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ENSAYO Nº 1

SEMINARIO PREHISPÁNICO I

Ruddy Daly Rosales Martínez

Arequipa, febrero 2017


Sacrificios Humanos de Altura: La “Cápac-cocha”

«... acaben ya conmigo que para fiestas bastan las que en el Cuzco me hicieron...»
Tradición oral, recogida en Ocros-Anash

La civilización Inca o Tahuantinsuyu, como también otros pueblos en el Antiguo Perú, practicaron los
“Sacrificios Humanos” entre sus costumbres. De acuerdo a su cosmovisión, servían para restaurar el
equilibrio en periodos de fenómenos naturales como “el Niño”, que se ha venido presentando en los andes
sudamericanos, desde hace miles de años, al que se le atribuye también, la desaparición o colapso de varias
culturas, muchas de ellas de una gran importancia que marcarían una preocupación constante en la
mentalidad de la población, que veían en estas parafernalias una manera de apaciguar la ira de los dioses.

Las fuentes

El trabajo etnográfico, correspondiente a las crónicas, los descubrimientos de la arqueología, entre los que
destacan los del proyecto denominado “Santuarios Andinos de Altura”, sumados a los modernos exámenes
a los que fueron sometidas los cuerpos encontrados, nos han brindado información valiosa sobre la gran
civilización que corresponde al último periodo del desarrollo cultural en los andes “Los Incas”

La cosmovisión Andina y los sacrificios a los Apus.

La visión que tenía el hombre andino sobre su cosmos, se basaba en algunos principios que regían toda su
forma de vida, manifestándose en todas sus actividades, especialmente aquellas de gran importancia como
el nacimiento, la enfermedad, la muerte y también los fenómenos que rompían la armonía u orden
establecido. Así, la dualidad, los opuestos complementarios, la reciprocidad, la búsqueda del equilibrio y
el elemento holístico, eran los principios básicos de los hombres del ande.

Wiracocha como dios principal, era un dios integrador de todos los cultos, el significado de su nombre (Apu
kon tiksi wira cocha pacha yachachi) era: Apu (señor), kon (agua), tiksi (principio o fundamento y en
quechua grasa o cebo), wira (lo que hace dar fuerza vital, en aymara sangre), cocha (laguna o fuente,
espíritu de las aguas), pacha (tiempo y espacio, mundo o universo).

Las montañas a manera de huacas o lugares sagrados, fueron los sitios escogidos para realizar este tipo de
rituales, lugares propicios tanto para entrar en contacto con los Achachilas, como para que los cuerpos
ofrendados a los “Apus” se mantuvieran casi intactos, permitiendo una gran conservación y a través de los
estudios modernos, conocer más detalles, de una gran civilización, que por no haber dejado escritura, aun
hoy en día presenta muchos misterios.

La muerte y su visión holística


Para el hombre andino, la muerte no era el fin de la existencia, ya que significaba más bien el
paso de una vida a la otra, así cuando el hombre moría, su espíritu, alma (quechua) o ajayo
(aymara), pasaba al “chamac pacha” (sin luz) a los ocho días se le realizaba un ritual, este
coincidía con el proceso natural en que a los difuntos se les revienta los ojos (quedan ciegos). Se
le enterraba su perro “Anucara” o “alcco”(aymara), quien lo guiaría por las cumbres de las altas
montañas y los cráteres de los volcanes (morada de los perros), para embarcarlo a su viaje por la vía Láctea
“Mayu Coullur” o rio de estrellas, conocido también como “camino de Santiago”. Además se le
enterraba también su acémila, (wilancha) para que cargue todo lo necesario que necesitaría el
difunto en la otra vida, este viaje duraba tres años, para finalmente reunirse con su dios Wircocha,
luego regresaba a su hogar, cuidándolo y descansando para siempre en las cumbres de las montañas,
lagunas o quebradas, convertido en achachila.
Estos elementos están representados en su calendario colla, que no son otras cosas que manchas oscuras
en medio de la resplandeciente vía láctea.

Los miembros de la comunidad compartían con los muertos, como en ninguna otra parte del mundo,
durante el mes de noviembre o Ayamarca (fiesta de los muertos), realizaban una serie de rituales, como el
escarbo de huesos, o el alma despacho “alma dispachu”, donde ofrecían a sus familiares difuntos toda
clase de comidas y el primer sorbo de la chicha.

El culto al agua en el antiguo Perú.

