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09/09/19

Prueba de morfología 9 de diciembre, 20 % nota. Temas que hay que preparar:

La flexión nominal. Explicar morfológicamente una serie de formas, ie. ciuĩs, de ciuîs, ciuîs,
acusativo plurar. Como llegamos a esta forma, pues es un sustantivo de tema en -i, y el acusativo
plural de los temas en -i se forma añadiendo la desinencia de acusativo plural que era -îns, cae
la n y se por alargamiento compensatorio da -ĩs. Esta forma tendía a ser sustituida por civēs,
forma analógica de la flexión atemática de los temas en consonante.

Adjetivos, nombre que se añade al nombre, la peculiaridad que tiene la flexión del adjetivo son
los grados.

Los pronombres hay que tener en cuenta que tienen grandes diferencias con la flexión nominal.
Un rasgo de la pronominal es que tiene un genitivo de tipo -eius-, -uius para los tres géneros.

Los numerales no entran. Luego estudiar la flexión verbal, tener claro los diferentes temas de
infectum y perfectum, las desinencias personales activas y pasivas

Habrá una parte de explicar unas cuantas formas y otra que será más bien una exposición.

Teoría lingüística latina I

Problemas que los textos pueden presentar: /honŏs/, /honôr/, /honoris/. La forma /honŏs/
tiene la segunda o breve y -s final. Mientras que la forma /honôr/ con la segunda vocal o siendo
larga, ha sufrido rotacismo, que es cuando la r intervocálica pasa a s (honŏs, honoris), pero aquí
en honor ya ha sufrido rotacismo.

Otro ejemplo: servos, forma de servŭs, -i (esclavo), puede ser el nom. sg, era el nominativo
original, más tarde paso a pronunciarse servŭs (u breve) pero seguía escribiéndose servos.

Otro ejemplo: deico, seic, heic (dico, sic, hic) estas grafías provienen de un diptongo /ei/, que se
monoptongó en una i larga, pero por mucho tiempo se seguía escribiendo como antes, a pesar
del cambio de pronunciación.

Otro ejemplo: ivenis, se le la v como u/ aevm, aeum.

Metodología: análisis de los textos en casa, para plantear dudas en clase. Preparación de los
temas de morfología en casa, no se harán en clase.

Evaluación:

 -20 % actividades de participación durante el curso, es un control de los contenidos del


temario que los alumnos deben estudiar por su cuenta.
 -80 % examen final, conformado por dos partes: preguntas teóricas 6 puntos, traducción
y comentario fonético-morfológico de un texto con características parecidas a los
comentados en clase, 4 puntos.

Referencias básicas: -Fonética latina de Bassols, incluye apéndice de fonología de Mariner.

-Para la morfología, Beltrán, Introducción a la morfología latina.


-Elementos de fonética y morfología del latín, de Monteil, útil para la morfología.

Introducción. Esta asignatura tiene dos objetivos, la fonética (entendida como la disciplina que
estudia los sonidos de la lengua) y la morfología latina. En las clases teóricas serán expuestos los
temas que aparecen como escritura y fonética-fonología. Los temas de morfología son
preparados en casa por cada uno. Utilizar por tanto el manual, para consultar cualquier duda.

La fonética es el estudio del sonido del lenguaje y la fonología estudia los fonemas. Los sonidos
del lenguaje son los sonidos concretos que realmente se emiten y se perciben. Los fonemas son
sonidos abstractos, modelos mentales, porque un mismo fonema se realiza de distintas formas
según el contexto, ie. después de punto y aparte tenemos Dado, palabra de dos sílabas, en las
dos hay como margen silábico una misma consonante, pero no suenan igual, la primer -d es
oclusiva, la segunda al ser intervocálica es fricativa, y ambas -d se representan con el mismo
fonema. “ese dado”, las dos -d son fricativas. Un fonema puede tiene diversos alófonos. Los
sonidos son las realizaciones de un mismo fonema dependientes del contexto fónico.

En el alfabeto latino hay una letra que se llamaba V, que representaba unos fonemas que en
unos contextos realizaba una función consonántica o semivocálica: Vinvm (uinum), Vnvs (unus).

/u/ estas dos barras sirven para indicar que nos referimos a un fonema. Este fonema concreto
puede tener dos realizaciones, dos alófonos [u] y [v]. El fonema /i/ tiene [i] y [j].

Sub eo/ sub pontem: este es otro ejemplo de diferenciación sonora. La /b/ está intervocálica en
el primer caso. En el segundo la /b/ se asimila a la consonante siguiente, la /p/, esto se llama
asimilación regresiva, ha dejado de tener una pronunciación sonora a una sorda. /b/ se opone a
/p/ y se neutraliza. Por tanto, se pronunciaría “sup pontem”.

Pullo/ bullo: /p/ se opone fonológicamente a /b/ ||| numquam/ nunquam | eumdem/ eundem:
en determinados contextos la oposición fonológica existente entre la nasal labial y la nasal
dental se neutraliza, y suelen dar lugar a dobletes.

Cuando dos fonemas dejan de oponerse al producirse una neutralización, ambos fonemas se
confunden en un archifonema, se puede definir como el conjunto de los rasgos distintivos que
son comunes a los dos miembros de una oposición neutralizada: in populo / impono (grafía
fonética, es la formación que resulta más fácil de pronunciar) inpono (grafía etimológica, es la
formación que debería darse).

El termino fonética tiene otro significado, que es la fonética histórica. En el latín la fonética es
esencialmente una fonética histórica. No existen nativos hablantes, por ser histórico. Para
nosotros el latín es un corpus de textos escalonados en el tiempo. Por tanto, nuestro estudio de
la fonética latina será sobre todo fonética histórica y en cuanto a la fonología estudiaremos el
inventario fonemático de latín clásico. La mejor herramienta para ello ser el alfabeto, por ende,
comenzaremos estudiando la historia del alfabeto latino, su origen y su evolución. A través de
su estudio podremos determinar cuáles eran los fonemas del latín clásico. La fonología tiene
otra parte, la prosodia, que significa el acento que se le pone a la palabra. La prosodia estudia el
acento y la cantidad silábica, estudiaremos el acento sobre todo las leyes que rigen la posición
del acento latino. También estudia también la cantidad silábica que está íntimamente vinculado
con el estudio de la métrica.

11/09/19
El alfabeto latino es evidente que es una adaptación del griego, pero no con la misma
nomenclatura. Si estudiamos el alfabeto latino sabremos con solo unas cuantas dudas cuáles
eran los fonemas del latín, sobre todo los del latín clásico. No podemos decir que el alfabeto
latino reproduzca los sonidos, sino los fonemas. Si reprodujera los sonidos la cantidad de letras
que tendría que haber sería infinita.

Podemos afirmar que el sistema de nomenclatura del alfabeto latino, implica una clasificación
fonológica: Las vocales se nombran según su valor fonológico, la letra a se llamó a por sonar así.
Las vocales tienen autonimia, porque se llaman por sí mismas, solas sin acompañamiento. Se
definen por ser núcleos silábicos o construir sílabas por su propia cuenta. Luego están las
consonantes, establecidas con dos clasificaciones, se distinguen entre “mutae” y semivocales.
Las “mutae” o mudas son las oclusivas, mientras que las semivocales no son las nuestras, sino
que están semi provistas de voz, no tienen voz del todo. En el lenguaje moderno se les llama
continuas, son las líquidas, nasales y fricativas. La nomenclatura de las mudas es su valor
fonológico + e, ie. B, es B+e. Las semivocales son e + su sonido fonológico + e, ie. F, es e+f+e.

Siempre hay excepciones como la K, “ka”, la H, “ha”, la X, “ix”, Y, “hy”, la Q, “qu” y la Z, “zeta”.
Ka podría ser una reducción del nombre griego kappa, aunque podría haber otra razón, que la K
solo se escribiera delante de una a, y que en el latín clásico se convirtió en una letra muerta (está
en el alfabeto, pero en la escritura no se utiliza). Lo mismo podría pasar con la Q, qu, que solo
se escribía delante de u. Además, representan el mismo sonido, por lo que, si se hubieran
llamado ke y qe, sería más difícil distinguirlas. Luego está la H, quizás su nombre se le fue dado
siguiendo el modelo de Ka, pero también es posible que “ha” venga de halitus (exhalación). De
todas formas, su origen sigue incierto. Luego está la X, ix, no representa un fonema, sino un
grupo consonante, de hecho, en los textos se ve que en vez de x se usa cs. Parece que se llama
ix a imagen de las llamadas semivocales. Luego está la Y, hy y la Z, zeta, se llaman igual que en
griego, (hy es más antiguo que la ípsilon). Se adaptaron a última hora y los romanos la llamaban
litterae graecae. La X pues es la única que no representa un fonema, entonces para qué sirve,
ya que en vez de uxor se podría haber escrito ucsor. No solo representaba el grupo /ks/, sino
también /gs/. Esto se ven en pax (paks) pacis o iunxi (iungsi) del verbo iungo.

