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TEMA 8.- CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL.

FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –A Y EN –E

1. CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL

Cuando analizamos el caudal léxico de una lengua, observamos que

determinadas palabras permiten una variación en su parte final mientras que,

por el contrario, otras permanecen inalterables. De este modo, una palabra

como ‘reinar’ admite múltiples variaciones (‘reinó’, ‘reinarán’, ‘reine…) y, en

cambio palabras como ‘arriba’, ‘entre’, ‘desde’, ‘que’, ‘ay’ carecen de variantes.

En eso consiste una lengua flexiva, un componente común a todas las palabras

llamado lexema, que aporta un significado básico, y las modificaciones que

sufre este lexema denominadas morfemas, que aportan nociones de carácter

gramatical (tiempo, modo, voz…).

1.1. Las palabras y sus elementos constitutivos

Martinet llama monema a la unidad bifronte integrada por el significado, que

es su sentido o valor, y por el significante, que reviste forma fónica y está

integrado por las unidades llamadas fonemas.

Si un monema no puede ser analizado en elementos significativos menores

(cras, per, cum…) su lugar está en el léxico y recibe el nombre de lexema. Pero

existen también monemas complejos, como amo, que consta del monema am- y

del monema –o; a este monema –o, indicador de primera persona de singular,

se le da el nombre de morfema y su estudio corresponde a la gramática.

1.2. La raíz

La raíz es la parte de un monema complejo a la que se le incorporan uno o

más morfemas. En Indoeuropeo estaba formada por una vocal sujeta a

alternancias y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales:

*bher- ‘llevar’
*H1es- ‘ser’

*deh3- ‘dar’

Si a una raíz se le añade un segundo elemento *eH (grado pleno) o *H (grado

cero), recibe el nombre de raíz disilábica. Las combinaciones indoeuropeas

regulares de raíz + segundo elemento son tres:

-Raíz en grado pleno y segundo elemento en grado cero (P/C)

-Raíz en grado cero y segundo elemento en grado pleno (C/P)

-Grado cero en ambos elementos (C/C)

Así en la raíz que significa ‘brillar’ tendremos:

*dei-H1 (P/C). Ejemplo deiuos > *deios>deos>deus

*di-eH1. (C/P). Ejemplo > die-s.

*di-H1 (C/C). Ejemplo> diu.

Los morfemas que se incorporan a la raíz pueden ser de las alternancias

vocálicas, la vocal temática, los sufijos y el acento. Los sufijos y desinencias,

carentes de independencia y susceptibles de admitir alternancias vocálicas, son

morfemas de naturaleza idéntica, que se distinguieron entre sí secundariamente

al entrar en el juego de las oposiciones morfológicas. Estos morfemas se

incorporan al final de la raíz, con excepción del aumento, que se coloca delante.

El acento funciona en algunas lenguas indoeuropeas. En latín, el acento, con su

colocación condicionada por la cantidad de la penúltima sílaba, era irrelevante.

1.3. Categorías gramaticales del nombre

a. GÉNERO.

El Indoeuropeo estableció primeramente una distinción basada en la

oposición animado/inanimado, conservada en hetita. Lo animado se

caracterizaba en el nominativo y en el acusativo con morfemas, mientras que lo


inanimado, término no caracterizado, se expresaba con morfema cero, cosa

lógica, puesto que lo inanimado, al no emplearse como agente, quedaba fuera

de la oposición nominativo/acusativo.

Dentro del género animado no existían diferencias flexionales para la

distinción sexual; hubo tendencia a recurrir a la heteronimia (así en latín

pater/mater, frater/soror), a utilizar determinadas palabras como morfemas

(femina, mas), a especializar algunos complejos sufijales en la expresión del

femenino (*-ti- cf. mentis, *-tat-, cf. civitas, *-tut-, cf. iuventus), pero más

generalizada por su simplicidad fue la de identificar ciertos temas con un

género determinado; así, el latín, en los adjetivos, utiliza –a- y a veces –i- para

caracterizar el femenino (bona frente a bonus, acris frente a hacer), tendencia que,

en cierta medida se propagó a los sustantivos.

b. NÚMERO

La categoría de número no se indicaba en las lenguas indoeuropeas con un

sufijo especializado, sino que se asignaba a un mismo morfema la expresión del

número y del caso.

