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Guha, Ranajit, “La Prosa de la Contrainsurgencia”, en Saurabh Dube, Coordinador, Pasados Postcoloniales,

México, D. F. El Colegio de México, 1999, en


www.clacso.org/wwwclacso/espanol/html/libros/poscolonialismo/poscol.html

Unidad IV: La Crítica Subalternista Latinoamericana como Crítica a la Voluntad de


Representación Neo-colonial

La situación latinoamericana parece enfrentar retos inéditos en la historia cultural. Con la desinte-
gración de los estados nacionales como formas de resistencia anti-imperialista, comienzan a aparecer
otro tipo de prácticas de representación. Si el Boom era una práctica literaria donde mejor se presenta-
ba esa forma de resistencia, donde se articulaba la ideología de los estados nacionales y se configura-
ban vanguardias literarias que iban construyendo la imagen de una latinoamérica unida y auténtica, al
amparo de la ideología de la transculturación, el fin del Boom ha dado paso a una diversificación de las
formas de representación planteando nuevos retos y desafíos.
Si el “realismo mágico” fue el medio que puso la cultura latinoamericana, particularmente la litera-
tura, en el mercado mundial, justo en el momento en que las fuerzas revolucionarias y anti imperialistas
sufrían las derrotas más significativas, su fin debe abrir paso a la posibilidad de pensar nuevas formas
de relación entre lo nacional y lo imperial. Según una conocida aseveración de John Beverley, la litera-
tura del Boom alcanza su fin con la derrota de Allende,24 dado que con este hecho se pone fin a una
tradición que había hecho de las capacidades de los intelectuales un medio para movilizar imaginarios
emancipatorios a través de la actividad literaria.
Se trata del fin de una literatura con capacidad de totalización en donde la multiplicidad y com-
plejidad de los problemas culturales se representaban en el universo que construían las novelas.25 En
tal sentido, el fin del Boom es el fin de un tipo de relación representacional entre el imperio y la colonia;
después de su fin comenzarían a operar, en América Latina, otras formas de relación entre la imagina-
ción imperial y la imaginación de lo otro.
Por de pronto, el libro ha ido perdiendo su capacidad de soporte, ha dejado de ser el medio que
materializa las producciones estéticas y el espacio material en el que se realizan los imaginarios socia-
les. Pareciera, por el contrario, existir el descubrimiento de otro tipo de prácticas donde se destaca el
testimonio como forma de recuperación de las culturas orales, operación que desarma la dicotomía
entre alta cultura y baja cultura con la que, antaño, operaban las disciplinas culturales. Las prácticas de
la performance, también, han comenzado a ocupar un lugar destacado en las formas de representación
y en las estrategias de empoderamiento de las minorías. El cómic, el rock, los narcocorridos, los graffiti y
otros modos de estructuración de la imaginación, se han apropiado y diseminado en las culturas popu-
lares; ahora ellas parecen tener la factibilidad de adaptarse mejor a los cambios que los sistemas de
representación de las clases populares van requiriendo en su lucha por la representación.

24 Citado en Rama, Ángel, Más allá del Boom. Literatura y Mercado, México, Editorial Comarca, 1981.
25 Martin, Gerald, Journeys Through the Labyrinth: Latin American Fiction in the Twentieth Century, New York, Verso, 1989.

