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ACTIVIDAD 1

APRENDAMOS MÁS Y MÁS DE LAS NOVELAS

La Novela:

Se trata de una narración en prosa que nos cuenta una historia


ficticia sobre un momento en la vida de algunos personajes. Son
mucho más extensas que un cuento ya que narran con detalle los
lugares donde ocurre la historia y el carácter de cada uno de los
personajes quienes pueden ser desde personas del común hasta
seres extraordinarios; la trama puede desarrollarse en distintos
lugares a la vez ya que al ser varios personajes se pueden contar
sus historias en paralelo.

La mayoría de novelas tienen un inicio donde se presentan los


personajes y el lector se informa hacia donde va la historia; un
nudo, donde se desarrollan los hechos más importantes y el
desenlace, donde se solucionan los problemas y la historia finaliza;
sin embargo algunos autores rompen con esta estructura
presentándonos narraciones inesperadas como saltarse en el
tiempo o contar la historia comenzando por el final.

1. Lee atentamente el siguiente fragmento de novela:

20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO

Julio Verne, Fragmento (1869)

El comandante Farragut era un buen marino, digno de la fragata que capitaneaba. Su navío y él
formaban una unidad, en la que él era el alma. Sobre el asunto del cetáceo no tenía ninguna
duda y no permitía que abordo se pusiera en entredicho la existencia del animal; el monstruo
existía y él iba a liberar a los mares de su presencia.

Los demás oficiales de la fragata compartían la opinión de su jefe. Había que oírlos hablar; calcular
las probabilidades de un encuentro y verlos observar la vasta extensión del océano.

El único desvelo de la tripulación era encontrar al unicornio marino, arponearlo, subirlo a bordo
y descuartizarlo. Además, el comandante Farragut había prometido una recompensa de 2.000
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dólares al primero que viera al monstruo…
a Abraham Lincoln iba equipado con el más moderno utillaje de pesca y no carecía de ningún
medio destructivo. Y, además contaba con una baza muy especial: a bordo iba Ned Land, el rey
de los arponeros. Este canadiense nacido en la provincia francesa de Quebec, poseía una
destreza sin par en su poderoso oficio. A su gran habilidad en el manejo del arpón se unían
otras cualidades: audacia, astucia y sangre fría. Aunque no era comunicativo, pronto me cobró
un gran afecto. Poco a poco, empezó a disfrutar de la charla en nuestra lengua común. A mí me
agradaba escuchar sus aventuras en los mares polares. Estos relatos nos acercaron hasta
convertirnos en grandes amigos. Sin embargo, algo nos separaba. Durante una magnifica
velada, tres semanas después de nuestra partida, me confeso que él no estaba convencido de la
existencia del cetáceo…

-Ned-le dije- , ¿Cómo es posible que un ballenero como usted no pueda aceptar la existencia de
los cetáceos gigantes?

- Que el vulgo crea en monstruos antediluvianos que campan por el interior del globo, pase.
Pero que tales quimeras las admita el astrónomo o el geólogo no es comprensible- y Ned siguió
su explicación-. De igual manera, un ballenero no puede creer semejantes patrañas.

Entonces recurrí a los datos matemáticos y dije:

-Si existen vertebrados gigantescos de varios metros de longitud y un grosor proporcional a ese
tamaño, debemos concluir que su estructura ósea y la potencia de su organismo son capaces de
soportar la presión de las grandes profundidades.

-Según eso- respondió Ned-, esos gigantes marinos deberían estar fabricados con planchas de
acero de ocho pulgadas de grosor.

Así es, Ned. Piense en los destrozos que puede producir una masa semejante, lanzada con la
velocidad de un expreso contra el casco de un navío.

-Si… en efecto… quizá…-contestó el canadiense, abrumado por la explicación, pero sin querer
dar su brazo a torcer. – Pero, si no existen, testarudo arponero, ¿Cómo explica usted el accidente
del Scotia? – Pues… ¡Que no es verdad!- exclamo el canadiense.

Aquel día no insistí más. El agujero en el casco del Scotia no se podía negar. Y como no se había
hecho solo ni lo habían producido rocas submarinas ni otros ingenios, había que atribuirlo,
nece- sariamente, al arma perforante de un animal.

… El 20 de Julio atravesamos el trópico de Capricornio y el 27 del mismo mes la línea del


Ecuador. La fragata se internaba así en los mares centrales del Pacífico y en el escenario donde el
gigante había actuado últimamente.
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Ya no se vivía a bordo. Ya nadie comía ni dormía. Toda la tripulación, durante tres meses, obser-
vó incesantemente el océano. Pero el esfuerzo fue inútil. Nada vimos que se pareciera al narval
gigante. Y, entonces el desaliento se apoderó de todos los ánimos. Los hombres de abordo se
sentían estúpidos y estaban furiosos.

