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Es importante tener presente que la cuestión sobre el ser del mundo no es ajena a la
cuestión de Dios. La fe en el Dios creador del cielo y la tierra nos da la verdadera inteligencia
de su obra. Pero además, ninguna antropología teológica puede dispensarse de una correlativa
ontología básica, cuyo diseño corresponde a la teología de la creación. Comenzaremos viendo
la noción de creación en la Biblia y en la Tradición, luego consideraremos la historia del
dogma. Después, elaboraremos una reflexión teológica sobre el hecho, el modo y el fin de la
creación, para terminar considerando el problema del mal.
A) Creación en el AT.
1Referencia magisterial: Cf. Concilio Vaticano I (DZ 3001-3002 DB 1782-1783. Además cf. STh I q.44-50.
un ser, Yavé, que cuida de él y lo guía . En el texto, Yavé es poco más que un dios doméstico
1
que cuida de los suyos ... ¿Cómo ha sido posible y de qué modo, la reflexión de Israel logra
2
conectar este Yavé, Dios de la historia de un puñado de tribus, con el Dios creador del
universo, el único Dios verdadero? Examinamos tres pasajes muy antiguos para esbozar una
respuesta.
1. En Jos.10,5-13 se recoge un 2. El texto de Jue.4-5 es otro En Ex.15,1-18 se pueden
episodio de la conquista de la ejemplo de un suceso notable rastrear elementos del canto
Palestina, del que se dan dos visto en prosa y en verso ("El triunfal con que Israel celebró
versiones, una en prosa (v.5- cántico de Dévora" cap.5). El la salida de Egipto. Ha sido
10) y otra en verso (v.10-13). rasgo común de ambas este acontecimiento el que
En ambas se habla de un acon- versiones, lo esencial, es que permitió a Israel darse cuenta
tecimiento extraordinario. Es Yavé salva y nada se le de que su Dios era un Dios
que el Dios de Israel se resiste, y así la naturaleza salvador. En el relato todos los
muestra suficientemente sirve a Yavé para realizar la elementos naturales son
poderoso como para manejar a salvación de su pueblo. puestos al servicio de la gesta
su arbitrio fenómenos liberadora de Yavé
naturales y disponerlos para la (v.4.8.10.12). La conclusión se
salvación de su pueblo. Así impone: Yavé es el que reina.
pues, Israel ve la naturaleza
algo sometido por alguien a
los fines de su historia. La
naturaleza es puesta por Dios
al servicio de la conquista de
la tierra.
Estos tres textos nos hacen ver como la fe del primitivo Israel reconoce el poder de Yavé
como un poder que somete todo para la salvación del pueblo. Pero ¿no se trata de un poder
limitado a los momentos críticos de la historia de Israel? ¿Se puede hablar de un poder
absoluto, ilimitado?
Que Yavé sea visto como un dios celeste, es una idea muy antigua y común entre las
distintas religiones de la época. El cielo es el espacio sagrado y punto de partida para la
acción eficaz sobre la tierra y la historia . Pero Yavé no es el dios del trueno, de la lluvia o de
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los astros. Su poder no tiene localización espacial. Su carácter celeste le da una potestad tan
fundamental e incondicionada que para manifestarse no requiere de exhibiciones
espectaculares . Es decir que Yavé no se identifica pura y simplemente con ninguno de los
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poderes cósmicos. Por eso su poder se ejerce sin restricciones de lugar o de instrumentos
2Tener en cuenta la expresión "Dios de nuestros padres" que aparece varias veces en el AT haciendo referencia al Dios de los
antepasados que dieron origen a la fe de Israel.
Hasta aquí, podemos concluir que la imagen de Dios que en estos textos se nos trasmite
contienen "virtualmente" la idea de creación. Si Yavé reina sobre todo y lo puede todo
¿no será que lo ha hecho todo?... El atributo principal que late bajo estos textos
examinados no es tanto la omnipotencia como la bondad de Yavé: hay un leit-motiv que
se repite. La promesa a Abraham será cumplida.
Por eso, Von Rad sostiene que el concepto primario en la teología de Israel es el de
"salvación-alianza" y no el de "creación". Westermann sostiene lo contrario, que el concepto
primario es el de creación, aunque solo fuera porque se taraba de un lugar común en las
culturas del Medio Oriente antiguo. Esto sería sí si el atributo principal de Yavé fuera para
Israel, el poder y no la bondad. Antes de formular una doctrina creacionista expresa, Israel se
apercibió reflejamente de que su Dios se había creado un pueblo gratuitamente, de la nada.
Israel sabe que ha sido elegido por el amor de Yavé . Esta preeminencia de la idea de alianza
1
Jeremías será el primer profeta que habla explícitamente de creación . Pero será el 3
El exilio ha suscitado una duda en la fe de Israel... ¿es que Yavé no tiene poder para
liberar a Israel de Babilonia como lo hizo de Egipto? ¿Será que su poder es limitado?... El
Dt.Isaías profetizará que Yavé no tiene un poder limitado. Lo mismo que ocurrió en Egipto
volverá a ocurrir ahora en Babilonia; así como se creó un pueblo de la nada y por amor, Yavé
lo recreará de nuevo. Ello es posible porque Yavé es el todopoderoso, creador de cielo y
tierra.
recreación de Israel. Los motivos fundamentales continúan siendo los propios de la alianza:
revelación histórica de un Dios amoroso y fiel.
4Cf. 1R.19,11-13
1Cf. Dt.7,6-9
2Cf. Ex.12,14
b. Es a este poder omnímodo al que los profetas remiten para confrontar la fe de Israel en la
Alianza. Cf. Jer.31,35-37 e Is.51,9-11, donde convergen tres grandes momentos:
- Creación (alusiones al combate mítico con el caos personificado).
- Liberación de Egipto.
- Restauración del pueblo.
El Dios de la gracia, lo es también de la naturaleza; no hay oposición entre ésta y aquella sino
continuidad. Protología-soteriología-escatología se dan cita en este texto sin transición de lo
cosmológico a lo histórico, de la creación a la alianza. El acto creador anticipa la gesta
liberadora y ambas garantizan lo que está por realizarse. El mismo y único Dios ejecuta el
mismo y único plan de salvación, del pasado y del futuro.
c. La potestad creadora de Yavé es, además, esgrimida como argumento para superar la
tentación de idolatría. Mientras los dioses paganos son hechura de hombres, los hombres y
todo el cosmos son obra de Yavé. Cf. Is.46,10. Los dioses son "tohu" (nada) y por ello no
salvan (Cf, Is41,29; 43,10). La realidad de un ser viviente es dada por su operatividad; un ser
que no obra, pasivo, es como si no fuese, es nada. El mundo es creación de Yavé es lo no
"tohu" (el no caótico), es algo realmente existente (Cf. Is.45,18). Prestar atención a la
superación absoluta del mito y sus consecuencias: el hombre mítico no se salva por sus dioses,
porque son nada.
d. Para demostrar la acción creadora exclusiva de Dios se emplea el término técnico del verbo
"bará". El Dt.Isaías lo utiliza frecuentemente. Es un verbo estrictamente teológico, su sujeto
sólo y siempre es Yavé. El énfasis del verbo recae sobre la novedad inédita de lo creado.
Designa una acción incomparable, no homologable a ninguna otra, específicamente divina. El
Dt.Isaías aplica el "bará" tanto al hablar de objetos cósmicos , como tratando de realizaciones
1
histórico-salvíficas . Yavé es tan creador del universo como de Israel. Mejor dicho, porque
2
En resumen:
Que Dios fuese el origen de la realidad era algo obvio e indiscutible que no precisaba ser
sancionado dogmáticamente Por otra parte, los israelitas no parecen haber sentido la
curiosidad cosmológica que distinguía sus vecinos. Y ello porque su atención estaba
polarizada no por la naturaleza sino por la historia. Cuando por fin se explícita la fe en
la creación, la causa es la situación de crisis de fe y de confianza en la alianza, originada
por las desdichadas condiciones del exilio. Es, pues, evidente que el interés por una
información profana resulta ajeno a los hagiógrafos, a los que mueve la finalidad neta y
exclusivamente religiosa. Esta doctrina de la creación no ofrece nada científicamente,
sino que lo que ella ofrece se localiza en otro ámbito de la comprensión de lo real: en
una visión del mundo como lo originado por un Dios santo, fiel y amoroso, y como lo
destinado a una alianza que es la salvación de todo lo creado.
a. Observaciones previas.
