Está en la página 1de 22

El rol del psicólogo y del equipo

de salud ante catástrofes


naturales, por la Ps. María
Elena Gorostegui
mayo 13, 2017 | Deja un comentario

Estimados colegas y socios,


Ante las constantes catástofes que azotan al país, les queremos dejar esta
columna de opinión de la Directora de la Sociedad Chilena de Psicología
Clínica y Premio Nacional de Psicología en especialidad Clínica, Ps. Dr.
María Elena Gorostegui, para todos aquellos especialistas interesados en
saber cómo intervenir una vez producida la catástrofe.

El rol del psicólogo y del equipo de salud


ante catástrofes naturales
Ps. Dr. María Elena Gorostegui

La Ps. y Doctora en Educación, María Elena Gorostegui,

A continuación presentamos una síntesis de investigaciones,


intervenciones en terreno, entrevistas a expertos y a sobrevivientes de
catástrofes: terremotos, tsunamis, incendios, aludes, en fin, eventos
naturales que periódicamente afectan a nuestro país. Con esto
pretendemos entregar un aporte a los psicólogos y diversos profesionales
que conforman los equipos de salud que deben intervenir una vez
producida la catástrofe, pero con el principal objetivo de tomar medidas
preventivas ante la eventualidad de que se produzca.

1. Intervención en crisis
Cuando hablamos de intervención en crisis, nos referimos a los momentos
inmediatamente posteriores a la ocurrencia del fenómeno. Estas
intervenciones no puede ser puntuales ni individuales (salvo casos
excepcionales). El enfoque de una intervención en crisis ocurre
necesariamente desde la multidisciplinariedad y debe ser realizada por
un equipo de salud.
También desde el equipo de salud, se deben generar las acciones
preventivas, es especial porque vivimos inmersos en cultura de desastres
naturales: temblores, tsunamis, erupciones volcánicas, etc. Desde esta
perspectiva, cobran relevancia los aportes de lo que hoy constituye una
disciplina. Nos referimos a la Ingeniería en prevención de riesgos. En
segundo lugar, y no menos importante es la psicoeducación, no solamente
desde los agentes encargados de trasmitirla, sino también desde quienes
deben internalizarla
La vivencia del evento, como cualquier peligro que amenaza la
supervivencia, corresponde a) sensación de amenaza, tensión emocional
que prepara la reacción (dependiendo del evento) b) negación “No pasa
nada” o c) desorganización, paralización.
Durante la ocurrencia del evento o inmediatamente después de
producido, se deben poner en práctica los planes de evacuación
(diferentes para cada evento) en caso de que los haya. En
segundo lugar, evitar pánico y caos por sensación de descontrol
La vivencia es variable, para cada individuo, pero se describen algunas
reacciones comunes, tales como cambios neuroquímicos que afectan
respuesta inmunológica; moderada confusión de conciencia y dificultad
para tomar decisiones, agitación, temblores y efectos adrenérgicos. Se
describe también una vivencia disociación: se vive el evento como si fuera
una película
Las intervenciones en crisis debe focalizarse en algunos temas
dependiendo de la urgencia de cada uno. Una intervención valiosa para
la comprensión de los eventos vividos, consiste en el trabajo de
resignificación de los mismos, evitando atribuciones a castigos, mala
suerte, consecuencia de descuidos, pensamientos mágicos, negativas a
aceptar lo inevitable, etc. etc. En todo caso, la forma en cada uno vive la
crisis, diferente para cada caso, reconociendo que hay superposición de
elementos de vulnerabilidad y recursos.
El trabajo a realizar implica una reacomodación del sistema a la
nueva situación, tanto individual como social. La crisis vivida, muchas
veces con independencia de su magnitud, implica necesariamente un
cambio brusco en el curso de un proceso: se agrava o mejora. Por ejemplo,
el momento de crisis en una enfermedad, es aquél en que s produce un
cambio y el paciente mejora o se agrava. Vale decir, se produce u
cambio. Por lo general, ocurre una mutación importante en curso de
proceso histórico, vital, espiritual
Los efectos traumáticos dependen de la naturaleza del evento

 Inesperados mayor impacto, pánico paralizante, huida, dificultad para


usar mecanismos racionales o reacciones aprendidas de acuerdo a
instrucciones. (P.e. desastres naturales)
 Trauma prolongado: tortura, abuso, miseria, maltrato. Se produce el
fenómeno de desesperanza aprendida. La desesperanza individual
afecta a la red familiar, mientras la desesperanza colectiva afecta la
red social
 De naturaleza humana (causas). Se trata de desastres producidos
(intencionales o no) por el hombre. En estos casos, se experimenta
rabia e impotencia y deseo de captura y castigar a los culpables. En
estos casos se requiere reparación por parte del ofensor: duelo difícil

El impacto que los desastres producen en la población en general y en el


individuo en particular, depende de:

 Factores individuales, entre los que la biografía tiene un rol


preponderante. No obstante , a diferencia de lo que generalmente se
cree, una historia de vulnerabilidad, de dolor, no fortalece a quien la
sufre.
 Ciclo: niños, adolescentes y ancianos son segmentos muy
vulnerables. En ellos se producen vivencias de temor y sentimientos
de minusvalía. En los enfermos aumenta el sentimiento de
dependencia.
 Personalidad, como forma estable de procesar cognitiva y
emocionalmente la realidad constituye un factor importante respecto
de la forma en que se procesa el impacto. Ej. En el caso de
personalidades obsesivas, es posible la presencia de control rígido
de la realidad y de sus emociones. En los histriónicos, se aprecia
tendencia a la sobreactuación
 Entorno y circunstancia. La pobreza constituye siempre un factor de
riesgo ya sea a nivel individual, como de grupos con apoyo social
precario
 Cultura e identidad de grupo, siempre deben tenerse en
consideración como factor protector o de riesgo en torno a la forma
en que se vivencia el desastre

