Está en la página 1de 9

Lic. M.T.

Sarthe 1
Tratamiento Psicopedagógico

Enfoque Psicoanalítico del


Tratamiento Psicopedagógico

Silvia Schlemenson

Facultad de Psicología UBA

RESUMEN

Los niños con problemas de aprendizaje presentan restricciones, fracturas e inhibiciones en su


producción simbólica, evaluables a partir del análisis de sus modos de interpretar la realidad y
relacionarse con el mundo. El trabajo terapéutico propuesto en el presente artículo tiene por
objeto focalizar en las restricciones características de la producción simbólica de un niño
expresadas en sus dificultades escolares y tratar de intervenir para recuperar su deseo por el
investimiento del conocimiento con la consecuente modificación de su problemática educativa.
La totalidad de los conceptos que se desarrollan abrevan en la teoría psicoanalítica desde la
cual se extraen las propuestas específicas. El artículo analiza las condiciones del encuadre de
dicho tratamiento, el tipo de intervenciones características del mismo y el cambio psíquico
esperable como indicador de eficiencia terapéutica. En relación al encuadre se profundiza en la
caracterización del tiempo y el espacio de cada sesión, el tipo de material que se utiliza y las
peculiaridades de la relación transferencial que lo distinguen. A lo largo del trabajo se
jerarquizan las particularidades de la actividad representativa de cada niño en los distintos
momentos del tratamiento.

Palabras clave: Tratamiento psicopedagógico, Encuadre, Formas de


intervención, Cambios psíquicos posibles.

El tratamiento psicopedagógico se distingue de cualquier otra forma de abordaje clínico, pues


está exclusivamente dirigido a la asistencia de niños que presentan problemas de aprendizaje.

El proceso de aprendizaje definido en sentido amplio es aquel que incluye el conjunto de


factores incidentes en las particularidades de la relación de un sujeto con el mundo cuando
integra e incorpora conocimientos. No se circunscribe exclusivamente al aprendizaje escolar
sino a la manera individual de procesar las novedades, condicionada por la plasticidad
subjetiva para instrumentarlas y transformarlas dinámicamente.

Nuestra experiencia se desarrolla con niños y jóvenes en edad escolar, pues durante este
período la escuela representa un lugar de exposición pública de las habilidades
individuales. Quienes tienen problemas para transitar por la misma, quedan socialmente
expuestos en sus dificultades por las cuales padecen de un sufrimiento psíquico
complementario que se alivia y elabora con un tratamiento focalizado en su problemática
específica.
Lic. M.T. Sarthe 2
Tratamiento Psicopedagógico

Los niños con problemas de aprendizaje presentan restricciones, fracturas e inhibiciones en su


producción simbólica, evaluables en las formas de incorporar novedades, o los modos de
concretar su actividad gráfica, narrativa, o lecto-escrita.

Llamamos producción simbólica a la modalidad particular de cada niño para organizar su


actividad representativa que da cuenta de las distintas formas de procesar el conocimiento e
interpretar los objetos con los cuales el sujeto interactúa. La actividad representativa es
singular. Sus marcas permiten deducir aspectos relevantes y distintivos de la organización
subjetiva de quien las produce. En los niños con problemas de aprendizaje la producción
simbólica es pobre, rígida y caracterizada por serias fracturas para la transmisión y
comprensión social de los conocimientos que se resuelven al interior de un tratamiento
psicopedagógico que permite elaborarlas y enriquecerlas.(p.147). Para Horkheiner, no
entanto,“por mais que o pensamento tente (...) imitar a vida do objeto e assim amoldar-se a
ele, tampouco é o pensamento ao mesmo tempo o objeto em questão...”(p. 150).

El tratamiento psicopedagógico focaliza entonces en las características particulares de la


producción simbólica de cada niño y trata de encontrar el sentido clínico e histórico-subjetivo
en el cual se sostiene, intentando modificarla clínicamente para ampliar la relación que el
sujeto tiene con el mundo.

