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Fundamentos pedagógicos

¿Qué es?
Los fundamentos pedagógicos en el ámbito de la enseñanza semipresencial y a distancia son el “suelo
firme” que permiten construir una enseñanza no presencial donde puedan habitar los estudiantes
cultivando sus aprendizajes.
¿Para qué me sirve?
Sin un fundamento pedagógico sólido la acción formativa no se sostiene y será más difícil llegar al
objetivo final de una formación integral. Es decir, quizás se consiga hacer una acción de instrucción
(dar conocimientos) o una acción de adiestramiento (desarrollar destrezas) pero no se podrá “educar
con fundamento” (dar una formación humana en todas sus dimensiones).

Incluso, sin intención de educar, sino sencillamente de instruir o adiestrar, el conocimiento de los
fundamentos permite sacar el máximo partido pedagógico a todos los elementos y así, alcanzar
mayores logros con menores esfuerzos y recursos.
Por otro lado, cuando no se tienen presente los fundamentos, las acciones formativas pierden
autenticidad y creatividad, dejan de tener identidad propia y se reducen a meras imitaciones de otras
acciones sin saber porqué se hace lo que se hace, y por tanto, sin vivir toda la intención educativa que
cada elemento contiene.
Además, cuando no se diseña sobre fundamentos sólidos, la práctica docente deja de ser sostenible,
se deteriora con rapidez y termina por perder su eficacia, su sentido y su utilidad.

¿Cómo hago para ponerlo en marcha?


Los fundamentos pedagógicos no son una parte del proceso o herramienta prescindible, sino como
dice el propio termino; es lo fundamental y se aplica en todas las partes y en el todo de la intervención
formativa. La manera de integrarlo en la enseñanza no presencial es, teniéndolos presentes en todo
momento y así, pensar y optar por las mejores alternativas pedagógicas en cada caso, teniendo en
cuenta las posibilidades y limitaciones concretas. Los fundamentos se ponen en juego en tres parcelas
claves (Fig 1.)
2. Principios pedagógicos
Para educar, debemos partir de multitud de principios, como un alfarero: Materia prima y sus
propiedades, objetivos, herramientas disponibles, capacidades personales, necesidades de los
usuarios… Así el docente, el artesano de la educación, debe tener en cuenta multitud de principios
para su arte:
Principios Físicos: No se educa en abstracto. No es lo mismo un día de calor que un día de frío, estar
en el Sahara que vivir en Oslo…
 Materiales. Internet, terminales, aplicaciones, mesas, sillas…
 Temporales. Reconocer que no existe el tiempo cero: tiempo para entrar, situarse, recibir
instrucciones, realizar las actividades
 Espaciales. Lugar dónde se ubica el educador y los educandos físicamente
Principios psicológicos: Por ejemplo, se deberá tener en cuenta el desarrollo evolutivo del aprendiz,
su estabilidad emocional, su motivación, etc.
Principios sociológicos: Características de los hogares, demandas sociales, de las relaciones
entre iguales…
Principios legislativos: Lo establecido por las leyes educativas.

Principios deontológicos: Lo que es ético y lo que no.

Principios pedagógicos: Son los que se establecen a partir de la teoría educativa de la que se parta,
que a su vez se apoyan en los demás principios.

¿Por qué Educación abierta? Amplía la imagen. Fuente: Giulia Forsythe


Entre los principios pedagógicos se podrían destacar los siguientes:
3. Medio (tecnológico) y Ambiente (humano)
El medio es el lugar donde desarrolla su vida cualquier ser viviente. Para los animales y vegetales, el
medio es aire y agua. Ahora bien, tanto en el medio aéreo como en el acuático existen una serie de
factores físicos, químicos y biológicos que influyen mucho en la vida de los seres que ellos habitan.
Estos factores constituyen el ambiente de aquellos medios. Así mismo, cada viviente cuenta con un
organismo con potencial de crecimiento que podrá adaptarse a un determinado medio y podrá
desarrollarse mejor en unos ambientes que en otros según la temperatura, humedad, salinidad,
presión, altitud…

4. Liderazgo docente
El docente que no sólo enseña, sino que también educa, es alguien que además de lograr que sus
alumnos adquieran los rendimientos propuestos por el programa, consigue no sólo transmitir y hacer
hacer lo exigido, sino además inspirar para que sus alumnos vayan más allá, no se limiten a reproducir
lo que otros han alcanzado, ni consumir la cultura que otros han elaborado. El docente que inspira
invita a sus alumnos a que vivan su visión, la desarrollen y la hagan madurar. Les aporta seguridad
para que no se limiten a ser consumidores de aprendizajes, ni reproductores anónimos de estándares
sino también, creadores de conocimientos al servicio de los demás y del entorno.

