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Síntesis de los conceptos básicos de la terapia familiar sistémica y de la

comunicación.
Mtro. Luis Adrián Aldrete Quiñones

Conviene especificar ahora las características de los marcos teóricos básicos con los que
se aborda a la familia cuando se trabaja terapéuticamente desde la perspectiva
sistémica. Botella L. y Vilaregut A. en su artículo “La perspectiva sistémica en terapia
familiar: Conceptos básicos, investigación y evolución” (s. f.), señalan que en general, las
distintas escuelas de terapia familiar sistémica se apoyan en una epistemología rica,
aunque no siempre homogénea debido a que algunos de sus conceptos básicos
provienen de ámbitos relativamente independientes. Tanto Botella L. y Vilaregut A. hacen
una síntesis de las bases teóricas en las cuales se fundamentan las escuelas de terapia
familiar con orientación sistémica señalando que ésta epistemología se nutrió
inicialmente de tres fuentes:

 La Teoría General de Sistemas de Ludwig von Bertalanffy (1945).


 La Cibernética de Nobert Wienner, (1948) y
 La Teoría de la Comunicación (Watzlawick, Beavin, y Jackson, 1967).

A estas tres fuentes se han ido agregando importantes aportaciones, como los
conceptos evolutivos y estructurales de Salvador Minuchin en 1974. Ahora bien, cabe
señalar que es muy probable que el resultado del conjunto de estas aportaciones teóricas
aplicadas a la psicoterapia familiar, si bien no representan actualmente las más
novedosas propuestas del desarrollo del enfoque sistémico familiar, si es posible que
constituyan en la actualidad uno de los pilares más importantes de este enfoque
terapéutico que, para muchos terapeutas familiares representen los referentes y marcos
teóricos básicos y puntos claves a considerar en el trabajo familiar con orientación
sistémica.

No obstante, hay que señalar que actualmente hay múltiples derivaciones y ricas
aportaciones novedosas dentro del campo de la terapia familiar sistémica que se
desprenden de los enfoques modernos, postmodernos, constructivistas y
construccionistas, etc. Pero, para los fines de este estudio, cuando se hable de
tratamiento familiar sistémico, se estará haciendo referencia a aquel abordaje familiar

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cuyo marco teórico y técnico tome como base y se desprenda de los puntos antes
mencionados. Es decir, de La teoría general de sistemas de Bertalanffy, de la cibernética
de Wienner N, especificando que no se pretende permanecer en la primera cibernética,
en donde la homeostasis, -como proceso autocorrectivo- era el concepto predominante,
sino que más bien se pretende estar en la “segunda cibernética”, considerando al grupo
familiar como lo percibió Maruyama en 1963, cuando señaló que todo sistema viviente
depende para su supervivencia de dos procesos: "morfostasis" y "morfogénesis", en
donde el primero se refiere al mantenimiento de la constancia de un sistema a través de
mecanismos de retroalimentación negativa y el segundo, por el contrario, a la desviación,
variabilidad del sistema a través de mecanismos de retroalimentación positiva (Jutoran,
1994). De esta forma, en este estudio, en lo referente al abordaje sistémico se toma el
enfoque estructural de Salvador Minuchin y la teoría de la comunicación de Paul
Watzlawick, Beavin, y Jackson D. Estos puntos se explican con más detalle a
continuación.

 Aportaciones de la teoría general de sistemas y de la cibernética

Como ya se mencionó, la terapia familiar sistémica se basa en los conceptos de la teoría


general de los sistemas propuesta por el biólogo austro-canadiense Ludwing Von
Bertalanffy (1945) y de la cibernética, cuyo fundador fue el matemático Nobert Wiener, en
el año (1948). Se podría decir que no es exagerado plantear que estas dos grandes
figuras tienen una importancia especial para comprender las bases e inicio del desarrollo
de la terapia familiar sistémica, pues sus planteamientos sirvieron como marco teórico
referencial para comprender a la familia y a sus diferentes procesos de interrelación, ya
que los planteamientos teóricos de Bertalanffy y de Wiener hicieron posible una nueva
visión en la atención psicoterapéutica que marcó un quiebre de especial trascendencia
en el entendimiento de la conducta humana. Se dejó atrás la causalidad lineal, el enfoque
centrado en el individuo (monádico) para pasar a la mirada y comprensión de las
interacciones que se generan y retroalimentan en el entorno en que se encuentra dicho
individuo; se pasó a lo que hoy día es para una gran mayoría de terapeutas familiares, la
base de su tratamiento: el enfoque sistémico.