En indoeuropeo los números eran tres: singular, dual y plural. Las lenguas

derivadas tendieron a la eliminación del dual. En latín, al llegar la época

histórica lo había suprimido ya, sin que se hayan conservado más formas que

duo, ambo o viginti.

c. CASO

Primeramente en indoeuropeo no existió la flexión. El latín permite

vislumbrar esta situación a través de determinados residuos como la oposición

ego/me, los sufijos alternantes en un mismo paradigma (iter, *itinis con r/n), los

numerales indeclinables, algunos neutros como fas, carente de toda fexión, etc.

Después en indoeuropeo se estableció una declinación de ocho casos:

nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo, ablativo, instrumental y


locativo. Es muy posible que en el nominativo se halle fundido un antiguo

ergativo; en cambio, ya no se suele admitir que el acusativo de dirección sea el

heredero de un antiguo lativo, que se habría fundido con el acusativo propio.

En las lenguas derivadas, el sistema de los ocho casos fue sufriendo

neutralizaciones en un proceso de fusión o sincretismo más o menos rápido y

eficaz. El latín de los primeros documentos se nos aparece ya con un ablativo en

el que se han fundido casi por completo el instrumental y el locativo; además en

plural, el ablativo no se distingue del dativo y algo más tarde las desinencias de

ambos casos se extiende al singular de los temas en –o- y parcialmente al de los

temas en –i- y en –u-.

La oposición nominativo/vocativo está en latín neutralizada, excepto en

singulares de temas en –o-. En plural hay una clara tendencia a neutralizar la

oposición nominativo/acusativo. Los neutros conservaron del indoeuropeo esta

misma neutralización, tanto en singular como en plural, etc. Finalmente, las

preposiciones derivadas de adverbios, acabaron por arruinar el sistema flexivo,

al arrebatar a las desinencias el valor de morfemas indicadores de función.

Así, el ablativo desapareció de la lengua hablada en el siglo I d.C.; un siglo

más tarde, la cantidad vocálica que se había ido manteniendo por influjo culto,

entra en franca crisis y termina por perder su valor fonemático, lo cual, al

afectar a las desinencias, les hace ceder de nuevo posiciones.

2. FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –A

2.1. Introducción

La raíz indoeuropea, según dijimos, estaba integrada por una vocal sujeta a

alternancia y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales. Si a una raíz

(o a una raíz más un sufijo) se le incorporaba la vocal o/e antes de las

desinencias casuales, se formaba la declinación llamada temática; en cambio,


cuando las desinencias se incorporaban directamente, sin intervención de la

vocal temática o/e, la declinación resultante se llamaba atemática.

Hubo pues una oposición temática/atemática, cuyo signo relevante era la

vocal unitiva. Pero, si el tipo atemático estaba formado por una raíz terminada

en laringal, al contraerse este fonerma con la vocal precedente o al crear una

vocal de apoyo antes de desaparecer o al confluir ambas soluciones, quedó la

raíz terminada en vocal, con lo que, en adelante, la oposición quedó establecida

en la forma declinación vocálica / declinación no vocálica.

En el caso de la primera declinación, la flexión de los temas en –a, era en

indeoeuropeo la antigua consonántica atemática (terminaba en laringal *eH2).

Cuando se produjo la evolución de *-eH2 a –a, esta flexión se desgajó del grupo

de flexiones consonánticas. Convertida la –a en elemento de derivación, pasó a

raíces sin laringal, y por su empleo en determinados monemas femeninos y,

más adelante, al funcionar como significante de oposiciones de género en los

adjetivos, se fue transformando en característica de femenino.