Existen muchos mitos, relacionados al culto al agua, cuya importancia radicaba en que el líquido vital,
era considerado fertilizador de la tierra, “la mama pacha”, en su concepción femenina, este elemento
proveniente del deshielo de las altas cumbre “Apus” o montañas sagradas. Señores de túnicas blancas, que
dan origen a los ríos, a través de puquios y manantiales.
Las Montañas o Achachilas y su relación con el agua
Según Julio Bustinza Menéndez, los Apus, eran el espíritu de la montaña, de donde descendieron los
ancianos fundadores y donde habitaban ahora los mismos antepasados, así todo accidente geográfico tienen
su historia y su nombre y hasta nos dejan ver sus rostros de Auquis o Apus. El poder de los nevados radica
en su capacidad de controlar los ciclos del agua, determinando la suerte de la práctica de la agricultura en
los Andes.
Eran además los comunicadores entre el Hanan Pacha y el Uku Pacha, ya que mediante sus raíces
descienden hasta el mundo subterráneo y llegan hasta los cielos, los cerros, aspiran el agua del cielo y la
exhalan a la tierra.

La ceremonia de la Capac-cocha

Las crónicas han dejado testimonios de los rituales propiciatorios conocidos como “Capac-cocha”, estos se
realizaban periódicamente o en ocasiones especiales, por ejemplo al romperse el equilibrio o armonía, lo
que para el habitante andino simbolizaba el caos. De acuerdo a su cosmovisión este debería restablecerse a
través de una ofrenda, que a manera de “Reciprocidad” retribuya a las deidades sus dones otorgados a los
hombres, además, estos que tenían la capacidad de restablecer el orden o equilibrio.

Los sacrificios que se realizaban en las diferentes ceremonias, eran principalmente de niños, tanto varones
como mujeres, que tenían entre 5 y 15 años, se caracterizaban porque carecían de machas o cicatrices, es
decir eran hermosos de rostro y se habían mantenido célibes, es decir, no se habían realizado aún.

Preparados especialmente para estos menesteres, las niñas eran dedicadas al culto, en los denominados
Acllawasis, o casa de las escogidas del Sol.

Según el texto citado por la investigadora, María del Carmen Martín Rubio, el
c r o n i s t a jesuita Bernabé Cobo, relata así el episodio de su elección y educación:
«... A cada provincia se despachaba un juez o comisario nombrado por el Inca, que sólo entendía en
este negocio de recoger niñas, guardarlas y enviarlas al Cuzco cuando estaban en edad; y llamábase
Apupanaca; el cual discurriendo por los pueblos de su jurisdicción, tenía potestad de señalar todas las
que a él le pareciesen hermosas y de buena traza y disposición, desde ocho a nueve años para abajo, a
las cuales llamaban Acllas, que es tanto como escogidas y había en cada cabecera de gobernación la
suya. Criábanse allí hasta los catorce años en compañía de las mamaconas, que eran las mujeres
recogidas y dedicadas al servicio de sus dioses al modo de monjas, o de las vírgenes vestales de Roma;
las cuales enseñaban a estas niñas todas las obras y ejercicios mujeriles, como tejer lana y algodón, guisar
de comer, hacer sus vinos o chicha, con los otros ministerios que pertenecen a mujeres»1

1
M a r í a d e l C a r m e n M a r t í n R u b i o : “ La cosmovisión religiosa andina y el rito de la Capacocha”
Los sacrificios humanos iban acompañados de ofrendas a los Apus y también elementos necesarios para
realizar un ritual en la cima de la montaña, en este tipo de ceremonias eran indispensables algunos
elementos como, el maíz, en forma de chicha, la coca y el spondylus.

La chicha y la coca eran considerados como sagrados y además cumplían el rol de sedantes para hacer más
fácil el sacrificio de los niños, que en algunos casos no presentan una sensación de dolor en su rostro. El
spondylus, era considerado como el alimento preferido de los dioses, y gozaba de un gran prestigio como
indicador climático, provenía directamente de la mama cocha, por lo que era infaltable en todas las
ceremonias y rituales propiciatorios.

Los aríbalos de tipo ceremonial, los keros de madera, además de escudillas de arcilla ornitomorfas,
conformaban también los objetos que acompañaban a la ofrenda principal, humana, que también llevaba
un ajuar funerario finamente preparado para la ocasión.

