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INTRODUCCIÓN
1. Breve descripción histórica de la lengua latina. 2. Características diferenciales. 3.
Pronunciación y acentuación.
1. Breve descripción histórica de la lengua latina.
Una visión esquemática de la trayectoria histórica de la lengua latina se puede leer a través de
este enlace del portal del proyecto Palladium del Ministerio de Educación, coordinado por los
profesores Luis Miguel Orbaneja García y Jesús M.a Quílez Bielsa:
http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/latin/esl232ca2.php.
2. Características diferenciales.
Señalaremos a continuación algunos rasgos diferenciales del latín respecto al español, en
concreto, aquellos que pueden resultar más llamativos al estudiante que va a iniciarse en el
estudio de la legua latina.
La flexión nominal o declinación es el rasgo que más diferencia a la lengua latina de la
española. En latín los sustantivos, adjetivos y pronombres conservan una parte fija (la
raíz o tema) y van cambiando una parte variable (la terminación o desinencia) para
indicar ‐además del género, del número y del grado adjetival‐ la función sintáctica que
desempeñan dentro de la frase. Es decir, ese sustantivo, adjetivo y pronombre tendrá
diferente terminación según sea sujeto, complemento directo, complemento del
nombre, complemento indirecto o complemento circunstancial. Al conjunto de estas
variantes es justamente lo que llamamos flexión nominal latina o declinación, y cada
una de las formas que adopta una palabra al declinarse se llama caso.
El latín carece de artículo.
Los sustantivos, adjetivos y pronombres latinos tienen tres géneros: masculino,
femenino y neutro, mientras que el español carece de neutro.
El orden de las palabras en la frase es más libre en latín que en español.
Tipológicamente, el latín se ha definido como una lengua sintética por la mayor
tendencia flexiva frente al español que se ha considerado una lengua analítica por el
mayor uso de conjunciones, preposiciones, determinantes y perífrasis verbales.
Con el fin de clarificar las características fundamentales de la flexión latina, haremos un breve
repaso de los conceptos lingüísticos básicos que trate de unificar, en la medida de lo posible, la
anárquica y variadísima terminología lingüística.
Fonética, morfología, sintaxis y semántica son los diferentes niveles de análisis en el estudio
de una lengua, y constituyen lo que tradicionalmente se ha llamado Gramática. En el
aprendizaje de una lengua, el conocimiento de su morfología y su sintaxis son fundamentales.
Morfología es la parte de la gramática que estudia los tipos y la estructura de las palabras. De
tal manera, la morfología tiene dos vertientes: la morfología léxica y la morfología flexiva. La
morfología léxica es la que trata de las clases de palabras: nombre, pronombre, adjetivo,
verbo, adverbio, preposición, conjunción e interjección. Unas son invariables, es decir, que no
admiten cambios formales: adverbio, preposición, conjunción e interjección; mientras que las
otras son variables, es decir, que admiten cambios formales: nombre, pronombre, adjetivo y
verbo. Las palabras variables están constituidas por lexemas y morfemas. El lexema aporta a la
palabra su significado básico, mientras que el morfema modifica al lexema y delimita su
función y significación.
En la morfología flexiva se suele llamar al lexema tema, raíz o radical, y al morfema, morfema
flexivo, desinencia o terminación:
→ Tema, raíz o radical indica el significado y la clase de palabra: nombre, adjetivo,
verbo, adverbio...
→ Morfemas flexivos, desinencias o terminaciones determinan los accidentes o
categorías gramaticales: género, número, caso, persona, modo, tiempo y voz. Cada uno
de estos accidentes o categorías gramaticales va a determinar diferentes relaciones en
la organización sintáctica, como veremos más adelante. Por ejemplo,
bonorum:
bon‐ (raíz, o tema, o lexema)= "bueno", adjetivo
‐orum (desinencia, o morfema flexivo, o morfema)= masculino, plural, genitivo.
Así, cada palabra flexiva puede adoptar diferentes formas que constituyen un sistema cerrado
que se llama paradigma flexivo. En latín, la flexión nominal (declinaciones) y la flexión verbal
(conjugaciones) son los principales paradigmas flexivos.
