Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
*Andreina F*
Euma
Sobre el libro Capítulo 14 Capítulo 30
Dedicatoria Capítulo 15 Capítulo 31
Sinopsis Capítulo 16 Capítulo 32
Capítulo 1 Capítulo 17 Capítulo 33
Capítulo 2 Capítulo 18 Capítulo 34
Capítulo 3 Capítulo 19 Capítulo 35
Capítulo 4 Capítulo 20 Capítulo 36
Capítulo 5 Capítulo 21 Capítulo 37
Capítulo 6 Capítulo 22 Capítulo 38
Capítulo 7 Capítulo 23 Capítulo 39
Capítulo 8 Capítulo 24 Capítulo 40
Capítulo 9 Capítulo 25 Epílogo: Grayson
Capítulo 10 Capítulo 26 Epílogo: Charlotte
Capítulo 11 Capítulo 27 Sobre el autor
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Capítulo 29
La serie "One Week" es una serie de novelas cortas e independientes
que están inspiradas en un día de la semana, una canción de Adele y un
tropo romántico lleno de vida.
El primer libro de la serie es “On a Tuesday” y es un romance de
segundas oportunidades inspirado en “When We Were Young” de Adele. El
próximo libro de la serie es "On a Wednesday" y está inspirado en "Someone
Like You" de Adele.
Esta historia está dedicada a todos los amigos que hice en la
universidad. Ojalá estuviéramos todos de vuelta en ese espacio y tiempo,
desearía que las cosas fueran como antes.
Nos conocimos un martes.
Nos volvimos mejores amigos, luego amantes, un martes.
Y todo se derrumbó un martes…
Charlotte Taylor tiene tres strikes automáticos en mi libro: 1) Ella me
odia. También dice que soy un "imbécil dominante con un ego enorme y
autoritario". (Sí tengo algo enorme. Pero no es mi ego). 2) Ella se toma
nuestras sesiones de tutorías obligatorias demasiado en serio. 3) Ella es sexy
como el infierno... Y es virgen.
Al menos, esas fueron sus strikes antes de que nuestras sesiones de
estudio empezaran a durar más de lo que se suponía. Hasta que un inocente
beso se convirtió en un centenar de sucios, y hasta que ella se convirtió en
la primera mujer de la que me enamoré.
Nuestro futuro juntos después de la graduación se suponía que estaría
establecido:
Fútbol profesional para mí. Escuela de Derecho para ella.
Pero me dejó al final del semestre sin explicación, y luego desapareció
completamente de mi vida.
Hasta esta noche.
Nos conocimos un martes.
Se convirtió en todo y luego en nada, un martes.
Y ahora siete años más tarde, un martes…
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Niika
Corregido por Vickyra
“G
rayson Connors gana el Premio al Jugador Más Valioso
de la Súper Bowl otra vez.”
“Grayson Connors lleva a Nueva York a ganar
consecutivamente la Súper Bowl.”
“El último touchdown de Connors eleva a Nueva York sobre Nueva
Inglaterra.”
Leí los titulares de esta mañana por centésima vez y me obligué a
sonreír. Intenté sentir algo, cualquier cosa, pero no servía de nada. Esto no
era lo que se suponía que se sentía al “ganar”, y lo sabía porque, bueno,
casi siempre gano.
Mientras la intensa nieve caía sobre Manhattan, caminé hacia mi
balcón y observé al grupo de construcción fijando el nuevo cartel en el que
se leía: “¡Vamos, Grayson Connors!”
El año pasado, celebré el campeonato uniéndome a mis compañeros
de equipo en una descabellada fiesta de cinco días en Las Vegas.
Empapamos el avión del equipo con champán de miles de dólares,
exigimos habitaciones de lujo y disfrutamos de la interminable atención de
las mujeres que querían conocer “lo que se sentía al dormir con un
campeón”.
Pero este año, cuando el reloj del juego golpeó el cero y el marcador
estaba a favor de mi equipo, no sentí emoción en absoluto. Pasé sin
esfuerzos las consiguientes entrevistas con los medios con una falsa sonrisa
cubriendo mi cara, y no me molesté en volar con el equipo a Las Vegas.
Llegué directamente a casa y llamé a la policía para reportar a una multitud
de fanáticas que esperaban fuera de mi bloque de apartamentos.
Decidí ser anfitrión de mi propia fiesta privada, pero cuando me
desplacé a través de los quinientos contactos en mi teléfono, me di cuenta
de que sólo existían dos personas a las que merecía la pena llamar: mi
madre y mi mejor amigo, Kyle. Aunque en realidad, mi madre no creía en
salir de casa cuando nevaba si no era para una, y pedirle a Kyle celebrar
días después de derrotar a su equipo en el juego, era un poco egoísta.
Incluso para mí.
Se lo pediré el próximo fin de semana…
Me desplacé a través de mis contactos de nuevo, esperando
haberme perdido a alguien, pero el resultado fue el mismo. Frustrado, lancé
mi móvil a la pared y encendí la televisión.
Mientras los presentadores pasaban por sus momentos favoritos del
juego del domingo, un golpe llegó a mi puerta.
Confundido en cuanto a por qué mi portero dejaría a alguien subir a
mi piso sin primero pedirme permiso, me acerqué y miré por la mirilla.
¿Anna?
—Hemos hablado de esto, Anna —dije, abriendo la puerta y
dejándola entrar—. Se supone que primero llames y me preguntes si puedes
venir aquí.
—Soy tu representante —se burló y levantó su teléfono—. He llamado
varias veces, puesto que saliste huyendo tras el juego. Dado que no
respondías, me preocupé. —Inspeccionó la habitación—. ¿Interrumpo una
orgía de celebración o algo?
—No —me quejé—. ¿Qué quieres?
—Quiero felicitarte en persona por tu segundo Súper Bowl. —Me pasó
un sobre rosa brillante—. Estoy tan orgullosa de ti que, sorprendentemente,
escribí dentro de esta tarjeta.
—¿Hiciste todo el camino hasta aquí sólo para darme una tarjeta?
—Claro que no. —Sonrió y sacó un sobre de manila de su bolso—.
Tengo algunas cosas que necesito que firmes, y un par de tratos urgentes
que tenemos que negociar.
—Eso suena como que puede esperar hasta la semana que viene.
—Podría, pero, ¿qué pasa si uno de nosotros muere antes de la
semana que viene? ¿Qué pasa si te lastimas tu brazo de lanzar entre esta
noche y esta semana y, de repente, te das cuenta de que nadie quiere
apoyar a un atleta lesionado?
Le di una mirada confusa. Esta mujer era la persona más ansiosa que
alguna vez conocí. Era, sin duda, la mejor cuando se trataba de hacer su
trabajo, pero su preocupación me hacía incapaz de relajarme, tampoco se
tomaba nunca un día libre. Usaba la palabra “urgente” para todo, y supe,
solamente mirándola, que nada de lo que tenía que decirme hoy era tan
crucial.
—Tienes veinte minutos —dije—, no voy a pasarme el día entero con
el papeleo.
—Vale. —Llevó su sobre hacia mi salón, encendió la chimenea y
golpeó el botón para silenciar la televisión como si esta fuera su casa.
Después se quitó los tacones y se dejó caer sobre mi sofá, reorganizando las
revistas del ESPN y del Sports Illustrated sobre mi mesa de sala.
»Grayson, ¿te importaría hacerme una taza de café? —preguntó—.
Estoy sedienta.
Vale, ahora tienes cinco minutos.
Llené dos de mis tazas que decían “Sí, Soy Así de Bueno” con café y
tomé asiento frente a ella, estando listo para las gilipolleces.
»Primero, vamos a empezar con cosas sencillas —dijo, pasándome su
teléfono—. Los blogs de cotilleos tomaron una foto tuya cenando con una
mujer misteriosa dentro del restaurante Tribeca hace un par de noches. Sé
cuánto te molesta divulgar tu privacidad, por lo que, si quieres ponerle fin a
la especulación, ¿te gustaría confirmar que tienes nueva novia o decirles
que es solo una aventura?
—Me gustaría decirles que se jodan. —Rodé los ojos—. Invité a mi
madre a una cena privada. Era su cumpleaños.
—Oh. —Tamborileó sus dedos contra su teléfono—. Vale, bueno ya
está arreglado. Segunda cosa, tendrás que leer esas modificaciones de los
contratos y firmarlos para mañana. Hablando de modificaciones, la última
vez que hablamos…
Me desconecté de su voz y di un sorbo a mi café mientras hablaba a
toda prisa. Sin darle una atención completa, sabía que de cada dos frases
que cayesen de sus labios, una era “hablando de ese contrato”, “necesito
que firmes esto” o “¡Oh! Bueno, este es realmente urgente”. Para cuando
finalmente paró de hablar, había pasado una hora entera.
—Has estado revisándolo por cuarenta minutos —dije poniéndome de
pie—, cualquier cosa de la que no hayamos hablado tendrá que esperar.
Con suerte, ambos seguiremos estando vivos para entonces.
Se rio. —Bien. Sólo asegúrate de que tienes todo empacado para la
reunión de compañeros en la Universidad de Pittsburgh. Necesitarás tres
trajes a lo sumo, algo para llevar en un campo de golf y tus viejos jerséis de
la facultad, por supuesto. Delta Airlines ha prometido dejar dos asientos de
primera clase en todos sus vuelos de Nueva York a Pittsburgh para mañana,
por lo que no tienes que sentirte apresurado.
—¿Qué? —Alcé una ceja—. ¿De qué hablas?
—Estoy hablando de tu reunión de compañeros. Es este martes por la
noche.
—¿Desde cuándo los graduandos de la Universidad tienen reuniones
de siete años? —pregunté.
—Supongo que desde que tu clase está llena de triunfadores. —Me
pasó un sobre marfil.
Abrí la invitación y al instante recordé cuando me la dio por primera
vez hace un mes, cuando acepté a “hacer lo que sea que necesiten que
haga”.
Evidentemente no pensaba con claridad.
»Quieren que des dos discursos —dijo—, uno antes de los fuegos
artificiales, y otro en la ceremonia de despedida. He hecho un borrador de
ambos discursos, una lista de cosas adicionales que puede que quieras
mencionar superficialmente y un collage de fotos de tus recuerdos de la
universidad al que puede que quieras echar un vistazo mientras volamos, de
nada.
—No recuerdo haberte dado las gracias. —Sacudí la cabeza y le
devolví la invitación—. No voy a ir a esto. Sácame de eso, ahora.
—Grayson —Su cara palideció—, seguramente sabes cuán terrible se
vería si te echas para atrás el día anterior. Eres la sorpresa, el orador invitado
especial.
—No me importa. —Me alejé de ella. Sólo existía una persona que me
haría considerar ir a esa reunión, y dado que ella nunca fue a ninguno de
los eventos de ex alumnos a los que asistí durante los últimos años, no tenía
que perder el tiempo—. Diles que surgió algo. También puedes decirles que
estoy más que dispuesto a dirigirme al público a través de Skype.
—Grayson, escucha.
—Hablé claro. —Mantuve la voz firme—. Fin de la discusión.
—Vale. —Se puso de pie—. Bueno, ya que no vas a ir a la reunión,
supongo que podemos quitarnos de encima la renovación de tu contrato
con Nike. Mañana voy a tener un almuerzo con algunos de los miembros de
su equipo, y, de ser así, puedo hacer que suceda.
—Seguro. —Oficialmente perdí la esperanza en la idea de que alguna
vez supiese, y aceptase, cuando una reunión se hallaba “terminada”.
—¡Estupendo! Me iré. —Se puso sus tacones y se dirigió hacia la puerta.
Me acerqué al lugar donde lancé mi teléfono y lo recogí, de alguna
sorprendente manera, seguía de una pieza. Antes de que pudiera llamar a
mi portero y decirle que Anna no era una excepción a mi regla de “llámame
primero”, la escuché aclarándose la garganta.
—¿Sí, Anna?
—Quiero preguntarte una última cosa —dijo—. ¿Has visto la nota
acerca de Charlotte Taylor?
—¿Qué? —Me di la vuelta—¿Qué acabas de decir?
—Charlotte Taylor. —Se encogió de hombros y sostuvo la invitación—.
Hay una corta nota sobre ella en el reverso. ¿La has visto?
No respondí. Me acerqué rápidamente y cogí la tarjeta de sus manos.
Le di la vuelta y observé una nota escrita a mano en una apenas visible tinta
morada:
Grayson,
Espero que todo esté bien contigo. Sé que no hemos hablado en
mucho tiempo, pero entre tú y yo…
Charlotte Taylor confirmó su asistencia para esta reunión hace un par
de semanas.
Pensé que querrías saberlo.
Nadira.
Miré fijamente la nota por varios segundos, sintiendo mi sangre hervir
con cada palabra escrita.
No tuve noticias de Charlotte desde que me gradué en la universidad.
Gasté miles de dólares buscándola el primer año que me dejó, y todo lo que
siempre encontré fueron confirmaciones de que se mudó fuera del país,
comenzó una vida nueva y se casó con alguien que no era yo.
Sólo la mera mención de su nombre despertaba todos los recuerdos
de lo que una vez tuvimos. Lo que hace tiempo juramos que no terminaría.
Hasta el día de hoy, nunca amé a alguien de la manera en que la
amé. Mierda, honestamente no “amé” a nadie desde ella, porque ninguna
otra mujer alguna vez se le comparó, y eso aún me cabreaba cada vez que
recordaba que nunca tuvo la decencia de darme un maldito adiós.
—Bueno, supongo que eso es todo —dijo Anna—. Pero, sabes, ahora
creo que podemos matar dos pájaros de un tiro durante el almuerzo con
Nike, si no te importa. Además de reunirnos con tus agentes, podemos por
fin filmar dos de esos cortos…
—No me reuniré contigo para el almuerzo de mañana. —Repasé la
nota escrita a mano una última vez, sabiendo que no sería capaz de
enfocarme en nada más por el resto del día—. Voy a ir a la reunión.
—Vale. Bueno, no es hasta el martes por la tarde, Grayson. Todavía
puedes acompañarnos en el almuerzo el lunes, firmar tu nombre en unos
cuantos papeles y volar a Pittsburgh por la tarde.
—Voy a volar allí esta noche.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Meri
Corregido por Kat Cooper
D
ebería haber un lugar especial reservado en el infierno para los
tutores que te guiaron por el camino equivocado durante tu
carrera universitaria. Al menos, esperaba que fuera el caso
para que mi despreocupado consejero supiera lo que era tener tu futuro en
manos equivocadas.
—Bueno, esto es un gran problema, Charlotte. —Golpeó sus dedos
contra el escritorio—. Incluso con todas las clases avanzadas que has
tomado, todavía te faltan seis de los créditos que necesitas para tu grado
de Ciencias Políticas. No puedo creer que tú, de toda la gente, no lo hayas
sabido antes. Se supone que eres una de mis estudiantes más inteligentes.
—¿En serio me culpa por esto?
—No estoy culpándote —dijo—. Sólo estoy diciendo que para alguien
que se preocupa tanto por su educación, deberías haber sabido que no
tomaste todos tus cursos de Ética. Demonios, fui un estudiante de Ciencias
Políticas hace décadas, e incluso sabía que Ética III y IV son necesarias.
Me mordí la lengua, resistiendo el impulso de gritar.
»Por el lado positivo —dijo sonriendo—, has completado todo lo que
necesitas para tu carrera en Arte, por lo que al menos obtendrás eso. ¿Quién
necesita dos grados?
—Señor Henderson. —Tomé una respiración profunda—. Con todo
respeto, si me faltan sólo seis créditos, no tiene sentido no graduarme con
dos grados. ¿Está seguro que no hay otros cursos alternativos que podría
tomar en lugar de Ética III y IV?
—La Dra. Bradshaw ofrece una pasantía en su firma este año, eres una
candidata perfecta, y seguro le gustaría tenerte ahí.
—No puedo. —Sacudí la cabeza—. Ya estoy tomando dieciocho
créditos este semestre, y soy asistente de residencia en los dormitorios de
primer año. Una pasantía como esa sería un completo y total suicidio.
—Bueno, siempre queda el semestre de verano. —Sonrió—. Seguirás
con tu clase. Entonces, tomarás esos seis créditos.
—Hace diez segundos, dijo que los cursos de Ética nunca se ofrecían
en verano. Lo dijo literalmente.
—Oh, claro. —Sopló un suspiro y miró su pantalla—. De acuerdo, mira.
Necesito que me des unos minutos para poder resolver esto.
—¿Quieres que me vaya?
—Sí. —Señaló la puerta—. Sal afuera para poder estar a solas con mis
pensamientos. Y mientras estés ahí fuera, ve a buscarme un café.
¡Ugh! Cogí mi mochila y salí de su oficina, caminando hacia la sala de
estudio. Mientras le servía una taza de café, lo oí decir—: ¡Mierda, mierda,
mierda! —Y llamar a su secretaria.
Tuve la tentación de añadir sal a su bebida en lugar de azúcar, pero
decidí esperar hasta dar con un plan de acción real. Nunca dejó de
sorprenderme lo despreocupado que era por ser un tutor, cómo siempre
existía un “problema menor” al principio de cada semestre. Si no fuera por
el hecho de que uno de los Decanos de la Universidad me alentó a hacer
la doble carrera en Arte, podría no tener un título completo.
Me apoyé en una de las ventanas y bajé la mirada al campus. No
importaba cuántas veces intentaba describirlo a mis amigos en casa o
pintarlo en mis lienzos, todavía se las arreglaba para verse diferente cada
vez.
El “campus” en la Universidad de Pittsburgh no se parecía en nada a
otros campus universitarios. En lugar de exuberantes prados verdes con
edificios de ladrillo y comedores, Pittsburgh era más como una ciudad en
miniatura con edificios universitarios y dormitorios artísticamente ubicados,
donde los negocios corporativos, restaurantes o los hospitales no podían
encajar. La Catedral del Aprendizaje, el enorme monolito beige que
dominaba los rascacielos y los centros estudiantiles, era el único edificio que
dejaba claro que las veinte cuadras que se extendían por el barrio de
Oakland formaban parte de una escuela.
En cada folleto promocional, la universidad capturaba al menos
veinte fotos de estudiantes que estudiaban bajo el sol en el césped de
Soldados y Marineros o lanzando frisbees a través del parque de los centros
estudiantiles.
Convenientemente no mencionaban el hecho que esos lugares eran
solamente usables dos meses al año, porque Pittsburgh era el segundo
después de Seattle donde había cielos grises aburridos.
Mientras observaba a un niño cruzar la calle con un globo, sentí mi
teléfono zumbar contra mi bolsillo. Una llamada telefónica de mi mejor
amiga, Nadira.
—¿Hola? —contesté, susurrando.
—¡Oye! ¿Dónde estás?
—Estoy en la Universidad de Honor1 con mi tutor. ¿Puedo llamarte de
vuelta?
—Esto sólo tomará cinco segundos —dijo—. Sólo quiero asegurarme
que vas a venir a la fiesta de los helados2 esta noche.
—No puedo. Esta noche daremos la fiesta de bienvenida para nuestra
residencia, ¿recuerdas?
—No, no, no. No daremos nada. Preparemos los bocadillos, y luego
iremos a la fiesta de los helados porque nadie va a las fiestas de los
dormitorios patrocinadas por la universidad, Charlotte. Lo sabes.
—La gente vendrá porque yo la estoy organizando —dije—. Hice las
invitaciones a mano y hasta pinté un nuevo cartel.
—Jesús. —Gruñó—. Mira, soy tu mejor amiga y tu co-asistente de
residencias, e incluso yo no iré. Te lo dije la semana pasada.
—Me dijiste que era porque tenías una cita.
—Mentí. —Se rio—. No voy aceptar un no por respuesta en esto, es tu
último año, y finalmente vas a disfrutar de la parte social de la universidad.
Estarás de fiesta todos los fines de semana, irás al menos a cuatro partidos
de fútbol conmigo y además de toda la mierda aleatoria e imprudente que
***
E
l ruido de las carcajadas y de las taquillas cerrándose de golpe
me rodeó mientras observaba la repetición del juego de la
temporada pasada. Golpeé la pantalla de mi teléfono para
centrarla en mi brazo, viéndolo moverse hacia delante a cámara lenta.
Hacía todo lo posible para prepararme mentalmente para esta
temporada, pero no sentía la misma adrenalina atravesando mis venas
como normalmente lo hacía en esta época del año. Había demasiada
presión y expectativas. Demasiadas preguntas entorno a mi futuro, de si iba
a anunciarme para la Selección de Jugadores de la NFL, y los persistentes
rumores sobre cierta situación de la que me quería olvidar.
—¿Cuantas veces vas a mirar ese metraje, Grayson? —Mi mejor
amigo, Kyle, se sentó en el banquillo junto a mí—. Sabes cómo termina ese
juego. Alerta de adelanto: Ganamos.
—Todavía hay un par de cosas que podría haber hecho mejor. —
Rebobiné el vídeo unos cuantos segundos y golpeé a reproducir una vez
más—. También hay algunas cosas que podrías haber hecho mejor.
—Lo dudo mucho. —Se rio—. Esta noche hay una fiesta en una casa
en la calle Dawson. ¿Vas a venir?
—Voy a pasar —dije, golpeando pausar en la grabación—. No creo
que vaya a ir a tantas fiestas este año. El año pasado fue suficiente.
—Sí, no sé si el penúltimo año de la carrera va a ser alguna vez el mejor,
sin embargo, las fiestas en la calle Dawson son siempre las mejores. Podrías,
al menos, aparecer cerca del final y conseguir una chica de primer año
para empezar bien el año.
—¿Qué? —Le miré.
—Me has oído.
—¿Que hay contigo y las chicas de primer año?
—Por favor, no me hagas responder a esa pregunta.
—Créeme, no lo haré —dije—. Francamente, también creo que he
terminado con las mujeres este año.
—¿Eso significa que vas a perseguir chicos? —Lució preocupado—.
Quiero decir, no te juzgo en absoluto si esta es tu manera de, finalmente,
salir del armario, pero nunca pensé que fueras…
—Cállate, Kyle —Le lancé mi teléfono—. Lee los últimos cinco
mensajes que he recibido esta mañana.
Golpeó mi pantalla y sus ojos se ampliaron —Vale, mira. Esos estúpidos
mensajes son todos de contactos desconocidos. Están siendo atrevidos y
groseros porque saben que no sabes quiénes son. No te preocupes por eso.
—Esta es la segunda vez que voy a tener que cambiar de número —
dije, tensando la mandíbula—. Todo por unos estúpidos.
—Vas a tener que encontrar la forma de no permitir que esto te
afecte. El verano terminó hace mucho y has estado limpio de todo.
—Entonces, ¿por qué hay algunas personas que siguen actuando
como si no lo estuviera?
—¿A quién le importa? Eso está en ellos. —Me devolvió mi teléfono—.
No hay necesidad de abandonar tu vida social por personas que, de todas
formas, van a criticarte. Mierda, si mi nombre fuera Grayson Connors y cada
chica en este campus me quisiera, no me retiraría a las sombras por algo
como eso, para nada. Escogería a las cuatro mejores chicas que quisiera y
las conservaría en una constante rotación.
