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Etapas Del Desarrollo
Etapas Del Desarrollo
Existen 7 etapas que componen la totalidad del desarrollo humano y que toda persona
experimenta al llegar a una edad muy avanzada.
Etapa Pre-natal
Infancia
Niñez
Adolescencia
Juventud o temprana edad de adultez
Adultez
Ancianidad
Por lo general se considera que la edad es el agente que limita cada etapa, al colocar el
desarrollo de las personas a medida que avanza el tiempo. Pero de esta forma sólo se hace
énfasis en los cambios físicos que ocurren en los seres humanos.
Si bien las etapas del desarrollo ser humano comprenden el cambio físico, los cambios
psicológicos también son importantes por cuanto se espera que ambos aspectos vayan
avanzando al mismo tiempo y se correspondan según la edad de cada quién.
Pero los cambios psicológicos tienden a ser influenciados por factores externos al cuerpo
humano, y tienen que ver con el ambiente en el que se desarrolla la vida cotidiana. Así que
un correcto desarrollo humano debe tener presente una correlación entre la edad
física y mental de cada persona.
Etapa Pre-natal
Se caracteriza por ser el inicio del desarrollo psicomotriz del bebé y comprende desde el
nacimiento hasta los 6 años de edad.
En el transcurso de este período, las personas ganan las habilidades básicas como el habla,
el caminar, así como la comprensión del ambiente que lo rodea.
Niñez
Se ubica entre los 6 y 12 años de edad periodo en el cual se da inicio a la etapa escolar.
Para el niño, esto representa el momento de la convivencia con otros seres humanos de su
misma edad con quien compartir aspectos en común, como jugar y comer, lo cual influye
en el proceso de socialización.
En esta etapa se da inicio de algunas habilidades cognitivas lo cual le permite al niño
comprender lo que ocurre en su entorno, se puede decir que esta etapa es clave en la
formación de la psique del ser humano.
Adolescencia
Esta etapa del desarrollo humano esta comprendida entre los 12 y 20 años de edad la cual
puede variar de un ser humano al otro tomando en consideración factores sociales,
culturales y económicos. Pero se puede asegurar que el momento de inicio de esta etapa es
en el momento en que el individuo entra en la pubertad, lo que sería la maduración sexual
de cada persona.
Se caracteriza por ser un periodo donde ocurren cambios importantes tanto físicos
como emocionales.
Juventud
Esta etapa es la más larga en el desarrollo del ser humano, con un rango de edad que va
desde los 25 a los 60 años. En este período es que se logra alcanzar la plenitud física y
mental de las personas.
Ancianidad
Desde los 60 años en adelante se dice que se ha entrado en la etapa de la ancianidad. Esta
etapa es la última en el transcurso de la vida de las personas y la misma continúa hasta el
momento del fallecimiento del individuo.
Es en este punto de la vida de las personas que comienza el declive asociado con la edad,
más específicamente es aquí cuando se empiezan a perder habilidades físicas, psíquicas e
intelectuales del ser humano.
Hablar de la etapa del desarrollo humano más importante es un tema algo subjetivo
dependiendo de quién lo esté desarrollando. Después de todo cada etapa representa algo
diferente y tiene sus propios aspectos significativos.
Además, cada etapa en cierta medida depende de la anterior, de no haber completado
ciertas características en una etapa precedente, puede influir directa y negativamente
sobre las siguientes etapas que la siguen.
En términos tanto físicos como mentales, puede mencionarse la etapa de la niñez como
la que más puede marcar el desarrollo humano de cada individuo.
Si bien las etapas que la preceden son muy importantes, la etapa prenatal se trata
completamente de la formación física por el que pasan todos los seres humanos y no
involucra mucho del desarrollo mental y psicológico.
Mientras que la etapa de la infancia, aunque es cuando cada quién adquiere la mayor
cantidad de entendimiento sobre el mundo así como las habilidades básicas motoras, esta
etapa sigue un proceso casi automático en el desarrollo de las personas.