5. Actitud, hábitos y capacidades del estudiante


La actitud es la forma con la que cada estudiante afronta la enseñanza no presencial. Se podrían
distinguir tres grandes actitudes:
 Estudiante mediocre (efectivo) sólo le preocupa obtener la certificación que pasa por hacer lo
mínimo y preocuparse sólo por lo urgente (que si tengo tal actividad para subir mañana, tengo
que presentarme en tal teleconferencia, que si mi compañero no ha hecho su parte del
trabajo…) y no se interesa por ir más allá de lo que preguntan en el cuestionario de
autoevaluación, y menos se plantea la posibilidad de profundizar en algún tema al que se
sienta cierta inclinación, pues toda inclinación se dirige hacia otra parte.

 Estudiante estratégico (eficiente) es alguien que trabaja bien. Con profesionalidad, con
orden, disciplina, constancia y responsabilidad. Su objetivo es hacer todo lo mejor posible pero
su meta termina con el logro del objetivo formativo para borrar los aprendizajes próximamente y
seguir con nuevos retos. Se podría decir que es un estudiante pragmático, busca los mejores
resultados pero tampoco tiene una visión general de su vida, una misión; un proyecto de vida
lleno de sentido. Su objetivo es llenarse de competencias y títulos pero luego no tiene muy
claro “¿yo para que he nacido?”.

 Estudiante magnánimo. Aspira a lo sublime, busca la excelencia. No es arrogante, no se cree


mejor que nadie, ni actúa para que los demás le admiren. Más allá de las apariencias o los
efectos que se generan en los demás, la auténtica grandeza del estudiante –la magnanimidad-
consiste en el interés hacia todo y todos desde el propio Elemento. No en el sentido trivial de
una especie de curiosidad universal, sino en el sentido profundo de amar la realidad y ponerse
a su servicio con lo que soy. Sin verdadero estudio no se puede amar la realidad y sin amar la
realidad no se puede ser estudiante magnánimo.

6. Relación empática
Un docente empatiza con su alumno cuando capta su vivencia, la percibe y la interioriza. No es un
captar externamente las dificultades o necesidades de los estudiantes, sino percibirlo de tal modo que
uno experimenta su vivencia y desde esta perspectiva se está en mejor disposición para ayudarle a
crecer. Esta empatía no consiste en conectar con las emociones del otro: alegrarse cuando se alegra o
preocuparse cuando se preocupa. Tampoco es pensar cómo lo está pasando el estudiante y tratar de
sentirse como él, para comprenderle. En ambos casos, no se pone uno en la mejor disposición de
ayudarle.

7. Motivación para participar y aprender


La motivación para que los alumnos alcancen los resultados de aprendizaje, se compone del goce de
emociones positivas, la satisfacción del dominio del contenido, la posibilidad de aportar a los demás y
la apertura al sentido de la propia existencia.
Si un docente centra la motivación en el gusto, en lo placentero de la interacción, puede terminar
desarrollando un programa formativo muy superficial, más de entretenimiento que de aprendizaje
significativo; pero si sólo se centra en lo significativo del aprendizaje sin generar situaciones
placenteras o gratificantes, es fácil prever que sólo los estudiantes más excepcionales serán capaz de
llegar al final a fuerza de voluntad. Si deseamos llegar a todos sin rebajar la profundidad de los
aprendizajes, se requerirá un uso de todas las opciones de motivación.
8. Elementos curriculares
Los elementos que integran el currículo son:
 Los objetivos de cada enseñanza y etapa educativa.
 Las competencias o capacidades para aplicar los contenidos de cada enseñanza y etapa
educativa.
 Los contenidos o conjuntos de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes que
contribuyen al logro de los objetivos y a la adquisición de competencias. Los contenidos se
ordenan en asignaturas, que se clasifican en materias, ámbitos, áreas y módulos en función de
las enseñanzas y las etapas educativas.
 La metodología didáctica, que comprende tanto la descripción de las prácticas docentes
como la organización del trabajo de los docentes.
 Los estándares de aprendizaje evaluables, que permiten medir los logros de los resultados de
aprendizaje en cada asignatura.
 Los criterios de evaluación del grado de adquisición de las competencias y del logro de los
objetivos de cada enseñanza y etapa educativa.
Dinámicas curriculares que favorecen el aprendizaje de las competencias
El aprendizaje de las competencias requiere de apertura a la diversidad metodológica; se necesitan
distintos tipos de enseñanza, de modo que no existe un método único de enseñanza. Se pueden
distinguir de forma básica tres grandes tipos: enseñanza dirigida por el maestro, aprendizaje autónomo
y aprendizaje cooperativo. Estos modelos pueden ser elegidos en cada ocasión según convenga. Un
programa óptimo presentará una combinación de métodos y de actividades de aprendizaje diversas.
Tener presente las necesidades formativas y los diseños educativos prescriptivos. La
comunidad educativa establece unas expectativas de logro que incentivan la acción didáctica del
docente, que desarrollará las tareas de enseñanza, de una manera o de otra a partir de las
expectativas para alcanzar con perseverancia logros de aprendizaje esperados.

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