Lo más notable del Gn.1 es que la creación interesa más que en sí misma, en cuanto
punto de arranque de una corriente histórica que lleva a la vocación de Abraham
(Gn.12). Es importante tener presente el término "toledot" (generaciones), por la importancia
que tiene en la tradición P. En base a estos "toledot", el P arma su historia del mundo hasta
Abraham. Esta cadena de "toledot" busca consignar que el hecho-Abraham se remonta al
designio primordial de donde ha surgido todo lo creado y hunde sus raíces literalmente en el
principio de la historia y del mundo.
En Gn.1 Israel interpreta desde la experiencia inicial de la alianza con Dios, el origen del
mundo en función de su propio origen como Pueblo de Dios. Gn.1 no es un fragmento de
ciencia natural, una noticia sobre el comienzo del mundo y de sus habitantes, sino una página,
la inicial, de la Historia de la Salvación.
¿Ha salido Gn.1 íntegramente de la pluma de un sacerdote judío del tiempo del exilio,
quien utilizó las ideas cosmológicas y mitológicas del ambiente? ¿O estamos ante una
1El texto es de la época exílica y post-exílica, y está influido por la temática profética. El texto pertenece a la tradición
sacerdotal (P).
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redacción que recoge una tradición más antigua?
Una tradición mítica que da la estructura Una interpretación profética que revela la
general al texto. teología del autor P.
Esta hipótesis tiene a su favor una serie de irregularidades que se dan en el texto:
Repeticiones. Se Desfasaje entre el número de Aparente contradicción entre v.1
yuxtaponen dos modos obras y el número de días. Al y 2. El v.1 habla de una novedad
de crear, por la palabra y P le interesa dejar libre el absoluta sin antecedentes en las
por la acción. sábado para introducir la cosmogonías antiguas. El v.2
acción creativa en el marco de reproduce una imagen común en las
la alianza (precepto del cosmogonías antiguas. Los ensayos
sábado). por armonizar los dos versículos
son imposibles. Se refieren a dos
formas irreductibles de considerar
el comienzo de la realidad. Esta es
la irregularidad teológica más im-
portante del texto.
c. La cosmogonía popular.
caos, sobre el que Elohim "trabaja". Se trata de un relato de creación por la acción: del caos
inicial, por separaciones sucesivas aparecen los tres grandes espacios (cielo, tierra y aguas)
que serán llenados por sus respectivos habitantes. La acción de Dios se realiza de arriba hacia
abajo, según el orden lógico que ofrecen los estratos con lo que dicha acción va topándose.
d. La redacción sacerdotal.
A la trama mítica sobre la que opera, el P añadirá ideas e introducirá variantes que darán
al conjunto un tono completamente diverso. La entera cosmogonía está enmarcada por la
2La reconstrucción del texto puede encontrarse en Ruiz de la Peña, Teología de la Creación, Sal Terrae pag.36
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inclusión 1,1 (que anticipa el relato)y 2,4 (que concluye y resume el relato). Ambos en su
esencia dicen lo mismo:
Dios creó ("bará"). Dios creó "en el principio". Se Dios creó "el cielo y la tierra",
El P utiliza el verbo discute mucho por el "berisit" (si es es decir todo. El mundo para
en otros lugares un constructo o un absoluto). El P Israel no es el absoluto como
teológicamente quiere estipular aquí el punto de para sus vecinos. El mundo para
neurálgicos. partida del calendario histórico- un judío es un acontecimiento
salvífico: "berisit" designa esa forma cuyo último fundamento no
única de comienzo que es el radica en tal o¡ cual principio
comienzo de todo. Es claro que el cósmico, sino en la libre acción
autor concibe la acción creadora de Dios.
como un acontecimiento temporal y
no como algo atemporal.
Con estas tres afirmaciones el v.1 nos da de antemano la interpretación teológica de todo
lo que va a seguir.
¿Por qué el P ha mantenido esta figura mitológica? Para una mentalidad como la semita,
que discurre por imágenes y no por conceptos abstractos, resultaría irrepresentable un
comienzo desde el cero absoluto; la nada no es una imagen concreta, es una abstracción. Por
lo tanto, este caos despojado de toda virtualidad es la representación plástica de la nada
absoluta.
En v.3 el "ruaj" pronuncia el primer "fiat": surge la luz que alumbrará el resto de la
operación creadora. Esta luz es independiente de los astros, pues es una luz que se desprende
de Dios mismo . Por eso el P puede hablar más adelante de la luz que surge por separación de
1
las tinieblas.
Desde aquí, el P va a anteponer sistemáticamente a todas las obras este crear con sólo la
palabra; la primitiva versión-acción se confronta con una versión-palabra. Aquí Dios crea sin
lucha, sin esfuerzo, con absoluta libertad e independencia de los acontecimiento. La
introducción a cada una de las obras "dijo Dios", el P la utiliza para ratificar que el actuar de
1Cf. Is.60,19
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Dios es único, soberanamente trascendente; todo procede de él y él no necesita de nada para
conferir el ser a las cosas.
El otro aspecto significativo del crear por la sola palabra es el carácter dialógico que
recibe así la relación creador-creatura. Es patente que la creación se entiende como revelación
de Dios, comienzo de la historia de la salvación y punto de partida del proceso de
autodonación divina a sus creaturas.
En el v.4a aparece la fórmula de aprobación por la que Dios declara como bueno lo que
ha creado. No es un juicio estético sino ontológico. La creatura es buena porque responde en
su ser a la intención del creador. La fórmula se repetirá a lo largo de todo el texto para
culminar con el superlativo del v.31 "todo lo que Dios había hecho, estaba muy bien".
En el v.4b surge la luz del descuartizamiento del caos primordial. Esta luz es lo primero
que se distingue del caos (son las tres separaciones que dan origen a los tres niveles
cosmológicos en los mitos: cielo, tierra y aguas). El v.4b parecería ignorar al v.3 y viceversa.
Es un residuo de la tradición mitológica y exige una puntalización en el v.5.
El v.5 para anular la virtualidad mitológica del v.4b y reducirlo a una mera forma literaria
(mitologema), el P va a presentar a Dios imponiendo nombres allí, y sólo allí, donde la
narración popular hablaba de lo surgido por separación del caos. Esta imposición reaparece
en los v.7-8 (el cielo) y v.9-10 (tierra-mar).
Para las culturas semitas el acto de nombrar con lleva una potestad omnímoda sobre lo
nombrado. Lo que no tiene nombre no existe, porque el nombre es la identidad de la cosa y le
otorga su capacidad funcional, es el ser mismo de la cosa. Lo caótico sólo puede ser asumido
en la creación con otro "nombre" o "esencia"; es decir no con una identidad dada por sí
mismo sino por Dios. El caos también es creatura, en definitiva.
En el v.5b los días son numerados no para contar las obras sino para configurar la
semana, y sin ninguna preocupación científica. Así se puede entender las tardes y las mañanas
sin que todavía haya surgido el sol y la luna.
Resumiendo estos cinco primeros versículos nos damos cuenta que han aparecido todas
las células narrativas (esquema) con que se construye todo el capítulo. A partir de aquí
el esquema de los días es más o menos regular: Creación por la palabra, fórmula de
constatación, creación por la acción, imposición de los nombres solamente los tres
primeros días), numeración del día y fórmula de aprobación. El conjunto del relato
toma así un tinte poético, solemne y monótono, propio de un relato para ser usado en la
liturgia.
En el v.12 se da la versión mítica del origen de los vegetales por generación espontánea,
pero el P antepone el "dijo Dios", desmitificando así la narración. Los v.14-18 se entienden
en relación al culto babilónico de los astros. El P desmitifica este culto haciendo ver que los
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astros son creaturas de Dios. El P suprime la función de dominar (que sí aparece en la
versión-acción del v.16) que se le atribuía a los astros, y conserva la de separar e iluminar.
El v.21 vuelve a retomar el verbo "bará". El uso de este verbo teológico se debe a que los
monstruos marinos eran encarnaciones del caos primordial. El P nuevamente lo desmitifica
diciendo que ellos son creaturas de Dios. el v.21 está escrito pensando en el v.2: el P primero
desvirtúa el caos inicial, luego da nombres a lo que deriva de ese caos (cielo, tierra y agua) y
por último le da el estatuto de creatura a través de la figura de los monstruos marinos.
Los v.26-30 nos muestran que con la creación del hombre, "imagen de Dios" se da el
clímax del relato. Al hombre se le confiere el dominio sobre la creación, como representante
del Creador. El verbo "bará" se usa masivamente en el v.27 (tres veces). Esto responde a una
preocupación del P: el hombre siendo imagen de Dios no deja de ser creatura y Dios sigue
siendo absolutamente trascendente para él.