El trabajo terapéutico se propone entonces recuperar el deseo por el investimiento del


conocimiento y enriquecer en los pacientes sus posibilidades psíquicas de insertarse
satisfactoriamente en la sociedad a través de estrategias que activen la transformación
dinámica de sus producciones representativas.

El deseo por el investimiento de los objetos sociales no comienza ni se consolida en la escuela


sino que requiere de un ejercicio de proximidad y distancia de los objetos primarios
suficientemente satisfactorio como para poder soportar la dimensión de ausencia que genera la
inclusión del niño en el espacio escolar o social. Si las relaciones iniciales fueron escasas o
excesivas, la ausencia de las figuras primarias se torna insoportable y la actividad sustitutiva
requerida para cubrir satisfactoriamente nuevas oportunidades de investimiento se reducen.
En estos casos, el tratamiento abre oportunidades de elaboración de las mismas para modificar
el posicionamiento psíquico de un niño en relación a su estructura parental y el mundo.

Encuadre

El encuadre incluye un conjunto de elementos que permanecen estables durante el tratamiento


del niño. Según Green (2005), alude al conjunto de condiciones de posibilidad requeridas para
el ejercicio de la función terapéutica y abarca tanto a los aspectos materiales como al tipo de
relación que se establece para concretarla.

En el tratamiento psicopedagógico pueden reconocerse cuatro tipos de condiciones


encuadrantes. Ellas son:

1) Establecer explícitamente el tiempo y el espacio en el cual se desarrolla el proceso


terapéutico.

2) Marcar la dinámica interna de cada sesión: dividida en tres momentos distintos.

3) Usar material escolar y un cuaderno individual para cada niño.

4) Analizar tres tipos de transferencias: sobre “los otros”, sobre el terapeuta y sobre
el producto.
Lic. M.T. Sarthe 3
Tratamiento Psicopedagógico

Cada uno de los elementos anteriores se sostiene en algún supuesto teórico sobre la
incidencia del mismo en la problemática del aprendizaje.

Estabilidad del tiempo y el espacio de las sesiones

En relación al tiempo y el espacio, la duración de las sesiones es siempre la misma y el lugar


es estable, (Schlemenson, 2005). La estabilidad temporal y espacial son condiciones
características del acceso al proceso secundario que es el que frecuentemente se encuentra
fracturado en los niños con dificultades escolares. Las sesiones, tienen un tiempo idéntico
conocido por los niños y se suceden en el mismo lugar, con lo cual queda habilitado un espacio
y tiempo dedicado y compartido a la expresión de las dificultades de cada niño.

La forma en la cual el niño organiza su tiempo y espacio durante la sesión suele ser de interés
para evaluar sus posibilidades de beneficiarse con este tipo de encuadre. Los niños con
predominio de actividades de descarga o elementos fantasmáticos suelen distorsionar el uso
del tiempo y no soportan los límites del espacio establecido para el encuentro terapéutico. Este
tipo de niños, no puede incluirse en un trabajo grupal pues requieren de un encuadre con
mayor flexibilidad característico de las sesiones individuales.

Sesiones divididas en tres momentos distintos

El tratamiento psicopedagógico está ordenado en secuencias que tratan de poner en juego


cada uno de los aspectos que comprometen las actividades representativas necesarias para
cubrir satisfactoriamente las demandas escolares. Ellas son: la actividad discursiva, la
escritural y la lectora.

El primer momento de cada una de las sesiones promueve la actividad discursiva a partir del
realce de cualquiera de las situaciones conflictivas presentadas por el niño en el tratamiento
individual o por alguno de los miembros del grupo en el tratamiento grupal. Durante el mismo
se trata de promover temáticas psíquicamente comprometedoras para los niños como
propulsoras de una cadena asociativa reveladora de las diferentes posiciones subjetivas y
subjetivantes de los pacientes en relación al conflicto planteado.

