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TESIS IV Biblia

TESIS IV

DIOS Y HOMBRE EN LAS VERTIENTES HISTÓRICO-LITERARIAS


DE LA BIBLIA

A. Los protagonistas fundamentales de la sagrada escritura son Dios


y Hombre, una permanente relación a partir del cual el primero
ilumina el sentido, el caminar y la vida del segundo. Asimismo, a
partir de la comprensión de su creador es como el hombre se
comprende en su realidad de criatura.

 Antropología bíblica: la antropología en el AT.


El hombre en el relato J de Gn 2,4b-25
El hombre en el relato P de Gn 1,26-2,4a.
 La antropología en el NT
Presupuesto: en la Sagrada Escritura se puede percibir, la manera cómo
conociendo a Dios, el hombre va conociendo su misterio, al ver la infinitud del
Señor, se descubre finito, limitado; al reconocer en él a su creador, se reconoce
en su dimensión criatural, dependiente del Hacedor de todo quien le ha dado
llegar a ser.
La antropología del AT: El hombre no es objeto en el AT de una definición
abstracta, esencialista o genérica, al estilo de las acuñadas por la tradición
filosófica. Más bien se le describe como unidad psicosomática, dinámica,
multidimensional, y como sujeto de una triple relación constitutiva: al mundo y a
los demás seres vivos, con los que tiene de común el ser carne animada por un
aliento propio o nefes; al semejante, que ha de ser visto como prolongación de
su misma carne; al Dios que lo creo y cuyo ruah puede acoger en su
estructura existencial. En pocas palabras el hombre a) es basar en cuanto ser
mundano, solidario de los demás seres, y particularmente de sus semejantes
(basar significa carne de cualquier ser vivo, hombre o animal. Pasa a designar
el ser vivo en su totalidad, al hombre entero y conlleva un principio de
socialidad. Sugiere la debilidad y finitud); b) es nefes en cuanto ser equipado
con un dinamismo vital inmanente; (nefes: es el centro vital del ser humano, la
persona concreta animada por su propio dinamismo y dotada de sus rasgos
distintivos) c) participa del ruah en cuanto receptor del influjo carismático de
Dios, que lo pone a su servicio y lo llama a un destino salvífico (Ruah indica la
apertura trascendental del ser humano. Usado para viento-respiración –brisa,
se usa mayor mente para designar el espíritu de YHWH). (Juan Ruiz de la
Peña. imagen de Dios)
La primera afirmación de la antropología bíblica es: el hombre es criatura de
Dios, tanto el J como el P están convencidos de esto.
El hombre en el relato J de Gn 2,4b-25

El relato J, con respecto al P nos presenta un Dios más familiar, cercano a los
hombres. De ahí la caracterización de Dios con fuertes antropomorfismos,
algunos comunes al ambiente cultural del antiguo Oriente Medio: se describe
como “artesano”, que actúa como alfarero; un “jardinero”, que cultiva un

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paraíso, un “médico”, que hace dormir y quita una costilla. En el J Dios


