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Por lo que concierne a la del sector privado, no accede a ella con cargo al propio
pecunio más que una mínima parte de ciudadanos, lo normal es la utilización de una de
estas dos vías: a cargo de alguna póliza suscrita con una entidad aseguradora privada
o recabando autorización de acceso con cargo a conciertos que tiene establecidos la
Administración Pública de Salud con él.
Estas son las dos vías empleadas abrumadoramente de manera mayoritaria, lo que
impide que pueda darse claramente en el sector privado una clara posibilidad de
fijación de precios con total independencia, es lógico, pues, que se diluya el mínimo
asomo de competencia real en la oferta global del sistema sanitario en su conjunto.
Esto trae consigo que la política de precios en este «mercado» se oriente con
preferencia a considerar los costes como medio más adecuado para medir la
contribución al beneficio (allí donde éste sea posible).
Se crea así una curiosa sinonimia entre costes y precios que necesariamente plantea la
necesidad primordial de conocer y analizar tanto los diferentes componentes del coste
como su comportamiento, por eso, hablar de precio de los servicios de salud, es (a fin
de cuentas) hablar de costo.
EL PRECIO DE LA UNIDAD DE PRODUCTO DE LOS SERVICIOS DE SALUD A
NIVEL DE COSTO
Con independencia de cuál puede ser la unidad de producto que mejor se considere
(ya se planteará esto en el lugar oportuno), una cosa es cierta: a la oferta pública,
abrumadoramente mayoritaria en el «mercado» sanitario, se le concede (por definición)
no tenga que plantearse la obtención de un beneficio.
Ahora bien, entonces eso lleva consigo el par dialéctico de que necesariamente deba
tender a minimizar los costos, esa obligación surge ante el hecho de que producir sin
beneficio e incurrir a la vez en costes permanentemente increméntales entra en el
dominio de lo inaceptable por no haber economía que pueda resistirlo.
Según la teoría económica, uno de los medios más eficaces para reducir costes
consiste en incorporar innovaciones tecnológicas al proceso productivo, ya que
permiten aumentar la cantidad de unidades producidas sustituyendo parte del factor
trabajo (cuyo precio es más elevado), sin embargo, tal como se ha indicado
anteriormente, ese esquema no es válido en la producción de servicios de salud.
Es innegable que las innovaciones técnicas han supuesto notables mejoras (mayor
fiabilidad diagnóstica, acortamiento de estancias hospitalarias, abordaje de casos que
era imposible, etc.), pero está comprobado que realmente no ejercen influencia sobre la
unidad de producto más que cuando dicha unidad es de homogeneidad constante,
cosa que resulta harto problemática en el terreno sanitario.
En este campo, la innovación técnica no sólo proporciona mayor eficacia, sino que
subvierte al mismo tiempo la propia naturaleza de los casos tratados, porque los
modifica en un sentido de complejidad creciente, ahí está, como ilustración oportuna, la
innovación que suponen los trasplantes.
La falta de información hace que el cálculo de los costos se realice con un enfoque ad
hoc,. Los costos hospitalarios cuando únicamente se cuenta con información agregada
del hospital (presupuesto global y actividad hospitalaria) y cómo usando esos datos se
pueden definir tarifas de reembolso por diagnóstico por hospital Seis son los pasos a
seguir para calcular costos hospitalarios:
4) Los costos directos de las unidades de apoyo se prorratean entre las unidades
productoras.
5) Los costos totales de las unidades productoras se calculan como la suma del costo
directo más el costo prorrateado que le corresponde a la unidad.
6) El cálculo del costo promedio consiste en dividir el costo total entre la actividad de la
unidad productora.
Se puede hacer una regresión en la cual la variable dependiente es el presupuesto
global del hospital (del cual se deducen los gastos no relacionados con el cuidado
médico y los medicamentos recetados a los pacientes), y las variables independientes
son los indicadores de la actividad hospitalaria en un factor común (por ejemplo, días
de estancia).
CENTRO DE COSTO
Es la unidad mínima de gestión que se caracteriza por tener una actividad homogénea,
un único responsable, una ubicación física, unos objetivos propios, una responsabilidad
definida y un código identificativo.
Los centros de costo pueden clasificarse en: finales, si son responsables de la atención
al alta, o intermedios si sirven de soporte o prestan atención en parte del proceso
asistencial, los centros de costos en los hospitales, de acuerdo a las actividades
desarrolladas, se clasifican en: centros de costos productivos, de apoyo y
administrativos.
TIPOS DE COSTOS
En economía de la salud los costos directos son todos los bienes, servicios y otros
recursos consumidos para la provisión de una intervención sobre la salud, mientras que
los costos indirectos son las pérdidas de productividad en una economía nacional como
resultado de la ausencia de un trabajador debido a una enfermedad.
a) Costos directos
Pueden ser asignados de forma inequívoca al objetivo del coste; por ejemplo, el
consumo de antibióticos en un paciente concreto.
b) Costos indirectos
Precisan de criterios de reparto subjetivos para poder ser asignados; por ejemplo, el
consumo eléctrico en unidad de cuidados intensivos, dado que por definición son
difíciles de relacionar con el objeto del coste (paciente) cualquier método para hacer
tendrá mayor o menor grado de arbitrariedad.
De ellos, los medicamentos son los que han mostrado ser más efectivos, los
medicamentos actuales generalmente, son productos de alta tecnología y cada vez
son más potentes y selectivos, en ocasiones, llegan a tener precios más elevados,
por lo que es necesario compararlos con otras alternativas, tanto en términos
económicos como de calidad de vida.
La época moderna se caracteriza por el incremento en la escasez de recursos y en
la demanda sanitaria, el uso de evaluaciones económicas para apoyar la toma de
decisiones en salud es una práctica que ha tomado cada vez más fuerza a nivel
mundial.