Las técnicas terapéuticas para hacer avanzar el proceso asociativo en el primer momento de
intercambio dialógico, tanto en la terapéutica grupal como en la individual, son las mismas que
la de cualquier proceso clínico: puntuación de alguna palabra significativa, reconsideración
discursiva de los conflictos expuestos y su puesta en otro niño o convocatorias sucesivas para
que los distintos niños desplieguen su posición frente al tema en cuestión.

En un segundo momento, se escribe sobre lo hablado. Esto se desarrolla de la siguiente


manera: después del intercambio (asociación libre), se establece una temática común sobre la
cual los chicos van a escribir derivada del núcleo del debate del proceso asociativo inicial.

La producción escrita permite una nueva apertura, un nuevo despliegue simbólico y


simbolizante pues durante la misma, cada niño escribe o dibuja de acuerdo al particular
posicionamiento hallado en relación al tema expuesto en el momento inicial y se re-conoce en
lo escrito. Esta escritura es la que muestra los lugares de fractura terapéuticamente
significativos para el niño y su terapeuta.

Durante el tercer momento de la sesión, cada niño lee lo que escribió o dibujó en su cuaderno
y hace público lo escrito. Se jerarquizan las marcas distintivas de la producción de cada
Lic. M.T. Sarthe 4
Tratamiento Psicopedagógico

paciente; se lee, se intercambia y se definen las características y el contenido distintivo de


cada una de las producciones.

La dinámica de la existencia de tres momentos de la sesión es la misma en un tratamiento


individual y en uno grupal. En el trabajo grupal, los semejantes amplían las oportunidades
para la actualización de los conflictos del paciente que se multiplican y difractan por la
presencia de los otros como promotores del proceso reflexivo en la actividad psíquica de cada
niño. En el individual, la atención se focaliza en el análisis del producto o sea, en el particular
modo en el cual el niño resuelve sus tareas.

Se usa material escolar y cuaderno

Tanto en el tratamiento individual como en el grupal los niños tienen un cuaderno que guardan
en una caja. La caja puede decorarse (pegar recortes de revistas, dibujar, pintar, etc.) y
cumple el lugar de referencia común del proceso terapéutico.

En el tratamiento grupal, al finalizar cada sesión, los niños guardan sus cuadernos en la caja,
que vuelve a abrirse en las sesiones venideras cuando se inicia el segundo momento de
escritura.

El cuaderno que los niños utilizan para escribir o dibujar, es un elemento común entre la
escuela y la clínica. En la clínica, actualiza la problemática escolar de este tipo de niños y
ofrece una oportunidad para encontrar en él, los soportes subjetivos que sostienen sus
dificultades. Las relaciones significativas entre el tipo de uso que cada niño realiza de su
cuaderno y las características de las producciones que concreta en el mismo, surgen de los
procesos asociativos que se promueven para analizar sus trabajos.

El cuaderno es un patrimonio individual que puede o no compartirse y la caja es una suerte de


arconte (Derridá, 1995), en la cual pueden incluirse las alegrías y las penas. El reencuentro
semanal con lo producido anteriormente facilita la reconstrucción individual del proceso
terapéutico y el recorrido de los cambios en la producción simbólica de cada niño. A modo de
archivo (Derridá, 1995), posibilita una ligazón entre el pasado y el porvenir en relación a su
incidencia en un futuro no resuelto. Las transformaciones que se suceden, habilitan la revisión
de situaciones pasadas, modificadas.

Se analizan tres tipos de transferencias.

El tratamiento psicopedagógico trabaja entonces en el análisis de tres ejes transferenciales.

El primero de ellos es sobre los miembros del grupo, el segundo es sobre el terapeuta
reconocido como el facilitador de la emergencia de situaciones conflictivas y el tercero en
relación con la producción propiamente dicha (el cuaderno).

El grupo es el instrumento privilegiado para analizar el primero de los ejes transferenciales en


el cual el tipo de proyecciones que se concretan sobre “los otros” pueden ser consideradas
como la expresión de aspectos intersubjetivos que se entrelazan en un juego de
identificaciones cruzadas, combinaciones de modos de investidura característicos y
representaciones de conflictos inconscientes.