Pero la niñez, al ya el individuo estar más consiente de su entorno y con las teniendo a su
disposición cualidades necesarias para interactuar con el mismo, es cuando empieza a
descubrir y expandir su mente. Una etapa que bien puede definir el rumbo en la vida de
cada persona y donde aprende los valores que muy seguramente lo acompañarán hasta la
vejez.
Erikson fue un psicólogo freudiano, lo que significa que acepta las ideas de Freud como
correctas, incluyendo el complejo de Edipo, así como también las ideas con respecto al Yo
de otros freudianos como Heinz Hartmann y por supuesto, Anna Freud.
No obstante, Erikson estuvo bastante más orientado hacia la sociedad y la cultura que
cualquier otro freudiano, tal y como cabía esperar de una persona con sus intereses
antropológicos. Prácticamente, desplaza en sus teorías a los instintos y al inconsciente.
Quizás por esta razón, Erikson es tan popular entre los freudianos y los no-freudianos por
igual.
Cada fase comprende ciertas tareas o funciones que son psicosociales por naturaleza.
Aunque Erikson les llama crisis por seguir la tradición freudiana, el término es más amplio
y menos específico. Por ejemplo, un niño escolar debe aprender a ser industrioso durante
ese periodo de su vida y esta tendencia se aprende a través de complejas interacciones
sociales de la escuela y la familia.
1. Confianza vs Desconfianza
Este estadio transcurre desde el nacimiento hasta los dieciocho meses de vida, y depende
de la relación o vínculo que se haya creado con la madre.
La relación con la madre determinará los futuros vínculos que se establecerán con las
personas a lo largo de su vida. Es la sensación de confianza, vulnerabilidad, frustración,
satisfacción, seguridad… la que puede determinar la calidad de las relaciones.
Este estadio empieza desde los 18 meses hasta los 3 años de vida del niño.
3. Iniciativa vs Culpa
El niño empieza a desarrollarse muy rápido, tanto física como intelectualmente. Crece su
interés por relacionarse con otros niños, poniendo a prueba sus habilidades y capacidades.
Los niños sienten curiosidad y es positivo motivarles para desarrollarse creativamente.
En caso de que los padres reaccionen de negativamente a las preguntas de los niños o a la
iniciativa de éstos, es probable que les genere sensación de culpabilidad.
4. Laboriosidad vs Inferioridad
Este estadio se produce entre los 6-7 años hasta los 12 años.
Los niños muestran un interés genuino por el funcionamiento de las cosas e intentan llevar
a cabo muchas actividades por sí mismos, con su propio esfuerzo y poniendo en uso sus
conocimientos y habilidades. Por esa razón es tan importante la estimulación positiva que
pueda ofrecerle la escuela, en casa o por el grupo de iguales. Éste último comienza a
adquirir una relevancia trascendental para ellos.
En el caso de que esto no sea bien acogido o sus fracasos motiven las comparaciones con
otros, el niño puede desarrollar cierta sensación de inferioridad que le hará sentirse inseguro
frente a los demás.
Este estadio tiene lugar durante la adolescencia. En esta etapa, una pregunta se formula de
forma insistente: ¿quién soy?
Este estadio comprende desde los 20 años hasta los 40, aproximadamente.
Las diversas tareas descritas por el autor se establecen en base a dos términos: una es la
tarea del infante, llamada “confianza-desconfianza”. Al principio resulta obvio pensar
que el niño debe aprender a confiar y no a desconfiar. Pero Erikson establece muy
claramente que debemos aprender que existe un balance. Ciertamente, debemos aprender
más sobre la confianza, pero también necesitamos aprender algo de desconfianza de manera
que no nos convirtamos en adultos estúpidos.
Cada fase tiene un tiempo óptimo también. Es inútil empujar demasiado rápido a un niño a
la adultez, cosa muy común entre personas obsesionadas con el éxito. No es posible bajar el
ritmo o intentar proteger a nuestros niños de las demandas de la vida. Existe un tiempo para
cada función.