Esto se debe a que en la gran mayoría de los sistemas de salud existe la necesidad
de generar una provisión de servicios sanitarios de calidad que contenga una
demanda potencialmente ilimitada en un contexto de recursos escasos.
Este análisis constituye una forma de evaluación económica que se remonta a los
estudios de A.J. Dupuit (ingeniero francés que ya en 1844 la aplicaba para
determinar la utilidad y la viabilidad económica de las obras públicas), en la que
tanto los costos, como las consecuencias (beneficios) de un proyecto, vienen
expresados en términos monetarios.
Existe un conjunto de términos que deben ser cabalmente asimilados para realizar
un enfoque adecuado de la evaluación económica, éstos son: eficacia, efectividad y
disponibilidad, la eficacia es el beneficio o utilidad de una tecnología para los
pacientes de una determinada población bajo condiciones de uso ideales.
El hecho que tanto los beneficios como los costos estén expresados en una misma
unidad facilita que los resultados finales sean analizados no sólo en el ámbito de la
salud, sino que también en comparación a otros programas de impacto social.
Los individuos deben responder cuanto están dispuestos a gastar para obtener un
determinado beneficio en salud o evitar los costos de una determinada enfermedad.
Los tipos de costos a considerar, al igual que en otras áreas económicas, son los
directos (médicos y no médicos), los indirectos y los intangibles:
4. Determinar los costos relacionados con cada factor. Algunos costos serán
exactos, mientras que otros deberán ser estimados.
Dada la necesidad de buscar la opción que nos traiga el mayor beneficio al menor
costo fue que en 1844 A.J. Dupuit comenzó a analizar la relación costo beneficio,
siendo el costo beneficio un método de análisis económico útil debido a la
posibilidad de comparar diferentes proyectos, incluso de diferentes ámbitos,
siempre y cuando todos sus factores se hayan valorado en términos monetarios, o
comparar proyectos con la opción de hacer nada, para encontrar la opción que
beneficie más a la población al menor costo y así poder tener servicios de salud con
eficacia, efectividad y disponibilidad para el mayor número de personas posible.
Consideró del análisis costo beneficio una herramienta eficaz y simple para
determinar si un proyecto es rentable y comparar proyectos entre si y/o la opción de
hacer nada, pero creo que también tiene sus contras, al necesitar que todos sus
factores estén valorados en términos monetarios es posible errar al tratar de
cuantificar algo cualitativo como el beneficio que un medicamento le puede dar a un
paciente, o los costos que puede tener no dárselo, al aplicar este análisis al sistema
de salud se podría discernir si un campaña, por ejemplo de vacunación, tienen
mayores beneficios tanto monetarios como de salud (que se tienen que valorar en
términos monetarios), que los costos de la campaña misma y las consecuencias de
no realizarla. Por estas razones creo que en salud es necesario hacer no solamente
el costo beneficio de los proyectos, sino, ayudarse de otros análisis como el costo
utilidad, minimización de costos y/o costo efectividad, para complementar los datos
obtenidos y tener una mejor visualización de los programas, proyectos,
medicamentos, infraestructura o cualquier recurso que se tenga que adquirir, para
seleccionar el que más convenga al paciente o a la sociedad.
ANÁLISIS DE COMPETENCIA EN LA SALUD PÚBLICA
La proyección estratégica de este MRCESP es, a largo plazo, potenciar el uso del
diagnóstico de las competencias del personal sanitario en los países como un
insumo fundamental para facilitar la elaboración de planes y estrategias de
formación, capacitación y desarrollo de recursos humanos nacionales y regionales.
La diversidad de estas competencias sugiere que son muchos y variados los tipos
de profesionales y técnicos que están capacitados para ejercitar estas funciones,
esto explica que la multi-disciplinariedad y la multi-sectorialidad sean características
diferenciales de la salud pública respecto a otros campos, y que la formación y
capacitación en esta materia se hayan extendido desde las profesiones sanitarias a
otras titulaciones.
La identificación de las competencias esenciales de salud pública permite a la
sociedad conocer lo que puede esperar de los profesionales de salud en este
campo, ya que es a partir de estas competencias que se puede disponer de un
catálogo de lo que estos profesionales saben y deben hacer. A su vez, que la
sociedad y sus instituciones conozcan con mayor claridad qué saben hacer los
profesionales de salud en materia de salud pública favorecerá su desarrollo y la
creación de oportunidades de trabajo, así como el avance de las FESP.
Esto incluiría a los profesionales clínicos y no clínicos que trabajan por la salud y el
restablecimiento de la misma, tanto en los individuos como en las comunidades,
también está dirigido a cualquier organización que capacita o da empleo a personas
que trabajan en esos ámbitos, lo que incluiría a las autoridades sanitarias
nacionales, regionales y locales, a los servicios de salud, a las instituciones
académicas, al voluntariado, al sector privado y a otros sectores cuya gestión
impacta la salud y el bienestar.
• Personas que prestan servicios de salud y/o de salud pública que desean ejercer
de forma dinámica y no fragmentada, trascendiendo las líneas disciplinarias
clásicas.
• Proveer una visión global más coherente del sector de la salud, que facilite el
reconocimiento de las contribuciones de los diferentes actores implicados y de las
interacciones entre ellos.
• Desarrollar una fuerza de trabajo en salud más unificada y mejor cualificada para
hacer frente a las desigualdades en salud y apoyar al desarrollo de planes de salud
pública.
Los recursos humanos del siglo XXI deberán ser capaces de utilizar sus
conocimientos, habilidades y actitudes en salud pública (tanto los específicos como
los compartidos) para promover y garantizar la salud y el bienestar de nuestros
pueblos.