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La OMS define a un desastre natural como: un acto de la naturaleza, de tal magnitud que da
origen a una situación catastrófica en la que súbitamente se alteran los patrones cotidianos de
vida, y la gente se ve hundida en el desamparo y el sufrimiento; como resultado de ello, las
víctimas necesitan víveres, ropa, viviendas, asistencia médica y de enfermería, así como otros
elementos funda- mentales de la vida y protección contra factores y condiciones ambientales
desfavorables, los cuales, en la mayor parte de los casos, deberán provenir de áreas que están
fuera de la zona de desastre.
Desde el ángulo de la salud mental, un desastre es un acontecimiento extraordinario, provocado
por un fenómeno, con capacidad potencial para producirlo, que por su origen puede ser: natural
(meteorológico, hidrológico, geodinámico, geotectónico), por la acción del hombre (de manera
deliberada o no deliberada) o mixta (daño ecológico); propiciado por la conjugación de factores
que hacen vulnerable a una comunidad, resultando amenazada la vida de las personas, se
producen muertes, lesiones, destrucción, pérdidas mate- riales, sufrimiento humano y que para
su afrontamiento se requiere de la intervención o cooperación externa.
Clasificación de los desastres
Naturales. Ciclones tropicales, intensas lluvias, tormentas locales severas, penetraciones del
mar, deslizamientos de tierra, sismos, intensas sequías e in- cendios en áreas rurales.
Tecnológicos. Accidentes catastróficos del transporte (marítimos, aéreos y terrestres),
accidentes con sustancias peligrosas, explosiones de gran magnitud, derrames de
hidrocarburos, incendios de grandes proporciones en instalaciones industriales y edificaciones
sociales, derrumbes de edificaciones, ruptura de obras hidráulicas.
Sanitarios. Enfermedades que pueden originar epidemias, epizootias, epifitias y plagas
cuarentenarias.
Fases de los desastres
Fase de preimpacto o precritica. Se refiere a las etapas que preceden al desastre. En
esta fase se elaboran los planes operativos, basados en los estudios de vulnerabilidad y
en las experiencias anteriores. Se incluye la capacitación del personal previsto a
participar en las labores de auxilio. Psicologicamente en esta fase Crece progresivamente
la expectativa de su inevitabilidad y aumenta el nivel de tensión en la población. Esta
tensión puede hacer que se subvaloren los posibles efectos y consecuencias personales,
o por el contrario, se sobrevalore el posible daño. En ambos casos se potencian las
características individuales de los integrantes de la población, las personas vulnerables
se tornan más susceptibles, aumenta la incertidumbre y es posible encontrar tanto
actitudes solidarias, como posturas de franco individualismo. La preparación previa y la
confianza en los elementos de la red de apoyo social actúan como factores de protección
de la salud mental, al igual que la información confiable que se suministra acerca del
progreso o aproximación del evento. La falta de preparación y la información
distorsionada sobre la evolución, aproximación y magnitud del evento, actúan como
factores de mayor riesgo, capaces de provocar, aun antes del impacto, afectaciones a la
salud mental y a la conducta esperada por parte de determinados sectores de la
población. El papel del personal de salud es el de asesor o consultor de los decisores
acerca de las medidas a tomar, y de preparación para su accionar durante la fase
siguiente de impacto o crisis. Su actuar es más exitoso si previamente ha habido un
trabajo consecuente de preparación de la población y de los decisores para esa
eventualidad.