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LA FRUSTACIÓN EN EL DEPORTISTA,

EL BLOQUEO EMOCIONAL

Una de cada cinco personas sufre depresión en algún momento de su vida. En este
porcentaje se incluyen los deportistas, sobre todo, los profesionales. Estar lejos de la
familia, no demostrar los sentimientos para no mostrar debilidad o el estrés por la mirada
constante de los demás son los principales motivos por los cuales pueden caer en estados
depresivos. La frustración es un factor muy importante ya que, si no se gestiona de manera
adecuada, provoca altos niveles de estrés. Por este motivo, es necesario que desde los
primeros años de la vida del deportista se traten estas cuestiones con naturalidad.

Científicos británicos han explicado hace poco los motivos de la depresión entre los
deportistas que compiten en el ámbito profesional. Esta enfermedad no respeta niveles
sociales, ni nacionalidades. Los deportistas de alto rendimiento están expuestos incluso más
a esta enfermedad, debido a la mirada atenta o a la sensación constante de tener que rendir
al máximo. La presión es tal, que pueden sufrir secuelas psicológicas de estados de estrés o
de soledad.

Si bien una rotura o un esguince son lesiones físicas apreciables, la afección psicológica
pasa a menudo desapercibida y causa una gran angustia. Ian Maynard, psicólogo del
Deporte de la Universidad de Sheffield Hallam (Reino Unido), asegura que los deportistas
de alto rendimiento no están acostumbrados a manifestar sus emociones, ya que consideran
que ello podría generarles problemas durante la competición y por este motivo, tienden a
ser cerrados y muestran una imagen dura. Sobre todo, su cambio emocional en la etapa de
preparación y concentración previo a su competición del que no son conscientes.

En general, están sometidos a grandes niveles de estrés porque las expectativas que se tiene
de ellos superan, con frecuencia, sus capacidades psicológicas. Ellos mismos se plantean
metas que, si no las cumplen, provocan un estado de depresión que pocas veces expresan
para no mostrar debilidad es ahí cuando son absorbidos por ideas equivocadas y pierden la
dirección correcta de su vida. Otra de las razones puede ser la soledad derivada de los
compromisos deportivos, que les mantiene alejados de sus familias durante largos períodos
de tiempo.

El bloqueo, un síntoma
Uno de los principales síntomas de estos problemas es el bloqueo, que provoca que el
rendimiento en la competición se reduzca de forma considerable. Montserrat Cascalló,
presidenta de la Asociación de Coaching Deportivo de Cataluña, especialista en psicología
del deporte y entrenadora, asegura que en estos casos es muy importante diferenciar entre
dos conceptos: el bloqueo emocional y el bajo rendimiento en competición.

El bajo rendimiento en competición se asocia a deportistas que aún no han aprendido a


competir, sobre todo, por la incapacidad de mantener la concentración durante las pruebas
(estar poco habituados a un entorno diferente) y por el exceso de estrés con el que se vive
esta situación. El estrés es un aspecto negativo, ya que “no permite tener precisión en los
movimientos, concentrarse para una correcta toma de decisiones ni lograr el grado de
activación óptimo para competir”, describe la especialista. El entorno que les rodea, en
ocasiones, aumentan el grado de estrés, que no ayuda a competir en condiciones óptimas.

El bloqueo emocional es más complicado. “Surge cuando una emoción fuerte y negativa,
ha quedado conectada a una situación”, define Cascalló. Entonces, cada vez que el
deportista está en una misma circunstancia o similar, siente de nuevo la emoción pasada y
eso imposibilita una actuación deportiva normalizada. Para ayudar a la persona a superar
esto, el coaching y la psicología del deporte son de gran ayuda.

Según Cascalló, la clave para superar la frustración en la actividad deportiva está en el


desarrollo de la inteligencia emocional desde la infancia, que les permita, a su vez,
desarrollar aspectos que les ayudarán en muchos ámbitos de la vida. El deporte es un medio
idóneo para integrar estos aprendizajes, que también pueden englobarse en el campo
laboral, social e, incluso, personal. En personas con un buen nivel de inteligencia
emocional, la desilusión puede superarse de forma rápida mediante un análisis de la
situación y la decisión sobre cómo re-orientar el objetivo.

Es primordial que uno sea capaz de entender los errores como oportunidades de enseñanza.
Una inteligencia emocional poco desarrollada, en cambio, no permite superar la emoción
inicial de frustración y la persona acaba por desarrollar conductas agresivo-pasivas que no
ayudan ni a mejorar ni a lograr más bienestar y pierde el rumbo. Provoca un círculo vicioso
de difícil salida. Esto proviene del sentimiento de ira implícito en el desengaño.

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