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EVALUACION 7: ENSAYO

Nombre: David Fernández de Córdova

Evaluaciones económicas de tecnologías sanitarias y su aporte a la toma de


decisiones para el sistema de salud y las organizaciones sanitarias.

RESUMEN:
La evaluación económica de tecnologías sanitarias está tomando un espacio muy
importante en las labores de las autoridades sanitarias interesadas en la oferta de servicios
mediante decisiones más eficientes y que aseguren la maximización de la salud de en la
sociedad. Por ello es necesario que los profesionales sanitarios prestadores de servicios
entiendan el funcionamiento y la finalidad del análisis económico para poder evaluar y
criticar este tipo de estudios. El análisis económico de tecnologías sanitarias y describe
los conceptos básicos en una evaluación económica en el sector de la salud.
Se utilizan principios económicos fundamentales y el concepto de eficiencia para
defender el uso de esta herramienta en la toma de decisiones sanitarias introduciendo el
plano coste-efectividad para expresar y presentar los resultados obtenido de estos estudios
y explica cómo se deben medir los costes y beneficios en el análisis económico.

INTRODUCCION:
Evaluación económica de tecnologías sanitarias, o ETS, tiene como definición ser el
proceso sistemático de valorización de las propiedades, efectos e impactos de la
tecnología sanitaria (Organización Panamericana de la Salud, s.f.). Para llevar un correcto
proceso de ETS se debe tener en cuenta varios factores o contemplaciones como las
dimensiones médicas, económicas, éticas, para asi poder llegar al principal objetivo que
es aportar información para la consecuente toma de decisiones en la adopción e
implementación de las tecnologías revisadas en el estudio.

El enfoque principal que lleva la evaluación de tecnologías sanitarias se basa en los


aspectos de efectividad, eficiencia, beneficio, seguridad (clínica y técnica) y similares.
Para especificar un poco mas estos conceptos decimos que, la efectividad se refiere a la
capacidad de obtener o general resultados y beneficios en las condiciones de uso reales
del día a día, mientras que, por otro lado, la eficiencia hace referencia a que tal efectiva
es el uso de la tecnología utilizada (Castaneda, 2019), en la seguridad pues se refiere a la
misma para el usuario y el operador. Todos los conceptos anteriores van de la mano con
la relación costo efectividad o costo beneficio.
Finalmente, ETS también incluye aspectos de calidad y el rol que tienen las nuevas
tecnologías en la obtención de mejores resultados en el uso con los usuarios finales o
pacientes.
La principal causa del surgimiento de esta evaluación se debe al papel de impulsores que
están comenzando a desempeñar las autoridades públicas en su desarrollo referente a los
sistemas de salud, que a su vez utilizan estas herramientas como elemento clave en las
estrategias de adopción y difusión de las innovaciones sanitarias se día a día se crean y
surgen. Gran parte de esta nueva tendencia se explica por qué la toma de conciencia de
los responsables sanitarios europeos hace que pueda ahora conjugar el acceso de sus
ciudadanos a los avances terapéuticos y que ayuden a mejorar su salud y la sostenibilidad
financiera de los sistemas sanitarios públicos, lo que la adopción indiscriminada de
tecnologías sanitarias podría amenazar, generando daños a todas las partes de un sistema
de salud que no llevara el estudio económico de las tecnologías sanitarias.

PROBLEMA Y ANALISIS PLANTEADO:


La evaluación económica de tecnologías en salud ha ganado espacio y sobre todo
reconocimiento en las últimas décadas. Según la Office of Technology Assessment de los
Estados Unidos, dentro de estas tecnologías se engloban "medicamentos, aparatos y
procedimientos médicos y quirúrgicos usados en la atención médica, así como los
sistemas organizativos con los que esta se presta" (Álvaro Zerda). Estas tecnologías hasta
hace no mucho tiempo eran adoptadas por los sistemas de salud sin pasar por un
mecanismo de evaluación o estudio de las mismas que con su aplicación garanticen más
y mejores resultados, y sobre todo que se dé una reducción de costos para las instituciones
o sistemas de salud, para asi obtener y fomentar una utilización mas eficiente de los
recursos que los individuos como sociedad destinan para su funcionamiento.