Este primer tipo de transferencia llamada “transferencia lateral” (Kaës, 1995) es exclusiva del
tratamiento grupal. En ella, la presencia de un compañero, reconocido como otro, a la vez
extraño y familiar, abre con sus respuestas, silencios, agresiones y oportunidades para la
reflexión sobre aspectos que motivan un tipo de relación transferencial movilizadora de viejas
Lic. M.T. Sarthe 5
Tratamiento Psicopedagógico

y nuevas representaciones acerca de aspectos conflictivos y formas de desempeño no


reconocidas como propias.

El grupo se constituye entonces en una red de intercambios temáticos, subjetivos y


conflictivos, que requieren ser pensados en relación a las investiduras y relaciones
transferenciales que moviliza. De acuerdo con Kaës (1994), consideramos que la terapia
grupal, abre la disponibilidad terapéutica para escuchar lo que se produce y realzar lo que se
anuda para intentar des-anudarlo. La función del analista en esta situación es la de mantener
un espacio suficientemente abierto en el trabajo asociativo de cada niño para profundizar en la
comprensión clínica de la problemática de cada uno de ellos.

El análisis del la transferencia sobre el analista se refiere al terapeuta como facilitador de la


proyección de aspectos transferenciales ligados a su lugar de adulto, asimilable a las figuras
docentes y parentales para tratar de correlacionar la dinámica discursiva y posicional de cada
sujeto con el sentido intersubjetivo e histórico que la sostiene.

El terapeuta está a cargo del dispositivo. Para hacerlo posible, motiva la libre asociación y
expresión de parte de los niños sobre sus dificultades escolares y extraescolares; realza las
situaciones conflictivas y de sufrimiento; trata de constituir un espacio psicoanalítico de
análisis de los aspectos pulsionales y situaciones psíquicamente significativas para cada niño,
suspendiendo cualquier tipo de intervención interpretativa lineal que obture su discurso. En
todo momento intenta teorizar íntimamente, sobre las características intrapsíquicas presentes
en las producciones discursivas o narrativas de un sujeto y su relación con aspectos de la
intersubjetividad que la sostienen, recuperando la dinámica transferencial como un factor
central para la elaboración de sus hipótesis clínicas y el diseño de formas de intervención
específicas.

Para Green (2005), el terapeuta puede intervenir porque tiene un conjunto de conocimientos
psicoanalíticos que le posibilitan mantener una atención flotante específica ligada a encontrar
el sentido libidinal que tienen las formas de relación entre los niños al interior del grupo de
tratamiento (aspectos intersubjetivos) e interpretar las formas de presentación de las marcas y
producciones de cada uno de ellos en su trabajo en el cuaderno (aspectos intrapsíquicos).

El tercer eje de transferencial sobre el cual el terapeuta interviene es sobre las formas que
presenta la actividad pulsional cuando un niño lee o escribe, más precisamente en las
características particulares de sus procesos de investimiento y desinvestimiento sobre los
objetos sociales. Las intervenciones que el terapeuta hace sobre las mismas tienden al realce
de los indicadores de sufrimiento psíquico que le produce la relación con algún área del
conocimiento, asimilable a los errores que rompen el orden y transforman dichas fracturas en
significativos procesos de desobjetalización selectiva del mundo.

En los niños sin problemas de aprendizaje predomina una función objetalizante (Green, 2005)
pues su actividad psíquica se caracteriza por una relación de ligazón y desligazón dinámica con
los objetos de conocimiento, mientras que en los niños con dificultades hay fuertes tendencias
a la desobjetalización por predominio de una actividad rígida motivada en un retiro de cargas
de alguna de las áreas del conocimiento que parcializan significativamente la forma de relación
del niño con el mundo.