En virtud del proyecto “Santuarios Andinos de Altura”, que lo ha venido desarrollando la Universidad
Católica santa María de Arequipa y la universidad de Varsovia – Polonia, se han podido encontrar varios
cuerpos momificados, tanto en el Perú como en Chile y Argentina, que han dado nuevas luces sobre estos
rituales.
En el Perú se han podido recuperar hasta el momento 14 cuerpos:
Ampato - cuatro cuerpos
Pichu Pichu - tres cuerpos
Sara Sara - un cuerpo
Misti - seis cuerpos

La Momia Juanita

Según los informes de Ruth Salas H. estas niñas


escogidas desde temprana edad para tal fin, «…eran
criadas en el Secqui wasi (casa de los elegidos)…
Vivian con muchos cuidados tanto en su
alimentación, vestiduras, educación y tratos… serían
los elegidos para ser intermediarios entre el Inca y
Viracocha (el creador) y eran considerados
divinidades terrenas…» (Ruth Salas H.: 2001)
Después de realizar los respectivos rituales en el Cuzco, conocidos como Capac cohca, los niños
designados iniciaban su traslado hasta su última morada, la cumbre alta de una montaña sagrada:

«Comenzaba la peregrinación hasta el Apu designado, pasaban por pueblos donde eran
recibidos los por niños del pueblo vestidos de blanco, quienes les ofrecían alimentos, bebidas
y regalos; los pobladores adultos observaban pasar este río de perfección desde lo más alto.»2

Llegados al Apu Ampato (Sapo), se iniciaba un ritual, donde


después de adormecer a la niña, con sustancias como la chicha
madura y coca, fue ultimada con un golpe de macana, de acuerdo
a las tomografías a las que fue sometida, aunque para algunos
investigadores, habría muerto de exposición al frio, el mismo
típico de la alta montaña, que conservaría el cuerpo de la niña
hasta que el montañista Miguel Zarate, la encontraría cerca de su
lugar de entierro, ya que la erupción del volcán Abancay, habría
derretido el casquete polar, dejando libre el cuerpo de juanita, el
cual se precipitó unos metros hacia abajo, lugar de su hallazgo.

La niña fue bautizada con el nombre de Juanita, en honor a Johan Reinhard, quien continuaría con los
estudios de aquel cuerpo congelado, que pronto sorprendería al mundo con su descubrimiento. Un nuevo
ascenso a la montaña daría más pistas, nuevos cuerpos, el de un niño y una niña, además de una serie de
objetos fueron hallados por la expedición, los mismos que vienen siendo expuestos por el museo
“Santuarios Andinos de Altura” en la ciudad de Arequipa –Perú, a cargo del Dr. Cesar Chávez Chávez.
(Ruth Salas H.: 2001)

Muestras de los objetos, que son exhibidos en el museo Santuarios Andinos, que fueron hallados, junto a
Juanita.

3 4

2
Ruth Salas H. “Juanita, la Niña de los Hielos”
3
Escudillas de arcilla, con representaciones ornitomorfas. (patos)
4
Estatuilla de bronce, que representa a un miembro de la nobleza “orejón”
En Argentina se han encontrado cuerpos sacrificados en los Apus de:

o Aconcagua (Mendoza)
o Chañi (Salta-Jujuy)
o Chuscha (Salta)
o Llullaillaco (Salta)
o Quehuar (Salta)
o El Toro (San Juan)

El Cerro Chuscha "La momia de los Quilmes"

El cerro de Chuscha, se encuentra ubicado en el departamento de Cafayate, al sur de la provincia de Salta,


tiene una altura de 5.468 m siendo la montaña más elevada de la región. Su hallazgo fue dado a conocer
por el Profesor Amadeo R. Sirolli, denominándola "La momia de los Quilmes" (1977). Los habitantes del
lugar la llamaron "Reina del Cerro" y mientras estuvo allí le prendieron velas y la entregaron ofrendas.

Los niños del nevado Llullayllaku

Un reciente descubrimiento ha causado gran conmoción, es


nada menos que un nuevo hallazgo, esta vez muy lejos del
Cuzco, y tiene el privilegio de presentar el cuerpo mejor
conservado de toda la historia, una niña, denominada la
doncella, también ofrendada a los apus, bajo la ceremonia de
la Capac cocha, junto a otros dos niños, que por su grado de
conservación da la impresión que hubieran estado vivos
ayer.

