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Alergias Medicamentosas
Alergias Medicamentosas
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Inmunología general
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La alergia, (también conocida como hipersensibilidad inmediata) se define como una "sensibilidad” anormal
a una sustancia que es generalmente inofensiva para lo demás. El objetivo de las reacciones inmunes
normales es defenderse contra sustancias extrañas o microbios, las alergias, sin embargo, son un tipo de
reacciones inmunes exageradas, que causan daño o inflamación, también son diferentes de las reacciones
inmunes "protectoras" que se producen en nuestro cuerpo.
La alergia es una reacción anormal y exagerada de nuestro organismo ante sustancias que provienen del
exterior y que en la mayoría de las personas resultan inofensivas, pero que en personas alérgicas
desencadenan síntomas. Estas sustancias se denominan alérgenos. La repetida exposición al mismo
alérgeno producirá los síntomas típicos de la reacción alérgica. Una de las manifestaciones alérgicas más
frecuentes es la alergia respiratoria, como la rinitis alérgica. Los alérgenos más comunes implicados en la
alergia respiratoria son los pólenes, ácaros del polvo, epitelios de animales y hongos. Pero también existe
alergia a los alimentos, a medicamentos, al veneno de abejas y avispas e incluso alergia por contacto con
ciertas sustancias.
La alergia por medicamentos es una reacción del cuerpo, mediante mecanismos inmunológicos, frente a un
medicamento, que se vuelve perjudicial contra nuestro propio organismo.
La alergia por medicamentos se manifiesta con cuadros clínicos de gran polimorfismo y la edad pediátrica
no es diferente en esto. La frecuencia de la alergia a medicamentos aumenta con la exposición a fármacos;
a pesar de la escasez de datos estadísticos, se acepta que es menor en el niño que en el adulto. Los
métodos diagnósticos para confirmar la sospecha clínica son pocos, en reacciones inmediatas apenas
disponemos de métodos in vitro fiables para unos pocos fármacos y tampoco se dispone para muchos de
concentraciones validadas para las pruebas cutáneas. Además, tanto los exámenes de laboratorio como
las pruebas cutáneas se negativizan con rapidez. En las reacciones retardadas aún contamos con menos
métodos para el uso clínico. Así, hay que recurrir a menudo a la prueba de exposición controlada (PEC),
que no deja de presentar riesgos. Los síntomas clínicos de la reacción y su cronología son datos
imprescindibles para catalogar el tipo de reacción y programar su estudio.
La prevalencia real de la alergia a medicamentos es mal conocida, la mayoría de autores aceptan
porcentajes entre el 6 y el 10% de las reacciones adversas a fármacos1. Los estudios realizados se han
llevado a cabo predominantemente en medio hospitalario, lo que ya supone un sesgo importante. En edad
pediátrica se supone baja, menor que en el adulto, y aún peor conocida.
• Sexo femenino: por motivos mal conocidos, las mujeres tienden a presentar con mayor frecuencia que los
hombres alergia a los medicamentos, tanto para reacciones de tipo inmediato como tardío.
• Historia previa de reacciones alérgicas a medicamentos: una historia previa de reacciones alérgicas a uno
o más fármacos aumenta el riesgo de desarrollar otras alergias medicamentosas, incluso con fármacos no
relacionados.
Las reacciones no inmunes frente a antiinflamatorios no esteroideos (AINE), pueden aparecer en AINE sin
relación estructural entre sí, ya que el mecanismo que las produce está en relación con la alteración de la
vía metabólica de inhibición de la cicloxigenasa tipo 1(COX1), que es propia de la acción de estos
fármacos.
El término “alergia a múltiples medicamentos” debe aplicarse a personas que han experimentado
reacciones inmunológicas (de cualquier tipo de Gell y Coombs) bien documentadas frente a dos o más
fármacos no relacionados químicamente, y parece relacionarse con un aumento de la capacidad de
respuesta de sus células T frente a sustancias farmacéuticas.
Exposición recurrente a fármacos: tratamientos repetidos con los mismos fármacos favorecen la alergia
fármacos (por ejemplo, los pacientes con fibrosis quística).
• Tipo de HLA: hay pruebas de propensión familiar a desarrollar reacciones de hipersensibilidad graves a
medicamentos concretos en presencia de ciertos tipos de alelos HLA-B; por ejemplo, el síndrome de
Stevens-Johnson y la necrolisis epidérmica tóxica por carbamazepina, en pacientes chinos de la etnia Han
se asocia a la presencia de HLA-B; sin embargo, en pacientes europeos los HLA-Atienen mayor riesgo de
presentar estas reacciones de hipersensibilidad. Otros alelos HLA-B se han asociado a reacciones graves
por otros fármacos, entre ellos el alopurinol y el abacavir.
• Algunas situaciones clínicas:
– En los pacientes con linfocitos anormales o atípicos se presentan con mayor frecuencia reacciones a
aminopenicilinas (por ejemplo: infecciones por virus de Ebstein Barr, por virus herpes, leucemias…)
– Los pacientes con inmunodeficiencia adquirida (SIDA) tienen con frecuencia reacciones por sulfamidas y
otros fármacos. La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana crea un entorno inflamatorio que
favorece la alergia medicamentosa.
• Atopia: los pacientes con enfermedades atópicas no tienen riesgo mayor de presentar alergia a
medicamentos, pero si pueden presentar reacciones mediadas por IgE de mayor gravedad.
Edad: la edad no es un factor de riesgo independiente para la alergia a medicamentos, pero los datos se
confunden dados los diferentes patrones terapéuticos usados en las distintas edades.
CLASIFICACIÓN DE LAS REACCIONES DE ALÉRGICAS A FÁRMACOS
La correcta clasificación cronológica de las reacciones a fármacos nos indica qué tipo de mecanismos
podrían estar implicados en estas reacciones. La sintomatología de las reacciones puede a veces ser
parecida en mecanismos patogénicos diferentes. La aparición cronológica de los síntomas en relación con
la administración del fármaco, puede ayudarnos a diagnosticar el tipo de reacción:
Cronológica
Se basa según en el momento de la aparición de los síntomas:
Inmediatas: 1-60 minutos tras la administración del fármaco.
Aceleradas: 1-72 horas tras la administración del fármaco.
Tardías: a partir de las 72 horas tras la administración del fármaco.
En la revisión de la nomenclatura alergológica realizada en 2003 por la World Allergy Organization (WAO)2
, se decidió dividirlas en tardías las que aparecen después de una hora de la exposición al fármaco, e
inmediatas si se presentan antes de una hora desde la exposición:
Inmediatas: hay que tener en cuenta que, si la administración del fármaco es por vía oral, es posible que
los síntomas se retrasen, especialmente si el medicamento se toma tras las comidas. Sin embargo, el
periodo de una hora permite identificar la gran mayoría de reacciones mediadas por IgE.
Tardías: la mayoría de las reacciones tardías suelen aparecer entre seis horas tras la exposición y en
general después de unos días de tratamiento, incluso después de haber cesado este. Algunas reacciones
tardías pueden iniciarse después de varias semanas de tratamiento continuo, por ejemplo en el síndrome
de hipersensibilidad inducida por fármacos.