En el cap.2,2-3 el P hace orientar toda la creación al sábado, que es para esta tradición el
sacramento de la Alianza. El P rubrica el "leit motiv" de su teología sobre la creación: el
orden de la naturaleza está bajo el orden de la historia, que será historia de salvación. El
poder creador de Dios pasa al hombre que se vuelve su interlocutor, y Dios descansa y
bendice todo lo que ha hecho.
El v.4a del cap. 2 resumen y concluye todo el relato haciendo inclusión con 1,1
e. Conclusiones teológicas.
1. La identidad entre el Dios salvador de Israel (Dios de la Alianza) y el Dios creador del
universo da origen a una perfecta síntesis Dios-hombre-cosmos. Gn.1 resume
prodigiosamente el discurso sobre el todo y las partes, expansión temporal del todo (los siete
días), es decir la historia, y su expansión espacial (cielo y tierra), es decir todo lo creado. El P
interpreta que el mundo existe para la salvación, por ser obra de Dios es bueno.
2. El relato del Gn.1 es netamente monoteísta. Todo procede del amor del único Dios, que
está por encima (trascendente) de todo lo creado. Aquí insertamos la intensión desmitificadora
del P
115
3. La fe en la creación manifiesta sus virtualidades liberadoras. Porque es profesada por
Israel cuando es esclavizado con miras a recobrar la esperanza y la confianza en Dios. Y porque
desmitologizado y desdemonizado el mundo y profanizada la naturaleza, el hombre es
emancipado de toda esclavitud que sobre hiciera el mundo. A la antítesis politeísmo-
monoteísmo, corresponde la antítesis pesimismo fatalista-optimismo histórico (":.. y vio Dios
que era bueno).
a. Gn.2,4b-25.
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Ni al Y ni al P le interesa el estudio científico de la creación. Su preocupación es
puramente teológica.
b. Los salmos.
Las referencias a la creación son muy frecuentes . Merece adrvertirse que en los Salmos
1
es frecuente no sólo la consideración del acto creador en los orígenes, sino también menudean
la reflexiones sobre el continuo cuidado que Dios dispensa a las creaturas, y que el
mismo Dios es el cimiento sobre el que reposa la consistencia del universo. Este aspecto
sustentador de la función creadora divina será desarrollado posteriormente y cristalizará la
categoría de predestinación.
c. La literatura sapiencial.
En este giro no es difícil notar el influjo de la cultura helenística. Los nuevos planteos
sobre la creación se refieren más a la práxis que a la ortodoxia, como lo hacia el Gn.1.
Esta teología sapiencial señala que la creación, siendo obra de la sabiduría de Dios, nada de
cuanto sucede es atribuible al azar o a un designio caprichoso o incierto. Prov.3,19-21 y
8,22-23 señalan el orden del mundo, que emana de la inteligencia divina. estos dos textos
deducen de este actuar divino ordenador del mundo, hecho con sabiduría, que el hombre está
obligado a obrar sabiamente. La auténtica comprensión de las cosas no puede alcanzarse por
pura especulación (contra la filosofía griega), sino por la imitación y el seguimiento religioso
del ser y obra de Dios.
Esta convicción de la teología sapiencial de que Dios es un creador sabio que lo rige
todo, no impide plantear el tema de los males y los problemas de la realidad. Job y
Eclesiastés son los libros que muestran crudamente la crisis de sentido. La conclusión de Job
nos dice que sólo Dios posee el secreto de la creación y la verdadera sabiduría. Solamente la
comunión con El hace al hombre sabio. Lo creado se trasciende hacia Dios, en quien radica
en última instancia el misterio del mundo. Ser creatura implica depender de alguien suficien-
temente sabio, justo y bondadoso, significa estar dispuesto a recibirlo todo (bien y mal,
felicidad y dolor) de El. El mal afecta más incisivamente al hombre y se ubica más allá de la
comprensión del hombre y por ello fomenta la sospecha del sin sentido y la no existencia de
Dios. Esto está íntimamente relacionado a la noción de creación (lo veremos más adelante).
El libro de la Sabiduría es del último estadio redaccional del AT. En Sb.11,17 se hace
patente el influjo platónico sobre un Demiurgo que ejerce su acción ordenadora sobre la
materia informe. El concepto de cosmos que maneja Sabiduría evidencia el mismo influjo.
Es contemporáneo del libro de la Sabiduría. Ambos son griegos. 2Mac. nos proporciona
el último documento de la fe judía en la creación. El texto de 2Mac.7,28 nos dice "... te ruego
hijo, que mires al cielo y a la tierra y al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la
nada lo hizo Dios". No podemos interpretarlo como lo tomará siglos después la reflexión
teológica. Pero superadas las imágenes aproximativas sobre el caos de Gn.1 y la
desafortunada expresión "materia informe" de Sb.11, la fórmula de 2Mac.7,28 alacanza una
precisión teológica irreprochable y posee una eficacia retroactiva.
Jesús habla a un auditorio donde la doctrina sobre la creación era algo ya asentado. El da
ésto por supuesto y sólo hace algunas alusiones al tema.
118
En Mt.11,25 se da a entender que el mundo y todos los seres de la tierra proceden de
Dios, "el Señor del cielo y la tierra". Mc.10,6 cita literalmente al Gn.1,27 al hablar de "un
principio de la creación". Se puede entender de dos maneras: como comienzo de los seres o
creación activa; o como comienzo absoluto en el ser, acto creador mismo o creación
propiamente dicha. Mt.13,35; 25,34 y Lc.11,50 tienen la expresión "desde la creación del
mundo". Aquí se está esbozando la idea de Creador como la de un poderoso arquitecto
que pone los fundamentos de su obra y la levanta según un plan. Fuera de los Sinópticos,
como en Jn.17,24; Ef.1,4 y 1Pe.1,20 se da esta idea. El verbo usado en este tipo de
expresiones es "katabolé", que significa "echar cimientos".
Gn.1 había afirmado la bondad ontológica de los seres creados por ser obra de Dios.
Numerosas prescripciones rabínicas desvirtuaron ésto, señalando a algunos alimentos o a
algunas realidades como impuros. Estas ideas fariseas son corregidas por la predicación de
Jesús que reivindica la dignidad de los seres creados y su valor (v.g. su actitud para con
los pecadores) . 1
menos que repercutir en la misma concepción del Dios creador, acentuando en El los rasgos
providentes ya recogidos en el AT . 3
2. La creación en Pablo.
1Cf. Mc.7,14-20
3Cf. Sb.11,24-25
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como un eco de Gn.1,3, y en Rm.4,17; Dios crea "llamando las cosas que no son para que
sean". En ambos textos la soteriología domina sobre la cosmología: el acto creador no es un
gesto realizado y agotado en el pasado remoto, sino la presencia continua y operativa de la
salvación. Una salvación creíble porque quien la anuncia es alguien que puede hacer pasar del
no ser al ser.
Rm.11,36, "de El, por El y para El son todas las cosas", y 1Tm.6,13, "El es quien da la
vida a todo", son textos que nos dejan ver detrás no sólo la doctrina del AT sino también
la influencia helenista . Tanto el inmanentismo absoluto panteísta como el
1
El mundo fue hecho por Cristo y para Cristo. esta inédita expresión la encontramos en
dos textos: 1Cor.8,5-6 y Col.1,15-20.
Por primera vez en 1Cor.8,5-6, Cristo aparece al lado del Padre en el papel creador.
Todo lo creado es efecto a la vez del Padre y del Hijo. Distinto de Rm.11,36 donde el Padre
ostenta con exclusividad todas las funciones creadoras.
En 1Cor.8,5-6, Pablo utiliza para el Padre expresiones formadas por "ex" y "eis" (por y
para). Para el Hijo utiliza expresiones formadas por "día" (por y para). Parece que Pablo
quiere insinuar que la causalidad de cada uno se sitúa en distintos planos: el Padre es el
principio y el fin; Cristo es el mediador de la creación como y porque lo es de la
salvación.
de Jesús el Cristo; Pablo llama a éste "sabiduría de Dios" (1Co.1,24.30), con lo que la
asignación de un papel mediador en la creación es por demás obvia. De otro lado, supuesta
la correspondencia salvación-creación establecida en el AT., quien ejerce una de estas dos
funciones ha de ejercer la otra. Si Cristo es el mediador de la salvación, ha de serlo también
de la creación.
