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Introducción

Hans Hoppe en este libro sostiene que el fundamento ético de la libertad individual es el derecho
de propiedad, ya que este sería el único que permite el establecimiento de relaciones contractuales
entre particulares que permiten edificar una civilización de paz y progreso. En el sostiene que la
inviolabilidad de la propiedad privada es un principio indiscutible de la ética, un derecho humano
absoluto, y es la base del crecimiento económico y de un orden social en libertad.

Desarrollo

 Relación de la ética con la política


El ser humano se diferencia del resto de las criaturas por conferir una finalidad consciente a sus
acciones; y aunque no siempre lo haga y con frecuencia actúe mecánicamente, siempre tiene la
posibilidad de darle uno u otro sentido a sus acciones y de reaccionar de una u otra manera ante
los acontecimientos que le afectan. Si bien es cierto que no puede decidir sobre todas las cosas
que le pasan, pues hay cosas que ocurren sin su voluntad y contra su voluntad, sí puede decidir
cómo reaccionar ante los acontecimientos. En eso consiste su libertad.

La política, en la obra del mismo nombre de Aristóteles y en La República de Platón, es la justicia;


es el valor ético principal sobre el cual debe montarse el quehacer político. El fin de la Política es
obtener la justicia; el contenido de la Ética es la justicia, y la justicia, según Ulpiano es: dar a cada
uno lo suyo, no hacer daño a los demás y vivir honestamente. El valor ético griego se transforma
posteriormente en el Derecho Romano en categorías jurídicas y normativas.

La relación entre la ética y la política ha sido siempre un tema inevitable por una razón esencial:
ambas, al menos en su sentido filosófico y desde su propia identidad, tienden al mismo fin: el
bien. En su sentido etimológico y ontológico, ambos términos forman una unidad. No son la misma
cosa, pero cada uno de ellos es parte necesariamente complementaria de esa unidad que es un
todo, sólo posible por la convergencia y síntesis de sus partes. Cada una de ellas, para formar su
individualidad, necesita el complemento de la otra.

 Derechos de propiedad, sistemas económicos y ética.


El derecho de propiedad es el principio unificador universal de todos los demás conceptos éticos:
considera todo como un recurso que puede ser poseído, como algo bajo el control y la
responsabilidad de un agente que puede utilizarlo según sus preferencias. El derecho de propiedad
es la solución al problema de construir un sistema normativo ético, la respuesta que da contenido
al requisito formal de universalidad y adecuación a la naturaleza humana. La propiedad es el
ámbito de la realidad respecto al cual las valoraciones de una persona, el propietario, son
relevantes y son las únicas relevantes. El propietario es la persona, y las propiedades sobre las
cuales tiene derecho son todas aquellas cosas que puede utilizar y controlar de forma legítima sin
intromisión violenta de otros y sin entrometerse en la propiedad de otros. El derecho de propiedad
es privado, incluye al propietario y excluye a todos los demás.

La propiedad es una relación entre un sujeto (persona, propietario, dueño, sea individual o
colectivo), y un objeto (material o inmaterial). El concepto de derecho de propiedad supone la
identificación de unas entidades, los propietarios, dueños, amos o sujetos de propiedad, que
dominan otras entidades, los objetos de propiedad, pertenencias o haberes. El derecho de
propiedad establece una relación de legitimación del control de los dueños sobre sus posesiones
frente a otras personas. Si la propiedad es la legitimación del control, sólo puede ser plenamente
propietario el sujeto ético, aquel ser humano que es capaz de argumentar en términos éticos y
tomar decisiones sobre sus objetos de propiedad. Es fundamental estudiar según qué criterio un
ser humano es considerado sujeto ético, persona con plenos derechos, ya que esto tiene
consecuencias fundamentales sobre la aplicación de las normas éticas. Todos los títulos de
propiedad deben estar en manos de personas vivas, adultas y capaces de entender
argumentaciones éticas. No tiene sentido hablar de derechos de personas fallecidas o todavía
inexistentes como las generaciones futuras.

La ética humana considera propietarios a los seres humanos, a las personas, y como objetos de
propiedad cualquier entidad que pueda ser utilizada como un recurso de la actividad humana. Los
propietarios son los sujetos sobre los que rigen las normas de la ética: son los seres cognitivos
desarrollados, los seres humanos racionales y emocionales, capaces de argumentar, de sentir, de
valorar y elegir voluntariamente, y de aceptar responsabilidades. No tiene sentido aplicar la ética
humana, sus deberes y derechos, a seres que carecen de las facultades cognitivas necesarias, ya
que no son sujetos éticos.