No obstante el latín conserva restos de la época en que –a- era un significante

indiferente a la distinción sexual (scriba, collega, agricola…), a los que se

incorporaron préstamos de otras lenguas habladas en Italia. Por ejemplo, son de

origen griego los masculinos nauta, poeta, cometa… y otros masculinos, de sabor

popular se remontan al etrusco, al osco-umbro o a las hablas latinas rurales y se

refieren por lo común a oficios humildes o a defectos físicos: popa, verna,

scurra…

2.2. Paradigma

Nom. / Vocativo rosa Nom. / Vocativo rosae (arc. rosai)

Acusativo rosam Acusativo rosas


Genitivo rosae (arc. rosai) Genitivo rosarum

Dativo / Locativo rosae (arc. rosai) Dativo / Locativo rosis

Abl. / Instrum. rosa (arc. rosad) Abl. / Instrum. rosis

2.3. Estudio histórico

A. NOMINATIVO y VOCATIVO

Ninguno de estos dos casos tenía desinencia fija en indoeuropeo. La distinción

entre ellos se realizaba a través del juego oposicional de vocalismo pleno en

nominativo (-eH2) y vocalismo reducido en vocativo (-H2). En las lenguas

históricas como el latín esta oposición se convirtió en una oposición cuantitativa

(a larga en nominativo y breve en vocativo).

Por otra parte el nominativo de singular tenía originariamente cantidad breve

en el sufijo –ia (-yH2), como en audacia o milicia, y esta cantidad se extendió en

latín a los restantes nominativos de esta declinación. Además de este sufijo –ia,

colaboraron en esta abreviación el influjo del vocativo y del acusativo que

tenían vocal breve, la ley de abreviación de los yambos (los bisílabos que formaban

un yambo –breve, larga- con sílaba final abierta tendían a transformarse en pirriquio –

breve, breve-), y la analogía de la declinación temática.

En cuanto al vocativo en latín, después de la abreviación de la a del

nominativo, es enteramente igual a él. Ahora bien, la a breve del vocativo, es

breve por naturaleza, como se ha indicado.

B. ACUSATIVO –am

La a del acusativo latino es breve, aunque primitivamente debió ser larga,

como parece ocurrir en osco-umbro. La transición a breve se explica por la regla

de que toda vocal larga en sílaba final se abrevia en latín si va delante de

consonante que no sea –s.


Hay que indicar también que el acusativo latino debe haber sido influido por

la analogía del resto de casos, ya que en indoeuropeo una sonante

desaparecería delante de otra sonante y según esto *eh2-m debería haber dado

*em.

C. GENITIVO

El genitivo de singular, además de la forma generalizada con desinencia –i (-ai

está atestiguado por ejemplo en la frase de Enn. Ann. 33 Olli respondit rex Albai

Longai) conserva bastantes restos de la desinencia –s como en la famosa

expresión pater familias.

El genitivo de la época clásica es en –ae, desinencia surgida de un diptongo

antiguo en –ai, surgido a su vez del grupo –ai, formada por dos largas, la a del

tema y la –i analogía de la segunda declinación. Existen también, a partir de

finales del siglo I a.C. genitivos en –aes, hipercaracterizaciones que aparecen en

nombres propios.

D. DATIVO

La terminación del dativo era primitivamente –ai, diptongo con primer

elemento largo procedente de *a-ei. En latín se abrevió el primer elemento y

después el diptongo evolucionó a –ae. También, en algunos dialectos latinos

aparecen atestiguados algunos dativos en que el diptongo recibió el primer

tratamiento que recibió en griego (Fortuna, Loucina, desaparición del elemento

breve)

E. LOCATIVO

La desinencia indoeuropea de locativo era –i, que unida al tema en –a

producía el diptongo –ai, con primer elemento largo igual que en el dativo. El

tratamiento más general ha sido el de perder el segundo elemento y


confundirse con el ablativo instrumental, pero en ocasiones, evolucionó como el

dativo, y de ahí restos de locativos en –ae como Romae, que a veces derivó a –e.

F. ABLATIVO-INSTRUMENTAL

En el latín, al igual que en el resto de lenguas itálicas, los ablativos se

rehicieron en –ad por influencia de la flexión temática. El tránsito de –ad > -a

sucedió en el transcurso del siglo III a.C. en virtud de la regla fonética según la

cual –d final antecedida por vocal larga se pierde.

El instrumental por su parte, terminaba desde el indoeuropeo en –a, surgida

de *a-e.

G. PLURAL

Un nominativo de plural en –as (contracción de –a-es), que es la forma de

osco-umbro, aparece esporádicamente en textos latinos dialectales; no obstante

puede tratarse de un acusativo en función de nominativo, por la tendencia

latina a neutralizar ambos casos en plural. Pero la realidad es que esa forma

sucumbió ante la forma en –ai. Después, como ocurrió en el genitivo, se

transformó en –ae, forma clásica por analogía.