—¿Por qué cada tema se convierte en sexo contigo?
—Porque es mi máxima prioridad. Este tipo de priorización es la razón
exacta de por qué soy estudiante de Economía.
—Eres un estudiante de Comunicaciones.
—Es lo mismo. Menos matemáticas y gráficos, pero es lo mismo.
Le rodé los ojos y cerré mi taquilla. Kyle era absolutamente la última
persona de la que aceptaría un consejo esos días. Sin embargo, fue la única
persona que permaneció a mi lado durante todo el verano, y he aprendido
por las malas que es mi único amigo verdadero.
—¡Bien, todo el mundo! ¡Presten atención! —Nuestro entrenador entró
en el vestuario y sopló su silbato, obligando a que todas las conversaciones
se detuvieran por completo—. No tengo que decirles que lo que vamos a
intentar lograr esta temporada es algo que nunca antes se ha logrado. —Se
movió al centro de la habitación, golpeando sus dedos contra su
portapapeles—. Eso no quiere decir que no pueda lograrse, pero no vamos
a ser pasivos o actuar como si tuviéramos derecho a esa mierda solo porque
lo hemos logrado tres veces antes.
Nuestro coordinador ofensivo entró en la habitación y comenzó a
repartir sus análisis personales de los ejercicios de entrenamiento de esta
mañana. Cuando me dio la mía, le di la vuelta, esperando ver consejos de
cómo podría mejorar, pero sólo había dos únicas palabras: Estuviste
perfecto.
»Necesito que todos estén concentrados y necesito que sean
perspicaces —continuó el entrenador—. Sé que muchos de ustedes son de
último año y tratan de disfrutar de sus llamados días de gloria antes de que
se gradúen o persigan otras cosas. También sé que algunos de ustedes
necesitan que les recuerden que ciertas actividades nunca tienen que venir
antes que el fútbol, hay un tiempo y lugar para todo. —Caminó
directamente frente a Kyle y le dio una mirada feroz.
—¿Hay algo que esté tratando de insinuar ahora mismo, entrenador?
—Sonrió—. No puede dar por sentado que siempre voy a pillar sus no tan
sutiles mensajes.
—Tienes suerte de que eres tan malditamente talentoso, hijo. —El
entrenado se alejó de él y caminó hacia el otro lado de la habitación.
—Necesitamos que miren nuestras observaciones en su rendimiento
de esta mañana y se las tomen muy en serio —dijo el entrenador—. Para
aquellos que calificaron un cuatro o menos en el régimen de
acondicionamiento, pueden salir al campo ahora y ver si pueden
impresionarme y subir al rango siete. ¡A los demás, los veré en el campo
dentro de una hora!
Hubo unos cuantos quejidos, pero no les presté atención, como de
costumbre.
»¿Puedo hablar contigo un minuto, Connors? —Me hizo una seña para
que le siguiera al pasillo.
—Por supuesto.
Esperó hasta que estuvo seguro de que nadie nos seguía. —Bien, mira.
Sé que lo que pasó este verano fue doloroso y difícil, pero quiero que sepas
que nunca, ni por un segundo…
—¿Podemos no hablar de ello? —le interrumpí. Cuanto antes pudiera
borrarlo de mi memoria, mejor.
—Oh, menos mal. —Soltó una exhalación y tachó algo en su
portapapeles—. “Comprobar el bienestar emocional de Grayson Connors e
intentar sonar como un padre en lugar de como un entrenador”. Me alegro
de que hayamos terminado con eso.
—¿Es todo lo que querías de mí, entrenador?
—No tan rápido. —Sacudió la cabeza—. He recibido un correo
electrónico del Secretario esta mañana. Creo que algo acerca de que no
alcanzas algunos créditos base que necesitas para graduarte. O quizás sea
acerca de un promedio general bajo.
—Eso es imposible —dije—, tengo todo aprobado con nota máxima.
—¿En serio? Con lo que he escuchado de tu reputación, ¿cuándo
encuentras el tiempo para estudiar?
Le doy una mirada en blanco.
»Quiero decir, estoy muy impresionado de escuchar eso. Bien por ti,
hijo. —Aclaró su garganta—. Quedas exento del entrenamiento de esta
tarde, así puedes hablar con tu consejero. Ve a arreglar eso cuanto antes,
¿vale? Y si necesitas algo más de apoyo emocional de mi parte, por algún
persistente sentimiento que tengas por el verano… —Se detuvo. Después se
encogió de hombros y regresó al vestuario, sin siquiera molestarse en
terminar esa frase.
Agradecido porque lo dejó, cogí mi mochila y abandoné las
instalaciones de entrenamiento, tomando el transporte de regreso al
campus. Desde el principio supe que mi evasión de las clases de Literatura
con el tiempo me pillaría, pero creí que podría haber esperado hasta el
semestre de primavera en vez de en este.
Entré en la Catedral del Aprendizaje4, subí en el ascensor a la
Universidad de Honor y llamé a la puerta de mi consejero.
—Pase —dijo una tenue voz—. La puerta está abierta.
—Hola. —Entré y me crucé de brazos. La mujer tras el escritorio no era
mi consejero. Era su secretaria, y desde mi primer año dejó más que claro
5Es el premio que se otorga al mejor jugador de fútbol americano universitario de los Estados
Unidos de América.
—Necesito ser colocado en tres clases de Literatura avanzada este
otoño —dije, entonces dudé—. También creo que necesito un tutor privado.
—Sin problema —crujió sus dedos—. Sorprendentemente, tengo una
persona que necesita alguien a quien dar clases, así que estás de suerte.
Primero, vamos a subirte al sistema, y después llamaremos al Secretario de
Admisiones para asegurarnos de que todo está arreglado. No te importará
tener una tutora, ¿no?
—No. —Traté de no sonreír—. Para nada.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Bliss
Corregido por Kat Cooper
M
iro afuera de las enormes ventanas del Highland Café y toco
mi reloj. La chica que me asignaron para dar tutoría llegaba
quince minutos tarde, y me preguntaba si debería haber
escogido una cafetería que fuera más fácil de encontrar. La busqué en el
directorio de estudiantes anteriormente y noté que era una estudiante de
honor, así que pensé que estas sesiones de tutoría no me tomarían mucho
tiempo este semestre.
Una chica con cabello negro entró de repente corriendo al café y se
dirigió hacia mí, pero giró abruptamente a la izquierda y se unió al chico que
se hallaba frente a mí.
Sabía que debería haber sugerido Starbucks.
Volví a mirar por las ventanas y noté a Grayson Connors cruzando la
calle. Viéndose devastadoramente sexy como era usual, usaba una
camiseta color celeste que se aferraba a sus músculos en todos los lugares
correctos y unos jeans oscuros que le colgaban lo suficientemente bajo,
para exponer esa perfecta línea en V de su cuerpo.
Pareciendo confundido, levantó la mirada al letrero sobre el café
antes de abrir la puerta. Se acercó al mostrador y cada chica en el lugar
siguió cada uno de sus pasos, como si fuera un Dios viviente y respirando.
—¡Estoy alentando el campeonato número cuatro esta temporada,
Grayson! —gritó alguien.
—¡Felicidades por tu Heisman! —dijo alguien más.
—¡Vamos, Panteras! ¡Vamos! —gritó una mesa de amigos cerca de la
parte de atrás.
Ugh.
Se acercó a todas las personas que habían vendido sus almas, y dijo—
: Aprecio tu apoyo. —Cuando se acercó a mi mesa, recogí mis auriculares.
»¿Tú eres Charlotte Taylor? —preguntó, su voz profunda.
¿Qué?
—Em. ¿Qué dijiste?
—Charlotte Taylor —dijo, señalando su teléfono—. Se supone que
debo encontrarme con mi tutora aquí, a menos que haya otro Highland
Café en algún lado por aquí. Entonces, ¿eres Charlotte Taylor?
—No estoy segura todavía.
—Tu collar dice Charlotte. —Lo miró, sonriendo con suficiencia—.
¿Ahora estás segura?
—No. —Mi mente estaba jodida. No existía forma de que me lo
asignaran este semestre—. Mi tutor sabría mejor que hacerme esto.
—¿Qué se supone significa eso?
—Significa que la universidad debe haber cometido un error. —Saqué
mi teléfono para revisar mi correo, asegurándome de haber leído mi
emparejamiento de tutoría como “Elizabeth Woods, Escritura Inglesa” y no
Grayson Connors.
Al segundo que abrí mi buzón, vi que mi tutor me envió un correo
electrónico media hora antes.
Asunto: Error De Asignación
Buenas tardes, Charlotte.
Solo te dejo saber que tu emparejamiento con Elizabeth Woods, fue un
error. Ella iba a ser emparejada con un estudiante de bioquímica.
Ahora estás emparejada con Grayson Connors ya que necesita ayuda
con sus cursos finales de Literatura Avanzada. (Asegúrate de que obtenga una
A. ¡Necesitamos que gane en el campo, también! :))
—Charles.
Contuve las ganas de gritar y bajé mi teléfono. Levanté la mirada
hacia Grayson y noté que me miraba fija y atentamente.
»Sí —dije—. Desafortunadamente, mi nombre es Charlotte Taylor.
—Ya había asumido eso. —Bajó su bolso—. Me estoy preguntando por
qué nunca te he visto por ahí antes.
—Probablemente porque hay cerca de veinte mil estudiantes en este
campus.
—Ya me has visto a mí antes, ¿no?
—Para nada —dije—. ¿Cuál es tu nombre?
—Qué graciosa. —Se sentó y miró alrededor al café—. ¿Es aquí donde
quieres que me encuentre contigo los martes?
Asentí.
—¿Eso va a ser un problema para ti?
—Para nada. —Sonrió—. Creo que los martes serán mi nuevo día
favorito de la semana.
Me mordí la lengua para evitar maldecir a mi tutor otra vez.
—Sabes, no creo que vayas a ser una buena tutora para mí, si vas a
ser así de hostil cada vez que nos encontremos. —Grayson se veía
entretenido—. ¿Te he hecho algo previamente?
—Algo así.
—Explícamelo.
—Bueno, primero, eres tan engreído, arrogante, y tiendes a jugar con
las mujeres como peones en un juego de ajedrez. Eso, y que estoy bastante
segura de que crees eres el regalo de Dios para las mujeres. Así que, sí. Me
has ofendido previamente. Ahora, ¿qué cursos de Literatura tomas este
semestre?
—No tan rápido —dijo, bloqueando sus ojos azules en los míos—. Creo
que merezco una oportunidad para responder a eso.
Traté de pensar en algo sarcástico para decirle y ganarle la mano,
pero siguió antes de que pudiera hablar.
»Antes que nada —dijo—, sí soy engreído, pero tengo cada razón para
estarlo. —Señaló a los carteles azul brillante y dorados del campeonato que
colgaban sobre la barra—. He ganado en esta universidad cada uno de
esos años y creo que gané el Trofeo Heisman el año pasado, ¿correcto?
—No lo sé.
—Lo sabes. —Se inclinó más cerca—. Segundo, no estoy seguro de
estar de acuerdo con que sea “arrogante”, pero si tu definición significa que
estoy bien consciente de lo jodidamente bueno que soy (dentro y fuera del
campo)… —Hizo una pausa, mirándome de arriba abajo—. Entonces
siéntete libre de llamarme como sea que quieras.
—¿Sabes qué? —Sentí que mis mejillas me traicionaban con un
sonrojo—. Pongámonos a trabajar.
—Tercero —siguió, ignorándome—. Ni siquiera estoy seguro de qué
metáfora buscabas con esa línea del ajedrez, pero nunca he usado a las
mujeres como peones en un juego de ajedrez. Nunca he creído en lo de las
citas o novias, y dejo perfectamente claro lo que alguien va a obtener
cuando están conmigo.
—Qué romántico.
—Y por último —dijo, mientras esa sonrisa arrogante y familiar
regresaba a sus labios—. No creo que sea el regalo de Dios para las mujeres.
Sé eso como un hecho.
—Por favor dime que bromeas ahora.
—Ambos sabemos que no. —Me guiñó el ojo, y estuve segura de estar
teniendo una experiencia extra corporal, porque sentí mis mejillas enrojecer
otra vez.
—Como sea —dije, al final—. ¿Qué cursos de Literatura tomas este
semestre?
—Por ahora, estos. —Me pasó un impreso de su horario y lo miré. Tenía
Apreciación Creativa de la Escritura, Expresionismo Moderno: Palabras de
las Mujeres en la Literatura Post-Moderna, y Temas Feministas Ocultos en
Trabajos Contemporáneos.
¿Entonces es feminista? Perfecto.
—Bien, bueno… —Destapé mi resaltador—. Si me das diez minutos,
puedo revisar lo que creo que será nuestro mejor curso de acción entre
ahora y la semana que viene.
—¿De qué año eres? —preguntó.
Ignoré su pregunta, busqué su primer curso y saqué el plan de estudios
en línea. Me desplazaba por los libros requeridos, cuando empujó hacia
delante la pantalla de mi computador, forzándome a levantar la vista.
—¿Sí?
—¿De qué año eres? —repitió.
—De último año —dije—. ¿Por qué?
—No hay razón. —Volvió a poner mi pantalla en su lugar y se reclinó
en su asiento.
Hice mi mayor esfuerzo para ignorar el hecho de que observaba todos
mis movimientos, y que su sonrisa era incluso más atractiva de cerca. Busqué
los tres planes de estudio de sus cursos, asegurándome que no se perdieran
componentes importantes durante las siguientes semanas.
—Listo —dije, devolviéndole su horario—. Para la semana que viene,
necesitas asegurarte de haber comprado todos los libros requeridos y leer el
primero de los tres ensayos para el curso de Apreciación Creativa de la
Escritura. Los otros dos cursos no pueden abordarse hasta que tengas los
libros. ¿Tienes alguna pregunta para mí?
—Varias.
—Escucho.
—¿Cuándo te transferiste a Pittsburgh? —Se veía genuinamente
confundido—. No hay forma de que hubieras estado aquí desde tu primer
año.
—Me refería a preguntas sobre tus cursos. Esas son preguntas que no
estoy obligada a responder, señor Connors.
—Ya veo, señorita Taylor. —Sonrió como si no estuviera para nada
desconcertado por mi rudeza—. Entonces, ¿lo único que necesito hacer
entre hoy y el siguiente martes es comprar los libros del curso?
—Sí.
—¿Y nos encontraremos aquí a la misma hora exacta?
—Sí.
—¿Puedo tener tu número de teléfono?
—Nunca.
Se rio y levantó.
—Bien, Charlotte. Te veré el martes.
—Te veo el martes.
***
A SUNTO: Próxima vez que ustedes idiotas lancen una hoguera “no
oficial...”
¿Qué tal si nos aseguramos de no quemar los terrenos en el
proceso? ¿Qué les parece PREGUNTARLES a sus vecinos si les importaría tener
quinientos estudiantes en sus calles hasta las tres de la mañana?
Sé muy bien que esta no era una idea de “equipo” y cada vez que KYLE
y GRAYSON quieran aceptar la responsabilidad de esta mierda, reduciré llos
ocho kilómetros diarios adicionales que todos ustedes me deben, a 5
kilometros.
Estoy esperando.
—Entrenador Whitten.
***
ASUNTO: RE: Próxima vez que ustedes idiotas lancen una hoguera “no
oficial...”
Fui yo, entrenador.
Grayson no tuvo nada que ver con esto esta vez. Ni siquiera apareció.
Hablando de eso…
Amigo, ¿dónde estabas? Follé como tres chicas de esta hoguera.
Probablemente podrías haber conectado con al menos cinco. No creo que
necesite otra mamada durante un mes después de lo asombrosas que fueron.
PD: ¿Ya has vuelto a nuestro apartamento? Necesito contarte estas
historias en persona cuando el entrenador no actúe como si esta mierda fuera
un gran problema.
—Kyle.
***
ASUNTO: RE: RE: Próxima vez que ustedes idiotas lancen una hoguera
“no oficial...”
Kyle.
Reúnete conmigo en mi oficina en el complejo AHORA.
—Entrenador Whitten.
***
ASUNTO: RE: RE: RE: Próxima vez que ustedes idiotas lancen una
hoguera “no oficial...”
Quería enviar esa última parte solo a Grayson. No para usted,
entrenador. ¿Puedo ir en unas pocas horas? Es decir, ahora que has leído lo que
dije, seguramente entiendes lo agotado que estoy. Tres chicas, entrenador.
TRES.
—Kyle.
***
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: Próxima vez que ustedes idiotas lancen una
hoguera “no oficial...”
Malditamente AHORA mismo.
—Entrenador Whitten.
***
Reí mientras leía los correos electrónicos de esta mañana, ahora me
alegraba de haber pasado la mitad de mi fin de semana estudiando las
imágenes del juego de la temporada pasada en lugar de compartir la
hoguera con Kyle. La otra mitad la gasté buscando todo lo que pude
encontrar sobre mi sexy y sabelotodo tutora.
Esperaba encontrar algo nuevo hoy, nuestro segundo martes, pero mi
búsqueda fue inútil. Solo encontré su página privada de Facebook, que
mostraba una foto de “I Love Pitt” en lugar de su rostro, y algunas reseñas
artísticas que escribió cuando era redactora de The Pitt News. Aparte del
hecho de que se encontraba incluida en la lista de estudiantes con honores
en el directorio, no había mucho más que encontrara sobre ella.
Odiaba admitirlo, pero durante los quince minutos que hablamos la
semana pasada, no pude evitar mirarla fijamente. La descripción de mi
consejero, “Charlotte Taylor es un completo encanto”, no me preparó para
la arpía de ojos color avellana que encontré ese día. Su cabello color
castaño, sus labios rosados y brillantes, y la forma en que su vestido se
pegaba a sus caderas ahora jugaban en un ciclo sin fin en mi mente.
En todos mis años aquí, no podía creer que nunca hubiéramos
cruzado caminos. Estaba más que seguro de que la recordaría si la hubiese
visto, aunque solo fuera por unos segundos. De hecho, estoy seguro de que
me habría acercado a ella en cuanto la viera. Por otra parte, algo me dijo
que decir “creo que eres sexy como la mierda” no me habría ganado nada
de ella, sino más sarcasmo.
Cuando llegué al Highland Café para nuestra segunda sesión,
Charlotte se hallaba sentada en una mesa en la parte de atrás, con la
cabeza enterrada en un libro. Al igual que la semana pasada, tenía un
montón de coloridas carpetas y cuadernos en el centro de la mesa, y yo me
sentía dispuesto a apostar que tenía algún tipo de Trastorno Obsesivo
Compulsivo sobre la necesidad de tener veinte tipos diferentes de bolígrafos
y lápices.
—Llegas tarde, otra vez —dijo, cuando me acerqué a la mesa—. Qué
impactante.
—Si tuviera tu número de teléfono, podría decirte que mi sesión de
fitness por la tarde me haría llegar tarde.
Me miró, sus ojos color avellana mostrándome que no parecía
convencida.
—Tienes mi dirección de correo electrónico. Podrías haberme enviado
un mensaje.
—Me parece justo. —Me senté frente a ella—. Lo tendré en cuenta
para la próxima vez. ¿Con qué quieres comenzar hoy?
—Las piezas de Bach —Frunció el ceño—. Espera un minuto. ¿Dónde
está tu cuaderno?
—En casa. —Saqué uno de los de la pila—. Pensé que tendrías
suficiente para que yo tomara uno.
—Te voy a cobrar por eso.
—Estoy seguro de que puedo pagarlo. —Sonreí—. Mi consejero
mencionó que eres estudiante de pre-leyes y de arte, pero me pareces el
tipo de profesora. Dejando a un lado tu boca inteligente y tu hostilidad,
pareces ser buena en eso.
—¿Trajiste algo? —Sus ojos se abrieron de par en par, mientras tomaba
uno de sus bolígrafos, y parecía que era algún tipo de asunto de vida o
muerte—. ¿Dónde están tus libros de literatura? ¿Los que discutimos que
comprarías la semana pasada?
—No he tenido tiempo de comprarlos todavía.
—Llevamos dos semanas completas en el semestre. ¿Piensas
comprarlos después de los finales?
—Bien, retiro lo que acabo de decir acerca de que eres una
profesora. Claramente, no sabes cómo construir una metáfora convincente.
—Grayson Connors.
—Puedes llamarme Grayson.
—Grayson Connors —dijo mi nombre aún más duro y apretó sus labios
rojos cubiertos, excitándome aún más—. Vamos a aclarar algunas cosas. Ya
que claramente te encanta enumerar cosas, déjame ayudarte. Una, me
necesitas más de lo que te necesito. Mucho más de lo que te necesito.
Sonreí.
»Dos, si se espera que sea una tutora profesional, voy a necesitar que
me trates como a una y tomar estas sesiones y todo lo que pongo en serio.
—Dejó escapar un suspiro y se recostó contra su asiento.
—¿Hay una tercera razón por venir? —pregunté—. No tiene sentido
hacer una lista si solo hay dos cosas.
—Sí, hay una tercera cosa. —Entrecerró sus ojos hacia mí—. Debes
asegurarte de llegar a tiempo, o me iré después de que marquen los diez
minutos.
—Llegaré temprano a partir de ahora —dije—. Pero para hacer las
cosas aún más rectas entre nosotros, tus créditos para esto están ligados a
lo bien que me enseñas, así que diría que nos necesitamos por igual. Eso, y
te tomaré en serio una vez que aceptes dejar de ser demasiado hostil
conmigo. Dijiste que no te hice nada personalmente.
—Además de ser un idiota dominante con un gran ego —murmuró.
—¿Qué dijiste?
—Dije, está bien. —Golpeó su lápiz contra la mesa—. Tienes razón.
Dejaré de tratarte como un enemigo.
—Entonces, ¿somos amigos ahora?
Ignoró esa pregunta.
—Supongo que comprarás tus libros después del período de agregar-
abandonar.
—Sí.
—¿Y no vas a escribir ningún ensayo hasta que todos los profesores te
den el plan de estudios actualizado, ya que generalmente cambian algo
en el último momento? —Parecía como si no pudiera creer las palabras que
caían de su boca.
—Sí, a esa pregunta también.
—De acuerdo, bueno... —Se encogió de hombros—. ¿Hay alguna
razón por la cual nosotros dos necesitemos continuar sentados aquí hoy?
—Puedo pensar en algunas cosas que me gustaría discutir.
—¿Están relacionadas con tu trabajo?
—Están relacionadas contigo.
—Oh, de acuerdo. —Sonrió—. Dame cinco segundos y
definitivamente podemos hablar de eso. —Recogió todos sus suministros y
los arrojó dentro de su bolsa. Luego se puso de pie y salió corriendo del café
y del otro lado de la calle.
¿Es esto un rechazo?
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Bliss
Corregido por Kat Cooper
—E
spera un minuto. —Miré sobre mi hombro a Kyle mientras
levantábamos pesas la mañana siguiente—. ¿El
entrenador te dio eso como castigo por la fogata?