Ser simplemente y ser salvado no pueden proceder de dos principios distintos sino de
uno sólo. La creatividad del Padre y la de Cristo aunque se distinguen, son actividades
La exégesis de Col.1,15-20 se encuentra entre las más discutidas del NT. Las novedades
terminológicas, la continua oscilación entre la divinidad y la humanidad, entre los
sotereológico y cosmológico, no facilitan el estudio. Para algunos autores la perícopa se
divide en dos (v.15-17 y v.18-20). Para otros, la perícopa está dividida en tres partes
detectables fácilmente en griego:
1. v.15-16a. 2. v.16b-18a. 3. v.18b.-20.
Es la más referida a nuestro Combina los temas Esta calcada sobre la primera
estudio al desarrollar el tema cosmológico y sotereológico. y habla de Cristo salvador.
de Cristo creador.
es el primero, mas no en una seria homogénea, sino por un título de supremacía, primogénito
de toda la creación. El himno quiere situar la creación bajo la encarnación del Verbo.
v.16a: supuesto cuanto se ha dicho del v.15, es comprensible que en Cristo haya sido creado
todo; emerge aquí explícitamente la concepción sapiencial del paradigma o imagen
arquetípica. En Cristo, icono de Dios, éste ha hecho el boceto... el proyecto del mundo. La
fórmula "en Cristo" denota la comunión interpersonal, el flujo vital que, desde Cristo, se
derrama sobre los cristianos y los conforma con él. Así pues, que todo haya sido creado en él
apunta a esta participación vivificante del ser-en-Cristo, anticipa el destino soteriológico de la
entera creación.
2. v.16b: "Todo ha sido creado por ("día") él y para ("eis") él"; lo nuevo es que la
causalidad final, reservada en 1Cor.8,6 al Padre, aparece ahora aplicada al Hijo, y al Hijo
encarnado : la creación es cristiforme y cristocéntrica. Cristo no sólo da unidad en el
2
origen al mundo, sino también en su destino. La protología cósmica del Gn.1 implica la
1En 1Cor.1,24-30 Pablo llama a Cristo "sabiduría de Dios", aquí lo llama "imagen del Dios invisible". Ambas expresiones
combinadas expresan que Cristo es la imagen arquetípica, la misma sabiduría que sirve de modelo de las acciones divinas "ad
extra"
v.17: hay dos afirmaciones: Cristo es "antes que todo"; "todo tiene en él su consistencia".
Confirma la interpretación del primado cronológico y ontológico. Cristo es el fundamento
continuo de la permanencia en el ser de todo; él es quien otorga unidad, armonía y cohesión a
la realidad.
v.18a: este papel de soporte y principio cohesivo de todo hace de Cristo la Cabeza del
Cuerpo. El cuerpo del que Cristo es cabeza es la comunidad eclesial. Pero con ello no se
niega su capitalidad cósmica; sólo se advierte que tal capitalidad se ejerce eclesiológicamente.
3. v.18b: en la tercer parte del Himno aparece la idea de la prioridad capital de Cristo, El es el
principio. Hay correspondencia con el v.15, pero aquí el discurso toma una dirección
soteriológica. Por la resurrección Dios ha hecho a Cristo Cabeza a fin de ordenar la
distribución de los bienes salvíficos; ésto tiene como presupuesto el primado del v.15. La
realidad recibe de este modo una doble acuñación cristológica: la primera, por la creación; la
segunda, por la resurrección.
v.19: la plenitud que Cristo posee es comunicativa a las creaturas; le ha sido dada por Dios
para que, a su vez, plenifique a sus creaturas (Cf. Col.2,9-10).
v.20: Tal plenitud es adquirida por las creaturas por la reconciliación; así como todo fue
creado por y para Cristo, todo es reconciliado por y para él. Se reitera el "todo para" y el
"todo por" del v.16, pero en relación al tema salvífico. Con este paralelismo se cierra el
Himno confirmando la voluntad de homolar lo cosmológico y lo sotereólogico. Posiblemente
el gnosticismo estuviera tentando a los colosenses, tratando de imponer la oposición entre la
creatura y Dios. Frente a ésto, el Himno de Pablo nos dice:
De lo dicho se deduce con claridad el destino cristológico de la creación: todo fue hecho
por Cristo; todo será para Cristo... Dios ha previsto hacer confluir en Cristo todo lo
creado. Ef.1.3-14 confirma ésto en forma de himno de acción de gracias ("eulogía"). Este
texto nos habla de un designio de Dios que es eterno sobre la creación. El contenido de este
propósito es claro: recapitular todo en Cristo (v.10). Las mejor interpretación de ésto los
v.22-23.
3. La creación en Juan.
principio" de Jn.1,1 hay un sentido distinto al de Gn.1,1. Gn.1,1 denota el primer momento de
la creación. En cambio, Jn.1,1-2 nos remite a la eternidad fuera del tiempo del Logos Dios. El
pensamiento de Juan parte de la preexistencia, como ocurre en Col.1,15s. y Heb.1,1s. Desde
aquí se podrá abordar la temática de la creación.
Veamos la estructura del Prólogo: Jn. 1,1-18. Reproduce la de los himnos a la Sabiduría
en el AT . 2
1Cf. Jn.1,1 con Gn.1,1; Jn.1,3 alude explícitamente a la creación por la palabra; Jn.1,4-5 hace referencia a la luz y a las
tiniebals, etc.
Al autor le interesa resaltar la unidad entre la palabra divina del Gn.1, por la cual
Dios crea y revela en el principio, y la Palabra Encarnada, con la que la acción y
revelación de Dios llegan a su plenitud.
Todo el Gn.1 es condensado en la expresión "Todo se hizo por el Logos" y "sin el Logos
nada se hizo de cuanto fue hecho". Esta frase del v.3, condensa la esencia de la fe cristiana en
la creación, y a ella se circunscribe deliberadamente, dejando en silencio todo lo concerniente
al cómo y al cuándo. La preposición "dia" (por) utilizada en el v.3 nos hace ver que el Logos
ha participado activa y directamente en el surgimiento de los seres. Esto se repite en el v.17.
Existe un paralelismo entre el v.3a. y el v.17: el mismo Logos creador es el salvador, el
hacedor de "la gracia y la verdad", pero pasando por la encarnación (v.14). Otro texto más
confirma la idea que atraviesa a toda la Biblia: creación y salvación se implican
mutuamente y son convertibles. Pero ahora, en medio de ellos está la Encarnación.
Otra cosa importante es que el autor, una vez asentada la doctrina de la creación se
orienta hacia un antropología dejando de lado la cosmología. El término "kosmos"
utilizado no significa mundo simplemente sino el mundo de los hombres, el ámbito del ser
humano.
El Prólogo concluye con un aspecto particular de la misión del Verbo: revelar al Dios
invisible (Col.1,15), incognocible en sí mismo es explicado por el Hijo. En Gn.1, la palabra
creadora revela creando; en Jn.1, el Logos creador, Cristo, revela al Padre salvando, es decir,
recreando.
Resumiendo: el Logos está en el comienzo del ser de las cosas, es El quien las mantiene
en la existencia por una continua comunicación de vida; creación y salvación se
fusionan en ese vértice del tiempo y la eternidad que es la encarnación, para revelar el
misterio del Dios a quien nadie ha visto nunca, sino sólo el Hijo.
124
4. Consideraciones finales.
En relación a c. decimos que por ese optimismo, el problema del mal es una de las
dificultades más serias con que tiene que vérselas esta doctrina, habida cuenta de su aparente
inconciliabilidad con ella. Pero por muy grandes que sean sus dimensiones, tal problema no
alcanza a eclipsar la bondad radical de una realidad que tiene a Dios por autor. Para la fe en
la creación, el mal no puede ser el núcleo central de lo real. En este sentido, la convicción
básica del NT., según la cual Cristo es el fin de la creación y no sólo el principio, avanza la
promesa de una victoria definitiva e irrevocable sobre el mal en sus diversas manifestaciones:
si Cristo es el fin único de todo lo creado, todo es redimible y salvable; la fe en la creación es
optimista porque en su lógica se incluye la esperanza en la consumación (convertibilidad
creación y salvación).
125
2.2.1.2. Las cosmogonías antiguas: caos y cosmos en el mundo
antiguo.
En Egipto el caos pre-creacional está representado por una serie de parejas primordiales
que aparecen variadamente en muchas cosmogonías ya desde los textos de las Pirámides
(Reino Antiguo tercer milenio) y en los Sarcófagos (fines del primer milenio). Para los
egipcios no hay tanto un "Caos" amenazador y símbolo del desorden cuanto un "estado" pre-
creacional, donde están latentes los dioses y el mundo futuro. La misma aparición de la luz
personificada en el dios Sol, de esa infinitud de aguas y tinieblas, como sucede en sus cosmo-
gonías, manifiesta que lo indiferenciado y latente lleva en sí lo determinado y consciente (el
mundo organizado y la luz). El Gn. y las cosmogonías egipcias conciben un precosmos
como algo pacífico e inerte. Sin embargo hay una diferencia radical: para las
cosmogonías egipcias, entre el precosmos y el mundo organizado hay un proceso, una
transición; para el Gn. hay una ruptura fundamental, sea por la intervención del poder de
Dios o sea porque ese poder es independiente del precosmos y actúa sobre él (Gn.1,1.3ss.).
