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HISTORIOGRAFÍA PERUANA
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Si, hubo responsabilidad y es necesario aclarar y denunciar ante la historia, con nombre
propio de quien fue esta, como decía Francisco Mostajo en su discurso del 7 de junio en el
colegio de abogados.
Si bien es cierto, los “estados – nación” y pueblos en general, buscaron y buscan hoy en día,
forjar una identidad propia, basada en una reinterpretación de su historia, que le sirva de base
para lograr la ansiada unidad de la sociedad. En nuestro caso, no será esta, nuestra directriz, ya
que no consideramos necesario, crear una historia regional oficial, ocultando o manipulando el
pasado, con el fin de configurarlo en una herramienta útil para enorgullecernos de él y así
acrecentar nuestra identidad. No sería necesario ya que propios y extraños han pregonado en
las páginas de sus obras, los no pocos acontecimientos de un pueblo como Arequipa, que se
ganó un sitial especial dentro de nuestra historia nacional, como Baluarte de la Libertad.
Sin embargo, la población de Arequipa, aunque reconocida su esencia de ciudad rebelde y
brava en los momentos más difíciles, ha sido duramente cuestionada en su participación en la
guerra del pacífico, no solamente en dichos y sentencias populares 1, sino también por
diferentes autores que prejuiciosamente calificaron negativamente la actuación del pueblo de
Arequipa en la Guerra del Pacífico. Es entonces que a partir de una revisión minuciosa de las
fuentes hoy podemos presentar ante ustedes lectores, algunas “reflexiones sobre la
participación del pueblo de Arequipa en la Guerra del Pacífico”, que estamos seguros
aclararan muchas de las controvertidas y hasta irrespetuosas acusaciones que se han hecho a
este pueblo y a su gente.
1. Una sentencia popular, creada por los críticos a nuestra ciudad reza así… “Arequipeño, que al pie del Misti naciste, En la
guerra con Chile… ¿dónde mierda te escondiste?”
Jorge Basadre,
identifico al “abismo social, junto al estado empírico” como los males, que no permitieron el
desarrollo del estado peruano, que a mediados del siglo XIX, tuvo la gran oportunidad de
lograr su desarrollo a partir de los grandes ingresos de las exportaciones del Guano de Isla,
pero los gobiernos de turno, que hicieron de este periodo uno de los más corruptos de nuestra
historia, y que además traería serias consecuencias, ya que los ingresos serian repartidos entre
unos pocos burócratas militares y civiles; la consolidación de la deuda interna y externa, cuya
corrupción escandalizó a la sociedad; y una política de empréstitos, desatinada para una
inversión ferrocarrilera mal planificada, que provocaría una aguda crisis fiscal previa a la
declaración de Guerra por el vecino país del sur.
En palabras de Carlos contreras: “…la era del guano, (con todos los
ingresos que traería), fue para el Perú como un sueño, que terminaría en
una pesadilla, de la cual nos despertamos cuando el ejército chileno
tocaba nuestras puertas…” (Sucedió en el Perú: Antonio Zapata).
A esto se sumaba la falta de previsión, ya que si durante el periodo del primer militarismo, los
gobiernos de turno se empecinaron en la compra de armamento para la defensa, al pasar al
periodo civilista, se dejarían de lado viejos principios, como el del Mariscal Ramón Castilla, que
decía “si Chile, compra un barco, el Perú, debe comprar dos”, para dar mayor importancia a la
diplomacia, anulando la construcción de dos blindados para el Perú, con lo cual perdimos
pasivamente el dominio marítimo ante Chile, que reforzaba a su escuadra con la construcción
de dos acorazados, así José Antonio Lavalle, nos cuenta que:
La cuestión limítrofe
Revisando la historia de los límites del Perú, del Profesor Raúl Porras Barrenechea,
encontramos curiosamente que los territorios perdidos durante esta guerra, algún día,
pertenecieron a la jurisdicción de Arequipa, así tenemos que:
El conflicto que se dio inicialmente, entre Bolivia y Chile, cuando en 1940 se descubrieron
depósitos de guano en la Punta Angamos, al norte de Mejillones, en el litoral boliviano, al cual
se atribuyó un valor de 60 millones de oro, al yacimiento encontrado a una legua de la costa.