Medidas de control
A continuación, a modo de post intervención, se señalan medidas para
controlar consecuencias de corto, mediano y largo plazo. Pareciera que
el drama persiste mientras es noticia para los medios, pero naturalmente,
los efectos se mantienen por períodos de duración variable. Entre los
efectos más frecuentes, encontramos oleadas de temor ante eventos que
no tienen connotaciones en ese sentido; trastornos del sueño, del apetito,
del ánimo, irritabilidad; quejas somáticas de variada índole. También se
pueden nombrar agravamiento de enfermedades preexistentes, por la
disminución de la los mecanismos inmunológicos.
Respecto de los desplazamientos y cambios de lugares de residencia que
con frecuencia ocurren como consecuencia de las catástrofes, se trata de
factores agravan la situación. Sin duda alguna, los montos de las pérdidas
afectivas y materiales afectan en mayor o menor medida a las víctimas.
Consecuencias (post)
Entre las consecuencias de estos desastres naturales, aparte de muchas
más, podemos nombrar: daños en la vivienda, infraestructura vial y de
instituciones; en salud física a corto y largo plazo, tema que puede
impactar en las políticas de salud pública; problemas sociales: deterioro
de la red social; desestructuración de la vida familiar (proyectos, éxodos,
etc); la mitad de la población afectada experimentará sufrimiento
psicológico: ansiedad, miedo, aflicción, dolor, tristeza, rabia. (OMS, 2009)
Medidas de “segunda necesidad” (Oms)
No por clasificarse de segunda necesidad, son menos importantes, pero
sí menos urgentes. Nos referimos a trabajos en terreno , realizados por
equipos de salud mental, multidisciplinarios que necesariamente deben
desplazarse a los lugares amagados .
Entre las tareas urgentes de estos equipos, destaca la función de
contención y acompañamiento de las víctimas. Se sabe que la soledad
multiplica la sensación de sufrimiento. En segundo lugar es imperativo el
mantener flujos altos de información, considerando que la incertidumbre
es determinante en las caídas de salud mental.
En relación al foco de las intervenciones, éstas se deben dirigir de
preferencia a los grupos vulnerables, vale decir aquellos con antecedentes
de patología psiquiátrica, niños, ancianos.
Además de la atención a las víctimas y población afectada, las acciones
de salud mental también deben centrarse en los equipos de rescatistas,
muchas veces voluntarios y sin gran expertise en las tareas que afrontan

Factores en reacción individual y colectiva.


¿Trauma social, económico etc. más que individual? En Chile la
posibilidad de ocurrencia de terremotos es cada 25 años al menos. Lo que
lejos de aumentar las medidas de prevención, origina sentimientos de
resignación, acostumbramiento, escasa preparación. Se llega al caso de
que movimientos post terremoto de grado 6, se califiquen como “era una
réplica no más”.
¿Recetas?
No hay recomendaciones específicas para un tipo de situación. Aparte de
las intervenciones y medidas que dicta el sentido común, y naturalmente
los protocolos de oficinas gubernamentales para los efectos (ONEMI).
Siempre es posible determinar una causalidad circular, que multiplica
variedad de consecuencias, lo que en la mayoría de los casos implica un
desborde de la capacidad de adaptación (crisis)
No obstante se pueden identificar demandas desde la
urgencia inmediata, a las que deben responder los organismos
gubernamentales y los equipos de salud. Los objetivos de todas las
intervenciones se deben dirigir a facilitar cambios adaptativos para
superar la crisis no normativa. Sistema requiere recuperar su
homeostasis.

2. Las demandas para los psicólogos


Básicamente las demandas parten por constituir un sistema terapéutico
para facilitar readaptación, lo que implica el desafío del acoplamiento
terapéutico (comunicación que produzca un cambio) en situación de
máximo estrés para el paciente y muchas veces para el terapeuta.
Estrés post traumático (TEPT)
Los casos de TEPT, post terremoto, no son los más frecuente en
Chile. Nuestro país, es un país sísmico, que de alguna manera representa
una identidad nacional. Cada 25 años” se viene todo abajo”. Este tipo de
reacción es más propio de sociedades muy desarrolladas.
El diagnóstico de Estrés Post Traumático puede hacerse sólo si se
cumplen todas las condiciones (DSM5 ) Lo común sin síntomas aislados
que en la mayoría de los casos no llegan a conformar el síndrome, como
por ejemplo:

 Reedición del drama


 Desinterés, afecto congelado, aislamiento
 Hiperreactividad a los estímulos. Hiperalerta y reedición de síntomas
ante situación similar al evento traumático
 Trastornos del sueño y de la alimentación
 Dificultades de concentración
 Culpas variadas
 Conductas evitativas

Intervenciones individuales

 Eje en la intervención psicosocial, pero también, individual.


 No hay recetas para intervención post terremoto, tsunami,
bombardeo, etc. (SGA o crisis). Diferencias en prevención y
evacuación y atribuciones
 Para que haya comunicación (cambio en el otro). se requiere
acoplamiento estructural conformación del Tercer Planeta: Espacio y
sistema terapéutico alterados. Intervenciones en terreno;
hospitalizados.Terremoto afecta a todos
 Yo terapeuta: mi historia como me enfrento yo mismo a los
desastres, edad, personalidad, momento ciclo
 ¿Puedo trabajar con víctimas?
 El trabajo mismo, desde la propia perspectiva o mirada ¿es la mejor?
 Eje en la intervención psicosocial, pero también, individual.
 No hay recetas para intervención post terremoto, tsunami,
bombardeo, etc. (SGA o crisis). Diferencias en prevención y
evacuación y atribuciones
 Para que haya comunicación (cambio en el otro). se requiere
acoplamiento estructural conformación del Tercer Planeta: Espacio y
sistema terapéutico alterados. Intervenciones en terreno;
hospitalizados.Terremoto afecta a todos
 Yo terapeuta: mi historia como me enfrento yo mismo a los
desastres, edad, personalidad, momento ciclo
 ¿Puedo trabajar con víctimas?
 El trabajo mismo, desde la propia perspectiva o mirada ¿es la mejor?

3. Sugerencias de estrategias terapéuticas


Estas sugerencias pueden resultar ùtiles para enfrentar pacientes que
presentan conflictivas relacionadas con dificultades para superar los
eventos traumáticos experimentados a causa de desastres naturales o
provocados. Ninguna de estas sugerencias son exclusivas para pacientes
traumatizados.

 Lograr contacto psicológico Acoplamiento en el sistema terapèutico


con sentimientos, discurso y comportamiento habitual y cultural
 Gama de la empatía afectiva, cognitiva, comportamental y cultural:
respetar el trato según uso (Don Juan, Sra. Carmen) Respetar el
ritmo de la conversación que impone el paciente.
 Escucha activa
 Respetar el silencio hasta que el paciente hable. Respetar el
desborde emocional hasta que se recupere
 No comparar o ponerse como ejemplo. Informar verazmente
 Propiciar el espacio para hablar. Lenguaje (digital) permite organizar,
comprender (se) buscar No sólo catarsis.