En cuanto al origen del alfabeto latino es obvio a primera vista que se remonta a un modelo
griego, pero no al jónico ático, ni al clásico que se adoptó en el 403 a.C, más precisamente
podemos decir que se trata del alfabeto calcídico que era el alfabeto epicórico que se hablaba
en la ciudad de Calcis en Eubea. La razón es la primera colonia griega que se asentó en Italia era
una colonia calcídica. Además de esto encontramos algunas características del alfabeto del
alfabeto latino que se hallan también el calcídico y otros alfabetos occidentales. En primer lugar,
tenemos la sexta letra del alfabeto, la F corresponde con la F digamma, representado la u
semivocal. Esta letra que no se emplea en el alfabeto jónico ni ático, pero si en el latino. Lo que
sucede es que el latín emplea la digamma con la misma forma, pero para representar un fonema
completamente distinto, la fricativa labiodental f. El sonido de la f latina, su fonema
correspondiente en griego.

Otro rasgo es la Q, cuya letra correspondiente en griego es la koppa, esta, en griego iba entre la
p y la r como en el latín. Dejo de utilizarse para solo servir como símbolo numérico. No adoptaron
la omega porque no distinguían entre o breve y larga. Tampoco la heta, por el mismo motivo,
además en un origen la heta también era un signo de aspiración. El dialecto jónico era un
dialecto psilótico por lo que perdió la aspiración y entonces no le servía de nada esa letra, así
que la usaron para representar la e larga abierta. Por eso mismo la h en latín tiene el valor de
aspiración, que es lo que sucedía en los alfabetos arcaicos.
La última letra del alfabeto latino, la X, en el alfabeto jónico-ático tenia se usaba para
representar el fonema /kh/ mientras que en los alfabetos occidentales el grupo ks.

La tercera letra la C, corresponde a la gamma del griego, el cambio indica que el alfabeto latino
es en realidad un alfabeto griego etrusquizado. Los latinos tomaron el alfabeto griego por
intermediación etrusca. De hecho, los etruscos fueron la primera gran civilización que hubo en
Italia. Los etruscos no tenían oclusivas sonoras de manera que no diferenciaban entre sonora y
sorda y de ahí que los etruscos usaran la gamma para representar a la oclusiva velar sorda (g=c)

La letra G se la tuvieron que inventar los romanos a mediados del Siglo III a.C, pero la invención
de la letra G está relacionada con el valor que el alfabeto latino da a la gamma.

La P se dice que es abierta, mientras que Pi, es cerrada.

La R pasa igual, se le dice que es abierta o cerrada.

A la V, u, le falta la pata de La Y, ípsilon.

No basta con decir que el alfabeto que sirvió de modelo para el alfabeto latino fue un alfabeto
griego jónico-ático, sino que fue uno occidental calcídico, además hay una serie de problemas
que no pueden ser resueltos con el alfabeto jónico-ático: por ejemplo, la letra C corresponde a
la gamma, pero no representa el mismo sonido, esto se explicó antes. Otro ejemplo es la velar
sorda /k/ se representaba en el latín clásico por tres letras: k+a,r; c+e, i; q+u. Otra prueba es que
en latín como en el etrusco la fricativa labiodental se representó primero con digamma+heta,
que se simplificó en latín eliminando el segundo elemento.

16/09/19

Evolución del alfabeto latino primitivo. Lo conocemos por inscripciones de la época preliteraria.
Tiene 21 letras, el clásico tiene 23. El primitivo tenía de la A la X con la Z en el séptimo lugar. La
principal deficiencia de este alfabeto era la ausencia de una letra para la oclusiva velar sonora.
La C se empleaba a veces para representar la velar sorda /k/ (feced) y otras la para la sonora /g/
(virco). Posteriormente aparecería la G.

Textos en los que aparezca la Z son muy pocos, en el latín de roma no hay. Si hay en una lengua
muy parecía al latín, el falisco, probablemente un antiguo dialecto latino. Esta Z aparece en
secuencias como “de zenatuo sententiad”, en latín clásico sería “de senatus sententia”,
podemos suponer que la Z no representaba el fonema /ds/, pues no existía en latín. La Z lo que
hacía era representar una S sonora, al parecer en posición intervocálica.

Este alfabeto sufrió varias reformas, la primera: en un principio la fricativa labiodental /f/ no
existía en griego, por lo tanto, el alfabeto griego no tenía una letra para él, en un principio se
utilizó un dígrafo FH. La solución etrusca fue simplificar a F.

Segunda reforma: La C tenía el fonema /k/ y el /g/. Invención de la letra G. Cogieron la C y le


añadieron un pequeño trazo. Se inventó a mediados del S.III a.C, por un liberto llamado Sp.
Carvilius, fue el primero que fundó una escuela elemental en Roma. Esta fecha es cuando surge
la literatura en Roma. Esta letra fue aceptada plenamente y el valor primitivo de la C persistió
solamente en dos abreviaturas: C. = Gaius y en Cn. = Gnaeus. Lo normal es que esta nueva letra
ocupara el final, pero desplazo a la Z, pues esta se convirtió en una letra muerta, ya que marcaba
la S intervocálica que, en siglo anterior, había sufrido un rotacismo, este desuso de la Z hizo que
la G pudiera ocupar su lugar.

Tercera reforma: A principios de la época literaria se impuso una implicación ortográfica que
elimino el uso heredado del etrusco de tres letras distintas, k, c, q, para representar un mismo
fonema /k/, la velar sorda. En el etrusco probablemente tenía sus razones de ser, pero en latín
este sistema no era económico y sin alguna utilidad real. Se simplifico a la letra casi
exclusivamente la letra C. La letra K se convirtió en una letra muerta, y se mantuvo en la
abreviatura de un praenomen, K. = Kaeson, o para la abreviatura de Kalendae (el primer día de
cada mes). También para nombres propios extranjeros como Karthago. La Q no se convirtió en
letra muerta porque si que era útil, se reservó para representar junto a una u, la oclusiva
labiovelar sorda, pero también para ser usada delante de una u asílabica (que no era núcleo
silábico, o en diptongos).

Ya en época literaria a partir de finales del S.II a.C se introdujeron en el sistema de escritura tres
nuevos dígrafos: th, ph, ch, para representar las aspiradas del griego. Antes de eso, reproducían
y transcribían las oclusivas simples correspondientes del latín, esto se explica mediante el
concepto de criba fonológica, cuando oímos una palabra extranjera que contiene un fonema
inexistente en nuestra lengua lo que hacemos es pasar los sonidos por una criba y solamente los
que pertenecen a nuestra lengua los reproducimos exactamente y los que no de manera
aproximada. Entonces se introdujeron estos dígrafos y parece ser que durante algún tiempo la
aspiración de la oclusiva se convirtió en una moda que afectó a la pronunciación culta o
presuntamente culta, ya que Catulo se burla de uno que para aparentar ser más culto aspiraba
hasta las palabras que no eran griegas.

18/09/19

Ya en plena época clásico se añadieron las letras Y y Z, para representar más fielmente aquellas
palabras griegas que contenían una Y o Z. La Y se pronunciaba como: /u/ y /i/. crypta (crupta)
gyrus (girus). La Z se reintrodujo, pues ya estaba en época preliteraria, para representar la
africada /ds/ del griego. Se pronuncia /s/ y ss/. Setus, massa, sona, malacisso. S a principio de
palabra y ss intervocálica. Con esto se llegó a las 23 letras del alfabeto clásico.

En época de Claudio, este intento introducir tres nuevas al alfabeto. Fue un intento fallido esta
propuesta, conocidas como letras claudias. Tras su muerte dejaron de utilizarse rápidamente.
Estas letras fueron:

Ⅎ, la digamma inversa, pronunciaba /u/ la u semivocal en época imperial se transformo en un


nuevo fonema /β/, por lo que esta forma se diferenciaba de nuestra u y v.

Ⱶ, no tiene nombre, sirvió para representar un sonido intermedio que había entre la i y la u.

Ↄ, la antisigma, para representar el dígrafo ps de la psi griega.

En el S. XVI se introdujeron las letras ramistas, llamadas así en honor al humanista francés Pretus
Ramus: J y U, para distinguir entre la i y la u vocálicas y semivocálicas.

Hoy en día hay diferentes pronunciaciones del latín. Están las nacionales, dependen de los
valores las letras que estas tienen en las respectivas lenguas actuales. Por ejemplo, Cicero en es
español no es igual que en italiano. Luego está la eclesiástica, tal como se pronuncia en el
Vaticano, coincide en lo esencial con la pronunciación italiana. Por último, está la clásica o
reconstruida de la aproximación del latín en época clásica.
Indicación de la cantidad vocálica y de las consonantes geminadas. Hubo varios intentos para
representar gráficamente la cantidad vocálica larga, pero ninguno llegó a generalizarse. El
primero procedimiento es el llamado geminatio vocalium (duplicación vocálica), propuesto por
el poeta Accio que murió hacia el año 86 a.C Sabemos que no fue una invención suya, sino un
antiguo procedimiento de la lengua osca, y pensó que sería útil para el latín. e.g: Vaarus Maarco
Seedes. Se atestigua solamente en inscripciones arcaica del S. II a.C y en el s. I a.C cayó en desuso.

Otro procedimiento del S. II a.C más exitoso fue para representar la i larga con el antiguo
diptongo ei. Ya sabemos que el diptongo ei se había monoptongado en i, e.g: Deico, heic, seic
pasaron a dico, hic, sic, pero se seguían escribiendo con ei. Esto en principio no podemos decir
que sea un procedimiento sino una grafía conservadora. Llega un momento en que se usa el
diptongo para representar una i que no provenía de la monoptongación de este diptongo, e.g:
faxseis, afleicta, seis.

Luego tenemos otro procedimiento, i longa, sirvió para representar la i larga, e.g: hic. Este
procedimiento empezó a usarse en el S. I a.C y se usó hasta la época imperial. Según algunos
grafiti de Pompeya, aparece esta i longa como un i semivocal.