Según el tipo de reacción
Clásicamente, las reacciones inmunes se dividen en cuatro categorías (I, II, III y IV), según la clasificación
de Gell y Coombs, pero esta se originó antes de conocer los tipos de las células T, de modo que
posteriormente las reacciones de tipo IV se subdividieron en subtipos IVa, IVb, IVc y IVd.
Los fármacos causan con más frecuencia reacciones de los tipos I y IV, la mayoría de ellos causan solo un
tipo de reacción, pero algunos como la penicilina pueden causar reacciones de todos los tipos.
Tipo I: inmediatas, mecanismo mediado por IgE.
Tipo II: retardadas, mediante lisis celular mediada en general por IgG.
Tipo III: retardadas, por depósito de inmunocomplejos y activación del complemento.
Tipo IV: inicio retardado, mediadas por células T.
PATOGÉNESIS Y MANIFESTACIONES CLÍNICAS DE LAS REACCIONES ALÉRGICAS A FÁRMACOS
Reacciones tipo I (mediadas por IgE, anafilácticas)
Requieren una fase de sensibilización previa que dé lugar a la presencia de IgE específica frente al
fármaco, o a un metabolito del mismo, que se una a la superficie de mastocitos y basófilos. Esta fase es
asintomática. Una vez unida la IgE específica a mastocitos y basófilos, cuando el individuo se expone al
fármaco, este se une a las proteínas transportadoras y el complejo hapteno-portador puentea dos
moléculas de IgE específica que está unida a la superficie celular de los mastocitos causando la liberación
de mediadores vasoactivos.
Estos mediadores ponen en marcha las manifestaciones clínicas, siendo las más comunes el prurito, la
urticaria y el angioedema, que pueden presentarse simultáneamente. Si el edema afecta a la laringe puede
causar dificultad respiratoria con disfonía, estridor y en raras ocasiones asfixia; y también broncoespasmo,
síntomas digestivos y/o hipotensión.
La vía de exposición al fármaco tiene también importancia en cuanto al tipo de sintomatología de una
anafilaxia. Si la administración es parenteral predominan los síntomas cardiovasculares y la hipotensión, y
en la administración oral predominan los síntomas cutáneos y respiratorios.
La anafilaxia es potencialmente fatal y es la presentación más grave de una reacción mediada por IgE,
debe sospecharse cuando una reacción de inicio brusco afecta a dos o más órganos o sistemas del
paciente. Hay que recordar que la progresión rápida de los síntomas sugiere una mayor gravedad del
episodio de anafilaxia, y en estos casos la afectación cutánea puede aparecer más tardíamente
Los fármacos más frecuentemente en las reacciones inmediatas, son los antibióticos betalactámicos y por
detrás de ellos bloqueantes musculares, látex, otros antibióticos, citostáticos que contienen sales de platino
y anticuerpos monoclonales. Es posible que la exposición previa al fármaco sea desconocida por el
paciente, o que se haya sensibilizado a otro fármaco con reactividad cruzada al que cause la reacción.
Estas reacciones requieren la presencia previa de IgG (y rara vez IgM). Son reacciones poco frecuentes, y
se ven en individuos tratados con dosis elevadas, de forma prolongada o recurrente.
Surgen cuando el fármaco se une a la superficie celular y actúa como antígeno dando lugar a la síntesis de
anticuerpos, que se unen a la membrana celular de manera que los macrófagos causan la lisis celular. El
consumo de complemento es variable en este tipo de reacciones
Son reacciones poco comunes, en las que el medicamento actúa como un antígeno soluble y se une a
anticuerpos específicos de tipo IgG, formando inmunocomplejos que precipitan en diferentes tejidos. Estos
inmunocomplejos se unen a los receptores Fc de la IgG o a los receptores de las células inflamatorias
desencadenando este tipo de respuesta. Una nueva exposición al fármaco provoca la misma respuesta de
forma más precozmente y con mayor gravedad.
Enfermedad del suero: la forma clásica se acompaña de fiebre, exantema urticarial o purpúrico, artralgias
y/o glomerulonefritis aguda, y con frecuencia también adenomegalias. Se describió por primera vez a
principios del siglo XX en pacientes tratados con suero antidiftérico de origen equino y sus causas más
clásicas son las proteínas heterólogas.
Los medicamentos más frecuentemente implicados son los betalactámicos (especialmente el cefaclor) y el
trimetoprim-sulfametoxazol y más recientemente se descrito con las globulinas antilinfocíticas, o
antitimocito y con anticuerpos monoclonales. Se inicia entre 2 y 21 días tras la administración del fármaco.
Vasculitis: se presentan como púrpuras papables que suelen afectar a extremidades inferiores, y con
menor frecuencia pueden afectar a tracto gastrointestinal, o al riñón. Además de los betalactámicos, se
presentan por diuréticos tiazídicos, fenitoína y alopurinol.
Fiebre medicamentosa: puede ser el único síntoma y en algún caso puede acompañarse de un exantema
no urticarial. Los fármacos causales incluyen la azatioprina, la sulfasalazina, la minociclina, el trimetoprim-
sulfametoxazol, el sirolimus y el tacrolimus.
Reacciones tipo IV (mediadas por células)
Este tipo de reacciones mediadas por linfocitos T activados puede incluir distintos tipos de células como
macrófagos, eosinófilos o neutrofilos. Clínicamente, presentan manifestaciones cutáneas, ya que la piel es
un depósito de células T13, y muchas de estas células T cutáneas son células de memoria efectoras, que
reaccionan si los antígenos penetran la barrera cutánea o se difunden por la piel desde el torrente
sanguíneo.
Son reacciones que requieren tiempo (desde horas a días tras la exposición al antígeno) para que se
desarrolle la activación y expansión de las células T, de ahí que también se denominen reacciones
retardadas por hipersensibilidad.
Los mecanismos de tipo IV se relacionan con distintas presentaciones clínicas, y el mecanismo preciso
para cada manifestación no está completamente demostrado.
Las células T son capaces de generar diferentes tipos de respuesta inflamatoria en dependencia de las
citocinas producidas y de las otras células implicadas en la reacción, dando lugar a los distintos subtipos de
reacciones tipo IV, y esto se refleja en los datos histológicos de la reacción inflamatoria. Por ello, la
cronología de las reacciones es variable pero siempre retardada. Este tipo de interacciones entre las
células T y otras células efectoras se observa también en enfermedades infecciosas, autoinmunes y
autoinflamatorias.
La clasificación de los subtipos de las reacciones mediadas por células se basa en las células efectoras
implicadas, que se reflejan en los datos histológicos y en los datos de laboratorio de los pacientes. En este
grupo de reacciones debemos recordar que el solapamiento de los mecanismos de las reacciones
inmunológicas es frecuente.
Dermatitis de contacto: es una reacción por fármacos de aplicación tópica que se caracteriza por eritema
con vesículas o flictenas que evolucionan a costras. Como en otros eczemas, las fases subagudas o
crónicas se caracterizan por liquenificación y descamación. El periodo de latencia varía entre 7 y 21 días, y
se acorta con las exposiciones subsiguientes.