Entonces contrabandistas chilenos, clandestinamente comenzaron a extraer guano de esa
zona, provocando la protesta de Bolivia, lo que terminaría con el envío de un buque chileno, y
la construcción de un fortín en Mejillones, así apareció Chile en Atacama al norte del Paposo.
(Maurtua, Pág. 17) y posteriormente mediante una ley chilena, declaran propiedad nacional,
los guanos situados al sur del paralelo 23. (Porras, Raúl; Pág. 110: 1930)
La política condescendiente del presidente boliviano Mariano Melgarejo, llevaron a la firma del
tratado del 10 de agosto de 1866, en el que se disponía que, el límite entre ambos países seria
el paralelo 24 y una comunidad territorial entre los paralelos 24 y 25, siendo este límite,
ratificado definitivamente con el tratado de 1874, en el cual además, Bolivia se comprometía a
no aumentar los impuestos existentes sobre el capital y la industria chilenas. Que al ser roto,
cuando durante el gobierno del presidente boliviano Hilarión Daza, el congreso boliviano,
aprobó un impuesto de exportación al nitrato, que gravaba con una participación de 10
centavos por cada quintal de salitre que se exportara. (Porras, Raúl; Pág. 113: 1930)
La historia regional de Arequipa, ha dejado una marca indeleble dentro de la historia del Perú,
su población, forjadora de la una identidad cultural muy particular y un carácter regionalista de
la mano del Deán Valdivia a través de publicaciones como “El Yanacocha” o su “Historia de las
revoluciones de Arequipa” y los discursos del doctor Francisco Mostajo, está presente siempre
y de manera limpia y protagónica en los pasajes más destacados de nuestra historia nacional,
motivando la dedicada y encomiable labor de muchos de tus hijos, advenedizos, particulares y
detractores a escribir una historia, sobre “…La presencia de nuestra ciudad en la historia del
Perú” (Paz Soldán, Eusebio. Pág. 8: 1990). “…Arequipa es una pistola que apunta siempre al
corazón del Perú (Lima)…”, anotaba en su obra, Jorge Basadre, el más destacado de los
historiadores de la república, así como el caso de Luis E. Valcárcel, quien en la obra “Mirador
indio” la describía así:
“…Ella que a no dudarlo, procreó el mejor mestizaje del Perú, tenía que
ser lógicamente el centro de influencia clasista… Arequipa, es el foco
siempre activo de la política peruana. En el pasado lejano o reciente, de
Arequipa partieron las corrientes revolucionarias o en Arequipa
mordieron el polvo los más poderosos caudillos.
El romanticismo democrático de los arequipeños es una fuerza de
primer orden en la política peruana.
Porque ellos viven la realidad democrática y repugnan de toda lucha
clasista, los arequipeños están llamados a desempeñar principal papel
en el futuro…” (Valcárcel, Luís. Pág. 326: 2015).
Así mismo, además del reconocimiento y alabanza de muchos escritores a la hora de referirse
a Arequipa, existen también detractores, enemigos gratuitos de la ciudad, que con un facilismo
único, han estigmatizado y acusado a través de una “leyenda negra” a la ciudad de Arequipa,
especialmente en su participación en el proceso de la Guerra del Pacífico.
Negando la participación de la misma y con todo tipo de calificativos que van desde: la
cobardía, por no presentar batalla alguna al enemigo, abandonar posiciones “inexpugnables”
supuestamente, petitorios de evitar a toda costa la batalla; hasta la traición o felonía por
revelarse contra el ejército liderado por Lizardo Montero por “el Simple delito de querer
presentar batalla al enemigo”, (Como decía Nicomedes Santa Cruz: Permite que me sonría),
para luego rendirse al enemigo y recibirlo fraternalmente y sujetos a los mandatos de Iglesias.