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Estos procesos han sido reapropiados y racionalizados rápidamente por las culturas académicas
que han surgido al amparo de la globalización. Un ejemplo de esta racionalización académica de los
fenómenos de la globalización cultural y la pérdida de gravitación de las prácticas letradas en la con-
figuración de la imaginación cultural, se puede señalar en la emergencia de los Estudios Culturales en
lo que últimamente se ha catalogado como Estudios Postcoloniales y Estudios de Subalternidad. Una
de las principales fuentes de la reconfiguración de los estudios sobre cultura comenzó a darse a partir
de la crítica a las formas de representación histórico-cultural que venían desarrollándose en la histo-
riográfica clásica. En este sentido, las intervenciones de E. Hobsbawn y E. P Thompson son pioneras en
la reevaluación de los materiales para una crítica de las narrativas que permanecían bajo el control de
las elites. También cabe mencionar en este sentido —a la hora de pensar en una crítica al capitalismo y
el desarrollo de los Estudios Culturales— la importancia de Raymond Williams en la reelaboración del
concepto de cultura.
La problemática de la Subalternidad se ha incorporado en los años noventa dentro de la discusión
del Latinoamericanismo en los Estados Unidos. Fruto de esta influencia, destacados intelectuales y críti-
cos formaron lo que se conoce como el “Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos”. Dicha agru-
pación albergó desde el principio a figuras como John Beverley, Alberto Moreiras, Ileana Rodríguez,
Walter Mignolo, Fernando Coronil, entre otros.
Los supuestos críticos del grupo latinoamericano tienen como fundamento las argumentaciones
ya desarrolladas por los subalternistas indios. El proyecto de la subalternidad plantea una revisión de
los estudios del Latinoamericanismo desde la perspectiva de la subalternidad. Fundamentalmente, la
tarea consistía en desarrollar una práctica crítica que permitiera salir, a los estudios latinoamericanos y
los estudios literarios, del ámbito de lo que John Beverley denominó el “Neoarielismo” o de lo que en
una dirección similar, Alberto Moreiras ha denominado “Latinoamericanismo de Primer Orden”. Tanto
para Beverley como para Moreiras, las operaciones críticas desarrolladas al interior de los estudios litera-
rios quedaban atrapadas en aquello que pretendían criticar. Desde esta perspectiva, las prácticas letra-
das tendían a reproducir las prácticas de subalternización que se producían desde el centro, haciendo
que los contenidos emancipatorios de éstas quedaran contaminadas por los intereses de las elites y sus
estrategias de posicionamiento al interior de las culturas nacionales.
Según Beverley, lo que una genealogía de la literatura latinoamericana puede mostrar es que ésta,
como práctica, está siempre involucrada en la conformación de elites, no sólo durante el período colo-
nial, sino también durante el período en el que la literatura contenía una promesa emancipatoria para
los grupos subalternos. El estudio de la ciudad letrada de Rama fue para Beverley, en algún sentido, un
libro sobre el Estado. Éste partió de la premisa de que si se traza la genealogía de la “ciudad letrada”
latinoamericana, desde el período colonial hasta el presente, no se estará describiendo sólo una insti-
tución cultural-literaria, sino que se estará también explicando algo respecto del carácter del Estado
latinoamericano. Se tendrá una comprensión más gramsciana (o foucaultiana) de la relación entre elite
cultural y hegemonía y, por ende, también la posibilidad de pensar de manera más precisa sobre los
límites del Estado, de las instituciones y de las prácticas relacionadas con éste. Los Estados-naciones
latinoamericanos no estuvieron enraizados en una relación orgánica entre territorialidad y etnicidad lin-
güístico-cultural; en ese sentido, parecen ejemplificar perfectamente la noción de Benedict Anderson

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sobre la nación como “comunidad imaginada”, producida por la literatura y la tecnología de la impren-
ta.26 Desde esta perspectiva, la conclusión resulta obvia: las prácticas literarias difícilmente pueden
resultar de ayuda a las clases populares para desarrollar un referente de liberación frente a la opresión
de la que son víctimas; muy por el contrario, ésta parece ser una práctica reproductiva del poder.
A esto se suma que el Latinoamericanismo desarrollado después de la época de la guerra fría, parti-
cularmente en las academias norteamericanas, intentaba mostrar un continente rico en diferencias cul-
turales y ofrecía una forma particular de poder disciplinario que heredó del aparato del estado imperial.
Funcionaba como instalación de la agencia de inteligencia, en la medida en que buscaba entregar sus
descubrimientos como localizaciones de nuevas subjetividades emergentes en tanto agencias de des-
estabilización imperial.
Según Moreiras, el Latinoamericanismo es “una ideología del diferencialismo cultural, su orienta-
ción básica persigue la captura de la diferencia latinoamericana para liberarla en el corral epistémico
global. Funciona pues como máquina de homogeneización, incluso cuando se autoentiende en térmi-
nos de preservar y promover diferencias. A través de la representación latinoamericanista, las diferen-
cias latinoamericanas quedan controladas, catalogadas y puestas al servicio de la representación glo-
bal. Así es como el conocimiento latinoamericanista, entendido en este primer sentido, quiere su propia
muerte, al trabajar para transfigurarse en su propia negación, o para disolverse en el panóptico”.27
En contraposición a este Latinoamericanismo —que Moreiras denomina “de primer orden”— es
posible postular otro tipo de Latinoamericanismo, de segundo orden, distinguiéndose del primero en
virtud de que de sus operaciones se desprendería un aparato anti representacional que debiera ten-
der a interrumpir el sistema de saber sobre Latinoamérica. Un Latinoamericanismo rupturista, capaz de
bloquear las tendencias epistémicas de transparencia total del sistema cultural latinoamericano. Así,
Latinoamericanismo se localizaría estratégicamente en aquellas agencias que tienden a desestabilizar
las empresas intelectuales reproductoras de subalternidad y seguiría, por esta misma vía, la estrategia
elaborada por Spivak para pensar la agencia de la intelectualidad subalternista, es decir, la agencia inte-
rruptiva del proceso de representación capturante que producen las disciplinas pro-imperiales.
El Latinoamericanismo así expuesto se definiría por su vocación y voluntad para formar alianza
con localidades alternativas agenciadas en torno a la empresa del Latinoamericanismo históricamente
constituido y contra sus efectos sociopolíticos (Moreiras, Fragmentos Globales). Una agencia subalter-
nista que resista a las agencias neo-coloniales respetando el derecho de los movimientos subalternos a
mantener una reserva de alteridad en las sombras, imposible de ser capturado por la voluntad, siempre
servil, de la representación del primer Latinoamericanismo. Esta forma de comprender la agencia subal-
terna se entiende mejor a partir de la defensa que John Beverley ha hecho del testimonio de Rigoberta
Menchu con relación a su polémica con el antropólogo latinoamericanista David Stoll. El debate con
Stoll surge de una investigación que éste hizo con el fin de someter a prueba la veracidad del testimo-
nio de Menchu. Stoll, después de permanecer un largo tiempo haciendo entrevistas a los lugareños,