Síndrome de hipersensibilidad inducido por fármacos: Los síntomas aparecen usualmente antes de las
ocho semanas de iniciado el tratamiento. Es una reacción grave, que se presenta con exantema cutáneo e
hipertermia, y puede presentarse también fallo multiorgánico. Hígado, riñón, corazón y pulmones son los
órganos más afectados.
Síndrome de Stevens-Johnson (SJS), necrolisis epidérmica tóxica (TEN): son reacciones con mortalidad
elevada y se caracterizan por fiebre alta, lesiones bullosas mucocutáneas, con necrosis y despegamiento
de la epidermis. En la exploración el signo de Nikolsky es positivo. En el SJS se pueden ver lesiones
atípicas “en diana”, pero no las lesiones típicas del eritema multiforme minor. Este tipo de reacción se cree
debida a una expansión incontrolada de células T oligoclonales, estimuladas de forma masiva por el
fármaco, recordando a las reacciones por superantígenos.
Reacciones órgano-específicas: ocasionalmente, la respuesta de las células T de tipo IVc puede afectar a
órganos aislados, sin afectación cutánea, como la nefritis intersticial aislada, la hepatitis inducida por
fármacos o la neumonitis, y el diagnóstico etiológico en estos casos es difícil.
Exantema fijo pigmentario No puede ser claramente clasificado, pero se demuestra síntesis de INF-g por
las células T cutáneas. Es relativamente frecuente, y se caracteriza por placas eritematosas con un centro
grisáceo, o con bullas francas. Las lesiones recurren exactamente en el mismo lugar y desarrolla
hiperpigmentación postinflamatoria.
Anafilaxia no inmune (no mediada por IgE)
Sus manifestaciones clínicas y su gravedad son las mismas que las de una anafilaxia inmune y por tanto el
modo de tratarlas debe ser idéntico. Los fármacos más frecuentemente implicados en las anafilaxias no
inmunes, son radio contrastes, opiáceos, AINE, vancomicina, quimioterápicos, anticuerpos monoclonales u
otros fármacos biológicos usados en la terapia antineoplásica.
LOS FÁRMACOS COMO ALÉRGENOS: INTERACCIÓN CON EL SISTEMA INMUNE
La mayoría de los medicamentos son compuestos de bajo peso molecular y composición química simple, y
sus estructuras no son fácilmente reconocibles por el sistema inmune, que solo de forma excepcional es
capaz de reconocer sustancias de peso molecular inferior
a 5000 δ. Son moléculas demasiado pequeñas para
interactuar con los receptores inmunes con suficiente
potencia para activar las células T o B. En su estado
original, la mayoría de fármacos no tienen capacidad
inmunógena.
Sin embargo, si el fármaco es presentado a los linfocitos
por una célula presentadora de antígeno (una célula
dendrítica, por ejemplo) tanto en su forma original como si
se modifica tras su metabolización, puede desarrollar una
respuesta inmune específica mediada por células T, o
mediada predominantemente por anticuerpos, o tener
características de ambos tipos de respuesta.
Fármacos capaces de estimular una respuesta de
anticuerpos
Haptenos
Algunos compuestos de bajo peso molecular (1000)
pueden adquirir inmunogenicidad por unión covalente a
macromoléculas, que en general son proteínas
plasmáticas o proteínas de la superficie celular. El
medicamento se conoce como hapteno y la molécula
complejo hapteno-portador.
como ejemplos de las moléculas de la membrana celular capaces de unirse a haptenos, tenemos las
integrinas y péptidos del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH
Los complejos hapteno-portador son capaces de estimular los linfocitos T y/o respuestas de anticuerpos.
La penicilina es un fármaco que se comporta como hapteno, ya que el anillo betalactámico en condiciones
fisiológicas se abre y reacciona con los residuos de lisina de las proteínas formando un complejo que es el
determinante antigénico principal de la penicilina y otros betalactámicos y es capaz de estimular respuestas
mediadas por anticuerpos o por las células T.
Entre los fármacos capaces de comportarse como haptenos, los mejor conocidos son los betalactámicos,
pero otros como la penicilamina y los metales pesados también pueden comportarse como tales.
Metabolitos reactivos
Fármacos que en su forma original no son reactivos con macromoléculas pueden hacerse reactivos tras su
metabolización en el organismo. El metabolismo de los fármacos se realiza principalmente en los
hepatocitos a través de las enzimas asociadas al citocromo P450.
Algunos fármacos, si no se detoxifican adecuadamente, pueden actuar como haptenos al unirse con
proteínas intracelulares o secretarse (en este caso se denominan prohaptenos) y contactar con células
presentadoras de antígeno estimulando las células T y éstas pondrán en marcha una respuesta celular o
mediada por anticuerpos.
Entre los fármacos que con más frecuencia pueden dar lugar a metabolitos reactivos, estaría el
trimetoprim-sulfametoxazol, anticomiciales (fenitoína, carbamazepina, lamotrigina) y la procainamida.
MARCADORES DE ANAFILAXIA:
TRIPTASA
es detectable varias horas después de producirse una reacción anafiláctica y ser liberada por mastocitos y
basófilos, a diferencia de la histamina, cuya elevación en sangre es muy fugaz. Aun así, la determinación
de triptasa suele realizarse en reacciones intrahospitalarias. Cualquier elevación de la triptasa es sugestiva
de anafilaxia, pero los valores normales no excluyen el diagnóstico. Debe determinarse de forma seriada
(entre 15 minutos y 3 horas tras la reacción, y a las 24 horas), para obtener un valor basal que descarte
una mastocitosis indolente. Unos valores de triptasa descendentes (aun dentro de los valores normales)
sugieren una anafilaxia. Si los valores basales se triplican, apoyan el diagnóstico de anafilaxia, ya que los
valores basales son en general bastante constantes.
PRUEBAS CUTÁNEAS PARA DETECTAR IGE-ESPECÍFICA AL FÁRMACO:
El prick test y la intradermorreacción se usan para el diagnóstico de las reacciones inmediatas, detectando
la IgE específica unida a los mastocitos cutáneos, y si aparece un habón con eritema entre 15 y 20 minutos
tras la prueba, apoya el diagnóstico de una reacción de tipo I. Se debe tener en cuenta que el fármaco no
cause directamente la desgranulación del mastocito, como ocurre por ejemplo con los opioides, las
quinolonas o la vancomicina. Por otro lado, las concentraciones del fármaco no deben ser irritantes. Hay
publicadas concentraciones recomendadas para pruebas cutáneas con una especificidad del 95% para
betalactámicos, fármacos peroperatorios, heparinas, sales de platino y medios de radiocontraste. Otros
fármacos en los que las pruebas cutáneas son útiles son las pirazolonas (metamizol) y los anestésicos
locales. La penicilina es una excepción y se dispone de metabolitos y complejos metabolito/proteína
transportadora para diagnóstico, pero esto no ocurre con otros fármacos por lo que se usa el fármaco en
forma original (no metabolizado).