—Dijo que tengo que asistir a tres proyecciones de la obra de Los
Monólogos de la Vagina; una por cada mujer a las que les “falté el respeto”
en la fogata, y le debo veinte disculpas escritas a todos nuestros vecinos. —
Dejó caer sus pesas al suelo—. Quiere que haga ocho kilómetros cada
domingo en la mañana y cinco kilómetros más después de cada práctica
hasta el final de la temporada. También dijo que no quiere escuchar nada
más sobre mi fiesta después de este fin de semana, lo cual es bastante
perfecto porque eso significa que llegaré para tener mi último cumpleaños
universitario exactamente como siempre lo he soñado.
—Por favor no me cuentes nada sobre tus planes —dije—. Uno de
nosotros tiene que ser capaz de hacer el tonto cuando venga la policía.
—La policía no tendrá ninguna razón para venir esta vez. —Se rio—.
Voy a hacerlo en el North Shore el sábado en la noche, ¿así que puedo
confiar que serás mi conductor designado y me llevarás a mí y a quien
quiera de regreso a nuestro lugar?
—Por supuesto. Iré después de que termine de estudiar.
—Obvio. —Dio un paso más cerca al espejo—. De verdad no entiendo
por qué crees que necesitas hacer todas esas A. Ya no estamos en la
secundaria.
—Aun así, insistes en actuar así.
—Qué gracioso. —Rio—. Solo digo que no imprimen nuestras
calificaciones en el expediente académico y ya que definitivamente irás a
la liga después de la graduación, realmente no importa lo que hagas.
—Nada está garantizado —dije, recordando las últimas palabras que
mi papá dijo antes de morir.
—Nada está garantizado excepto que seas reclutado en la NFL dentro
de los cinco primeros, y yo seré reclutado dentro de los diez.
Sacudí la cabeza, conocía más a Kyle de lo que entendía lo que mi
padre dijo, pero no pude discutir con él sobre su predicción. Incluso si
hiciéramos presentaciones medio decentes este año, nuestras actuaciones
de las tres temporadas pasadas merecían el interés de los equipos de la NFL
y nuestros nombres fueron mencionados en los rankings de los “Mejores
Jugadores Universitarios” de ESPN cada semana.
—¿Conoces a una chica llamada Charlotte? —pregunté, cambiando
de tema.
—Conozco muchas chicas llamadas Charlotte. Vas a tener que ser
mucho más específico que eso.
—Es estudiante de último año, tiene ojos avellanas, y una boca
inteligente.
—¿Tiene cabello rojo o negro?
—Ninguno. Es castaño oscuro.
—Espera. —Se giró para mirarme—. ¿Es la Charlotte de la que hablas
sexy como el infierno?
—Sí.
—Uff. Sí. —Gimió—. Conozco a esa Charlotte. ¿Qué hay con ella?
—Yo… —Me contuve. No quería decir demasiado todavía, y no quería
admitir que luchaba para mantenerla fuera de mi mente—. Tengo
secciones de tutoría con ella este año para mis clases de Literatura.
—Bueno, solo para que lo sepas, eso es todo lo que conseguirás con
ella. —Sacudió la cabeza—. Mi amigo Mike de Carnegie Mellon me contó
sobre ella hace un tiempo. Está en mi lista negra personal, así que también
podrías meterla en tu lista negra.
—¿Has salido con ella antes?
—Demonios, no. —Se veía ofendido—. Mira. Mi amigo Mike la
acompañó a casa de una fiesta de fraternidad súper tarde una noche el
año pasado, y luego lo invitó a su cuarto, entonces, naturalmente, pensó
que eso significaba que iban a follar, ¿cierto?
—No necesariamente.
—Sí, necesariamente. —Se cruzó de brazos—. ¿Puedes, por favor,
encontrar la manera de ser mi tan llamado mejor amigo Grayson o
simplemente pretender ser él por hoy?
Me reí.
—Puedo intentarlo.
—Bueno, pues lo invitó a subir a su cuarto, pero en lugar de quitarse la
ropa, hizo café. Luego lo lleva a la sala de su dormitorio donde procedió a
contarle sobre todos sus libros favoritos. Sus libros favoritos. Hasta las cinco
de la mañana.
—¿Por eso está en la lista negra?
—No he terminado aún —continuó—. Cuando ella finalmente lo
acompañó hasta la salida alrededor de las siete de la mañana; sin siquiera
un indicio de una línea como “te mostraré mi aprecio por acompañarme a
casa”, él le pidió su número de teléfono. Ya sabes, para tal vez sellar el trato
para la próxima vez, pero dijo que no. Luego dijo que es más que bienvenido
a acompañarla a un tipo de galería de arte el domingo.
—¿Tu amigo se encontró con ella alguna vez en la galería de arte?
—¿Me estás jodiendo? —Rodó los ojos—. No. Nunca le habló otra vez
y me contó sobre ella para que no desperdiciara mi tiempo. Ahora, te lo
estoy contando a ti, para que nunca desperdicies el tuyo.
—Gracias por la historia.
—Estoy siempre a tu disposición. —Tomó un gran trago de agua—.
También escuché que tiene un novio a quien le es súper leal de otra
universidad, así que, sexy como el infierno o no, no vale el tiempo de nadie
aquí.
Tal vez sí tiene novio. Eso explicaría su actitud hacia mí.
»De todas formas —dijo Kyle—. Hablando de chicas que valen la pena
mi tiempo, déjame contarte sobre las tres chicas de la fogata.
Medio lo escuché mientras me daba su historia con lujo de detalles de
su fin de semana lleno de sexo, dándome detalles excesivos que podría
haber evitado. Me sentía mucho más interesado en aclarar el misterio de
Charlotte y en cómo demonios voló bajo mi radar por tanto tiempo.
Todo lo que sabía con certeza era que nunca había estado más
atraído por alguien después de solo unos cuantos encuentros en mi vida, y
que ella fuera mi tutora para este semestre iba a ser un problema serio.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Taywong
Corregido por Vickyra
L
a noche del cumpleaños de Kyle, llegué a la casa designada en
North Shore, esperando que su afirmación de que se tratara de
un evento “dócil” este año fuera cierto.
Entré en la casa y abandoné toda esperanza en cinco segundos.
Había jacuzzis inflables instalados en cada rincón de la sala, una
competencia de barriles de cerveza tenía lugar en la cocina, y el olor a
marihuana y licor amargo flotaba en el aire.
—¡Grayson! —me gritó Kyle desde la escalera mientras dos chicas
bailaban contra él—. ¡Grayson, ven! ¡Ven aquí!
Ayudó a una chica a sentarse en el sofá y se acercó.
—¿Sí, Kyle?
—¡Es mi cumpleaños esta noche! —Sus ojos parecían tensos, un signo
revelador de que iba a desmayarse en cualquier momento—. Es mi maldito
cumpleaños y… voy a tener buen sexo y pastel, sobre mi polla, en mi
cumpleaños. Solo mira.
—¿Cuántas bebidas has tenido esta noche?
—Dos. —Levantó cinco dedos y rio.
Una de las chicas que bailaba en él articuló—: Veinte.
Articulé—: Gracias. —A cambio y caminé hacia el tipo que mezclaba
las bebidas en el soporte de la TV.
»Hazme un favor —le dije.
—¿Sí?
—No le sirvas a Kyle más alcohol. —Señalé los litros de jugo de naranja
detrás de él—. Adelante, rellena algunas botellas de cerveza y vasos rojos
con jugo por si acaso viene y pide más.
—Sabrá que es jugo.
—También sabrá que es su mejor amigo el que te obliga a hacer esto,
por lo que no morirá esta noche. —Entrecerré mis ojos hacia él—. Hazlo.
Ahora.
Gimió, pero agarró un cartón de jugo de naranja y comenzó a llenar
las botellas.
Me abrí camino a través de los cuerpos en la pista de baile, sonriendo
a algunas de las chicas que conocía mientras me dirigía a la atestada
cocina. Algunos de mis compañeros de equipo se hallaban sentados en el
bar con chicas en sus regazos.
—Hola, extraño. —Penélope, una chica con la que follé, me dio una
cerveza—. ¿Cómo te sientes estos días?
Traicionado.
—Soy decente. ¿Tú?
—Bien. —Bebió su cerveza y me miró—. No me llamaste en absoluto
este verano. Me sentía bastante descuidada.
—Estaba ocupado.
—No te encontrabas así de ocupado. Escuché que no lo has estado
mucho últimamente. Debes haber salido y conseguido novia. ¿Es eso cierto?
—Creo que me conoces mejor que eso.
—Lo haría si me llamaras alguna vez. —Frotó mi hombro y batió sus
pestañas—. Llámame para que podamos ponernos al día en mi habitación.
Más temprano que tarde. —Me miró de arriba abajo antes de irse.
Nunca iba a llamarla, pero de todos modos le sonreí y la vi
desaparecer entre la multitud. Para evitar que nunca sucumbiera y la
llamara a una noche solitaria, saqué mi teléfono y borré su número.
Luego me desplacé por el resto de mis contactos, borrando a todos
los que no eran compañeros de equipo, entrenadores o asociados
cercanos. Abrí la bandeja de entrada de mi correo electrónico para hacer
lo mismo y noté un nuevo correo electrónico de Charlotte.
ASUNTO: Asignación de compañeros de tutoría (Cambio)
Estimado Grayson,
Espero que tu fin de semana vaya bien.
Te estoy enviando un correo electrónico porque me acabo de encontrar
con un amigo mío que recientemente tomó las tres clases de Literatura que
tomas este semestre. Está más que dispuesto a ser tu tutor los martes y creo
que encajaría mucho mejor para ti.
Déjame saber lo que piensas,
—Charlotte.
Sonreí y escribí una respuesta.
ASUNTO: RE: Asignación de compañeros de tutoría (Cambio)
Estimada Charlotte,
No tengo ningún interés en ser tutorado por tu amigo (me importa un
comino cuándo tomó los cursos). Estoy más que dispuesto a actuar como si
este correo electrónico no hubiera sucedido en lugar de reenviarlo a tu asesor,
y te veré solo el martes.
PD: Creo que “encajarás bien conmigo".
—Grayson.
Su respuesta fue inmediata.
ASUNTO: RE: RE: Asignación de compañeros de tutoría (Cambio)
No hay necesidad de incluir a mi asesor en esto. Como quieres tratar con
alguien que puede ser menos "hostil", solo trataba de ayudar.
PD: ¿Es este tu intento de una insinuación sexual?
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: RE: Asignación de compañeros de tutoría (Cambio)
Intentabas dejar de verme. Por la razón que sea, no va a funcionar.
Nunca.
PD: Depende. ¿Funciona?
—Grayson.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: Asignación de compañeros de tutoría (Cambio)
Esto suena como una amenaza.
PD: NO.
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: RE: Asignación de compañeros de tutoría
(Cambio)
Es una garantía.
PD: Personalmente, creo que esta conversación sería mejor por
teléfono. Deberías darme tu número.
—Grayson.
Ella no respondió.
Pasó media hora y nunca me envió otro correo electrónico.
Antes de que pudiera enviarle un correo electrónico sobre otra cosa,
sentí que alguien tocaba mi hombro.
—¿Sí? —Me giré para ver a una de las chicas que estuvo bailando con
Kyle—. ¿Qué pasa?
—Um, Kyle acaba de desmayarse en uno de los jacuzzis. ¿Deberíamos
llamar Emergencias, buscar a su entrenador, o simplemente dejarlo allí hasta
mañana?
Jesucristo.
PRESENTE
PITTSBURGH
Traducido por Bliss
Corregido por Kat Cooper
—O
tra vez, ¿a dónde se dirige? —El oficial de policía
iluminó mi licencia—. Trate de mantener su historia
con seriedad esta vez.
—A la Universidad de Pittsburgh —dije, forzando una sonrisa, mientras
estrechaba los ojos hacia mí.
—¿Es consciente de que el límite de velocidad en este tramo de la
carretera es de solo cien kilómetros por hora?
No jodas.
—Sí, oficial.
—¿De verdad? —Se cruzó de brazos—. Entonces, ¿puede explicarme
por qué iba a ciento cuarenta? Y no solo que iba a ciento cuarenta, ¿puede
explicarme por qué manejaba en el carril de emergencia?
La verdad no tenía una buena razón por manejar en el carril de
emergencia. Bueno, menos el hecho de que el carril de emergencia estaba
recientemente limpio con sal, y los carriles regulares seguían cubiertos con
una ligera capa de nieve y hielo.
»¿Señorita? —Me entregó mi licencia—. Necesito que me responda.
Ahora.
—De verdad estoy llegando tarde y no quiero perderme la reunión de
mi clase universitaria. O los fuegos artificiales. Prometieron fuegos artificiales.
Me dio una mirada vacía. Luego subió la mirada al cielo.
—¿Fuegos artificiales? —Tomó su libreta de multas del bolsillo trasero y
sacudió la cabeza—. ¿En la nieve? ¿Y una reunión de una clase universitaria
un martes? Bien, señorita.
—No, por favor. —No podía permitirme otra multa por velocidad
ahora. Todavía le debía al Estado de Nueva York mil por una multa que recibí
el mes pasado. Me incliné y abrí mi guantera, sacando un sobre azul y
dorado que recibí hace meses.
—No estoy inventando la reunión —dije, pasándole la invitación.
Murmuró las palabras impresas en voz alta para sí, y me di cuenta de
que memoricé cada palabra en esa página a minutos de que llegara a mi
buzón.
***
***
T
odo este tiempo. Todo este maldito tiempo. Me dijeron que se
mudó al extranjero, se casó con un idiota bien vestido y que
continuó con su vida. Nunca hubiera adivinado que estuviera tan
cerca, y el hecho de que vivía en la ciudad de Nueva York me molestaba
más con cada minuto que pasaba. No solo eso, pero se veía más como una
visión ahora que cuando era una estudiante universitaria, y lo único que era
significativamente diferente sobre ella eran los dos piercings adicionales en
su oreja derecha, el tatuaje en su muñeca izquierda y los reflejos castaño
rojizos en su cabello.
La única razón por la que no corrí tras ella cuando me dejó en el café
fue porque sabía que no me daría buenas respuestas. También era porque
no podía correr con esa mierda, y no quería que se rompiera el cuello
tratando de alejarse de mí en tacones, sobre el hielo.
Cuando me senté en el avión a la mañana siguiente, miré por la
ventana y me pregunté si alguna vez nos cruzamos en Nueva York sin que
yo lo supiera. Si alguna vez hubiera pensado en mí de la forma en que
todavía pensaba en ella.
Siempre imaginé que tendría que tragarme el orgullo mientras veía a
otro hombre acercarla a su lado, o elogiar lo “hermosos” que eran sus hijos
para evitar decir: “Se supone que esos niños serian míos”. Pero era mucho
más difícil manejar el hecho de que seguía soltera y tan cerca.
—De acuerdo —dijo Anna mientras abrochaba su cinturón de
seguridad—. Ahora que tenemos tu reunión universitaria fuera del plato,
podemos centrarnos en el nuevo acuerdo de mercancía con Nike. Están
dispuestos a ofrecer más de lo que dijeron inicialmente, pero quieren reunirse
contigo en persona esta semana.
—Eso no sucederá.
—¿Qué? —Casi se atragantó con su bebida—. ¿Por qué no? Me has
estado pidiendo que haga esto por ti durante meses y finalmente los tengo
rogando.
—Algo surgió anoche. —La miré—. Algo importante que debo abordar
antes de ir a otro lugar.
—Um, vale. —Parecía confundida—. Supongo que sea lo que sea, ¿es
personal?
—Sí. —Envié un mensaje de texto a mi contacto en el Departamento
de Policía de Nueva York, pidiéndole que me diera la dirección de
Charlotte—. Muy personal.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Bliss
Corregido por Kat Cooper
M
i Compañero Asignado en Cortes Criminales y Procesos
Judiciales me hacía dudar del proceso de admisión de Pitt.
Como hijo de un Alguacil retirado, pasó nuestra primera
semana alardeando sobre lo fácil que era Derecho hasta ahora, y cómo
pasó por todos los cursos requeridos sin siquiera completar alguna de las
lecturas de verano. Me dijo que iba a “cumplir totalmente” su parte en
nuestro proyecto que estaba programado para el final del semestre, y
cuando le pregunté a qué tipo de Ley quería dedicarse después de la
universidad, dijo: “el tipo de Sala de Tribunal”.
Vestido con su pijama, se paró frente a la clase e intentó joder su
camino por un falso juicio con nuestro profesor. Con cada respuesta que
salía de sus labios, le agradecía al universo que su nota en esto no se hallaba
unida a la mía.
—Dadas todas las evidencias en mí contra —decía—, me gustaría
abogar a la quinta enmienda.
—Por enésima vez, se trata de una acusación falsa, señor Brandon —
Suspiró mi profesor—. Solo puedes declararte culpable, no culpable, o no
contestar. No llegaremos a la parte del juicio de ensayo hasta después de
este semestre. Así que, ahora que hemos cubierto las Reglas Básicas de la
Corte, otra vez… ¿Cómo te gustaría declararte?
No respondió.
»Señor Brandon, ¿puedes por favor presentar tu declaración así
podemos avanzar?
—Esa es una pregunta capciosa, ¿no? —Sonrió, y luego se aclaró la
garganta—. Su Señoría, ahora me gustaría llamar a mi primer testigo al
estrado.
Jesús...
Ya no podía escuchar esto. Sostuve mi teléfono bajo el escritorio,
preparada para desplazarme por las noticias en mi Facebook, pero noté un
nuevo correo de Grayson.
ASUNTO: Una Pregunta.
Necesito preguntarte algo.
—Grayson.
ASUNTO: Re: Una Pregunta.
Mi respuesta probablemente será que no. ¿Eso ayuda?
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: Una Pregunta.
Esta pregunta no es sobre ti.
Estoy revisando mi descripción para una subasta de citas en la caridad
de una Hermandad. Una de las líneas en mi biografía dice que tengo una
“sonrisa que puede poner húmedas las bragas de cualquier mujer”. Así que, mi
pregunta es: ¿Crees que eso es cierto? (Más específicamente, ¿alguna vez te
puse húmeda?)
—Grayson.
Oh, Dios mío.
Podía sentir mis mejillas arder y levanté la mirada para asegurarme de
que nadie me prestaba atención.
ASUNTO: RE: RE: RE: Una Pregunta.
Respuesta: Demonios, no. Demonios, no.
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: Una Pregunta.
Tu primer “demonios, no” es bastante interesante, viendo que al parecer
la Presidenta de la Hermandad dijo que personalmente la ayudaste a escribir
mi descripción la semana pasada. (No pienso creer en tu segundo “demonios,
no”, tampoco.)
—Grayson.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: RE: Una Pregunta.
Deja de mandarme mensajes antes de que te bloquee.
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: RE: RE: Una Pregunta.
:-)
—Grayson.
—¡Conozco mis derechos, profesor Turner! —El repentino grito de
Brandon me hizo alzar la vista—. ¡Conozco mis derechos!
El profesor sacudió la cabeza y cerró su libro.
—¿Sabes qué? Creo que terminé con este caso por ahora —dijo—. Ni
siquiera me importa que solo nos hayamos reunido por veinte minutos hoy.
La clase se cancela.
Todos en el salón empacaron rápidamente sus libros y corrieron a la
salida.
—Te dije que ganaría mi caso. —Brandon me guiñó el ojo cuando
recogió su mochila—. Debería cargarte un precio por ser mi compañera ya
que tienes garantizado conseguir una A.
Rodé los ojos y me levanté.
—¿Puedo hablar con usted un segundo afuera, señorita Taylor? —
llamó mi profesor.
—Seguro, señor Turner.
Esperó que todos los estudiantes dejaran el salón, y luego cerró la
puerta.
—Mira. Estoy empezando a recibir solicitudes para hacer cartas de
recomendación de otros estudiantes que son… —Hizo una pausa—. ¿Cómo
puedo poner esto? Estúpidos. Algunos son hasta más estúpidos que tu
compañero de grupo, lo creas o no.
Casi me ahogué con mi goma de mascar.
»Entonces, me di cuenta que es esta época desafortunada del año
cuando tengo que desperdiciar mis preciosos papeles y tinta al pretender
que he tenido el “placer” de enseñarle a estudiantes que serán Abogados
inútiles y manejarán nuestro sistema de justicia criminal por el suelo. Sin
embargo, tú no fuiste una decepción en absoluto, así que, ¿me pedirás que
escriba una carta en tu nombre?
—Estaba considerándolo.
—Bien —dijo—. ¿Qué Escuelas de Leyes consideras?
—Stanford, Harvard, Brown, y algunas otras —dije, repitiendo lo que le
dije a mis padres—. Pero puede que me tome unos años después de la
graduación y vaya a la escuela de arte. Puedo buscar mi Maestría en eso y
luego ir a la Escuela de Leyes más adelante.
—¿Escuela de Arte? —Me dio una mirada mordaz—. Charlotte,
obtener una Maestría en Arte es como decirle al universo que quieres ser
vagabunda y estar en bancarrota por el resto de tu vida. Esa no es la vida
que quieres, confía en mí. Deberías ir a la Escuela de Leyes primero.
Asentí, sin estar segura de qué decir a eso.
»Tu puntaje de la Prueba de Admisión a la Escuela de Leyes es
impecable, tus ensayos en reforma criminal eran el plato fuerte de mi
trimestre del último año, y cada profesor que ha sido lo suficientemente
afortunado de tenerte en su clase concuerda en que serás un infierno de
Abogada. —Se veía orgulloso—. Conozco al equipo de admisión de cada
universidad que mencionaste. Aunque dudo mucho que tengas algún
problema en entrar, me aseguraré de revisar tu carta de recomendación.
—Bajó la voz—. No hago eso por estudiantes estúpidos.
—Bueno, gracias. Lo aprecio.
—Es un gran placer, señorita Taylor. —Abrió la puerta—. Te veo la
semana que viene.
***
M
e desperté con el sonido familiar y molesto de las voces de los
analistas deportivos y salí tambaleándome de la cama. Al
entrar en la sala de estar, vi a Kyle descansando en el sofá
con nada más que un par de calzoncillos amarillos brillantes.
—Me dijiste que saliste de tu fase Bob Esponja —dije—. Supongo que
no.
Inmediatamente se levantó de un salto y apagó el televisor.
—Oh, hola. No te escuché salir de tu habitación. ¿Te pusiste hielo en
la muñeca?
—Sí.
—El entrenador no pudo contactarte, pero quiere que te asegures de
que los instructores lo vean esta tarde. —Se inclinó, recogió una revista y
luego me la arrojó—. Sports Illustrated arrojó un montón de copias tempranas
de la noche anterior a nuestro juego. Creo que usaron una buena foto tuya
para esa portada y no distorsionaron ninguna de las palabras en mi
entrevista. ¿Te sientes emocionado de ser el número uno otra vez?
No le respondí. Él solo hablaba tan rápido y hacía tantas preguntas
cuando escondía algo.