Si pasamos bien por un estadio, llevamos con nosotros ciertas virtudes o fuerzas
psicosociales que nos ayudarán en el resto de los estadios de nuestra vida. Por el contrario,
si no nos va tan bien, podremos desarrollar mal adaptaciones o malignidades, así como
poner en peligro nuestro desarrollo faltante. De las dos, la malignidad es la peor, ya que
comprende mucho de los aspectos negativos de la tarea o función y muy poco de los
aspectos positivos de la misma, tal y como presentan las personas desconfiadas. La mal
adaptación no es tan mala y comprende más aspectos positivos que negativos de la tarea,
como las personas que confían demasiado.
Las prácticas de crianza hacen parte de las relaciones familiares y en ellas se resalta el papel
que juegan los padres en la formación de sus hijos. Estos, generalmente, tienen una noción
espontánea, no muy elaborada, de la manera como se debe criar a los hijos y además son
capaces de desarrollar teorías sobre la mejor forma de realizar esta tarea.
Si bien los padres, en su gran mayoría, pueden alcanzar la habilidad necesaria para orientar
el comportamiento de sus hijos, estos no siempre cuentan con una explicación satisfactoria y
coherente de su comportamiento. La justificación de sus prácticas de crianza,
especialmente en padres con bajo nivel educativo, no es claras y en muchos casos se
alejan de las reales circunstancias en las que se generaron, y tienden a reducirse
significativamente la complejidad del fenómeno.
Una forma de aproximarse a este complejo proceso, desde una perspectiva más sistemática,
es definiendo el concepto de prácticas de crianza, lo cual permite ir más allá del sentido
común. En primer lugar, una aproximación inicial nos indica que este fenómeno se sitúa en
el campo de la interacción humana, esto es, en el marco de una relación interpersonal muy
particular, caracterizada por el poder y la influencia mutua. En tanto que es una relación de
poder, se evidencia que en las prácticas de crianza se suscita una tensión entre sujetos que
cuentan con alguna forma de poder, los padres la manifiestan en su clara convicción que
están ahí para cumplir una función orientadora, y los hijos que son capaces de lograr algún
tipo de atención.
Ahora bien, se debe tener en cuenta que esta relación de poder no se manifiesta como un
proceso de una sola vía, esto es, no se trata de un tipo den influencia que va de los padres
hacia los hijos, sino todo lo contrario, en esta relación es clara la mutua influencia entre los
dos participantes del vínculo, y es precisamente estro lo que constituye la segunda
característica de las prácticas de crianza antes señalada. En otras palabras, los niños son
también capaces de ejercer control sobre la conducta de sus padres, lo que quiere decir que
cuentan con la habilidad necesaria para reorientar las acciones de éstos. Si bien es cierto, que
para comprender integralmente las prácticas de crianza es imprescindible tener en
cuenta las acciones de los niños.
Continuando con este deslinde, en segundo lugar se debe caer en cuenta que las prácticas de
crianza, como se ha venido repitiendo, son un proceso, esto quiere decir que son
un conjunto de acciones concatenadas, que cuenta un inicio y que se va desenvolviendo
conforme pasa el tiempo. No se trata de acciones y reacciones estáticas de padres e hijos,
petrificadas en unas formas de comportamientos repetitivos, todo lo opuesto, las prácticas
de crianza se van transformando por efecto del desarrollo de los niños, así como por los
cambios suscitados en el medio social. En tercer lugar, en la crianza se encuentran
involucrados tres procesos psicosociales: las prácticas propiamente dichas, las pautas y las
creencias.
Existen los padres de estilo autoritario, que es crítico, y que muchas veces puede tener una
actitud amenazante y violenta. Los hijos obedecen porque le tienen miedo, el padre permisivo
es consentidor, complaciente, le cuesta poner límites a los hijos y fomenta la dependencia e
inseguridad de los hijos. Estos obedecen porque saben que así tendrán regalos y
engreimientos, lo que genera intolerancia e hijos demandantes.