También tenemos el apex, consiste en un acento agudo puesto sobre la vocal larga. Este se
empleó entre finales del S. II d.C y durante todo el S. I d.C, después cae en desuso.

El último procedimiento, el más raro, es el sicilicus, es como una hoz superpuesta en la vocal
larga. Se usó solo durante la segunda mitad del siglo I a.C y la primera mitad del S. I d.C. Servía
para indicar una consonante geminada, por lo que era una especia de abreviatura. Servía
también para indicar un grupo formado por una u semivocálica y una vocálica o dos u vocálicas.

Las consonantes geminadas en un principio no se anotaban. Se escribía vele, ese, pero se


pronunciaba vel-le, es-se. Por lo que había una falta de coherencia entre la grafía y la
pronunciación. La introducción de las consonantes geminadas se atribuye al poeta Ennio que
murió en el 169 a.C. La verdad es que el hecho de que la tradición atribuya a Ennio esto,
concuerda con el hecho de que la primera inscripción latina en que se indican las geminadas sea
una inscripción de 189 a.C, el decreto de Emilio Paulo. Este nuevo hábito ortográfico represento
un claro avance, ya que lo hizo más perfecto. Aunque como todo no se cambió de repente, sino
poco a poco.

23/09/19

Fonología, el inventario fonemático del latín. La primera clasificación es la más fácil, divide los
fonemas entre vocales y consonantes. El sistema vocálico consta de 5 timbres vocálicos, 3 grados
de aberturas y además tiene 2 puntos de articulación. Se puede definir como un sistema vocálico
triangular. El problema viene dado por la existencia de vocales largas frente a breves, que era
un rasgo fonológico importante es decir que servía para diferencias significados. ie. sōlum de
solus, sola, solum; y sôlum de solum, soli.

Las vocales largas se han intentado definir mediante dos teorías. La monofonemática dice que
son entidades monofonemáticas, son fonemas aparte por lo que habría 10 vocales y no 5 como
en latín. La otra teoría, la difonemática, dice que la vocal larga no es un fonema autónomo sino
que es en realidad una vocal geminada (una secuencia tautosilábica, no escindible en dos sílabas
diferentes, de dos vocales del mismo timbre).

Desde el punto de vista histórico, sabemos por testimonios de los propios testimonios latinos y
por la gramática histórica que las oposiciones de cantidad iban acompañadas en el habla de
matices concomitantes de timbre, de modo que las vocales largas se pronunciaban cerradas
mientras que las breves eran abiertas: una e breve era de timbre abierto mientras que una e
larga era cerrada.

En un principio la oposición fundamental era la que se daba entre la cantidad larga y la cantidad
breve y que esta pronunciación era un matiz concomitante, pero en el latín vulgar, las
oposiciones de cantidad fueron desapareciendo poco a poco. Cuando desaparecieron, las
oposiciones cualitativas o de timbre las ocuparon. En un principio la única diferencia entre una
vocal larga y una breve era la cantidad que iba acompañada de este timbre abierto o cerrado, y
al desaparecer la cantidad dieron las oposiciones de timbre lo que pasó a ser fonológicamente
pertinente. Este paso de oposición de cantidad a oposición de timbre causó ciertas confusiones
vocálicas. Por ejemplo, la i breve abierta se confundía con la con la e larga cerrada y pasó en
muchas ocasiones a e cerrada directamente como por ejemplo pîra paso a pera en español. Lo
mismo paso con la u breve abierta y la o larga cerrada, bŭca = boca. Y en ocasiones la evolución
de vocales largas en posición tónica en español diptongó, por ejemplo, tērra dio tierra.

Hay que referirse también a las llamadas semivocales que no eran fonemas sino alófonos
consonánticos de i y de u, es decir, eran realizaciones consonánticas que las vocales i y u tenían
en determinados contextos, en posición inicial de palabra seguida de vocal, ius, uinum; o en
posición intervocálica, como en cuius, pronunciado cuiius. La u también podía ser consonántica
en prefijos que estaban formados por una silvane más una u y que solo se conservan en sundeo
y suesco. Pero estas semivocales no deben ser registradas dentro del inventario fonemático del
latín, pero en el latín vulgar se convirtieron en dos fonemas autónomos.

Primero le ocurrió a la u que dejó de pronunciarse /u/ para pronunciarse /β/, una fricativa
bilabial sonora que se confundió con el sonido de la b en posición intervocálica que era la
oclusiva bilabial sonora. Este fenómeno se llama betacismo.

Diptongos del latín clásico: ae, au,

oe: moenia, proelium, foedus, Poenus, poena, coepi

eu: seu, meu, ceu, heu, eheu, heus, neuter

En latín arcaico eran más pero se quedaron solo estos, y en latín clásico se tendió a la
monoptongación de modo que ae y oe se pasaron a e. El diptongo oe se da en un número muy
limitiado. El diptongo oi del griego era representado con oe en el latín. Respecto a eu, aparece
en muy pocas palabras, resulta que el diptongo eu del IE y en el griego se conservó, pero
desapareció en el itálico común, y se conserva en latín en interjecciones. Eu es un diptongo de
origen secundario, que no proviene directamente del IE, sino que en realidad está presente en
formas apocopadas correspondientes a seve, sive o meve. En un principio la forma plena de neu
es neve, en neve no había ningún diptongo, pero al producirse el apocope, cae la e y la forma
silábica con la vocal anterior, convirtiéndose en el segundo elemento de diptongo. Lo mismo
para seu, ceu, neuter (negación de ne-uter)

Los diptongos no son fonemas sino más fonemas se definen como una combinación
tautosilábica de dos vocales de distinto timbre, la segunda de las cuales funciona como si fuera
una semivocal.
07/10/19

Excepciones a la ley de la penúltima sílaba: La más importante podemos llamarla ley de la


enclisis, dice que en una palabra fonética formada por la adición de las conjunciones enclíticas
-que o -ve el acento recae en la sílaba precedente sea cual sea su cantidad. Dominusque, aquí
no hay excepción, pues la penúltima sílaba es cerrada y encima seguida de dos consonantes.
Pero en armáque y no ármâque que sería lo apropiado. Esta excepción podía tener la función de
asegurar la unidad de la palabra fonética.

Otra excepción a esta ley es el tipo Valéri (e breve), de Valérius (e breve). Las palabras de la
segunda declinación en -ius, como Valérius, en donde tenemos valéri, pese a tener la e breve y
se explica por analogía al resto del paradigma.

Otra excepción la constituyen los compuestos no apofónicos de facio como satisfácio, benefácio
y calefácio, en vez de acentuar la antepenúltima el acento seguía recayendo en el elemento
verbal.

Según Quintiliano hay dos nombres que son excepciones de la ley de la penúltima sílaba,
Cámillus y Céthēgus.

Fonética histórica. Las principales alteraciones sufridas por las vocales en latín heredadas del IE
consistieron un debilitamiento de las vocales en sílaba interior y en final, lo que culmina en la
síncopa y la apócope. Hay que tener en cuenta unos principios generales:

 Las vocales largas son más estables que las breves.


 Las vocales son más estables en sílaba cerradas que en abierta.
 En sílaba inicial es más estable en vocalismo, mientras que en interior es donde sufre
más alteraciones.

Evolución de las vocales largas, alteraciones que sufrieron en la época histórica fueron
abreviaciones. Se produjeron tras la muerte de Plauto (184 a. C.) ya en Ennio y Terencio hay
bastantes abreviaciones.

 Primera, en sílaba final cerrada por consonante distinta de s (audiãt, un subjuntivo, pero
llega un momento en que se abrevió a audiat, pero en audiãs se conservo por acabar en
s). Excepciones, en los monosílabos (sōl, sãl), salvo que acaben en -m o en -t (scit, rem).
 Segunda, las palabras por oxitonia secundaria.
 Tercera, algunas palabras no latinas (aér, aethér, Titán, Phoebión).
 Cuando la consonante final era una m, la abreviación es mucho más antigua pues ni en
la poesía arcaica ni en Plauto encontramos ninguna vocal larga en sílaba final cerrada
por m.

La abreviación en hiato, fleo, de *flēo, se abrevió el hiato. Una vocal larga seguida de otra vocal
con la que forma hiato se abrevia. Es básicamente el vocalis ante vocalis corripitur. Excepto que
a su vez vaya precedido de otra vocal (aciēi). En la lengua clásica se dan algunas excepciones: las
formas de fio sin r (fĩebam, fieri); Otra excepción es la que encontramos en los pronombres illĩus,
istĩus, ipsĩus, totĩus y unĩus, cuya i es larga porque pese a ir delante de otra vocal no se abrevió.
14/10/19

Otra abreviación es la yámbica, o correpto iambica o brevis brevians. Consiste en que las
palabras de estructura yámbico (u-) podían pasar a tener estructura pírrica (uu) por una
asimilación de cantidad, la segunda de las dos sílabas se abreviaba. i.e: amã, y domĩ
originalmente, pasa a ama y domi. También se ve en senēx, pasando a senex. En época arcaica
era operante, pero a partir de la época clásica se restringió mucho, usándose en palabras
bisilábicas de uso muy frecuente como pronombres, adverbios y partículas. i.e: ego, nisi, quasi,
bene, male. En cērtē no pasa pues la primera es larga. Es una licencia métrica así que no es
obligatoria su uso.