Un resultado positivo indica alergia, siempre que esté probado que las concentraciones usadas no son
irritantes. Un resultado negativo no excluye alergia al fármaco.
PRUEBAS IN VITRO:
Determinación de IgE específica: se han desarrollado técnicas de detección de IgE específica (RAST,
ELISA, CAP-RAST) para numerosos fármacos utilizando sueros de pacientes con pruebas cutáneas
positivas para su estandarización, siendo útiles en laboratorios especializados de investigación. En el uso
clínico común, a pesar de que existen comercializados métodos de detección de IgE específica para
numerosos fármacos, muchos de ellos no han publicado su validación.
Activación de basófilos inducida por fármacos (TAB): este prometedor método se basa en medir los
marcadores de superficie de activación del basófilo (CD63,CD203 y otros) mediante citometría de flujo. La
determinación de los cistenilleucotrienos por los leucocitos tras incubación aumenta el valor de la citometría
aislada. Estas técnicas sin embargo están menos estandarizadas y se encuentran en desarrollo, pero no a
disposición del clínico en todos los centros.
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS PARA REACCIONES RETARDADAS
A diferencia de las reacciones mediadas por IgE, la mayoría de estas reacciones son mediadas por células
T y pueden recurrir tras décadas de ocurrir la reacción.
Pruebas para reaciones tipo II y tipo III
En las citopenias inmunes, en general mediadas por IgG y rara vez IgM, se utilizan métodos de detección
de anticuerpos frente a hematíes (T. de Coombs), o bien de anticuerpos frente a plaquetas o neutrófilos.
Sin embargo, en las reacciones mediadas por inmunocomplejos (tipo III), no disponemos de métodos
específicos y el diagnóstico se basa en la sintomatología clínica y los hallazgos de laboratorio. En
ocasiones los valores del complemento pueden ser útiles, así como la biopsia del tejido afectado.
Pruebas in vitro
incluyen test de transformación linfocitaria (TTL), de activación o de aumento de marcadores de activación,
producción de citocinas, y ensayos de citotoxicidad inducida por fármacos, y todos ellos se consideran
herramientas de investigación. Si se dispone de ellos pueden ser útiles cuando las pruebas cutáneas son
negativas. La sensibilidad de las pruebas basadas en expansión o activación celular, y producción de
citocinas es alta en DRESS, pero baja en reacciones exfoliativas.
Las pruebas para citotoxicidad inducida por fármacos podrían ser interesantes en reacciones exfoliativas u
organoespecíficas, pero siguen considerándose métodos de investigación y no están disponibles para uso
clínico común.
Indicaciones
La PEC se utiliza para excluir alergia al fármaco sospechoso, por tanto, solamente está indicada si es
improbable que el paciente sea alérgico, y no debe llevarse a cabo si el paciente ha presentado una prueba
positiva previamente (cutánea, o in vitro).
Si la historia clínica y las pruebas complementarias son insuficientes para descartar una alergia a
medicamentos, la indicación de una PEC se basará en la sospecha de causalidad, la gravedad de la
reacción sospechosa, los riesgos propios del paciente y la posibilidad de sustituir con garantías el fármaco
o aquellos que tengan reactividad cruzada con él, sin riesgo para el paciente.
Contraindicaciones
La PEC está contraindicada en los siguientes tipos de reacciones:
• Erupciones bullosas generalizadas (TEN, SJS).
• Pustulosis aguda generalizada.
• Síndrome de hipersensibilidad inducido por fármacos (DHiS/DRESS).
• Vasculitis sistémicas.
• Manifestaciones organoespecíficas (citopenias, hepatitis...).
• Anafilaxia grave.
• Enfermedades autoinmunes inducidas por fármacos.
Requerimientos para realizar una PEC
Especialmente en las reacciones inmediatas, se debe contar con medios suficientes para diagnosticar y
tratar una reacción anafiláctica. En cuanto al diagnóstico, tratamiento y manejo de la anafilaxia, es muy útil
el documento de posición de la Sección Pediátrica de la EAACI26. Estos requisitos deben aplicarse
también en aquellas reacciones en que la historia clínica o las pruebas complementarias generen dudas
acerca del tipo de reacción:
• Espacio físico adyacente a una Unidad de Cuidados Intensivos o a una Unidad de Reanimación.
• Presencia física de un médico y una enfermera entrenada en este tipo de pruebas.
• Acceso inmediato a un médico experto en reanimación y material necesario para la misma.
• Es obligado disponer de una hoja de consentimiento informado, firmada por el paciente, sus padres o
tutores, antes de iniciar las pruebas
DESENSIBILIZACION ALERGICA
La duración puede ser entre dos horas y media y seis horas, dependiendo del tipo de medicación y del
grado de alergia del paciente. Normalmente, suele tolerarse bien y es rara la aparición de efectos adversos
que impidan completar la dosis del fármaco.
Doctora Mariana Castells, profesora de alergología en la Universidad de Harvard, consiste en “inducir de
forma temporal una tolerancia al fármaco causante de la alergia, permitiendo así tratar adecuadamente a
los pacientes con medicamentos a los que previamente habían mostrado una reacción de
hipersensibilidad”.
En el Congreso Europeo de Alergología del año 2008, un trabajo presentado por el Departamento de
Alergología, que describía la experiencia de las desensibilizaciones realizadas en pacientes alérgicos a
quimioterapia, recibió un premio al mejor trabajo del Área de Alergia a Medicamentos.
Esta estrategia de actuación terapéutica también es eficaz para pacientes alérgicos a los tratamientos
contra la tuberculosis, para los pacientes con SIDA alérgicos a las sulfamidas, así como a los individuos
sensibles a la penicilina o los que presentan intolerancias a ácido acetil-salicílico a pesar de precisarlo
como antiagregante plaquetario en caso de patología cardiaca o vascular. Asimismo la desensibilización
rápida a insulina en diabéticos y a otros medicamentos como el hierro permite tratar a los pacientes con
medicamentos de primera línea, que no son reemplazables y que impactan en la calidad de vida así como
el la supervivencia.
Los protocolos de desensibilización cobran especial importancia en los pacientes que son alérgicos al
fármaco con el que deben ser tratados y para los que no existe alternativa terapéutica. En palabras del
alergólogo “al tener una reacción alérgica que les impide recibir el tratamiento, los pacientes quedarían
relegados a ser tratados con medicamentos de segunda línea que generalmente no son tan efectivos”.
Actualmente, los protocolos de desensibilización se aplican también con éxito para tratar reacciones
alérgicas a los tratamientos quimioterápicos más comunes, como los taxanos, platinos o las doxorubicina,
así como a los anticuerpos monoclonales empleados para el tratamiento de las patologías oncológicas. “La
inducción a la tolerancia es una posibilidad que cada vez debe tenerse más en cuenta. En el caso de
tratamientos con antineoplásicos, muchas veces la ausencia de alternativa al fármaco al que son alérgicos
supone la progresión de la enfermedad, empeoramiento de la calidad de vida y disminución de la
supervivencia del pacientes.