Mientras que el asertivo es justo, objetivo, amoroso, democrático y equilibrado, por lo que
es el mejor modelo de enseñanza para influenciar en el éxito y metas de los hijos.
Toda familia es única como lo es el individuo, por eso los padres y madres emplean un
determinado método de crianza a partir de la situación, del niño, de su conducta en ese
momento y de la cultura. Así en teoría, imponen límites razonables a la autonomía del menor
y le inculcan valores y autocontrol, procurando no limitar su curiosidad, su iniciativa y su
sentido de competencia.
Hay diversas formas de criar a los hijos, algunas de estas son positivas, en tanto que otras
son negativas, por esto se debe conocer acerca de cuál es el estilo o patrón de crianza que
utilizan los padres y madres, dada la importancia que esto tiene en el proceso de desarrollo y
socialización del niño o la niña.
Los estilos de crianza pueden afectar la competencia de los niños para desempeñarse en su
mundo; sin embargo, los efectos de los diferentes estilos de crianza varían de una cultura a
otra y entre las subculturas, por lo que universalmente no se puede decir que uno sea mejor
que otro, lo que sí se enfatiza es la importancia de que los padres sean cálidos, ya que los
padres afectuosos y tiernos tienden a sonreír a sus hijos con mucha frecuencia, a elogiarlos,
a alentarlos y no recurren a las críticas, al castigo o a las señales de desaprobación, en cambio,
los progenitores hostiles critican, castigan, ignoran a sus hijos y pocas veces les expresan
afecto y aprobación. El control y la calidez que manifiesten los padres inciden de manera
directa en la agresividad y la conducta pro social de los hijos, en su auto concepto, en su
interiorización de valores morales y en su adquisición de la competencia social.
La mayoría de los padres ni siquiera están enterados de que hay diferentes estilos de crianza,
simplemente hacen lo mejor que pueden en base a lo que han aprendido por experiencia
propia y teniendo en cuenta sus propias ideas y principios. Independientemente de que lo
sepan o no, es posible afirmar que los padres adoptan alguno de los distintos estilos de
crianza.
La influencia de decantarse por uno o por otro marcará a los hijos de una manera especial.
Aunque no lo creamos, en el futuro, cuando ese niño crezca y se relaciones con los demás en
la edad adulta, notará cómo ejerce sobre sí mismo el estilo de crianza que tuvo cuando era
pequeño.
Según la psicóloga del desarrollo Diana Baumrind, los estilos de crianza son determinados
por dos aspectos fundamentales: sensibilidad e interés y exigencia y firmeza. Esta autora
desarrolló una de las teorías más conocidas sobre los estilos de crianza. Ella propuso tres
categorías (estilo autoritario, estilo indulgente y estilo asertivo), pero más tarde la teoría fue
ampliada, incluyendo también a los padres negligentes.
Madre castigando a su hija
Cada estilo tiene una combinación diferente de estos dos aspectos (sensibilidad e interés y
exigencia y firmeza). No sorprende que, igual que en todos los campos de la vida, el mejor
estilo sea el que tiene un equilibrio de los dos.
El estilo Autoritario: el padre dice: “es así porque he dicho y punto” (100% exigencia y
firmeza). Se ejerce una supervisión muy fuerte y la ternura queda restringida. En casos
extremos, puede volverse abusivo.
El estilo Permisivo: el padre dice: “haz lo que tú quieras, mi niño lindo” (100% sensibilidad
e interés). El nivel de cuidado es de moderado a alto, con poco control. No hay constancia en
la aplicación de normas de disciplina; se aceptan todos los deseos e impulsos de los niños.
El estilo Negligente: el niño dice: “¿dónde está papi/mami?” (0% exigencia y firmeza y 0%
sensibilidad e interés). Estos padres carecen del compromiso necesario para con sus hijos y
la supervisión está ausente.
El estilo Democrático: el padre dice: “¿ahora entiendes por qué es tan importante que
obedezcas las reglas?” (50% exigencia y firmeza y 50% sensibilidad e interés). Suelen ser
padres muy afectuosos que ejercen un control moderado y favorecen las habilidades sociales.