Miré hacia delante y atrás entre él y la televisión.
—Vuelve a encender el televisor —dije—. Déjame ver lo que veías.
—Eran caricaturas.
—No lo eran.
—De acuerdo, no era así. —Apartó la vista de mí—. No creo que este
sea un buen momento para que veas esto.
—Ahora, Kyle.
Dejó escapar un suspiro y presionó el control remoto. La pantalla
cobró vida, dio lugar a una conferencia de prensa presentada en azul y de
inmediato lamenté mi pedido.
—Vamos a asegurarnos de que estamos escuchando esto
correctamente —dijo una reportera con un vestido morado, agarrando su
micrófono—. ¿Admites que mentiste sobre que Grayson Connors te agredió
sexualmente durante el verano?
—Sí —respondió la reencarnación de Satanás, es decir, una chica que
nunca toqué. Miró a la cámara con falsas lágrimas cayendo por su rostro.
Alisó las mangas de su suéter de abuela de color crema para un efecto
inocente fallido—. Mis abogados me han pedido que lea una declaración
preparada y me gustaría hacerlo en este momento.
Mi sangre hervía cuando sacó un par de anteojos para leer y secó
más lágrimas.
»Mi nombre es Mia Ryan, y este verano pasado presenté acusaciones
falsas e infundadas contra Grayson Connors —dijo—. En la noche del quince
de julio, fui a la estación de policía de Pitt y afirmé que me agredió
sexualmente en una fiesta privada. Hice este reclamo a petición de una
amiga que salió con anterioridad con el Sr. Connors, una amiga que se
sentía molesta porque él no estaba dispuesto a convertirla en su novia. —
Hizo una pausa para limpiar más lágrimas—. No tenía idea de que la
universidad pasaría semanas y un sinfín de fondos investigando el asunto.
Tampoco tenía idea de que mis mentiras casi dañaron la reputación del Sr.
Connors y su posición académica en el campus. Estoy frente a ti para decir
que siento lo que he hecho, y espero que todos me perdonen. También
espero que Grayson esté mirando y que sepa que lo siento, y que mi amiga
en cuestión simplemente se equivocaba en sus intensos sentimientos por...
Apagué el televisor. No podía soportar más, y las palabras “lo siento,
lo acusé falsamente de violación” nunca ganaran ninguna simpatía de mí.
Su disculpa nunca borraría las miradas innecesarias y los mensajes de texto
crueles que recibí durante el verano, y nunca me devolvería a los “amigos”
que creía tener. Lo único que obtuve de este incidente fue la claridad y la
falta de deseo de tratar con otras chicas en este campus.
Excepto una, pero ella no contaba.
—Bien —dijo Kyle—. Al menos finalmente la hicieron disculparse en
público para asegurarse de que nadie más tenga dudas sobre lo que no
sucedió, ¿verdad?
No respondí.
»¿Estás bien?
—No. —Di un paso atrás, todavía sentía la ira corriendo por mis
venas—. Voy a correr. —No me molesté en cambiarme a mis pantalones de
correr. Agarré mi teléfono, me puse las zapatillas de correr junto a la puerta
y corrí en dirección al campus inferior.
Corrí por la avenida Forbes, pasando el campus de Pitt y el patrimonio
de Carnegie Mellon. Corrí hasta que mi mente estuvo despejada, y cuando
paré, me hallaba en el medio del vecindario Shadyside.
Corriendo hacia el campus, me detuve cuando vi a Charlotte
descansando en uno de los jardines de Carnegie Mellon. Sostenía un pincel
en una mano y un pequeño lienzo en la otra.
La chica atractiva que se hallaba sentada junto a ella parecía
familiar, así que me acerqué un poco y entrecerré mis ojos. Su cabello
castaño rojizo ondeaba en el viento, y pintaba letras rosadas sobre su piel
de color caramelo.
¿Nadira?
Saqué mi teléfono para ver si todavía tenía su número de las clases de
segundo año que tomamos juntos, pero fue eliminado.
Mierda.
No estaba seguro de por qué una ojeada a Charlotte me hacía
pensar en cómo podía tratar de hablar con ella fuera de las sesiones de
estudio, pero me quedé allí pensando al menos durante diez minutos.
Le envié un correo electrónico y comencé a dirigirme a casa cuando
descubrí una oferta que probablemente no rechazaría.
ASUNTO: Martes
¿Podemos encontrarnos en otro lugar en vez del café este martes?
—Grayson.
ASUNTO: RE: Martes
Tu habitación está completamente fuera de discusión.
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: Martes
Entonces, ¿qué hay de tu habitación?
(No respondas eso.) ¿Qué tal la sala de estudio de la galería de Arte
Rose?
—Grayson.
ASUNTO: RE: RE: RE: Martes
Eso sería genial, pero ¿estás seguro de que tienen una sala de estudio
allí? Si lo hacen, es posible que desees comprobar para asegurarte de que no
haya una tarifa.
—Charlotte.
Lo hice. Son cien dólares por hora...
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: Martes
Es gratis. ¿Es un sí?
—Grayson.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: RE: Martes
Sí.
PD: Intenta no llegar tarde esta vez.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: Martes
Bueno.
PD: No lo hare. Créeme.
—Grayson.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Brynn
Corregido por Kat Cooper
E
l martes, recibí la llave de la sala de estudio de la recepción de
la galería de arte y pedí una taza de café. Charlotte llegó diez
minutos más tarde y me dio una sonrisa, en lugar de su sexy ceño
habitual. También me puso duro en un instante.
Su vestido gris abrazaba sus curvas en todos los lugares correctos, y no
pude evitar imaginar sus tacones rojos envueltos alrededor de mi cintura.
—Solía venir aquí todas las semanas en busca de inspiración durante
mi primer año —dijo, interrumpiendo mis pensamientos—. Ojalá hubiera
sabido que tenían una sala de estudio en ese momento. Podría haber usado
un lugar más tranquilo para pintar.
—¿Dónde sueles pintar ahora?
—Algunos lugares. —Sus ojos se iluminaron de emoción—. Hay un
estudio en el centro que me permite pintar de forma gratuita los jueves si
llevo café y desayuno para el propietario. También hay dos puentes con
puestos de peaje vacíos que me gustan. Ah, y como soy asistente de
residencias, tengo acceso al techo de mi dormitorio. Se supone que solo
debo usarlo para los simulacros de incendio, pero no puedo evitar
aprovechar la vista desde allí.
—Entonces, eres capaz de hablar de algo aparte del estudio.
—En realidad no. —Se sonrojó y sacó su caja azul de bolígrafos y
lápices—. ¿Escondes tus libros en algún lado?
—No. Todavía no los he comprado.
—¿Por qué dem... —Se detuvo y respiró hondo—. Está bien. Supongo
que técnicamente no necesitarás leerlos hasta dentro de dos semanas,
entonces, ¿qué ensayo de Bach quieres discutir primero?
—El contemporáneo.
—Buena elección. —Se mordió el labio inferior—. De acuerdo,
entonces, aplicando lo que ya sabes sobre la crítica feminista…
—Eres jodidamente hermosa —la interrumpí, y sus mejillas se pusieron
rosadas—. Estoy decepcionado por no haberte conocido antes.
Seguía sonrojada, pero entornó sus ojos hacia mí. —Grayson Connors...
—Es solo Grayson.
—Eso es lo que dije. -—Se cruzó de brazos—. Sé que estos martes
pueden parecer un concepto extraño, pero estoy aquí para ser tu tutor.
—Soy consciente de eso, desafortunadamente.
—Bien. Porque solo para que quede constancia, necesito que sepas
que tienes cero, y me refiero a cero, posibilidades de obtener algo más de
mí.
—¿Insinúas que quiero sexo? —Sonreí.
—No estoy insinuando que quieras nada. Estoy diciendo que debes
detenerte con los elogios innecesarios, ya que no te acercarán más a lo que
buscas.
—No estoy buscando nada —dije—. Todavía.
Cerró su libro. —Nunca me vas a ver como tu tutor, ¿verdad?
—Probablemente. —Me incliné y abrí su libro—. El análisis de Tucker no
aborda adecuadamente todos los problemas con la sociedad
posmoderna.
Alzó una ceja.
»Esta es la parte cuando me preguntas por qué me siento de esa
manera —dije—. A menos que seas tú la que no me toma en serio.
Sacudió la cabeza antes de preguntar, y durante la siguiente hora,
hice lo mejor que pude para mantenerme centrado en el tema: no
distraerme por lo sexy que era, cómo se sonrojaba cada pocos minutos y
cómo se mordía el labio inferior cada vez que le daba vueltas a algo.
—Creo que tu análisis es lo suficientemente bueno para que obtengas
una A en tu primer trabajo —dijo una hora después—. ¿Tienes alguna
pregunta final?
—¿Sales con alguien aquí? —le pregunté—. Si no, ¿quién es mi
competencia?
Parpadeó. Entonces, como hizo la última vez que traté de preguntarle
algo personal, simplemente se levantó, metió todas sus cosas en su bolso y
salió de la galería.
Este es el primer strike. No, strike dos.
Si fuera cualquier otra chica, inmediatamente le habría enviado un
correo electrónico a mi asesor y demandado que fuera reemplazada por
otra persona, pero por alguna razón me sentía más que intrigado. Cerré mi
cuaderno y fui tras ella, atrapándola. —Charlotte, espera. ¿Podemos
empezar de nuevo?
—¿Puedes comprar tus libros?
—Bajo unas pocas condiciones. —Extendí mi mano—. Soy Grayson
Connors, el mariscal número uno de todas las universidades del país y el
chico más sexy que jamás hayas conocido en tu vida.
—¿Este eres tú empezando de nuevo?
—Enumeré todos mis otros méritos la primera vez que nos vimos, y no
parecías muy impresionada.
Sus labios se curvaron en una lenta sonrisa y me estrechó la mano. —
Soy Charlotte Taylor, tu tutora que está más que cansada de ti.
—Encantado de conocerte, Charlotte. Creo que deberías venir
conmigo a comprar mis libros ahora mismo. Eso es lo que haría la nueva
versión de ti en nuestra relación.
Esperaba que rechazara la idea, pero cruzó la calle conmigo.
—También tengo que recoger algunos libros nuevos —dijo.
Caminamos el resto del camino en silencio, y cuando llegamos a la
librería, me siguió a la sección de literatura.
—¿No confías en que los consiga por mi cuenta? —pregunté.
—Teniendo en cuenta tu historial, no. —Rio y se dirigió al pasillo
feminista—. Supongo que no elegiste tus cursos este semestre de todos
modos.
—¿Qué te hace pensar eso?
—No conozco a muchos tipos que elegirían un curso feminista, mucho
menos tres. —Tomó uno de los libros que necesitaba y me lo entregó.
—¿Por qué no? Es la manera perfecta de conocer nuevas mujeres y
conocerlas potencialmente más íntimamente fuera del aula.
Su mandíbula cayó. —Bromeas.
—No lo hago. —Me quedé frente a ella—. Nunca te hubiera conocido
si no hubiera tomado estas clases.
-—Voy a enviar un correo electrónico a mi asesor ahora y decirle que
ya no quiero ser tu tutora.
—Pruébalo.
Sacó su teléfono, pero podía decir que no iba a hacer nada por el
rubor que cruzó sus mejillas.
Recogí uno de los otros libros que necesitaba y noté que tenía un
tatuaje en la parte posterior de la pierna izquierda. Era demasiado pequeño
para distinguirlo desde donde me encontraba, así que hice una nota mental
para verlo de cerca más tarde.
—Buen primer juego, hombre. —Un hombre caminó por el pasillo e
inclinó su sombrero hacia mí—. Les deseo otra buena temporada este año.
—Gracias.
—Oh, sí. —Charlotte miró por encima del hombro—. Escuché que
ganaron el fin de semana. Felicidades.
¿Qué? —¿Qué acabas de decir?
—¿Felicidades?
—No, antes de eso. —Estaba seguro no haber escuchado bien.
—Um. ¿Escuché que ganaron el fin de semana?
—¿Escuchaste?
—Sí. —Parecía confundida—. ¿Estoy mal informada?
—¿No fuiste al juego?
—No, le di mi boleto a mi papá. Veré la repetición más tarde esta
semana ya que no soy tan fan de los juegos universitarios.
Strike tres.
Cogió un libro de una estantería, y la seguí hasta el registro.
—¿Lo cobro junto? —preguntó el cajero.
—Sí —respondí antes de que Charlotte pudiera hacerlo y saqué mi
billetera—. Puedes devolvérmelo con tu número de teléfono.
—En ese caso, será separado. —Comenzó a sacar su tarjeta de
crédito, pero el cajero pasó la mía.
Le entregué a Charlotte sus libros y salimos de la tienda.
»Entonces —dijo mirándome—, ¿prometes tomar el próximo martes en
serio?
—Solo si prometes tratarme como alguien que solo intenta ser tu
amigo.
—Lo haré. Solo mi amigo.
—Bien. —Saqué mi teléfono—. Necesitaré tu número de teléfono
ahora, o una maldita buena razón por la que todavía no puedo tenerlo.
—Es porque no creo que tengamos nada de qué hablar.
—¿Por qué no me lo das y lo descubro?
—Voy a pasar. —Sus mejillas lucían de nuevo color rojo brillante
mientras daba un paso atrás—. Te veré el martes, Grayson.
—Nos vemos el martes, Charlotte.
Durante los dos siguientes martes, traté de mostrar mi mejor
comportamiento. Llegué a tiempo o temprano y me centré en el tema. Solo
me distraje al ver sus sensuales labios rojos veinte veces en vez de cincuenta,
y solo perdí mi hilo de pensamiento cada vez que se quitaba el suéter y
exponía lo que tenían que ser pechos de copa C. También me las arreglé
para descubrir que tenía dos tatuajes: uno de un par de golondrinas en la
parte posterior de su hombro, y uno de un símbolo de infinito y una rosa en
la parte posterior de su tobillo.
Y por alguna razón, no me importó que siempre pasáramos dos horas
extra hablando al final de cada sesión.
***
—¡H
urra por Pitt! —Nadira se tomó de golpe dos tragos
de vodka y aclaró su garganta—. Ummm. Esto está
bastante suave para ser un vodka viejo.
Miré la botella que sostenía, la que se parecía demasiado a la botella
que confiscamos anoche en nuestro piso.
—Se supone que debes verter el alcohol en el fregadero cada vez que
los encuentres bebiéndolo, Dira. No lo guardes para ti.
—¿En serio? —Se acercó a su tocador y abrió el cajón de abajo,
revelando al menos veinte botellas de licor confiscado—. No tenía ni idea
de que esa era la regla. ¿Vas a denunciarme?
—Por supuesto. —Le lancé una almohada.
—¿Quieres que te traiga algo del partido de hoy? ¿Algo de espíritu
escolar, quizás?
—Quiero una manzana acaramelada.
Se echó a reír y agarró su suéter, ofreciéndome una última
oportunidad de ir al partido con ella y los otros asistentes de residencia, pero
la rechacé.
Media hora más tarde, bajé al campus inferior y vi el comienzo de un
típico día de juego. Montones de autobuses amarillos bordeaban la calle,
listos para dirigirse al campo de Heinz. Los autos se tocaban la bocina unos
a otros por un espacio en el congestionado tráfico de la ciudad y el olor a
barbacoa llenaba el aire.
Me metí en uno de mis bares favoritos y me senté atrás. Cuando el
camarero puso un menú delante de mí, sentí el teléfono zumbando en mi
bolsillo. Un correo electrónico de Grayson.
***
***
***
***
***
***
***
ASUNTO: AVENTÓN.
En caso de que estés pensando en una excusa para no aparecer, mi
amigo Seth está dispuesto a recogerte. Estará en tu dormitorio en veinte
minutos y conducirá un todoterreno rojo. ¿Funciona esto para ti?
—Grayson.
***
***
***
***
ASUNTO: TÚ.
¿Sigues allí?
—Grayson.
ASUNTO: RE: TÚ.
Sí.
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: TÚ.
Bien. Espérame.
—Grayson.
ASUNTO: RE: RE: RE: TÚ.
¿Dónde?
—Charlotte.
ASUNTO: RE: RE: RE: RE: TÚ
La concesión de Pitt-Favs en el nivel 2. Te veré allí después de que mi
entrenador termine de hablar.
—Grayson.
***
—D
éjame ser directo, Charlotte —me gritó mi último ex
novio por teléfono—. Te doy un mes extra para
considerar mudarte conmigo, ¿y me dejas en su
lugar?
—Lo siento mucho, Craig —dije—, simplemente no creo que esto vaya
a funcionar, y creo que debería ser honesta conmigo misma y hacerlo más
pronto que tarde.
—Al menos podrías haberme dado las noticias en persona,
preferiblemente otro día que no fuera mi cumpleaños. ¡Hoy es mi
cumpleaños! Ahora veo exactamente por qué nunca superas la marca de
seis meses con tus novios. No es porque no confíes fácilmente, o porque te
han lastimado tanto antes. Es porque eres un jodido coño.
Terminé la llamada y me envió una lista de mensajes de texto.
Craig: C-O-Ñ-O. ¡COÑO! Tú. Eres. Un. Coño.
Craig: Iba a pedirte que te casaras conmigo. Me alegro de haber
descubierto antes que eres una desalmada perra...
Craig: Ignora mis dos últimos mensajes. Los escribí sin pensar, y creo
que solo estás así porque tienes miedo al compromiso. Sé que en el fondo
me amas y yo también te amo. Llámame cuando hayas pensado en todo.
Bloqueé su número y miré afuera de las ventanas del asiento trasero
de mi taxi. Hoy era el cuarto día consecutivo en el cual no podía conducir
hasta y desde el trabajo. Desde que vi a Grayson en Pittsburgh, tenía
problemas para dormir. Porque cada vez que cerraba los ojos, lo veía
sentado frente a mí en esa cafetería.
Las lágrimas cayeron por mi rostro cuando recordé la forma en que se
veía cuando le dije dónde vivía. Trataba de convencerme de que era
exactamente lo que necesitaba para conseguir un cierre. Que tal vez
después de verlo tan herido como una vez me hirió a mí, finalmente podría
dejarlo ir.
Durante los últimos siete años, hice todo lo posible por darles a otros
hombres una oportunidad, pero todos se tornaron pálidos en comparación
con él. El estándar de Grayson era increíblemente alto, y no importaba
cuántas veces intentara soltarme y “caer” por alguien más, no conseguía
nada más que una sensación de desmayo.
—Está bien, estamos aquí. —El conductor me miró por el espejo
retrovisor—. Son treinta y cinco dólares y setenta y cuatro centavos, señorita.
—Gracias. —Le di dos billetes de veinte y sostuve un periódico sobre
mi cabeza antes de salir y subir corriendo las escaleras de mi casa de piedra
rojiza.
Corriendo directamente a mi sala, hice lo que siempre hacía para
sentirme mejor: pintar. Desempaqué mi bolsa de pinceles y llené algunas
tazas con agua. Saqué mi caballete, pero antes de que pudiera instalarlo,
alguien llamó a mi puerta.
¿Craig?
Me acerqué a la puerta, dispuesta a decir “siento haberte dejado por
teléfono. Ah, y feliz cumpleaños…”, pero cuando la abrí, me encontré cara
a cara con un Grayson con cara colorada. Vestido con jeans y una camisa
gris empapada que se aferraba a sus músculos.
Mi corazón saltó de mi pecho al verlo, y perdí el hilo de mis
pensamientos.
—Tenemos que hablar —dijo, su voz baja.
—Acechar es un crimen, Sr. Connors. —Pasé por debajo de mi techo
de piedra marrón y cerré la puerta detrás de mí—. No me hagas llamar a la
policía.
—No vas a llamar a la policía. —Apretó la mandíbula—. ¿Ahora es un
buen momento?
—Nunca sería mejor.
—Charlotte.
—Grayson.
Un fuerte trueno rugió en la distancia, pero no nos movimos.
Continuamos mirándonos el uno al otro mientras la lluvia caía más fuerte.
—Voy a darte cinco segundos para invitarme a tu casa —dijo.
—Puedo oírte bien desde aquí. —Crucé los brazos y me apoyé contra
la puerta—. ¿Qué es lo que quieres?
No respondió. Esperó exactamente cinco segundos, y luego dio un
paso adelante y me agarró por la cintura, levantándome y lanzándome
sobre su hombro. Abrió la puerta y me llevó rápidamente adentro
dejándome en el pasillo antes de cerrar la puerta detrás de nosotros.
—¿Dónde está tu sala? —preguntó.
—Allanar y entrar también es un crimen —dije. —Eres dos por dos.
—Así que, todavía tienes una boca inteligente. —Sus ojos se
enfocaban en los míos—. Es bueno saber que algo de lo que me gustaba
de ti no ha cambiado.
—Lástima que no pueda decir lo mismo de ti.
Silencio.
—¿Podemos tratar de hablar otra vez? —dijo.
—No, voy a pasar. Eso salió terriblemente mal la última vez, me
pregunto por qué.
—Probablemente porque la mujer que he estado buscando, durante
años, ha estado en la misma maldita ciudad que yo todo este tiempo y
nunca dijo una maldita cosa al respecto.
—No entras en mi casa y me maldices así. —Lo fulminé con la mirada,
odiando que fuera capaz de hacerme sentir tantas emociones diferentes a
la vez—. Tienes diez minutos para decir lo que sea que tengas que decir y
luego quiero que te vayas.
Entré en la sala, sintiéndolo cerca. Me quedé junto a la ventana,
esperando que hablara, pero no dijo una palabra. Me miró por varios
segundos y miró a su alrededor. Luego entró a mi cocina y abrió mis armarios
uno por uno.
Sin pedir permiso, preparó dos tazas de café. Agregó jarabe de
caramelo, azúcar, crema batida y luego una última llovizna de caramelo en
la parte superior, exactamente como me gustaba, antes de entregarme
una de las tazas.
—Gracias —dije en voz baja—, ahora tienes seis minutos.
—Está bien, mira. —Dejó su café, manteniendo sus ojos en los míos—.
No he podido dormir desde que te vi en Pittsburgh. ¿Y tú?
—Yo sí. Mi sueño nunca ha sido mejor.
Ignoró mis mentiras. —No puedo dejar de pensar en ti, y creo que me
lo debes, explicarme por qué me dejaste el último año sin ninguna
explicación. —Presionó su dedo contra mis labios antes de que pudiera
interrumpirlo—. Nos lo debes. Voy a pasar el descanso de temporada aquí
en Nueva York y me gustaría que nos encontremos unas cuantas veces para
superar algunas cosas. ¿Puedes hacer eso por mí?
-—No. —Aparté su mano de mi boca y sacudí la cabeza—. No, no
puedo hacer eso por ti.
—¿Y por qué?
—Porque no te debo nada y no puedes caminar de regreso a mi vida
y pensar que las cosas pueden volver a ser como solían ser cuando en primer
lugar tú fuiste quien lo estropeó. Tú, Grayson. No yo. Supongo que ahora que
te cansaste de follar supermodelos y actrices famosas, ¿quieres ir a una gira
de auto redención? ¿Puedes oír lo loco que suenas en este momento? —Mi
pecho subía y bajaba y lágrimas calientes caían por mis mejillas.