Entre estos prejuiciosos escritores, a la hora de referirse a Arequipa tenemos a Rubén Vargas
Ugarte, de quien tomamos este pasaje:
Los vecinos, al menos una gran parte de ellos, hicieron causa común
con esos malos patriotas y así Montero como Canevaro tuvieron que
retirarse a Bolivia…” (Vargas Ugarte, Rubén: pág. 247: 1971)
Pero, es sin duda alguna el señor Vásquez Bazán, quien falto de toda moral y respeto, en un
texto denominado “La traición de Arequipa en la Guerra del salitre” escribía:
Antes de iniciado el conflicto bélico, los ánimos de los tres países estaban a favor de la Guerra,
las propagandas que se hacían mediante la prensa, para nuestro caso (el PERÚ), las noticias de
los ultrajes a nuestros símbolos patrios en Valparaíso, la justificación de entrar en combate
dadas las versiones sobre Chile, como estado usurpador de nuestras riquezas y atropello de los
principios internacionales, la idea de una nueva victoria, (ya que teníamos frescos los
recuerdos de nuestras victorias recientes sobre todo en la del 2 de mayo de 1866, cuando
derrotamos a España en el Callao), la oportunidad de negocio que traería la guerra, para los
grandes comerciantes y también para los militares al buscar asensos por su participación en los
combates, que les permitiría así mismo oportunidades políticas, hacía que nos olvidemos de lo
tan mal preparados que nos encontrábamos para un conflicto ante un estado que había venido
reparándose para la guerra décadas atrás. (Sucedió en el Perú: Antonio Zapata).
Arequipa, no fue ajena a esta situación, más aún cuando, cuando sus pobladores recordaban,
que durante la confederación Perú – Boliviana, en 1836, la expedición chilena BLANCO
ENCALADA, con sus tres mil trecientos soldados, fueron obligados a la rendición, cuando las
tropas del general Andrés de Santa Cruz, los envolvió y neutralizó, y luego de firmar el tratado
de Paucarpata, reconociendo la confederación, se retiraron a Chile, derrotados ante la vista del
Misti.
…¡¡¡Viva!!!
… Mas no es posible, que en este instante de animación, califique
cada uno de los ultrajes que se han inferido a la honra nacional;
porque ya siento que se conmueven todas las fibras de mi ser y el
sentimiento patrio quiere cortar la voz de mi garganta; pero no! El
sagrado fuego del patriotismo que a todos enardece el corazón, me
arrancará todavía con vosotros un grito de reprobación para decir,
con toda la emoción del amor patrio herido:
¡CHILE, ATRÁS! ¡!!CHILE…
- ¡¡¡ATRÁS!!! – rujió la multitud… (CARPIO, Juan: Pág. 9: 1981)
Los pobladores de Mollendo con sus escasos defensores al mando de Carlos Llosa,
respondieron con fuegos de fusil, y se posesionaron estratégicamente ante un posible
desembarco enemigo, lo que fue respondido con el hundimiento de algunas lanchas que se
encontraban en la bahía, como podemos verificar en los siguientes telegramas.
Misiva del comandante del acorazado Lord Cochrane al prefecto de Arequipa
17 de abril de 1879
Señor prefecto del departamento de Arequipa. Comandancia del `Almirante Cochrane’. Participo a Ud. Que de orden superior y
en vista del estado de guerra en que se encuentran las repúblicas de Chile y Perú, he venido aquí con el fin de impedir el
embarque de tropas y con ese motivo y llevado del espíritu de humanidad que distingue a las naciones civilizadas traté de llevar
a cabo la destrucción de los medios de embarque que existe en el puerto, sin dañar a persona alguna.
Estando ejecutando esta operación el vecindario hizo fuego sobre los botes y el buque obligándose a retornar el fuego desde a
bordo para proteger así a los tripulantes de las embarcaciones.
No debe ocultársele a Ud. Que una vez roto el fuego, pude haber reducido el pueblo a cenizas, junto con los habitantes
indefensos.
En vista pues de lo sucedido, prevengo a Ud. Que la renovación de un acto semejante, me obligará a llevarlo a cabo; lo que
pongo en conocimiento de Ud. Para que con tiempo tome las medidas necesarias, para evitar a los individuos indefensos los
males de la guerra.