designado como YHWH Elohím, es mostrado como lleno de atenciones hacia
le hombre, las acciones son realizadas por Dios, el es Creador y el hombre es
criatura.
En el J Dios es cercano, que determina el destino de los hombres y del pueblo
de Israel. En J el hombre es el primero de todos los seres, presenta la nada
como ausencia de lluvia, criatura de Dios y también como ausencia de trabajo y
de la presencia del hombre: es la criatura humana la que especifica el universo.
El caos inicial es desierto, falta el agua de Dios y el trabajo del hombre. El
hombre recibe el soplo de Dios, pero es hecho del polvo, es tierra. El él se
entrelazan lo infinito del aliento divino y lo finito de la materialidad, pero la
materialidad no tiene sentido negativo, es obra de Dios signo de su grandeza y
de nuestra dependencia.
Crear al hombre no es solamente dar vida a un ser humano, es también
establecer su entorno físico, asignarle una tarea como ser activo, recordarle su
responsabilidad frente a Dios, situarlo en un campo de relaciones con los
demás seres y, sobre todo, con su tu más próximo, la mujer. El hombre –
piensa el J – es hombre cabal en cuanto ser dotado de vida propia, enraizado
en la tierra que debe trabajar y cuidar, de la que obtendrá sus medios de
subsistencia, abierto obedientemente a la relación de dependencia de Dios,
situado ante el resto de los seres vivos, como superior y, por último,
completado por la relación de igualdad y amor con esa mitad de yo que es la
mujer. (Juan Ruiz de la Peña. imagen de Dios)
El hombre en el relato P de Gn 1,26-2,4a.
En el P el Dios presentado es trascendente y glorioso; se revela y se oculta al
mismo tiempo. La relación del hombre con Dios es el tema fundamental del
relato P, en esta relación se manifiesta la diferencia del hombre frente a todas
las demás criaturas.
En P el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios (Gn1, 26), la función
de la imagen es hacer presente lo imaginado. En cuanto imagen de Dios, el
hombre ostenta una función representativa: Es el visir de Dios en la creación,
su alter ego; como tal le compete una potestad regia sobre le resto de los seres
creados a los que preside y gobierna en nombre y por delegación del creador.
El tema bíblico de imagen y semejanza pone al hombre en relación con su
Creador, funda y motiva teológicamente la relación con el mundo, una relación
de dominio, a demás es creado varón y mujer (v 27), el hombre es visto como
un ser comunitario. También, según la tradición P, se sigue en el plano ético el
deber moral de excluir todo atentado contra la vida del hombre.
Conclusiones teológicas de los dos relatos: El hombre es criatura de Dios;
en cuanto tal, depende absolutamente del creador, como el barro del alfarero
(J) o como la imagen depende de lo imaginado (P). No se trata pues, de un
ser que primero existe en sí y en un segundo momento empieza a relacionarse
con Dios. El comienzo mismo del ser no se da sino como relación a Dios.
La relación que une al hombre con Dios es de dependencia vital, que se
expresa en forma de obediencia a su voluntad. Esta relación de dependencia

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se resuelve paradójicamente, en el fundamento mismo de la superioridad


humana sobre el resto de la creación. Adán es la coronación de la obra creativa
divina; las demás creaturas son para él, con la misma verdad con que él es
para Dios. Solo al hombre se dirige Dios como aun tú; solo de él espera
respuesta; solo a él le encomienda el cuidado del mundo. El hombre aparece
en los dos relatos como unidad unitaria.
La antropología en el NT. La terminología para describir al hombre y su vida
está adaptada de la traducción griega del A.T. de los LXX, pero se conforma
perfectamente con los antiguos conceptos veterotestamentarios. El hombre
sigue considerándose como un todo, una unidad de materia y espíritu, con la
esencial verdad de su inmortalidad y esperanza en Cristo.
En el NT, el lenguaje sobre la imagen de Dios se convierte de antropológico en
cristológico: Cristo es, a la vez, la verdadera Imagen de Dios y la cumbre del
ser humano. Como tal, Jesucristo pertenece a la definición del hombre, tanto
como la creaturidad y la contingencia de este. La creación a imagen y
semejanza pasa a ser ahora la creación en Cristo. El hombre fue creado para
que apareciera Cristo, y por eso lleva esa huella o atisbo de lo divino.
Antropología en los sinópticos: El hombre ante Dios se debe presentar con
una actitud de completa disponibilidad, como la del siervo ante su señor.
Siendo radicalmente dependiente de su creador, el hombre ha de observar el
primero de los mandamientos “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…”;
convertir el hágase tu voluntad en su oración cotidiana y sentirse siervo inútil
aún después de haber hecho todo lo que podía y debía hacer.
Lo sinópticos reafirman que el hombre es oyente de la Palabra (= el AT),
confirman este rasgo de la antropología bíblica: serán dichosos los hombres
que oyen la Palabra de Dios y la guardan, que saben alimentarse, “de todas
palabra que sale de la boca de Dios.” Por ser relación a Dios y a su Palabra, el
hombre es el más alto valor de su creación, el fin no mediatizable y al que todo
está subordinado: “el sábado para el hombre y no el hombre para el sábado”
(Mc 2,27: Mt 10,31; 12,12)
Juan: Los escritos joanicos se valen para expresar la imagen de Dios en el
hombre, de un recurso muy típico de su lenguaje: la unidad y dualidad de
significados entre: - verdad, vida, palabra… (Que son realidades humanas) – la
Verdad, la Vida, la Palabra… que es Cristo el hijo de Dios, o el hombre según
la sugerencia probable de Jn 19,5.
Las afirmaciones joaneas consideran al ahombre como sujeto al mundo (en
rebelión contra Dios), malogrando su autentico ser (viviendo en la mentira) pero
mediante la venida de Jesús colocado ante la decisión (el dualismo que la
Kenosis aplica a la naturaleza se convierte aquí en dualismo de decisión; 3,3:
nuevo nacimiento.) en esta decisión muestra el hombre de donde es: “del
mundo” o “de Dios”. No se da desprecio de la materia, sino que por medio de
Jesús todo el hombre se hace libre 8,31 y así consigue la vida 5,24.
Según Juan, el hombre se juega su destino aquí y ahora por medio de la
elección de la fe o de la incredulidad. Decisión y actualismo son las dos
características originales de la antropología del cuarto evangelio. El hombre es
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visto, como un ser histórico que se construye o se destruye en sus decisiones


