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Dirigimos nuestra mirada a los aspectos del ser humano y ver como
se manifiesta la condición de imagen de Dios (todo hombre ha sido
creado para existir en relación con Dios) y cómo a la vez esta no
destruye, sino que integra los aspectos de la condición humana que
descubrimos en la experiencia de nuestra vida
A la luz del encuentro con Cristo debemos reconsiderar lo que nos
dice nuestra experiencia de encuentro con el hombre, con nosotros
mismos y con los demás.
- Un ser cósmico
- Material
- Concreto corpóreo o carnal.
Pero a la vez un ser:
- Vivo
- No autosuficiente
- Necesitado y deseoso
- Dotado de sentimientos
- Capaz de adoptar actitudes
- Razona, reflexiona. Hace planes y toma decisiones
- Está dotado de poder
- Es capaz de ser movido por Dios, de recibir de Él la fuerza vital, de
tener buen ánimo.
Es el poder de Dios, la fuerza de su Espíritu la que hace potente al
hombre (noción teológica)
Santo Tomás, con su fórmula del alma como única forma del cuerpo,
ha hecho sin duda una aportación de inestimable alcance a la
antropología cristiana. Su concepción de la unidad del hombre, en la
diferenciación entre alma y cuerpo, impide que ninguno de estos dos
elementos por separado pueda considerarse “el hombre”
El Concilio de Viena (año 1312) se expresa en términos semejantes.
Esta alma no es común a todos los hombres, sino individual, racional,
intelectual e inmortal.
La libertad:
El ser personal del hombre nos abre a la dimensión social. El libro del
Génesis nos muestra esta dimensión humana como esencial, “los
hizo hombre y mujer” Gen. 1, 27.