 Permitir, no forzar expresión de sentimientos. Validar el hecho de


que la expresión emocional no implica debilidad.
 Explicar secuencia de síntomas que el paciente puede estar
presentando. Reconocer signos de recuperación. Prescribir recaída.
 Validar el que la vida que debe continuar a pesar de la pérdida:
reinserción. Lograr un relato coherente que incluya el evento
desastroso experimentado
 Que hable libremente, registrando qué evita, qué omite, qué destaca.
Interpretar.
 Formular preguntas aclaratorias lógicas y coherentes (no
cuestionario) sin por qués. No abordar conflictivas anteriores
 Resumir y someter el resumen al paciente
 Comentario positivo y cita para nueva entrevista (asegura futuro)
Contacto personal reduce el dolor y el temor de estar solo. Asegurar
(?) acompañamiento durante la crisis
 Realizar una entrevista familiar siempre con aprobación del paciente
(depende de la mirada teórica del terapeuta)
 Indagar soluciones alternativas, evaluarlas adelantar obstáculos y
generarlas. Analizar medidas concretas: el mejor paso
 Evaluar trastorno de ansiedad, TEPT, depresión, otros
 Evaluar riesgo de suicidio: antecedentes personales y familiares,
depresión actual o pasada, impulsividad, adicciones, duelos en curso

Preguntar si ha pensado en morir o en matarse y cómo. Permitir que


hable, no censurar ni desafiar, entender, buscar otras soluciones, razones
para vivir, impacto en los otros. Compromiso de no hacerlo en lo inmediato
y de recibir tratamiento.
Asegurar vigilancia. Involucrar a la familia y explicarle el riesgo: eliminar
armas, venenos, etc.

4. Los niños y su vivencia del desastre

Al igual que en los casos de los adultos, los niños pueden


presentar diversas reacciones por factores Individuales o
psicobiosociales, desarrollo, familia, cultura, recursos. Sin duda, el tipo
de catástrofe tiene una impronta en el abordaje más adecuado. No es lo
mismo un desastre natural puntual o un accidente grave, o el estar
sometido a una enfermedad prolongada, o finalmente, ser víctima de
abuso o maltrato. No obstante que las consecuencias al corto y mediano
plazo, puedan ser similares.
No todas las intervenciones intentadas para el tratamiento de las
consecuencias y secuelas de los eventos traumáticos en los niños, han
resultado exitosas. Por ejemplo, el debriefing, tiene defensores y
detractores. Se entiende por debriefing , un tipo de estrategias
destinadas a manejar las consecuencias del trauma, consistentes en a)
exponer al paciente (niño o adulto postraumado) a elementos aterradores
de un desastre en ambiente sin amenazas: dibujos, compartir historias,
role playing, b) revivir en situación controlada para adaptarse, c)
compartir las emociones dolorosas del desastre, para que el niño ponga
los acontecimientos en la perspectiva justa . No obstante la OMS, ha
dado una vez de alerta en relación a estas intervenciones. No a
intervenciones favorecedoras de catarsis que promueven la memoria del
trauma. No recomiendan la técnica del debriefing como intervención
individual o colectiva.
Algunas recomendaciones en relación con a atención psicoterapéutica a
niños:

 Observar cambios en la conducta habitual (“está raro”) Escuchar,


mirar
 Intervención en crisis o posterior para disminuir síntomas
 Usar propios escenarios para la intervención (no en consultorio)
 Tratamiento especializado sólo en casos excepcionales
 Evitar sobrecarga de ayuda por diferentes equipos no coordinados.
Desarrollo de mecanismos de adaptación a distintas situaciones
difíciles
 Facilitar acceso a relaciones sociales de apoyo
 Desde el tipo de desastre, intensidad del impacto y capacidad de
respuesta de ese niño. Género y n.s.e. Etapa del desarrollo. Estilo
habitual de resolución de crisis
 Favorecer retorno actividades habituales. Juego, deporte, recreación,
colegio. Restaurar la capacidad de adaptación del niño al nivel de
funcionamiento propio de su edad
 Recuperar ilusión y la confianza en el mundo conocido, familiar y
predecible. Proveer de un discurso coherente de acuerdo a su
desarrollo cognitivo
 Trabajar con el grupo familiar del niño: clave conducta de la familia y
adultos significativos.Reconstrucción de lazos afectivos. Reunificar la
familia Reconstrucción de proyectos de vida familiar.

Preescolares

 Cambios cognitivos, conductuales, afectivos, somáticos


 Vómitos, dolores, llantos
 Pasividad/hiperactividad (movimientos sin propósito,) Ansiedad,
suspicacia, recuerdos recurrentes
 Regresiones: lenguaje, control de esfínteres, hábitos adquiridos,
aumento o aparición de rabietas
 del sueño (pesadillas, insomnio, somnolencia) Alimentación
(aumento o disminución del apetito)
 Aislamiento o incapacidad de estar solo: evitación, dependencia
 Aumento de la actividad autoerótica
 Juegos destructivos