26 Beverley, John, Subalternidad y Representación. Argumentos en Teoría Cultural, Madrid- Frankfurt, Editorial Vervuert
Iberoamericana, 2004, p. 120.
27 Moreiras, Alberto, “Fragmentos Globales. Espacio Migrante y la Constitución del Latinoamericanismo de Segundo Orden”,
Pág. 7, en: http://www.ensayistas.org/critica/teoria/castro/

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se siente lo suficientemente confiado como para sostener que Menchu mintió, particularmente en un
momento crucial de su testimonio, cuando dice haber presenciado la ejecución de su padre y de su
hermano en una plaza pública. Stoll pretende mostrar que el testimonio de Menchu está sobredetermi-
nado por su agenda política.
La respuesta de John Beverley se concentra en destacar la subalternización a la que es sometida
Menchu a través de este cuestionamiento, señalando que lo que finalmente se pone en juego es la tole-
rancia de los académicos para dejar que los subalternos ejerciten su legítimo derecho a hablar. Desde el
punto de vista experiencial, resulta significativo escuchar el testimonio de las víctimas del terrorismo de
Estado desde sus propias estrategias narrativas, además, ello permite al público relacionar el momento
sentimental y emocional de la transmisión de una experiencia. El argumento de Beverley para defender
a Menchu se basó en que ella reconoce no haber estado presente en la ejecución de su padre, y que la
polémica se produce debido al desconocimiento occidental acerca de la forma maya de narrar la expe-
riencia. En dicha cultura, las narraciones asumen la primera persona cuando son experiencias que sur-
gen del seno de la comunidad; es decir, en la narración se mezcla la primera persona del singular con la
primera en plural y esto se debe a que la experiencia, para los Mayas, se transmite comunitariamente.
Finalmente, el argumento de Beverley es que Menchu reconoce que ella no lo ha contado todo, porque
dentro de la comunidad hay cosas que se reservan sólo para ellos. Como se puede ver, la defensa de
Beverley deja entrever que detrás de todo el problema hay una reserva de conocimiento que pertenece
únicamente a las comunidades. En eso reside justamente la agencia de la subalternidad y es con eso
con lo que un intelectual del latinoamericanismo de segundo orden debiera solidarizar.
La estrategia del subalternismo recrea la necesidad de una relocalización estratégica de la actividad
intelectual respecto a las epistemologías colonizantes. El subalterno requiere de un quiebre epistemo-
lógico producido por una dislocación radical del sentido de la ubicación geográfica del sujeto. Según
Mignolo, “la cuestión no es por cierto que los subalternos no puedan hablar, sino que al tomar concien-
cia de que los subalternos no pueden hablar, es necesariamente hablar constantemente para incrustar
la voz en la espesura hegemónica y crear las necesarias fisuras mediante la inserción de lo local, desde
abajo, en lo global, desde arriba del promontorio”.28
Lo señalado anteriormente da a entender que los estudios subalternos tienen su propia agenda
para diseñar el mapa global, una agenda que contempla, en principio, redefinir la labor intelectual en
la división internacional del trabajo, y el lugar del trabajo manual en el nuevo contexto abierto por la
soberanía imperial.

28 Mignolo, Walter, “Espacios Geográficos y Localizaciones epistemológicas: La ratio entre la localización Geográfica y la
Subalternización de Conocimientos”, en http://www.comminit.com/la/cambiosocial/cambio2004/cambiosocial-18.html
pp.5.

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Bibliografía Fundamental Unidad IV: La Crítica Subalternista como Crítica a la Voluntad de
Representación Neo-colonial

Beverley, John, “Introducción”; “Escritura al Revés: El Subalterno y los Límites del Saber Académico”, en
Subalternidad y Representación: Argumentos en Teoría Cultural, Madrid- Frankfurt, Editorial Vervuert Ibe-
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Mignolo, Walter, “Espacios Geográficos y Localizaciones Epistemológicas: La Ratio entre la Localización


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cambio2004/cambiosocial-18.html

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