Procedimiento
La mayoría de los fármacos inducen reacciones que no están mediadas por IgE o en las que no se ha
podido confirmar dicho mecanismo. Ejemplos en este sentido son: las reacciones cutáneas y/o febriles
inducidas en los pacientes con SIDA en tratamiento con cotrimoxazol, antirretrovirales, antifúngicos,
anticonvulsivantes o tuberculostáticos, entre otros fármacos.
Es posible que el paciente esté recibiendo tratamiento antihistamínico o corticoideo a dosis altas y el
resultado de las pruebas cutáneas no sea fiable (independientemente del fármaco implicado).
Para la mayoría de los fármacos la rentabilidad de las pruebas cutáneas es muy baja.
Algunos pacientes con reacciones de idiosincrasia a los AINE o a otros fármacos también son candidatos a
desensibilización por requerirlos selectivamente, tanto de forma temporal como permanente.
Vía de administración
Se pueden utilizar tanto la vía oral como la parenteral para el inicio de una desensibilización, siendo ambas
igualmente efectivas para alcanzar una desensibilización y para mantenerla. Algunos autores prefieren la
vía endovenosa por considerarla más rápida y segura por permitir un control absoluto del nivel y de la
concentración del fármaco que se administra. Este tipo de administración permite detectar con rapidez
cualquier reacción adversa, sin interferencia de la absorción digestiva o la presencia de alimentos. La
interrupción de la administración del fármaco, en caso de reacción adversa, se garantiza de forma rápida,
en contraposición con la administración oral en la cual se requiere una absorción digestiva que se puede
mantener por un periodo variable. El tratamiento de una posible reacción adversa va a ser posible de forma
rápida al disponer ya de una vía endovenosa. Tanto la vía de administración como otros detalles del
procedimiento serán variables en función entre otras circunstancias de la urgencia con que se requiera el
fármaco. Como se verá a lo largo del capítulo, hay pautas muy variadas y en algunas es preferibles la
administración lenta oral incluso en forma de jarabes que se lleva a cabo en varios días y en otras se trata
de un procedimiento urgente que requiere administración endovenosa e ingreso en una unidad de cuidados
intensivos.
El principio básico de la desensibilización exige comenzar por una dosis extremadamente baja y que no
sea capaz de generar ningún tipo de respuesta alérgica. La elección de la dosis de inicio dependerá, pues,
del tipo de reacción, el peso del paciente y en la medida de lo posible de experiencias previas o pautas ya
establecidas como seguras. En caso de no seguir protocolos ya establecidos, se puede calcular la dosis
inicial en función del grado de sensibilidad del paciente, recurriendo a una titulación de las pruebas
cutáneas. La titulación requiere pruebas intradérmicas (ID), aunque también se puede comenzar por las
pruebas intraepidérmicas a concentraciones altas.
Seguimiento
A continuación se describen los principales fármacos con los que se ha realizado la desensibilización.
Betalactàmicos
Las situaciones clínicas en las cuales la desensibilización con betalactámicos es de indicación absoluta, se
relacionan funda- mentalmente con dos enfermedades: la sífilis y la fibrosis quística con síntomas
respiratorios. La penicilina G se ha empleado en el tratamiento de sífilis neurológica, sífilis congénita y
sífilis en la mujer embarazada y las cefalosporinas y los monobactámicos en la fibrosis quística. También
se han indicado en mujeres gestantes portadoras de un estreptococo del tipo B como profilaxis de infección
perinatal Las penicilinas se pueden considerar como fármacos prototipo de la alergia a los medicamentos y
son los que más protocolos de desensibilización han generado, junto con los AINE.
Se han empleado en mujeres embarazadas con sífilis, argumentando que el riesgo de la desensibilización,
llevado a cabo por manos expertas, es menores que el de la propia enfermedad, si se emplea un fármaco
menos eficaz. A continuación, pueden verse dos ejemplos de protocolos de desensibilización. En el
primero, la vía de administración es la oral y está tomado de Sullivan. En este protocolo se doblan las dosis
cada 15 minutos, observando al paciente durante 30 minutos, tras la última dosis. Un protocolo parenteral
es el propuesto por Adkinson.
Sulfamidas
Las sulfonamidas son compuestos que contienen un grupo (SO2NH2) en su composición. Los fármacos
antimicrobianos (sulfanilamidas), además, tienen unida una amina aromática en posición 4 que les confiere
propiedades antibacterianas y las diferencia de otras sulfonamidas, como los diuréticos tiazídicos,
sulfonilureas, dorzolamida, sumatriptán o celecoxib. Las sulfamidas antimicrobianas producen,
fundamentalmente, reacciones adversas de tipo cutáneo en el 2 al 4% de los individuos sanos tratados. Sin
embargo, los pacientes con SIDA presentan con mucha mayor frecuencia este tipo de reacciones
(aproximadamente del 50 al 60%).
Las reacciones adversas producidas por las sulfamidas varían desde cuadros leves como urticaria,
exantema fijo medicamentoso, eritema multiforme, exantemas maculares hasta reacciones graves, como
anafilaxia, síndrome de Stevens-Johnson y
Necrosis epidérmica tóxica. En estos dos últimos casos está contraindicado cualquier intento de
desensibilización. En la mayoría de los cuadros de reacciones adversas por
Derivados sulfamídicos no se ha descrito el mecanismo inmunológico implicado, salvo algunos casos en
que se demuestra mediación por IgE.
Tuberculostaticos
En uno de los estudios más amplios de reacciones adversas a los tuberculostáticos, en 430 pacientes
tratados entre 1990 y 1999 se comprobó una prevalencia de 1,48%, siendo la mayoría de ellas
relacionadas con la pirazinamida, respecto a las presentadas con la isoniazida, rifampicina y etambutol. La
mayor parte de las reacciones adversas relacionadas con la isoniazida consisten en erupciones
morbiliformes o urticariales y/o fiebre. La rifampicina induce reacciones similares en una proporción menor,
aunque casi un 20% de los pacientes que la toman de forma intermitente pueden presentar un síndrome
pseudogripal y se han descrito algunos casos sugestivos de urticaria y/o
Anafilaxia incluso con pruebas cutáneas positivas. Se han publicado varios protocolos de desensibilización
a los tuberculostáticos, a pesar de que en la mayoría de los casos no se han demostrado mecanismos
inmunológicos implicados. Generalmente, estas pautas se han llevado a cabo en pacientes con
tuberculosis y SIDA, en los cuales la prevalencia de reacciones adversas a los fármacos es mayor y, en
muchas ocasiones, se realiza simultáneamente a más de un tuberculostático.
Otros Antimicrobianos
Aminoglucosidos:
Quinolonas
Ciprofloxacino
En una paciente con leucemia aguda, que presentó un cuadro febril, e infiltrados pulmonares; se realizó
una desensibilización al levofloxacino que se indicó con objeto de cubrir una sospecha de infección por
Legionella
.