Escolares

 Cambios cognitivos, conductuales, afectivos, somáticos


o (de acuerdo a niveles y desarrollo adquiridos)
 del sueño y la alimentación (eliminación (?)
 Rumiación. Labilidad y ansiedad. Miedos. Dependencia
 Aparición de problemas de aprendizaje (de variado tipo)
Desconcentración
 Alegatos y desobediencia. Reacciones caprichosas. Impulsividad o
lentitud
 Pérdida de hábitos adquiridos
 Curiosidad sobre el evento (satisfacer de acuerdo a etapa de
desarrollo cognitivo: concreto) Confrontar mitos y rumores
 La importancia de la atención a la salud mental
en una situación de desastre. Experiencia de
brigadas de apoyo psicológico de emergencia
universitarias después del Sismo del 19 de
septiembre 2017 en México.
The importance of mental health care in a disaster
situation Experience of the psychological emergency
support brigades from universities after the earthquake
of September 19 of 2017 in Mexico
 Bruma Palacios Hernández bruma.palacios@uaem.mx
 Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México
 María de la Cruz Bernarda Téllez Alanis bruma.palacios@uaem.mx
 Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México
 La importancia de la atención a la salud mental en una situación de desastre.
Experiencia de brigadas de apoyo psicológico de emergencia universitarias después
del Sismo del 19 de septiembre 2017 en México.
 Revista de la Universidad Industrial de Santander. Salud, vol. 49, núm. 4, 2017
 Universidad Industrial de Santander
 Un terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter, con epicentro en
Axochiapan, Morelos ubicado en el centro de México, ocurrido el 19 de
septiembre del 2017, generó hasta el día 30 del mismo mes, 360 muertes y
decenas de miles de damnificados en la Ciudad de México, los estados de
Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero y Oaxaca. El desastre natural
ocurrió exactamente 32 años después del sismo de 1985 que devastó la
Ciudad de México, sólo unas horas después de que millones de mexicanos
realizaron simulacros de evacuación instaurados desde 1985 para recordarle
a la población que vivimos en una zona sísmica. Este hecho, quizás, fue uno
de los factores esenciales para promover una mayor capacidad de respuesta
de la población y reducir la mortalidad. Como sucedió en 1985, la reacción
inmediata de la sociedad civil para brindar apoyo solidario y espontáneo a
los damnificados se manifestó. Las dimensiones del desastre ocasionaron
que la capacidad de respuesta de auxilio de las autoridades gubernamentales
quedará sobrepasada. El apoyo organizado desde diferentes disciplinas no
se hizo esperar y se observó la oportunidad de brindar apoyo psicológico de
emergencia.
 El desastre natural ocurrió en un momento social y político de alta tensión
e inestabilidad entre los mexicanos. Un país inmerso en una ola de violencia
multidimensional, falta de credibilidad en las instituciones, en particular en
las gubernamentales, grandes brechas sociales y un tejido social
fragmentado por el alto nivel de pobreza (43.6% de la población mexicana
de acuerdo a los índices de 2016 del Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social), violencia y corrupción que se experimenta
cotidianamente. Ante este escenario, se sabía que los damnificados no se
encontraban en las condiciones óptimas para responder de forma sólida y
saludable ante un desastre de semejantes dimensiones y la realidad de una
condición previa de fragilidad cognitiva y emocional producto de la
situación social. Se sospechaba, como en muchas otras poblaciones
vulnerables, que el desastre natural iba a potenciar el desastre social ya
percibido, incrementado el riesgo de desajuste individual y colectivo. Sin
embargo, la respuesta ciudadana organizada construyó desde las primeras
horas una gran oportunidad. De forma inmediata la ciudadanía inició y
potenció, con el uso de las tecnologías de la información y comunicación,
acciones de organización informal con el objetivo de contener el daño y
atender las necesidades más apremiantes de los damnificados. Se percibió
una certeza colectiva de que las instancias gubernamentales no
reaccionarían a tiempo, de forma suficiente y efectiva y asimismo, que la
respuesta sería poco fiable por la altamente devaluada percepción que se
tiene de ellas. ¿Por qué la ciudadanía se volcó a las calles a ayudar en vez
de resguardarse y esperar que las instancias capacitadas para ello, se
hicieran cargo? La respuesta es sencilla y compleja a su vez: la ciudadanía
sabía que los mexicanos damnificados sólo contarían con el apoyo solidario
de los otros ciudadanos para recuperarse.
 En este panorama, surgieron horas después del desastre, reacciones
organizadas del sector civil. Una de las respuestas más inmediatas, en el
estado de Morelos, se observó por parte de la Universidad Autónoma del
Estado de Morelos, una comunidad universitaria de 46 mil estudiantes,
docentes y administrativos que provienen en su mayoría, de los 33
municipios que integran el Estado de Morelos, uno de los más afectados por
ubicarse el epicentro en esta región sin precedentes de un sismo de esta
magnitud y sin planes específicos de atención a estas contingencias.
 Entre los universitarios, hubo miles de damnificados también. Una salida
para rebasar el miedo y el estado de shock, fue transformarlos en acción
organizada, guiada por una clara orientación comunitaria de los
universitarios. Se tuvo claridad de que no se sometería a una segunda
victimización a los damnificados al mostrarles indiferencia y, el apoyo al
otro, se convirtió en una estrategia de reparación emocional propia en cada
uno de los voluntarios. Se llevaron a cabo convocatorias de cada uno de los
sectores profesionales universitarios, entre los cuales brindaron servicios
como la revisión arquitectónica para evaluación de riesgos en la
infraestuctura de las comunidades, producción de mapas de necesidades en
las zonas afectadas para orientar la repartición de víveres y material de
auxilios médicos y de construcción, infografías especializadas del estado de
las comunidades, además de grupos de emergencias con rescatistas,
médicos, enfermeras, expertos en salud ambiental y psicólogos, entre otros.
Una de ellas ha sido, la experiencia que se relata, de una comunidad de
Psicólogos coordinados desde el Centro de Investigación Transdisciplinar
en Psicología. Se convocó a docentes, estudiantes, egresados y a la sociedad
civil, interesados en brindar apoyo psicológico de emergencia (APE). La
respuesta rebasó todas las expectativas. En siete días, se capacitaron a 400
voluntarios (profesionales y estudiantes de psicología, profesionales y
estudiantes de otras disciplinas y miembros de la sociedad civil); se
integraron 16 brigadas de apoyo que han asistido a las comunidades más
afectadas y han generado acciones de mapeo de necesidades, así como
capacitación in situ a personal de salud de las propias localidades afectadas.
Se partió del hecho de que el APE es una intervención que puede ser
brindada por cualquier tipo de persona, no exclusivo a profesionales de la
salud mental de acuerdo a los estipulado como primera ayuda
psicológica por la Organización Mundial de la Salud (OMS, et al. 2012) y
que cualquier ciudadano era capaz de llevar a cabo una intervención en
crisis. Una estrategia crucial para alcanzar una inmersión inmediata en las
comunidades y localización de la población más afectada, fue organizar las
brigadas con voluntarios provenientes de las zonas afectadas y/o que
tuvieran un contacto con un habitante de la zona. Esto fue facilitado por las
características de la convocatoria, al responder universitarios y sociedad
civil originarios de las zonas afectadas, que mostraban un particular interés
por apoyar a sus comunidades y que permitieron priorizar las zonas que
requerían apoyo inmediato.
 El objetivo de la intervención psicológica de emergencia se centró en tres
aspectos: atender el malestar emocional resultado por la experiencia