Desde esta perspectiva, se parte del fundamento de que todo comportamiento de


una persona puede variar, mantenerse o exacerbarse dependiendo del medio (sistema)

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en que se encuentre, y esto no tiene una naturaleza aleatoria sino que guarda
correspondencia con las respuestas de los demás que, a su vez se ven afectados por
cualquier integrante del sistema. Estos procesos se explican desde la cibernética de
Wiener N. con el nombre de feedback o retroacciones; que aplicados al tratamiento
familiar se observa cuando una familia conforma un sistema en el que su
comportamiento global influye en la dinámica individual y al mismo tiempo, en el de la
totalidad del sistema. Es decir, cada comportamiento en el conjunto familiar retroalimenta
a otro, que a su vez promueve o sostiene la dinámica del sistema en general en una
constante retroalimentación encaminada a mantener el equilibrio y/o a encaminarse al
cambio del sistema de manera constante.

Karl Ludwig von Bertalanffy1, científico creador de la teoría de sistemas nació el


19 de septiembre de 1901, en Viena, Austria y murió a la edad de 71 años el 12 de junio
de 1972, en la ciudad de New York, Estados Unidos. Antes de consolidar la teoría
general de sistemas, Bertalanffy estableció un concepto organicista de la vida dentro de
una teoría general de la biología, que más tarde llegó a ser el fundamento para la teoría
general de los sistemas. El desarrollo fue lógico: la concepción organicista se refirió al
organismo como un sistema estructurado y definido por leyes fundamentales de sistemas
biológicos a todos los niveles de organización. Así, concibió una teoría general capaz de
elaborar principios y modelos que fueran aplicables a todos los sistemas, cualquiera que
sea la naturaleza de sus partes y el nivel de organización.

Bertalanffy esperaba publicar un manuscrito en el cual la teoría fuera descrita por


primera vez, pero esto fue impedido por la agitación general al final de la Segunda
Guerra Mundial, por lo que primero publicó un pequeño ensayo titulado "Zu einer
allgemeinen Systemlehre" en 1949; y al año siguiente la "Teoría de los sistemas abiertos
en Física y Biología" y un bosquejo de la “Teoría General de Sistemas". La formulación
clásica de los principios, alcances y objetivos de la teoría fueron dados en "La Teoría
General de Sistemas" y desarrollados en gran detalle en 1969 en el libro del mismo título.
Von Bertalanffy utilizó estos principios para explorar y explicar temas científicos y

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Un dato que nos habla del contexto en que vivió este gran científico es que, no obstante de haber sido
acogido por los estados Unidos, también fue severamente discriminado por no haberse querido presentar
como víctima del nazismo después de la segunda guerra mundial. Esta situación hizo que Bertalanffy saliera
en repetidas ocasiones de los Estados Unidos para volver a Europa.

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filosóficos, incluyendo una concepción humanista de la naturaleza humana, opuesta a la
concepción mecanicista y robótica.

De la teoría general de sistemas de Bertalanffy se desprende el planteamiento de


visualizar a la familia como un sistema con diferentes características o propiedades. Es
decir, ver a la familia como un grupo con propiedades sistémicas, integrado por
diferentes individuos que están en constante interacción y que alterna de estados de
equilibrio a estados de cambio. Tiempo después, con base a estos planteamientos se
estableció la epistemología de los sistemas observantes o 2ª cibernética.

 La familia como sistema.

El pensamiento predominante de ese tiempo hacía referencia al mecanicismo, que veía


el mundo seccionado en partes cada vez más pequeñas y que podía ser explicado de
manera lineal (monádico) y no interaccional (sistémico). En cambio, la teoría de los
sistemas planteó que la realidad podía ser percibida como estructuras interactuantes,
desde las más simples y pequeñas, hasta las más amplias y complejas. La Teoría
General de Sistemas, que había recibido influencias del campo matemático (teoría de los
tipos lógicos y de grupos) presentaba un universo compuesto por cúmulos de energía y
materia (sistemas), organizados en subsistemas e interrelacionados unos con otros. Esta
teoría aplicada a la psiquiatría, venía a integrar los enfoques biológicos, dinámicos y
sociales, e intentaba, desde una perspectiva global, dar un nuevo enfoque al diagnóstico
y al tratamiento terapéutico de aquel entonces, de esta forma el origen y la génesis de los
diferentes procesos patológicos pudo tener otra forma de ser vista y entendida.

