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3.. Distinguir entre la “ética de la convicción” y la “ética de la responsabilidad”.

El humano busca el sentimiento de poder, el poder tener influencia sobre los demás y en
hechos importantes. Sin embargo, para ejercer este poder correctamente se busca una
serie de cualidades que le proporcionen un nivel para estar a la altura de este cargo, por
esta razón se habla de la importancia de la ética en estas cualidades, la cual determinan
que clase de hombre hay que ser para conseguirlo.
Se dice que son tres las cualidades que se consideran decisivamente importantes para un
político: pasión ( entrega apasionada a la causa), sentido de responsabilidad y mesura
( la cualidad más decisiva para un político, pues le permite guardar distancias con los
hombres y cosas que lo rodean).
El problema es, precisamente, el de cómo puede conseguirse que vayan juntas en las
mismas almas la pasión ardiente y la mesurada frialdad. La política se hace con la
cabeza y no con otras partes del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la entrega a la causa
sólo puede nacer y alimentarse de la pasión, si ha de ser una actitud auténticamente
humana y no el frívolo juego intelectual. Sólo el hábito de la distancia (en todos los
sentidos de la palabra) hace posible la enérgica doma del alma que caracteriza al
político apasionado y lo distingue del simple diletante político estérilmente agitado. La
fuerza de una personalidad política reside, en primer lugar, en la posesión de estas
cualidades.(Weber,1919,p28).
La vanidad es uno de los males que sufre un político y el cual lo hace cegar de poder,
pues este olvida sus verdaderos fines y hace que se olvide de su entrega a la causa.
Cuando el ansía de poder deja de ser positiva, lo lleva a cometer dos pecados mortales
en el campo de la política”la falta de finalidades objetivas y la falta de
responsabilidades”, esto es un claro ejemplo de lo qué pasa actualmente con los
gobiernos y sus políticos en general, olvidan sus verdaderos fines y solo buscan su
beneficio propio con tal de no perder el poder, por esto el resultado final de toda acción
política tiene una relación paradójica con su sentido inicial, pues actúa sin sentido
alguno.
Cualquier acción orientada éticamente puede ajustarse a dos máximas
fundamentalmente distintas entre sí y totalmente opuestas: puede orientarse según la
ética de la convicción o según la ética de la responsabilidad. No significa que la ética de
la convicción tenga una falta de responsabilidad o viceversa.
Sin embargo, entre un modo de actuar conforme a la máxima de una ética de
convicción, cuyo ordenamiento, religiosamente hablando dice: el cristiano obra bien y
deja los resultados a la voluntad de Dios, y el otro modo de obrar según una máxima de
la ética de la responsabilidad, tal como la que ordena tener presente las previsibles
consecuencias de la propia actuación, existe una insondable diferencia.(Weber, 1919,
p32). Quien actúa por la ética de la convicción,el resultado de sus actos se lo atribuye a
la responsabilidad de Dios o a la voluntad de Dios. Por el contrario quien actúa por la
ética de la responsabilidad prevé las consecuencias de sus actos.
No hay ética en el mundo que pueda substraerse al hecho de que para alcanzar fines
buenos haya que recurrir, en muchos casos, a medios moralmente dudosos, o por lo
menos arriesgados, tanto más, cuanto que son posibles las consecuencias laterales
moralmente negativas y hasta existe gran probabilidad de que así sea. Es más, ninguna
ética del mundo es capaz de precisar, ni resolver tampoco, en que momento y hasta qué
punto los medios y las consecuencias laterales moralmente arriesgadas quedan
santificados por el fin moralmente bueno. La política tiene como factor determinante la
violencia. Todos ustedes pueden fácilmente calcular la intensidad de la tensión que, en
el plano de la ética, existe entre medios y fines. ( Weber, 1919,p32).
Teniendo en cuenta, lo anteriormente mencionado nos damos cuenta de la relación
complicada que existe entre la política y la ética, y más la contraposición entre la ética
de la convicción y de la responsabilidad. Si un político está regido por la ética de la
convicción es considerado con un ingenuo, obsesionado con la pureza de sus ideales
pero incapaz de reconocer la consecuencia de sus actos, por lo que lo consideran
incapaz de ver la complejidad de las cosas, actuaría de forma irresponsable ya que solo
hace las cosas guiado por el buen fin pero sin tener en cuenta los medios para
conseguirlo y muchas veces los medios no son de buena procedencia,lo cual no sería
beneficioso para el pueblo que este gobernando así sus intenciones sean buenas.Muchos
políticos para beneficio de ellos que según ellos es una buena causa, buscan la manera
de llegar ahí y mantenerse, pero muchas veces no tienen en cuenta por encima de
cuantos les toca que pasar para lograr su “buen” fin.
Se puede considerar que un político debería estar regido por la ética de la
responsabilidad, esto le hará pensar las consecuencias de sus acciones, lo cual hará que
este tome y considere muy bien sus decisiones y no las tome a la ligera, y si este fin le
genera unas consecuencias no esperadas, puede reconsiderar la decisión que va a tomar
o pues esto es lo que se esperaría que hiciera un dirigente político.
En este texto Weber se dirige a los estudiantes revolucionarios o pacifistas, que creen
obrar movidos por sus ideales. Dado que pone ante sus ojos verdades incómodas: que la
política es lucha por el poder; satisfaciendo pasiones e intereses poco éticas; o la
irracionalidad ética del mundo, porque del bien no siempre se sigue el bien, pues por
esta razón muchos políticos actúan de esa manera que al principio puede parecer buena
pero al final sus interés son otros. Weber juzga a los políticos que dicen seguir la ética
de la convicción pues no cree en la solidez de muchos que dicen seguirla.. En cambio, le
parece admirable quien, llegado a un cierto punto, sintiendo la responsabilidad por las
consecuencias.Entonces la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción en
realidad ayudan a formar al hombre que puede terner vocación para la política pues una
combinación de las dos resulta beneficioso.
Todas las éticas surgidas de las corrientes religiosas se han adaptado, de diferentes
maneras, al hecho de que los seres humanos vivimos insertos en distintos ordenamientos
vitales regidos por leyes que difieren entre sí.( Weber, 1919, p34).
Los humanos estamos regidos por la combinación de diferentes creencias que a lo largo
de la historia se han venido intercambiando entre sí, para garantizar un buen actuar de
los humanos, pues muchos ideales antiguos que se creían en aquel tiempo como buenos,
con el tiempo se fueron refutando hasta cambiar en una buena parte el pensamiento de
quien creían en esto.

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