El 2 de Noviembre, el comandante tuvo que prometer que, si en el plazo de tres días, el


monstruo no había aparecido, el timonel daría tres vueltas de rueda y la fragata regresaría al
puerto. La pro- mesa revitalizó los ánimos de los marineros, pero llegó la noche del 4 de
Noviembre y, al dar las ocho en medio del silencio general, se alzó una voz, era la voz de Ned
Land que gritaba:

-¡Eh, eh! ¡Allí está la cosa! ¡A sotavento!

La tripulación entera se precipito hacia el arponero. Todos divisamos el objeto que señalaba con
la mano. El mar aparecía iluminado desde el fondo. El monstruo sumergido, a varias toesas de la
superficie, desprendía un resplandor muy intenso. Aunque la fragata se alejó a toda máquina del
monstruo, el gigante marino se acercó a la fragata a una velocidad superior, envolviéndonos en
su polvareda luminosa.

2. ¿Qué opinas del texto que acabas de leer?

3. Escribe algunas palabras desconocidas del texto búscalas en el diccionario y escribe su


significado.

4Describe el lugar en donde ocurren los hechos.


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5. inventa un posible final para esta novela, resúmelo aquí.

Desafío 1
Reto
1
Lee el siguiente texto.

La tortuga
gigante
(Primera parte)
por Horacio Quiroga

Había una vez un hombre que vivía en Buenos Aires, y estaba muy contento porque era un hombre
sano y trabajador. Pero un día se enfermó, y los médicos le dijeron que solamente yéndose al campo
podría curarse. Él no quería ir, porque tenía hermanos chicos a quienes daba de comer; y se enfermaba
cada día más. Hasta que un amigo suyo, que era director del Zoológico, le dijo un día:
—Usted es amigo mío, y es un hombre bueno y trabajador. Por eso quiero que se vaya a vivir al monte, a
hacer mucho ejercicio al aire libre para curarse. Y como usted tiene mucha puntería con la escopeta, cace
bichos del monte para traerme los cueros, y yo le daré plata adelantada para que sus hermanitos puedan
comer bien.
El hombre enfermo aceptó, y se fue a vivir al monte, lejos, más lejos que Misiones todavía.
Hacía allá mucho calor, y eso le hacía bien. (…)
El hombre tenía otra vez buen color, estaba fuerte y tenía apetito. Precisamente un día que tenía mucha
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hambre, porque hacía dos días que no cazaba nada, vio a la orilla de una gran laguna un tigre enorme
que quería comer una tortuga, y la ponía parada de canto para meter dentro una pata y sacar la carne con
las uñas. Al ver al hombre el tigre lanzó un rugido espantoso y se lanzó de un salto sobre él. El cazador le
disparó. Después le sacó el cuero, tan grande que podría servir de alfombra para un cuarto.
—Ahora —se dijo el hombre—, voy a comer tortuga, que es una carne muy rica.
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Pero cuando se acercó a la tortuga, vio que estaba ya herida, y tenía la cabeza casi separada del
cuello, y la cabeza colgaba casi de dos o tres hilos de carne.
A pesar del hambre que sentía, el hombre tuvo lástima de la pobre tortuga, y la llevó arrastrando
con una soga hasta su ramada y le vendó la cabeza con tiras de género que sacó de su camisa,
porque no tenía más que una sola camisa, y no tenía trapos. La había llevado arrastrando porque la
tortuga era inmensa, tan alta como una silla, y pesaba como un hombre.
La tortuga quedó arrimada a un rincón, y allí pasó días y días sin moverse.
El hombre la curaba todos los días, y después le daba golpecitos con la mano sobre el lomo.
La tortuga sanó por fin. Pero entonces fue el hombre quien se enfermó. Tuvo fiebre, y le dolía todo
el cuerpo.
Después no pudo levantarse más. La fiebre aumentaba siempre, y la garganta le quemaba de
tanta sed. El hombre comprendió entonces que estaba gravemente enfermo, y habló en voz
alta, aunque estaba solo, porque tenía mucha fiebre.
—Voy a morir —dijo el hombre—. Estoy solo, ya no puedo levantarme más, y no tengo quien me
dé agua, siquiera. Voy a morir aquí de hambre y de sed.
Y al poco rato la fiebre subió más aún, y perdió el conocimiento. Pero la tortuga lo había oído,
y entendió lo que el cazador decía. Y ella pensó entonces
—El hombre no me comió la otra vez, aunque tenía mucha hambre, y me curó. Yo le voy a
curar a él ahora. Fue entonces a la laguna, buscó una cáscara de tortuga chiquita, y después
de limpiarla bien con arena y ceniza la llenó de agua y le dio de beber al hombre, que estaba
tendido sobre su manta y se moría de sed. Se puso a buscar enseguida raíces ricas y yuyitos
tiernos, que le llevó al hombre para que comiera. El hombre comía sin darse cuenta de quién
le daba la comida, porque tenía delirio con la fiebre y no conocía a nadie.
Todas las mañanas, la tortuga recorría el monte buscando raíces cada vez más ricas para darle al
hombre, y sentía no poder subirse a los árboles para llevarle frutas.
El cazador comió así días y días sin saber quién le daba la comida, y un día recobró el
conocimiento. Miró a todos lados, y vio que estaba solo, pues allí no había más que él y la tortuga,
que era un animal. Y dijo otra vez en voz alta:
—Estoy solo en el bosque, la fiebre va a volver de nuevo, y voy a morir aquí, porque solamente en
Buenos Aires hay remedios para curarme. Pero nunca podré ir, y voy a morir aquí.
Adaptado de: Ministerio de Educación RepÚblica de Chile. (2013). La Tortuga Gigante. En M. d. Chile, Lenguaje y
Comunicación Cuaderno de Trabajo (págs. 13, 14). RepÚblica de Chile: Ministerio de Educación RepÚblica de Chile.
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Reto 2
¿Cuáles son las acciones principales que realiza cada uno de los siguientes personajes?
El cazador:

