla con nuestra vida y con nuestra
actividad apostólica. Pero para ello necesitamos conocer con profundidad
la doctrina católica, y ser capaces de exponerla y defenderla con motivos
convincentes.
La necesidad de formación es apremiante para quienes tienen la misión
específica de educar a la niñez y juventud: los catequistas y los profesores
de formación católica en los colegios. Pero sobre todo es urgente para los
padres de familia, que deben ser los primeros educadores en la fe. «La mies
es mucha y los trabajadores pocos» (Lc 10,2). Estas palabras de Jesús no se
refieren únicamente a la necesidad de vocaciones a la vida consagrada y
sacerdotal. También se refieren a la necesidad de laicos comprometidos.
Por nuestra condición de bautizados y miembros de la Iglesia todos
estamos llamados, a trabajar en la predicación del Evangelio.
Jesucristo necesita una Iglesia de hombres y de mujeres convencidos de
su fe, que sean capaces de dar testimonio de Cristo en todos los foros de la
vida pública: en la cultura y los medios de comunicación social, en la
economía y la política, en el arte y el deporte. Se necesitan católicos
capaces de apoyar a los Obispos y a los párrocos en la pastoral familiar y
juvenil, en la catequesis y la evangelización.

CAPÍTULO 12 DE LA PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

En esta Carta, Pablo nos enseña como dentro de la Iglesia hay diversidad
de carismas. Dentro una familia, cada uno de nosotros tiene unas
cualidades y podemos decir, una manera particular de hacer las cosas.
Observamos que en la realidad de la Iglesia Católica, hay distintas
sensibilidades y espiritualidades, bien en forma de congregaciones o ramas
dentro de la vida consagrada. Observamos como dentro de una parroquía
podemos encontrar diversidad de comunidades con distinta espiritualidad.
Lo realmente importante es, apreciando el regalo que esto supone como
obra del Espíritu Santo, es el hecho de actuar bajo una misma fe y teniendo
como fuente a Cristo.
Todos los carismas pueden ser puestos al servicio de la Iglesia, para el
anuncio del Evangelio y buscando siempre el bien común.
La Iglesia estuvo y está siempre abierta a todo tipo de personas. Hoy
vivimos en una realidad multicultural, donde seguramente las comunidades
están formadas por personas de distintas nacionalidades, a causa de las
migraciones.
Esto siempre es motivo de alegría y de riqueza.
Recordamos como el apóstol Pablo llevó el mensaje del Evangelio a los
gentiles, y no pocas veces tuvo alguna disputa con los cristianos de orígen
judío, observantes de las costumbres y ritos que prescribía la Ley.
Somos todos parte del mismo cuerpo de Cristo, y con una misma Fe, y
un mismo objetivo, podemos construir una Iglesia plural, abierta a las
necesidades del mundo de hoy.

Sin duda el mayor de todos los carismas es el del Amor, por ese seremos
medidos al final de la vida.
CONSEJOS PASTORALES DE LAICOS SU MISIÓN

En las parroquias de la diocesis existen diversos consejos pastorales


llevados a cabo principalmente por laicos.
Concretamente podemos hacer referencia a la Pastoral de la Salud, y a
Caritas parroquial .
La pastoral de la salud juegaun importantísimo papel dentro de la
comunidad parroquial. En el caso de la Parroquia de San Román, se
encuentra en un barrio con una población de edad avanzada. Es
fundamental desde esta pastoral, la atención a estas personas que se
encuentran en situación de vulnerabilidad. La visita a estas personas nos
acerca a sus necesidades e inquietudes, los hace sentir como parte
importante de la Iglesia.

Es muy importante estas personas puedan acceder a los sacramentos, no


solo la Unción de enfermos, en caso de necesidad, si no que puedan recibir
la Eucaristía con asiduidad y principalmente los domingos y días de fiesta
de la Iglesia.
En el caso de Caritas parroquial, es conocido el gran trabajo que hacen
para responder a las necesidades de distinta índole dentro de la parroquia.
La mayoría de las ocasiones hacen frente a necesidades económicas o de
alimento, a familias que pasan por una situación difícil.
No debemos olvidar que la función y misión de esta entidad es devolver
la autonomía y la dignidad a las personas, no se trata de resolver problemas
puntuales, sino más bien reintegrarlos en la sociedad como ciudadanos de
primera que son. Es vital, dentro de las posibilidades, ofrecer a las personas
formación y autonomía, para que sean ellos mismos los que pongan rumbo
a su vida, ofreciéndoles todos los medios y recursos de los que disponga la
parroquia.
En estos servicios que se prestan a la comunidad, es importante que todo
el trabajo se realice desde el Evangelio, pues no se trata de organizacions
civiles, sino de grupos de cristianos que siguen el mandato de Cristo de la
Caridad.
Dentro de la Diocesis de Sevilla hay numerosos consejos, podemos
destacar el de la Pastoral penitenciaria, o el de la Pastoral de la Salud en los
hospitales.
Los destacamos por dedicarse concretamente a personas en ocasiones
excluidas, donde la presencia de los cristianos es primordial .
Los cristiaonos laicos podemos ejercer el apostolado de diversas
maneras, es una misión y podemos decir que una obligación. En definitiva
resume los consejos evangélicos, visitar al enfermo, al que está en prisión y
vestir al desnudo.

LO QUE HAGAMOS A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS A CRISTO SE


LO HACEMOS.

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