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La alimentación emocional

Cuando usamos la comida para calmar nuestro estado emocional


estamos alimentándonos emocionalmente. De alguna manera la
preocupación por nuestro peso y por nuestro cuerpo enmascara
preocupaciones aún más profundas. Esto se convierte en un círculo
vicioso de preocupaciones que no se resuelven y que frenan nuestra
capacidad de crecer y desarrollarnos.
Cada órgano genera unas u otras emociones. Dependiendo de si
tomamos un alimento u otro vamos a sentir unas emociones muy
distintas. Esto sucede porque cada alimento «ataca» a órganos distintos.
Si ingerimos alimentos que nos bloquean el hígado, como por ejemplo el
alcohol, serán más factibles las emociones de ira, cólera, agresividad o la
impaciencia.
La razón por la que las personas con problemas emocionales suelen ir en
busca de comida para sentirse mejor es porque muchos alimentos
incluyen triptófano, un aminoácido que provoca la liberación
de serotonina. Piensa que los niveles bajos de serotonina se asocian a la
depresión y a la obsesión.
La falta de serotonina causa distintos efectos negativos sobre el
organismo, como angustia, tristeza o irritabilidad. Cuando el cuerpo no
produce triptófano, lo conseguimos a través de la dieta. Por tanto, los
alimentos ricos en este aminoácido actúan como antidepresivos
naturales.
Según los expertos, el grupo de alimentos que mejor contribuye a regular
las emociones son los cereales. Estos son ricos en Vitamina B, que
influye directamente en el sistema nervioso. Se ha establecido que el
consumo frecuente de cereales incide en la disminución de la ansiedad y
la actitud que adoptamos frente a los problemas.
En ciertos momentos creemos que comer nos salvará de sentir
emociones negativas. Este pensamiento refuerza el círculo vicioso entre
emoción y alimentación.

Referencias bibliográficas
Cooper, P. J., & Taylor, M. J. (1988). Body image disturbance in bulimia
nervosa. The British Journal of Psychiatry.
Cruzat Mandich, C. V., & Cortez Carbonell, I. M. (2008). Expresión
emocional, afecto negativo, alexitimia, depresión y ansiedad en mujeres
jóvenes con trastornos de alimentación: una revisión teórica. Revista
Argentina de Clínica Psicológica, 17(1).
Menéndez, I. (2007). Alimentación emocional: la relación entre nuestras
emociones y los conflictos con la comida. Círculo de lectores.
Sánchez Benito, J. L., & Pontes Torrado, Y. (2012). Influencia de las
emociones en la ingesta y control de peso. Nutrición Hospitalaria, 27(6),
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Silva, J. R. (2007). Sobrealimentación inducida por la ansiedad parte I:
evidencia conductual, afectiva, metabólica y endocrina. Terapia
psicológica, 25(2), 141-154.
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R., & García de Lorenzo, A. (2009). La razón y la emoción: integración de
las intervenciones cognitivo-conductuales y experenciales en el
tratamiento de los trastornos de alimentación de larga
evolución. Nutrición Hospitalaria, 24(5), 614-617.
Zafra, E. (2011). Miedo a comer: relaciones entre alimentación, emociones
y cuerpo. In II Congreso Español de Sociología de la Alimentación, Vitoria.

También comemos cuando estamos tristes, nerviosos, enfadados,


aburridos... Y muchos sabemos que a veces este impulso por comer es
totalmente irrefrenable. Es lo que muchos expertos llaman el "hambre
emocional". ¿Y se puede calmar? Sí, nuestra alimentación nos puede
ayudar a recuperar la armonía.

ALIMENTOS QUE MANTIENEN EL EQUILIBRIO EMOCIONAL

¿Qué es eso de la "nutrición emocional"? Una fórmula para controlar


el "hambre emocional". ¿Cómo? Los nutrientes de algunos alimentos son
una ayuda extraordinaria para mantener el equilibrio emocional. Son
tantas las posibilidades que te resultará muy fácil incluir a alguno de ellos
en tu dieta diaria.
1. OMEGA 3

Estas grasas saludables constituyen la base de un tipo de dieta


especialmente antiinflamatoria, neuroprotectora y celosa del bienestar
emocional. Los estudiantes que los incorporan en su dieta con alimentos
(aceites vegetales, nueces...) o en forma de suplementos muestran una
dramática disminución de las tasas de ansiedad, además de disminuir los
síntomas de depresión.

2. CÚRCUMA

La curcumina es una molécula mágica con más de 100 actividades


beneficiosas en el organismo. Además de anticancerígena,
antioxidante, antiinflamatoria y muchas cosas más, posee la preciada
facultad de atravesar la barrera hematoencefálica en el cerebro, donde
desarrolla su papel neuroprotector (beneficioso para enfermedades
neurodegenerativas, párkinson, alzhéimer, ictus cerebral...), y es capaz
de mejorar el estado de ánimo.

3. FERMENTADOS Y PROBIÓTICOS

Multitud de vegetales y lácteos fermentados actúan como


equilibradores de la flora microbiana intestinal, la microbiota,
encargada de producir la mayoría de la serotonina del organismo,
principal neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. El 95% de
la serotonina se produce en el intestino y entre otras funciones, regula el
estado de ánimo, las emociones y el apetito. Evitar elementos de tensión
(tóxicos, medicamentos y otros) y el aporte correcto de probióticos es
imprescindible.

4. FRUTOS SECOS

En general, todos aportan diversos minerales, como el magnesio y


el hierro, que impiden la fatiga neuronal y los estados de ansiedad
asociados. Algunos, como los anacardos, son especialmente ricos en
triptófano, el aminoácido precursor de la serotonina, que es el
neurotransmisor que da serenidad, calma y paciencia, además de ayudar
a dormir bien, a relajarse....
5. FRUTAS ROJAS

Fresas, frambuesas, moras, cerezas, granadas, arándanos y otras, ricas


en flavonoides y antocianinas, ofrecen una incomparable cascada de
sustancias saludables y muy beneficiosas para aliviar el estrés y la
ansiedad. Contribuyen a la producción de dopamina, que facilita las
labores cognitivas y estimula un estado de ánimo equilibrado.

6. CHOCOLATE, TÉ Y CAFÉ

Destaca el papel antioxidante del té verde, el efecto estimulante del


sistema nervioso central del café a mini dosis adecuadas, que aumenta
el nivel de endorfinas, y el chocolate negro, sin azúcares añadidos, que
reduce el cortisol, la hormona del estrés, y genera bienestar y un buen
estado de ánimo.

PSICONUTRICIÓN CONTRA EL HAMBRE EMOCIONAL

Con frecuencia el hambre emocional se disfraza de apetito. ¿Cómo


podemos detectarla?

 Reconoce y atiende tus disparadores emocionales: dificultades,


soledad, miedos y situaciones de estrés se esconden tras los
atracones.
 Prestar atención a una dieta saludable contribuye a equilibrar
emociones, ansiedad y estrés.
 El cuerpo emocional no se saciará hasta encontrar su propio
alimento: el cariño, el contacto físico, el ejercicio, un masaje, la
meditación, la paz...
 Come de forma consciente, apreciando la textura al masticar,
despacio, saboreando el alimento, sentados a la mesa, sin prisa.
 Practica la nutrición emocional sin caer en obsesiones.

 UNA HISTORIA DE KILOS, ESTRÉS Y BACTERIAS


 Hoy me he encontrado en el ascensor a la vecina de abajo, una
vieja amiga de la infancia a la que he visto siempre muy agobiada
por su sobrepeso. Parecía más contenta que de costumbre, con
sus ojos más brillantes, y he aprovechado para ofrecerle mi
mejor sonrisa y preguntarle cómo se encuentra.
 Con su voz bajita, suave y tímida, me ha dicho que mejor, que
viene del médico por lo de siempre, “ya sabes”, lo del sobrepeso
(“bueno, en realidad, obesidad”), el insomnio y la depresión. Pero
hoy la doctora nueva le ha explicado algo que le ha dado ánimos y
va a empezar un “tratamiento natural” que le vendrá bien para todo
eso que le pasa, también la ansiedad y los atracones, y le ayudará
a recuperar su peso natural.
 Como ha conseguido interesarme, y hoy la he visto más abierta de
lo habitual, he bajado en su planta y durante veinticinco minutos
me ha contado en el descansillo el motivo de su esperanza y su
ilusión.