En el latín vulgar y tardío desapareció paulatinamente la oposición de las cantidades vocálicas.


Hay que destacar la abreviación de vocales largas en posición final de palabra de dos sílabas o
más según su estructura. i.e: tōllo, pese a que la primera es o es larga, la segunda es breve por
lo que no se aplica este fenómeno de correpto iambica.

Conforme a los principios generales, las vocales breves, que son más estables que las largas,
sufrieron sus principales alteraciones en sílaba interior de palabra, un debilitamiento vocálico
que se refleja en dos manifestaciones: la apofonía o cambio de timbre y la síncopa, que es la
pérdida de vocal breve en posición interior de palabra. Como ejemplo de apofonía: cano, raíz a
breve, pero en otras formas verbales pasaba a estar en sílaba interior, como en cecini (*ce-canai)
y sufre un cambio de timbre a e. En facio, la a cambia a i como en perficio. Ejemplo de sícopa:
calidus, se pierde la i y queda caldus. Ars se reconstruye de *artis.

La apofonía latina, es un cambio fonético que se desarrolló durante la época preliteraria.


Diferentes resultados de la apofonía: a) en sílaba abierta o b) en cerrada.

a) En sílaba abierta la vocal se cerró en -i o en -o, es decir en una de las dos vocales
cerradas. i.e: conficio, del compuesto con facio, donde la -a en posición abierta se cerró
en -i. Excepciones, cuando esa vocal se hallaba ante una -r en cuyo caso pasaba a -e. i.e:
dare, el infinitivo, y en el compuesto reddere, es vocal breve -a ha pasado a -e.
b) En sílaba cerrada la vocal se muestra mas resistente y se cierra como mucho un grado.
La consonante que sigue a esa vocal es como si fuese un escudo. En esas condiciones la
-a se cierra en -e: facio, en perficio la -a se cerro del todo; pero en el tema de perfecto,
da perfectum, se cerró en -e y no en -i, solo se cerró un grado. Excepciones, donde una
vocal breve en sílaba interior cerrada se cierra del todo en una -i: tango, compuesto
contingo; frango, confringo. Otro cambio condicionado se encuentra en sal, breve,
tenemos insulsus, donde a pasa a u por estar en contacto con una l velar, que no palatal.
La o en estas condiciones se ciera en u: onos pasa a onus.

Excepciones de la apofonía. Estas se explican porque provienen de compuestos que debieron


formarse cuando la apofonía ya había dejado de actuar. i.e: de ago, el compuesto perago, sin
apofonía; exigu, con apofonía. De esto podemos deducir que si presenta apofonía es mas
antiguo, pues la ley seguía en uso, y si no tiene apofonía es porque es tardío.

Otras excepciones se explican por analogía del verbo simple: invoco y arrogo no sufren apofonía
porque en la conciencia del hablante se asociaba con el verbo simple.
23/10/2019

Posibles causas de la apofonía. Desde mediados del S. XIX se ha considerado que la causa de la
apofonía fue la existencia de un acento prehistórico de intensidad inicial. En época prehistórica
además de tener un acento de naturaleza música según las normas de posición del acento, había
en silaba inicial un acento de intensidad. El pronunciar con tanta intensidad esta primera sílaba,
hacía que al llegar a una sílaba interior esta se debilitase o cambiase de timbre.

Toca hablar de la síncopa. Consiste en la pérdida de una vocal breve interior entre consonantes,
ya sea en sílaba interior de palabra o final cerrada: calidus>caldus/artis>ars. A diferencia de la
apofonía, la sincopa actuó en toda la etapa de la lengua latina. No siempre es posible establecer
la cronología de casos de síncopa, pero normalmente sí. Por ejemplo, artis debe ser preliteraria
porque no está atestiguada. En pōno, posui, positum, compuesto del verbo sino, debió ser en
un principio un compuesto de posino, donde hubo síncopa de -i, luego la -s cayó junto con un
alargamiento compensatorio de la primera -o breve.

Ya en la época literaria clásica, los textos atestiguan dobletes como: calidus/caldus;


calefacio/calfacio. Los fenómenos de síncopa en latín vulgar y tardío se multiplicaron
considerablemente, además solo podía ser en sílaba átona: domnus (dominus); maldixi
(maledixi).

Evolución de las vocales breves en sílaba final. En esta posición, las vocales breves son menos
inestables debido a su importancia morfológica. En sílaba final abierta hubo dos tipos de
evolución: a) Apócope en los imperativos de dico, duce, face; en el nom.sg.n de los temas en -
ali y -ari (animal, animalis; exemplar, exemplaris); en algunas palabras indeclinables como et,
aut, post, ut (eti del griego, auti, poste, uta un antiguo adverbio). b) abertura (refuerzo) de -i>-
e, así se evitaba que una vocal desapareciera, por ejemplo se ve en el non, ac.sg.n en los tema
en -i: *mari>mare, pero en las demás formas si se conserva la i. También se ve en los imperativos:
*capi>cape.

En sílaba final cerrada se dan los siguientes procesos: a) Se produjo el cierre de una -e breve en
sílaba final cerrada por una -t o una -s, por tanto, las formas et y es pasaron a it, is. Lo mismo
pasa en la tercera declinación, en el gn.sg. donde tenemos un nom. salus y genitivo que debería
ser salutis, es salutes, que luego se mantuvo la forma clásica salutis. b) Se produjo el cierre de
una -o breve en sílaba final cerrada por cualquier consonante en -u breve: -oC>-uC; filos>filius;
filiom>filium; quom> cum. c) -aC> -eC, presenta el mismo caso que el anterior.
30/10/19

Diptongos largos o con primer elemento largo. El diptongo -oi en su forma antigua está
atestiguado en palabras como “ploirume, oino, coirauit”. Este diptongo evoluciono en dos
resultados: en la mayoría de los casos se monoptongó en una -u (Punicus, punire, uti, munire);
menos frecuente hubo un cambio a -oe, quizás por una asimilación de abertura (poena, Poenus,
foedus, moenia, proelium). El cambio probablemente fue de -oi > -oe > u, siendo -oe el diptongo
que se empleó de manera sistemática para trasncibir el diptongo -oi del griego (Phoebus)

Diptongo -ou. Este se monoptongó en -ũ. (noutrix > nũtrix). Conviene tener en cuenta que en el
latín rústico y el arcaico el resultado fue una -o, este se impuso en muy pocas palabras de la
lengua común (robigo, robus).

Diptongo -eu. En época prehistórica se confundió con -ou, por lo que en época histórica ya no
se conserva, entonces su evolución da el mismo resultado que -ou. Único ejemplo: lũx, viene del
griego leukos.

Diptongo -au. Se mantiene de manera más general durante toda la historia de la lengua latina
incluso en el latín vulgar. En el latín arcaico, el rústico lo monoptongó en -ō, por eso que exista
dobletes (aulla/tolla; Claudius/Clodius; caupo/copo). Surgieron algunas ultracorrecciones para
combatir esto, pero duraron mucho tiempo excepto algunas correcciones que terminaron
siendo una norma: plōdo que se ultra corrigió en plaudo (aplaudir). Después de la fragmentación
lingüística las lenguas romances tendieron a la monoptongación. Hubo un tratamiento especial
del diptongo -au en el latín de época imperial en que perdió su segundo elemento, por ejemplo
“Augustus, auscultare, augurium”. También tenemos el diptongo secundario -au, resultado de
una síncopa, en terceras personas singulares de perfecto de indicativo como curaut (curavit).

Evolución de los diptongos en sílaba interior y final de palabra. Es una evolución condicionada
por la inestabilidad del vocalismo en estas posiciones. La evolución de los diptongos en sílaba
interior y final fue análoga a la de las vocales simples en las mismas condiciones. En sílaba
interior de palabra intervino la apofonía. ai > ĩ (*ob-caido > occĩdo); au > ũ (* ex-claudo >
exclũdo). Hay que suponer que evolucionó de ai/eu > ei/eu, y como ya hemos visto este diptongo
monoptongó en i/u.

Los demás diptongos en sílaba interior tuvieron la misma evolución que a principio de palabra:
ei > ĩ; oi > ĩ; oi > ĩ.

04/11/19

Evolución de los diptongos en sílaba final. Esto es fundamental para la comprensión de la


morfología flexiva. “ai, ei, oi > ĩ / eu, ou > ũ.” El diptongo au en sílaba final no lo tenemos
atestiguado.

De la evolución del diptongo ai>ei>𝑖̅, se explica la 1ª desinencia del singular del perfecto de
indicativo. Debemos suponer que era *-ai (peperai en falisco, dará peperi, es el único
atestiguado). De ahí pasara a -ei, en formas como fecei y potuei, se mantuvieron por mucho
tiempo, pero debemos suponer que a principios del S. II a. C. ya se había monoptongado en -𝑖̅.

Se ve también en la desinencia de dativo-ablativo plural *-ais, como en griego. No se conserva,


pero si su evolución en -eis (soueis), y finalmente dará -𝑖̅s. Sin embargo, el tratamiento del
diptongo -ai fue distinto por diferencia de cronología. Cuando ya se había producido el paso de
-ais a -eis, surge otro diptongo -𝑎̅𝑖̅ proveniente de -𝑎̅s, que viene a ser una contracción del tema
del nominativo plural de la 1ª declinación en -a y la desinencia -es. De -𝑎̅𝑖̅ pasa a -ai y luego -ae,
del nominativo plural de la 1ª declinación.

