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II.- LA EMERGENCIA DEL INDIVIDUO Y LA AMBIGÜEDAD DE LA LIBERTAD.

En este capítulo Fromm alude que el proceso por el cual el individuo se desprende de sus lazos
originales, que llama proceso de individualización, parece haber alcanzado su mayor intensidad
durante los siglos comprendidos entre la reforma y nuestros tiempos.
Refiere que un niño nace cuando deja de formar un solo ser con su madre y se transforma en un
ente biológico separado de ella, pero desde el punto de vista funcional, permanece unido a su madre
durante un periodo considerable. El individuo carece de libertad, pero al estar unido a su madre le
da seguridad y el sentimiento de pertenecer a algo y de estar arraigado en una parte. Estos vínculos
que existen antes del proceso de individualización los llama vínculos primarios.
Liberado de esos vínculos tiene una nueva tarea: orientarse y arraigarse en el mundo y encontrar la
seguridad. Pero el niño muestra un egocentrismo, los padres o la autoridad correspondiente, no son
todavía considerados como una entidad definitivamente separada: integran el universo del niño.
El proceso de la individualización creciente tiene dos aspectos:
1. El niño se hace más fuerte, desde el punto de vista físico, emocional y mental. Aumenta la
actividad y la integridad en cada una de esas esferas. Al mismo tiempo. Ellos se integran cada vez
más. Se desarrolla una estructura organizada, guiada por la voluntad y la razón individuales.
2. Aumento de la sociedad, los vínculos primarios ofrecen la seguridad y la unión básica con el
mundo exterior a uno mismo. Se convierte en entidad separada de todos los demás y crea un
sentimiento de angustia y de impotencia antes de enfrentar al mundo.
El hombre nace desprovisto del aparato instintivo necesario para obrar adecuadamente, aparato
que, en cambio, posee el animal; depende de sus padres durante un tiempo más largo que el animal;
en este último hay estímulos como el hambre y realiza una conducta para eliminarla, el hombre, si
tiene hambre, en lugar de una acción instintiva predeterminada, valora mentalmente diversos tipos
de conductas posibles; empieza a pensar.
Las religiones primitivas ofrecen un testimonio de los sentimientos de unidad absoluta del hombre
con la naturaleza: El hombre constituye todavía un elemento integrante del mundo natural. La
identidad del hombre con la naturaleza, clan, religión, otorga seguridad al individuo; este pertenece
a una sociedad donde posee un lugar que nadie le discute. No sufre soledad completa ni la duda.
Fromm refiere que el proceso de crecimiento de la libertad humana, se trata de un proceso de
crecimiento de su fuerza e integración de su dominio sobre la naturaleza del poder de su razón y de
su solidaridad con otros seres humanos, pero ello también implica un aumento de su inseguridad y
aislamiento y, por ende, una duda creciente acerca del propio papel en el universo, del significado
de la propia vida, y junto con esto, un sentimiento creciente de la propia impotencia e insignificancia
como individuo.

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