Por “sistema” se puede entender a todo aquel conjunto de elementos que se


encuentra en constante interacción dinámica y que persigue un objetivo o una finalidad.
Pero, ¿de qué partes se compone un sistema? Los sistemas comprenden un aspecto
estructural que hace referencia a los límites del sistema, a sus elementos, a su reserva de
energía y a su red de comunicación e información. Asimismo, los sistemas presentan un
aspecto funcional que hace referencia a la circulación del flujo de su energía e
información, a las compuertas y válvulas que controlan el caudal y rendimiento
energético, los tiempos de duración de las reservas o “stokages”, la retroacción de la
información. La Teoría General de Sistemas distingue el sistema, del suprasistema, que

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es el medio que rodea al sistema y que puede estar integrado por la familia extensa, los
amigos, los vecinos. El suprasistema visto desde una perspectiva familiar, puede ser
entendido como toda aquella comunidad en donde un grupo familiar determinado habita;
por otra parte, también están los subsistemas, estas pequeñas agrupaciones pueden ser
vistas como aquellos componentes que se alían, ya sea por filiación jerárquica o por
acuerdo explicito o implícito del propio sistema familiar. Cabe mencionar que el objetivo
de la teoría es la descripción y exploración de la relación entre los elementos que
conforman al sistema. Asimismo, hay que distinguir sistema de agregado, ya que ambos
son conjuntos, es decir, entidades que se constituyen por la concurrencia de más de un
elemento; la diferencia entre ambos consiste en que el sistema muestra una organización
de la que carecen los agregados. Así pues, un sistema es un conjunto de partes
interrelacionadas y organizadas, que está inmerso en sistemas más amplios o
suprasistemas y que a la vez, comprende en su interior sistemas más pequeños o
subsistemas.

Maurizio Andolfi, neuropsiquiatra infantil y una de las más importantes figuras de


la terapia familiar sistémica, señala que “es necesario considerar a la familia como un
todo orgánico, es decir, como un sistema relacional o conjunto constituido por una o más
unidades vinculadas entre si, de modo que el cambio de una unidad va seguido por el
cambio de las otras unidades y esto a la vez, provoca cambios en la primera unidad, que
genera modificaciones en el resto y así sucesivamente” (Andolfi, 1985, p. 17). Se parte
entonces de que la familia, al igual que los sistemas, es un conjunto de elementos en
interacción dinámica en el que, el estado de cada elemento está determinado por el
estado de los demás que lo configuran. De esta forma, aplicando esta percepción a la
familia, se entendería que el sentir y actuar de cada integrante de un grupo familiar
afectará al resto y a la vez, la propia dinámica del grupo familiar en su conjunto afecta y
puede tener una influencia determinante en el sentir y actuar de cada integrante de la
familia.

En este sentido, Minuchin, (1985, p. 86), menciona que “una familia es un sistema
que opera a través de pautas transaccionales. Las transacciones repetidas establecen
pautas acerca de qué manera, cuándo y con quién relacionarse, y estas pautas apuntalan
el sistema”. De esto se puede entender que la familia como sistema no sólo mantiene
constantes interacciones entre sí, sino que el estilo y la temporalidad de estas

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interacciones hacen que presente un perfil o –como diría Minuchin- una estructura
determinada que le dará una tendencia ya sea hacia la funcionalidad o a la
disfuncionalidad.

 Sistemas cerrados y sistemas abiertos.