Acostumbran a acompañar las exigencias con razones y respetan la independencia de sus
hijos.
Todos los estudios concuerdan en que los niños con padres que utilizan el estilo de crianza
democrático, o sea que tienen una disciplina moderada, mucha comunicación, usan la lógica
para obtener cooperación, y dan buenos ejemplos, son los más exitosos a corto y a largo
plazo.
Padres de carácter no conflictivo tal vez opten por el estilo permisivo. No establecen reglas
ni administran disciplina. Son “todo amor y compresión”. En la superficie no suena tan malo.
Después de todo, a nadie le gusta ser “el malo de la película”, especialmente con un niño. No
obstante, los resultados no siempre son tan buenos.
Los estudios muestran que niños con este tipo de crianza son los más propensos a sufrir de
depresión. Además, revelan un enlace entre el estilo demasiado permisivo de crianza con el
abuso de drogas, la delincuencia y la promiscuidad. Lo más irónico de todo esto es que
muchos de esos niños llegan a creer que sus padres no los aman…
¿Qué tal del estilo autoritario? Seguramente has escuchado decir: “mi padre era muy estricto
y no me mostraba tanto amor, pero yo salí bien.” Según Dene Garvin Klinzing, profesor de
la Universidad de Delaware, el desenlace del niño no solo tiene que ver con el estilo de
crianza, sino también con el propio temperamento del niño.
Si el niño tiene un temperamento positivo y una mente abierta puede llegar a florecer, a pesar
de sus circunstancias. Sin embargo, tiene muchas más posibilidades de éxito con una buena
crianza, por supuesto.
Los niños con padres autoritarios aprenden a temprana edad a no hablar de sus
preocupaciones con sus padres y, por ende, son más influenciados por sus amigos. A menudo
se sienten frustrados y se rebelan en contra de los valores y creencias de sus padres.
Niño frustrado
Además, un estudio hecho en el Boston Medical Center descubrió que los hijos de padres
autoritarios, con concepciones sumamente rígidas, tienen casi cinco veces más
probabilidades de ser obesos que los hijos de padres con un estilo más flexible y democrático.
Claro, todos estamos de acuerdo en que cualquier tipo de crianza es mejor que estar ausente.
De hecho, los estudios también indican que los hijos de padres negligentes son los que
despliegan más problemas en su desarrollo y también en su vida de adultos. Tienen poco
control de sus emociones y se les hace difícil formar y mantener relaciones saludables.
Decantarse por uno de los estilos de crianza vistos marcará el futuro de los más pequeños.
Por eso, es tan importante responsabilizarse por escoger el mejor para ellos.
Teoría psicosocial de Erikson
La Teoría del Desarrollo Psicosocial fue ideada por Erik Erikson a partir de
la reinterpretación de las fases psicosexuales desarrolladas por Sigmund Freud en las
cuales subrayó los aspectos sociales de cada una de ellas en cuatro facetas principales:
1. Enfatizó la comprensión del ‘yo’ como una fuerza intensa, como una capacidad
organizadora de la persona, capaz de reconciliar las fuerzas sintónicas y distónicas, así como
de resolver las crisis derivadas del contexto genético, cultural e histórico de cada persona.
2. Puso en relieve las etapas de desarrollo psicosexual de Freud, integrando la dimensión
social y el desarrollo psicosocial.
3. Propuso el concepto de desarrollo de la personalidad desde la infancia a la vejez.
4. Investigó acerca del impacto de la cultura, de la sociedad y de la historia en el desarrollo
de la personalidad
Erikson también propone una teoría de la competencia. Cada una de las etapas vitales da
pie al desarrollo de una serie de competencias.
Otro de los rasgos fundamentales de la teoría de Erikson es que cada una de las etapas se
ven determinadas por un conflicto que permite el desarrollo individual. Cuando la
persona logra resolver cada uno de los conflictos, crece psicológicamente.