 LA MACROBIOTA AFECTA NUESTRO COMPORTAMIENTO

 Resulta que todos tenemos en el intestino un montón de


millones de bichitos, que normalmente son beneficiosos y
necesarios, y sin los que no podríamos vivir, pero que a veces, por
razones que ahora no recuerda... ¡Ah sí!, lo de que nació por
cesárea y tuvo muchas infecciones de niña en los oídos que le
trataron con antibióticos...

 El caso es que pueden perder su equilibrio y, aunque resulta


muy sorprendente, producen no se qué sustancias que afectan a
su metabolismo, y por eso lleva tantos años con sobrepeso y tiene
todos esos problemas de salud.

 Pero es que, además, esos bichitos, –la “microbiota que me


han dicho que así se llaman”– son capaces de afectar a su
comportamiento, y su doctora le ha explicado que son los
responsables de que tenga las crisis de ansiedad y también de que
no se pueda resistir a ponerse a comer sin parar, allí, de pie,
delante del frigorífico, hasta que se termina la pastilla de chocolate
entera.

 Ahora se ha dado cuenta de que es verdad, cuando discute


con su madre o su novio, o tiene problemas en el trabajo, es
cuando llega más ansiosa que nunca a casa y cuando más se
pone a comer... y luego le duele el estómago. Por lo visto es por el
estrés, que libera adrenalina y corticoides y altera todavía más la
composición de los bichitos, de manera que cambian las
emociones en su cerebro y entonces se encuentra mal y no se
puede resistir a comer y comer.

 LOS PROBIÓTICOS AYUDAN A EQUILIBRAR NUESTRO APETITO

 “¡Pero la buena noticia está aquí!”. Mete la mano en su gran


bolso y encuentra una cajita brillante de color blanco y azul:
“Probióticos”. Sí señor, este es el milagro que pondrá en orden los
bichitos de su tripa para que recuperen el equilibrio perdido y le
ayuden a dormir, a cambiar su metabolismo y, sobre todo, sobre
todo, a evitar las crisis de ansiedad, el dolor de estómago y los
atracones.

 Además, la doctora también le ha recomendado y enseñado a


hacer unos ejercicios de respiración abdominal, un tipo de
respiración infradiafragmática en que tiene que concentrarse “en el
Hara” (no sabe muy bien por dónde cae exactamente eso, pero da
igual, ya lo encontrará), y viene de la tienda de deportes porque se
ha comprado unas zapatillas nuevas para empezar todos los días a
caminar. Con la de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos que
ha tomado...

 La doctora le ha dicho que haga todo eso y que vuelva en dos


semanas. Entonces revisarán lo que come, que también es
importante, aunque la ha tranquilizado diciéndole que serán
medidas fáciles de incorporar. En realidad, ella ya sabe lo que tiene
que hacer, lo que necesita es encontrar la fuerza de voluntad, pero
su doctora le ha asegurado que así la encontrará.

 ¿EXISTE LA NUTRICIÓN EMOCIONAL?

 Me despido y subo por la escalera las dos plantas que me quedan


para llegar a mi casa, con una sonrisa en la cara que no se me
borra, y contento por la alegría contagiosa de mi amiga y vecina.
En cuanto entro, no puedo resistir la tentación de buscar en
Internet las palabras clave que recuerdo de toda la explicación que
me ha dado: “probiótico, hambre emocional, psiconutrición...”
y es asombroso lo que cuentan.

 Leo con asombro que casi todo lo que me ha contado es cierto –la
verdad es que me costaba un poco creérmelo–. Sesudos
científicos, después de muchos estudios experimentales en
animales y personas, han comprobado que las bacterias del
intestino tienen la capacidad de controlar no solo el apetito,
sino también el tipo de dieta, las preferencias del huésped y su
comportamiento.

 Resulta que hay un sistema nervioso en el intestino, al que


llaman el segundo cerebro, que se comunica con el cerebro de la
cabeza a través del nervio vago y también a través de las
sustancias que producen los microbios (microbiota para los
científicos), que pasan a la sangre y desde allí llegan a la cabeza.

 A la vez, el sistema nervioso central también influye sobre la


microbiota dando órdenes al intestino, modificando su
movimiento y peristaltismo, sus secreciones y la permeabilidad,
que determinan las condiciones de vida de los microorganismos.
Una suerte de nutrición emocional, que nutre tanto nuestro cuerpo
como nuestras células nerviosas, y nos devuelve la armonía y la
salud.
 LA OBESIDAD Y EL SOBREPESO SON FRUTO DE UNA DIETA
POCO SALUDABLE
 Pero lo que me ha parecido más alucinante son las evidencias de
que ciertas bacterias del intestino pueden influir en el
funcionamiento cerebral y el comportamiento, incluyendo las crisis
de ansiedad de mi vecina y sus atracones alimentarios.
 Las bacterias que inducen la apetencia por el dulce son las
que crecen con esos alimentos, así es que son ellas las que
motivan esas preferencias en el huésped como un modo de
asegurar su propia supervivencia... Alucinante, ¿verdad? A través
de la actividad de la dopamina y de un tal péptido Y, se comportan
como un alien dentro del cuerpo que conduce nuestras propias
inclinaciones y comportamientos para asegurarse su propio
bienestar.
 Además de dirigir nuestros pasos y determinar las crisis de
ansiedad de mi amiga, también producen cambios a nivel físico
y metabólico que hacen que tenga sobrepeso.
 Leo que cuando predominan los firmicutes, unas bacterias que
tienen una gran facilidad para extraer energía de los alimentos,
entonces nuestro cuerpo engorda, mientras que con los
bacteroidetes se restablece el equilibrio.
 Sorprendente, ¿verdad? Como lo es que tengamos muchos cientos
de veces más genes en la microbiota que en nuestro cuerpo.
 O que un organismo flaco engorde haciéndole un trasplante de
microbiota de otro con sobrepeso y viceversa.
 O que el tratamiento antibiótico nos engorda porque destruye el
equilibrio entre la enorme diversidad de nuestros microorganismos.
 EJERCICIO FÍSICO, OTRO GRAN OLVIDADO
 Asombroso. Yo quiero una doctora como la de mi vecina, que
en vez de recetarme, me explique y me invite a hacer ejercicio
físico y respiración infradiafragmática. Mañana mismo se lo
contaré a mis compañeros de trabajo, que sé que pondrán una
cara rara cuando empiece a hablar.
 Les explicaré que no pueden ni sospechar hasta qué punto el acto
de comer resulta complejo, que va mucho más allá de la
satisfacción de las necesidades energéticas del cuerpo
físico: también tiene que ver con la satisfacción de las
necesidades afectivas del cuerpo emocional, a través del
estímulo de los centros neurológicos de placer y recompensa, que
se alimentan de los neurotransmisores que secreta la microbiota
intestinal.
 Ya estoy viendo sus caras anonadadas e incrédulas a la hora del
almuerzo, preguntándose si en realidad lo que tienen es hambre
física o hambre emocional.
 Por cierto, que a mis amigos, tal y como están, les hablaré
especialmente del papel del estrés, que también desequilibra
la microbiota y explica que bajo sus efectos apetezcan
alimentos poco saludables o en cantidades
desproporcionadas. Ahora entenderán que se debe a una
manera de alimentar un cuerpo emocional insatisfecho, como le
ocurre a mi vecina cuando se enfada con su madre o tiene
problemas en el trabajo, o nos pasa a todos en esos momentos
bajos que nos sentimos fatal...
 Y por fin entiendo yo, y les haré entender a ellos, el grado de
solapamiento tan amplio que hay entre el mundo de la comida y el
mundo de los afectos.
 Ahora todo encaja. Por fin entiendo que reducir el estrés
ayuda a perder peso. Y por qué los hijos de padres estresados
padecen mayores tasas de obesidad. Y cuáles son las mejores
formas de tratar el sobrepeso.
 No se trata solo de cuidar nuestra dieta, sino que es
preciso prestar atención al ambiente emocional y
contribuir al equilibrio de la microbiota.
 En fin, que con tanta lectura y tantas emociones se me ha
despertado el apetito. Así que me voy a preparar una buena cena,
con alimentos alcalinos, antiinflamatorios y probióticos, ricos en
omega 3 y antioxidantes. ¡Buen provecho!

Si comiéramos solo cuando sintiéramos hambre fisiológica, es


decir, cuando las reservas de energía están bajas y el cuerpo envía
señales al cerebro de que necesita más "combustible", no existiría el
problema del sobrepeso.

A los bebés y los niños pequeños es la intuición la que les dice qué
comer y cuánto, pero una vez que pasamos por el tamiz de la
socialización, nuestra relación con la comida se vuelve mucho más
compleja.