En el tratamiento psicopedagógico las condiciones materiales aluden a la existencia de un


cuaderno individual en el cual quedan las marcas de los procesos de simbolización sobre los
cuales se interviene.El uso particular que el sujeto hace de su cuaderno durante las distintas
sesiones permite deducir aspectos intrapsíquicos significativamente proyectados en la tarea
que concreta.
Lic. M.T. Sarthe 6
Tratamiento Psicopedagógico

Intervenciones

La dinámica de las sesiones se pone en marcha a partir del intercambio discursivo que
promueve el coordinador cuando invita a los niños a hablar acerca de sus problemas, conflictos
o situaciones cotidianas. En esta oportunidad se realzan aquellos temas más conflictivos para
los niños y las intervenciones tienden a generar una cadena asociativa sobre los mismos.

El intercambio dialógico que se concreta al iniciarse cualquier sesión resulta un momento


propicio para las contraposiciones y disyunciones de los distintos pareceres de cada paciente.
El posicionamiento particular que cada uno de ellos expresa resulta una oportunidad de
intervención terapéutica sobre el posicionamiento narcisístico de un niño en relación al
conflicto expuesto por alguno de sus compañeros. Las intervenciones tienden en estas y
muchas otras oportunidades, al realce de los aspectos de la subjetividad comprometidos en el
tema tratado.

El terapeuta interviene siempre en relación a algún conflicto y lo realza. Realzar el conflicto


significa encontrar los aspectos de placer y sufrimiento que atraviesa el sujeto en cada una de
las situaciones descriptas para tratar de entenderlos y elaborarlos con el paciente, quien podrá
producir de este modo una postergación de lo cotidiano y lo habitual para abrir un proceso
asociativo que le permite incluir nuevas dimensiones en la comprensión de sus dificultades. La
intervención es entonces una suerte de realce de aquello que viene; es la oportunidad de abrir
otro espacio para lo cotidiano, desde lo cual se inter-viene, apuntando a la singularidad, con
el objetivo de fracturar las certezas y lograr la inclusión de nuevas narrativas. Por su condición
de instrumento de ruptura de lo establecido, las intervenciones terapéuticas son parte de un
proceso reflexivo (Schlemenson, 2005), caracterizado por la puesta en cuestión de lo
aparentemente instituido. Facilitan la caída de los discursos únicos, diversifican y difractan las
relaciones causales, encuentran nuevos sentidos en un trabajo psíquico complejo del cual
participa el terapeuta y todos los otros miembros del grupo. Suelen ser propulsoras de una
cadena asociativa que inscribe los conflictos individuales desplegados en el posicionamiento
discursivo de cada niño en la trama de las relaciones y propuestas de sus compañeros.

El segundo momento del trabajo grupal, aquel en el cual cada uno de los niños escribe en su
cuaderno sobre su posicionamiento interpretativo singular en relación a la conflictiva expuesta
en momentos del intercambio discursivo, reproduce una situación de “encuentro” (Aulagnier,
1975), con la tarea y aspectos de su subjetividad, tratados ambos como expresión
característica de modalidades de investimiento y desinvestimiento singularizables que se
pueden distinguir en las distintas formas que adquiere la escritura para cada niño.

El análisis que se realiza sobre lo que cada niño escribe, se centra en las particularidades y
diferencias y en los errores como elementos distintivos del sujeto y no constructivos de la
lengua. Se abandona la interpretación constructivista característica del aprendizaje escolar
para incluir los elementos deconstructivos (Derridá,1971) representativos de la clínica
psicopedagógica.

Para organizar el eje de las inter-venciones resulta de utilidad recordar el concepto de


différance propuesto por Derridá (1995) como el lugar de los espaciamientos, de realce y
diferencia, facilitados por un juego asociativo propuesto por el terapeuta sobre los elementos
que quiebran la escritura de un niño. Este juego asociativo aproxima nuevos sentidos a viejos
errores.