En la década de 1950, la herramienta principal que fue empleada en Estados Unidos y


Gran Bretaña para garantizar el uso racional y eficiente de los recursos del sector público
era el estudio o análisis de costo-beneficio, el cual permite realizar la evaluación de los
efectos positivos y negativos de dos o más opciones de decisiones o programas en el
marco de la aplicación de una política, midiendo sobre todo los beneficios sociales en
términos monetarios. En las décadas de 1960 y 1970, el análisis de costo-beneficio fue
sometido a varios cambios de su metodología a raíz de su aplicación en el campo de la
salud. La incorporación de nuevos criterios y principios propios del sector clínico, así
como la medición de los resultados pero en valores ya no monetarios, dio origen a nuevas
y diversas herramientas de evaluación a parte de la ya conocía costo - beneficio, entre las
nuevas estrategias o estudios están el análisis de minimización de costos, el de costo-
efectividad, el de costo-utilidad y el de resultados, lo que convirtió la evaluación
económica de tecnologías en salud en un instrumento vital a la hora de decidir cuál
adoptar. En los últimos cuarenta años se han creado nuevas y diversas asociaciones
especializadas y dedicadas al tema del estudio de las tecnologías sanitarias en países como
por ejemplo Australia, Canadá, Finlandia, Reino Unido, Suecia y Holanda, lideran su
aplicación como herramienta de evaluación sistémica de la prestación de servicios de
salud. En otros países, como Alemania, Irlanda y Portugal, ha habido avances relativos,
puesto que su uso es discrecional entre quienes están involucrados en el sector de la
prestación de los servicios de salud (Puig-Junoy & Oliva, 2009).

El proceso de toma de decisiones respecto de la utilización e incorporación de nuevas


tecnologías al grupo de atención preventivo, diagnóstico o terapéutico de un sistema de
salud, enfrenta una serie de varias preguntas que deben ser sistemáticamente abordadas
una a una. La primera es si la nueva tecnología cumple con el perfil de seguridad y eficacia
tanto para el usuario como para el operador y consideraciones mínimas para plantear su
uso. En segundo lugar, en qué medida la eficacia reportada por la nueva tecnología podría
variar cuando la misma se implementa en un escenario completamente real, en otras
palabras, cuál es la efectividad de la nueva intervención o de la nueva tecnología. Tercero,
como toda ley de economía, dada la escasez de recursos disponibles para atender las
necesidades ilimitadas de salud de la población, el decisor debe preguntarse si vale la
pena realizar la inversión que conlleve por la nueva tecnología (Espinoza, Castillo
Riquelme, & Zarate, 2011).

El objetivo central del estudio o análisis de costo-efectividad es lograr establecer un


comparador relativo de costos y efectos que le permita al decisor poder enfrentar y
responder la pregunta si el gasto o inversión en esta nueva tecnología representa un
correcto uso de los recursos que se tengan disponibles por el sistema de salud. Sin
embargo, el presupuesto no es la única restricción en el análisis que debe ser considerada
para la toma de la decisión. La información o evidencia disponible o tomada de estudios
clínicos también constituye una restricción para la toma de decisiones. Así, el decisor
enfrenta dos preguntas que, aunque sean simultáneas, estas son distintas, la primera es si
dada la información disponible vale la pena adoptar la nueva tecnología y, la segunda, es
si la obtención de mayor información a través de nueva investigación es costo efectivo
para el sistema de salud (Espinoza, Castillo Riquelme, & Zarate, 2011).
Las tecnologías sanitarias más allá de ser eficientes en relación a las actuales, deben ser
altamente competitivas para cuando ameriten sustituirlas. La evidencia disponible indica
que en muchos casos la nueva inversión marginal es muy pequeña y el coste de dicha
implementación es mucho más elevado. En este sentido, en la estandarización de los
procedimientos de evaluación económica, el requerimiento y la realización en términos
de transparencia e independencia -estudios para las innovaciones y el establecimiento de
un umbral que indique el coste máximo por AVAC no se debiera superar por ejemplo los
30.000 euros por AVAC o un valor análogo mejor fundamentado, flexible pero
representativo de la disposición social a pagar- serían factores determinantes en torno a
la disposición pública de pagar en función del valor adicional del medicamento y para
proporcionar una orientación inequívoca a la actividad investigadora (Puig-Junoy &
Oliva, 2009).