Desde nuestra perspectiva antropológica, cabe remarcar otra divergencia no menos
profunda. Las cosmogonías egipcias desembocan siempre en la formación de dioses; el
Gn apunta directamente al hombre.
126
idea ese expresada en una manera muy distinta: el totalmente Otro es solamente Dios, y todo
lo que no es Dios es creatura; y el mundo tiene por destinatario al hombre, que no es esclavo
de Dios sino interlocutor al cual Dios participa su acto creador.
En la India la visión del mundo está totalmente polarizada hacia Brahman, como
fenómeno de toda realidad y como ser íntimo del hombre. Si Brahman es la figura central de
las Upanisadas (segundo tercio del primer milenio a.C.) y por constituirse en la verdad
ontológica de las cosas, su referencia cosmológica es muy frecuente en los textos metafísicos
del hinduismo. Dos son las características que podemos señalar de la concepciones hindúes.
Por un lado, la creación es un proceso evolutivo. Por otro lado, el pensamiento indio,
desde sus principios, es aguijoneado por la incógnita del "absoluto" (Brahman). Esta
tendencia monoteísta nos avecina mucho al pensamiento del Gn.1, solamente que las
perspectivas, sobre todo antropológicas, son muy distintas.
En cuanto a Grecia, nos vamos a detener en la "visión del mundo" que arrojan algunos
escritos presocráticos, en Hesíodo y en el Timeo de Platón. Desde Homero, por lo menos, los
griegos conocía la significación cosmogónica de las aguas. Es Hesíodo quien nos deja su
célebre teogonía, en donde no se encuentran muchos datos cosmogónicos, y los que hay no
son claros. Estas teogonías no se orientan al rito. Quizá, ya Hesíodo esté marcando el paso del
mito al logos, a la literalidad racional de las figuras míticas originarias de la tradición re-
ligiosa. En esta teogonía se da un parecido con el Gn.1. La tierra produce el cielo, la
montañas y el mar; en el Gn,, la Palabra de Yavé crea el cielo, la tierra y el mar. El
desfasamiento es más aparente que otra cosa: en los dos casos, importa descubrir la
emergencia del cosmos terráqueo, centro del universo del hombre. Sólo que en el mito éste
queda subsumido en la historia de los dioses. Los presocráticos impusieron un cambio
radical de perspectiva. Se interesaron por la relación entre la materia y la vida y, desde
luego, por el movimiento del cosmos. Indagan por la primera causa de este movimiento. Les
preocupa el mundo como "cosmos", no tanto el hombre y su ética, como sucede con los
grandes hombres de la era clásica de la filosofía griega. Al simbolismo mítico, que apunta al
misterio y a las fuerzas transfenoménicas manifestadas en el cosmos, los presocráticos
comenzaron a sustituirlo por una explicación infrafenoménica, de sabor científico. Así, de la
teogonía que explicaba el cosmos desde los orígenes de los dioses, se pasa al "arjé thou
physeos" como centro de la preocupación de los pensadores. Así, los presocráticos se
destacaron por su visión de la naturaleza racional (por oposición a una visión mítica),
evolutiva y dinámica (entendiendo en ésta última la vida inherente a la materia, por ejemplo
al agua, al aire, etc.). La cosmología de Platón la podemos encontrar en el Timeo. Allí hay
dos relatos cosmogónicos; uno centrado en la imagen de un demiurgo organizador de la
materia caótica y desordenada y símbolo del "sentido" del mundo impuesto por una
inteligencia ordenadora, y otro, en una representación del alma del mundo, que Platón
designa como el "viviente". En el segundo relato, las ideas reemplazan al demiurgo. El Timeo
tiene una intención antropológica: descubrir al hombre sus raíces divinas, su vocación por la
verdad, por contemplar las cosas inmortales y divinas. Para ello Platón afirma que todo el
mundo sensible tiene un logos paradigmático que lo hace inteligible y que le permite al
hombre negar todo lo caótico, desequilibrado y perecedero. El hombre platónico, tal como es
visto en el Timeo, no es portador de un designio trascendente. Tampoco hay un proyecto
histórico. La perspectiva del Timeo conduce a una actitud metafísica en el plano
127
individual, y a una utopía política en el social. La inteligibilidad, el orden, es, para
Platón, anterior y externa al cosmos (de una manera lógica no real, por supuesto)..
Al marcar algunas diferencias entre la concepción creacional del Gn. y las cosmogonías
míticas, destacamos la teología antropológica de la creación, de ninguna manera para
desvalorar el sentido profundo de aquellas. Respecto de la teogonía en especial, queremos
añadir algunas reflexiones. Los dioses nacen, son engendrados y se definen, porque ellos será
el sentido nouménico de la realidad organizada. Los dioses emergen del caos primordial y no
de una nada. Tampoco son parte de la realidad sino que manifiestan la sacralidad de toda ella.
Por eso la teogonía antecede a la cosmogonía. En la concepción bíblica del mundo, estos
valores son subsumidos en otra forma, destacándose el lugar y la responsabilidad del hombre.
128
2.2.1.3. La creación en la historia del dogma.
Se abre así una nueva lectura de la realidad que se opone a la sabiduría griega y a la
sabiduría mítico religiosa. La "creatio ex nihilo" termina con la idea de la divinidad de
la materia o de su preexistencia. La creación en el tiempo pone fin a la casi universal
aceptación de la concepción cíclica de la historia (mito del eterno retorno). El carácter
libre y amoroso de la iniciativa creadora, a la vez que subraya la absoluta trascendencia
de Dios, conlleva un radical e inédito optimismo cosmológico.
1. La Patrística.
129
Finalmente, el Concilio de Constantinopla II distingue la doble función del
Padre y el Hijo con vistas a la creación ("ex quo omnia..., per quem omnia"), y
cierra así el desarrollo de este dogma en las profesiones de fe.1.2. Los
Apologistas.
La refutación más vigorosa a las tesis helenistas procede de Teófilo, que sostiene
explícitamente la "creatio ex nihilo" como doctrina específica del cristianismo.
La "creatio ex nihilo" entraña, en suma, la superación tanto del monismo como del
dualismo.
El gnosticismo es una doctrina que aspira a explicar el problema del mal y del origen del
mundo material, malo: el mundo procede por emanación (a través de sucesivos
intermediarios) del principio malo; los seres espirituales son desterrados en él para purgar la
culpa. El proceso emanatista por el que surge la materia es necesario y eterno; luego la
materia existió siempre y necesariamente.
La lucha contra el gnosticismo es proseguida por Tertuliano quien sostiene que sólo Dios
crea, y lo hace de la nada y mediante el Verbo.
130
Un último reducto del dualismo gnóstico en la época patrística fue el maniqueísmo; entre
los espíritus atraídos por esta doctrina se contó San Agustín; una vez convertido, echa en
cara a sus antiguos correligionarios su doctrina. Fue el problema del mal el que más lo
preocupó. Su ensayo de solución se mueve desde la idea neoplatónica de la participación
descendente del ser. Dios, la suma Esencia, crea; la creación es la comunicación de esa
esencia, mas de forma limitada. Y tal limitación implica necesariamente una imperfección. La
raíz del mal está, por lo tanto, en la ontología de lo creado. El mal, en suma, no es
"sustancia", sino "negación de bien" (De nat. boni, 16s.). Tratar de escapar al dualismo
maniqueo mediante un esquema neoplatónico incluía el riesgo del monismo panteísta (los
seres, emanación del Ser), que San Agustín evitó con el factor correctivo de la "creatio ex
nihilo": los seres no emanan de Dios.
Hacia el siglo XI vuelve a florecer en Occidente la vieja semilla del dualismo con los
"cátaros" o "albigenses". La tesis central de la secta es la maldad de la materia y la
procedencia de ésta a partir de un principio malo, eterno, opuesto al principio bueno,
creador de los espíritus.
Santo Tomás enseña que Dios es causa ejemplar, eficiente y final de la creación. La
"creatio ex nihilo" puede probarse por la razón. Para ello basta acudir al nexo aristotélico
entre lo contingente y lo necesario.