Las palabras que admiten flexión nominal son el nombre, el adjetivo y el pronombre. En latín,
además del género (femenino, masculino y neutro) y el número (singular y plural), tienen otro
accidente prácticamente perdido en español, que recibe el nombre de caso y que determina
las distintas funciones sintácticas de los elementos de una frase.
El cuadro siguiente contiene el resumen de las principales funciones y correspondencias entre
los casos latinos y su expresión en español. Es un esquema básico, que se matizará y
completará en el bloque 3 de los contenidos, que se verán más adelante.
(Se debe tener en cuenta que en latín no existen signos gráficos de acentuación; si se ponen a
continuación tildes sobre las vocales es para que entiendan los ejemplos).
En general, la pronunciación de las letras del alfabeto romano coincide en gran medida con la
de las españolas. No obstante, hay algunas diferencias:
Las vocales latinas se pronunciaban como en castellano. Cuando hay un diptongo, las
vocales que lo forman deben pronunciarse independientemente, como por ejemplo
rosae ['rósae', nunca 'róse', ni rosáe, como veremos más adelante].
La c siempre suena como k, sea cual sea la vocal que le siga. Así se dirá circiter
['kírkiter'], cena, ['kéna'], circum ['kírkum'].
La g tiene siempre el mismo sonido que la g castellana ante a y o. Así se dirá legiones
['leguiónes'], religio ['relíguio'], gaudeo ['gáudeo'] .
El grupo ll se pronuncia como dos eles, como por ejemplo sella ['sél‐la'].
En los grupos qu y gu siempre suena la u, como por ejemplo qui [kui], questio
['kuéstio'], unguem ['úngüem].
La t conserva su sonido seguida de cualquier vocal. Así se dirá sapientia ['sapiéntia',
nunca 'sapiencia'].
Las vocales i, u, unas veces actúan como vocales y otras como semiconsonantes. Así la
i de ipse es vocal, mientras que la de ius es semiconsonante. La u de ullus es vocal,
mientras que la de venio es semiconsonante. En latín clásico no había distinción en la
grafía de u (vocal) y v (semiconsonante); sin embargo, tanto en el diccionario, como en
muchas ediciones se utiliza esta distinción u/v.
Por otra parte, la colocación del acento tónico en latín se rige por unas normas muy simples:
No hay palabras agudas.
Prácticamente, todas la palabras de dos sílabas son llanas. Como por ejemplo rosae
['rósae', nunca 'rosáe', ya que tiene dos sílabas pues en latín ae es un diptongo].
En las palabras de más de dos sílabas, la colocación del acento tónico depende de la
cantidad de la penúltima sílaba. Si la penúltima sílaba es breve, la palabra es esdrújula;
si la penúltima sílaba es larga, la palabra es llana. La cantidad de su penúltima sílaba se
conoce así:
→ Son largas las sílabas con una vocal seguida de un grupo consonántico
(vocal larga por posición). Ejemplo: sacramentum ['sacraméntum'], palabra
llana.
→ Son largas las sílabas que tienen una vocal larga o un diptongo (ae, oe, au,
eu). Ejemplos: obscurus, amoenus ['obscúrus', 'amóenus'] son palabras llanas.
En el diccionario, toda vocal inicial o media larga, que no lo sea por posición,
se señala con una raya horizontal encima de la vocal (ā, ē, ī, ō, ū). Ejemplo,
obscūrus.
→ Son breves las sílabas que contienen una vocal seguida de otra vocal.
Ejemplos: strenuus, strategia ['strénuus', 'stratégia'] son palabras esdrújulas.
→ Son breves las sílabas que contienen una vocal breve que no vaya seguida
de un grupo consonántico. Ejemplos: Hannibal, habitus ['Hánnibal' , 'hábitus']
son palabras esdrújulas. En el diccionario, las vocales breves aparecerán sin
ninguna marca diacrítica o con medio círculo encima de la vocal (ă, ĕ, ĭ, ŏ,
ŭ). Ejemplo, Hannibal, Hannĭbal.
Todas las palabras que lleven una enclítica deben acentuarse en la sílaba
inmediatamente anterior a la enclítica, como, por ejemplo, nobiscum o
impedimentaque ['nobíscum' o 'impedimentáque'].