traumática, restablecer los recursos individuales cognitivos y emocionales
ante la crisis (reconocimiento de la situación, del riesgo presente, toma de
decisiones de autocuidado y seguridad personal y familiar) y la prevención
del desarrollo de conductas psicopatológicas que debilitaran la salud de los
individuos y afectaran su capacidad de respuesta posterior.
 Según Esfera (2011) e IASC (2007) (Citados por OMS, et al. 2012), los
primeros auxilios psicológicos son parte de una respuesta humanitaria y de
apoyo a otro ser humano inmerso en sufrimiento. Se acordó generar un plan
de acción durante 72 horas posterior al sismo. Para ello, las acciones de las
brigadas, se centraron en:
 Brindar ayuda práctica y voluntaria (traslado y entrega de víveres,
medicamentos y ropa).
 Organización de grupos de damnificados diseminados (niños y adultos
mayores).
 Escuchar a las personas sin presionarlas, proveer una sensación de calma y
seguridad sin negar la realidad.
 Proveerles información sobre albergues y centros de atención y conectarlos
con otros grupos formales e informales de apoyo a sus necesidades básicas.
 Apoyar la evaluación de la situación de riesgo y tomar decisiones que
garantizaran su seguridad, en particular de aquellas familias que no
deseaban abandonar sus casas que se encontraban en alto riesgo de
desplomarse o de desprotección por las condiciones ambientales.
 Durante las primeras 72 horas, los escenarios de intervención psicológica
fueron primordialmente las calles, plazas públicas, casas de los
damnificados y albergues. La actividad de las brigadas fue de tiempo
completo posibilitada a su vez por la suspensión de actividades
universitarias, dado el severo daño causado en las instalaciones de la
universidad (134 de los 139 edificios universitarios ubicados en 18
municipios de Morelos, resultaron dañados). El caos y la falta de
información oficial, el retraso en la instauración de albergues seguros y la
reticencia de los damnificados por abandonar sus casas y pertenencias,
debido a la presencia de casos de rapiña frecuentemente reportados, y la
presencia de lluvias, riesgos de desbordamientos de ríos y presencia de
ceniza volcánica por la actividad intensificada de uno de los volcanes más
activos de la zona central, el Popocatépetl, requirió que el apoyo se brindara
en condiciones aún más adversas.
 El trabajo de las brigadas se mantuvo posterior a las 72 horas por
necesidades claras de las comunidades y el compromiso de los brigadistas.
Entre los retos más destacados para la intervención de las brigadas en las
comunidades durante los primeros 10 días de trabajo se encuentran: la
escasa credibilidad del gobierno estatal y sus dependencias, incrementada
por la aparición de casos de desvío y retención de donaciones de víveres y
acopios del exterior a cargo de las autoridades para usos con fines políticos,
con presencia de los cuerpos policiacos; el alto nivel de inseguridad en las
comunidades por la presencia de grupos de delincuencia organizada activos
desde antes del desastre (robo de los acopios traslados por las brigadas,
presencia de grupos armados en las carreteras, etc.); la falta de recursos para
la labor de los brigadistas (transporte, materiales de trabajo y de seguridad
para los voluntarios, como ropa adecuada, tapabocas, guantes y repelentes
de mosquitos en zonas húmedas con presencia frecuente de brotes de
enfermedades transmitidas por vectores, etc.); zonas de desastre con altos
riesgos de salud ambiental (destrucción del drenaje, escasez de sanitarios
para los damnificados, manejo poco adecuado de residuos derivados del
sismo, condiciones poco higiénicas para la preparación de alimentos para
damnificados en albergues), y una elevada tensión en la relación entre la
universidad y el gobierno estatal derivada de un conflicto político de más
de cuatro años de duración, que dificulta la colaboración entre sectores.
 Conforme avanzan los días, las necesidades de apoyo psicológico se han
diversificado y transformado; en algunas comunidades no hay una clara
identificación de la necesidad de apoyo psicológico y en otras, la demanda
es clara y organizada. El trabajo de las brigadas ha demandado mucha
flexibilidad y adaptabilidad a las condiciones poblacionales, naturales,
sociales y políticas de la zona. Al cumplir un mes del sismo, se han generado
acciones más específicas como lo son:
 La atención psicológica diferenciada a grupos específicamente vulnerables
(niños, adolescentes, mujeres embarazadas y adultos mayores) que han
requerido la adecuación de estrategias y planes de acción más focalizados.
 La contención emocional y apoyo en la toma de decisiones de personal del
sector educativo y otras instituciones que no se encuentran en situación de
damnificación total, para reincorporarse a sus actividades. Prevalece el
miedo a reincorporarse a labores en centros educativos, de salud e industria
por las condiciones de la infraestructura y la sensación de no estar
suficientemente preparados para apoyar a los estudiantes y a los
trabajadores que se mantienen en situación de estrés y miedo a re-
experimentar otro desastre, dado que el sismo ocurrió en un horario laboral
y escolar.
 Acciones de capacitación de personal de salud y escolar en las comunidades
para implementar primeros auxilios psicológicos y reactivación de recursos
psicosociales en sus propias poblaciones de forma autónoma y ampliar el
radio de apoyo comunitario.
 Identificación de necesidades y derivación del apoyo psicológico de la
población a las instancias gubernamentales del sector salud para tratamiento
y seguimiento de salud mental en casos que ya presentan sintomatología
psicopatológica (principalmente estrés agudo, depresión, ansiedad, ideación
suicida, síntomas somáticos agudos, descompensación de estados
psicopatológicos previos al sismo, etc.).
 Organizar grupos de apoyo psicológico dirigido a la contención emocional
y a la elaboración de la experiencia entre los brigadistas que se encuentran
proveyendo del apoyo psicológico de emergencia. Esto para evitar el
desarrollo del síndrome de fatiga por compasión, entendida ésta como un
tipo de estrés resultado de la relación de ayuda terapéutica, empatía y
compromiso emocional con las personas afectadas que sufren2. Esta acción
resulta fundamental debido a que los brigadistas son también población
damnificada.
 El plan de acción de las brigadas de apoyo psicológico se ha ajustado de
acuerdo a las evaluaciones de los líderes de las brigadas y la coordinación
del programa. Para ello, se reportan las experiencias de los brigadistas, las
condiciones de trabajo, las demandas específicas de las comunidades
visitadas, los riesgos de la actividad y los recursos con los que se cuenta. La
articulación y vinculación con otras instancias de la propia universidad, de
sectores de la sociedad civil organizados, y de algunas instancias
gubernamentales, ha permitido una mejor implementación de las acciones.
Acciones de sistematización de la experiencia y de las necesidades
observadas, han evidenciado la necesidad de la adaptación de manuales de
trabajo diseñados en otros contextos y actualmente se diseña un manual de
acción propio que permita la implementación inmediata de estas acciones
en otras comunidades y los sectores institucionales en donde las brigadas no
han sido capaces de atender con mayor profundidad.
 Mientras redactamos esta editorial, la contingencia y el estado de desastre
permanecen. Las necesidades y demandas se mantienen en transformación
diaria lo cual requiere del ajuste inmediato de las acciones y la evaluación
de las posibilidades de apoyo a futuro. Se tiene conciencia de que la
intervención rebasará el terreno de lo inmediato y que las condiciones de la
población afectada, requerirán un apoyo a mediano y largo plazo que aún es
imposible de predecir. La magnitud de la afectación en nuestras
comunidades y en el país es aún incierto. Sin embargo algo nos queda claro.