I q.46 a.2
I q.45 a.3 I q.44 a.1; Contra Gentes 2,16 Santo Tomás distingue entre fe y razón; un ejemplo
es su postura en lo concerniente a la "creatio in tempore": él la admite como verdad de fe,
pero cree imposible poder demostrarla por la razón, como sucedía en el caso de la "creatio ex
nihilo". En su opúsculo De aeternitate mundi contra murmurantes, escribe que todo el
problema estriba en saber si ser creado por Dios totalmente y no tener comienzo son o no
proposiciones contradictorias; Tomás piensa que no lo son. Esta opción muestra que
comprende la creación más como una cuestión de relación entre el creador y lo creado que
como una cuestión de comienzo de la creatura.
Se abandona la metafísica como única fuente de saber científico y aparece otro tipo de
ciencia, nacida de la observación empírica. Con la emancipación de la filosofía, la ciencia
se emancipa también de la tutela de la fe: nace la cultura secular.
Una época absorbida por el interés hacia la naturaleza es propicia al panteísmo. Y éste
reaparece con Giordano Bruno, que sostiene la infinitud del universo y del espacio,
manifestaciones de la potencia infinita de Dios.
3.2. El Vaticano I.
DZ 3001-3003 DB 1782-1784
Los textos que nos interesan son los contenidos en el capítulo primero de la sesión tercera
y sus cánones correspondientes. El "párrafo primero" define a Dios como creador de todo,
"real y esencialmente distinto del mundo". El segundo párrafo define, contra Hermes y
Günther:
El fin de la creación: Dios La absoluta libertad de Dios Se condenan separadamente
crea "para manifestar su al crear. todas y cada una de las
perfección a través de los formas de panteísmo (el
bienes impartidos a las materialista, el espiritualista,
creaturas". el emanatista), afirmando la
"creatio ex nihilo" sostenida
por el Lateranense IV.
El Vaticano I dejaba intactos los dos grandes problemas con los que la fe en la creación se
veía confrontada en el umbral del siglo XX: la interpretación científica del mundo y, sobre
todo, la clave en que debían ser leídos los textos bíblicos relacionados con la creación. Con
estos elementos la teología de la creación tuvo que hacer frente al evolucionismo de Darwin y
133
sus seguidores, que por otro lado, ponían fin al antropocentrismo en la visión del mundo. El
estudio de los géneros literarios y la literatura de influencia sobre la SE pudo escapar a la
lectura literalista y concordista del Gn.1 y, así, dialogar con la ciencia desde una sana postura
teológica.
El concilio reconoce que el mundo es, en cuanto creación, el efecto combinado de dos
causalidades: la de Dios creador y la del hombre creativo. Lejos de rechazar la creatividad
humana, la estima como algo querido por Dios mismo.
GS 36
El hecho de la creación.
1. La afirmación de fe y su alcance.
La fe cristiana sostiene que el mundo ha sido creado por Dios. Con esto, el cristianismo
elige un término medio entre el dualismo y el panteísmo; frente al primero, la tesis
significa: todo procede de Dios; en cuanto tal, todo es bueno. Frente al segundo se
afirma: Dios trasciende infinitamente el mundo; éste posee una realidad propia, distinta
de la de Dios. La dignidad de los seres mundanos queda así salvaguardada tanto del
pesimismo dualista como del ilusorio optimismo panteísta . 1
1"El panteísmo es una bella y cruel ilusión: nos salva de que aceptemos que no existimos". Cf. Benzo, M. Hombre profano-
hombre sagrado. Tratado de antropología teológica.
134
No se trata, pues, sólo del problema de los orígenes, sino de la naturaleza de lo real, de su
textura ontológica; la afirmación de fe estipula que la condición propia de lo real es su
creaturidad.
2. La noción de creación.
Al hablar del mundo como creación de Dios, estamos entendiendo por ese término todo
lo que existe fuera de Dios. Entendido de este modo el término mundo, es evidente que la
definición clásica de creación como producción de algo a partir de la nada, no puede aplicarse
a la totalidad de lo real. Hoy sabemos que ese sentido técnico de creación no conviene a casi
nada de lo existente, pues casi todo procede de algo: todos los seres se prolongan hacia atrás,
hunden sus raíces en formas de ser anteriores e inferiores, de las que proceden por evolución.
La "productio ex nihilo sui et subjecti" queda de este modo circunscrita a la primera forma de
realidad extradivina. ¿Quiere esto decir que Dios sólo creó ese ser primigenio, de suerte
que la acción creadora sería un gesto solitario y relegado al extremo punto inicial de la
historia del universo? No, evidentemente.
Si, en efecto, se toma en serio el hecho de la evolución, tal hecho está implicando que se
da en la historia del cosmos un permanente plus-devenir; los seres se autotrascienden,
rebasan su umbral ontológico, van de menos a más. ¿Cómo es ello posible? ¿Cómo lo más
puede salir de lo menos...? La respuesta no puede hallarse en la sola causalidad creada; tiene
que estar en la causalidad divina; una causalidad no inferior en rango ontológico a la de la
"productio ex nihilo" y que, por tanto, ha de ser llamada creación.
1 "La creación constituye el trasfondo invisible de la evolución; la evolución aparece como el primer plano visible de la
creación". (Brunner, E. Dogmatique II)
135
Tras esta relectura del concepto de creación en un universo evolutivo, no estará de más
volver a la formulación clásica ("creatio ex nihilo") para comprobar que, lejos de haber
quedado inservible, sigue conservando una significatividad no desdeñable. La fórmula nos
recuerda que no hay nada que preexista a la acción creadora, la motive o la funde, fuera de
Dios; no hay nada que quede a extramuros de esa acción creadora; Dios no encuentra nada
dado que condicione de algún modo su obrar.
En este sentido, la expresión "creatio ex nihilo" cumple ante todo una función negativa;
sirve para drenar cualquier residuo de dualismo en la representación de los orígenes del
cosmos. Pero además, la fórmula cumple también una función positiva: porque nada
queda al margen de la acción creadora, nada hay realmente existente que no resulte
alcanzado por la acción salvadora.
"Conservación": nos recuerda que Dios no es el ser lejano e indiferente del deísmo, que
abandona la creación a su inercia. La conservación es el acto perenne por el que Dios
mantiene en sus manos a los seres a los que llamó a la vida. Así entendida, "conservación" y
"creación" denotan dos aspectos o momentos de una misma y única acción divina... Y dada la
correlación que la Escritura establece entre creación y salvación, podría decirse que, mientras
el proceso salvífico está abierto, lo está también "eo ipso" el proceso creador. En tanto la
historia no ha alcanzado su consumación, Dios obra (= crea-salva) incesantemente en ella.
Todas estas ideas pueden expresarse cristológicamente: puesto que Dios ha creado
todo en, por y para Cristo, la puesta en marcha del proceso (creación) incluye su orientación
hacia Cristo (conservación, gobierno, providencia); en Dios crear las cosas, mantenerlas en el
ser y ordenarlas al fin no son iniciativas diversas y sucesivas; son meros aspectos de un
diseño único, que cobra unidad y alcanza su realización en la persona del Verbo encarnado.
136
4. La creación, misterio de fe.
Hablábamos al comienzo del capítulo del valor real y de la dignidad que el acto creador
otorga a las creaturas. Pues bien, todo esto se ratifica de modo impresionante en la
Encarnación: el valor y la dignidad del ser creado son tales que el mismo creador puede
devenir creatura.
Marx va a enfatizar el primero de los dos puntos (la noción teológica de creación es
rechazable, porque infiere una relación de dependencia que equivale a una declaración de
nulidad) y a precisar el segundo, aportándole una mayor concreción (el hombre es creador del
mundo en cuanto homo faber). Para ser consistente y autónomo, el hombre no puede deber a
nadie la existencia, tiene que hacerse a sí mismo. ¿Cómo? Con el trabajo. Al término de este
proceso de autocreación humana y construcción mundana, lo que emerge es el comunismo:
137
"la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el
hombre, el enigma resuelto de la historia". Como se ve, también aquí reaparece, en su forma
secularizada, el binomio bíblico creación-salvación, protología-escatología.
Puesto que se ha rechazado la "creatio ex nihilo", ¿de dónde procede la materia sobre la
que opera la acción creadora? La respuesta corre a cargo de Engels: "No hay nada eterno, de
no ser la materia en eterno movimiento y transformación y las leyes según las cuales se
mueve y se transforma".
¿Por qué le importa a la teología el carácter temporal del mundo? Ante todo,
porque cree que la creación es en orden a una historia de salvación. Y puesto que la
creación es el primer acto de esa historia, tiene que ser, al menos por esa razón, un hecho
histórico; ha de acontecer en el tiempo.