Vancomicina
La vancomicina tiene como efecto adverso más frecuente el denominado “síndrome del hombre rojo”. En
estos casos, se ha demostrado que la vancomicina induce liberación directa de histamina por los
mastocitos, de forma que la administración lenta del fármaco, durante más de dos horas, en algunos casos
asociada a antihistamínicos, suele evitar la reacción. En contraposición a este síndrome de histamino-
liberación, que suele darse en la primera exposición al fármaco, también pueden presentarse reacciones
alérgicas (mucho menos frecuentes) en sujetos que previamente lo habían tolerado.
Anfotericina B
A pesar de que las reacciones anafilácticas a la anfotericina B son excepcionales, hay al menos un caso
descrito de desensibilización endovenosa realizada con este antimicótico, en una unidad de cuidados
intensivos. Se administró en una pacienteneutropénica, con sepsis fúngica por Candida albicans
resistenteal fluconazol e historia previa de anafilaxia con la anfotericina.
Fluconazol
El fluconazol es un antifúngico cuyo uso se está incrementando en tratamientos a largo plazo, por la
posibilidad de ser administrado de forma oral, a diferencia de la anfotericina B. Se han descrito casos de
hipersensibilidad en los cuales puede ser necesaria una pauta de desensibilización oral.
Metronidazol
Heparina
La heparina puede dar lugar a varios tipos de hipersensibillidad, desde cuadros inmediatos con urticaria, asma y/o anafila-
xia, hasta reacciones tardías de tipo eccematoso y trombopenia grave por inmunocomplejos frente al factor 4 plaquetario.
En aquellos casos de hipersensibilidad inmediata en los que esté específicamente indicada la heparina, se
Han descrito pautas de desensibilización, puesto que se ha demostrado reactivi- dad cruzada entre las
heparinas. El grupo de Patriarca ha descrito una pauta de desensibilización en una mujer con valvulopatía.
Actualmente, como alternativas, se dispone de las heparinas de bajo peso molecular (enoxaparina, nadroparina, dalteparina,
tinzaparina sódica y bemiparina) e inhibidores directos de la trombina (desirudina y lepirudina), disminuyendo las
indicaciones de desensibilización. Los principales inconvenientes de estas heparinas son la elevada frecuencia de reacciones
retardadas, así como la necesidad de su uso parenteral .
Insulina / protamina
Las reacciones alérgicas a la insulina han disminuido de forma espectacular con el uso de insulinas purificadas: en primer lugar,
las monocomponentes y, posteriormente, las insulinas de ori- gen humano (secuencia de aminoácidos idéntica a la
humana endógena). Existen muchos ejemplos de pautas de desensibilización a la insulina, ya que las reacciones alérgicas a
este péptido se describieron desde su comercialización en 1922. Sin embargo, con la introducción de la insulina
recombinante humana, la incidencia de reacciones alérgicas ha decrecido sustancialmente.
. Se ha descrito recientemente un protocolo de desensibilización lento que ha resultado útil para estos casos que cursan
con manifestaciones sistémicas. Los autores comienzan con 1/10 de la dosis terapéutica y la van duplicando, con intervalos
diarios, hasta alcanzar la dosis terapéutica en 7 días.
Enfuvirtida
Es un fármaco inhibidor de la fusión del virus de SIDA que, aunque es raro que ocasione reacciones de hipersensibilidad, ya
se ha descrito al menos una, con su consiguiente pauta de de- sensibilización). En este caso se optó por una pauta rápida con
objeto de prevenir el desarrollo de resistencias debidas a la administración de dosis subterapéuticas del fármaco.
La sulfasalazina se obtiene de la unión de una sulfamida mediante un puente de nitrógeno– al principio activo, que es un
salicilato (5-ASA). Puede ocasionar reacciones adversas hasta en un 50% de los pacientes, aunque solamente un 2% de esos
casos se debe a reacciones de hipersensibilidad. En la mayoría de ellos, el responsable de las reacciones adversas a la
sulfasalazina es el componente sulfamídico (sulfapiridina), de modo que el 90% de los pacientes con reacciones adversas
a la sulfasalazina toleran el componente activo de tipo salicilato (ácido para-amino-salicílico o 5-ASA).
En los casos en los que no existe alternativa, se han llevado a cabo diversas pautas de desensibilización, tanto pediátricas
como en adolescentes También se han publicado pautas de desensibilización para pacientes alérgicos únicamente a la parte
activa de la mesalazina.
Antineoplásicos
Se han descrito reacciones de hipersensibilidad con todos los agentes quimioterápicos al uso, aunque los más frecuentemente
implicados son los taxanos, las sales de platino, las asparraginasas y las epipodofilotoxinas. Algunos de estos fármacos son
liberadores inespecíficos de histamina y, en muchos de ellos, no se ha podido demostrar un mecanismo de
hipersensibilidad.
Taxanos
Un claro ejemplo de fármacos antineoplásicos liberadores de histamina son los taxanos. En una revisión de oncología
ginecológica, hasta el 42% de las pacientes tratadas con paclitaxel (taxano) presentaron, ya con la primera dosis, reacciones
consistentes en disnea, broncoespasmo, urticaria, eritema (flushing), hipotensión y angioedema Un 2% de los cuadros
fueron graves y, aunque los síntomas eran sugestivos de reacción anafiláctica, llama la atención que esto ocurriera en la
primera ocasión en que la paciente se exponía al fármaco. Este hecho se justifica asumiendo un posible mecanismo de
liberación de histamina inducido por el propio taxano o sus excipientes En general, estos cuadros se suelen manejar utilizando
pretratamiento consistente en antihistamínicos y corticoides, aunque en algunos casos se han llevado a cabo desensibilizaciones
han realizado un total de 17 desensibilizaciones rápidas (6-7 horas) con paclitaxel y docetaxel, la primera en una unidad de
cuidados intensivos y el resto en la propia planta de Oncología, alcanzando un total de 72 de 74 ciclos de tratamiento, sin
efectos adversos. Todos los pacientes recibieron previamente un pretratamiento con corticoides 12 y 6 horas antes, así como
ranitidina y antihistamínicos de forma endovenosa en los 30 minutos previos, siguiendo las indicaciones habituales en este
tipo de tratamientos.
Asparraginasa
Aproximadamente 1 de cada 4 pacientes que reciben trata- miento con asparraginasa (procedente de Escherichia coli), tras
buena tolerancia inicial, desarrolla una reacción de tipo anafilactoide, de modo que se recomiendan también pruebas
intradérmicas antes de sucesivas readministraciones . Con objeto de evitar estos cuadros, se han desarrollado otros derivados
pro- cedentes de Erwinia caritovora y pegaspargasa o asparragi- nasa modificada con polietilenglicol. En ocasiones se han
realizado desensibilizaciones sucesivas en un mismo paciente con objeto de completar un ciclo de quimioterapia. Esta
desensibilización se realiza por vía endovenosa mediante infusión continua, calculando la dosis inicial en función de la
positividad de las pruebas intradérmicas.