En nuestro contexto mexicano, el apoyo psicológico se mantenía como un
servicio de lujo, una necesidad de poco nivel de prioridad, dada la alta
prevalencia de necesidades más básicas. El terremoto vino a transformar esa
percepción y a descubrir la escasez de psicólogos con plazas formales de
trabajo en las instituciones públicas de salud cuya tarea es atender la
contingencia. Esta experiencia ha evidenciado que el apoyo psicológico es
una necesidad de apoyo básico de emergencia, fundamental para intervenir
no sólo en el ámbito individual de salud, sino también en contextos sociales,
educativos e incluso políticos. Este es quizás un momento ideal para
potenciar el trabajo en el ámbito de la salud mental y el rol de los
profesionales de la psicología en situaciones de desastre en México, no sólo
desde una perspectiva intradisciplinaria sino multi y transdisciplinaria.
 Esta contingencia se ha convertido también en una oportunidad inmensa
para destacar la capacidad de respuesta que las universidades públicas y
autónomas a organismos gubernamentales, han mostrado al colaborar en
conjunto con la sociedad civil organizada para atender estos desastres que
han transitado rápidamente de lo natural, a lo social. Actualmente se han
planeado fases subsecuentes para implementar apoyo psicológico, ahora en
comunidades específicas, como centros de trabajo y escuelas en todos los
niveles educativos y diseñar intervenciones grupales psicológicas que
permitan atender con un mayor radio de acción, las necesidades
emocionales y cognitivas de la población afectada. El reto que se vislumbra,
además de la atención de las necesidades inmediatas de la población
damnificada, es la reconstrucción del tejido social, ese vulnerado por las
condiciones socioeconómicas y políticas de países como el nuestro. Sin
embargo, hemos reconocido un tejido social que se ha mostrado resiliente y
con recursos psicosociales extraordinarios para reconstruirse bajo otras
formas de organización que deriven en la construcción de un mayor estado
de bienestar poblacional que el presentado previo al terremoto. Y en ello, la
experiencia, nos muestra, que es innegable que la promoción y atención a la
salud mental será un factor estratégico para lograrlo.
 cia a un desastre de consideraciones mayores, que logra desbordar la capacidad de
respuesta de una región o país. Por otra, algunas definiciones se centran en el
agente causal, es decir, si son de origen antrópico o no antrópico. Otros
acercamientos, según López-Ibor (2004), ''se dan en torno a la dimensión y la
naturaleza del impacto (localización, número de afectados), a su presentación (si
fue súbito, gradual o crónico), a su curso (agudo, sostenido, recidivante) o al grado
de preparación de la comunidad'' (p. 4).
 En términos generales, no se encontraron consensos en la denominación. Algunos
modelos usan los términos emergencia, desastre y catástrofe para discriminarlos
según la magnitud; tal es el caso de OPS (2005). Sin embargo, la mayoría usan los
términos indistintamente. Algunos modelos usan definiciones causales y otros
caracterizan el fenómeno según sus componentes de afectación. Es así como, con
respecto al material analizado, los desastres se pueden conceptualizar en relación
con:
 1. Un factor precipitante cuya característica es un fenómeno producido por múltiples
variables, la mayoría ocasionadas directa o indirectamente por el ser humano, es
decir, el desastre como consecuencia del rompimiento del equilibrio entre una
población y su entorno.
 2. Unos efectos, consecuencias e impactos que desbordan la capacidad o los
recursos de un grupo de individuos previamente organizados.
 3. Una necesidad manifiesta de ayuda externa, la cual se puede resumir en:
supervivencia, restablecimiento y recuperación.
 Si bien desde el punto de vista conceptual se encontró una tendencia a diferenciar
los desastres según su origen, el tipo y grado del daño material y el impacto en las
poblaciones, se encontró una tendencia a no diferenciar la atención desde el punto
de vista metodológico. La mayoría extrapolan técnicas y metodologías de
intervención para los distintos casos, dando prioridad a una recuperación de las
poblaciones desde un enfoque humanitario. Por ejemplo, el Manual de apoyo y guía
de procedimientos en salud mental (De Santacruz, Medina y Santacruz, 2003)
relaciona algunas experiencias que se han desarrollado en casos de conflictos
armados y desestima las particularidades en los desastres por fenómeno natural:
''En las estrategias de abordaje psicosocial parece que no hay grandes diferencias
entre lo que se hace en los desastres naturales y las actuaciones en casos de
conflictos armados y desplazamientos poblacionales o lo que se denomina como
emergencia compleja'' (p.73).
 2.1.2. Concepto de salud mental y enfoque psicosocial
 En términos generales se encontraron múltiples perspectivas en la concepción de lo
psicosocial y la salud mental en relación con los desastres. La mayoría de ellas se
limitan a una mirada pragmática que no ahonda en la conceptualización. Gran
cantidad de modelos utilizan, sin definir, los términos psicosocial y salud mental.
 Los enfoques de salud mental encontrados en las unidades documentales se
basaron en modelos de desarrollo humano, biológicos-epidemiológicos y
comunitarios. En la última década se ha hecho énfasis en un concepto de salud
mental integral que ha pasado de lo individual a lo colectivo y del déficit a las
potencialidades. Esto ha acercado a los profesionales de la salud con los
profesionales de las ciencias sociales, intervinientes en situaciones de desastres
(Concepto de Salud mental y apoyo psicosocial, Comité Permanente entre
Organismos [IASC], 2007), aunque en la mayoría de los modelos revisados no se
precisan claramente las dimensiones psicológica y social en situaciones de desastre.
Por ejemplo, en OPS (2003) se destaca una dimensión psicológica de lo psicosocial
y en el documento Bases para la implantación de un protocolo de atención de
carácter psicosocial y emocional a grupos de población afectados por desastres
(2002, sección Dimensiones de la intervención psicosocial) se hace más énfasis en
una dimensión comunitaria.
 Se encontró, además, una ligera tendencia a delimitar lo psicosocial como un tipo
de intervención y en otros casos como una forma de atención o de apoyo. Sin
embargo, en la mayoría de las fuentes se usa de manera indistinta dicho
acercamiento.
 Se evidenció también una estrecha relación entre el término salud mental
comunitaria y el concepto de enfoque psicosocial. Es el caso del modelo Brigadas
Psicológicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (2008), el cual habla de
una salud mental comunitaria que ''busca construir propuestas multidisciplinarias y
concertadas que favorezcan la convivencia y transformación social a través del
fortalecimiento de las capacidades locales y del sentido de comunidad, del
empoderamiento, la participación y la articulación de acciones'' (p. 31). No
obstante, se encontró escasa información sobre la aplicación de modelos
comunitarios en situaciones de desastre con metodologías de investigación-acción
participativa en los países referenciados.
 Finalmente, en relación con los conceptos de salud mental y enfoque psicosocial, si
bien se ha pasado de una noción epidemiológica de salud mental a una concepción
de oportunidad-bienestar- resiliencia, en términos generales estos enfoques
aparecen disgregados de la práctica. Es decir, generalmente no están integrados
con las acciones que deben cumplir las instituciones, los profesionales y las
comunidades en situaciones de desastre por fenómeno natural. Así, se encontraron
por un lado las experiencias documentadas de intervención y, por el otro, las teorías
o los modelos de intervención. Por tal razón, no se pudo constatar hasta qué punto
las experiencias documentadas modifican o aportan a la construcción de modelos de
intervención en situaciones de desastre.