«En marzo de 1999, durante las excavaciones llevadas


a cabo en el santuario ubicado en la cumbre del
Llullaillaco, a 6715 metros sobre el nivel del mar…
fueron descubiertos tres cuerpos congelados pertenecientes a víctimas de sacrificios
humanos incaicos, enterrados en el interior de una plataforma ceremonial de 10 metros de
largo y 6 metros de ancho, la que estaba delimitada por muros de contención (Reinhard y
Ceruti 2000). Excavadas en la roca madre y cubiertas por el relleno artificial de la
plataforma, tres profundas tumbas en forma de pozo contenían los cuerpos y bienes
ofrendados a una profundidad de entre 1,5 y 2 metros. Las bajas temperaturas, la escasa
humedad y la ausencia de microorganismos contribuyeron a la extraordinaria preservación
de los cuerpos, los que se consideran las momias mejor conservadas que se conocen hasta
la fecha. Dichos cuerpos brindan una privilegiada vía de acceso a la compleja problemática
de la identidad y el estatus social de los individuos elegidos para vivir eternamente en el
mundo de los dioses.»5

5
María Constanza Cerruti:” Elegidos de los dioses”
El Museo Arqueológico de Alta montaña, ubicado en la región de Salta – Argentina, conserva y exhibe
los cuerpos de los niños ofrendados, encontrados en esta parte perteneciente al imperio de los incas,
de donde tomamos algunas de las siguientes descripciones.
La Niña del Rayo

Esta niña tenía un alrededor de seis


años. Estaba sentada con las piernas
flexionadas, las manos semiabiertas
apoyadas sobre los muslos y su rostro
en alto apuntando hacia el Oeste-
Suroeste.

Luego de su entierro, en algún momento de los últimos siglos la elevada temperatura de una descarga
eléctrica quemó parte de su rostro, cuello, hombros y brazos, como asimismo sus prendas y parte del ajuar
que la acompañaba.

Lleva puesto un vestido o acsu de color marrón claro ajustado en la cintura por una faja multicolor. Sobre
sus hombros la cubre un manto o lliclla de color marrón sostenida por un prendedor o tupu de plata colocado
a la altura del pecho.

La cabeza y parte del cuerpo estaba cubierta por una gruesa manta de lana oscura, y todo el cuerpo estaba
envuelto en otra manta de color claro con bordados rojos y amarillos en su perímetro.

Su cabello lacio está peinado con dos trenzas pequeñas que salen de la frente, y lleva como adorno una
placa de metal. Sus ojos están cerrados y la boca semi abierta, pudiéndose observar la dentadura.
Posiblemente como sinónimo de belleza y jerarquía, aunque también puede responder a una cuestión de
identidad étnica, su cráneo fue intencionalmente modificado, adoptando una forma cónica.6
Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) | Mitre N° 77 - 4.40

6
Museo de alta montaña Salta -Argentina
La Doncella

Esta joven mujer tenía aproximadamente quince


años de edad. Estaba sentada con las piernas
flexionadas y cruzadas, sus brazos apoyados sobre
el vientre y su rostro mirando en dirección opuesta
a la niña del rayo.

Tiene un vestido o acsu de color marrón claro


ajustado en la cintura por una faja con dibujos
geométricos que combinan colores claros y
oscuros con los bordes rojos. Sobre sus hombros lleva un manto o lliclla de color gris con guardas rojas,
sostenida por un prendedor o tupu de plata a la altura del tórax. En su pecho, cerca del hombro derecho,
tiene un conjunto de adornos colgantes de hueso y metal.

Su largo cabello está peinado con pequeñas trenzas, como era costumbre en algunos poblados de los Andes.
Los peinados y adornos en la cabeza servían para identificar a las personas cultural y geográficamente.

Su rostro fue pintado con un pigmento rojo, y arriba de la boca se observan pequeños fragmentos de hojas
de coca.

Posiblemente esta joven haya sido una aclla o "virgen del Sol" educada en la "Casa de las Escogidas" o
aclla huasi, un lugar privilegiado para las mujeres en el tiempo de los Incas.7
F +54 387 437 0592 |
El Niño
Su edad ronda los siete años. Estaba
sentado sobre una túnica gris con las
piernas flexionadas y su rostro -en
dirección al sol naciente- apoyado sobre las
rodillas.
Un manto de color marrón y rojo cubría su
cabeza y mitad del cuerpo.
Como todos los hombres de la elite incaica
llevaba cabello corto y un adorno de
plumas blancas, sostenido por una honda
de lana enrollada alrededor de la cabeza.