Se acercó y las secó con la punta de los dedos. —¿Desde cuándo
crees lo que escribe la gente en la prensa sensacionalista?
—Dos minutos. —Aparté la vista de él—. Espero que lo que sea que
tengas que decir sea corto porque ya escuché suficiente.
Suavemente ahuecó mi rostro e inclinó mi barbilla para enfrentarlo
nuevamente. —Ambos sabemos que no voy a dejar de perseguirte, así que
incluso si me voy hoy, volveré mañana.
Dejé escapar un suspiro, recordando cuánto tiempo me persiguió en
nuestro último año. —¿Qué quieres de mí, Grayson?
—Verte de nuevo, tal vez solo unas pocas veces esta semana, así
puedo… —Hizo una pausa—, preferiría no dejarte ir nuevamente, pero si eso
no es posible, me gustaría saber finalmente lo que hice para poder tener
respuestas definitivas sobre por qué terminamos. Estoy seguro de que
también te gustaría un cierre.
Me gustaría. —No puedo verte varias veces en una semana.
—¿Por tu trabajo? —Miró alrededor de mi sala de estar—. ¿Terminaste
yendo a arte o leyes?
—No es asunto tuyo. —Me dolió el corazón—. Sin embargo, no es por
mi trabajo. Es porque no creo poder soportar verte tan a menudo. ¿Qué tal
una vez cada seis meses?
—Qué tal, no lo creo. —Entrecerró los ojos hacia mí, pero su expresión
se suavizó lentamente—. Una vez por semana.
—Una vez al mes. —Sentí que mi corazón me suplicaba que aceptara
“una vez a la semana”, pero ya me falló en el pasado cuando se trataba
de Grayson y no iba a dejar que me guiara por un camino de dolor otra
vez—. Puedo hacerlo una vez al mes.
—¿Por cuántos meses?
—Los cuatro.
—Bien. —Parecía molesto, pero no presionó más—. ¿Puedo confiar en
que no me vas a dejar plantado?
—Si lo hago, ya sabes dónde vivo.
Una leve sonrisa cruzó sus labios, pero no la dejó quedar. —¿Dónde
preferirías que nos reuniéramos?
—Café Rosy-gan, cerca de Central Park. La primera semana de cada
mes.
—¿En la mañana?
—Por las noches —dije—, el propietario nos permitirá pagar por
adelantado para mantenerlo abierto hasta tarde si es necesario.
—De acuerdo. —Dio un paso atrás—. ¿Ha terminado mi tiempo
ahora?
Dudé en responder. De la forma en que me miraba, casi me rendí y le
dije que también tenía problemas para dormir. Que deberíamos ponernos
al día aquí, ahora mismo. Pero en el momento en que recordé lo herida que
me dejó al final de nuestra relación, no pude permitirme decirlo.
Abrí la puerta de la entrada. —Entonces, nos reuniremos una vez al
mes, durante cuatro meses, y ¿ambos tendremos el tan necesario cierre y
nos dejaremos en paz?
No respondió.
»Ese es el acuerdo, ¿verdad, Grayson? —repetí, pero todavía no
respondía. Di un paso atrás para que pudiera pasar por mi lado.
»Espera —le toqué el brazo antes que caminara bajo la lluvia. —¿Qué
día nos encontraremos?
Inclinó la cabeza hacia un lado, y la sonrisa sexy que todavía invadía
mis sueños por las noches se extendió por su rostro. —Estoy seguro de que ya
sabes la respuesta a eso.
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Bella’
Corregido por Taywong
N
uestro primer nuevo martes llegó semanas más tarde, y no me
sorprendí lo más mínimamente de que Charlotte nunca
apareciera.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Mimi
Corregido por Kat Cooper
T
res cosas separaban a Highland Café de todas las otras cafeterías
del campus. Primero, permitían a los clientes tener ilimitados cafés
en sus días más lentos. Segundo, hacían todos sus dulces famosos
desde cero. Y tercero, tenían un segundo nivel que abría en días lluviosos
como hoy para que pudiéramos aprovechar las vistas.
Llegué justo cuando abrieron las puertas esta mañana, justo después
de ver las nubes grises por mi ventana. Armada con una cómoda sudadera
con capucha y dos de mis libros favoritos, esperaba aprovechar al máximo
mi único día libre de clases.
—Aquí tienes, Charlotte. —La dueña colocó un café de caramelo en
mi mesa—. Dime si necesitas algo más.
—Espera un minuto —dije.
—¿Sí?
—Esta es la segunda semana consecutiva que no me has pedido que
pague mi café. ¿Por qué?
—Te lo diría, pero juré guardar el secreto. —Sonrió.
—Bien, ¿puedo adivinar y entonces me guiñas si mi predicción es
correcta? Es Grayson, ¿no es así?
—Puedes avisarme cuando necesites otra taza. —Se rio y alejó de mí.
Saqué mi teléfono y di golpecitos en la calculadora, mirando al último
número que guardé. Si la cafetería se guiaba por el número de cafés que
ordené desde que Grayson empezó “secretamente” a pagarlos por mí, su
total hasta ahora era de ciento veinticinco dólares. Me forcé a calcular la
cantidad del sábado por la noche cuando el tacaño de mi cita se quejaba
por querer algo del puesto de comida en el cine.
Ya fue bastante malo que me hiciera pagar por lo mío porque “no
esperaba comprar dos entradas”, sino que sugirió que fuéramos al
supermercado y nos arriesgáramos a perdernos los primeros veinte minutos
de la película. ¿La razón? Para que pudiera ahorrarse dos dólares en dulces
y comprar “mejores bebidas”.
Ni siquiera me sorprendí cuando me pidió dinero para la gasolina al
final de la noche. Sin embargo, me dejó atónita que tuviera la audacia de
pedirme una segunda cita.
A este punto, empezaba a desechar mis estúpidos sueños de
romance universitario y aferrándome a la propuesta de Nadira de los chicos
siendo amigos solamente. Cada tipo con el que salía, me decepcionaba
más que el último, y el único que lo intentaba más duro, se hallaba
completamente fuera de cuestión.
No importaba cuántas horas nos quedáramos Nadira y yo hasta tarde
calculando los pros y los contras de volverme más cercana a Grayson...
incluso como amigo, no podría superar el escrutinio de los medios de
comunicación y la atención que recibía en el campus. Si se estaba en una
fiesta, todo el mundo sabía que se encontraba allí. Si cambiaba su estado
de Facebook, al instante ganaba miles de “me gusta”. Y al segundo que
“parecía” estar con una chica, aunque fuera una supuesta “follada post
partido” o un polvo de una noche consensuado, el rumor de que era una
puta se recibía como aire fresco. Yo era demasiado privada para eso y
aunque resultaba ser la estrella de todas mis últimas fantasías, esperaba que
con el tiempo dejara de perseguirme.
—¿Hablas contigo misma? —El profundo sonido de su voz me
sobresaltó, haciendo que me diera la vuelta.
—¿Qué haces aquí? —pregunté—. No es martes.
—Los mejores amigos deberían poder verse cuando quieran.
—Nadira es mi mejor amiga. Tú eres alguien a quien tolero.
Se rio y tomó asiento, haciendo un gesto a la mesera.
—Buenas tardes, Grayson. —Se sonrojó mientras se acercaba—. ¿Qué
puedo traerte?
—Un café normal y una caja de donas glaseadas. Mi mejor amiga y
yo vamos a estar aquí por un tiempo.
Ella murmuró—: Perra afortunada. —En voz baja antes de ir por su
orden.
—Estoy en mitad de leer un libro muy importante —dije—. Me
interrumpes.
Levantó el libro de mis manos y le dio la vuelta.
—Ya has leído Harry Potter. Ocho veces, si recuerdo bien.
—Todos saben que la novena releída de Harry Potter es la más
importante.
—Estoy seguro. —Sonrió y esperó hasta que la mesera terminó de dejar
las donas y el café—. ¿Cómo fue tu cita de este fin de semana?
—Fue increíble. —Tomé una dona—. Fue la cita más romántica que
alguna vez he tenido en mi vida. Fue un verdadero caballero todo el tiempo
y nunca lo olvidaré.
—Ummm. —Dio un sorbo a su café—. ¿A dónde te llevó
exactamente?
—Al cine.
—¿Eso es romántico?
—Eso fue sólo el principio. También me llevó a un largo paseo a la
costa y me invitó a una cena de cinco estrellas en Station Square. Hablamos
tanto que el propietario nos tuvo que echar al final.
—¿Qué restaurante en Station Square?
—Buca di Beppo.
—¿Oh? —Una sonrisa de suficiencia se formó en sus labios—. ¿Es así?
—Sí.
—Bueno, eso habría sido imposible ya que nuestro equipo movió
nuestra fiesta allí en el último minuto y ocupamos el restaurante desde las
nueve hasta las tres. Así que, al menos que tu cita romántica recogiera su
comida para llevar o fueran a otro sitio, mientes para ponerme incluso más
celoso de lo que ya estoy.
—¿Estás celoso?
—Ese no es el punto —dijo—. Dime la verdad.
—Bien, bueno. —Dejé escapar un aliento—. Me hizo comprar mi
propia entrada y comida y, al final, me pidió dinero para la gasolina.
También me pidió una segunda cita.
—¿Dijiste que no?
—Aún no lo he decidido —mentí—, tal vez se sentía nervioso y la
segunda vez será mejor.
—Lo dudo mucho. ¿Tienes planes para este fin de semana?
—No estoy segura. Nadira mencionó algo, ya que no hay juego este
fin de semana. ¿Qué hay de ti? Seguro que tienes una o dos citas
programadas.
—Normalmente no hago eso —dijo—, pero si lo hiciera, puedo
garantizarte que lo sabría mejor que llevar a alguien como tú al cine y a
cenar si quisiera causar una impresión.
Me sonrojé y di un sorbo a mi café.
»Probablemente analizaré el metraje de mi último juego —dijo,
cambiando de tema—. Quiero mejorar en las trescientas setenta y cinco
yardas y los veintidós pases completos que lancé.
—Trescientas noventa y cinco.
—¿Qué?
—Lanzaste trescientas noventa y cinco yardas. —Dejé mi taza—. E
hiciste veintitrés pases completos.
—Creí que no eras una fanática del fútbol. —Parecía impresionado.
—No soy una fanática del espíritu escolar. Sin embargo, amo el fútbol.
Siempre lo he hecho.
—Ummm. —Sonrió—. Es bueno saberlo.
—¿Puedo volver a leer mi libro ahora?
—No. —Lo movió hacia su lado de la mesa. Luego sacó una carpeta
de su mochila—. Necesito tu ayuda con mi trabajo feminista de Shakespeare
primero.
—Eso no se entrega hasta el próximo mes —dije, sacando su
programa—. No sólo eso, sino que debería ser el trabajo más fácil para
hacer.
—Si ese fuera el caso, no estaría pidiéndotelo.
—Simplemente inventa lo que sea que creas que una mujer piensa
cuando tiene un orgasmo y “muriendo mil pequeñas muertes”, ya que esa
es la verdadera interpretación de Shakespeare, y estarás bien.
—Mejor aún —dijo, cliqueando su bolígrafo—. ¿Por qué no me dices
eso y terminamos?
—No soy la persona correcta a la que preguntar.
—¿Por qué no? Sólo piensa en la última vez que tuviste sexo y dime
qué pasó por tu mente cuando te corriste. —Dio un sorbo de su café—. No
voy a juzgarte.
Suspiré.
—No lo sabría.
—¿Es porque tiendes a desaparecer mentalmente durante el sexo? —
Cliqueó su bolígrafo de nuevo—. Podría ser más fácil para mí expresar esa
idea en su lugar.
—Es porque nunca he tenido sexo.
Escupió su café y sus ojos se ampliaron. Luego sólo me miró fijamente.
Por un largo tiempo.
»¿Has terminado, Grayson?
—Mis disculpas —dijo—. No esperaba eso.
—No todo el mundo ha pasado toda su carrera universitaria
durmiendo con todo lo que se mueve.
—No he tenido sexo en absoluto este semestre.
—Estoy segura de que es un récord personal para ti.
—No estamos hablando de mí. ¿Eres virgen? —Aún se veía
sorprendido—. ¿Ibas alguna vez a contarme esto?
—No estoy segura de cuándo habría sido necesario para mí sacar el
tema, así que, no. Nunca iba a contártelo.
—Interesante. —Cerró su cuaderno—. Bien por ti.
—Siento como si estuvieras siendo sarcástico.
—No lo hago. —Parecía sincero.
—Hola, chicos. —La dueña se acercó a nuestra mesa y dejó dos
cafés—. Voy a tener que cerrar un poco antes hoy. Mi mesera de las cuatro
no apareció y necesito recoger a mi hija de la niñera. Les compensaré por
esto en otro día lluvioso, lo prometo.
—No hay problema —dijimos al unísono—. Gracias.
Metí mis cosas en mi bolso y me dirigí a las escaleras, con Grayson
siguiéndome.
Al salir, abrí mi paraguas y lo miré.
—Entonces, ¿supongo que te veré mañana?
—Por supuesto. ¿Dónde está tu auto?
—Vine a pie hoy. —Me encogí de hombros—. Mi dormitorio sólo queda
a un par de cuadras.
—Déjame llevarte. —Sacó las llaves del auto de su bolsillo y las luces
del todoterreno negro delante de nosotros destellaron.
No tuve oportunidad de pensarlo. Grayson presionó su mano contra
la parte baja de mi espalda y me dirigió hacia el asiento del pasajero. Abrió
la puerta y esperó que abrochara mi cinturón antes de moverse a su lado.
»¿En qué dormitorio te quedas? —Me miró mientras arrancaba el
motor.
—Dormitorio Lothrop.
—Eso queda a más de un par de cuadras. —Giró el auto en la Avenida
Forbes y encendió los limpiaparabrisas. Durante todo el viaje, ninguno habló,
y la lluvia cayendo contra su capó era el único sonido entre nosotros.
Cuando se detuvo en mi dormitorio, puso el auto en punto muerto y
me enfrentó.
»¿De verdad vas a darle una segunda oportunidad a alguien que te
hizo pagar por todo en una primera cita?
—Tal vez. —Sabía que no sonaba convincente—. No todos en la
universidad reciben montones de dinero de becas y autos de regalo y café
como tú. Tampoco puedo permitirme mucho, ya sabes.
—Trabajo todos los veranos por mi dinero —replicó—. Y cuando mi
padre murió, me dejó su pensión y este auto en el que estamos sentados.
Esas cosas me fueron dejadas; no son regalos.
—No quería decirlo así. —Mi voz se desvaneció—. Lamento lo de tu
padre.
—No lo hagas. —Apagó el auto—. Responde mi pregunta sobre la
cita.
—Grayson, prometo que no es personal.
—Está más allá de personal. —Se inclinó hacia delante y metió un
mechón de cabello detrás de mi oreja, poniendo en llamas cada nervio de
mi cuerpo.
—No. —Suspiré—. No, realmente no iría a una segunda cita con
alguien así.
—¿Y nunca saldrás en una cita con alguien como yo tampoco?
—Hemos hablado de esto.
—No lo hemos hecho —replicó, fijando sus ojos en los míos—. No
hemos hablado de nada porque aún te niegas a darme tu número de
teléfono. Además, todavía tienes que aceptar mi solicitud de amistad en
Facebook.
—Apenas uso Facebook.
—Ese no es el punto. —Desabrochó su cinturón de seguridad—. Pero
sólo para que lo sepas, no soy del tipo que renuncia. Así que, si crees que
voy a dejar de perseguirte, estás muy equivocada, y estás a punto de
aprender unas pocas cosas sobre mi resistencia.
Me sonrojé.
—Estoy segura de que tu resistencia es bastante impresionante, pero…
Presionó sus labios contra los míos, cortando mi frase. Aspiré un aliento
mientras pasaba sus dedos por mi cabello, mientras mordía mi labio inferior
antes de deslizar su lengua contra la mía para controlar el ritmo del beso.
»Espera. —Me retiré, temporalmente atrapada con la guardia baja—
. ¿De verdad estás tan molesto por no darte mi número de teléfono?
—No, no estoy molesto en absoluto. Estoy jodidamente furioso. —Me
acercó de nuevo, cedí y le devolví el beso. Cerré los ojos mientras
suavemente mordía mi labio inferior… al instante poniéndome húmeda.
Rodeé su cuello con mis brazos mientras continuamente pasaba sus dedos
por mi cabello y me besaba como nunca había sido besada en mi vida.
Varios minutos después, se apartó de mí lentamente y mantuvo sus
ojos en los míos.
»Sólo para que lo sepas —dijo, su voz ronca—, sí, estoy celoso como la
mierda por tu cita. Pero puedo garantizarte que la próxima, quien quiera
que sea él, nunca te besará así.
No tuve la oportunidad de responder. Salió del auto y caminó a mi
lado, abriendo la puerta para mí. Sostuvo mi paraguas sobre mi cabeza
cuando salí y me acompañó a la entrada.
Intenté encontrar algo… cualquier cosa, que decir, pero no pude
pensar en una sola palabra.
»Te veré el martes. —Sostuvo la puerta para mí y me miró hasta que
entré en el ascensor.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por Bella'
Corregido por indiehope
B
esar a Charlotte solo empeoró esta mierda.
Algunos días más tarde, me hallaba sentado en mi sala de
estar… incapaz de concentrarme completamente en las cintas
de los juegos ya que en todo lo que podía pensar era en ella. Mi mente
alternaba entre el recuerdo de besarla en mi auto y procesar el hecho de
que era virgen.
Esto último era normalmente un ultimátum automático para mí, y si ella
fuera otra persona, habría dejado de perseguirla de inmediato, pero por
alguna razón, me sentía aún más intrigado. Aun así, no me hallaba
acostumbrado a que me rechazaran una y otra vez, y no estaba
acostumbrado a preocuparme por el rechazo. Me encontraba
acostumbrado a que las mujeres me dijeran “sí” en cuestión de segundos, y
nunca tuve que esforzarme tanto para conseguir el número de teléfono de
alguien.
—¿Este mensaje dice lo que creo, o sigo durmiendo? —Kyle tropezó
en nuestra sala de estar y se hundió en el sofá—. En mi sueño, tenía un jacuzzi
inflable en mi dormitorio, así que no estoy seguro de estar completamente
despierto.
—Realmente tienes un jacuzzi inflable en tu habitación, Kyle. —Miré
por el pasillo y noté a una rubia saliendo en puntillas de su habitación.
¿Por qué sale por la ventana?
—Está bien, entonces estoy despierto. —Se echó a reír y sostuvo su
teléfono frente a su cara—. Pero, entonces, ¿mensaje ha sido una broma,
cierto?
—Olvida que lo envié.
—“¿Cómo puedo convencer a una chica para que me dé su número
de teléfono?” —leyó mis palabras en voz alta y se rio incluso más fuerte—.
Podría jurar que fuiste tú quien dijo que ya no estábamos en la secundaria.
—Vuelve a dormir, Kyle.
—Confía en mí. Lo haré. —Todavía se reía—. Sin embargo, para
responder a tu pregunta. Dices: “Oye. Soy Grayson Connors y quiero tu
número de teléfono”. Eso funciona el noventa y nueve por ciento de las
veces.
—Ya he probado eso con esta chica.
—Entonces prueba con otra. —Se encogió de hombros—. Hay
demasiadas chicas aquí para apegarse a una en tu último año,
especialmente antes de entrar en la liga. Pero oye, si tratas de apegarte a
alguien, mantén esa línea de pensamiento lejos de mí porque estoy muy
ocupado intentando romper un récord personal este año.
—¿Cómo va eso hasta ahora?
—Estoy casi cinco detrás de donde me encontraba el año pasado. —
Sacó su teléfono y tocó su pantalla—. Pero, según mis cálculos, si asisto a
algunas presentaciones adicionales de Los Monólogos de la Vagina, hay
altas probabilidades de que pueda superar la marca del año pasado este
fin de semana. ¿Quieres ver mi hoja de cálculo?
—¿Tienes una hoja de cálculo? —Lo miré perplejo.
—Por supuesto que sí. Necesito tener una manera de asegurar que mis
números estén siempre contabilizados. Es la marca de una buena
Licenciatura en Economía.
—Por enésima vez, te especializas en Comunicaciones. Tomaste una
clase de economía, y obtuviste una C.
—Una C más. —Se rio y guardó su teléfono—. De todos modos,
quienquiera que sea esta chica misteriosa con la que has estado saliendo
estos días, mejor que sea tan caliente como el infierno. No creas que no me
he dado cuenta de que últimamente no pasas mucho tiempo por aquí.
Espero que no sea Charlotte Taylor. —Soltó una carcajada otra vez—. Eso
sería lo peor… quiero decir, ¿puedes imaginarte saliendo con la señorita
“quiero hacer galletas y café para que podamos hablar toda la noche”?
¿Aparte de tus sesiones de tutorías? Oh, Dios, eso sería… —Dejó de reírse una
vez que vio la mirada en mi rostro—. ¡Oh, vamos! Tienes que estar
bromeando.
No sabía qué decir.
»¿Ella es la que no te dará su número de teléfono? —Su mandíbula
cayó abierta—. En ese caso, es mucho peor de lo que mi amigo Mike dijo.
Quiero decir, a este paso, probablemente no te dejará besarla hasta que
tenga ochenta. Infiernos, ahora que lo pienso, no me sorprendería si fuera
una maldita virgen.
Seguí sin decir nada.
»Esto no tiene ningún sentido para alguien como tú. De todas las
chicas de este campus que se quitarían sus bragas por ti en un abrir y cerrar
de ojos, de todas las chicas dispuestas a venir a casa contigo después de
cada fiesta... —Se levantó y caminó por el suelo con una mirada de pánico
en el rostro como si estuviera contemplando algo complejo—. Persigues a
alguien que no te da su número de teléfono, Grayson.
—Tal vez deberíamos hablar de esto cuando estés completamente
despierto y cuerdo.
—Estoy más que despierto ahora mismo. —Sonrió—. No creo que vaya
a dormir durante cinco días seguidos porque es el tiempo que me llevará
procesar que mi mejor amigo está convirtiéndose en un coño.
—Jódete, Kyle.
—Deja de perseguir a Charlotte, y encontraré chicas que felizmente
harán eso por ti.
—Conviertes esto en un asunto más grande de lo que realmente es.
—No lo hago, pero sigue pensando eso —dijo—. Alguien toca la
puerta. Alerta: es una chica que invité. Segunda alerta: es una de las tres
chicas que estarán por aquí este fin de semana porque no soy un coño
como tú.
Apagué el televisor y me preparé para una noche de su ridícula
lógica, pero cuando regresó a la habitación, se aclaró la garganta.
»Me equivoqué —dijo—. La persona que está en la puerta es para ti.
—¿Quién es?