CÓMO DETECTAR EL HAMBRE EMOCIONAL

Jan Chozen Bays, profesora de meditación y autora de Comer


atentos (Kairós, 2013), asegura que al menos hay siete clases de
hambre:

 visual
 olfativa
 bucal (que busca el placer)
 estomacal (muy guiada por los hábitos y los horarios)
 celular (que pide determinados nutrientes, como un antojo de chips
porque nos falta sal)
 mental (cuando se impone el pensamiento)
 del corazón

Este último tipo, el hambre del corazón, puede hacernos comer más de lo
que el organismo requiere porque necesitamos sentir "algo" que no
hallamos en nuestro entorno y recurrimos a la comida como sustituto
rápido.
En algunos casos son alimentos que nos evocan emociones de calidez
y felicidad, como el chocolate, que nos retrotrae casi de inmediato a la
infancia. En otros casos se recurre a la comida porque nos falta algo.

Como dice Chozen, "muchas personas son conscientes de que


intentan llenar un agujero, no en el estómago, sino en el corazón.
Comemos cuando nos sentimos solos. Comemos cuando acaba una
relación. Comemos cuando alguien muere y llevamos comida a casa de
quienes están de luto."

"Son maneras de intentar cuidar de nosotros mismos y de los demás,


pero debemos comprender que la comida que metemos en el estómago
nunca llenará ese vacío ni calmará ese dolor en el corazón", añade
Chozen.

OBSERVA TUS EMOCIONES

Si nos observamos y nos prestamos atención, descubriremos que, justo


antes de sentir la necesidad de picar, lo que nos invade es una
sensación de frustración, tristeza, aburrimiento, confusión, irritación,
ansiedad, rechazo, cólera, disgusto, inseguridad, impaciencia…

Muchas veces tenemos una necesidad urgente de comer que aparece


de repente y con fuerza. Pide alimentos muy concretos, como dulces,
refrescos o helados. Se devora la comida sin saborearla de verdad, pero
te quedas insatisfecho aunque te sientas lleno.

Más que provenir del estómago, es como una obsesión mental que te
impele a salir a comprar lo que anhelas incluso a horas intempestivas.
Otro rasgo característico es el sentimiento de culpa que viene después.

LA COMIDA COMO ANESTÉSICO O DISTRACCIÓN

La necesidad de comer está, por tanto, relacionada mayoritariamente con


sentimientos desagradables, y se produce porque la comida relaja y
calma.

Comer puede ser una forma de silenciar por un rato las emociones


incómodas, como la ira, el miedo, la tristeza, la ansiedad, la soledad, el
resentimiento o la vergüenza. Es un anestésico que aplaca las
emociones que no queremos sentir.

También el aburrimiento provoca hambre: intentas estimularte con la


comida y distraerte de las insatisfacciones de tu vida.

CÓMO FRENAR EL IMPULSO DE COMER

La práctica de la alimentación consciente te puede ayudar a detectar el


hambre emocional y ponerle remedio. Se trata básicamente de seguir
estas cuatro pautas:

1. RECONOCE CÓMO TE SIENTES

El primer paso para superar el hambre que nos hace comer


compulsivamente sin llegar nunca a la satisfacción es aprender a
reconocer ese tipo de hambre, dice Jan Chozen.

Observar la emoción que nos impulsa a comer y ser conscientes de


cómo nos sentimos es el siguiente paso para no derivar la emoción hacia
la comida. "La mayoría de las relaciones desequilibradas con los
alimentos vienen causadas por el hecho de no ser conscientes del
hambre del corazón. Para colmarla debemos aprender cómo alimentar
nuestros corazones", concluye Chozen.

Lleva un dietario para anotar qué comes cuando te sientes solo, triste,


enfadado o nervioso.

2. OBSÉRVATE BIEN ANTES Y DESPUÉS

Antes de picar, ¿qué ocurre? Justo cuando sientes la necesidad de


comer algo fuera de las horas habituales de comida, fíjate en qué sentías
antes. Y pregúntate si ese tentempié o bebida ha conseguido cambiar tu
estado de ánimo.

3. RECONFORTA TU HAMBRE DE CORAZÓN


Cuando sientas hambre, intenta descubrir de qué tipo es. Si es
emocional, elige ese alimento que te reconforta. Pero solo una porción
pequeña, como un trocito de chocolate, una sola trufa o un helado de una
sola bola.

Siéntate y contempla la comida con amor. Mientras masticas cada


bocado de forma muy lenta, imagina que lo envías a tu corazón,
poniendo en esa imagen todo tu cariño y afecto.

4. NO NIEGUES TUS EMOCIONES: DALES SALIDA

La mejor manera de hacer frente a tus compulsiones es dar una salida


real a las emociones que se experimentan: si se está deprimido, triste o
solo, primero se puede llorar, desahogarse, pero después conviene salir
con amigos, apuntarse a talleres para hacer nuevas amistades o ir al cine
o al teatro. Si tienes ansiedad, caminar o hacer deporte ayuda a
superarla. Si estás aburrido, busca una afición y explora todas sus
posibilidades (tocar un instrumento, escribir…).

Se trata, por tanto, de buscar actividades que "te alimentan" como


persona cuando sientas este tipo de hambre: hacer cosas que nutran tu
corazón, hablar con alguien a quien quieras, jugar con tus hijos o tu
mascota, trabajar un rato en el jardín o el huerto, escuchar tu música
favorita o hacerte un pequeño regalo.

Es importante buscar siempre actividades enfocadas a satisfacer la


emoción, pero no a negarla.

La dietética energética, así como las demás disciplinas terapéuticas


orientales, lo explican con la teoría de los 5 elementos. Aceptan que
existe un sistema ancestral de regulación que gobierna nuestra salud
física, mental y emocional en relación con el entorno, y en el que la
alimentación juega un papel clave.

En definitiva, somos lo que comemos pero también la forma como nos


relacionamos con nuestro entorno: el estilo de vida que llevamos
determina cómo nos sentimos.

ALIMENTOS Y EMOCIONES, UNA INFLUENCIA MUTUA


Las emociones reflejan nuestro clima interno, o sea, el funcionamiento
de órganos y vísceras, pero también sucede al revés: el cuerpo físico
influye en la regulación de las emociones, a las que a su vez afecta el
clima externo.

En primavera, por ejemplo, los días se alargan: la luz solar nos despierta
temprano y nos hace estar activos hasta más tarde. Si funcionan bien el
hígado y la vesícula biliar –órgano y víscera asociados a esta estación
y al elemento "madera"–, tendremos buena capacidad de planificación,
paciencia y serenidad, claridad mental y flexibilidad.

Si esos órganos están saturados –por un exceso de grasas de mala


calidad, proteína animal, refinados y toxinas en general–, es posible que
no tengamos las ideas claras y nos sintamos inquietos, irritables e
inflexibles. Habrá frustración y, a la larga, surgirá rabia, la emoción que
indica un desequilibrio hepatobiliar.

Así sucede con las demás emociones en positivo o en negativo, en


relación con otros órganos y elementos.

¡PREPÁRATE PARA RECIBIR LA PRIMAVERA!

Las estaciones, desde un punto de vista energético, no empiezan justo


cuando indica el calendario astronómico, sino unos 18 días antes. En
este periodo vamos cambiando poco a poco nuestra alimentación y la
manera de cocinar.

En esa transición se reducen paulatinamente los platos de cuchara,


horneados, fritos u otros platos contundentes y muy calóricos para
introducir más alimentos verdes, ricos en clorofila, y germinados.

Se enfatizan también las temperaturas templadas en las elaboraciones,


como los escaldados, el vapor o las ensaladas prensadas.

Potenciamos asimismo el sabor ácido, que ayuda a movilizar el hígado y


metabolizar las grasas. La primavera es energía en expansión que anima
al hígado y a la vesícula biliar a expulsar toxinas. Es el momento idóneo
para realizar una dieta depurativa o un ayuno.

LIMPIAR, PONER ORDEN Y HACER PROYECTOS


Hígado y vesícula sufren se ven afectados por los excesos con la
comida, el estrés, la frustración y las emociones no expresadas. En la
sociedad actual, es habitual que estén congestionados, tanto por la
cantidad de toxinas que gestionan como por el exceso de tareas e
información a que estamos expuestos.

Si el hígado está muy estancado, se depositan sedimentos en la bilis y


la vesícula se vuelve deficiente. Los síntomas son indigestión, gases,
dolores en el abdomen, tensión de hombros, sabor amargo en la boca y
dolor de pecho.