Al recibir este dinero antes de que los efectos perniciosos de la inflación se expandan por todo el
sistema económico, cambiando los precios relativos e incrementando el nivel general de los
precios, y al recibir crédito a unos tipos tan bajos y fraudulentos, estos grupos se enriquecen a
costa de todos los ahorradores y los últimos en recibir o no este dinero.

 Economía, política y ética.

Ética y política: Lo bueno y lo malo que no solamente concierne al ser humano es también
susceptible de aplicarse a la política. ¿Qué es bueno y qué es malo? De estas cuestiones se ocupa
la ética. La ética es la reflexión sistemática sobre la moral. La razonable reflexión acerca del
comportamiento y el actuar moral del Hombre genera normas. ¿Qué es lo mejor? ¿Qué
comportamiento es correcto? ¿Qué fundamenta el comportamiento humano como comportamiento
moral? ¿Cuáles son los criterios morales que legitiman el uso del poder? ¿Qué objetivos y qué
medios debe emplear la política para su legitimación moral? ¿Cómo se pueden fundamentar
éticamente el comportamiento y el actuar político? ¿Qué normas éticas son vinculantes y dan
orientación? Estas son algunas de las muchas cuestiones que están planteadas en el campo de la
ética y la política. De partida ya podemos dejar constancia que el empleo del poder político está
siempre sujeto a la formación y el control ético. Cualquier persona que ejerce poder político tiene
que rendir cuentas sobre su uso. No puede existir una suerte de no responsabilidad frente al poder
político. Es útil diferenciar aquí primeramente dos niveles de ética. Tenemos en primer lugar la
ética individual que concierne al ser humano como persona. Aquí se replantea para el hombre la
cuestión sobre lo bueno y lo malo dentro del marco de su comportamiento y actuar individuales.
El hombre como persona está en el centro y debe someterse al control moral de su
comportamiento y su actuar. Tiene que rendir cuenta de lo que hace ante sí mismo y su entorno.
Encontramos un segundo nivel cuando el individuo empieza a ser activo en la sociedad. Entonces,
se plantea la cuestión relacionada con la ética social. ¿Qué derechos, deberes, normas y
orientaciones morales tiene que observar el hombre cuando está actuando en la sociedad? ¿Frente
a qué valores y vínculos morales se 14 siente comprometido al ejercer poder mental, cultural,
social, económico o político? De aquí resulta una correlación compleja de cuestiones éticas y
objetivas. Algunas de ellas serán abordadas brevemente a continuación. Para el individuo como
persona se desprenden normas éticas individuales. Se puede hablar de una ética de virtudes
cuando se trata de tolerancia, inteligencia, credibilidad, honestidad y valentía. Una ética de vicios
amplía estas reflexiones cuando nos referimos a egoísmo, engaño, traición o arrogancia. Se puede
ampliar estos campos por una ética de sentimientos, ética de responsabilidad, ética de deberes y
de valores

Ética y economía: Hay temas que no son nada nuevos y que, no obstante, constituyen siempre de
nuevo objeto de debates públicos. Precisamente tales temas que abordan conductas erradas en
las personas están viviendo una permanente reactivación. En la mayoría de los 17 casos se trata
de escándalos que son el motivo exterior para irritaciones públicas y una fuerte moralización. Un
tema permanente de esta índole es la relación entre la economía y la ética. O bien, formulado más
concretamente: ¿Qué valores, normas y reglas tienen que ser observadas por aquellas personas
que poseen o ejercen el poder económico? Esto es obvio a partir de la idea fundamentada según
la cual el comportamiento y el actuar del hombre siempre están de igual modo sujetos a la
responsabilidad. En un tiempo en el cual se están produciendo mundialmente grandes
transformaciones en la esfera de la economía y las finanzas bajo el tópico aparatoso de la
globalización, en gran parte bajo condiciones que no son muy transparentes y tampoco están
caracterizadas por comportamientos éticos de sus protagonistas, en el cual prosperan sobre todo
la corrupción y el enriquecimiento en unas dimensiones inimaginables, la moralización que trata
estos fenómenos atrae nuevamente una mayor atención. Eso está más que justificado. Parece que
en los tiempos actuales de cambios radicales, que también son obviamente tiempos de
inseguridad, los valores y las normas son cada vez menos respetados. Ahí se encuentra una fuente
de peligros para cada sociedad. La economía es una parte importante de la sociedad, está
integrada en el orden normativo de la sociedad. Por tal razón, el creciente discurso sobre
cuestiones éticas no tiene solamente un significado particular para el actuar y el comportamiento
en la esfera de la economía. Una situación similar también es válida para el campo de acción
individual y política de los ciudadanos.