Alopurinol
El alopurinol es uno de los tratamientos más prescritos en la hiperuricemia, basándose su acción en la inhibición de la
producción de ácido úrico por su unión a la xantina-oxidasa. Aun- que generalmente se tolera bien, puede producir al
menos un 10% de reacciones adversas leves, que suelen ser gastrointestinales y neurológicas. También se han descrito
algunos casos de hipersensibilidad, fundamentalmente erupciones exantemáticas, exantema fijo, vasculitis o dermatitis
exfoliativas. En estos casos, la medicación alternativa con fármacos uricosúricos convencionales (probenecid, sulfinpirazona)
sólo puede ser utilizada en aquellos pacientes con función renal normal y sin historia de nefrolitiasis. En los países donde está
disponible (Europa, Sudáfrica y Japón) se puede intentar utilizar la benzbromarona, sola- mente en los casos en los que existe
una insuficiencia renal leve- moderada. El tratamiento con urato-oxidasa recombinante es otra alternativa que se puede
utilizar a corto plazo o en hiperuricemias asociadas a quimioterapia en pacientes con enfermedades linfo y
mieloproliferativas.
En los casos en los que los uricosúricos están contraindica- dos, no son efectivos o son mal tolerados, está indicada la
desensibilización con alopurinol. Existe bibliografía abundante al res- pecto, aunque la mayoría son casos clínicos aislados,
utilizándose tanto la vía oral, en caso de que no se requiera un tratamiento urgente, como endovenosa en caso contrario.
General- mente las pruebas cutáneas inmediatas suelen ser negativas y se han descrito casos de exantema fijo con
prueba de parche positiva en la lesión residual y desensibilización eficaz
La inmunización con DTP no está exenta de efectos secundarios que, por lo general, suelen tratarse de problemas locales
(dolor, induración, eritema), aunque se han descrito reacciones sistémicas en forma de hipertermia, náuseas, vómitos,
convulsiones o erupciones cutáneas, entre otras. El componente anti- difteria se ha asociado en raras ocasiones con
síntomas locales como tumefacción y eritema, y la aparición de efectos secundarios se suele relacionar directamente con la
cantidad de antígeno recibido y la edad del receptor, asumiendo un mecanismo de hipersensibilidad de tipo Arthus. Sin
embargo, existen verdaderas reacciones alérgicas que pueden deberse, bien al propio toxoide, al medio de cultivo, o bien a
sustancias añadidas, como adyuvantes (aluminio), estabilizantes (gelatinas), conservantes (thiomersal) o antibióticos
(neomicina). Con el toxoide tetánico se han descrito reacciones mediadas por IgE, que se pue- den confirmar mediante
pruebas cutáneas y determinación de IgE específica
Sulfato Ferroso
Se han descrito reacciones adversas tras la toma de preparados a base de hierro, fundamentalmente en relación con
preparados endovenosos que, en ocasiones, se requieren por problemas digestivos de absorción . Existe documentado el
caso de una paciente con anemia ferropénica que había presentado varios episodios de urticaria en relación con la
administración de sulfato ferroso y una prueba de exposición positiva controlada con placebo. Se llevó a cabo en tres días
con dos dosis diarias (día 1: 5 y 10 mg; día 2: 10 y 20 mg; día 3: 30 mg) e intervalos de 2 horas entre las dosis. La paciente
toleró una dosis diaria de 30 mg durante 9 meses
Desferroxamina
Es un quelante del hierro que se emplea en el tratamiento de la hemocromatosis y las intoxicaciones agudas por hierro.
Produce con relativa frecuencia cuadros anafilactoides.
D-Penicilamina
Anticuerpos Monoclonales
Son fármacos emergentes y se puede considerar que están indicados para el tratamiento de enfermedades tan diversas
como la enfermedad de Crohn, artritis reumatoide y tratamiento del rechazo del trasplante renal, entre otras. Uno de sus
efectos secundarios más frecuentes son las reacciones de hipersensibilidad, para las cuales ya se han descrito algunas
pautas de desensibilización de tipo parenteral. Concretamente, con el infliximab (antitumor necrosis factor tipo alfa) y el
trastuzumab se han obtenido buenos resultados en sendos casos clínicos
Como tratamiento de infertilidad se han realizado pautas de desensibilización a la gonadotrofina coriónica por vía
intramuscular y al fluido seminal por vía intravaginal
METODOLOGÍA DE LA DESENSIBILIZACIÓN
Pacientes que necesitan dosis demasiado altas de corticoides de forma intermitente o continua para controlar su
enfermedad.
Pacientes que han padecido numerosas polipectomías o cirugía de los senos paranasales, como comentaremos
más ampliamente en otro apartado de este capítulo.
Otra indicación adicional para la realización de esta técnica podría ser el estudio de los mecanismos
patogénicos bási- cos que subyacen en este tipo de reacciones.
La desensibilización es un fenómeno de carácter universal. Teóricamente, la gran mayoría de los pacientes con
AIA pueden ser desensibilizados a la aspirina mediante provocaciones orales con AAS a dosis crecientes. La
metodología de la desen-sibilización con AAS y otros AINE no está estandarizada. La técnica más utilizada es la
desensibilización por vía oral, basada en los trabajos de Stevenson y cols.
Antes de iniciar la desensibilización es conveniente que el paciente presente un asma, clínica y espirométricamente
hablando, estable. Si fuera necesario, se pueden administrar esteroides por vía sistémica antes de iniciar el estudio,
para lograr un VEMS 70% y, en términos absolutos, 1,5 L. Está comprobado que la estabilidad del asma es
inversamente proporcional a la gravedad de la reacción. Por ello, cuando se realice la desensibilización, los pacientes
deben continuar con su medicación habitual (corticoides locales o sistémicos, metilxantinas, etc.) ya que es poco
pro- bable que la utilización de estos fármacos pueda interferir en la aparición de síntomas mientras se esté
desarrollando el protocolo. Los simpaticomiméticos inhalados, los antihistamínicos y el cromoglicato, deben ser
retirados 24 horas antes. Hay autores que piensan que este último puede tener un mínimo efecto broncoprotector,
pudiendo retrasar la aparición de una reacción asmática.
Lógicamente, la desensibilización debe ser realizada bajo estrictas normas de seguridad, ya que pueden
aparecer reacciones asmáticas graves, siguiendo las normas antes mencionadas en todos los procedimientos
de desensibilización. Es conveniente comenzar las exposiciones a primera hora de la mañana, para poder
disponer de tiempo y personal médico suficiente para tratar reacciones, probablemente de tipo respiratorio,
aunque no se puede descartar la aparición de una reacción anafilactoide. Como medida de precaución se
recomienda mantener una vía intravenosa canalizada con una solución salina.
El estudio se inicia con una primera exposición utilizando placebo para obtener los valores espirométricos basales.
Posterior- mente, se comienza administrando dosis crecientes de AAS, con un intervalo que oscile entre 1 y 3 horas
entre dosis. La reacción asmática suele aparecer entre los 30 y los 180 minutos después de la administración
del fármaco, con un tiempo medio de 50 minutos. La cantidad de AAS que se administra a cada paciente se
debe individualizar según la gravedad del asma, bien disminuyendo la dosis inicial de la exposición, o bien
llegando a la dosis total fraccionando, en mayor o menor medida, el número de dosis. Como pauta general, se
pueden realizar exposiciones crecientes con 3, 30, 60, 100, 150, 325 y 650 mg de AAS.
