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SER DIRECTIVO YA NO ES CONDUCIR

Tomado de: DIRECTIVOS DOCENTES: LIDERAZGO Y GESTIÓNDE INSTITUCIONES EDUCATIVAS


PILAR POZNER.2007

La dirección de grupos humanos no es una cuestión de ordenar y controlar. La idea de jefe como
jerarca ha cambiado o -más precisamente- transita hacia un cambio muy relevante. La jerarquía
entendida como control desalentó el desarrollo del compromiso y la responsabilidad, y
obstaculizó el trabajo creativo de casi todos, al tiempo que nunca concibió el trabajo en equipo.
Esta función ya no resiste una práctica restringida al mantenimiento del orden y del control a
través de los procedimientos.

Las premisas de los procesos de trabajo del modelo taylorista y las del modelo burocrático se
apoyaban en la necesidad de generar rutinas de trabajo, de censurar el desarrollo de criterios
propios y explícitos por parte del operador, privilegiando la organización centralizada, la
planificación con detalle de los rituales, y las tareas individuales que se encadenaban a través
de múltiples procesos de inspección y control. Para “administrar lo dado” se requieren ciertas
certidumbres: de tecnologías, de mercados, de calidades, certidumbres con las que ya no
contamos. Sacudidos por las fuertes transformaciones de los contextos sociales, políticos,
productivos y tecnológicos que dibujan nuevas tensiones y desafíos; en contextos más
complejos, dinámicos, exigentes y cambiantes, en tiempos turbulentos donde lo que se sabe no
alcanza para comprometerse con decisión a impulsar y generar cambios, es necesario reconocer
la necesidad de otras prácticas, saberes y competencias
.
Ser directivo hoy día de una escuela y hacer gestión es hacer escuela en función de un horizonte
de mejoramiento continuo, integrando teoría y el conocimiento que proviene de la propia práctica,
es unir lo que habitualmente se separa: ética con eficacia; primordialmente es, mantener vivo el
propósito moral de generar aprendizajes para todos. Quien en estos tiempos se involucra como
directivo educacional, necesita hospedar el deseo de cambiar, así como el saber para llevarlo a
cabo, y necesita de la paciencia casi infinita y activa para lograrlo. Ser directivo o integrante de
un equipo de dirección es asomarse a la incertidumbre, y no ocultarla. Ser directivo y hacer
gestión es descubrir en lo cotidiano la pasión por lo que se hace, es decisión, realización,
reflexión, enhebrado, sedimentación, evaluación y balance. Gestión –y como veremos también
liderazgo- articula las acciones constantes y urgentes, con las prioridades y elecciones de largo
plazo. Esto implica trabajar en el presente, reconociendo un pasado, pero apuntando a un futuro
de mejora sustentable, trabajando por una vida escolar rica y poderosa para formar a todos los
estudiantes de la institución. Y si las escuelas son instituciones de enseñanza, habría que
preguntarse ¿cómo aprenden las escuelas a ser mejor escuela? No indago sobre los
aprendizajes que tiene que realizar cada uno de los profesionales por su cuenta, fuera de la
institución, sino sobre los aprendizajes de carácter colegiado, realizados en el desarrollo de la
práctica; me refiero a los aprendizajes institucionales que, si bien requieren los de cada uno de
los miembros que la integran, no se limitan a ellos. No se trata sólo de que cada docente aprenda
sino de que aprenda la escuela como institución. Por lo que es urgente considerar otras
cuestiones fundamentales: si no hay tiempo y espacio para aprender a juntos hacer escuela, los
valores sobre los que sustenta el trabajo de formar jóvenes y niños, quedan a la deriva o caerán
a su suerte, y esto hace difícil formar niños y jóvenes. Se requiere de una cultura de trabajo que
valore la conciencia, la reflexión, la coherencia, la invención o la creatividad sincera, así como la
capacidad de seguir aprendiendo a ser docente de los actuales estudiantes. Y para ello hacen
falta tiempos y espacios sistemáticos para orientar la forma de hacer escuela y los valores que
la sustentan.

A diferencia de lo que el sistema escolar tradicional esperaba de las escuelas, que cumplan con
lo establecido, que pongan en práctica los saberes instituidos acerca de cómo actuar, que
obedezcan… la institución escolar que hoy día puede lograr mejores resultados, es aquella que
sabe preguntarse, que problematiza su realidad, que se cuestiona inteligentemente y, a partir de
allí, puede buscar alternativas de solución. En este sentido, una escuela inteligente es una
escuela que transforma las prácticas ritualizadas y estereotipadas -cuando advierte que las
mismas no dan respuesta a los problemas que identifica-, por otras más efectivas incluyendo su
propio aprendizaje.

Bibliografía
• Corpoeducacion. Fortalecimiento de la gestión escolar herramientas de trabajo. Edición 2004.
• FULLAN MICHAEL, Las fuerzas del cambio. Explorando las profundidades de la reforma
educativa. Akal. Madrid, 1993.
• BLEJMAR BERNARDO, Gestionar es hacer que las cosas sucedan, Buenos Aires,
Novedades educativas, 2005.
• POZNER PILAR (Coord.), Diez módulos destinados a los responsables de los procesos
de transformación educativa, Buenos Aires, IIPE-Ministerio de Educación de la Nación
Argentina, 2000.
• POZNER PILAR, Una agenda que nos transita y nos compromete como docentes en gestión
educativa y escolar, Foro Nacional de Experiencias de investigación, intervención y
formación en gestión de la educación básica, UPN, México, Noviembre 2006.

• POZNER PILAR, Liderazgo de los Aprendizajes en las Instituciones Educativas: Impulsar


el Cambio Escolar, Curso virtual, Redes, Buenos Aires Argentina, 2007.
• SENGE P., CAMBRON-Mc-CABE N., LUCAS T., SMITH B., DUTTON J., KLEINER A., La
quinta disciplina. Escuelas que aprenden. Editorial Norma. México, 2004.

• STOLL, LOUISE, FINK DEAN, Para cambiar nuestras escuelas. Reunir la eficacia y la mejora.
Octaedro. Barcelona, 1999.

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