Las emociones negativas que se suelen asociar a la saturación de


hígado y vesícula son la irritabilidad, envidia, falta de confianza, ira y
agresividad. Un hígado sano nos ayuda a marcarnos objetivos, estar
ágiles y relacionarnos con otros de modo flexible y en positivo.

La naturaleza se despierta en esta época y nuestras emociones


también. Hay que escuchar nuestro interior y ver cómo nos sentimos.

La primavera es, por tanto, momento de abrir, limpiar y depurar para


ayudar al hígado y la vesícula, pero también de dar un buen empuje a
nuestros proyectos y sueños de forma asertiva y organizada. Los días
más largos nos invitan a renovarnos.

La cocina sana y natural, con una selección adecuada de los alimentos,


nos puede acompañar y ayudar a lograrlo.

COCINANDO EN PRIMAVERA

La transformación de la naturaleza se equilibra con una alimentación


más ligera y refrescante, pero aún templada. Nuestro apetito disminuye
y el cuerpo se deshace de residuos de alimentos y deseos excesivos.

De manera natural, se come menos e incluso se puede ayunar o hacer


una dieta más estricta para ayudar al cuerpo a limpiarse del exceso de
grasas y de la alimentación más concentrada del invierno.

Para aprovechar la primavera como estación de depuración, debemos


enfatizar los alimentos más yin, es decir, expansivos, ascendentes y
ligeros: germinados y brotes, plantas silvestres y variedad de hojas
verdes.
Conviene reducir el uso de alimentos salados como la salsa de soja, el
miso, y la carne, que descienden la energía. También podemos crear una
primavera dentro de nosotros combinando en la mesa los sabores
ácidos con los dulces naturales.

La preparación de los alimentos se vuelve más simple. Es recomendable


aumentar ligeramente el consumo de alimentos crudos y germinados
acompañando con actividad física en el exterior.

Las personas con debilidad digestiva deben moderar el consumo de


alimentos crudos y optar mejor por cocciones ligeras como el vapor,
salteados cortos y alimentos macerados o prensados, que refrescan y a
su vez resultan más digeribles. Lo ideal es ir combinando estos tipos
diferentes de cocción, equilibrando según las necesidades de nuestro
cuerpo y del clima.

CUIDA TU HÍGADO

Para disfrutar de un hígado sano en primavera y el resto del año,


siempre es más importante lo que se elimina que lo que se
introduce. Destierra las grasas de mala calidad, presentes en casi
todos los alimentos procesados, el azúcar refinado, harinas y cereales no
integrales y los cereales del desayuno.

Evita también alcohol, bebidas con gas y zumos envasados.

Hay complementos naturales y determinados alimentos que ayudan a


regenerar el hígado y sus funciones. La raíz de kuzu es una de las que
usa la medicina china. Reequilibra la flora intestinal y se indica en dolores
de cabeza, alergias, estreñimiento o diarrea.

Los frutos rojos aportan antioxidantes, vitamina C y minerales


esenciales para un buen funcionamiento y regeneración del hígado.
Cómpralos ecológicos para evitar plaguicidas.

La cúrcuma es otra raíz medicinal que se puede utilizar como


condimento, muy eficaz para ayudar al hígado a regenerarse.
Antioxidante y antiinflamatoria, ayuda a la digestión de las proteínas,
evita las flatulencias y favorece la eliminación de toxinas, entre otras
muchas virtudes. Combínala con pimienta negra o jengibre.
No olvidemos que el color que más le gusta al hígado es el verde, que
indica riqueza de clorofila. Laa algas espirulina y chlorella son
superalimentos con un gran valor nutritivo, detoxificantes y muy
aconsejables en primavera.

MÁS CONECTADOS

Se trata, en definitiva, de reaprender a conectarse con la naturaleza y


con uno mismo.

Apostar por una alimentación basada en vegetales, libres de pesticidas


y sin procesar. Tomar cereales integrales, legumbres, semillas, frutos
secos y algas marinas, todos los días. Condimentar con hierbas,
especias y sal marina. Utilizar aceites de calidad y comer frutas
ecológicas y de temporada.

Apostar por una dieta equilibrada y natural ayudará a sentirse más vital.


Todas las funciones biológicas lo agradecerán, mejorará el modo como
se viven las emociones y será posible disfrutar de relaciones sanas y
amables con el entorno y los demás.

Alimentarnos con consciencia y bien nos da una serie de recursos


intelectuales y emocionales. Somos una unidad, y pensamos y sentimos
según comemos. De esta forma, cuanto mejor comes, más libre es el
pensamiento, menos ataduras mentales tienes y menos rémoras
emocionales arrastras", afirma el doctor Jorge Pérez-Calvo, experto en
medicina integrativa y autor de Alimentos que curan(Ed. Oniro).

ALIMENTACIÓN INCONSCIENTE

Sin embargo, dedicar un tiempo de calidad a comer no es tarea sencilla.


La vida ajetreada, llena de obligaciones y de "no tengo tiempo" nos
conduce, a menudo, a una alimentación inconsciente: comemos casi
engullendo, sin apenas percatarnos de aquello que tenemos en el plato y
llenándonos el estómago mucho más de lo que necesitamos, lo que
acaba al final repercutiendo en la báscula y en la salud.

"En los tiempos que vivimos, con los deberes y obligaciones que
tenemos, la comida se ha convertido casi en un trámite. No somos
conscientes ni de qué nos gusta. Y así, sin consciencia, come tu cuerpo,
pero no tu mente", afirma Isabel Menéndez, psicoanalista y autora del
libro Alimentación emocional (Ed. Grijalbo).

En ocasiones, abrimos el frigorífico y nos quedamos mirando tratando de


averiguar qué nos apetece comer. Cuando eso ocurre, podemos no tener
hambre física, sino ganas de obtener algo, dos conceptos distintos y
que confundimos.

"A veces nos tomamos una bolsa de patatas o un cruasán, porque nos


sentimos solos, porque nos aburrimos porque estamos enfadados,
porque tenemos ansiedad, porque hemos discutido. Hay personas que
se sienten acompañadas si tienen el estómago lleno. Cuando eso
ocurre es porque no estamos sintonizados con nosotros mismos, no nos
escuchamos y comemos a golpe de impulso", señala María Pilar
Casanova, coach en alimentación consciente y cofundadora de Atrévete
a comer.

Comer a causa de un conflicto emocional tiene que ver con no saber


gestionar aquello que nos sucede. Y en este sentido, para la
psicoanalista Isabel Menéndez, "la comida funciona como las pastillas,
como una especie de analgésico emocional que tomamos cuando algo
nos duele. Entonces usamos los alimentos no para nutrirnos, sino como
una droga. Y eso nos va hacer enfermar y nos va a poner gordos. La
alimentación consciente conecta con tus emociones y rompe los
automatismos que llevan a comer sin pensar", añade Isabel Menéndez.

Con frecuencia, los kilos de más suelen combatirse practicando deporte y


sobre todo sometiéndose a dietas, que sirven para adelgazar a corto
plazo pero no para estar delgados. Una vez volvemos a nuestros hábitos
alimentarios, si no hemos conseguido conectar el tenedor (la comida) con
el pañuelo (las emociones dolorosas) recuperaremos peso.

Además, para Susan Albers, psicóloga experta en trastornos alimentarios


y autora de Mindfulness y alimentación, someter al cuerpo a un
régimen es perjudicial para el bienestar emocional mental y físico, puesto
que inhibe la capacidad de decodificar con cuidado los mensajes y res
puestas corporales. "Una dieta alimentaria inconsciente es como cortar
con un cuchillo la única vía de comunicación con nuestra mente",
considera.

Nos podemos preguntar el porque a nivel colectivo las personas utilizamos comida
física para paliar nuestros estados emocionales? Que conexión existe?
No tiene sentido, ya que el cuerpo emocional vibra a una frecuencia muy diferente
que el cuerpo físico, su alimentación es muy diferente. Nuestro cuerpo emocional,
no tiene sistema digestivo, ni dientes, así que no es necesario darle esta clase de
comida, no la necesita! Al contrario es una forma de “tapadera” de “auto-saboteo
momentáneo” para no sentir, ni aceptar nuestra realidad.
El alimento ideal para nuestro cuerpo emocional son pensamientos y
creencias positivas de nosotros, creadas en momentos de paz y silencio
interior. Si deseamos conocer la calidad de nuestros pensamientos, tan solo
tenemos que observar como nos sentimos. Una mente dirigida y potenciada
hacia la luz, el amor, la serenidad, la positividad tan solo puede generar
emociones de estabilidad, sosiego, paz y alegría.
Las teorías de el porque existe este vinculo, este apego entre la comida física y la
emocional pueden ser múltiples, algunas de ellas:

 Al momento de nacer, lo primero que se hace a un bebe, es ponerlo

directamente al pezón de la madre, para que se empiece a alimentar, y al mismo

tiempo sentirse seguro, protegido, arropado. Son nuestros primeros sentimientos

de protección, cobijo y seguridad conectados con la comida.