 ''... en relación con los conceptos de salud mental y enfoque psicosocial,
si bien se ha pasado de una noción epidemiológica de salud mental a
una concepción de oportunidad-bienestarresiliencia, en términos
generales estos enfoques aparecen disgregados de la práctica...''

 2.2. Tipos de intervención psicosocial
 2.2.1. Intervenciones basadas en el tiempo
 Con respecto a las intervenciones que hacen énfasis en el tiempo —antes, durante y
después del desastre—, se observó un interés en desligarse de la afectación
material, basándose en la respuesta desde dos puntos de vista temporales: por un
lado, dando prioridad a las reacciones o consecuencias de la población frente al
desastre; y por el otro, a las acciones que pueden realizar los profesionales desde
un marco institucional.
 Los modelos que dan prioridad al factor tiempo establecen acciones y estrategias de
intervención según fases, etapas o períodos, las cuales representan la evolución del
desastre en distintos momentos: ''Los tipos de respuesta que son ofrecidos deberán
cazar con la fase de respuestas emocionales y las necesidades de las operaciones
de asistencia en desastres'' (Ehrenreich, J. H.; Trabajadores en Salud Mental sin
Fronteras, 1999, p. 28). Sin embargo, se observó una complejización de las etapas
clásicas (preimpacto, impacto y post-impacto) a sistemas combinados de fases y
etapas.
 Otros modelos se centran en un tipo de desastre específico y desarrollan estrategias
de acción según los factores precipitantes de dicho fenómeno en el tiempo. Tal es el
caso del documento Preparativos de salud para situaciones de desastres (OPS,
2005), el cual se centra en erupciones volcánicas y señala las etapas de: reducción
del riesgo—momentos de mitigación y prevención—, manejo del desastre—
momentos de preparación, alerta y respuesta— y recuperación —momentos de
rehabilitación y reconstrucción—.
 No obstante, desde la publicación del manual de Protección de la salud mental en
situaciones de desastres y emergencias (OPS/OMS, 2003), en el que se proponen
cuatro etapas con diferentes tipos de intervenciones: fase pre-crítica, fase de crisis,
fase post-crítica y fase de recuperación, se buscó dar fuerza a una intervención más
ligada a las condiciones y necesidades creadas por cada desastre. De esta manera,
y hasta el final de la década, se hizo una transición desde una
mirada emergentista, o centrada en el fenómeno, a intervenciones transversales en
el tiempo, donde los conceptos de integralidad y de recuperación han tomado gran
fuerza (IASC, 2007).
 2.2.2. Intervenciones por niveles de acción o esferas
 Se evidenció un paso de las intervenciones centradas en la supervivencia y la
recuperación material a intervenciones basadas en niveles, las cuales consisten en
una serie de acciones mínimas e integrales, desde distintos sectores de la ayuda
humanitaria, hacia distintos tipos de necesidades de la población afectada.
 Esto ha significado una integración de profesionales y de esfuerzos articulados a las
necesidades concretas de la población afectada por cada desastre. De este modo, la
estrategia que se debe llevar a cabo es la capacitación de cada grupo interviniente,
sobre el impacto y la evaluación de las necesidades de atención a las poblaciones en
materia de salud mental y apoyo psicosocial.
 La integralidad en las intervenciones está relacionada con acciones realizadas desde
dos puntos de vista: 1) Interno: la organización de diversas instituciones y
profesionales en función de resolver múltiples daños e impactos en situaciones de
desastre. 2) Externo: la capacidad de articular a la comunidad afectada y demás
actores sociales a los procesos liderados por diversas instituciones, con el objetivo
de resolver sus múltiples necesidades en una situación concreta de desastre.
 El Proyecto Esfera (SCHR, VOICE, ICVA, 2004) fue uno de los programas pioneros
para impulsar acciones humanitarias e intersectoriales en situaciones de desastre.
Asimismo, la IASC (2007) propone una pirámide y matriz de atención en
emergencias y desastres, en la que no se habla sólo de salud mental y apoyo
psicosocial, sino de acciones o estrategias que pueden ser llevadas por otros
profesionales desde el punto de vista del trabajo humanitario.
 2.2.3. Intervenciones centradas en las personas —enfoques comunitarios—
 Los modelos basados en este tipo de intervención buscan empoderar a los
individuos y a las comunidades afectadas por los desastres, con el fin de que
puedan integrarse a las actividades de ayuda y desarrollo promovidas por
profesionales e instituciones. Se encontró una fuerte tendencia a orientar la
intervención psicosocial hacia las potencialidades y hacia la participación
comunitaria.
 Asimismo, se acuña el concepto de salud mental comunitaria para integrar acciones
de promoción, prevención, atención y recuperación, a nivel individual y colectivo, de
las poblaciones vulneradas por situaciones de desastre. El Manual de apoyo y guía
de procedimientos en salud mental (De Santacruz y cols., 2003) plantea estrategias
de promoción y prevención para los equipos de salud, docentes y madres
comunitarias, según las etapas de desarrollo de los individuos.
 Por otro lado, se halló una tendencia a incluir componentes pedagógicos. Por
ejemplo, la Guía de recursos pedagógicos para el apoyo socioemocional frente a
situaciones de desastre (UNESCO y Ministerio de Educación [República de Perú]
2009), habla de apoyo socioemocional a la población infantil y a la comunidad en
torno a las instituciones educativas.