—Señorita Galletas y Libros. —Sonrió—. ¿Debo preparar algo de café?
Ignoré su comentario y me dirigí a la puerta. Cuando la abrí, Charlotte
se hallaba ahí parada, usando otro sexy vestido gris y un par de tacones
azules.
—¿Sí? —La miré de arriba abajo y estuve instantáneamente caliente.
—Yo, mmm… —Sus mejillas se sonrojaron cuando me entregó una
caja rosa—. Esto es para ti.
—Mi cumpleaños es el próximo mes.
—No es un regalo de cumpleaños —dijo—. Mis padres vinieron desde
mi ciudad esta tarde. Es este lugar llamado New Brighton que tiene un par
de miles de habitantes. Está como a tres horas de aquí, así que me traen
cosas todo el tiempo.
Alcé mis cejas, completamente confundido por lo que trataba de
decir.
»De todos modos… —Seguía sonrojándose—. Les pedí que se
detuvieran en este lugar llamado Harlow's porque me di cuenta que siempre
comes donas cuando salimos, así que supuse que podrías querer probar
cómo saben las mejores del mundo.
—¿Viniste hasta mi departamento para traerme donas? —Esto era
una primera vez.
—Donas de Harlow's. —Me entrecerró sus ojos—. No son como
cualquier otra dona. También vine aquí para agradecerte personalmente
por tu pase al palco. Asumiendo que la entrega que recibí hoy era tuya.
—Así es.
—Bueno, muchas gracias.
—De nada.
Mordió su labio inferior, y me incliné contra el marco de la puerta.
—¿Es todo?
—No, mmm. También quería decirte que he disfrutado las últimas
semanas contigo durante las sesiones de estudio, especialmente ya que
siempre nos quedamos un rato más y hablamos por tanto tiempo. Entonces,
creo que podemos ser oficialmente amigos cercanos.
—Creo que podemos ser más que amigos cercanos.
—Solo amigos bastará.
—Por ahora.
—Por siempre. —Sonrió y retrocedió—. Te veo después, Grayson.
La miré marcharse, mitad molesto, mitad confundido como el infierno.
Regresé a la cocina y puse la caja en el mostrador.
—¿No va a entrar? —preguntó Kyle—. Estaba a punto de preparar el
café.
—Seguro lo estabas.
—¿Qué hay en la caja, entonces? —La señaló—. Mi suposición es que
tus bolas. Gracias a Dios fue lo suficiente agradable para devolverlas antes
de que terminara la temporada.
Contuve una carcajada y abrí la caja, revelando una docena de
donas de fresa con su número telefónico escrito en cada una con glaseado
blanco.
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Clio
Corregido por Kat Cooper
A
SUNTO: ¿DESAPARECIDO EN COMBATE?
Grayson,
Te llamé tres veces esta semana, y te he enviado ocho correos
electrónicos. Por favor, ¿puedes hacerme saber cómo vas con la propuesta que
Nike envió la semana pasada? También, ¿qué querías decir cuando dijiste que
no irás a ninguna parte este verano hasta que te ocupes de “otros asuntos”?
¿Estás firmando tratos sin consultármelo?
—Anna.
***
ASUNTO: TMZ
Un fotógrafo captó una imagen de ti saliendo de un edificio al otro lado
de la cuidad no hace mucho tiempo. Han posteado la imagen con la
especulación de que te hallabas allí para encontrarte con un agente de bienes
raíces para un nuevo sitio donde quedarte.
Hazme saber qué quieres decirles sobre eso.
PD: Sé que dijiste que no te interesa tener citas con nadie del mundo de
la moda “nunca jamás”, pero hablé con el agente de la supermodelo Isabelle
Kline y está organizando una reaparición este año. ¿Te importaría tener unas
cuantas citas preparadas con ella? ¿Solo para que la buena prensa la ayude a
salir? (También añadiría un poco de color a tu imagen en lo que se refiere a tu
vida amorosa, ¿no crees?)
—Anna.
***
—O
dio los restaurantes de mariscos. —Giré en la cama y
sostuve el teléfono contra mi oreja—. Especialmente
los que te permiten recoger tu cangrejo y cocinarlo
para ti en el momento.
La profunda risa de Grayson llegó a lo largo de la línea.
—Entonces, ¿realmente nunca has probado mariscos?
—No —admití—. Pero he salido de muchos restaurantes que lo sirven,
así que voy a confiar en mis instintos y aceptar que son terribles.
Se rio nuevamente.
—Deberías dejar que te lleve a uno este fin de semana. Creo que
puedo cambiar tu opinión.
—Lo consideraré. —Me sonrojé. Estaba a punto de preguntarle qué
restaurante de marisco creía que era el mejor, cuando sonó el despertador.
¿Ya son las seis en punto?
—Umm. Tengo que irme —dije, sentándome—. Necesito prepararme
para mi clase de la mañana.
—¿Tienes una clase que comienza a las siete?
—No, a las ocho. —Me puse de pie y presioné el botón para que
volviese a sonar luego—. Pero tengo un ritual, ¿recuerdas? Ducha caliente,
café latte, parada en el puesto de periódicos, luego clase. Si no hago esas
cosas en el orden exacto, todo mi día se desmorona.
—Olvidaste tu necesidad de conseguir una dona costosa en Einstein´s
—dijo.
—Eso quedaba implícito. —Me reí—. Entonces, ¿hablaré contigo más
tarde?
—Me verás. Hoy es martes. —Su voz por teléfono era más que sexy—.
Te veré más tarde.
—Nos vemos después. —Terminé la llamada y miré el tiempo total que
hablamos. Siete horas por octavo día consecutivo. La mayor cantidad de
tiempo que hablé por teléfono con un chico en mi vida.
Sonriendo, me desnudé y me dirigí al baño. Encendiendo el agua fría,
me apoyé contra el azulejo para asegurarme de estar completamente
despierta y cuerda. Que tanto deseaba poder quedarme hablando por
teléfono con Grayson por el resto del día en lugar de ir a clase.
Decidí hacer una lista con diez razones por las cuales necesitaba
permanecer en la zona de amigos, pero cuando terminé de ducharme, solo
pude pensar en cinco. Y las primeras tres fueron “Porque él es Grayson
Connors.”
Todavía luchando por encontrar otra razón, me puse un par de mis
pantalones vaqueros favoritos y prometí resolver esto más tarde. Con veinte
minutos de sobra, arrojé mis cuadernos en mi bolso y me dirigí hacia el
vestíbulo.
Me abotoné la chaqueta mientras salía, deteniéndome cuando vi el
automóvil de Grayson estacionado justo enfrente. Confundida, me
acerqué.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Llevándote a clases. Está en el edificio Posvar, ¿verdad?
—Sí, pero... —No me acerqué más. Solo lo miré.
Di que necesitas recoger tu café latte. Di que necesitas…
—Compré tu café latte —dijo, sosteniendo una taza marrón. Luego
levantó una bolsa de papel blanco—. Y tu dona.
No tenía sentido resistirse a su oferta, así que cedí y me metí en su auto.
—Gracias. —Tomé el café de sus manos—. ¿También tienes una clase
hoy a las ocho?
—No. —Sonrió y se inclinó sobre mí, tirando del cinturón de seguridad
sobre mi hombro—. Tengo a alguien que me gusta, pero como también
tengo la sensación de que va a tratar de buscar excusas por las razones por
las que no debería darme una oportunidad, siento que necesito tomar un
enfoque diferente.
—¿Cuál es tu enfoque típico?
—No estoy seguro —dijo, conduciendo su auto hacia la calle—.
Nunca quise tener una novia.
Me sonrojé y miré por la ventana. No tenía palabras para responder a
eso.
Me dejó en el edificio Posvar cuatro minutos más tarde, y cuando salí,
me dio una sonrisa que hizo que las mariposas revolotearan en mi estómago.
»¿Necesitas que te lleve a otro lugar antes de nuestra sesión de tutoría
de hoy? —preguntó.
—No. —Crucé mis brazos, escondiendo una sonrisa—. Pero, sabes,
creo que no necesitas un tutor. Algo me dice que conseguirías una A sin mi
ayuda.
—¿Renuncias?
—No —respondí—. Simplemente no creo que debamos llamarlos
“sesiones de tutoría”, especialmente porque solo hablamos de tu tarea
durante cinco minutos.
—Entonces, ¿eso significa que ya no necesito llevar mi tarea?
—No dije eso. —Cerré la puerta de su auto y me reí—. Nos vemos más
tarde.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por aree.rd
Corregido por Kat Cooper
A
lgo estaba mal conmigo. Algo grave.
Esa era la única explicación posible de por qué miraba
fijamente mi celular como una adolescente enferma de amor,
esperando la llamada de Grayson de esta noche. Estaba acostumbrada a
escuchar su voz al final de cada día, hablando con él acerca de nada y
todo hasta el amanecer.
Además de nuestras interminables llamadas telefónicas, Grayson
continuó recogiéndome cada mañana y llevándome a clases, café
caliente, beso dulce, y dona incluida. Nuestros martes seguían siendo
nuestros mejores días, un lugar y hora para discutir sus sueños sobre la NFL y
mis conflictivos sueños por el arte y las leyes. Sus días de juego, una
combinación perfecta de futbol y sucios besos post-juego, eran el punto
culminante de mi semana (aunque me negaba a admitirlo). Encontraba un
poco irónico que fuera mucho más caballeroso que todos los chicos con los
que salí antes, pero aunque hizo un punto al besarme como ningún otro
chico podría al final de cada encuentro, seguía dudando en etiquetar lo
que sea que hacíamos como “citas”
Mi teléfono vibró exactamente a las diez treinta, pero antes que
pudiera cogerlo, Nadira lo tomó de mi escritorio.
—¿Hola? —respondió, dándome una mirada de “estoy tan cansada
de esta mierda”—. Soy consciente de que no soy Charlotte, Grayson. Estoy
tomando esta llamada como su irritada compañera de cuarto.
Intenté quitarle el teléfono, pero me venció y se movió a través de la
habitación.
»Aquí está la cosa —le dijo—. Tengo dos exámenes prácticos y una
prueba que tengo que sustentar en la mañana. Necesito dormir, pero cada
vez que la llamas, termino quedándome despierta hasta el amanecer
porque parece que ustedes dos no pueden callarse.
Escuché su profunda risa y un—: Mis disculpas. —A través de los
altavoces.
—Disculpa no aceptada. —Caminó hacia mi armario y sacó una
chaqueta. Luego me la lanzó—. El teléfono de Charlotte se quedará
conmigo esta noche, y permanecerá apagado. Si quieres hablar con ella,
puedes encontrarla en nuestro vestíbulo.
Él se rio de nuevo. —Dile que estaré ahí en diez minutos. Ten una buena
noche, Nadira.
—Definitivamente la tendré ahora. —Terminó la llamada y metió mi
teléfono en su caja de seguridad—. De nada.
—¿Exactamente qué te estoy agradeciendo?
—No lo sé. —Retiró sus sabanas y se metió dentro de la cama—.
Parecía lo correcto para decir en el momento.
—Ni siquiera me di cuenta de que te manteníamos despierta.
—Aún lo haces. —Señaló la puerta—. Y para empeorar las cosas,
siempre tienes la audacia de hablar conmigo por unas horas adicionales y
cuestionar sus motivos. Creo que es bastante claro que le gustas en este
momento.
—¿No crees que Grayson sólo quiere follarme?
—Por supuesto que quiere follarte, Charlotte. —Me miró como si
estuviera loca—. Demonios, si fuera por las mujeres, yo querría follarte, eres
impresionante. Pero no creo que eso sea todo lo que quiera, y no conozco
a ningún chico que haga tanto como él ha hecho si sólo quiere sexo. Si ese
fuera el caso, se habría rendido cuando lo hiciste trabajar por tu número
telefónico.
—Así que, crees que eventualmente va a querer que seamos más
que…
—No, no, no. —Me interrumpió y señaló a la puerta—. Mantén ese
pensamiento para discutirlo mañana. Tu boca sigue moviéndose, lo cual
significa que no estoy durmiendo.
—Sólo una última…
—Fuera. —Lanzó una almohada a mi rostro—. Ahora.
Se la lancé de vuelta y apagué las luces cuando salí. Tomé el ascensor
hacia el vestíbulo y vi la camioneta de Grayson estacionarse en un lugar al
otro lado de la calle. Cerré mi chaqueta, salí afuera y caminé hacia él.
—Oye —dije—, siento lo de Nadira. Olvidé que siempre necesita una
noche de silencio antes de sus exámenes.
No dijo nada. Me miró de arriba abajo, y sin decir una palabra, me
empujo contra su auto y presionó su boca contra la mía.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y cerré mis ojos mientras me
besaba intensamente. Sentí su polla endurecerse a través de sus pantalones
mientras agarraba mi cintura, y no pude evitar ruborizarme al darme cuenta
de lo grande que era.
—¡Salgan de la calle! —Alguien nos tocó el claxon mientras pasaban,
pero Grayson no se apartó de mí. Me besó aún más duro, haciéndome
murmurar mientras mordía mi labio inferior.
—¿Vendrás a la fiesta de victoria del equipo este sábado por la
noche? —susurró contra mi boca.
—¿Cómo pueden planear una fiesta de victoria antes de que jueguen
el partido?
—Porque el resultado es un hecho. —Mordió mi labio un poco más
fuerte—. Deja de desviarte. ¿Vendrás?
—Todavía lo estoy pensando.
—Dijiste eso la última vez y te fuiste después de tres minutos.
Sonrió y me dejó ir lentamente. »Creo que deberías intentar
permanecer al menos dos horas. Por mí.
—Puedo hacer dos horas.
—Bien. —Besó mi frente y apretó mi mano, llevándome de vuelta a las
puertas del edificio—. Te veré mañana.
—¿No viniste para hablar?
—No —explicó—, te llamaba antes para posponerlo, ya que tengo
que ir a la cama temprano esta noche.
—¿Por qué no le dijiste eso a Nadira?
—Su sugerencia fue mejor. —Sostuvo la puerta abierta para mí—.
Buenas noches, Charlotte.
—Espera —dije—, necesito preguntarte algo, y quiero una respuesta
honesta.
—Te escucho.
—¿Haces todas estas elaboradas, dulces, caballerosas cosas sólo
para que duerma contigo?
—No. —Apartó algunos cabellos de mi frente—. Estoy haciendo todas
estas “elaboradas, dulces y caballerosas” cosas para demostrarte que me
gustas. Por qué sigues negándote a creer eso, no tengo idea.
Me sonrojé. —Así que, ¿no quieres tener sexo conmigo? ¿Estás bien
con que nunca hagamos eso?
Dejó salir una baja carcajada y besó mis labios. —Te veré en mi juego
del sábado.
—Responde mi pregunta.
Sonrió y dio un paso atrás, mirándome una última vez. —Lo acabo de
hacer.
***
E
stimado Grayson Connors,
Mi nombre es Anna Paige y soy la Directora Ejecutiva y Agente
Principal de Paige & Simon, Asociados. Quería felicitarlo por su
histórica temporada hasta ahora en la Universidad de Pittsburgh.
(#VamosPanterasVamos). Estoy segura de que varios agentes lo
contactarán con interés en representarlo, pero como propietaria de la
agencia deportiva más importante del país, quería enviarle una carta
personal y algunas razones por las que creo que debería considerar mi firma
de representación si elige seguir una carrera profesional en la Liga Nacional
de Fútbol Americano.
Mis tres principales razones están abajo, pero mis razones más
detalladas (así como las cosas que debe saber sobre nuestra firma le serán
enviadas por correo urgente esta tarde).
1) Somos los mejores.
2) Somos los mejores
3) Ver los números 1 y 2
Mi equipo y yo lo apoyaremos durante los juegos finales de su
temporada, y no tenemos dudas de que hará historia en la post-temporada.
¡Viva Pitt!
Anna Paige.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido por aree.rd
Corregido por Kat Cooper
L
a marca final de los Pitts para la temporada regular se mantuvo
en un impresionante 12-0. La última victoria vino después de un
partido reñido de siete puntos sobre Penn, y encendió una noche
salvaje de fiestas e imprudencia en el campus. Autos y contenedores de
basura ardiendo, fuegos artificiales azul y blanco iluminaban el cielo, y
brillante confeti dorado relucía en el césped de la Catedral.
Para celebrar, se suponía que acompañaría a Grayson a un montón
de fiestas. Quería que bailara con él en todas y le recordara decir “Gracias
por tu apoyo” a tantas personas como fuera posible.
Sin embargo, estuvimos seis fiestas hasta ahora, y no habíamos
bailado una sola canción. En su lugar, me arrastró a cualquier esquina
disponible y me besó como si nadie estuviera viendo. Y cuando dejábamos
una fiesta para ir a la siguiente, paraba y me besaba frente a todos sólo
porque sabía que miraban.
Para cuando llegamos a nuestra séptima locación de la noche, un
almacén abandonado fuera del campus, mi cuerpo estaba al borde. Mis
labios se sentían hinchados de sus besos, y sabía sin siquiera mirar que dejó
marcas rojas en mi cuello.
El olor del alcohol y la marihuana se adherían a las paredes del
almacén, y la música sonaba tan alta que apenas podía escuchar mis
pensamientos.
—¿A cuántas fiestas más debes ir? —grité sobre la música a Grayson.
—¿Qué?
—¿A cuántas fiestas más debes ir?
Me miró en confusión y apretó la mano, llevándome a través de la
habitación a un improvisado bar. —¿Dices que estás lista para irte?
—No, sólo quería saber cuántas fiestas quedaban esta noche.
—Esta es la última. —Me dio un trago—. ¿Estás lista?
—Sí.
—Bien. —Sacó las llaves del auto de su bolsillo—. Puedo llevarte a
casa.
—No estoy lista para ir a casa —dije.
Lucía confundido. —Acabas de decir que lo estabas.
—Quise decir que quiero ir a tu lugar.
—Bien. Bueno, sólo para aclarar, no veré otra maratón de Friends
contigo —dijo sonriendo—. Tres episodios fueron más que suficiente.
—Eso no es lo que quiero hacer tampoco...
Levantó sus cejas y me miró.
—Dije que estaba lista… —Mi voz fue un susurro—. Lo dije en serio.
—Bien. —Besó mi frente y envolvió su brazo alrededor de mi cintura,
sosteniéndome contra su costado mientras nos abríamos paso a través de
la multitud en la pista de baile. Cuando salimos, no me llevó a su auto. En su
lugar, me guío por las calles del campus superior, haciéndonos tomar el
camino largo a su apartamento.
Cuando llegamos, las luces eran tenues, y Kyle conducía su auto fuera
de la entrada.
Llevándome a su habitación, Grayson me ayudó a salir de mi abrigo y
bloqueó la puerta. —Bromeaba sobre Friends —comentó—. Lo veré contigo
si eso quieres.
—Eso no es lo que quiero.
Arrastró su dedo contra mi clavícula. —¿Estás segura?
Asentí.
»Necesito que lo digas.
—Sí. —Lo miré a los ojos—. Estoy segura.
Presionó un rápido beso en mis labios, y luego lentamente sacó el
elástico de mi cola de caballo, forzando mi cabello a caer sobre mis
hombros. Mirándome de arriba abajo, agarró el dobladillo de mi camisa y
lentamente la sacó sobre mi cabeza.
—Date la vuelta —susurró, y obedecí.
Soplando suaves besos sobre la parte trasera de mi cuello,
desabrochó mi sujetador y empujó los tirantes por mis hombros uno a la vez.
»¿Todavía te sientes segura? —preguntó de nuevo, palmeando
suavemente mis pechos por detrás.
—Sí...
Se tomó su tiempo dejando besos en línea sobre mis hombros, luego
se acercó a mi cintura para desabrochar mis pantalones. Agachándose
para empujarlos más allá de mis muslos, me mordió suavemente el trasero.
—Sal de tus pantalones.
Dudé, temporalmente distraída por la sensación de sus manos
moviéndose por mi cuerpo. Acariciaba mis pezones, y pude sentir su polla
endurecerse. Lo escuché reír suavemente, y antes de darme cuenta, me
levantaba y me llevaba a su silla.
Frotando sus manos arriba y abajo en mis piernas, se puso de rodillas y
deslizó un dedo a través del encaje de mis bragas, tirando de ellas hacia mis
tobillos. Presionó una mano contra mis muslos, mirándome cuando notó que
temblaba.
Ahuecó mi rostro y atrajo mi cabeza a la suya, besándome
profundamente, usando el suave ritmo de su lengua para decir “está bien”.
No dejó ir mi boca hasta que estuve completamente sin aliento, y antes de
que pudiera recuperar el aliento, deslizó sus manos bajo mis piernas y me
levantó, llevándome a su cama.
Mi corazón latía tan fuerte y alto contra mi pecho que estaba segura
de que él podía escucharlo.
Miré mientras se sacaba la camisa en un movimiento suave y
desataba sus pantalones antes de subir sobre mí. Dio cálidos besos en mí,
dejando un rastro húmedo por todo mi cuerpo.
Mis piernas temblaban mientras soplaba suavemente contra mi clítoris
y deslizaba un grueso dedo dentro de mí. Agarré las sábanas mientras se
burlaba implacablemente, presionando su otra mano contra mi estómago
para mantenerme quieta.
Desenvolviendo un condón, mantuvo sus ojos en los míos mientras se
lo ponía. Agarró mi mano y la colocó sobre él, haciéndome tocar su longitud
mientras separaba mis piernas. Posicionándose sobre mí, presionó su boca
contra mí una vez más, y empujó su verga dentro de mí, centímetro a
centímetro, haciéndome tensar por el desconocido dolor.
Cuando se hallaba a mitad del camino dentro de mí, clavé mis uñas
en sus brazos.
—¿Te estoy lastimando? —preguntó, sin empujarse más allá.
No respondí.
»¿Charlotte? —me besó—. ¿Quieres que pare?
—No...
Me miró por unos segundos, como para asegurarse, y luego entrelazó
sus dedos con los míos y empujó su polla más dentro, llenándome por
completo.
»Ahh... —grité, y mordió mi labio inferior.
Cerré mis ojos, y susurró—: No hagas eso. Mírame.
Obedecí y mantuve mi mirada fija en él, mientras empujaba dentro y
fuera de mí. Grité con cada uno, sintiendo una mezcla de dolor y ligero
placer.
—Grayson...
—¿Sí? —Se deslizó dentro de mí nuevamente, enterrándose
profundamente.
Gemí, incapaz de decir nada más. Justo cuando me ajustaba a su
longitud y ritmo, agarrándome de su cabello para sostenerme, de repente
se salió de mí. Tomándome completamente desprevenida, me dio un rápido
beso en los labios y me volteo sobre mi estómago.
Plantando besos arriba y abajo en mi espina dorsal, se posicionó entre
mis piernas y deslizó su polla dentro de mí.
No pude evitar apretar las sábanas mientras establecía un ritmo lento,
pero más duro, mientras me llenaba una y otra vez. Cerré mis ojos mientras
se agarraba a mis costados y me controlaba, mientras me hacía el amor por
lo que pareció por siempre.