7
Museo de alta montaña Salta -Argentina
Está vestido con una prenda de color rojo; tiene en sus pies mocasines de cuero de color claro con apliques
de lana marrón; posee tobilleras de piel de animal con pelaje blanco y en su muñeca derecha lleva puesto
un brazalete de plata.

Sus puños están cerrados; el rostro no es visible y sus párpados están semi cerrados. Así como la Niña del
rayo, posee una ligera deformación intencional del cráneo.

Como parte de su ajuar se encontraban


cuatro grupos de objetos en miniatura
representando caravanas de llamas
conducidas por hombres con finas
vestimentas, representando esto una de
las principales actividades masculinas.

Las hondas eran usadas por los hombres


con fines rituales; con ellas lanzaban
piedras a las lagunas después de la
estación seca para atraer a las lluvias.8

La niña Tanta Carhua


«Uno de aquellos rituales fue el realizado en Ocros, provincia de Ancash. Tanta Carhua
era una hermosa niña, de diez años, natural de este lugar. Según se cuenta en leyendas
antiguas y relata el sacerdote extirpador de idolatrías, Hernández Príncipe, su padre la
ofreció como acllas o virgen del Sol a cambio del nombramiento de cacique.» 9

El inquisidor indicaba que después de ser llevada hacia el Cuzco, donde la niña participaría en grandes
fiestas y rituales en honor a las deidades, en presencia del propio Sapa Inca, regresaría para ser
ofrendada a los Apus en su tierra, donde le esperaban aún más rituales y veneraciones pero al decir
de Hernández Príncipe, la niña dijo: «... acaben ya conmigo que para fiestas bastan las que en el Cuzco me
hicieron...»

«Vestida como una reina, adornada con ricas joyas y acompañada por un suntuoso ajuar
ascendió hasta la cumbre de la montaña, donde se encontraba preparada su última morada.

8
Museo de alta montaña Salta -Argentina
9
M a r í a d e l C a r m e n M a r t í n R u b i o : “ La cosmovisión religiosa andina y el rito de la Capacocha”
Antes de ser enterrada fue adormecida con una bebida especial, tal vez chicha mezclada con
otra sustancia, tal vez coca; seguidamente la metieron en un hoyo, excavado a unos tres
metros de profundidad, y sellaron la tumba. Los acompañantes volvieron a hacer nuevos
rituales y cuando estuvieron finalizados, ba- jaron a sus casas. Entre ellos iba el padre de
Tanta Carhua, ya convertido en cacique por la gracia del Inca reinante, título que desde
entonces también ostentaron sus descendientes. Por su parte, la niña se convirtió en una
huaca venerada y respetada que protegía a la provincia y llenaba de beneficios a sus
habitantes; sin embargo, en la actualidad no se conoce el lugar donde fue enterrada.»10

Bibliografía

1. Rostworowski de Diez Canseco, María: HISTORIA DEL TAHUANTINSUYU. Instituto de Estudios


peruanos (IEP) - Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC). Lima. 1988. 332 páginas.

2. Pease, Franklin G.Y.: Los Incas. Ed. Fondo Editorial de la PUCP. Lima, 2007.

10
M a r í a d e l C a r m e n M a r t í n R u b i o : “ La cosmovisión religiosa andina y el rito de la Capacocha”
3. Espinoza Soriano, Waldemar: Los Incas, ed. Amaru. Lima, 1987.

4. Salas H, Ruth: Juanita Niña de los Hielos. Ed. UCSM, Arequipa 2001

5. El Perú a través de los siglos: Biblioteca peruana

6. Constanza Cerruti, María: Elegidos de los dioses, identidad y estatus de las victimas sacrificadas;
Volcán LLullayllacu

7. Schobinger Juan: La momia Inca del nevado Chuscha

8. INKA PACHAQAWAY – Cosmovisión andina. Jym Qhapaq Amaru. Primera edición

9. Duviols, Pierre. Revista Andina La "idolatría" anilina y sus fuentes históricas: Reflexiones en torno a
"Cultura andina y represión"

10. La extirpación de las idolatrías en el Perú. Origen y desarrollo de las campañas. A propósito de
'Cultura andina y represión de Pierre Duviols. Revista Andina

11. Martín Rubio, María del Carme: Cosmovisión religiosa andina y el rito de la capacocha

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