1 Nótese que se está hablando del mundo en cuanto escenario de la historia de salvación. Por mundo entendemos ahora, por
tanto, el mundo concreto de nuestra humanidad concreta, y no necesariamente la totalidad de lo creado.
138
unívoco, al atribuirse a Dios y hipótesis, contingente (no en universo que sirve de marco a
a la creatura; aplicado a ésta, vano es creatura) y habría sido la humanidad en la que el
no significa la eternidad creada por Dios libremente. Verbo se ha encarnado, es
estricta, sino la limitación en temporal, porque ha sido
la existencia. querida por Dios con vistas a
una historia de salvación.
Pero tampoco la creatura sale mejor librada: al quedar englobada en el ser de la divinidad,
pierde su profanidad específica, que es su razón de ser propia; el paso siguiente suele consistir
en negar su auténtica realidad y en confinarla en la esfera de lo meramente apariencial.
139
contingencia de la creatura y otra su valor cero o su inutilidad: al crear el mundo, Dios le da
valor, junto con la existencia. El acto creador otorga a la creatura una dignidad y consistencia
propias, no ilusorias. Desde el momento en que se admite una creación libre, ella se nos
aparece como un gesto de amor, amor tanto más gratuito cuanto que su objeto es suscitado
enteramente por el amante. Es Dios quien, creando por amor, hace amable la realidad amada.
2.2.1.7. La finalidad de la creación (el "fin", I q.44 a.4 y II-II q.64 a.1).
La cuestión del fin de la creación puede formularse en estos términos: ¿por qué o para
qué crea Dios?; ¿por qué o para qué existe el mundo? Ambos interrogantes han de tener
una misma y única respuesta, porque el fin del mundo coincidirá infaliblemente con el
motivo que impulsa a Dios a crear.
La respuesta a esta cuestión ha de partir de lo que hemos dicho más arriba sobre la
absoluta libertad de Dios al crear. Allí veíamos que:
a) No hay nada exterior a Dios que le fuerce b) Todas las necesidades de la esencia divina
a actuar; Dios está solo al disponerse a crear. se colman en las procesiones trinitarias.
De a) se deduce que el fin de la creación ha de ser Dios mismo; antes de que cree, no
hay otra cosa, no hay motivo. De b) se deduce que, aunque Dios cree para sí mismo, lo
creado no le da nada; Dios crea por sí y para sí, mas no en el sentido de perfeccionarse o
buscar algo que le falte.
Afirmar, en suma, que Dios crea por y para sí es afirmar que Dios crea para darse, para
comunicar lo suyo, para perfeccionar, y no para darse a sí mismo algo o para
perfeccionarse (éste es el sentido de la tesis clásica, según la cual "Dios crea para su
gloria").
En la Escritura nos encontramos con dos series de textos relativos a nuestro tema:
a) Todo se ordena a Dios; Él es el fin último b) El que Dios sea el fin de la creación no
de todo. Cf. 1Cor. 3,21-23; 15,24-28. significa que busque algo para sí, puesto que
ya lo posee todo. Cf. Jb. 22,1-3; Is. 1,11-15;
Hch. 17,24-25.
En realidad, Dios crea para la alianza, ésto es, para comunicar su bondad. De ahí que
"ser tratados con bondad" equivalga en el lenguaje bíblico a "ser tratados según su gloria":
Dn.3,42-45; Is.43,1-7; 48,9-11. En todos estos textos se desvela la peculiaridad de la noción
140
veterotestamentaria de "gloria de Dios", que designa el peso del ser divino en cuanto revelado
por sus diversos atributos. La "gloria de Dios" es, pues, el mismo Dios, que se revela al
hombre como majestad, bondad, santidad, poder misericordioso, etc.
DZ 3002 DB 1783 El Concilio Vaticano I dice que el fin del mundo es "la gloria de
Dios". En el capítulo correspondiente a este canon se señala cómo ha de entenderse tal
definición: en ella no se enseña que Dios "aumente o adquiera su felicidad" creando; ni se
hace reo de egoísmo, puesto que crea "para manifestar su perfección impartiendo bienes a las
creaturas".
AG 2
El Concilio Vaticano II nos enseña que Dios crea para ser todo en
todas las cosas, "procurando así simultáneamente su gloria y nuestra
felicidad".2.2.1.8. El problema del mal. La fe en la creación y la
experiencia del mal.
La segunda perplejidad se refiere a lo que la teología puede hacer con esta cuestión .
Hay algo que decididamente no debería hacer: no debería aspirar a explicar el mal.
Lo que sí creo que es asunto de la teología, y sólo de ella, es, no explicar el mal (que,
visto en su hondura abismática, es misterio, "mysterium iniquitatis" y, por tanto, inexplicable
en su última esencialidad), sino indagar cómo pueda ser posible creer desde la experiencia del
141
mal.
Mostrar que la fe es compatible con la percepción y el sufrimiento del mal es, en última
instancia, una de las tareas clave de la teología, porque precisamente tal compatibilidad
es una de los rasgos clave del objeto más propio de la teología, Jesús de Nazaret.
"¿Todavía crees en Dios? Maldice a Dios y muérete" (Job.2,9). Este brutal exabrupto de
la mujer de Job anticipa con impar crudeza lo primera y más extendida reacción que el mal
provoca en la secularidad. El mal representa el alegato supremo contra Dios, es el descrédito
de la idea de Dios. El mal es "la roca del ateísmo" (G. Büchner), una roca en la que se estrella
y naufraga la teodicea.
Así pues, el mal genera en primera instancia el ateísmo. En primera instancia, pues
cabe todavía una hipótesis más radical: el antiteísmo: resulta más piadoso afirmar "Dios no
existe", como hace el ateísmo, que afirmar "Dios existe, pero es un canalla", como sostiene un
personaje de Ernesto Sábato . 1
En la primera mitad del siglo XX, la cultura tecnocrática abarató de nuevo el mal: el
mal moral en primer término, pues el concepto ético de culpa es suplantado por el concepto
técnico de error.
Observemos, por de pronto, que es la existencia de Dios lo que hace del mal un enigma
Quien ante el acoso del mal, no quiere renunciar a la idea de un universo con sentido o al
postulado ético de la justicia, ha de volver a tomar en consideración la hipótesis de Dios.
Así, el mal funciona como anti-teodicea, pero puede funcionar también como pro-
teodicea: a la razón no dispuesta a capitular ante la sinrazón del sinsentido absoluto y
de la iniquidad irrevocable le resta sólo la anhelante sospecha de que, después de todo,
quizás exista un "absolutamente otro" que salve in extremis a la realidad de la
irracionalidad del mal. Una sospecha, pues, que viene a ser como una forma de fe
secular.
Por otra parte, Jesús no se ha dejado deslumbrar por el mal. La experiencia del mal no
ha sido su única experiencia. Dicha experiencia se da para él en el marco de una excepcional
capacidad para el gozo, la serenidad y la paz. Así, se siente mensajero de un anuncio que es
"evangelio", buena noticia. Y, sin embargo, Jesús ha conocido y sondeado en profundidad el
cáliz amargo del sufrimiento. La historia de la pasión es la historia de la desdicha.
Junto al amor, la fe. Jesús no comprende el mal que padece: "¿Por qué me has
abandonado?". Pues bien, Jesús ha creído en Dios desde el por qué sin respuesta empírica
posible. Ha creído en Dios, no a pesar o al margen de, sino desde la experiencia del mal. Ha
creído confiadamente en un Dios que, pese al mal presente, era "Abbá".
Jesús no se ha comportado ante el mal como un asceta, sino como un místico. El místico
no aspira a la ataraxia o a la apatía, porque no se resigna pasivamente al mal. Sabe que
él solo no se basta para vencerlo, pero confía en recibir como don la cuota de victoria
que no puede cobrar como conquista. Y esta certidumbre le inclina a afirmar y amar
una realidad que, de otra forma, tendría que ser renegada. El símbolo de esa realidad,
en su figura actual, es la cruz. Pero el místico sabe que se trata de una realidad en
éxodo, cuyo destino es la resurrección.
Todo cuanto acabamos de afirmar sobre Jesús y su experiencia del mal se puede y debe
afirmar de Dios: en Getsemaní sufrió Dios en el Gólgota murió Dios. Este es el único Dios
creíble para la fe cristiana; no un Dios apático, sino el Dios que compadece y consufre.