Lo sentí detenerse gimiendo, y sostuvo mis caderas un poco más
apretadas cuando encontró su liberación.
Susurró algo que no pude comprender antes de salir de mí y de la
cama.
Me quedé quieta, incapaz de mover un musculo y segundos después
regresó.
—¿Estás bien? —Me jaló a sus brazos.
—Sí. —Asentí, y nos quedamos enredados en la oscuridad, sus labios
casualmente presionando besos contra los míos mientras frotaba mis manos
contra su pecho.
—¿En qué piensas? —susurró contra mi boca horas después.
—Algo que quiero preguntarte.
—¿Algo malo?
—No realmente.
Me dio la vuelta encima de él, luciendo preocupado. —¿Qué es?
—¿Podemos hacerlo de nuevo?
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Cjuli2516zc
Corregido por indiehope
D
esbloqueé la puerta de mi galería a las cinco de la mañana y
encendí las luces. Normalmente no venía a trabajar tan
temprano, pero mi última colección atraía atención récord y
luchaba por cumplir con todos los pedidos.
Decidida a terminar mi trabajo actual, encendí una cafetera y
coloqué mi caballete cerca de las ventanas. Enjuagué mis pinceles favoritos
y establecí mi nueva gama de rojos.
Al revisar mis correos electrónicos, noté que había uno nuevo de
Nadira.
***
***
***
A
SUNTO: Planes de POST GRADO.
¡Es oficial! ¡Me otorgaron becas en Stanford, Brown y Harvard!
(También recibí cartas de oferta de todas las Escuelas de Arte a
las que me postulé, pero voy a solicitar un aplazamiento). Oh, y para responder
el texto que me enviaste hace unos minutos, me encantaría ir a cenar contigo
para conocer a tu agente. (¿Seguro de que no quieres que tu mamá vaya
contigo en vez de yo?) Hablamos esta noche.
Charlotte.
PD: Creo que me estoy enamorando de ti.
***
A
sistir a otra tarde de negocios era lo último que quería hacer
esta noche. En la que asistí la noche anterior, una introducción
a un Asesor Financiero, tres horas eran demasiado largas. Fue
una repetición aburrida de la información que ya sabía, y las nuevas cosas
que quería saber fueron respondidas con un—: Oh, um. Es mejor si googleas
eso cuando terminemos.
La única razón por la que no cancelé la reunión de esta noche con
mi agente era porque tenía que renunciar a un contrato. Eso, y que
Charlotte y yo estábamos exhaustos después de tener relaciones sexuales
en su dormitorio toda la tarde.
—¿Me veo bien, Grayson? —Charlotte me miró mientras
caminábamos por las puertas de Monterey Bay Fish Grotto. Llevaba uno de
sus sexys vestidos grises y tacones de color rojo.
—Te ves como que vas a ser una distracción para mí durante esta
cena.
Sonrió, y nos dirigimos hacia la habitación privada cerca de la parte
posterior. En el momento en que entramos, una mujer pelirroja y una rubia
se pusieron de pie.
—Encantada de conocerte en persona, Grayson. —La pelirroja
extendía su mano hacia mí—. Soy Anna Paige.
—Encantado de conocerte —dije—, esta es mi novia, Charlotte.
—¡Ah! Grayson me ha contado mucho sobre ti, Charlotte. —Sonrió y
le estrechó la mano también—. Estoy feliz de poder ponerle rostro a un
nombre.
—Soy Jasmine —dijo la rubia mientras nos estrechaba la mano antes
de tomar asiento en la mesa.
—Entonces, primero lo primero —dijo Anna—, no soy de habladurías,
y mi terapeuta dice que soy una adicta al trabajo sin habilidades sociales,
por lo que me disculpo por adelantado si esta reunión es corta y va al punto.
Además, estoy segura que ustedes dos disfrutarán de su cena mucho más
sin nuestra presencia.
Ya me gusta. —Corto y al punto sería perfecto.
—¡Estupendo! Como tu agente, necesitaré conocer a todos en su
gabinete.
—¿Mi gabinete?
—Las personas más cercanas a ti —dijo—. Esas son las personas en las
que confías. Actualmente tengo a Kyle Stanton, Charlotte Taylor y tu madre
en la lista. ¿Hay alguien más?
—No.
—Bueno —dijo mientras tecleaba en su teléfono—. Según su contrato
con nosotros, estoy pidiendo dos teléfonos nuevos, uno para uso personal y
otro para negocios. Les digo a todos mis clientes que es mejor tener dos
porque aprenderán que todos los que alguna vez saludaste en la calle
durante la universidad de pronto serán tus mejores amigos cuando te
seleccionen. Lo último que necesitas durante tu temporada de novato es
enviar mensajes de texto aleatorios o gente llamándote al azar solo para
demostrar que alguna vez te conocieron. Ah, y mi agencia cubrirá las
facturas del teléfono para ambos durante diez años.
—No creo que necesite un nuevo número de teléfono —le dije—, lo
he cambiado recientemente.
—No, ella tiene razón. —Charlotte me apretó la mano—. Mi papá solía
decirle a sus jugadores más talentosos lo mismo cuando se dirigían a la liga.
—Está bien. —Miré a Anna—. ¿Qué más?
—Estoy un noventa y nueve por ciento segura de que serás el número
uno en general en la Selección de Jugadores de la NFL, pero si quieres asistir
al entrenamiento previo a la pre-selección para asegurarte que todos sepan
que eres el mejor, mi firma estará feliz de cubrir todos los gastos.
—Lo pensaré —dije—- Depende de cuántas semanas voy a estar de
vacaciones con Charlotte este verano.
—Lo tengo. —Volvió a teclear en su teléfono. Luego señaló a
Jasmine—. Jasmine va a ser tu segunda asistente para lo que necesites. Me
gusta asegurarme de que no soy el único punto de contacto para mis
clientes. Entonces, si alguna vez no respondo a un mensaje de texto lo
suficientemente rápido o si pierdo una llamada importante tuya, Jasmine
estará disponible. Para ti también, Charlotte.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Charlotte.
—Quiero decir, sé que irás a la Facultad de Derecho, pero estoy
segura de que asistirás a sus juegos dominicales y eventos sociales cada vez
que puedas —explicó mientras le tendía sus dos tarjetas de negocios—. Si
hay algo que pueda hacer para que estés más cómoda en esos entornos,
puedes llamar y avisarme.
Charlotte sonrió y metió las tarjetas en su cartera.
»Lo último que quería darte es un contrato final de agencia que
tendrás que firmar —dijo mientras ponía una carpeta gruesa sobre la mesa—
. Esto sustituye al anterior contrato que firmaste. Aunque estamos seguros de
que los términos son excelentes, te reembolsaremos los costos en los que
incurras en cuanto consigas a un abogado que lo revise.
—Te ayudaré a revisarlo gratis —respondió Charlotte.
Me aclaré la garganta, impidiéndome decir algo muy inapropiado. —
Es bueno saberlo.
—¿Tienen alguna pregunta para Jasmine o para mí? —pregunta
Anna.
—No —dijimos al unísono.
—De acuerdo, bueno, ¡eso es todo! —Ella y Jasmine se levantaron de
la mesa—. ¿Qué tan doloroso fue eso, Grayson?
—Insoportable —dije—. Gracias por mantenerlo simple.
Me puse de pie y les di a ella y a Jasmine un último apretón de manos,
y luego me moví al otro lado de la mesa. Un camarero puso una botella de
vino sobre la mesa y colocó dos menús.
—Me gusta Anna —dijo Charlotte—. Creo que será capaz de manejar
bien tu ego. Ah, y quise decir lo que dije sobre revisar tu contrato, pero creo
que deberías contratar a Frank Baum para que lo revise profesionalmente.
Es el mejor Abogado de esta ciudad.
La miré fijamente.
»¿Qué? —parecía confundida—. ¿Dije algo malo?
—No, solo desearía haberte conocido antes.
—No te hubiera dado una oportunidad antes.
—Creo que lo hubieras hecho.
—Lo dudo —dijo riéndose—. Probablemente te habrías acercado,
diciendo “Oye. Soy Grayson Connors, creo que eres sexy como el infierno.
Dame tu número de teléfono”, y entonces nunca me hubiera permitido
volver a hablarte por principio.
—Hubiera dicho malditamente sexy.
Se sonrojó y recogió su menú.
»¿Todavía odias los lugares de mariscos?
—Absolutamente —dijo—. Esta es la décima vez que vengo aquí
contigo, y lo odio tanto como la primera vez. Aunque te amo.
—Yo también te amo.
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Lipi Sergeyev
Corregido por maggiih
A
SUNTO: HOLA.
¿Olvidaste nuestra cita de hoy?
—Charlotte.
***
***
—T
odavía —dije, apuntando mi pincel a Grayson unos días
después—. No puedo terminar de pintar tu retrato si te
mueves.
—He estado sentado quieto durante tres horas.
—No, has estado sentado quieto por una hora. —Sonreí—. Pasaste las
primeras dos horas tomando llamadas telefónicas.
—Anotado. —Se acercó a mí y me besó en la mejilla—. Quiero que
vengas conmigo a la sesión de marketing con Anna esta noche. Prometo
que me sentaré aquí todo el tiempo que quieras cuando regresemos.
—No puedes llevarme a todas las reuniones de negocios, Grayson.
—¿Eso significa que no vas a venir?
—Iré. —Dejé mi pincel en su caja—. Pero creo que debes encontrar
nuevas personas para agregar a tu “gabinete”, ya que no podré ir a todas
estas reuniones contigo cuando esté en Stanford.
—Puedes si compro los boletos de avión. —Me besó—. También
puedes volar conmigo este fin de semana a Nueva York si quieres.
No pude evitar reír. Esta era la décima vez que Grayson me pedía que
me uniera a él en Nueva York para un fin de semana de sesiones de
entrenamiento. Como el equipo de Nueva York tenía la primera opción en
el reclutamiento y necesitaban desesperadamente un mariscal de campo,
aterrizar allí para su primera temporada era una conclusión inevitable.
—Necesito que estés lo más concentrado posible cuando estés allí —
dije—. Hablando de eso, te hice algo para tu futuro condominio. —Saqué
una caja rosa de debajo de mi cama y se la entregué.
—¿Más donuts?
—No. —Negué—. Ábrelo.
Desató la cinta de raso y sacó la parte superior de la caja. Sacó una
caja más pequeña y arrancó el papel de seda rosa.
—Tazas de café. —Pasó el dedo por las oraciones azules y grises en el
reverso y las leyó en voz alta. Eran todas las citas que dieron una línea de
tiempo de nuestra relación, todo desde "¿Eres Charlotte Taylor?" "Todavía no
me has dado tu número de teléfono" y "Creo que me estoy enamorando de
ti".
En el frente de la taza se hallaban las palabras, “Sí, soy así de bueno”
en gran impresión en negrita, con una pequeña imagen en blanco y negro
de él besándome estampada dentro de las dos letras “O”.
Permaneció en silencio por un largo tiempo.
»Sé que este regalo es súper sencillo. —Me dio la repentina sensación
de que no parecía tan entusiasmado con estos como yo—. Pero dado que
tú y Kyle nunca tuvieron tazas de café reales en su apartamento y siempre
tuvimos que usar vasos rojos, pensé que sería una buena idea.
Especialmente ahora que bebes café tanto como yo.
Puso la caja en el tocador y luego me miró.
»Al menos podrías decir algo —dije—. Pinté a mano cada letra sobre
esas y me tomó veinte borradores para que estuvieran bien.
Todavía no dijo nada.
»Bien, bien. —Crucé los brazos—. Te enviaré a Nueva York con una
caja de donuts y tal vez… —Mi frase terminó en sus labios.
—Jodidamente te amo, Charlotte.
HACE SIETE AÑOS
PITTSBURGH
Traducido SOS por Firefly
Corregido por Kat Cooper
A
SUNTO: CENA DE PREMIOS
Charlotte,
Mi vuelo a Nueva York no llegará a tiempo para para asistir a tu
cena del Estudiante del Año. Tendré que compensártelo de alguna manera. (Lo
haré. Confía en mí)
Te amo,
Grayson.
PD: ¿Recibiste las flores que envié hoy?
***
***
***
***
***
***
***
***
***
C
omenzaba a pensar que debería haber pasado mi verano en
California con Charlotte en lugar de prepararme para una
nueva vida que ya me molestaba muchísimo. Todavía tenía
que jugar un minuto en la NFL, aún no me seleccionaron, pero mis días
seguían llenos de reuniones sin fin.
Hubo ofertas de respaldo de cada compañía de calzado, entrevistas
con estaciones de radio y podcasts, y eventos nocturnos de networking que
me hicieron desear los días en que tenía conversaciones agradables.
Empezaba a cuestionar todo lo que una vez pensé acerca de convertirme
en un jugador de fútbol profesional, y de lo único que estaba seguro era de
garantizar que nunca perdería a Charlotte.
—Te ves bastante miserable para un futuro multimillonario. —Kyle dejó
su menú y me miró—. No estoy seguro de que así sea como quiero
recordarte antes de ser reclutado. —Agitó su mano frente a mi cara—. ¿Me
escuchas, Grayson?
—Charlotte dirá que sí, ¿verdad? —Lo miré—. Dime que no debería
ponerme nervioso acerca de proponerle matrimonio en televisión en vivo.
—¿Nervioso? No. —Sacó la caja del anillo de su bolsillo y me la dio—.
Hay otra palabra que usaría para describirte usando tu momento de
reclutamiento para una propuesta.
—No quiero saber a qué te refieres con eso.
—Definitivamente no. —Se rio—. Pero de todos los tipos que conozco,
creo que eres el único que honestamente podría comprometerse con una
chica. A pesar de que eres joven como el infierno, a semanas de ser un
multimillonario que podrías conseguir coño entregado a tu puerta, y…
—Gracias, Kyle —interrumpí—. Aprecio tus pensamientos como
siempre.
—Eres más que bienvenido. —Se rio, luego me dio una mirada
tranquilizadora—. Sin embargo, no te preocupes. No veo ninguna razón por
la que diría que no.
HACE SIETE AÑOS
CALIFORNIA
Traducido por aree.rd
Corregido por Kat Cooper
***
ASUNTO: :-(
Grayson,
No he escuchado de ti en tres semanas. Por favor llámame.
Te amo,
Charlotte.
***
ASUNTO: ENTRADA PARA LA NOCHE DE LA SELECCIÓN DE JUGADORES.
Grayson,
La noche de la selección de jugadores será pronto y aún no me has
enviado la entrada. ¿Cambiaste de opinión sobre llevarme como tu cita?
Con amor,
Charlotte.
***
Y
o: Quiero volar a California y verte la próxima semana. ¿Cuál es
el mejor día para que vaya?
Yo: ¿Charlotte?
Yo: Charlotte, ha pasado más de una semana desde que te envié un
mensaje de texto. ¿Puedes enviarme un mensaje / llamarme?
***
***
ASUNTO: ¿REALMENTE?
Charlotte, por favor respóndeme.
—Grayson.
***
***
—A
quí están —dijo el mesero mientras ponía dos cafés
frescos sobre la mesa en el Café Rosy-gan—.
Háganme saber si necesitan algo más esta noche.
Charlotte llevó su taza a los labios, evitando contacto visual conmigo.
Estuvimos sentados durante una hora, y las únicas palabras que
intercambiamos fueron, “hola” y “hola”. De vez en cuando, cuando una
canción que ambos conocíamos se escuchaba por los altavoces, hacíamos
contacto visual y sonreíamos, pero eso fue todo.
Pasé todo el fin de semana repasando los eventos que ocurrieron
después de nuestro último año, tratando de ver si podía encontrar algo que
cambiara mi forma de pensar sobre que ella fue quien me dejó. Sin
embargo, no pude encontrar una sola cosa. Por mucho que quisiera que
reconstruyéramos lo que teníamos, sabía que ya no podríamos hacer eso.
Ella no confiaba en mí, y sabía que no iba a aceptar reunirse conmigo para
pasar otro martes por la noche en silencio.
Estirándome en la mesa, tire los numerosos dijes de su brazalete. Un
caballete, un martillo, un calendario con la palabra martes grabada en la
parte superior, numerosas tazas de café, donas, un televisor grabado con
Friends en la pantalla y un cubo para bebés.
Mi corazón se desvaneció.
—¿Qué pasa? —finalmente habló.
—Te debo una gran disculpa.
—Sí... —Sus ojos color avellana se veían esperanzados, como si hubiera
estado esperando que dijera eso durante años—. ¿Pero para qué?
—Por asumir que no tenías hijos —dije, tirando del cubo amarillo—.
También me disculpo por pensar que tu primer hijo siempre debió ser mío.
Por otra parte, creo que debería haber sabido que encontrarías a alguien
más para formar una familia después de todo este tiempo.
No pude dejar de mover el cubo.
»¿Qué edad tiene el niño? ¿Y es un niño o una niña?
No dijo una palabra.
»¿Charlotte? —Levanté la vista y noté que su cara se puso blanca
como un fantasma—. Charlotte, ¿qué pasa?
—¿Dijiste que mi primer hijo debería haber sido tuyo?
—No trataba de ofenderte. Eso es exactamente lo que siempre pensé.
—Pensé que serías... Tú dijiste eso... —tartamudeó, sus ojos se abrieron
de par en par—. ¿No me dijiste eso? —dijo mientras agarraba su abrigo y se
ponía de pie.
—¿Te vas?
—No, solo necesito un poco de aire —dijo y después comenzó a
alejarse, pero se sentó de nuevo.
»Estoy confundida, Grayson.
—No eres la única —dije—. Tal vez deberíamos hacer esto un día
diferente.
—No —dijo mientras agarraba mi muñeca—. Estoy confundida
acerca de lo que dijiste de tener un hijo.
—Entiendo por qué seguiste adelante. —Traté de sonar como si sintiera
eso—. En el futuro, si te parece bien, me gustaría conocerlo, o a ella. Todavía
tienes que decirme si es un niño o una niña.
—No tengo hijos, Grayson. —Las lágrimas cayeron por su rostro—. El
único hijo que tuve era tuyo, y te lo dije.
—¿Tuviste? —Me apoyé contra mi asiento—. ¿Qué dices?
—Te llamé muchas veces. —Su voz empezaba a quebrarse—. Tantas
veces.
—Espera, espera —dije mientras me movía hacia su lado de la mesa
y le rodeaba los hombros con el brazo, acercándola—. Eso no puede ser
cierto. Juro que nunca supe de ti.
—Porque elegiste no hacerlo. Elegiste seguir adelante con tu vida
como si yo nunca hubiera significado nada para ti.
—Eso tampoco es verdad —dije mientras secaba las lágrimas de sus
ojos—. Charlotte, por favor explícame lo que me dices sobre las palabras
“tenía” y un bebé. Y necesito saber por qué todavía piensas que me alejé
de ti, cuando fue definitivamente al revés...
HACE SIETE AÑOS
Traducido por ∞PurpleGirl∞
Corregido por YaniM
Y
o: Grayson, necesitamos hablar.
Yo: Grayson, es una emergencia…
Yo: Grayson, te he llamado treinta veces esta semana.
Seguramente puedes responder UNA llamada…
***
***
ASUNTO: URGENTE: POR FAVOR abra y responda.
Grayson,
Estoy embarazada.
Charlotte.
***
Aún no respondió.
Luego de tres días, comencé a buscar vuelos a Nueva York, pero recibí
un texto de Anna “Estamos en camino. Estaremos en tu casa en una hora”,
y sentí un ligero matiz de alivio. Corrí a casa para asegurarme de que estaría
allí cuando llegaran, pero cuando llegaron, no fueron “ellos” para nada.
Solo Anna.
—Entonces, ¿estás embarazada? —preguntó, irrumpiendo en mi sala
de estar.
Asentí.
—¿Grayson está contigo?
—No. —Arrojó su bolso en mi sofá—. No, no está conmigo, pero me
envió a verte ni bien recibió tu mensaje.
—De acuerdo... Entonces, ¿vendrá mañana u otro día?
—No vendrá en absoluto. —Se mostró comprensiva y tocó algunas
cosas en su teléfono—. Trata de seguir adelante y enfocarse en su carrera,
pero prometió que arreglará esto siempre que pueda demostrar que es
suyo. Entonces, ¿cuánto quieres para eso?
—¿Eso?
—Sí. “Eso” como el lastre que actualmente crece dentro de tu
estómago. “Eso” como el ancla que esperas atar alrededor de su cuello con
la esperanza de que vuelva a ti, aunque probablemente nunca suceda.
Simplemente di la cantidad y él promete pagarla.
Mi corazón se desvaneció.
—¿Eso es lo que dijo?
—No, lo que dijo fue mucho más cruel, pero nunca lo repetiría. —Se
encogió de hombros.
La miré fijamente.
»Cuanto antes me digas, mejor. Por supuesto, si deseas conseguir la
manutención de niños, tendrás que mantener al hijo amoroso en secreto.
No pienses en escribir ningún libro o participar en giras de conferencias.
—Puedes irte ahora, Anna.
—Unas últimas cosas —dijo—. Grayson quiere asegurarse de que no te
aproveches de él y de sus ganancias futuras, por lo que deberás enviarme
la imagen del ultrasonido para confirmar que estás embarazada. También
deberás acceder a un ADN en el laboratorio de su elección para asegurarse
de que el niño sea suyo y no de otra persona. —Recogió su bolso y se dirigió
a la puerta—. Entonces, solo para recapitular, redactaré el papeleo cuando
haya pruebas de tu… —Miró mi estómago y puso los ojos en blanco—,
embarazo. A menos que, por supuesto...
Le di un portazo en la cara.
***
***
A
SUNTO: RETIRO
Estimado Equipo de Admisiones de Stanford,
Mi nombre es Charlotte Taylor y me gustaría agradecerles por
otorgarme la Beca de Honor por mi culminación de estudios en su universidad.
Desafortunadamente, por razones personales, me retiro del programa
esperando que alguien más pueda aprovechar esta increíble oportunidad.
Gracias por entender,
Charlotte M. Taylor.
***
ASUNTO: ACEPTACIÓN
Estimado Grupo de Admisiones de Arte de Ketchikan-Alaska,
Gracias por considerar mi solicitud. Me siento honrada de obtener la
aceptación dentro en su programa de un año y este correo sirve como mi
declaración de compromiso oficial.
Gracias,
Charlotte M. Taylor.
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por YaniM
L
a mirada en el rostro de Grayson decía un millón de cosas.
Todavía sin palabras, miraba fijamente el dije en mi pulsera y
pasaba sus dedos por mi cabello. Negó con la cabeza cada
pocos segundos y suspiró, pero no dijo nada más.
Sentí un gran dolor al darme cuenta de que fui manipulada durante
todos estos años, de que todo lo que creía haber sabido nunca fue cierto.
No estaba segura de por qué, pero una pequeña parte de mí aún
necesitaba escucharle decir a Grayson que no sabía lo que me sucedía en
ese momento.