Otro aspecto importante dentro de la teoría general de los sistemas de Bertalanffy, en


relación directa con el grupo familiar, es que esta teoría reconoce que los sistemas
cuentan con características propias. Y una de estas características es que los sistemas
pueden ser cerrados y abiertos, entendiendo a los sistemas cerrados como aquellos que
no intercambian materia, energía y/o información con su entorno, debido a que son
fundamentalmente entrópicos. Es decir, “Entropía” del griego “entrope” significa
transformación o vuelta, de esta forma entropía se refiere al comportamiento de los
sistemas que al no tener intercambio alguno con su medio tienden a consumirse,
desorganizarse y morir. Esto tiene su fundamento en la segunda ley de la termodinámica
que plantea que la pérdida de energía en los sistemas aislados los lleva a la degradación,
degeneración, desintegración y desaparición, además establece que la entropía en estos
sistemas siempre es creciente, y por lo tanto se puede afirmar que estos sistemas están
condenados al caos y a la destrucción.

La entropía está relacionada con la tendencia natural de los objetos a caer en un


estado de desorden. Los sistemas tienden a buscar su estado más probable; y en el
mundo de la física, el estado más probable de esos sistemas es el caos, el desorden y la
desorganización. Aunque la entropía ejerce principalmente su acción en sistemas
cerrados y aislados, afecta también a los sistemas abiertos; pero con la diferencia de que
éstos últimos tienen la capacidad de combatirla a partir de la importación y exportación de
flujos de información y/o energía desde y hacia el ambiente; con este proceso generan
“neguentropía”, que puede considerarse también como “entropía negativa”.

Los sistemas abiertos presentan características opuestas a los cerrados, pues


son conjuntos que intercambian materia, energía y/o información con el medio que les
rodea y de esta forma, son modificados como sistemas y al mismo tiempo modifican al
entorno en que se encuentran o macrosistema. Esto es, los sistemas abiertos cuentan
con neguentropía, que significa fuerza opuesta al segundo principio de la termodinámica,

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es una fuerza que tiende a producir cada vez mayores y más complejos niveles de orden
en los sistemas abiertos. De esta forma, en la medida que el sistema es capaz de no
utilizar toda la energía que importa del medio en el proceso de transformación, esta
ahorrando o acumulando un excedente de energía que es la neguentropía y que puede
ser destinada a mantener o mejorar la organización del sistema. La neguentropía,
entonces, se refiere a la energía necesaria y vital que el sistema importa del ambiente
para mantener su organización y poder sobrevivir. En tal sentido se puede considerar la
neguentropía como un mecanismo auto-regulador con capacidad de sustentabilidad, que
busca la subsistencia del sistema para lo cual usa mecanismos que ordenen, equilibren, o
controlen el caos. Gracias a estos mecanismos, el sistema pretende subsistir y busca
estabilizarse ante una situación caótica.

De lo anterior se deduce que los grupos familiares pueden contar entonces con
aspectos y características de los sistemas cerrados y abiertos, con entropía y con
neguentropía, de manera que en aquellas familias en las que predominen tendencias
entrópicas, muy probablemente presentarán de igual manera tendencias hacia el
aislamiento, la desorganización y el caos; y en este tipo de familias es posible que tarde
que temprano aparezca uno o varios síntomas a manera de protesta por su nula o
limitada capacidad neguentrópica para importar y nutrirse de la energía del medio que les
rodea.

Por otra parte están aquellas familias en las que predomina la capacidad de
establecer un adecuado intercambio de información con el medio que les rodea; en estas
familias habrá mayores tendencias neguentrópicas que les favorece en su crecimiento y
en la búsqueda de mejores maneras de subsistir como sistema en interacción con otros
sistemas similares, más pequeños o más amplios. Estas familias, desde la óptica de
Minuchin se les denominarán familias funcionales.

 Propiedades de la familia como sistema.

Las familias vistas como sistemas cuentan también con los principio de totalidad o no
sumatividad, esta propiedad señala lo que se ha mencionado en párrafos anteriores: que
el cambio en un miembro en la familia afecta a los otros, puesto que sus acciones están
interconectadas mediante pautas de interacción. De esta manera las pautas de

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funcionamiento del sistema no son reducibles a la suma de sus elementos constituyentes,
pues los sistemas y en este orden de ideas, las familias, son más que la suma de sus
partes. La conducta del sistema familiar no puede entenderse como la suma de las
conductas de sus miembros, ya que se trata de algo cualitativamente distinto que incluye
el conjunto de interacciones que hay entre ellos, por lo que, se plantea desde un enfoque
sistémico que, de la evaluación de los individuos no puede deducirse el funcionamiento
del grupo al que pertenecen, puesto que para ello es necesario obtener información de
cómo son dichos individuos, pero en sus interacciones con el medio familiar; y a la vez,
cómo este medio familiar se comporta en su relación con dichos individuos.