 Durante los primeros meses, puede que los padres intenten

inconcientemente paliar cualquier desasosiego del bebe, con comida. Cuando el

bebe llora, puede que no quiera comer, que al contrario, se esté quejando porque

esta demasiado lleno, pesado, con gases, desee ser cambiado de pañal, haya

demasiado ruido o mucha luz en la habitación, tenga calor o frío, desee un abrazo

de su madre, etc…. Pero con muchísima frecuencia se soluciona, dándole el

pecho, un biberón o el peor de los casos poniéndole el chupete! Así de adultos,

también hacemos lo mismo con nosotros. Nos atiborramos de comida, cuando nos

encontramos incómodos o desasosegados. No exploramos lo que nos pasa, lo

solucionamos con comida!

 Vamos creciendo, y muchas veces oímos como los mayores, sean

familiares, conocidos, amigos… desean premiar al niño con dulces. “Si te comes
esto, te daré postre”, “si te portas bien te comprare un helado….”, “hay que niño

tan guapo, quieres un caramelo”…….. Se festejan momentos especiales con

pastelería, dulces…..siempre como recompensa emocional para mejorar la forma

en que nos sentimos. Continuamos instruyendo al niño, con la afirmación de que si

hace lo que deseamos, si se porta bien, le premiaremos con comida, y

normalmente con “dulces refinados y chucherías”

 Crecemos totalmente conectados al alimento físico como base emocional

para sentirnos bien internamente. Aunque sabemos muy bien que si existen

conflictos emocionales, el pastel de chocolate no lo solucionara!

 Así llegamos a adultos habiéndonos comportado bien, hecho lo que la

sociedad deseaba de nosotros, sin cuestionarnos ni un segundo lo que realmente

nos apasiona y nos hace vibrar. Si no nos sentimos libres de expresar y hacer lo

que deseamos, puede que utilicemos la comida para encontrar libertad- comer

libremente sin freno –

 O puede que en lugar de saciarnos con comida, estamos actuando de la

forma opuesta, no dándole al cuerpo físico su comida física, porque nos

encontramos mal emocionalmente. Dejamos de comer, pensando que así, todos

nuestros problemas se van a acabar. Como sabemos muy bien, tampoco es la

solución!

 El usar azucares refinados, nos crea una adicción con altibajos constantes

de energía, que nos hacen desear de nuevo estos alimentos. Es como si

estuviéramos en una montaña rusa todo el día. Creo que quedaríamos rendidos!

También, este consumo excesivo de azucares refinados, nos daña directamente


los órganos situados en nuestro Plexo Solar: especialmente Bazo y Páncreas.

Órganos muy emocionales, y que cuando se desequilibran nos crean unas

emociones de falta de confianza en nosotros mismos, hipersensibilidad a las

influencias exteriores e inseguridad.

EJERCICIO
PODEMOS REFLEXIONAR AHORA MISMO, y observar y escribir en un papel
todo lo que hemos comido hoy?
Hemos desayunado, almorzado, puede merendado, y estemos a punto de cenar,
puede?
Toda esta lista de alimentos, son para nuestro CUERPO FISICO, el que tiene
sistema digestivo para digerirlo. Acordaros que el cuerpo emocional no tiene
dientes!
Qué comida, le hemos dado a nuestro CUERPO EMOCIONAL Y MENTAL hoy?
Podemos de nuevo escribirlo en un papel. No hablamos de tostadas con
mermelada, una paella o ensalada. Hablamos de alimentación con una vibración
mucho mas sutil, alimentos como un abrazo, el decir “te quiero” a alguien, el mirar
a los ojos de un niño, el oler una flor, el observar el cielo… alimentos que nos
hacen vibrar hasta lo mas profundo de nuestro Ser. Alimentos que nos ayudan a
conectarnos hacia nuestro interior, a sentirnos satisfechos, nutridos
espiritualmente. Esta es la verdadera y única nutrición para nuestro cuerpo
emocional y mental.

La armadura y la evasion
Hay otra causa por la que utilizamos “comida física” en lugar de enfrentarnos a
nuestros sentimientos y que merece ser presentada de forma especial. Muchas
veces puede incluso que se haga de forma totalmente inconciente o automática,
pero esta muy claro que, sin saberlo, utilizamos el efecto y la reacción de lo que
vamos a comer o beber como tapadera emocional.
1) Energía extrema yang, con efectos de:
acumular, acaparar, cerrar, condensar, engordar, generar calor
Interior y tensión en extremo.
También de formar a nivel energético una armadura-coraza-proteccion.
Entre nosotros y nuestro exterior.
Todas las grasas saturadas de carnes, embutidos, jamón, aves, huevos, quesos
secos y curados, horneados de harina, excesos de galletas y pan, sal cruda o
exceso de alimentos salados, nos generan una coraza de aislamiento. Puede que
algunos lo consideren protección, pero de que nos tenemos que proteger? Para
que necesitamos un caparazón?
Puede que para protegernos de los demás, de situaciones exteriores que sentimos
nos afectan demasiado, y decidimos comer en exceso estos alimentos,
produciéndonos puede, un peso excesivo, una protección física de peso, para no
sentir el dolor que puede nos produjera estas situaciones o personas conflictivas.
O para no atraer la atención, para que la gente no se fije, nos enmascaramos con
peso?
También un exceso de estos alimentos extremos Yang creara estagnación y
acumulación, no solo de peso, pero también de emociones. De apegos al pasado.
Haciendo que las energías que fluyen por nuestro canal espiritual no circulen con
facilidad. Y nos sintamos estancados en el pasado.
Es importante observarnos cada vez que deseamos picar entre comidas y sin
hambre, este pedazo de embutido o de queso o comernos exceso de pan y
bollería. Nos podríamos preguntar: Porque y para que lo hacemos?
2) Energía extrema yin- con efectos de: EXPANDIR, DISPERSAR, EVADIR con
reacción y movimiento muy rápido.
Todos sabemos muy bien que los extremos YIN, tanto las drogas, como el
alcohol, los estimulantes, como los azucares refinados, chocolate, etc… son
sustancias que se utilizan muchas veces para crear estados ilusorios y una
realidad ficticia.

De nuevo deseamos utilizarlos para evadirnos de la realidad que no nos gusta.


Deseamos
escondernos durante unos instantes, minutos. Pensamos que utilizando estos
extremos
huiremos del dolor de algo que no aceptamos de nuestro presente.
Cuando tomamos sustancias extremas YIN, huimos de nuestro presente, para
quedarnos en un futuro ilusorio. Nos apegamos a un futuro que existe tan solo
en nuestra mente por unos minutos.
Así pues, los alimentos también son usados a nivel colectivo para crear corazas
de protección o para evadirse de lo que no nos gusta. Es una reacción muy
adolescente, el huir de algo que está en nuestra vida para ayudarnos a madurar y
aprender.
El huir haciéndonos las victimas o el enfrentarnos a ello con agresividad y espíritu
de lucha ciega, no nos ayudara a pasar esta asignatura!

