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Además de ayudarnos a comprender mejor las relaciones entre educación y sociedad, la noción de
relación social tiene un valor pedagógico.
Acciones u objetos aparentemente aislados de la vida cotidiana adquieren un sentido cuando son
vistos como relaciones. Una cosa, o una relación entre cosas, esconde una relación social. Marx
sostiene que “a primera vista, la mercancía parece una cosa trivial, evidente. Analizándola, se ve
que es compleja, llena de sutileza metafísica y mañas teológicas”. Lo que este proceso esconde es
que una mercancía es producto de trabajo humano que se realiza a su vez bajo determinadas
relaciones sociales. Un objeto no es más que determinada relación social entre los hombres, que
para ellos toma la forma fantasmagórica de una relación entre cosas.
Marx llama fetichismo a este proceso donde las relaciones se vuelven invisibles, haciendo aparecer
solamente la cosa, el objeto, de forma aislada y desconectada de otros procesos y relaciones.
Esto debería ser una tarea central en una teoría crítica de la educación y en un currículo construido
desde una perspectiva crítica. Uno de los objetivos de un currículo critico debería ser el de
desfetichizar lo social, demostrando su carácter construido, su naturaleza relacional.
La vida social se nos presenta como cosa. Una perspectiva pedagógica crítica nos debería permitir
interrumpir esta fetichizacion y tornar visibles las conexiones entre esa apariencia fetichizada y las
relaciones sociales que ella esconde.
El mundo cultural tiende a aparecer como petrificado, listo y final, pero esconde su condición de
construcción y relación social. Los productos culturales tienden a aparecer como “jeroglíficos
sociales.”
Extendiendo esto al campo de la educación, el conocimiento y el currículo deben ser vistos como
productos de relaciones sociales. No son cosas, sino que corporifican relaciones sociales
producidas y creadas entre grupos sociales interesados. Traen la marca de esas relaciones e
intereses.
La noción de “relación social” es un importante dispositivo pedagógico que nos permite un triple
movimiento:
o Nos posibilita introducir la educación y el currículo en la moldura de sus conexiones con relaciones
sociales más amplias.
o Nos permite establecer uno de los objetivos centrales de la pedagogía crítica: tener siempre
presente el carácter construido y relacional del conocimiento trabajado y producido en el currículo.
o El propio currículo y el propio conocimiento los que deben ser vistos como construcciones y
productos de relaciones sociales particulares e históricas.
Ampliando nuestra mirada sobre las relaciones sociales: colonialismo, racismo y sexismo