históricas.
Pablo: una antropología del revestimiento. Los escritos paulinos dan por
supuesto que el hombre es imagen de Dios porque fue creado como anuncio
del futuro hombre (Rm 5,14). Adán fue hecho para que apareciera el nuevo
Adán. Toda la creación es releída ahora desde aquí. Su fin era Cristo, que tras
la resurrección implica no solo a Jesús de Nazaret, sino al Cristo total, cabeza y
cuerpo. Pero dado esto por sentado o como sugerido de pasada, los escritos
paulinos insisten más explícitamente en la frustración de ese anuncio del
futuro. No hará falta recordar que la experiencia humana de pablo es en
muchos aspectos semejante a la del J. consiguientemente, el hombre necesita
desnudarse primero de toda una manera de parecer y presentarse como
hombre, para luego ir revistiéndose de una forma totalmente nueva de ser
hombre. Los términos viejo y nuevo, serán así muy característico de la
antropología paulina: se trata de despojarse de una imagen vieja y revestirse
de una imagen nueva (cf. 1Co 15,49; Col 3, 9-10; Rm 13; 14)
Para Pablo cada hombre, todo hombre, cualquier hombre, es solidario con el
primer hombre, con todo hombre. Porque el drama del primer hombre es el
drama humano universal, todos los hombres son solidarios tanto en el ser, el
saber, el bien, como en el error, el mal y la mortalidad y así como viven en la
verdad y el bien, también viven en la mentira, el mal y la muerte: “por un solo
hombre entró el pecado en el mundo y por le pecado la muerte…” (Rm 5,12) …
por el delito de uno solo reinó la muerte… (Rm 5,15.17-19) Cristo es el hombre
en plenitud, en esto radica la plenitud de la antropología paulina, por Cristo
somos liberados. Cristo es el hombre en plenitud, porque aunque es
plenamente humano, “nacido de mujer” Gl 4,4; es libre de las limitaciones,
confusiones y errores de Adán, o sea del hombre, libre de la solidaridad de los
hombres en el mal, desde el primer hombre hasta el último de sus
descendientes. Cristo no es uno de tantos, es imagen viva de Dios, Dios mismo
hecho hombre (Col 1,15)
La antropología paulina que es el evangelio de Cristo anunciado desde el
hombre, tienen un centro que es Cristo, el hombre nuevo de la libertad así
como Adán fue el hombre viejo de la esclavitud. La antropología de san Pablo
que es la antropología cristiana abarca al hombre desde su origen hasta su
destino último.

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