Los archivos del pasado


Todos tenemos un pasado, por el cual hemos aprendido mucho de la vida. Somos
en estos momentos el resultado de este pasado.
Podemos verlo como lo que es, un aprendizaje y seguir nuestro camino. O
podemos quedarnos encallados dándole mas y mas vueltas a sucesos que
pasaron y ya no podemos cambiar.
Porque nuestra mente, sigue recordando, potenciando e incrementando la energía
de sucesos que forman parte de nuestra historia? Y con este masoquismo y
modelos de conducta que pasaron en un momento determinado, pretendemos
vivir el presente. O puede, incluso juzgar al futuro. Prediciendo lo que ocurrirá si
hacemos esto o aquello, porque en un pasado nos ocurrió determinada
circunstancia.
Creo que esto es una de las lecciones mas importantes para todos a nivel
colectivo. Darnos cuenta de que ahora es otro momento, somos diferentes, es otra
circunstancia y su resultado no tiene porque ser el mismo.
Tenemos miedo de probar algo nuevo por si nos ocurre lo mismo del pasado. Nos
volvemos muy inflexibles y rígidos, juzgando todo y todos los que pasan por
nuestra vida .
Creo que estos modelos de conducta, son debidos a que no hay a nivel
general, la habilidad de aclarar, honrar y purificar el pasado.
Cuando ocurre cualquier situación, tenemos miedo de comunicarlo a quien sea
con respeto y claridad. De entender que y el porque ha sucedido tal incidente, y
luego, con humildad y amor dejar que se desvanezca.
Si digerimos bien lo que nos ocurre en la vida, luego podremos absorber su
valor-aprender de la experiencia y finalmente eliminar lo que ya no
necesitamos.
La calidad de comunicación entre personas es muy pobre. Cuando hablamos con
alguien, no estamos integrando lo que alguien nos esta diciendo, tan solo, nuestra
mente ya esta preparando la frase siguiente para rebatir lo expresado. No hay
silencio entre frases, para dejar que a nivel energético, el mensaje nos llegue de
forma total y con mucha más profundidad que las palabras.
Y así, perdemos totalmente el verdadero mensaje de quien desea
comunicarse con nosotros. Tenemos prisa, no hay tiempo.!
No digerimos lo que recibimos, nos creamos una indigestión. Por lo que nos
será imposible el poder absorber algo de la experiencia y aprender lo que la vida
nos desea enseñar. Todo se quedara acumulado en nuestra mente. Nos
generaremos creencias de la situación falsas, modelos de conducta que tan solo
existen en nuestra mente, y con ellos emociones pegajosas, llenas de carga
emocional del pasado.
Así, tenemos nuestra oficina interior, con archivos del pasado, que tendrían
que airearse, y puede purificarse muy a menudo.
Es curioso, que podamos pensar en ayunos para depurar nuestro cuerpo físico y
nunca hablemos de procesos diarios para detoxificar y purificar nuestras
emociones.
Y entonces su resultado es el que vemos constantemente: cuerpos físicos muy
débiles, porque están recibiendo el bombardeo continuo de sustancias toxicas,
que se usan para aplacar o evadirse de emociones estancadas.
Hay que darle a cada cuerpo la calidad de nutrición adecuada. Acordaros que el
cuerpo emocional no tiene dientes. Pero SI puede se deleite con un abrazo o
una sonrisa!

LA COMIDA Y LOS SENTIMIENTOS OCULTOS


Como afirma la psicóloga Isabel Menéndez en su libro
Alimentación emocional: "Las luchas internas son acalladas con
frecuencia a base de llenarnos la boca de comida para no
pronunciar palabras cuya carga emocional puede asustarnos;
palabras que se refieren a cosas que no nos permitimos sentir. La
boca que se cierra y se abre a la comida es la misma boca que
quiere hablar. El orificio por el que pe- netran los alimentos es el
mismo por el que salen las palabras".
Lo deseable es que el acto de comer esté vinculado con emociones positivas

Conocerse mejor a uno mismo es el reto. Las preferencias y


costumbres alimentarias son decididas por una parte de uno
mismo que se esconde. Por eso resulta tan difícil cambiar de
hábitos.

Un estado de desbordamiento emocional o una dificultad para


obtener lo que se desea puede provocar una ansiedad que solo
se apacigua tomando determinados alimentos.

DIGERIR LAS EMOCIONES


Los trastornos emocionales de la alimentación no afectan
exclusivamente a los jóvenes o no se explican siempre por los
traumas infantiles y las relaciones con los padres. Las dificultades
pueden tener su causa directa en el presente.
Identificar el hambre emocional es el primer paso para combatirla

 Por ejemplo, una persona de estómago delicado, a la que


casi todo le sienta mal, más que trastorno digestivo puede tener
dificultades para digerir ciertas situaciones. Otra puede digerir mal
todo lo que cocina escrupulosamente en casa y en cambio, para
su sorpresa, no tiene dificultades cuando come en compañía de
alguien a quien quiere. Aquí el problema podría ser la soledad.
1. EL LASTRE DE LA IMAGEN
La causa más frecuente de problemas con los alimentos es su
relación con el peso corporal. Ponerse a dieta es algo común
con la esperanza de que al perder unos kilos aumentará la
satisfacción personal. Pero si se logra alcanzar el objetivo, a
menudo se comprueba que el malestar de fondo no desaparece.
Entonces se vuelve a engordar y luego de nuevo a adelgazar, lo
que genera un círculo vicioso del que cuesta tomar conciencia.
DIETA
¿La comida puede generar adicción?

Si la persona se detuviese a pensar quizá descubriría el montón


de emociones implicadas –especialmente el miedo a no ser
amada– y sobre todo la dificultad para aceptarse con los
"defectos" y "debilidades" que todo ser humano tiene.

2. SENTIMIENTO DE CULPA
La vergüenza o la culpabilidad aparecen a menudo en relación
con los alimentos. Curiosamente, surgen casi exclusivamente
por haber cometido lo que se considera un exceso y casi nunca
por quedarse corto. Las posibles deficiencias de nutrientes no
suelen suscitar emociones.
La comida no debe usarse como recompensa o castigo

Sucede así por la tendencia a imponerse límites y


restricciones exageradas que suelen esconder conflictos
emocionales. Las grasas, los productos lácteos, la carne, el pan y
el azúcar son foco de emociones negativas que a menudo se
contagian entre personas.

Sin duda estos alimentos en cantidades inadecuadas pueden


causar problemas, pero la fobia no parece justificada. Estos
alimentos han sido considerados básicos y quizá al rechazarlos
se está manifestando un malestar social particular.

Cualquier emoción puede producir atracción o rechazo por


alimentos a los que a menudo se otorgan inconscientemente
poderes mágicos. El dolor o la nostalgia que produce la pérdida o
la separación de un ser querido puede llevar a comer lo que más
le gustaba a esa persona. Es una manera de volver a estar cerca
de ella.

Solo la observación de cuál es el sentimiento que prevalece


al comer y de cuáles son las circunstancias permite dilucidar la
verdadera causa de un comportamiento alimentario "extraño".
Masticar bien cada bocado nos ayudará a estar presentes en el momento de
la comida

Aceptar la frustración por no ser perfectos en todos los sentidos o


no conseguir todo lo que se desea es necesario para sacar
partido de las características positivas que posee toda
persona. Esta simple aceptación puede abrir las puertas hacia
una manera más placentera y realista de relacionarse con los
alimentos.

3. ALEGRÍA Y CURIOSIDAD
Lo deseable es que el acto de comer esté vinculado siempre
con emociones positivas. Un modo de favorecerlas es
establecer una conexión natural con las necesidades del
organismo. Hay que relajarse, eliminar la ansiedad y atender
los mensajes que envía el cuerpo, comer cuando lo pide y los
alimentos que resultan atractivos, pero vigilando que no se esté
bajo el efecto de ninguna compulsión.
 Cuando se abandona la obsesión por el aspecto o por
las dietas milagrosas o excéntricas y se otorga prioridad al
equilibrio emocional, lo más probable es que el organismo se
autorregule con éxito. Si no se puede evitar comer bajo los
efectos de la ansiedad, conviene buscar ayuda psicológica y
elegir un profesional que sea capaz de escuchar y buscar las
causas profundas del conflicto emocional.

BIENESTAR
Cómo le afecta el estrés a toda tu salud

 Cada vez que nos sentemos a la mesa deberíamos hacerlo


movidos por la alegría y la curiosidad. En los momentos
dedicados a comer realizamos un paréntesis en la actividad diaria
y retomamos el contacto con necesidades y sensaciones
primarias y reconfortantes, como saciar el hambre o dejarse
invadir por sabores y aromas, unos nuevos, otros conocidos
y siempre placenteros.
4. SENSACIONES PARA GOZAR
Concentrarse en las sensaciones y permitir que afloren recuerdos
o imágenes permitirá disfrutar a conciencia, profundamente,
del comer.

 El pan tostado puede llevarnos hasta los momentos más


dulces de la infancia.
 Una piña nos acerca a una isla tropical, aunque nunca la
hayamos pisado. Disfrutar de todo ello en compañía, deleitándose
con el placer propio y ajeno, forma parte de las pequeñas cosas
que dan sentido a la vida.
LOS SENTIMIENTOS EN LA MESA
1. Las emociones son ingredientes esenciales de las
comidas. Hay que "prepararlas" como un alimento nutritivo más.
2. Sin premios ni castigos. Con los niños (y con uno mismo)
no son recomendables ni los premios ni los castigos. La
aprobación y el amor no deben depender de lo que se come.
3. Generosidad. Al preparar la comida hay que añadir el
ingrediente del cariño y pensar en el placer que producirá el plato
en los comensales.
4. El espacio. Hay que otorgar al momento de la comida el
respeto que merece, preparándolo todo para que resulte
agradable (sin la distracción de la televisión o la radio, por
ejemplo).