El error que un niño comete en forma sistemática, (confunde algunas letras, suprime otras,
corta las palabras arbitrariamente) puede ser comprendido como una marca distintiva de las
características de su productividad simbólica que requiere ser realzada, diferida y asociada a
las distintas significaciones que el niño pueda dar para ampliar el conocimiento de los aspectos
consientes e inconcientes en los cuales se sustenta.
Lic. M.T. Sarthe 7
Tratamiento Psicopedagógico

Las formas estables de escribir y equivocarse de cada niño, en especial aquellas que alteran el
código convencional, representan un modo de inscripción y subjetivación del sujeto a través de
la escritura que puede ser analizado deconstructivamente. (Derridá, 1971). Llamaremos
proceso deconstructivo a este juego asociativo que permite modificar el centro del error, diferir
su interpretación e incluir múltiples asociaciones y entrelazamientos simbólicos para
justificarlo. Se trata entonces de realzar el error para resignificarlo y promover un trabajo
psíquico que abra nuevas oportunidades de investimiento del mundo.

El proceso deconstructivo posibilita poner el eje en lo extraño, lo diferente, lo equivocado como


distintivo de aspectos inconscientes que fracturan la lógica del pensamiento. Se aplica tanto al
intercambio diálogico inicial, como a la escritura individual y al intercambio leído final. En todas
estas oportunidades aparecen entonces las confusiones y errores como puntos de realce que
permiten ligarlos a cadenas asociativas tendientes a desplegar nuevos modos de productividad
simbólica. La deconstrucción no supone el pasaje de un concepto a otro sino la oportunidad de
una segunda lectura, invertida, subordinada y distinta de las marcas y fracturas existentes.

La lectura característica del tercer momento del tratamiento psicopedagógico, actúa como una
segunda escritura, una interpretación de elementos intertextuales que enriquecen y modifican
lo escrito mientras potencian una nueva manera de asociar sobre las marcas existentes, en la
cual se ponen a trabajar los textos de cada uno de los niños con los de sus compañeros. El
análisis se centra tanto en el sentido como en la forma, pues ambos representan aspectos de
la subjetividad comprometidos en el proceso de escritura que cada uno expone en el momento
del intercambio final.

El intercambio intertextual final, no supone un término o conclusión terapéutica definitiva sino


que tiende a generar un proceso de apertura en búsqueda de distinciones y nuevas ligazones.

El trabajo terapéutico en la sesión trata de mantener una preocupación constante en el


progreso de cada paciente en relación a los aspectos intrapsíquicos e intersubjetivos que se
juegan en cada una de las producciones del niño.

Cambio psíquico en el tratamiento psicopedagógico:

Hablamos de cambio psíquico cuando las producciones de un niño en tratamiento


psicopedagógico comienzan a tener mayor heterogeneidad representativa, es decir cuando sus
modalidades de simbolización muestran flexibilidad sustitutiva, cuando abandonan las formas
rígidas de los inicios y permiten la expresión de anhelos, deseos, angustias y temores sin
enquistarse.

Todo niño se expresa habitualmente mediante una variedad representativa que se corresponde
con distintos niveles de complejidad psíquica. Para Green (2005), cada una de las formas de
organización de la actividad psíquica se presenta en la actividad representativa como un
gradiente en el cual las distintas modalidades de productividad simbólica pueden ser leídas
como partes de una serie heterogénea. Cuando aparece una forma de actividad representativa
correspondiente a uno solo de los momentos característicos de la organización del psiquismo,
se pierde la relación gradual con todas las otras, subordinando de manera rígida y restrictiva
su articulación dinámica con las demás. Dicha rigidez, lleva a la pérdida de la complejidad
simbólica y la plasticidad de los recursos representativos. En éste caso, una de las formas
representativas adquiere predominancia excluyente y pierde su relación con el concepto de
gradiente.

Los niños con perturbaciones representativas quedan fijados a un tipo de actividad


representativa excluyente. Por ejemplo: muestran actividades psíquicas con predominio de
Lic. M.T. Sarthe 8
Tratamiento Psicopedagógico

descargas características del proceso originario, o producciones atravesadas mayoritariamente


por elementos fantasmáticos, característicos del proceso primario o extremadamente ordenado
y controlado, características del proceso secundario.