Otra propiedad de los sistemas es la circularidad, ésta señala que debido a la


interconexión entre las acciones de los miembros de un sistema, las pautas de causalidad
nunca son lineales, sino más bien son circulares y por lo tanto, se retroalimentan
constantemente. Es decir, las relaciones familiares son recíprocas, pautadas y repetitivas
lo cual conduce a la noción de secuencia de conductas, pues entre las conductas de los
miembros de un sistema existe una codeterminación recíproca, de forma que, -por
ejemplo- en una secuencia de conductas muy simplificada se observa que la respuesta de
un miembro “A” del sistema, a la conducta de otro miembro “B” es un estímulo para que
“B” a su vez dé una respuesta, que nuevamente puede servir de estímulo para “A”. En
este sentido se señala que “Las familias regulan su funcionamiento incorporando ciertas
secuencias de interacción que se repiten de forma pautada, lo cual no es patológico en sí
mismo sino que facilita la vida cotidiana de sus integrantes” (Ochoa, op. cit. p. 20).

Así, cuando se habla de “secuencia sintomática” se hace referencia al


encadenamiento regulado de conductas que se articulan en torno al síntoma por una
causalidad circular. Una de las consecuencias más notorias de esta concepción circular
es que el interés terapéutico resida en el “qué, dónde y cuándo” ocurre algo en lugar de
centrarse en el ¿por qué?”.

Finalmente está la propiedad de equifinalidad y equicausalidad. La primera


menciona que un mismo efecto puede responder a distintas causas. Es decir, los cambios
observados en un sistema abierto no están determinados por las condiciones iniciales del
sistema, sino por la propia naturaleza de los procesos de cambio. En otras palabras, la
equifinalidad señala que un sistema puede alcanzar el mismo estado final a partir de

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condiciones distintas por lo que es muy difícil buscar una única y exclusiva causa de una
determinada problemática familiar. La equicausalidad por su parte señala que la misma
condición inicial puede dar lugar a estados finales distintos; esta propiedad y la anterior
(equifinalidad y equicausalidad) establecen la conveniencia de que el terapeuta familiar
abandone la búsqueda de una causa pasada originaria del síntoma y que, dirija su trabajo
o tratamiento a la familia centrándose fundamentalmente en el momento presente, en el
aquí y el ahora, de manera que la evaluación se oriente a los factores que contribuyen al
mantenimiento del problema –no a descubrir los factores etiológicos- para que se pueda
influir en ellos y se inicie el cambio terapéutico.

 Homeostasis y Morfogénesis.

Como ya se ha mencionado en párrafos anteriores, Norbert Wiener matemático


estadounidense, conocido como el fundador de la cibernética, (1894-1964) sentó las
bases con su principio de retroalimentación o feedback, para entender que las funciones
de intercambio de información y su procesamiento para la presencia de estados que
pasan del equilibrio al cambio y viceversa, siguen los mismos principios,
independientemente de que se apliquen a máquinas, organismos o estructuras sociales.
Wiener. contribuyó con uno de los conceptos embrionarios que permitieron edificar
tiempo después -dentro de la teoría sistémica familiar-, lo que hoy conocemos de una
manera más compleja como procesos de interacción en la familia.

Pero, fueron Jackson y Bateson los que en su observación y tratamiento familiar,


se percataron de la relevancia de los principios de Wiener aplicados en la dinámica de
la familia; estos decanos de la terapia familiar, tomaron el concepto de feedback
(retroalimentación) para entender que en un sistema familiar, las acciones de cada
miembro se convierten en información para los demás, que favorece determinadas
dinámicas familiares (feedback positivo) o que las corrigen (feedback negativo). De esta
forma se planteó el principio de que las familias como los sistemas presentan dos
tendencias: una denominada homeostasis, que significa equilibrio o estado interno
relativamente constante de un sistema que se mantiene mediante la autorregulación y que
aparece gracias al feedback negativo. La homeostasis es un mecanismo auto correctivo
que se dirige fundamentalmente a la preservación de lo que es el sistema, contra los
ataques de factores externos de stress. Cabe señalar que, de hecho, un sistema familiar

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funcional y sano requiere forzosamente de una medida de homeostasis para sobrevivir a
los "ataques' del medio, y para mantener la seguridad y la estabilidad dentro de su
contexto físico y social.