Las emociones provocadas por las características estimulares del alimento afectan a la elección
de los alimentos
Un alimento rico en energía, como el azúcar o la grasa, puede provocar respuestas emocionales
afectivas positivas; al contrario, alimentos con componentes amargos producen emociones
negativas y rechazo.

Para que tenga lugar esta respuesta, ha de valorarse el alimento de forma afectiva. En este
sistema de valoración emocional interviene la amígdala, que participa en la conducta
alimenticia y en la emoción. La información llega a esta área por dos vías: una rápida, que
permite decidir inmediatamente si aquello que ingerimos es bueno o no para nosotros por sus
características físicas; y otra más lenta, que proviene de la corteza cerebral y contiene mayor
información sensorial.
A partir de estos datos la amígdala proporciona ese sentimiento subjetivo, que es analizado en
zonas más evolucionadas de la corteza cerebral como el cortex orbitofrontal, implicado en el
aprendizaje sobre la alimentación. Esta información se almacena en la memoria para
situaciones posteriores.
La experiencia con un alimento placentero puede provocar una fuerte respuesta emocional de
deseo o ansia por determinado tipo de comida, que en el peor de los casos puede desembocar,
junto a otros factores, en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
Desde el punto de vista psicológico, lo que ocurriría es que al asociar un estado emocional
determinado con la ingesta de un alimento puede llegar a condicionarse la respuesta fisiológica
de la emoción a la simple presencia o ingesta de este alimento. En este caso, el organismo
reaccionaría de igual modo al alimento condicionado que a la emoción.

Las emociones con una activación o intensidad elevadas suprimen la ingesta debido a
respuestas emocionales incompatibles
La reducción de la ingesta ante una situación de estrés parece ser una respuesta natural
adaptativa. Las causas se generan tanto en el plano conductual, por desactivación y aislamiento
del entorno, como en el fisiológico, por inhibición de la motivación a través de respuestas
autonómicas asociadas. Por otra parte, se sabe que el estrés retrasa la absorción de glucosa y el
tránsito intestinal, interfiriendo así en la digestión.

Las emociones moderadas en activación o intensidad afectan a la alimentación dependiendo de


la motivación para comer
Ante una situación de estrés sostenido, la corteza suprarrenal secreta glucocorticoesteroides
(hormonas que estimulan la formación de glucosa a partir de proteínas principalmente). Estos
últimos, junto a la insulina, estimulan el impulso e ingestión de alimentos placenteros o
confort.

Lo que es más grave es la asociación encontrada en adolescentes entre estrés y reducción de


ingesta de frutas, vegetales, y probabilidad de desayuno diario, que es independiente del
género, el peso corporal, el nivel sociocultural, y la etnia. Así, el estrés, puede suponer un riesgo
en el establecimiento de una dieta no sana.

Determinados sujetos utilizan la alimentación como una forma de reducir el estrés en


emociones negativas. Hace tiempo que se sabe que la dulzura y cremosidad de determinados
alimentos mitiga los efectos del estrés a través de la mediación de los opiáceos endógenos o
endorfinas, la insulina, la dopamina y la serotonina, entre otras sustancias. Además, ante una
situación de estrés, se incrementa el consumo de alimentos con alto grado de palatabilidad, al
percibirse como más placenteros.

Se ha identificado un rasgo de la personalidad, denominado sensibilidad a la recompensa, que


se asocia con una mayor elección de alimentos dulces y grasos. Otros rasgos de personalidad
también influyen en la ingesta de este tipo de alimentos. Así, se produce una fuerte preferencia
por los dulces en personas con problemas en las relaciones sociales y con tendencia a sentir
emociones desagradables y estresantes. Las personas más hostiles y ansiosas tienen tendencia a
seguir comiendo una vez saciado el apetito. En estos casos, el individuo puede perder el
autocontrol, llegando a utilizar la ingesta como una forma habitual de reducir la ansiedad o los
efectos negativos del estrés. Así, se producirá una sobrealimentación que conduce a la obesidad
con un impulso cada vez mayor por la consecución del alimento, pero con una reducción en el
placer que se experimenta.

Por otro lado, la sociabilidad y la baja impulsividad se correlacionan con mayor control y
monitorización de la dieta y el peso corporal. En términos generales, los alimentos altos en
azúcar y grasa son más eficaces para aliviar las emociones negativas, mientras que los
alimentos bajos en calorías incrementan las emociones positivas cuando ya están presentes.
En situación de restricción de alimentos, las emociones negativas o positivas incrementan la
ingesta debido al déficit en el control cognitivo
Cuando un sujeto lleva una dieta restrictiva autoimpuesta, la presencia de una emoción
negativa, que exige la emisión de una conducta urgente, la reducción del estrés, conlleva el
abandono circunstancial de la dieta. Se ha planteado que esta falta de control se debe a una
limitación en la capacidad cognitiva, donde la atención sobre la dieta se desvía por un estímulo
urgente.

En la ingesta normal, las emociones afectan a la alimentación en congruencia con sus


características cognitivas y motivacionales
La tristeza, por ejemplo, está asociada a la reducción de la actividad motora, el enlentecimiento
de los procesos cognitivos, y una pérdida de interés y falta de disfrute de actividades
placenteras (anhedonia) mediado por neurotransmisores. Al contrario, la alegría se asocia con
un incremento en la capacidad de procesamiento y percepción de estímulos y con el hecho de
implicarse en situaciones placenteras. Así pues, en sujetos normales se dan cambios en cuanto
a la ingesta provocados por diferentes estados emocionales, pero siempre dentro de unos
límites adaptativos.

Factores como el género y la edad también influyen en el consumo de alimentos confort. Las
concepciones que hombres y mujeres tienen de su ingesta son diferentes. Las mujeres, cuando
se encuentra mal, pueden tender a tomar más alimentos placenteros; sin embargo, los hombres
hacen lo mismo cuando se encuentran alegres. Debido a la influencia cultural, los alimentos
placenteros alivian las emociones negativas en las mujeres pero provocan una mayor sensación
de culpabilidad. Por su parte, en los consumidores mayores, experimentar una emoción
positiva incita a una mayor ingesta hedónica de alimentos. Al contrario sucede con los más
jóvenes, que tienden a un mayor consumo cuando muestran emociones negativas previas.

BIBLIOGRAFÍA

Rodríguez-Santos, F., Aranceta Batrina, J. Serra Majem, Ll. (2008). Psicología y Nutrición. Ed.
Elsevier Masson.
Ni qué decir tiene que cuerpo y alma están íntimamente
relacionados. Nuestro estado emocional depende de nuestro
estado físico y viceversa.

La correcta alimentación es una de las claves de nuestra salud y


por ende de nuestro buen estado anímico. Pero... ¿qué es una
correcta alimentación? La respuesta a esta pregunta comprende
muchos aspectos. En este artículo me voy a centrar en la relación
salud-alimentos-alma.

Las neuronas son unas de las células más exquisitas de nuestro


cuerpo. Requieren glucosa como fuente principal de energía (son
muy sensibles a las variaciones de la glucemia), necesitan
colesterol para sintetizar las bandas de mielina, aminoácidos
(precursores de neurotransmisores), vitaminas, minerales (el
sodio es indispensable para la transmisión nerviosa) y por
supuesto oxígeno. Las neuronas son muy vulnerables ante la
presencia en la sangre de sustancias como el alcohol, cafeína, y
tóxicos, en general, de ahí la importancia de la barrera
hematoencefálica.

Nuestras respuestas emocionales básicas residen en las


amígdalas del sistema límbico. Se trata de respuestas
emocionales que tienen relación con la supervivencia y la
procreación. Si bien, generalmente, nuestro sistema consciente
regula la salida de las emociones, en ocasiones las respuestas
emotivas son tan rápidas que el neocortex no tiene tiempo de
actuar; y manda sus señales al hipotálamo, cuya función es
activar el sistema nervioso autónomo.

La alimentación y la calidad de la sangre


La calidad de la sangre depende de la alimentación y del correcto
funcionamiento de los procesos de asimilación, transporte y
excreción. Y el buen funcionamiento del cerebro depende de la
calidad de la sangre y los nutrientes que ésta transporte.

Una primera observación nos revela que la dieta carnívora da


lugar a caracteres testarudos, decididos, agresivos, con más
preocupación por el mundo material y las circunstancias
inmediatas, y la dieta vegetariana calma y tranquiliza la mente, el
comportamiento tiende a ser más pasivo, tímido, desorganizado,
falto de disciplina y a una mayor preocupación por los mundos
espirituales, psicológicos y más lejanos, teóricos o abstractos.

