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“Este habitus podría ser definido por analogía con la ‘gramática generativa’ de N.
Chomsky, como sistema de esquemas interiorizados que permiten engendrar todos los
pensamientos, las percepciones y las acciones características de una cultura y solamente
éstas” (Bourdieu 1967: 152).
Los contextos educativos los docentes en nuestro que hacer pedagógico y en los
diferentes espacios de enseñanza y aprendizaje, nos predisponemos al encontrar
estudiantes que no interiorizan el término de orden dentro de un conjunto de normas y
reglas institucionales, y debemos abrir la brecha ante esta situación que tienden en
muchas ocasiones a ser exclusivas a pesar que nombramos y se trabaja con el concepto y
la necesidad de inclusión educativa pertinente, apoyados (Bourdieu, 1981) Si bien el
habitus tiende a reproducir las condiciones objetivas que lo engendraron, un nuevo
contexto, la apertura de posibilidades históricas diferentes, permite reorganizar las
disposiciones adquiridas y producir prácticas transformadoras. Identificar las necesidades
de nuestros estudiantes y sus estilos de aprendizaje permitirá abordar de manera mas
efectiva e impactante nuestra practica educativa.
Es por lo anterior que las personas siendo actores sociales imprimen e interiorizan de cada
contexto la información clasificada de su mayor y total interés, estructurando de esta
forma su pensamiento y manera de proceder en él. La capacidad de los individuos de
hacer uso efectivo de los recursos con los que cuentan es una función de la adaptación de
su habitus al campo en cuestión; el habitus, otra noción clave de la sociología de Bourdieu,
es el sistema subjetivo de expectativas y predisposiciones adquirido a través de las
experiencias previas del sujeto.
La docencia seria entonces el campo donde un conjuntos de habitus que a raíz de los años
vamos enfocando para obtener una sociedad mas culta, mas tolerante, competitiva,
innovadora y responsable donde nuestro capital permitirá llegar hasta nuestra meta mas
anhelada, ejerciendo fuerza sobre nuestros pensamientos y motivando constantemente a
lograrlo. Ejemplo seria entonces un estudiante bachiller enfocado a participar y concluir
en su pregrado aspirando desde niño estudiar para mejorar su estatus de vida, por que al
venir de una familia humilde sabe que lo que haga definirá su camino.
Los seres humanos nos movemos por motivaciones, gustos, intereses y afinidades que
vamos encontrando en los diferentes contextos y según nuestra personalidad; como
docentes debemos ser conscientes de estas predisposiciones que nacen en nuestro
quehacer educativo y trabajar por que estas no marquen ideas o pensamientos fijos sobre
cualquier estudiante, dado que nuestra actitud y forma de proceder transmite día a día a
nuestros estudiantes, seguridad, interés y conceptos propios sobre la vida misma.
El habitus se puede entender como una dimensión fundamental de la clase social de cada
sujeto; es considerado como la experiencia y las prácticas sociales derivadas de la clase
objetivada que es la posición en el sistema de relaciones sociales según el volumen y el
tipo de capital que se posee (económico, cultural, social o simbólico). Es decir, el habitus
son las disposiciones o esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a una posición social,
haciendo que personas que compartan un campo social afín tiendan a comportar de igual
forma y a compartir estilos de vida parecidos.
La posición social o los campos donde hemos crecido y fuimos formados es lo que
paulatinamente va formando y cambiando nuestro habitus con cada una de las
experiencias vividas, por lo tanto, las predisposiciones que tenemos o suponemos del
mundo intervienen en la forma como obramos en nuestro campo educativo, con nuestro
alumnos y en nuestro ejercicio docente, por ejemplo, todos los docentes o la gran mayoría
han hecho estudios de pedagogía, se han especializado en ciertas áreas y hoy ejercen su
labor, pero no todos lo hacen de una forma comprometida y consiente, por lo que al no
tener pasión o vocación por la profesión la predisposición es que su trabajo no sea 100%
de calidad.
El desafío de docente hoy en día es identificar los estilos de aprendizajes que cada
estudiante tiene, estimular sus talentos, brindado las herramientas necesarias para
facilitar su desarrollo y así poder incorporarse al campo social fácilmente y con mayor
competitividad. Sería muy sencillo donde todos los estudiantes tuvieran las mismas
características, las mismas personalidades, ya que esto facilitaría la formación de
estudiantes “modelos” dispuestos a aprender y a recibir motivación. Pero, en realidad ese
tipo de estudiante no existe, ya que partiendo desde el aspecto biológico ya todos somos
diferente y únicos; además de no existir personas idénticas, tampoco las hay impecables,
cada uno poseemos fortalezas en algunos campos que otros no las tiene y en sentido
contrario.
El ser humano es movido por sus motivaciones, gusto e intereses, aunque suele
enfrentarse a retos y desafíos que se le vayan presentando así no sean de su total agrado,
el aspecto afectivo es movido por las emociones que la persona sienta por algo o alguien.
Cómo se enunció en la pregunta anterior, cada docente busca un ideal de estudiantes,
puede que uno pretenda que todos sus estudiantes sean callados, ordenados, silenciosos
y comprometidos, mientras que otro busca que sus estudiantes sean libres, participativos,
no tenga en cuenta el orden y que se expresen con libertad. Cada uno de esos docentes es
movido por sus emociones y estilo de personalidad “las emociones han sido entendidas
como una fuerza que incrementa la motivación para la acción o como un amplificador de
los impulsos o drives” (Tomkins 1962 citado en Gondim 2010) las personas reconocemos
que las emociones son parte de la vida cotidiana, ya que nos permiten entender los
motivos que mueven nuestra vida, independientemente de las diferencias conceptuales
entre emociones, sentimientos y otros estados afectivos.
Referencias
Manzo, E. G. (2010). Las teorías sociológicas de Pierre Bourdieu y Norbert Elias: los
conceptos de campo social y habitus. Estudios sociológicos, 383-409.
Van der Horst, C., & Narodowski, M. (1999). Orden y disciplina son el alma de la
escuela. Educação & Realidade, 24(1).