Sobre el diptongo -ei se monoptongo primero en 𝑒̅, pero al parecer muy cerrada, que terminó
cerrándose en 𝑖̅. Se explica la desinencia de dativo singular de la tercera, cuarta y quinta
declinación, recei> reg𝑖̅. La 𝑒̅ se mantiene en dos expresiones jurídicas e institucionales: II viri
iuve dicundo (Dos hombres para decir el derecho). Este iure, da iur𝑖̅. La otra es “iure civili
studere” (aplicarse al derecho civil). Pasa lo mismo, eres iure da iur𝑖̅.

También sirve para explicar la desinencia de dativo de la flexión pronominal. Por ejemplo: mihei,
sibei, mihe, tibe.

Del diptongo -oi su evolucionó en -ei>𝑒̅>𝑖̅. Se explican las desinencias del nominativo plural y el
dativo-ablativo singular de la 2ª declinación. -oi lo encontramos en meois, -ei (vieri), de 𝑒̅
(ploirum𝑒̅ ).

La evolución del diptongo -eu explica el genitivo singular de la 4ª declinación: -ei>-ou>𝑢̅. Por
ejemplo, nominativo manus, genitivo man𝑢̅𝑠. Esto se explica porque el nominativo singular de
la cuarta se caracterizaba por un vocalismo predesinencial reducido manu- + desinencia de
nominativo singular -s. El genitivo presentaba un vocalismo predesinencial pleno *maneu- +
desinencia de genitivo singular -s. Esto contraería en -ou, y de ahí evoluciona a -𝑢̅.

Vamos a hablar de los diptongos de primer elemento largos, que debemos presuponerlos para
explicar las desinencias del dativo singular de la 1ª declinación. -𝑎̅i (Fortunai). Este dejo de ser
largo mediante la abreviación del primer elemento: -ai, y en está posición el diptongo tuvo la
evolución general -ae. Esto nos sirve para el latín clásico pero el arcaico del Lacio tenemos otro
resultado, donde el segundo elemento del diptongo se suprime, es el mismo tratamiento que
recibe el dativo de la 2ª declinación: Populoi Romanoi.
18/11/19

Labiovelar sonora gw: sanguis, inguem, lingua, unguo, unguentum, solo se conservo después de
una n y antes de una vocal. En posición inicial ante vocal, perdió el elemento velar y se mantuvo
el apéndice labial: gw > [u], venio. La palabra para buey, vaca, etc. Debió ser *gwous>**uso.
Esperamos que esa forma se confundiera con la forma personal del pronombre personal vos, así
que tenemos bos, bovis.

En posición intervocálica el resultado es el mismo gw> [u]. En posición interior de palabra delante
de consonante sorda, la antigua labiovelar perdió el apéndice labial, se transformo en la oclusiva
velar sonora simple. nix, nivis, pero en el verbo encontramos ninguit, donde se conserva la
labiovelar sonora, por estar después de n y antes de vocal. Lo que pasó en nivis, es que está en
posición intervocálica. En nix pasó que estaba ante consonante sorda. Otro ejemplo, unguo,
participio unctus.

Las llamadas labiovelares cuando se conservaron en romances lo hicieron como tales grupos
consonánticos: [ku] (u semivocal) y [gu]: aqua> agua/aigua/acqua. Quando> cuando/ quam.

Evolución de las oclusivas simples (p, t, k, b, d, g). Estos fonemas se muestran inestables en
posición final de palabra. Hemos vistos formas como feced, esed, sied, esa d, se explica porque
la t prehistórica se sonorizó. (fecit, erit, sit).

Principales alteraciones que sufrieron en época histórica, en final de palabra: -Vld> -Vl. La d cayó
en el curso de siglo tercero a. C. En el imperativo de futuro también está atestiguada. Este
cambio tuvo como consecuencia morfológica la homonimia del dativo y el ablativo de la segunda
declinación, pero en un principio el dativo era -oi (diptongo largo, que se perdió por la
eliminación del segundo elemento) y el ablativo era -od (la d cayó por lo dicho antes).

Esta d final se mantuvo algo más de tiempo en tres formas pronominales: m𝑒̅ 𝑑, t𝑒̅d, s𝑒̅ 𝑑. Hay
una excepción, haud (precedido de diptongo), un adverbio negativo para palabra solamente.
Haud carece de acento propio y forma una unida acentual con la palabra siguiente. Por eso si
iba seguido de vocal se mantenía la d, al no estar al final de palabra, pero si va seguida de
consonante si se pierde. Haud ifnotus; hau multum.

Otro fenómeno importante que afecto a las oclusivas fue la caída de las dentales (t, d) en
posición final de palabra independientemente de la cantidad de la vocal precedente. Existen
testimonios ya desde el latín arcaico y deben interpretarse como dialectalismo. Esa antigua
tendencia dialectal es la que acabó imponiéndose en el llamado latín vulgar de la época imperial.
Muchas veces, tanto en los códices como en inscripciones se confunden quod y quot; ad y at,
debido a que no se pronunciaba esa consonante final.

Otro fenómeno propio del latín vulgar que afecto a las oclusivas es el llamado betacismo. Es un
fenómeno panrománico. Consiste en que una /b/ intervocálica y la u semivocal en cualquier
posición se confundieron en una fricativa bilabial sonora /beta/: amabit, amauit > amabit las
dos.

20/11/19

Además de estos hay otros cambios, que deben ser considerados como cambios esporádicos,
en la época arcaica. En primer lugar uno afecto a un reducido número de palabras, cuyo origen
es difícil de determinar: dingua> lingua/ dacruma> lacruma (lacrima)/ odor, y existe el verbo
ol𝑒̅re, en el sustantivo se mantiene el vocalismo primitivo, no en el verbo. Se le llama l sabina,
influenciada por la lengua de los sabinos, pero no se tiene del todo claro este origen.

Otro cambio es el remitente a arfuise, en vez de adfuise. Pedir apuntes.

Hubo otro cambio que sí fue sistemático, en el latín vulgar, sobre todo lo vemos por la
comparación de las lenguas románicas, que es la palatización. Debido a este fenómeno resulta
que en época tardía, los fonemas velares, cuando iban seguidas de la e y la i (palatales),
desplazaron su punto de articulación al palatal, dejando de ser oclusivas: dissessit = discessit

/k/ o /g/ + e ó i dio estos resultados: /k/ > /s/, fricativa prepalatal sorda, como la c italiana ante
e,i; > /ts/ > s. Este cambio es un fenómeno que está en todas las lenguas románicas, salvo en un
dialecto sardo. /g/ > /z/ africada prepalatal sonora, como en homenatge > /z/ fricativa sonora,
como en ajudar.

Otro fenómeno es un cambio que afecto solamente a llamada romania occidental, lenguas de la
península ibérica, el galorromance y el italiano septentrional: sonorización de las oclusivas
sordas intervocálicas. Su origen parece estar en estrato céltico: maturu> maduro, madur;
securu> segur, secur, seguro.

Evolución de las consonantes fricativas. Primero del rotacismo. Fue un cambio que se consumó
hacia mediados del siglo 4 a. C., consiste en que la s, se transformo en un r cuando se hallaba en
posición intervocálica: VsV > VzV > VrV. Lo sabemos por testimonios de autores latinos.

Se observan ciertas “alternancias” consonánticas debido al rotacismo: hon𝑜̅ 𝑠/hon𝑜̅ ris;


tempus/temporis;erit/est; lege-re/legis-se, es-se. Excepciones del rotacismo, solo aparentes:
hay muchos compuestos cuyo segundo elemento empieza por s, aun intervocálica, que se
conservó por la conciencia etimológica: desimo, desum, nisi, quasi, positus. Pero en dirimo si
hubo rotacismo, viene de dis- + -emo.

Después de que el rotacismo dejase de actuar, ya no era necesario seguir aplicándolo,


encontramos: desuper, en Cicerón. Hay s intervocálica en palabras prestadas: philosophia,
pausa.

M𝑖̅si, causa, c𝑎̅sus y divisio, no son excepciones, pues hubo un cambio en que una s geminada
precedida de vocal larga o diptongo se simplificó.

Otro cambio es la caída de la -s final en época arcaica. Es una tendencia rustica a la que el latín
clásico puso freno. Bien se omite, o bien se debe a una licencia poética, la -s caduca, para no
hacer posición. Es evidente que estaba basada en un hecho de lengua.

Senatus consultus de Bacchanalibus.

Eeis, el dipontgo ei se monoptongó > e𝑖̅s/𝑖𝑖̅s > 𝑖𝑠


̅ . Aunque aquí aparece como un nominativo
plural, sigmático. Estos tipos presentan una -s analógica de la tercera declinación.

Ubei, corresponde a ub𝑖̅, adv de lugar, en donde, fue en un principio una forma relativa de
locativo.

25/11/19

Esta licencia de la -s caduca, era solo una posibilidad, podían usarla o no, dejo de existir en época
clásica. El último ejemplo lo da Catulo: t𝑢̅ dabis s𝑢̅𝑝𝑙𝑖𝑐𝑐𝑖𝑢𝑚, parece ser una parodia de la
tradición enniana, que en época de Catulo seguían la tradición de Ennio y practicaban esta
licencia. Según Cicerón, este fenómeno en época clásica se veía ya como algo rústico, tosco, ya
superado, lo que explica que los neotéricos -urbanos y de vanguardia- rechazaran esta
característica del latín rústico. Esta licencia coincide con el hecho de que en varias inscripciones
arcaicas se omite la -s final: Cornelio, se puede pensar que es un dativo, ablativo sg. Pero es un
nominativo > Cornelios > Cornelius; Diouo(s), es un genitivo, equivale a Iovis, la desiencia de gen.
es en -os; tribunos militare > tribunus militaris, nom. sg. La -o se cierra en -u. Al caer la -s final,
la -i al final de palabra se abría en una -e.