 Dilemas éticos en dictaduras y democracias.

Dilema ético: Un dilema ético es una situación en la que se hace presente un aparente conflicto
operativo entre dos imperativos éticos en forma tal que la obediencia a uno de ellos implica la
transgresión del otro.

Dictadura: La ética da origen a leyes porque, como hemos dicho antes, es normativa y no
descriptiva. Los comportamientos morales pueden cambiar, pero no las leyes morales que se
fundan sobre la naturaleza de las cosas y del hombre. La palabra ley indica un ordenamiento de
la razón. Tanto la ley moral como la ley jurídica son precisamente esto. Pero es evidente que la
ley moral viene antes que la ley jurídica; en caso contrario, deberíamos sostener que el Estado, o
el legislador, fundan una moral, o emite leyes desprovistas de justificación que no sean el puro
poder. Así son las leyes positivas (positivismo jurídico).

Por esto, la acción moral tiene un significado intransitivo. Nuestra acción, antes de recaer en un
objeto externo, recae en el sujeto agente. Si mi intención es robar dinero, mi primera decisión no
es robar el dinero, sino ser un ladrón. En el hombre la acción atañe, ante todo, a su ser, puesto
que la persona, al ser libre, puede actuar en conformidad, o no, al propio ser. Puede dañarse en
el mismo plano del ser; esta es la "pena" que siempre comporta hacer el mal.

La acción está movida por la voluntad, pero si fuera así sería ciega, un impulso vital. El hombre,
en cambio, tiene la capacidad de considerar con la razón las propias acciones como contingentes
y, por consiguiente, iluminarlas. La voluntad es incapaz de valorar el bien y el mal, pues es una
facultad apetitiva y no cognoscitiva. Esta tarea le corresponde a la inteligencia.

Democracia: Existe pues un grado importante de consenso global en relación con las pautas que
deberían regir los asuntos mundiales. En contraste con un mundo dividido por conflictos
doctrinarios, característico de gran parte del siglo XX, hoy encontramos por lo menos un marcado
y difundido acuerdo retórico (con algunas excepciones) respecto de cuatro principios muy
generales que se relacionan entre sí:

– Los pueblos deben vivir en sociedades sustentadas en el gobierno de la ley.

– La paz del mundo debe basarse en el respeto de la soberanía nacional y no en la hegemonía.

– El sistema económico de libre mercado es más productivo.

– Los beneficios de la ciencia deben ser accesibles a toda la humanidad.

Es cierto, una democracia exige razones que den soporte o fundamento a las perspectivas de los
ciudadanos y, para ello exige, además, un proceso de discusión o deliberación donde el diálogo es
condición necesaria. El intercambio de razones, o de argumentos –a favor y en contra de una
posición– va puliendo poco a poco el tema debatido, refinando y evitando, dentro de la medida de
lo posible, los malentendidos y con mucha frecuencia, prejuicios y falta de tino para ponerse en el
lugar del otro. Pero el punto de mi pretensión en este artículo, de que la ética, más que la solución
es el problema, habita precisamente en ese pluralismo como condición necesaria para arribar a
un consenso social.

¿Qué quiero significar con esto? Constatar que en nuestras democracias, desarrolladas o no,
"primer" mundo o del "tercer" mundo da lo mismo, pues el relativismo pluralista se ha homologado
y, en todas partes, se habla con insistencia de "valores" y se proponen "códigos" de ética como
una forma de contrarrestar a la terca corrupción que amenaza a las instituciones democráticas.
Pero ahí justamente se da el problema: es el contexto de nuestra cultura postmoderna, donde
todo es relativo, suave, aligerado, o como se quiera llamarle, la ética, si bien continúa presente,
deviene una realidad moluscoide, flácida, mínima, sin ninguna –o muy poca– atracción a los
actores ciudadanos. Basta comprobar esto, al ver cómo, gobiernos se embadurnan en la corrupción
y son denunciados; pero, los opositores, apenas se hacen con el poder, caen en lo mismo. O los
ciudadanos empantanados en formas de corrupción como una forma de vida.

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