Los umbrales reales de coste por AVAC adicional deben ser flexibles y más orientativos
en lugar de constituir una barrera rígida; así mismo, también deberían ser revisables
después de un tiempo. En el momento de autorizar y decidir cobertura y precio, la
información sobre la tecnología sanitaria aún es muy escasa. La evaluación económica
puede lidiar con la incertidumbre sobre los parámetros y los modelos, pero también suele
ser muy sensible a sus modificaciones, lo que requiere reevaluación y revisión de las
decisiones ante nuevas informaciones que afecten a estos parámetros (Puig-Junoy &
Oliva, 2009).
La aplicación práctica de la evaluación económica requiere de la adopción de un conjunto
de “reglas de juego” mínimas o estandarización de los métodos que adoptarán los agentes
responsables de las evaluaciones económicas en el ámbito de la salud. Una revisión de
diez estudios de evaluación económica, tomando como ejemplo la comparación de dos o
más antagonistas del factor de necrosis tumoral alfa (TNF) en el tratamiento de la artritis
reumatoide, señaló la importancia de las diferencias en la calidad metodológica de los
estudios publicados, aspecto fundamental para priorizar las fortalezas y debilidades de la
evidencia disponible.

Desde la óptica puramente investigadora, emplear ciertos métodos previamente


estandarizados o acordados no es imperativo; por su parte, desde la lógica científica, el
avance del conocimiento implica la superación de dichos métodos por otros de mayor
calidad y/o robustez y por ende la discusión metodológica no es un problema, sino una
vía de avance. No obstante, es obvio que una gran cantidad de estas actividades se realizan
con un fin muy concreto: aportar información relevante para el decisor sanitario. En la
medida en que haya una serie de elementos compartidos por los actores del sistema, al
estilo de códigos de buenas prácticas, mayores será la comparabilidad entre trabajos y la
utilidad de este tipo de análisis en el proceso de toma de decisiones.

CONCLUSIÓN:
La implementación de un proceso de evaluación de intervenciones sanitaria que considere
EE tiene mucho por avanzar en América Latina. Formar capacidades de investigación,
así como sensibilizar a los decisores en esta materia, parecen ser la base del camino por
recorrer. Adicionalmente, nuestra región presenta otros desafíos que impiden a los
investigadores ir a la par con países desarrollados. Un ejemplo es la baja calidad de los
datos y registros (especialmente referente a resultados de salud o efectividad), lo que
constituye una limitación importante en varios países. Además, los estudios requieren
adecuado financiamiento e investigadores capacitados, ambos recursos escasos en la
región. Adicionalmente, hay que considerar las escasas posibilidades de formación
académica en EE en la región, con ausencia de postgrados de nivel de magíster.
Finamente, las publicaciones que revisten evidencia y podrían ser la base para la
formación, siguen estando disponibles principalmente en idioma inglés en fuentes de
difícil acceso.
REFERENCIAS
Álvaro Zerda, P. D. (s.f.). Revista Biomédica. Obtenido de
https://revistabiomedica.org/index.php/biomedica/article/view/2382/2455
Armijos, L., Escalante, S., & Villacrés, T. (2017). La evaluación de tecnologías sanitarias en el
Ministerio de Salud Pública de Ecuador como herramienta para la compra de
medicamentos entre 2012 y 2015. Rev Panam Salud Pública.
Castaneda, C. D. (26 de 02 de 2019). U-GOB. Obtenido de https://u-gob.com/evaluacion-
economica-de-tecnologias-sanitarias-en-el-campo-de-la-esalud/
Espinoza, M., Castillo Riquelme, M., & Zarate, V. (2011). Evaluaciones económicas de
tecnologías sanitarias: una perspectiva global para su aplicación en América Latina.
YORK, REINO UNIDO.
Organización Panamericana de la Salud. (s.f.). Organización Panamericana de la Salud.
Obtenido de
https://www3.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=9229:201
3-tecnologias-sanitarias&Itemid=41687&lang=es
Puig-Junoy, J., & Oliva, J. (6 de 10 de 2009). Reumatología Clínica. Obtenido de
https://www.reumatologiaclinica.org/es-pdf-S1699258X09002009

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