Dado que coincide con la existencia de grafías como las que hemos visto, quiere decir que los
poetas cuando recurren a esta licencia, recurren a una tendencia de la lengua hablada rústica.
Pero ya vimos como la -s final se restauro en la lengua escrita y como según parece en la lengua
popular.

Caída de s- sonora ante consonante (cosmis > c𝑜̅ 𝑚𝑖𝑠; *is-dem > 𝑖̅dem).

Fricativa laríngea: H, en posición interior de palabra desaparece en época preliteraria, en


posición inicial se conservó durante más tiempo peor según los indicios estaba desapareciendo
en el lenguaje popular ya en el S. I a. C.

Las sonantes. Dentro del sistema fonológico reconstruido para el IE, se distingue una serie de
fonemas que según el contexto podía funcionar como consonantes o vocales. Se llaman
sonantes y se dividen en dos series: 1) Líquidas, dos nasales (n, m) y lateral -l, y la vibrantes -r.
Podía funcionar como vocales en ciertos contextos, son por tanto semiconsonantes. 2) Por otro
lado, las semivocales i, u. Las líquidas fueron más estables en su función consonántica y las
semivocales cuando funcionaban como vocales.

Las líquidas, en función consonántica en latín se conservaban casi intactas, mientras que en
función vocálica sufrieron importantísimas transformaciones. Las antiguas sonantes perdieron
la antigua capacidad de actuar como núcleos silábicos, es decir, tenían una doble función, pero
perdieron dicha función. Dejaron de ser sonantes para ser solo consonantes. Al cambiar esa
funcionalidad tuvieron que desarrollar una vocal de apoyo para poder ser pronunciadas, e
incluso se convirtieron en vocales directamente: elusa < *elusn̥ .

Las sonantes líquidas y nasales desarrollaron vocales de apoyo, como en osco-umbro:

 r· > or: *mr·t- > mortuus


 l· > ol: *ml·d- > mollis (blando) > moldis (ll asimila a ld)
 m̥ / n̥ > em/en: *km̥ tom > centum; *dekm̥ > decem; in-certus (puede ser por que la prep.
-in, paso a usarse como -in). Y por analogía se extiende a palabras como in-utilis, donde
no le hacía falta una vocal de apoyo de n̥ . l sufijo -men, -minis (certamen, -minis),
proviene de *-mn̥ > -men. En griego esa n̥ se vocalizo en alfa. -m̥ era la desinencia de
acusativo singular, de la 1ª, que se añade como flexivo pues es temático. Pero en la 3ª
tenemos -m̥ > -em (duc-em). *-n̥ s es del acusativo plural: *deukn̥ s > *ducens > duc𝑒̅s.

Senatus consultus de Bacchanalibus 2.

Bacas, parece ser un ac. pl. de la 1ª, baccha, bacchae, una mujer bacante. Aún no se ha añadido
las los usos de los dígrafos ch para los del griego.

Adiese > adiesse, inf. perf. (el de pre. es ad𝑖̅re). Es de adeo, el perf. es adiisse. Tenemos ie, en
ves de i𝑖̅. El paso de -ii- > -ie, se puede explicar por una disimilación, preventiva, para evitar la
contracción de las dos -ii-. Esta disimilación resulta en -ie-, que podemos ver en ejemplos como:
pius > pietas; socius > societas, esto debe ser el resultado de una disimilación preventiva. Esta
disimilación triunfó en algunas palabras.

Por tanto, adisse > adiisse.

Velet > vellet. Bacchas vir nequis adiisse vellet… = que ningún varón se acercará a las bacantes…

ceivis > civis. nominus > nominos : para la 3ª había dos desinencias de gn: -es/-os, dos vocalismo
(Salutes > Salutis). En -es era la del latín urbano, la que acabo siendo la de la norma. La -os es
igual que en griego (Diovo(s). Esta -os cuando no perdió en -s final, acabó transformándose en -
us.

Nomen Latinum, por metonimia, no el nombre latino, sino el conjunto de pueblos que reciben
el nombre de latinos, aquellos que se rigen por el derecho latino y no el romano.

Socium, forma antigua del gn. pl. 2ª, pero por analogía de la flexión nominal paso a sociorum.
Estas formas son usadas por los poetas como arcaísmos.

Quisquam, se emplea siempre en enunciados negativos.

Nisei > nisi, a no ser que

…civis Romanus neve nominis Latini neve sociorum quisuqam, nisei pr(aetorem) urbonum
adiessent… = …ciudadano romano ni de nombre latino ni ninguno de los socios, a no ser que
hubieran acudido ante el pretor urbano.

Adie·sent > adissent

…de senatuos sententiad > de senatus sententia (abl. la d final precedida cayo).

...(con valor de ex) de acuerdo con la opinión del senado.

27/11/19

Cambios sufridos por la consonantes líquidas y nasales. Hemos hablado de esto en el lapis niger.
Se observa como en el nominativo singular animado de los temas en -ro de la 2ª decl. produjo
en época preliteraria, la síncopa de la vocal temática como en sakros>sakrs>sacers>sacer. Ya
que la -r necesitaba de un apoyo consonántico para poder ser pronunciada. Esto explica porque
dentro de la 2ª decli. hay una seri de nombres que tienen terminación -er. Este cambio debió
consumirse después del 500 a. C. pero antes de mediados del s. IV a. C. cuando este cambio se
produjo antes del rotacismo, tenemos un sustantivo como umerus, -i (hombro), no ha pasado a
**humer, porque esta -r- proviene de rotacismo (puer también), de modo que había caído una
-s cuando la síncopa estaba operativa. Este tipo de síncopa también ocurría dentro de la 3ª decl.
En los nombres en -ri como imber, imbris (lluvia). *imbris>imbrs>imbers>imber. Tambiñen
ocurre en acer, acris, acre.

M final. La -m final tenia tendencia a desaparecer y son varios los testimonios de ello. Por una
parte, tenemos el valiosísimo testimonio de la métrica porque la -m final no impide la sinalefa o
̅̅̅̅sam 𝑖̅ntulit, donde hay sinalefa en la -m, una elisión de la sílaba, y se anula. Pero en
elisión: c𝑎𝑢
miser𝑎̅m me, la 𝑎̅ es larga por posición. La m final por un lado no impide la sinalefa o elisión, por
otra si hace posición. Desde la época arcaica ya hay muchas omisiones de -m final, es verdad
que, contra esa tendencia, reaccionó la norma clásica, restituyendo la pronunciación y escritura
de -m final. A partir de la época imperial vuelve a haber esta tendencia, como se ve en los graffiti
de Pompeya. Tantu= tantum. La métrica y las propias inscripciones/códices atestiguan por tanto
la -m final. Luego está el testimonio de las lenguas romances, estas no conservan la -m final del
latín: iam=ya. En algunos monosílabos se conservó, transformándose en -n: cum>con;
quem>quien-. Por último, está el testimonio de los propios gramáticos antiguos: Quintiliano: la
m siempre que esté en posición final y entre en contacto con la vocal de la palabra siguiente de
manera que podría formar sílaba con ella, aunque se escribe, sin embargo apenas se pronuncia,
como en “multum ille” y “quantum erat”, hasta tal punto que (m) produce un sonido casi de una
nueva letra, y no se suprime sino que se oscurece (pronuncia débilmente); Velio Longo: cuando
digo “etiam nunc”, por mucho que yo lo escriba con -m, no se cómo, sin embargo no puedo
pronunciarla.

A propósito del latín vulgar, la desaparición de la -m contribuyo, junto a otras causas, a la ruina
de la declinación.

La caída de -n ante -s con el A. C. correspondiente, se produjo ya en época prehistórica cuando


este grupo -ns estaban en posición final de palabra. Conviene saber esto para la morfología y
explicar las formas de acusativo por ejemplo de la 2ª decl: *lupo-ns>lup𝑜̅ s; **turri-ns> turr𝑖̅s (i
breve en nom y gen sg), pero turr𝑖̅s, que viene de *turrins, tendía a ser sustituido por turres pro
analogía con los temas en consonantes.

En época prehistórica en posición final de palabra después de posición larga, la -n desapareció


(-𝑉̅n> -𝑉̅). Se observa en los sus. en -on de la 3ª decl: rati𝑜̅ , rati𝑜̅ 𝑛𝑖𝑠. La n se conserva en todos
los casos menos el nominativo porque se formaba con desinencia cero que se compensaba con
un alargamiento de la vocal predesinencia, pero al final la -𝑜̅ del nominativo en origen se
extendió al resto del paradigma, no es así lo que pasa en homo, hominis, no tenemos *homonis
porque la 𝑜̅ del nominativo singular no se extendió al resto del paradigma y al ser una o breve
por correptio yámbica.

Senatus consultus de Bacchanalibus 3.

Iousisent > i𝑢̅-sissent, con la monoptongación de ou, y no se representan las geminadas, como
ya hemos visto en otros ejemplos. Con el valor de aprobación, y hay concordancia ad sensum,
el sujeto está en singular, pero desde el punto de vista lógico (ad sensum), su sujeto es plural.

