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Red Flags y Yellow Flags

Motivo de derivación y atención


Dentro del ámbito de la fisioterapia es habitual que el paciente acuda al fisioterapeuta por
prescripción médica (o al menos así ocurre en España). Cuando esto ocurre, el paciente no tiene un
diagnóstico médico que podamos utilizar previo a nuestra valoración. El diagnóstico médico nos
permite saber qué estructura está lesionada, y por lo tanto saber de forma inductiva qué
características tendrá ese paciente en cuanto a los principales parámetros de tratamiento (intensidad
de dolor, rango de movimiento, discapacidad, aprehensión, kinesiofobia…). El diagnóstico médico es
competencia exclusiva del médico, por lo que el fisioterapeuta no tiene la competencia legal de
emitirlo. Para facilitar la categorización de dicho diagnóstico, existe el CIE-10 (clasificación
internacional de enfermedades.
Por tanto, el fisioterapeuta muchas veces actúa utilizando únicamente un diagnóstico de fisioterapia.
El diagnóstico de fisioterapia, sin embargo, sí es competencia del fisioterapeuta y viene recogido en
la clasificación internacional de la funcionalidad y discapacidad (CIF). Este diagnóstico nos permite
detectar una vez tenemos un diagnóstico médico qué rango de movimiento, discapacidad, limitación
de algún tipo… tiene un paciente.

A pesar de que lo recomendable es desde luego conocer el diagnostico medico antes de realizar un


tratamiento como tal, el fisioterapeuta puede generar un juicio clínico en el que sin realizar
diagnóstico contemple realizar un tratamiento de la alteración que ha detectado en un paciente tras
su diagnóstico de fisioterapia.
Es por este motivo por lo que se crean por consenso alguna casuística que es motivo de derivación
directa a un médico (sin recibir ningún tratamiento). Esto es lo que se conoce como bandera roja o
Red Flag (pequeños hallazgos que implican derivación directa o especial atención).

Sizer y cols. (2007) realizaron una clasificación de los principales tipos de red flags, según qué tipo
de actuación se debe seguir (2). Esta clasificación es bastante generalista, ya que es lo que
proponen a nivel musculoesquelético en general. Viene descrita en la siguiente tabla:

Sangre en esputo
Categoría I: factores que Pérdida de consciencia o estado mental alterado
requieren atención Déficit neurológico no explicado monoradicularmente
Parestesia o entumecimiento en la zona perianal
médica inmediata Cambios patológicos a nivel de intestino y vejiga
Patrón de síntomas no compatible con dolor mecánico (o
examen físico)
Déficit neurológico progresivo
Masa abdominal pulsátil
Edad >50 años
Categoría II: Factores Clonus (puede estar relacionado con sistema nervioso central)
que requieren Fiebre
Elevado índice de sedimentación
exploración subjetiva y Déficit en marcha
examen físico y Historia de enfermedad con predilección por infección o
hemorragia, de problema metabólico óseo o de cáncer
tratamiento con Discapacidad por trauma reciente
precaución Uso de corticoesteroides a largo plazo
Indemnización por trabajo a largo plazo
Úlceras o heridas que no curan
Historia reciente de pérdida de peso inexplicable
Dolor de tipo torsión
Reflejos anormales
Categoría III: Factores Radiculopatía o parestesia unilateral o bilateral
que requieren examen Dolor referido inexplicable
Debilidad significativa en miembros superiores o inferiores e
físico y diagnóstico inexplicable
diferencial en
profundidad

De forma más general, se puede optar por tomar como Red Flags los siguientes escenarios (3): dolor
severo que no remite, dolor que no se modifica con medicación, dolor que no se modifica con la
posición del paciente, dolor severo sin antecedentes traumáticos, dolor nocturno severo, no existe
relación entre tests ortopédicos (exploración y hallazgos clínicos), trastornos psicológicos, espasmo
muscular severo.

Además de las Red Flags, existen muchas otras banderas que son de interés del fisioterapeuta.
Cabe destacar las Yellow Flags, que advierten sobre pensamientos, sentimientos o conductas que
pueden suponer un obstáculo para el tratamiento y por tanto retrasar la curación del paciente.

Las más típicas son: Catastrofismo, reportar un dolor exagerado a la condición, creencias erróneas,
kinesiofobia, miedo a la recidiva, cambios de comportamiento por el dolor,  tener un locus de control
externo sobre el dolor (4)…
Más allá de lo que dice la evidencia, y como reflexión personal, el fisioterapeuta debe realizar
siempre una exploración exhaustiva por sencillo que parezca el problema del paciente. Pasar cosas
por alto puede implicar no realizar el tratamiento óptimo para el paciente, pero también puede
conllevar un tratamiento que empeore la patología del paciente, especialmente cuando salimos del
campo de la fisioterapia musculoesquelética.

Será necesario educar a la población en general en que el fisioterapeuta no es una persona que te
da un masaje según llegues sin saber siquiera lo que te pasa, sino que antes de siquiera tocarte
invertirá el tiempo necesario para realizar las preguntas adecuadas para emitir un juicio clínico que
complementará con la exploración física.

Además es importante saber cuándo derivar un paciente a otro profesional. No somos mejores
fisioterapeutas por no derivar. La salud del paciente es lo primero, y estará agradecido si ante una
patología que no podemos tratar o diagnosticar le ponemos en contacto con otro profesional.

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