En la dinámica del tratamiento psicopedagógico la actividad representativa puede cambiar y


tender a una mayor heterogeneidad característica de un tipo de producción simbólica que
favorece los procesos de investimiento de los objetos sociales y el conocimiento escolar, por lo
cual, la plasticidad en el uso de distintos recursos simbólicos es uno de los indicadores de
cambio psíquico de dicho tratamiento.

Otro de los indicadores de cambio psíquico en el tratamiento psicopedagógico es el que evalúa


las formas en las cuales el niño resuelve sus conflictos. El incremento de recursos narcisísticos
en la resolución de situaciones conflictivas es también uno de los indicadores de cambios
psíquicos que probablemente intensifican el deseo de cualquier niño por incorporar novedades
y conocimientos.

La mejora en el rendimiento escolar concomitante con los cambios psíquicos de los niños con
problemas, modifica su posición frente a la familia y sus semejantes, situación que redunda en
satisfacciones complementarias que mantienen vigente el deseo por la incorporación de
nuevos conocimientos.

Algunas palabras sobre el tratamiento individual

El proceso diagnóstico que antecede el inicio del tratamiento grupal es el mismo que para el
tratamiento individual.

Las principales diferencias entre ambos se juegan en las características del encuadre. En el
tratamiento individual, se pierden los beneficios del incentivo a las transferencias laterales y
se intensifica la transferencia con la tarea y con el terapeuta.

La transferencia con la tarea, permite realzar los modos característicos de producción simbólica
de un niño en forma constante. Los errores y dificultades, abren la oportunidad de un proceso
asociativo más intenso atento a la disgregación de la producción del niño y el realce de las
situaciones conflictivas que refuerzan y primarizan la relación transferencial con el terapeuta.

El terapeuta es quien instituye las diferencias y da paso al proceso deconstructivo, a partir de


profundizar en los modos de resolución de los conflictos y las perturbaciones cognitivas. La
problemática específica adquiere realce y la relación con el desempeño escolar se torna
prioritaria

.El tratamiento individual posibilita elaborar estrategias clínicas específicas para la resolución
de las características de desobjetalización y desinvestimiento en el área en la cual el niño
presenta sus restricciones. (Green, 2005). Este modo de abordaje facilita un tratamiento de
algunos problemas específicos (lectura, escritura o numeración), con estrategias cognitivas
complementarias a las intervenciones clínicas anteriormente descriptas. La elección de uno u
otro modo de abordaje depende de las oportunidades asistenciales de los niños consultantes.
Lic. M.T. Sarthe 9
Tratamiento Psicopedagógico

Síntesis sobre el enfoque psicoanalítico del tratamiento


psicopedagógico

1) Promueve los procesos de investimiento del conocimiento y la actividad escolar.

2) Focaliza en la producción simbólica de cada niño.

3) Favorece la complejización de la producción simbólica.

4) Abre oportunidades para modificar el posicionamiento psíquico de un niño en relación a su


estructura parental y el investimiento de los objetos sociales.

Referencias Bibliográficas

Aulagnier P. (1975). La violencia de la interpretación,. Buenos Aires. AR.: Amorrortu Editores.


Derrida J. (1971). De la gramatología.,Madrid, ES.: Siglo XXI Editores.

Derrida, J. (1995). Mal de archivo. Una impresión freudiana. Madrid, ES.: Editorial Trotta

Green A. (2005). Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Desconocimiento y


reconocimiento del inconsciente.Buenos Aires, AR.: Amorrortu editores.

Kaes R. (1994). La invención psicoanalítica del grupo. Buenos Aires, AR.: Argentina de
Psicología y Psicoterapia de Grupo.

Kaes R. (1995). El grupo y el sujeto del grupo. Buenos Aires, AR.: Amorrortu Editores.

Schlemenson S. (2005). Subjetividad y lenguaje en la clínica psicopedagógica, Bs As, Paidós

http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1676

También podría gustarte