Según Simón, (1988) en 1957 Jackson fue el primero en aplicar el concepto de


homeostasis a los sistemas familiares, para describir mecanismos y sistemas patológicos,
ya que según Jackson, estos sistemas patológicos se caracterizaban por un excesivo
funcionamiento homeostático que llevaba a la familia a manifestar excesiva rigidez, falta
de flexibilidad y un potencial limitado de desarrollo. Asimismo, Simón describe que fue
Maruyama en 1960 quien introdujo el concepto de morfogénesis en la cibernética para
describir fenómenos de cambio de las estructuras de un sistema, gracias a la
retroalimentación positiva.

Así, por morfogénesis se puede entender entonces, como el proceso que facilita
el cambio en la organización de cualquier sistema mediante el feedback positivo;
posteriormente, el uso de este mismo término en terapia familiar hizo referencia a la
tendencia de la familia a presentar modificaciones y crecimiento en sí misma y en la
relación con el medio que le rodea. Un resultado de la tendencia morfogenética familiar,
por ejemplo, es la presencia de un aumento en la diferenciación de las partes
componentes del sistema, por medio de la cual cada parte puede desarrollar su propia
complejidad permaneciendo en relación funcional con la totalidad. La morfogénesis, en
vez de enfatizar la "auto corrección" que lleva a cabo la homeostasis, enfatiza la auto
dirección y tendencia al cambio.

De esta forma, se puede decir que en función del grado en que un sistema familiar
es capaz de utilizar ambos tipos de propiedades o mecanismos homeostáticos y
morfogenéticos, de forma apropiada para aproximarse a sus propios objetivos, será el
nivel en el que podrá ser descrita como una familia que tiende a la salud y a la
funcionalidad o bien, al deterioro y estancamiento.

 Pragmática de la comunicación.

En el campo del trabajo terapéutico familiar, es sabido que la manera como se despliegan
y se pueden observar todas las propiedades de los sistemas familiares, es por medio de

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la comunicación. En este sentido, importantes teóricos de la comunicación humana como
Paul Watzlawick entre otros, han mencionado que la comunicación a su vez, se puede
subdividir en tres áreas, que son la sintáctica, la semántica y la pragmática. En donde la
sintáctica abarca los problemas relativos a transmitir información en términos de códigos,
canales, capacidad, ruido, redundancia y otras propiedades estadísticas del lenguaje.
Esta área se refiere al orden lógico y coherente de la estructura de la expresión, de las
palabras y las frases. Por otra parte esta el interés por el significado del lenguaje, este
aspecto lo aborda la semántica ya que si bien es posible transmitir series de símbolos con
corrección sintáctica, estos mismos símbolos carecerían de sentido a menos que el
emisor y el receptor compartieran el significado del mensaje. De esta forma, se parte de
suponer que toda información compartida, para que pueda ser funcional, presupone
forzosamente una convención semántica común entre los participantes del acto
comunicativo.

Por último, está la pragmática, en donde se plantea que toda la comunicación,


invariablemente afecta a la conducta y que este aspecto (la conducta humana) es
precisamente el aspecto pragmático de la comunicación humana; así desde la
perspectiva de la pragmática, toda conducta y no sólo el habla, es comunicación y toda
comunicación incluso los indicios comunicacionales de contextos impersonales afecta a la
conducta. Partiendo de este entendido, se señalan algunas propiedades simples de la
comunicación que encierran consecuencias interpersonales básicas y que pueden
concentrarse en cinco axiomas, de los que Watzlawick señala que hay que tener ciertas
reservas, ya que tienen un carácter tentativo y que han sido definidos de una forma más
preeliminar que exhaustiva. No obstante también se comentan que estos axiomas tienen
su origen en diversas y muy variadas observaciones de los fenómenos comunicacionales
y que cuentan con una importancia relevante en el campo de la pragmática (Watzlawick,
1989).

 Axiomas en la comunicación humana.