La desinencia del acusativo de plural era *ns, desinencia que fue común a las

declinaciones de todos los temas. En virtud de la ley de Osthoff, esta

terminación –a-ns pasó a –a-ns con vocal breve, y la n ante el contacto con s se

pierde, produciendo alargamiento compensatorio de la vocal.

Para el genitivo la desinencia indoeuropea era –om, forma conservada en

compuestos cuyo segundo elemento es –cola o –gena (agricola, indigenum). El

genitivo de plural más generalizado de la flexión en –a termina en –arum. Este

genitivo procede de una innovación de los dialectos itálicos y del griego,

consistente en utilizar para esta flexión la desinencia *som de los demostrativos.


En dativo-ablativo de plural, además de la desinencia de instrumental tomada

de los temas en –o/e- (-ais>-is), se conserva, en el lenguaje técnico, la desinencia

*bhos>-bus y existe también una forma dialectal de dativo en –as (Deuas

corniscas sacrum CIL, I, 975), que se corresponde con la forma generalizada

procedente de –ais, como en los dativos de singular se dan los dobletes –ai/-a, -

oi/-o, -ei/-e.

3. FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –E

3.1. Introducción

La llamada 5ª Declinación, organizada artificialmente por el latín, ya que no

existía en IE comprende los siguientes tipos de formaciones:

a. Palabras raíces terminadas en –eH1: res (*reH1 – ‘riqueza’) y spes (*speH1

– ‘aumentar’).

b. Raíces disilábicas con segundo elemento en grado pleno –eH1): dies

(*deiH1 – ‘brillar’) o quies (*kweiH1 ‘descansar’).

c. Raíces a las que se incorpora –eh1 > -e-, transformado ya en elemento

formativo: tabes, plebes, fides, fames…

d. Formaciones terminadas con el complejo –ie- (facies, glacies, etc.) que

podía alternar con el grado cero –ia (1ª Declinación) por lo que surgieron

abundantes dobletes (materies/materia, luxuries/luxuria…).

El género de los sustantivos de la quinta declinación es el femenino, excepto

dies, que admite los dos géneros, y su compuesto meridies, que es masculino. En

cuanto al número, sólo res y dies suelen utilizar el paradigma de plural completo.

3.2. Paradigma
En el paradigma de la 5ª Declinación coexisten formas en –e- y en –ei- (-eu-)

que son dos posibilidades de realización de –eH1 según esté en posición

anteconsonántica o antevocálica respectivamente.

Nom./Voc. Dies Res Nom. /Voc. Dies Res

Acusativo Diem Rem Acusativo Dies Res

Genitivo Diei Rei Genitivo Dierum Rerum

Dativo Diei Rei Dativo Diebus Diebus

Abl. / Instr. Die Re Abl. / Instr. Diebus Diebus

3.3. Estudio histórico

La desinencia de nominativo singular es una –s, para caracterizar al género

animado. El vocativo analógicamente es igual. La marca de acusativo como

siempre es una –m.

En cuanto al genitivo, existe en este tema un genitivo arcaico en –es, paralelo

al genitivo en –as de los temas en –a. Se trata de la desinencia indoeuropea de

genitivo en grado cero. Este genitivo desapareció en seguida siendo sustituido

por otro formado bajo la influencia de los temas en –o/e, como también ocurrió

en la primera declinación. Así surgió el genitivo con la desinencia –i.

El dativo tiene la desinencia –ei o –e, ambos procedentes de *e-ei. La segunda

forma es a –ei, como en la primera declinación –a es a –ai, y en la segunda

declinación –o es a –oi. El ablativo tiene la formación de locativo con desinencia

cero –e.

En plural, como se ha indicado, se utiliza muy poco, y algunos de estos

nombres utilizan en el plural la forma paralela que tienen en la primera

declinación de tema en –ia.


El nominativo es en –es, resultado de la contracción de la vocal temátidca –e y

la desinencia –es (*re(y)es>res). El acusativo tiene la misma desinencia –es, pero

derivada de la caida de la nasal de acusativo (*ns) y el alargamiento

compensatorio de la vocal anterior. Las formas de dativo y ablativo diebus, rebus

tienen la desinencia procedente del sufijo –bhos unido directamente al tema.

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