La teología que exige la intervención de Dios en este momento para evitar este mal, no es
teología cristiana, pues ignora que el Dios verdadero es un Dios sim-pático, con-sufriente, no
apático, y ya está en escena, no causando, enviando o permitiendo el mal, sino sufriéndolo en
mí y conmigo; tampoco suprimiéndolo, sino mostrándolo asumible, desvelándome que
incluso en ese mal hay sentido o, mejor, que a través de esa noche oscura amanece ya la
aurora de la salvación.
Desde esta óptica nueva, el cristiano afronta el mal animado por una doble certidumbre:
a) Creer desde la experiencia del mal es b) Creer desde la experiencia del mal es
creer desde la esperanza en una victoria alinearse contra el mal experimentado.
sobre el mal. Formulado cristológicamente: Esperar es operar en la dirección de lo
creer desde la cruz es creer desde la esperanza esperado. Si se alberga la convicción de que el
en la resurrección. No es posible la fe sin la mal será totalmente vencido mañana, ello
esperanza. Porque existe el mal, sólo es creíble significa que puede ir siendo vencido hoy. La
como Dios un crucificado. Pero porque el mal esperanza está, pues, contra la pasividad
no puede ser la última palabra, ese crucificado resignada y postula, para ser coherente, la
convalida su credibilidad en tanto en cuanto es actitud militante.
también, y para siempre, "aquél a quien el
Padre resucitó de entre los muertos".
La teología se interesa por este debate y lo afronta como un diálogo, necesario y urgente,
entre las ciencias de la fe y las ciencias de la naturaleza. No puede ser de otro modo, porque
lo que en él se cuestiona es la realidad del mundo y el futuro del hombre, cosas ambas que
importan a la razón teológica tanto al menos como puedan importarle a la biología, la
sociología o la ecología.
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1.2. Respuestas teológicas a la crítica de los ecólogos.
El contexto de Gn.1,28 indica muy claramente que sólo Dios es el Señor. Es, pues la
propia fe en la creación la que, notificando al hombre la soberanía absoluta del creador, pone
límites al señorío humano sobre la tierra.
Cuando el hombre abusa del encargo recibido, las consecuencias son tanto su propio
envilecimiento como el de su ámbito vital (cf. Rom.8,19ss., donde se habla de un mundo en
el que el pecado del hombre ha impreso las huellas de la corrupción y que aspira
ansiosamente a ser liberado de tal servidumbre).
Según un consenso prácticamente unánime, las cuatro puntas del iceberg ecológico son:
El horizonte se oscurece aún más al constatar que esos cuatro factores se involucran y
realimentan mutuamente; cada uno de ellos ejerce un efecto multiplicador sobre los restantes.
El crecimiento exponencial de la población produce el crecimiento exponencial del consumo
de los recursos naturales y éste, a su vez, incrementa exponencialmente el índice de
contaminación. En fin, las tensiones generadas por ese triple crecimiento inducen el
crecimiento exponencial del armamentista.
Supuesto todo lo cual, una estrategia efectiva de ataque al problema debe actuar a la vez
sobre todos sus factores; es ilusorio pretender vencer la crisis con la victoria sobre alguno de
ellos.
Si algo es claro, es que la tecnología sola no basta para habérselas con el problema. Se
afianza cada vez con más vigor, la idea de que la catástrofe ecológica puede ser atajado
únicamente a partir de una instancia ética que dirija y controle los programas técnico-
científicos, que movilice a la población mundial y la motive para tomar las decisiones que la
situación demanda. Incluso las medidas políticas penden de opciones éticas.
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El seno de la crisis ecológica se está incubando la convicción de que hay exigencias
universales de orden ético que tienen que ser respetadas. Una moral ecológica es una moral
de solidaridad de la especie; los bienes de la tierra son propiedad común de todos sus
habitantes; como son limitados y cada vez más escasos, hay que administrarlos con criterios
de justicia no sólo sincrónica (entre los contemporáneos de la misma generación), sino
diacrónica (entre la generación presente y las futuras)
Se imponen tres opciones éticas. Son tres las morales en oferta, las opciones disponibles
para afrontar la crisis ecológica:
a) Antropocentrismo b) Cosmocentrismo c) Humanismo creacionista:
prometeico: es la actitud panvitalista: surgido como la fe cristiana opta por una
dominante en las sociedades reacción al anterior, este comprensión desmitificada del
desarrolladas: el hombre como paradigma apuesta por el hombre y de la naturaleza.
conquistador de la naturaleza, derrocamiento del Para ello le basta con hacer
de toda la naturaleza, incluida antropocentrismo y la entrar en juego un tercer fac-
la humana... Esta lectura de la recuperación de una especia de tor, el factor Dios. Esa es, en
realidad se legitima con el nuevo cosmocentrismo. El efecto, la única garantía frente
postulado del humanismo y de hombre no puede manipular a a los excesos del
la primacía del sujeto y su su antojo las leyes y los antropocentrismo y el
libertad creadora. Siendo esa valores de una realidad, la cosmocentrismo unilaterales:
libertad el máximo valor de lo naturaleza, que es anterior y el reconocimiento del
existente, el mundo primaria, que es su matriz auténtico centro de la realidad,
circundante es visto genésica y nutricia, fuente y la afirmación de un Absoluto
exclusivamente como espacio origen de toda vida, magnitud absoluto de quien todo
de su voluntad de dominio. maternal, envolvente y sacra, depende, incluso el absoluto
en la que el ser humano se relativo que es el hombre.
encuentra inmerso por su Sólo Dios, el Absoluto ab-
propia constitución físico- soluto, puede legitimar un
biológica. Los riesgos de esta marco de valores intangibles,
opción estriban en su cercanía inviolables, absolutos.
a un vago vitalismo panteísta Mientras hablemos del hombre
(bastante frecuente en los y la naturaleza en el horizonte
movimientos ecologistas) que, de Dios, tenemos sólidamente
en el límite, tendería a emplazados al hombre, a la
homogeneizar el universo naturaleza y a Dios en una
aDZcribiendo el mismo valor escala de valores.
a la ameba y al hombre. Frente Desaparecido Dios del hori-
a tal tendencia, hay que zonte, la escala se torna
revalidar el primado automáticamente confusa,
axiológico y ontológico de la porque ha desaparecido la
persona humana; sólo el unidad de medida; la frontera
hombre es imagen de Dios, hombre-naturaleza se
sólo el hombre es fin y no desdibuja y acaba
medio. Por otra parte, empero, disolviéndose; quien sale
si es cierto que el hombre ganando, es, sin duda, la
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ocupa la cúspide de la naturaleza, no el hombre.
pirámide de lo real, eso
significa que hay una
pirámide, esto es, que los
demás seres ostentan también
un valor propio.
Los dos polos de esa dialéctica pueden ser ulteriormente explicitados; por ejemplo: "La
creencia pertenece a un orden de discurso precrítico, arracional, subjetivo, inverificable,
insolvente. La ciencia produce un discurso crítico, racional, objetivo, empíricamente
contrastable y, por tanto, fiable".
La dialéctica se complica por el hecho de que ciencia y creencia convergen sobre los
mismos objetivos: origen, esencia y destino de la realidad, de la vida, del hombre. Son, pues
(o así al menos lo parece), instancias competitivas; de donde se sigue la tentación irresistible
de considerar la creencia como avatar previo a la ciencia (caducable, por ende, cuando ésta
irrumpe en la cultura) y de declararla, al día de la fecha, fuera de la ley por inútil, falsa y
nociva.
Lo que hasta aquí hemos descrito es la posición de lo que podríamos llamar el positivismo
vulgar. Sin embargo, pienso que de modo tácito o expreso eso es lo que está en la mente de
muchos de nuestros contemporáneos.
A todo esto se suma la increíble incultura teológica de la clase científica, que endosa en la
cuenta de la creencia en general, y de la creencia cristiana en particular, facturas desorbitadas
que hacen aún más precaria su poco envidiable situación . 1
objetividad del discurso científico. En segundo lugar, la ciencia se hace cada vez más
consciente de sus limitaciones y tiene muy presentes las actuales fronteras de sus
conocimientos.
Habida cuenta de esta limitación innata de la ciencia para dar razón de la totalidad, cabe
esperar de los científicos dos cosas:
1 Baste sólo un ejemplo: J. Ruffié escribía recientemente que el mito de la creación ha sido demolido por el evolucionismo,
aseveración que haría sonreír a cualquier estudiante de teología.
2 Es imposible hacer ciencia si no es desde la base de todo un universo previo de convicciones, sospechas, hábitos mentales,
conjeturas, etc.
3 Einstein, A. (Mis ideas y opiniones): "La experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio... la certeza
de que existe algo que no podemos alcanzar".
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- Un acercamiento reflejo y sin reservas a la problemática filosófica involucrada en el
quehacer científico.
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