 ''Se encontró una fuerte tendencia a orientar la intervención psicosocial
hacia las potencialidades y hacia la participación comunitaria''
 2.3. Metodologías y técnicas de intervención
 Se encontraron múltiples propuestas metodológicas y técnicas para la intervención
psicosocial en desastres, la mayoría de ellas enfocadas al momento inmediato del
impacto. Por ejemplo, en casos de crisis se encontró una preferencia por el trabajo
grupal, especialmente con grupos psicoeducativos y de apoyo emocional (OPS,
2006; OPS, 2010). En cuanto al apoyo emocional, Ehrenreich (1999) propone
técnicas enfocadas en la reducción del estrés como: ejercicios de activación y
desactivación del estrés ante el incidente crítico, relajación, respiración y
visualización, así como técnicas narrativas y artísticas. Baloian y cols. (2007)
proponen, además de éstas, una serie de principios básicos de intervención en crisis
como son la comunicación durante y después de las acciones de rescate o
evacuación, la distracción atencional y el Informe sobre el manejo de crisis (IMC).
 Asimismo, OPS (2002) propone algunas modalidades específicas como: Primeros
Auxilios Psicológicos —PAP—, herramientas de selección o triage, y algunas técnicas
para el manejo de estrés como: deactivación o defusing, desmovilización
o debriefing y outreach.
 Contrario a lo anterior, en un modelo más reciente, OPS (2006) afirma que la
estrategia debriefing, procedimiento que facilita la descarga emocional y promueve
la ventilación y el recuerdo inmediatamente después de que ocurre el suceso
traumático, no es recomendada debido a que ''en los estudios de seguimiento no se
ha demostrado que evite o disminuya la morbilidad por trastornos mentales en los
individuos tratados de esta manera'' (p. 88).
 Martínez y cols. (2001) hacen énfasis en una metodología breve de intervención en
crisis apoyada en un equipo de trabajo, la cual puede derivar en una psicoterapia
breve de acuerdo a las condiciones de la población.
 Por su parte EIRD, OPS y República de El Salvador (2001), proponen una estrategia
de intervención en crisis para ser aplicada en entornos escolares, bajo situaciones
de desastre por fenómeno natural, de cuya aplicación en el terremoto de El
Salvador surgió una guía validada por UNICEF en la que se desarrolla ''un proceso
de enseñanza participativa de información y reflexión, organizada en ocho sesiones
y con una metodología de carácter lúdico que permite la adaptación de los niños y
niñas en situaciones de desastres'' (p. 40).
 Por otro lado, con respecto a la promoción y prevención de la salud mental en
situaciones de desastres, OPS (2003) recomienda distintas estrategias como los
grupos de estudio y trabajo, de reflexión, de apoyo, de ayuda mutua y terapéuticos;
también las técnicas participativas y pedagógicas como las dinámicas de grupo, los
sociodramas, los juegos de roles, los cuentos dramatizados, los talleres, las
estrategias de mediación para la resolución de conflictos y los foros.

 ''... con respecto a la promoción y prevención de la salud mental en
situaciones de desastres, OPS (2003) recomienda distintas estrategias
como los grupos de estudio y trabajo, de reflexión, de apoyo, de ayuda
mutua y terapéuticos...''
 2.4.0. Aspectos psicológicos del trabajo grupal
 Según Beristain y Riera (1993, citados por la Dirección general de la protección civil
de España, 2006) los grupos psicológicos presentan las siguientes ventajas para los
sobrevivientes:
 1. Al estar en grupo, la persona se encuentra menos aislada y disminuye el sentido
de unicidad, de ser ''especial'', que afecta frecuentemente a las víctimas, lo que se
asocia también con la provisión de un sentido de comunidad y de apoyo social.
 2. Se reducen los sentimientos de estigma y se restaura la autoestima.
 3. La confrontación con otros que han sufrido la misma experiencia, y que
realmente saben de lo ocurrido, es más aceptable y más real. A este respecto,
muchas personas que han padecido un trauma se sienten incomprendidas o
rechazan las afirmaciones de la gente que no lo han vivido, porque éstas
desconocen lo que eso significa en sus vidas (Pennebaker, 1994).
 4. El grupo permite un pensamiento emocional en un contexto de apoyo y de
comprensión.
 5. El grupo también admite expresar las emociones de forma más regulada.
 6. El grupo da modelos de enfrentamiento adaptativo.
 7. El grupo puede ayudar a los participantes a llevar adelante cambios o buscar
soluciones a problemas comunes.
 Es de resaltar que no todos los grupos psicológicos se centran en la afectación por
el evento traumático, sino en el proceso de adaptación a la nueva realidad. Por citar
un ejemplo, la palabra ''ayuda mutua'' representa un cambio de la perspectiva
desde la asistencia por parte de los profesionales o acompañantes del proceso,
hacia un interjuego de experiencias entre los afectados.
 Desde el punto de vista psicológico, según Heap (1985, citado por Dirección general
de la protección civil de España, 2006), los procesos de ayuda mutua incluyen: la
objetivación y el análisis de la realidad, el sostén mutuo, el reconocimiento de
sentimientos y vivencias escondidas, la generalización de las experiencias, la
búsqueda e integración de soluciones, el desarrollo de acciones comunes para
enfrentar los problemas y el desarrollo de actividades sociales gratificantes.
 Según Camacho, Rodríguez, Arnez y Caballero (edit.) (2007, citando a Cohen,
2000), el principio básico de la intervención psicológica en desastres naturales es
tomar a los damnificados como personas con reacciones normales y no como
pacientes psiquiátricos. Por su parte, León y cols. (s.f., p. 17) sugieren que los
principios de la intervención psicológica en desastres son:
 1) Proximidad: actuar lo más cerca posible, desde el punto de vista físico,
2) Inmediatez: intervenir lo más pronto posible, 3) Expectativas: transmitir
expectativas positivas sobre un rápido retorno a su rol o función anterior al evento.
Esto debido a que la asistencia que con más frecuencia requieren las víctimas de un
desastre se dirige más a resolver problemas prácticos e inmediatos que a
intervenciones psicológicas, 4) Unidad: las víctimas necesitan reestructurar
cognitivamente las experiencias vividas y 5) Simplicidad: utilizar métodos sencillos
adaptados a la situación de embotamiento emocional de los afectados.

 ''... el principio básico de la intervención psicológica en desastres
naturales es tomar a los damnificados como personas con reacciones
normales y no como pacientes psiquiátricos''

 Si bien la participación de los profesionales de la psicología en las situaciones de
desastre se encontró más centrada en el momento de la emergencia, con los
componentes clínicos y psicopedagógicos del trabajo grupal y la clínica individual en
casos de afectación postrauma, es importante ahondar en los aportes de la
disciplina a los procesos de prevención y recuperación de las poblaciones afectadas
por desastres naturales.

También podría gustarte