Por lo demás debo comunicar a Us. que desde esta fecha queda bloqueado el puerto, debiendo hacerse a la mar, todos los
buques existentes en la bahía, antes del mediodía del 19 del actual.
Dios guarde a Us.
Enrique M. Simpson
Capitán de Navío graduado.”
Cuando la ciudad capital de Lima, fue ocupada por los chilenos y los ejércitos de Cáceres
fueron vencidos pero no derrotados en Huamachuco y el presidente de la Magdalena,
Francisco García Calderón, fue desterrado a Chile, para dejarla al colaborador Iglesias al Mando
del gobierno en Lima, La resistencia del Perú se trasladó hacia Arequipa, que por el peso de su
historia a través del prestigio ganado en innumerables ocasiones donde la acción heroica de
sus pobladores hicieron retroceder y morder el polvo a sus enemigos, le avían de poner en
esta difícil pero aceptada situación, por los pobladores que respondieron de manera entusiasta
la instalación de un gobierno de resistencia en apoyo a su conciudadano Francisco García
Calderón, al recibir a Lizardo Montero como Vicepresidente de la república y representante del
Perú durante el exilio de García Calderón.
Esta situación queda clara cuando se encuentra una publicación a manera de hoja suelta, en el
Cusco en la imprenta de Manuel F. Minotauro, bajo el título de noticias de Arequipa y las
frases escritas por el delegado de Lima ante el congreso de Arequipa de 1883, que dicen.
Lizardo Montero, no pretendía dar una resistencia al invasor chileno, por lo menos no él solo,
más bien estaba interesado más en su papel político con el cargo de presidente encargado y
veía en Cáceres, al líder militar a quien debía apoyar, así pues no supo aprovechar el apoyo
recibido en un primer momento de la ciudad de Arequipa, no contó con un informe real de las
posibilidades de resistencia en la zona de Huasacache y Jamata y prefirió conformarse con la
posibilidad de dilatar su gobierno en una posible alianza con Cáceres a quien estaba dispuesto
a entregar su ejército.
Fue Montero, que por no prevenir con fortificaciones la ciudad, confiando demasiado en los
informes erróneos de Canevaro y Godines, de lo inexpugnable de las defensas pobres de
Huasacache y Jamata, que al ser flanqueadas por los chilenos provocando la retirada, tomo la
decisión de abandonar la ciudad con el enemigo al frente, mandando a desarmar a los
Guardias Nacional y provocando un rechazo del pueblo que se sintió traicionado.
Luego de enviar refuerzos a Cáceres, trasladarse a Puno, para luego huir hacia Argentina, en
una entrevista a u medio de ese país, hace sus descargos y no vacila en desviar su
responsabilidad contra el pueblo de Arequipa, que sin embargo él mismo admite que estuvo
dispuesto a la batalla aun en el peor momento y circunstancia para la misma.
El sr. Juan Guillermo Carpio Muñoz hace los descargos de las acusaciones contra la actuación
histórica del pueblo de Arequipa durante la ocupación chilena y que no serán aceptadas por
los que no quieren ver la realidad y prefieren la división ante una situación común, ya que no
son los chilenos los que acusan de cobardía al pueblo arequipeño, sino algunos compatriotas.
Bibliografía
BOURONCLE CARREÓN, Alfonso: “La tragedia del 79” Ed. Rocarme S.A. Lima 1985.
QUIROZ PAZ SOLDAN, Eusebio: “Arequipa: Pasado y presente” Ed. Acosta. Arequipa 1990.
QUIROZ PAZ SOLDAN, Eusebio: “Francisco Mostajo: Antología de su obra” Tomo IV Historia,
hechos y procesos. Ed. Industria Gráfica Regentus. Arequipa 2002.
VARGAS UGARTE, Rubén: “Historia General del Perú” Tomo X, La República 1879-1884. Ed.
Carlos Milla Batres. Lima 1971.
CARPIO MUÑOZ, Juan, ESCUDERO RAMOS, Carlos, LINARES MÁLAGA, Eloy, MALAGA MEDINA,
Alejandro, QUIROZ PAZ SOLDÁN, Eusebio: “Arequipa en la Guerra con Chile” Ed. Nuevo
Mundo. Lima 1991.