Los controles espirométricos se realizan previamente a la administración de cada dosis del fármaco y cada 30
minutos. En ocasiones se debe realizar en un menor intervalo de tiempo si el paciente refiere síntomas.
Cuando se obtiene una respuesta positiva, definida como una caída 25% del VEMS o la aparición de síntomas,
se debe iniciar tratamiento para revertir la reacción. Habitualmente, el paciente empieza a presentar
manifestaciones clínicas, cuando se alcanza una dosis que oscila entre 60 y 100 mg de AAS. Una vez que
comiencen los síntomas, no se debe continuar con las exposiciones al fármaco. Debe esperarse hasta que el
paciente se encuentre de nuevo estabilizado, es decir, sin síntomas y con los valores espirométricos que
presentaba al comienzo del estudio. La remisión suele suceder entre las 2 y las 24 horas después de la reacción.
Una vez que el paciente se encuentre recuperado, se puede continuar con las exposiciones, empezando por
aquella dosis de AAS que desencadenó los síntomas. Cuando ya no aparezcan síntomas a esta dosis, se puede
ir aumentando secuencialmente las dosis hasta que se produzca una nueva reacción, o se llegue a la cantidad total
del fármaco deseada sin que aparezca ningún efecto adverso. Como norma general, se considera que el paciente
está desensibilizado si se administran 650 mg de AAS y no presenta síntomas o caída del VEMS. Hay que tener
en cuenta que la dosis de AAS capaz de provocar la primera reacción respiratoria predice esencialmente la
rapidez con la que se realizará la desensibilización.
Tras lograr la desensibilización, se debe administrar AAS diariamente o a días alternos para mantener de esta
manera el estado de desensibilización de forma indefinida. Se ha estimado que la dosis mínima diaria para
mantener una tolerancia al AAS es de 81 mg cada 24 horas por vía oral. En un estudio realizado por Pleskow y
cols. se demostró que, después de la desensibilización, y en ausencia de otras exposiciones a los AINE, el estado
de desensibilización persiste entre 2 y 5 días, retornando de nuevo a un estado de sensibilización después de 7
días sin estar en contacto con el AAS u otros AINE
LA DESENSIBILIZACIÓN EN LAS REACCIONES DE TIPO CUTÁNEO
Si no existe un protocolo de desensibilización universalmente aceptado en las reacciones de tipo respiratorio, en las
reacciones de tipo cutáneo la práctica de esta técnica se complica aún más. Las desensibilizaciones en pacientes con
manifestaciones cutáneas tras la toma de AINE han sido menos estudiadas y realizadas sólo a un escaso número de
pacientes. La mayo- ría de las publicaciones hacen referencia a uno o dos casos puntuales, con historia clínica de intolerancia
a los AINE de dudosa validez y con tal necesidad de instaurar un tratamiento inminente que no permitía otra opción que
la desensibilización al AAS.
Los pacientes con urticaria crónica tienen una especial susceptibilidad cutánea hacia el AAS o hacia el resto de AINE. El
grado de actividad de la urticaria determina en gran medida la susceptibilidad al AAS o al resto de AINE. Las
desensibilizaciones en los pacientes con urticaria crónica son muy difíciles de realizar. En un trabajo publicado por
Mathison, en 10 pacientes con urticaria crónica activa, 7 reaccionaron tras la toma de AAS.
En la mayoría de los pacientes estudiados, cuando en el curso de la desensibilización aparece una reacción urticarial tras una
exposición al AAS u otros AINE, se ha observado una reducción transitoria de la urticaria durante 12 a 36 horas. La
administración de una dosis igual o mayor de AAS después de este periodo (que puede ser, en algunos casos, de 12 horas o
menos tras haber sucedido la primera reacción), puede dar lugar a un intenso brote de urticaria. Esto demuestra que la
finalización del periodo refractario acontece rápidamente y se acompaña de una desaparición brusca de la
desensibilización. Este fenómeno no se produce en las desensibilizaciones de los pacientes con AIA, en los que la pérdida
de tolerancia al AAS sucede de forma paulatina.
En un estudio realizado a un grupo de 22 pacientes con historia de urticaria y angioedema agudo desencadenados por AAS, se
llevó a cabo con éxito una desensibilización hasta una dosis de 600 mg de AAS. Posteriormente, a 12 de estos pacientes
se les administraron 50 mg de indometacina, siendo bien tole- rada, lo que evidencia, al menos en estos casos, la existencia
de una desensibilización cruzada.
Wong y Cols realizaron un protocolo de desensibilización en el que estudiaron a 11 pacientes diagnosticados mediante
historia clínica de urticaria y angioedema agudos tras la toma de AINE. En uno de ellos, la sintomatología cutánea se
acompañaba de síntomas de vías respiratorias altas y, en otro, de hipotensión. Todos presentaban una enfermedad
coronaria aguda y precisaban tratamiento antiagregante inmediato y específico con AAS. Además, no habían sido
diagnosticados previamente mediante pruebas de provocación controlada. Todos los pacientes recibieron, desde el día
anterior al estudio, un tratamiento con antihistamínicos excepto uno de ellos, al que también se le administró prednisona,
60 mg, 12 horas antes y en la mañana en la que se inició la desensibilización. Las dosis administradas fueron
individualizadas para cada paciente pero, a grandes rasgos, utilizaron una dosis inicial de 0,1 mg hasta llegar a una dosis
máxima de 325 mg de AAS (Tabla XXIII). El intervalo entre las dosis osciló entre 10 y 30 minutos, de tal manera que en un día
se finalizaba la desensibilización.
Reacción anafilactoide
Clasificación clínica de la reacción al AAS u otro AINE
(hipotensión, taquicardia, pérdida de conciencia)
Síntomas Síntomas
respiratorios cutáneos
Continuar tratamiento con CC y 2 adrenérgicos en los pacientes con síntomas respiratorios Continuar
el tratamiento antihistamínico a la menor dosis en los pacientes con síntomas cutáneos
La desensibilización debe ser realizada por personal experto en una Unidad de Reanimación
• Tras la exposición controlada/desensibilización
• ¿Síntomas respiratorios descenso del FEV1 > 20% síntomas naso-oculares síntomas cutáneos?
PRUEBAS CUTÁNEAS:
Pueden ser clasificadas según el tiempo en que se obtienen los resultados: las de
lectura inmediata y las de lectura tardía. Las primeras están relacionadas con el
mecanismo de hipersensibilidad inmediata tipo I, mediadas por inmunoglobulina E
(IgE), y las últimas se relacionan con la reacción de hipersensibilidad tardía tipo IV,
mediadas por células T, según la clasificación de Geel y Coombs.
PRUEBAS SERICAS
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Arruda, E. (2004) Pruebas diagnósticas en alergia y su utilidad clínica. Revista médica
herediana 15.
M.T. Audícana Berasategui, N.R. Ortega Rodríguez, P. García Ortega, O. Uriel Villate,
"Prevención y tratamiento de la alergia a los fármacos. Desensibilización", 2014