El director del zoológico:

La tortuga:

Reto 3
Describe las características de la tortuga. ¿Cómo es?
Características físicas:

Carácter de la tortuga:

Reto 4
¿Qué sentimientos en común tienen el hombre y la tortuga? ¿Por qué?

Con base en esta siguiente imagen crea un cuento colocando nombre a los personajes
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EVALUACION GRADO QUINTO


Objetivo de aprendizaje: identifica las características de los textos narrativos
DESARROLLO: los estudiantes leerán las siguientes preguntas sin su respectiva respuesta el siguiente ejemplo:

RESPONDE LAS PREGUNTAS 1 A 6 A PARTIR DE LA LECTURA DEL SIGUIENTE TEXTO:


UN AMOR DEMASIADO GRANDE
Desde pequeño fue un gigante. La talla más grande de zapatos. El más alto de la fila. El peso pesado del equipo de
basketball. Cuando Mauricio se caía, la tierra entera sonaba. Se estremecía con el golpe. Era exagerado,
desproporcionado, colosal… desocupaba la nevera en cada comida y siempre se quedaba con hambre. Un niño fuera de
lo común. Tenía once años y no paraba nunca de crecer. Un día se enamoró como un loco. Con sus manazas arrancaba las
flores del jardín y luego, temblando, las dejaba en la puerta de la casa de Juanita. No se atrevía a poner la cara. No le
dirigía la palabra, de tanto amor que le tenía guardado. Solo le hablaba con los ojos. En la clase, ella sentía unos ojos fijos
en su espalda. El gigante se pasaba las horas en frente de su ventana. Detrás del árbol de cerezas la cuidaba. Cuando
Juanita apagaba la luz, él le cantaba serenatas con su enorme voz de tarro. Mauricio nunca volvió a hacer tareas ni a
entrenar con el equipo. Rara vez alguien se encontraba con él. Era apenas una sombra. Una sombra gigantesca.

Tomado y adaptado de: Reyes, Yolanda (2000). El terror de sexto “B”. Bogotá. Editorial Alfaguara.

1. En el texto anterior se está hablando de:


a. Un anciano
b. Un niño
c. Unos zapatos
d. Un nefilim
2. La palabra colosal subrayada en el texto se puede reemplazar por:
a. pequeño
b. diminuto
c. inmenso
D. Mínimo
3. De lo anterior se infiere que la persona de la que se habla es:

a. Una persona muy alta


b. Una persona gorda
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c. Una persona muy amable


d. Una persona bajita
4. Juanita era:
a. Un hombre guapo del cual se enamoro
b. Una niña del cual se enamoro
c. La abuela del joven
d. Una señora muy grande.
5. En el primer párrafo predomina una secuencia:
a. Enumerativa
b. Descriptiva
c. Argumentativa
d. instructiva

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