—¿Anna nunca te contó nada acerca de mi embarazo? —le
pregunté.
—No. —Su voz era ronca—. Supongo que nunca te envió tu boleto
para la noche del reclutamiento.
—No.
—Está bien. —Se giró para mirarme—. Necesito que me creas cuando
digo que hubiera dejado todo y volado para verte de inmediato si hubiese
sabido que te encontrabas embarazada. —Estrechó mi mano—. Todo. Sin
hacer preguntas.
—Te creo.
—Y lamento que hayas tenido que sufrir un aborto espontáneo. —
Parecía herido—. Alguien debería haber estado allí para ti.
—Nadira vino y me tomó de la mano cuando volví —dije.
—Eso explica por qué no me miró cuando la encontré ese verano. —
Su voz era suave.
—Me dijo que la llamaste todos los años.
—Le llevó un año simplemente levantar el teléfono. —Una leve sonrisa
cruzó sus labios—. Me dijo que te mudaste al extranjero.
—Le pedí que mintiera.
—Me imaginé, pero... —Negó con la cabeza—. Contraté al menos a
tres investigadores privados para que te buscaran y todos dijeron que te
mudaste al extranjero también. Todos lo verificaron.
—¿Consideraron Alaska como el extranjero? —pregunté—. Estuve allí
solo durante un año, así que tal vez eso es lo que encontraron.
—No, Anna dijo eso... —Se detuvo—. Confié en Anna para contratar
a todas las empresas. No me encargué de eso personalmente.
Silencio.
»Supongo que ahora sé por qué insistió en comprarme teléfonos
nuevos e instalar "alertas" en caso de que alguna vez llamaras. —Apretó los
dientes—. Todo este tiempo. Todo este maldito tiempo...
No nos dijimos nada más el uno al otro. Permanecimos sentados en
silencio, los dos lamentando los años perdidos y robados. Las mentiras y la
mala comunicación.
A las tres de la madrugada, Grayson se levantó y tomó mi mano.
»Déjame llevarte a casa.
—¿Podemos caminar en su lugar?
—Absolutamente.
Me puse de pie, le di la mano y salimos del café en medio del frío aire
nocturno de Nueva York. Cuando llegamos a mi casa de piedra rojiza, me
hizo subir los escalones y me miró a los ojos.
»Lo siento, permití que esto sucediera —dijo—. No sé qué hacer a
continuación con respecto a “nosotros” o cómo comenzar a procesar esto,
pero sí necesito que me prometas algo.
—¿Qué?
—Abre la carta que te enviaré esta semana. —Me besó en la frente—
. ¿Puedes hacer eso?
—Sí.
Me vio abrir la puerta y entré.
—Buenas noches, Grayson.
—Buenas noches, Charlotte.
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido SOS por Firefly
Corregido por Kat Cooper
A
SUNTO: URGENTE.
Anna,
Encuéntrame en mi condominio. Ahora.
—Grayson.
***
Corrí por la ciudad en una furia total durante una hora, conduciendo
por calles laterales y puentes para quemar mi ira. Logré mantener la
compostura en torno a Charlotte, pero con toda la historia que me faltaba,
todo lo que podía pensar era en cómo una de las personas más cercanas
a mí arruinó metódicamente dos vidas y se robó siete años.
Estacionando mi auto en el garaje, tomé el ascensor hasta mi suite en
el ático y noté que la puerta ya se hallaba entreabierta. Respiré
profundamente y me preparé para enfrentarme cara a cara con Anna.
—¡Hola, Grayson! —Dejó su libro tan pronto entré en mi sala de estar—
. ¿Qué es tan importante que querías verme a esta hora?
—Estás malditamente despedida.
—¿Disculpa?
—Tú. Estas. Malditamente. Despedida.
—¿Estás seguro de eso? —Se cruzó de brazos y se puso de pie—.
Presentaré una demanda por terminación indebida en un abrir y cerrar de
ojos, por lo que es mejor que tengas una maldita buena explicación.
—Charlotte Taylor. —Mi sangre seguía hirviendo—. Sabías
exactamente dónde estuvo todo este tiempo y actuaste como si no lo
hicieras cuando me contaste sobre la reunión. —Me acerqué más a ella—.
Arruinaste deliberadamente lo que teníamos con tu mierda, sin ninguna
razón. No había razón.
Levantó una ceja, luciendo completamente indiferente.
»Se suponía que debías actuar en mi mejor interés profesional. No
tenías derecho a interferir en mi vida privada.
—Interferí con una buena razón, Grayson.
—¿Hablas en serio? —Estreché mis ojos hacia ella—. ¿Tienes alguna
idea de lo que has hecho?
—Sí —siseó—. Te evité ser otro Ted Brewer, otra droga enferma de
amor que permitió que su “novia” lo convenciera de que su contrato de
cincuenta millones de dólares ya no valía la pena. La misma novia que lo
dejó y recibió la mitad de su dinero porque él fue lo suficientemente tonto
como para casarse con ella antes de jugar su primer minuto en la liga. —Su
cara lucía roja como la remolacha—. ¿Conociste a Charlotte por cuánto?
¿Dos semestres en ese momento? No tenías ni idea de si era una
cazafortunas o no y no tienes idea qué duración tendrá que pasar una mujer
para llevar un boleto de comida. Deberías agradecerme y darme un
aumento por asegurarme que no fue una distracción.
—¿Ella estando embarazada fue una distracción para ti?
Su rostro palideció y tragó saliva. —Pensé que inventaba eso para
llamar tu atención. Muchas chicas de repente afirman que están
embarazadas cuando sus novios son reclutados en la liga.
—Iba a ser mi prometida.
—Peor aún.
—Así que toda tu estrategia de “redirige tu número de teléfono a este
nuevo teléfono” nunca fue lo que dijiste que era. Era una forma de
asegurarse que pudieras controlar quién me contactaba, ¿verdad?
Olvidémonos del “por qué” por un segundo. ¿Cómo diablos hiciste eso?
No dijo nada.
»Respóndeme, Anna. Ahora.
—Bloqueé su número y dirección de correo electrónico en todas tus
líneas, ya que los nuevos teléfonos que compramos estaban bajo la cuenta
de nuestra agencia —dijo, con la voz baja.
—¿Y?
—E hice un parche inverso así que cada vez que te comunicabas con
ella por mensaje de texto o por teléfono, no lo recibía. Todos tus correos
electrónicos llegaron a mi bandeja de entrada primero antes que llegaran
a quien tratabas de contactar. Cada vez que le enviaste un correo
electrónico, simplemente lo borraba.
No podía creer que no haya visto esta mierda antes. —No existía
ninguna razón para que me ocultaras el embarazo.
—Le pedí que me enviara un ultrasonido oficial. —Su voz aún era
suave—. Si lo enviaba, te lo habría dicho, y lo hubiéramos manejado, pero...
Claramente no estaba embarazada porque nunca me lo envió. Solo quería
estar en el centro de atención como tu novia en ese entonces. Es por eso
que siempre se encontraba en cada cena y te daba opiniones innecesarias.
¿Recuerdas?
La miré con absoluto disgusto.
»Grayson, mira. —Levantó las manos—. Sé que miras lo que hice desde
un ángulo emocional, pero...
—¿En qué más me has mentido? —No me sentía interesado en
escuchar su versión de la historia. Escuché suficiente de Charlotte.
—No mentí —dijo—. Solo retuve algunas cosas para que pudieras
concentrarte.
—Una mentira por omisión sigue siendo una maldita mentira. —La
miré—. ¿Contrataste a un investigador para que buscara a Charlotte
cuando te lo pedí?
—Grayson...
—Respóndeme —exigí—. Cuando te di veinte mil dólares y te dije que
lo usaras para hacer lo que fuera necesario para encontrarla, ¿lo hiciste?
—No.
—Todos los años que te dije que contrataras una firma diferente y te
pagué aún más para obtener resultados, ¿usaste el dinero para ese fin?
—No.
—Entonces, claramente me mentiste cuando dijiste que se trasladó al
extranjero... ¿A dónde fue todo ese dinero, entonces?
—La matrícula universitaria de mi hija —murmuró—. Pero
definitivamente puedo devolvértelo si te ayuda a confiar en mí otra vez.
—Nunca habrá ninguna confianza entre nosotros, Anna. Nunca.
Abrió la boca para decir algo más, pero levanté mi mano.
»¿Sabías que vivía en Nueva York todo este tiempo?
Apartó la mirada de mí y asintió.
»Entonces, ¿por qué señalar que iba a estar en la reunión en absoluto?
—pregunté—. ¿Por qué hacer eso si sabias que existía una posibilidad de
que habláramos?
—Redención personal —susurró—. Quería tratar de hacerlo bien, ya
que siempre preguntaste sobre ella todo el tiempo.
—¿Estaba Jasmine involucrada en esto también?
—No, solo yo. —Negó con la cabeza—. Si hay algo que pueda hacer
para que me perdones o...
—Puedes salir de mi condominio y mantenerte lejos de mí. —Abrí la
puerta—. Estoy seguro de que harás un trabajo increíble con eso, ya que
esta no será tu primera vez alejando a alguien de mí.
—Grayson...
—Vete o presentaré cargos por todo el dinero que me has robado.
Recogió su bolso y suspiró. Luego caminó hacia el pasillo. Se giró para
mirarme, como si fuera a intentar decir algo más, pero le cerré la puerta
antes que pudiera hablar.
Le envié un mensaje al gerente de seguridad de mi edificio, diciéndole
que se asegurara de que Anna fuera removida del condominio y que nunca
más la dejara entrar. Le envié un correo electrónico a Jasmine y le pedí que
hiciera una declaración inmediata a la prensa y a todos mis socios
comerciales para hacerles saber que Anna ya no era mi agente. Luego me
dejé caer en el sofá y traté de mantener la compostura, intenté no
derrumbarme y perderlo por todos los años que perdí con Charlotte.
No funcionó.
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por YaniM
Q
uerida Charlotte, te conocí un martes.
Me convertí en tu mejor amigo, luego en tu amante, un
martes.
Y, si estoy cronometrando esto correctamente, recibirás esta carta un
martes.
Voy a hacer mi mejor esfuerzo para mantener esto simple.
1.) Aún estoy enamorado de ti. Eres la mujer más bella que he
conocido, por dentro y por fuera, y el día que me enamoré de ti, sabía que
nadie más tendría una oportunidad. Siete años después, sigue siendo cierto.
2.) Te extraño y te he extrañado. Durante mi primera temporada,
cuando gané el Premio al Novato Ofensivo del Año (¿Hubo alguna vez
alguna duda de que ganaría esto?), no quería nada más que mirar a la
multitud y verte de pie allí. Durante mi segunda temporada, cuando gané
el Premio al Jugador Más Valioso para la temporada regular, deseé que
estuvieras sentada a mi lado en la ceremonia. No Anna, no Kyle, no mis
compañeros de equipo. Tú, (por razones de brevedad, y ya que no me has
estado observando en el campo: debes saber que he ganado un premio
cada temporada, porque sí, soy así de bueno :-), y cada vez sentí como si
alguien se hubiera perdido el momento).
3.) Quiero estar contigo. Punto. No he tenido una buena noche de
sueño desde que te vi en Pittsburgh, no he podido pasar un solo día sin
preguntarme qué tramas, y no quiero pasar un día más sin tenerte a mi lado
de nuevo.
Si sientes lo mismo y crees que lo que teníamos en el pasado merece
una segunda oportunidad, escríbeme y házmelo saber.
Te deseo lo mejor y te seguiré amando sin importar lo que elijas.
Grayson.
PD: ¿El nombre de tus Cafés y Galerías de Arte ("Rosy-gan") es un
anagrama de mi nombre o es una coincidencia?
PDD: Quería llamarte y decirte todo esto por teléfono, pero olvidé
pedir tu número actual. (¿Cuánto tiempo hay que esperar para conseguir
eso de ti en estos días? :))
PRESENTE
CIUDAD DE NUEVA YORK
Traducido SOS por Bliss
Corregido por Kat Cooper
C
afé diario, flores, servicio de limusina, y vino.
Desde que Grayson me envió la carta hace un mes, se aseguró
de dejarme saber que esperaba impacientemente una
respuesta enviándome todas estas cosas. Los cafés de caramelo que eran
entregados a mi casa cada mañana llevaban las palabras “Necesito una
respuesta” en sus fundas. En los hermosos ramos que llegaban a la entrada
de mi galería a mediodía aparecía el “Necesito una respuesta” en el papel
para envolver, alrededor de sus tallos. Las etiquetas en las botellas de vino
que venían cada miércoles decían “Responde la carta de Grayson”, y mi
nuevo chofer de limusina me miraba sobre el hombro cada vez que me
deslizaba en el asiento trasero, y me preguntaba—: ¿Le vas a dar una
respuesta?
Tan dulce como eran los gestos, honestamente no estaba segura de
cómo responder a su carta. No podía encontrar algún mal momento que
tuvimos en la universidad, y después de darme cuenta de que nuestros
planes fueron saboteados por un grupo exterior y no por él, me inclinaba
hacia un sí. Pero, todavía tenía algunas dudas.
¿Realmente podemos continuar donde lo dejamos hace siete años?
Entré en mi casa de piedra rojiza e inmediatamente dejé caer mis
compras al suelo. Había flores blancas y rosas por todos lados: en los
escalones, por el pasillo, y en la cocina. Entré a la sala de estar y vi a Grayson
sentado en mi sillón.
—Podría haber jurado que discutimos que irrumpir y entrar es un
crimen —dije—. Por cierto, asaltar la casa de alguien con flores también es
un crimen.
—Nunca he oído de ese crimen.
—Nunca hiciste una carrera en pre leyes.
—Nunca fuiste a la Escuela de Leyes.
Sonreí. —¿Cómo entraste?
—Tu casero es fan mío. Además, le prometí que no robaría nada.
Lo miré, sin saber qué decir.
Se acercó a mí y sostuvo en alto un desgarrado boleto, uno de un
juego que fue la temporada pasada.
»Pensé que dijiste que nunca has estado en ninguno de mis partidos
locales.
—He estado en cada uno... Bueno, menos el año que estuve en
Alaska. Sin embargo, lo vi desde allá.
—¿Aunque me odiabas?
—Todavía te amaba —dije—. Y me sentía orgullosa de ti. Aun lo estoy.
Dejó caer el boleto y envolvió su brazo alrededor de mi cintura.
—Habría creído lo que Anna dijo si hubiera estado en tu lugar en ese
momento. Lamento haber asumido que me dejaste sin ninguna razón.
—Finalmente es bueno saber que no eras tan insensible y frío como lo
pensé. —Aparté la mirada de él, pero usó su otra mano para ahuecar mi
mentón, haciéndome verlo otra vez.
—Nos hemos perdido siete años del otro —dijo, mirándome
directamente a los ojos—. ¿Es demasiado tarde para una segunda
oportunidad?
—No lo sé, pero prometiste darme un poco de tiempo para pensar en
ello. —Mi corazón palpitaba contra mi pecho, rogándome que lo tomara
de vuelta—. Si me dieras ese tiempo, podría darte una respuesta.
—La última vez que esperé que me dieras una respuesta, tomó meses.
—Corrió sus dedos por mi cabello—. Y todo lo que obtuve a cambio fue tu
número de teléfono.
Una risa escapó de mis labios.
—Las flores y los cafés que me has enviado todos los días son increíbles.
Las donas rosas de la semana pasada fueron un lindo toque, también.
—Todos estos años, ¿y aun desvías preguntas cambiando de tema?
Todavía es sexy como el infierno en ti, pero no vas a escapar con esto hoy.
Sentí mis mejillas enrojecer.
—¿Qué quieres que te diga, Grayson?
—No puedo dormir hasta saber tu respuesta —dijo—, no me voy a ir
hasta que me lo digas, y si no me gusta la respuesta, te seguiré pidiendo una
nueva.
—¿Qué pasó con lo que dijiste sobre que me desearías una buena
vida, sin importar lo que decidiera?
—Fue mentira. —Sus labios se frotaron contra los míos—. No podré
desearte una buena vida hasta que te des cuenta de que perteneces
conmigo.
—¿Y si mi respuesta es no?
—Tengo la sensación de que no lo es. —Suavemente me empujó
contra la pared—. Creo que quieres que lo retomemos donde lo dejamos,
tanto como yo lo quiero.
—Tengo algunos términos y condiciones —dije suavemente.
—Nómbralos.
—Uno: necesitas despedir a Anna
—Ya lo hice. ¿Dos?
—Tendrás que darme tiempo, tiempo de verdad, para
acostumbrarme a tu estilo de vida.
—¿Mi estilo de vida? —Se veía confundido.
—No me voy a acostumbrar a los paparazzi y a los blogs de chismes
reportando cada movimiento mío o esperándome fuera de la casa solo
para tomar una foto. Tú te has acostumbrado a eso, pero no creo que lo
vaya hacer por un largo tiempo.
—¿Te gustaría si hago una declaración y contrato seguridad
personal?
Asentí.
»Bien. —Besó mi frente—. ¿Tres?
—Si te tomo de vuelta, no puedes estar con nadie más mientras
estemos juntos. Sin relaciones teatrales o falsas solo para ayudar las carreras
de otras personas o para hacer buena prensa. Tu única declaración de
relación será sobre mí.
—Eso es dado por hecho, Charlotte. —Me sostuvo incluso más
firmemente—. Eso es casi una pérdida de condición.
—No para mí —dije suavemente—. Y por último...
—¿Sí?
—Bésame antes de que cambie de idea.
DOS AÑOS DESPUÉS
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por YaniM
A
SUNTO: Campeón / Jugador Más Valioso.
Querido Grayson,
Espero que estés sentado en casa en este increíble día de
invierno y pensando mucho en tu temporada pasada. Sí, tu equipo solo perdió
tres juegos, pero nunca llegaste al Súper Bowl.
Sin embargo, como lo hice y mi equipo actualmente se encuentra
llenando las calles en un desfile por la victoria, pensé que sería un terrible
mejor amigo si no compartiera este momento contigo a través de imágenes.
(Están adjuntas)
De nada por la derrota de veinte puntos que te entregué en los playoffs.
(Espero hacer lo mismo con tu equipo la próxima temporada)
El JMV de este año,
Kyle.
***
E
nvolví el último de los pedidos de lienzos hoy y me aseguré de
firmar con mi nombre en sus cajas con tinta rosa y brillante. En los
pasados dos años, Rosy-gan Cafés & Galerías se convirtió en una
de las diez galerías más importantes en la ciudad. Pasé de tener ocho
locales a dieciséis y mi equipo se hallaba compuesto por algunos de los
artistas más talentosos del mundo.
Nuestro arte era expuesto en veinte hoteles internacionales y
recibíamos cientos de solicitudes de diseño de empresas corporativas.
Además, teníamos un nuevo contrato de veinte años con la Liga Nacional
de Fútbol para pintar retratos de tres metros de cada jugador más
importante de la temporada.
—¿Están todavía abiertos, chicos? —gritó una suave voz desde el otro
lado de la sala de exposición.
Dejé una caja y bajé las escaleras.
—No, en realidad, estamos a punto... ¿Nadira? —Me acerqué y la
abracé—. ¿Qué haces aquí?
—Quería comprar algo de tu arte.
—Odias mi arte.
Se rio.
—No, odio tu última colección. Amo todo lo demás.
—¿Por qué no me dijiste que veías a la ciudad? —pregunté—. Podría
haber hecho reservas para cenar.
—Lo recordaré la próxima vez.
—¿Volaste aquí porque realmente crees que no le diré a Grayson que
estoy embarazada? —pregunté—. Porque voy a hacerlo esta noche. Lo
prometo.
No respondió. Simplemente asintió y se acercó a mi trabajo en
proceso.
Antes de que pudiera preguntarle cuánto tiempo llevaba en la
ciudad, mis padres entraron. Luego Eric. Después Kyle.
¿Qué diablos...
—Todos conocen el horario de mi galería. —Me crucé de brazos—.
También saben que no he acabado con sus pedidos de este mes, así que si
esta es su manera astuta de unirse y forzarme a poner sus órdenes por
delante de mis clientes que pagan, entonces tienen otra cosa viniendo.
Nadira y Eric se miraron y rieron. Mis padres negaron y me dieron su
típico—: Oh, Charlotte...
—Entonces, espera —dijo Kyle—. Si esa fuera nuestra intención esta
noche, ¿eso significa que es posible que pueda recibir mi retrato de jugador
más importante antes? Porque, quiero decir, puedo totalmente repensarme
mi presencia aquí, ya he despejado el espacio en mi apartamento para la
versión de réplica.
Nadira lo golpeó en la parte trasera de su cabeza.
—¿Es el cumpleaños de alguien, entonces? —pregunté, echando un
vistazo al calendario en la pared. Era dieciséis de octubre, un martes... y esa
fecha no correspondía a ninguno de sus cumpleaños o eventos importantes.
Ignoraron mi pregunta y empezaron a hablar entre ellos, dejándome
más confusa.
Saqué mi celular y le pregunté a Grayson si de alguna manera olvidé
algún evento importante, pero de repente cruzó las puertas, haciéndome
perder el tren de mis pensamientos. Aún me asombraba después de todos
estos años que fuera capaz de hacerme sonrojar al verlo. Que nunca
dejaba de sentir una atracción magnética en su dirección cuando entraba
en una habitación.
—Hola. —Me acerqué y besé sus labios—. ¿Estoy olvidando algo? ¿Por
qué está todo el mundo aquí?
—Porque todos saben que se suponía iba a hacer esto hace nueve
años.
¿Esto? Me gire y los miré, pero ahora me miraban fijamente.
—Grayson, ¿qué...? —Jadeé cuando me di la vuelta y lo vi sobre una
rodilla. Sus ojos azul océano se hallaban fijos en los míos y se veía más
nervioso de lo que jamás lo había visto.
—Charlotte Taylor... —Agarró mi mano y mantuvo su voz baja—. Los
últimos dos años han sido los mejores de mi vida y sé que los siete anteriores
nunca se sintieron bien porque no estabas en la foto.
Lágrimas llenaron mis ojos mientras sacaba una caja de su bolsillo.
»Me enamoré de ti meses después que nos conocimos en la
universidad y sabía entonces que eras la única para mí. —Apretó mi mano—
. Eras indudablemente el amor de mi vida y quiero estar contigo para
siempre. Sé que siempre necesitas semanas para responder a mis preguntas,
pero espero hagas una excepción esta vez. ¿Te...?
—Sí. —No le di la oportunidad de terminar—. Sí.
Whitney G. es una optimista de veintiocho años
que está obsesionada con los viajes, el té y el gran
café. También es una de las autoras más vendidas del
New York Times & USA Today de varias novelas
contemporáneas y cofundadora de The Indie Tea, un
blog inspirador para autores de romance indie.
Cuando no está chateando con los lectores en
su página de Facebook, puedes encontrarla en su sitio
web en http://www.whitneygbooks.com o en
Instagram: @whitneyg.author. (Si no está en ninguno
de esos lugares, probablemente esté encerrada
trabajando en otra loca historia).