Por todo lo dicho anteriormente, la manera con que se "nutre” al


cerebro afecta a su funcionamiento y por lo tanto a las actividades
cognitivas y emocionales. Lo que explica que la dieta sea un
coadyuvante muy valioso del tratamiento psicológico. El cual, en
muchas ocasiones puede realizarse mediante auriculoterapia.
Por su parte, la medicina oriental también contempla la relación
que hay entre los alimentos que ingerimos y nuestro estado
anímico. Pues, uno de los pilares de ésta es que los aspectos
físico, emocional y mental son inseparables.

Las cinco emociones en medicina oriental


La medicina oriental distingue 5 emociones principales que están
asociadas a las 5 fases o movimientos, 5 sabores, 5 olores, 5
“órganos y vísceras...”, existiendo, entre ellas, relaciones de
generación y control. Nuestro cuerpo y el universo es un todo
armónico en movimiento.

Las 5 emociones miedo, ira, alegría, preocupación y tristeza están


asociadas a las 5 fases de la siguiente manera:

El miedo está relacionado con la fase agua (los Riñones, el


invierno, el color negro, el sabor salado). La ira está relacionada
con la fase madera (el Hígado, la primavera, el color verde, el
sabor amargo). La alegría está relacionada con la fase fuego (el
Corazón, el verano, el color rojo, el sabor ácido). La preocupación
está relacionada con la fase tierra (el Bazo, período
interestacional, el color amarillo, el sabor dulce). La tristeza está
relacionada con la fase metal (los Pulmones, el otoño, el color
blanco, el sabor picante).

La relación entre estas cinco emociones compone nuestro estado


anímico y son la base de nuestro comportamiento.

El miedo
El miedo (AGUA) es la consciencia de nuestras limitaciones. El
miedo si se presenta de manera persistente o frecuente da lugar a
estados de desasosiego e inquietud, que se manifiestan con calor
en la cara, sudoración nocturna, palpitaciones, boca y garganta
secas, llegando incluso a situaciones de enuresis e incontinencia
fecal o de orina. El miedo genera ira, controla la alegría, es
generada por la tristeza y es controlada por la preocupación.
La deficiencia en los Riñones y/o Vejiga conducen a timidez o
temeridad. Por ejemplo, los excesos de sal, complementos
minerales y proteínas en la dieta pueden bloquear la energía
renal acentuando el sentimiento de miedo o puede estimularlo en
demasía provocando excesiva valentía (temeridad).

La ira
La ira (MADERA) comprende varias emociones que se pueden
presentar con contundencia y persistencia, como son accesos de
cólera, resentimiento, irritabilidad, rabia, frustración indignación,
rencor y amargura. La ira afecta principalmente a la cabeza,
siendo origen de cefaleas, acúfenos, mareos, ojos rojos, cara
roja....Y, reprimida durante tiempo prolongado provoca estados
depresivos. La ira controla la preocupación, es generada por el
miedo, genera alegría y es controlada por la tristeza.

Una alimentación excesiva y además cargada de tóxicos agota la


función del Hígado, con el consiguiente reflejo en nuestra
conducta que se manifiesta con irritabilidad, excitación,
nerviosismo, gritos. Y viceversa, los nervios de origen interno
crean estados de ansiedad que afectan al metabolismo de a
digestión.

La alegría
La alegría (FUEGO) es un sentimiento que nos aferra a la vida.
Sin embargo, este sentimiento en exceso puede producir
problemas de concentración, comportamiento maníaco,
ausencias, insomnio, palpitaciones, histeria... La alegría se
alimenta de la ira (autodesarrollo), es controlada por el
miedo,genera preocupación y controla la tristeza. Los alimentos
que afectan a la circulación de la sangre afectan a esta emoción.

Los huevos, carnes rojas, grasas, lácteos, y sal bloquean el


sistema cardiovascular, el corazón trabaja en exceso y puede
llevarnos a la arrogancia. El exceso de alimentos expansivos
como frutas, drogas, alcohol, excitantes debilitan el Corazón que
puede conducir a una sobreexcitación que se alterne con estados
de tristeza.

La preocupación
La preocupación (TIERRA) es una emoción compleja, incluye
preocupación, ansiedad, inquietud y cierta tristeza. Consiste en
una preocupación constante por todo, en un estado permanente
de alerta (creando una sensación de ansiedad) que trata de
controlar todos los aspectos de la vida. Es un estado emocional
caracterizado por el pesimismo que va desgastando al individuo,
que incluso puede ir acompañado de pensamiento obsesivo. La
afectación del Bazo-Páncreas o Estómago conduce a la duda o a
la desconfianza. La preocupación controla el miedo, es generada
por la alegría, es controlada por la ira y genera tristeza.

Aquellos alimentos que provoquen fluctuaciones de la glucemia,


como alimentos ricos en azúcar, especialmente si es azúcar
refinada, nos pueden acentuar la duda y preocuparnos
demasiado. El exceso de bollería, alimentos muy concentrados y
los que aumentan la acidez estomacal pueden paralizar nuestra
capacidad de actuar.

La tristeza
La tristeza (METAL) engloba los sentimientos de melancolía, pena
y pesimismo. Puede llevarnos a situaciones de apatía,
indiferencia, cansancio, respiración superficial o entrecortada,
depresión, llanto, el pulso se debilita. El bloqueo del contenido del
Intestino Grueso puede llevar a la resistencia de aceptar una
pérdida. La tristeza es controlada por la alegría, y controla, a su
vez, a la ira. La tristeza genera miedo y es generada por la
preocupación.

La falta de elementos vegetales, la falta de fibra y el exceso de


productos animales dificultan las labores de eliminación intestinal
y nos pueden producir demasiado apego a cosas o situaciones. El
exceso de alimentos expansivos como los dulces o demasiados
alimentos crudos debilitan esta fase pudiéndonos llevar al
abatimiento,

Más en Saludterapia:
https://www.saludterapia.com/articulos/a/2519-alimentos-y-
emociones.html
Puesto que los 5 sabores están relacionados con las cinco fases y con las cinco emociones; se
puede inferir que una dieta en la que habitualmente predomina un sabor puede desequilibrar el
sistema orgánico y por ende el estado anímico del individuo. Y a la inversa, la ingesta de alimentos
de determinados sabores puede devolver la armonía a un organismo que se encuentre en una
situación de desequilibrio. En este sentido, por ejemplo, los taoístas tienden a ingerir los alimentos
afines a los órganos (o fases) más débiles. Para ello tienen en cuenta su sabor y su color: Riñón /
Vejiga: (agua) salado, y negro, Hígado / Vesícula Biliar (madera): amargo y verde, Corazón /
Intestino Delgado (fuego): ácido y rojo, Bazo / Estómago (tierra): dulce y amarillo y Pulmón /
Intestino Grueso (metal): picante y blanco.

Nota: los nombres de órganos y vísceras están en mayúscula porque hay que interpretarlo como la
esfera funcional de los mismos según la medicina tradicional china.

Más en Saludterapia: https://www.saludterapia.com/articulos/a/2519-alimentos-y-


emociones.html

La comida es una fuente de placer inmediato, y por eso a veces comer se vuelve una
estrategia para calmar muchas de las emociones que experimentamos cada día.
¿Comes por aburrimiento, por ansiedad, por angustia, por miedo, por estrés,
porque estás más sensible, enfadada o sola? 
La mayoría de las veces comemos sin importar qué, cómo o cuánto, pues lo
importante es calmar el hambre físico y/o emocional de ese momento. Y si esto lo
hacemos normalmente, imaginemos lo que sucede cuando estamos a dieta.

Lo que he descubierto con la alimentación


energética es que:
Los alimentos tienen su propia energía y no todos los alimentos son adecuados
rsona.
Cada órgano del organismo tiene asociados un color, sabor, temperatura,
. Al saber qué órganos tenemos con exceso o carencia de energía nos enfocamos directamente a
Debemos escoger con sabiduría lo que necesitamos comer en cada

No es tan importante la cantidad sino la calidad de lo que comemos.


Escuchar los mensajes de nuestro cuerpo y entender su dinámica energética
ollar hábitos saludables y sostenibles y a comer con sabiduría.

«Descubre de forma natural las


necesidades de nuestra energía personal,
única e intransferible,para comer de forma
más consciente y equilibrada y
para conseguir un peso saludable de forma
natural y sin sacrificios.»

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