Censuere: decretaton.

Sacerdos nequis vir eset: Que ningún varón fuera sacerdote.

Magister neque vir neque mulier quisquam eset: y que ningún varón ni (ninguna) mujer fuera
presidente.

2/12/19

Verbos irregulares y defectivos en Beltrán, no va a preguntar “los verbos irregulares”, pero


evidentemente puede salir un verbo irregular. Puede aparecer por ejemplo una forma del verbo
malo, u odi (perfecto radical atemático). 10 formas a explicar Morfología: parte de la gramática
que estudia la estructura de las palabras y los procesos que intervienen en su formación. Por
otra parte, la morfología se divide en dos ramas:Morfología flexiva: estudia la flexión, las
distintas formas que una palabra puede adoptar. En otraspalabras, la declinación y la flexión
verbal.

Morfología léxica: estudia los procesos de formación de palabras, la composición y la derivación.


Por otra parte, hay que tener claras cuáles son las clases de palabras. Las clases de palabras, τὰ
μέρη, τοῦ λόγου, en latín partis orationis (partes del discurso). Los gramáticos latinos
distinguieron ocho clases de palabras, ocho partes orationis

I. Nomen: ὀ̔νομα, en la gramática antigua no se distinguía entre sustantivo tu adjetivo, de hecho


siguen los mismos paradigmas flexivos. Ya en la Edad Media fue cuando se distinguió entre
nomen substantivum y nomen adiectivum. Fue una distinción desde el punto de vista lógica
(nombre que contiene la sustancia, nombre que se añade a la sustancia).

II. Verbum: ῥῆμα, verbum tiene el significado genérico de palabra, lo que pasa es que la
gramática se especializó para designar a lo que nosotros conocemos como verbum, un
gramático como Varrón definió el verbum como una palabra temporal. La palabra verbum pudo
designar al verbo por quizá ser la palabra por excelencia. Váyanos al griego, ῥῆμα, que tiene la
misma raíz que el futuro de λέγω, ἐρω, “lo que se predica de un sujeto”.

III. Participium: μετοχή. Participa de la naturaleza verbal y al mismo tiempo de la naturaleza


nominal.

IV. Pronomen: ἀντωνυμία, palabra que se emplea en vez de un nombre. Esta definición como
que no vale mucho, pues se puede usar también como un determinante, hay que prestar
atención a las funciones que desempeña: fórica, fática, etc.

V. Praepositio: πρόθεσις, se pone delante, luego tenemos las excepciones de la anástrofe y del
algunas preposiciones como causa y gratia que más bien son posposiciones.

VI. Adverbium: ἐπίρρημα, es un término que se crea a partir de ῥῆμα, que va junto al verbo. Es
una palabra que puede modificar al verbo, a un adjetivo u a otro adverbio. Luego están los
adverbios de frase que sirven para expresar un juicio con respecto al enunciado, por ejemplo,
un ciertamente (certe)

VII.Coniunctio: σύνδεσμος (cadena, lazo)

VIII.Ἄρθρον : era el artículo, en latín no hay artículo, y lo que hicieron los latinos era que el
número de palabras del latín fueran también ocho y añadieron otra clase de palabra, interiectio,
que también existían en griego, pero no tenían una categoría. Son las palabras menos
intelectuales. Es “acción de echar en medio”.

Solo las cuatro primeras clases de palabras se organizan en paradigmas flexivos, las demás son
palabras invariables, bueno, más bien indeclinables, pues sí que varían. Por ejemplo, los
adverbios de modo tienen variación de grado. Altē (profundamente), es un adverbio de modo
correspondiente al adjetivo altus, altissimē sería el superlativo del adverbio, y el comparativo
altius. El comparativo del adverbio se expresa mediante el comparativo del acusativo singular
neutro del adjetivo correspondiente.

Palabras flexivas. Toda forma flexiva es analizable como una secuencia de tema + desinencia. La
desinencia (verbo desino, dejar, cesar, porque es el elemento mediante el cual acaba la palabra),
es el elemento variable que, tratándose del nombre, también del pronombre, indica los
accidentes gramaticales de caso, género y número. A propósito del género, los adjetivos pueden
cambiar de forma para adoptar uno u otro género, es sobre todo un mecanismo de concordia,
en el caso de los sustantivos sí que tienen moción, pero cuando coincide el género gramatical
con el sexo (equus, equa). Tratándose del verbo, la desinencia indica los accidentes gramaticales
de persona, número y voz.
El tema es la base, la parte invariable de la palabra a la que se añade la desinencia. Esta definición
puede dar problemas, por lo que ya sabemos de las vocales temáticas y tal, así que desde el
punto de vista histórico el tema no se distingue a primera vista. El tema es una forma
dependiente con significado léxico, no existe un tema aislado, el tema es una abstracción,
tratándose del verbo, entre el tema y la desinencia se intercalan los sufijos temporales y
modales.

El tema es un concepto abstracto que solo aparece como independiente en el acto de habla
cuando la desinencia es cero, por ejemplo el vocativo de la segunda declinación (lupe, domine),
imperativo de presente (amā, venī). Es curioso porque esta ausencia de eminencia es
característica tanto del vocativo como del imperativo. Hay una relación entre ambos.

También el tema aparece como independiente en el nominativo, acusativo, vocativo neutro de


la tercera declinación, flumen.

Vamos a hablar de las llamadas palabras raíces: existen también las llamadas palabras raíces o
temas radicales. Es decir, formaciones en las que la desinencia se añade directamente, es decir,
sí que medien otros elementos como la vocálica, a la raíz. En las que por tanto la raíz es al mismo
tiempo el tema. Se trata de nombres raíces como lex (leg + s), pes, mus, sal.

También tenemos nombres raíces ocupando el segundo miembro de un compuesto iu-dex, au-
ceps / cazador de pájaros), con-iux. Luego tenemos las llamadas formaciones verbales radicales
atemáticas. Se trata por lo general de verbos muy usados: Es-t, I-t, Fā-tur, Stā-s, Fēc-i, Fer-t.

Hay que tener en cuenta que dentro de estos verbos hay formas temáticas y atemáticas. Tales
formaciones, las atemáticas, son raras en latín y en las demás lenguas indoeuropeas históricas,
en las que su número se redujo considerablemente con eso que se llama protoindoeuropeo. Las
más habituales son las sufijadas o derivadas, es decir, que tengan sufijos o que tengan vocal
térmica.

La raíz es el elemento invariable (a matizar después) común a todas las palabras de la misma
familia léxica, independientemente de su categoría gramatical. Tim-, raíz del verbo timere,
sustantivo timor y del adjetivo timidus. fā- es la raíz de fās, fātum, fatālis, fāri. Digamos que la
raíz es la portadora del significado más general de una familia de palabras.

La lingüística moderna llama a esto el semantema. Ahora bien, la invariabilidad de la raíz no es


absoluta porque, hay raíces cuyos elementos vocálicos pueden variar. Facio/feci, Ago/egi;
Tego/toga (verbo/sustantivo).

Se trata de las llamadas alternancias vocálicas, es decir, que la existencia de las llamadas
alternancias vocálicas nos obligan a matizar la definición de raíz con la que hemos empezado
nuestra exposición. Esto recibe el nombre de Ablaut en alemán. Las alternancias son un
procedimiento morfológico de variación interna frente a la variación externa de las desinencias.
Este procedimiento desempeñó un papel muy importante en el IE, pero las lenguas históricas
tienden a reducirlo, el latín es un claro ejemplo.

Hay también otro elemento cuya existencia matiza la definición de la raíz: el infijo nasal, por
ejemplo, iugum y iungo.

Desinencias de la flexión nominal. Hay tres géneros: masculino, femenino y neutro, pero
conviene tener en cuenta que en un principio la oposición que tuvo que haber fue de un género
inanimado (neutro) contra uno animado (masculino y femenino). En los adjetivos de dos
terminaciones tenemos un claro testimonio de este fenómeno. A la hora de estudiar la flexión
nominal desde el punto de vista histórico conviene manejar los conceptos de género animado y
género inanimado.

Vamos a hablar de las desinencias de la flexión nominal.

Nominativo singular del animado (m. f.):

-s (lupus, rex, civis, senatus, dies), en la segunda, tercera temas consonánticos, tercera temas en
-i, tercera como caedës, sedës, cuarta, quinta. Desde antiguo existe la tendencia a que la primera
absorba a la quinta, por ejemplo, materies, luxueries, pasaron a materia, luxuria.

-ø (toga, domina, rosa) en la primera, pero en otros temas hay desinencia cero con alargamiento
de la vocal predesinencial (temas en sonante). Luego hay otros nombres en los que hay ausencia
de desinencia, pero el nominativo se marca con un alargamiento de la vocal predesinencial. En
pater, hubo AC, pero se perdió, porque hubo una ley que dice que vocal en silaba cerrada distinta
de -s se abrevia. Consul es un tema en sonante, la u es breve, pero tuvo que ser larga.

Temas en silbante, arbös, arboris, la larga no se extendió al resto del paradigma. En hönos,
hönoris, la ö es larga porque es la marca del nominativo, pero esa forma tiende a ser sustituida
por honor, en analogía con el resto del paradigma, y se aplica la ley que hemos visto antes.