Watzlawick, Beavin y Jackson (1981) presentan cinco axiomas, en donde el primero


plantea “la imposibilidad de no comunicar”. En este axioma se señala que toda conducta
humana es un acto comunicativo y debido a que no existe la “no conducta”, no es posible

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no comunicar. Por lo tanto, en un sistema familiar, cualquier comportamiento o expresión
de un integrante de la familia tiene un valor de mensaje para los demás.

El segundo y tercer axioma hacen referencia a que toda comunicación presenta un


nivel de contenido y uno de relación, así como un nivel digital y otro analógico. El nivel de
contenido y de relación del mensaje se le puede entender como al qué se dice y cómo se
dice dicho mensaje, de manera que en toda comunicación cabe distinguir entre aspectos
de contenido o lo que se dice, que a la vez se le puede entender como el nivel digital, y el
aspecto relacional o el cómo se dice, que puede ser comprendido también como el nivel
analógico. De esta forma, el nivel digital es el qué se dice, pues se refiere al contenido
gráfico y/o semántico de la comunicación, mientras que el nivel analógico se refiere al
cómo se dice y cualifica cómo se ha de entender el mensaje.

En estos axiomas se plantea entonces que toda comunicación cuenta con un nivel
digital y un nivel analógico, y que en las interacciones humanas, estos dos niveles de
comunicación pueden respaldarse mutuamente lo que llevaría a un mensaje claro
congruente, o bien, en caso contrario, ambos niveles pueden descalificarse generando un
doble mensaje o un doble vínculo que llevará a un mensaje oscuro, incongruente y
confuso.

El cuarto axioma se refiere a la puntuación de la secuencia de hechos y se refiere


a que, la definición de una interacción está condicionada por la puntuación de las
secuencias de comunicación entre los participantes. Es decir, los sistemas abiertos se
caracterizan por patrones de circularidad, sin un principio ni un final claro, así, la
definición de cualquier interacción depende de la manera en que los participantes en la
comunicación dividan la secuencia circular y establezcan relaciones de causa-efecto.
Watzlawick señala que “no se trata de determinar si la puntuación de la secuencia
comunicacional es, en general, buena o mala, pues resulta evidente que la puntuación
organiza los hechos de la conducta y por ende, resulta vital para las interacciones en
marcha” (Watzlawick, ibid, p. 57).

Finalmente está el quinto axioma que señala que “toda interacción es simétrica o
complementaria”. Esto se refiere a que las diferentes interacciones que se presentan en
los sistemas, según se base en la igualdad o en la diferencia respectivamente, podrán

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tender a la simetría o a la complementariedad. De esta forma, cuando la interacción
simétrica se perpetúa hablamos de una escalada simétrica; pero cuando es la interacción
complementaria la que se mantiene constantemente se habla de complementariedad
rígida. Desde este punto de vista lo disfuncional no es un tipo u otro de relación, sino la
manifestación exclusiva de uno de ellos en los procesos de interacción familiar.

Sin lugar a dudas los axiomas de la pragmática de la comunicación humana


propuestos por Watzlawick han sido una importantísima aportación para el tratamiento
familiar sistémico, éstos axiomas respaldan y complementan a la teoría general de
sistemas aplicada al tratamiento terapéutico familiar en general y en particular, a aquellos
abordajes familiares que tienen como punto focal de su trabajo a la comunicación
humana, como en el caso del tratamiento sistémico estructural de Salvador Minuchin. Ya
que este autor menciona que en la interacción familiar en general aparecen tres tipos de
límites o de comunicación, estos son la comunicación o límites claros, difusos y rígidos.
Pero aquí es importante recordar que en este sentido, Minuchin plantea que en general
las familias se ubican dentro de un espectro comunicacional que va desde la
comunicación rígida hasta la comunicación difusa, pasando por un área que él supone
que se ubica en el centro, en donde se encuentra la comunicación clara. Asimismo,
Minuchin plantea que las familias que cuentan con mejor pronóstico son aquellas que
mayormente pueden ubicarse dentro del área en donde está la comunicación clara. En el
siguiente capítulo se profundiza con mayor detalle sobre la propuesta de este importante
teórico de la terapia familiar, que –como ya se ha mencionado- es uno de los referentes
teóricos y técnicos para el abordaje del estudio de caso de esta investigación.

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