04/12/2019

N. Ac. sg. Neutro. Hay dos tipos de desinencia:

-m. En la segunda (templum)

-desinencia cero. En el resto (cor, cordis, cor-d no es posible xd), mare, maris; animal, animalis,
formas como cornu, genu, fueron sustituidas por formas de la segunda, cornum, genum.

genus, generis, esta diferencia se explicar, primero hay rotacismo, luego hay alternancia vocálica
-o en el n.ac neutro frente a un vocalismo -e en los demás casos.

Iter, itineris, hay una alternancia consonántica, está creado mediante el sufijo ter y el prefijo del
verbo eo, -i, el camino por donde se va. En un principio había una alternancia consonántica iter,
frente a un tema *ítem, y una forma como el genitivo sería *itinis, *itenis por apofonía, y se le
añado por analogía la forma -er que había en el nom y ac.

Nom. pl. animado.

-ês. Esta desinencia es la que conserva el latín en la tercera, consules, pedes, patres, pero el
problema está en que esa -ë es larga, porque por la evolución fonética hubiera dado -is y se
confundiría con el genitivo. Quizás esa -ë larga sea analógica de los temas en -i, que era larga
por razones fonéticas: *civeiês, vocalismo predesinencial pleno, la -i semivocálica en posición
intervocálica cae, y luego abreviamiento de las -e> civës.

-ï. En la segunda, viene de -oi>-ei>-ï: lupï.

-ae. En la primera sería -ai, pero está pasa a -ae: rosae.

Nom. Ac. pl. neutro.

-â. Las formas de la tercera como maría o de la cuarta ferentia, no plantean problemas, pero las
formas de la segunda como templa, es de la flexión temática, pero no siempre hay formas
temáticas, como en el caso de templa.
Voc.

Solo existe el caso vocativo en la segunda y en singular. En los demás usan el nominativo.

-desinencia cero y VT -e: lupe. Pero hay temas en -er, o deus que no tienen vocativo. Quizás por
razones fonéticas. Hay algunas formas en la segunda a tener en cuenta, la de los temas en -ius,
su vocativo es -ï. En filius, el vocativo es filï, la -ï larga sale de la contracción -ius, o quizás un
alargamiento preventivo, porque si fuera î breve hubiera dado -e.

Ac. sg animado

-m. En todas, y al ser sonantes sabemos sus posibles evoluciones. Prestar especial atención en
los temas en -is. En turris el acusativo era -im. Este tipo de -im, tendían a sustituirse a -em por
analogía en los temas consonante.

Ac. pl. animado

-ns. Ya sabemos la evolución de las sonantes. Luego cae la n, hay alargamiento.

Gn sg.

-ï. En la segunda, lupï. Sabemos que existió la desinencia -osio. Esa forma fui desplaza por -ï. Hay
temas en -ius (>-ios), en filius, Horatio > filï, Horatï. Pero se crearon unas formas por analogía no
contractas en -î -ï. En la primera era -äs, y tenemos formas arcaicas como terräs, pero solo se
conservó en el término patër familiäs. Pero esta -as fue sustituido por -äï, bisilábica y analógica
de la segunda. En la quinta está la misma desinencia -i que en la segunda.

-s, -îs (<ês). Presenta un vocalismo reducido -s y pleno, -es. En la tercera consonántica,
presentan esta desinencia con vocalismo pleno, salutês>salutîs. En la cuarta, manüs<*-eu-s,
tenía un vocalismo predesinencial pleno: *eu-s (u semivocal).

GN pl.

-ôm. Esta desinencia era la que había en la segunda: *lupô-ôm>öm (esta no está atestiguada),
luego pasa a -ûm. Paso a >örum, por analogía de la primera. La primera tomo esta forma de la
flexión pronominal. Se conservan gn arcaicas en -um. Estas formas orum, arum vienen de un
rotacismo. Respecto a los temas en -i: civium, navium, sin embargo, encontramos algunos que
no presentan esa -i, como canum, iuvenum.

D. sg.

-ei. En la segunda, debemos suponer *-o-ei > -öi (populoi Romanoi) > -ö: lupö. En la primera
debemos suponer *-a-ei> -äi> -ae. En la tercera * -ei> -ë> -ï: patrï

Ab. sg.

-d final precedida de vocal larga. Esto parece que era originario de la segunda, pero se extendió
al resto, aunque esta -d acabo cayendo.

D-AB pl. Sincretismo del dativo y ablativo, una homonimia por razones fonéticas. Esa homonimia
debe considerarse como una innovación. En latín dio dos desinencias:

-ïs. En la primera y segunda < -ois, como en griego: rosïs, lupïs. En los temas en -ius o -ia,
podemos encontrar formas contractas o no: filiïs, filïs
-büs, para el resto. Se emplea a veces con la primera para evitar confusiones por ejemplo en
formas como deus, dea. Hubieran tenido -is los dos, así que en la primera se empleó -abus.

11/12/2019

Semivocales: [i], [u]. Estos fonemas, -i, -u, tiene una realización vocálica, pero pueden tener una
consonántica. Estos en latín conservaron su doble función según el contexto fónico. Los alófonos
consonánticos de -i y -u, sufrieron diversas alteraciones en determinadas posiciones.

[i]: Recordemos lo que hemos dicho. En latín histórico, i es consonántica en dos posiciones, en
posición inicial ante vocal; y en posición intervocálica, que en realidad es una semivocal
geminada, aunque esto no se refleje en la escritura. En posición inicial de palabra: iugum.

En posición intervocálica, en los grupos consonánticos di, gi, donde tuvo una asimilación
regresiva, dando lugar a una -ii semivocal geminada. Normalmente no se representa en la
escritura. La epigrafía atestigua grafías como esta: maiior. Otros ejemplo: *pedi𝑜̅ s > p𝑒̅iior (con
rotacismo), entondes, la -e, debe ser larga por posición, pero como no vemos la doble -i
semivocal geminada, no es tan obvio. Otro ejemplo, 𝑎̅io (afirmar, decir que sí), donde la primera
sílaba es larga: 𝑎̅io. Quintiliano dijo: Sepa el gramático, que incluso a Cicerón le gustaba decir
aiio y Maiiamque con -i geminada. La etimología sería *ad-agium > agio> 𝑎̅io.

El comparativo de magnus, es m𝑎̅ior, 𝑎̅ por ir seguida de dos consonantes (-ii), aunque no se


refleje. Viene de *magi-us>m𝑎̅iior. Así evolucionaban estos grupos en posición interior de
palabra, pero en posición inicial no había lugar para una semivocal geminada, por lo que en estos
casos se simplificaron perdiendo el primer elemento: Tenemos Diouis, donde -di se simplifica >
Iouis.

Debe suponerse también el mismo tipo de asimilación para el antiguo grupo consonántico -si>
semivocales -ii. Si es que el genitivo cuius, antiguamente se escribía qu𝑜̅ ius. Podemos suponer
que esta desinencia -iosio, era una -i semivocal. Entonces debemos suponer que c𝑢̅ius se debe
leer c𝑢̅iius, la -u larga por posición.

La -i semivocal en posición intervocálica desapareció sin dejar rastro (no la geminada):


*ciuei-es > cae la -i semivocal y luego hay contracción > civ𝑒̅s. Así pues, hay que deducir que
toda -i semivocal intervocálica es de origen secundario, debida a la geminada.

Otro resultado es la -i semivocal después de consonante distinta de d, g y s, simplemente se


vocalizó: *medhios>medius. Etiam, tres sílabas, e-ti-am, viene de: et+iam. Quoniam: quom*iam.
Nunciam: nunc*iam.

Cuestión de los compuestos de iacio. Obicio>obiicio>*obiacio, así sería antes de la apofonía.


Conicio>coniicio>coniacio.

Sabemos que en el interior de las secuencias heterosilábicas formadas por una -i vocalica + una
vocal de timbre diferente, se desarrolló un sonido en la lengua habada de transición antihiático,
consistente en una i semivocal que no se escribía. Pius, via, quia, se debía pronuncia piius, viia,
quiia.

Sin embargo, en las palabras griegas que aparecen en latín la -i suele ser vocálica (iambus, Ionus).

Senatus consultus Bacchanalibus 4:


Pro magistratuo= el vicepresidente. Tenemos formas como pro consule, pro praeter, nosotros
los traducimos como procónsul, propretor, alguien que sin ser el cargo ejerce una misión del
estado en calidad de cónsul, pretor.

l. 13: inter sed< inter se. EL latín arcaico había una -d final en dativo y ablativo en los pronombres,
que tiene a caer. En los monosílabos era más resistente a caer.

Conioura[se neu]e comuouise neue conspondise neue comprome sise velet= coniura(ui)sse (inf
perf síncopado). La geminada no se representa por ser muy arcaico. Conserva gráficamente el
antiguo diptongo ou/ Neue es igual/ el verbo uoueo, es hacer un voto, prometer, desear. En el
texto comuouise, este proverbio, adopta diferentes formas según el elemento que le sigue, y
delate de -u semivocal se utiliza la norma de poner -n. Pero este texto al ser arcaico no sigue la
norma y usa -m =conuouisse / neue es igual/ conspondisse/ neue es igual / comprome, es un
corte de palabras, va unido a sise. En latín clásico es compromisisse. La -i de mitto es breve, en
el perfecto m𝑖̅si, sabemos que es larga. Había una alternancia vocálica, una -i larga en el tema
de perfectum, y breve en el de infectum. Por tanto, parece ser una ultracorrección, y donde
pone -mis-, debía ser -mes- por la época en que se escribió.

l. 14: sed > se / dedise> dedisee

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