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DESASTRE

La OMS define a un desastre natural como: un acto de la naturaleza, de tal magnitud que da
origen a una situación catastrófica en la que súbitamente se alteran los patrones cotidianos de
vida, y la gente se ve hundida en el desamparo y el sufrimiento; como resultado de ello, las
víctimas necesitan víveres, ropa, viviendas, asistencia médica y de enfermería, así como otros
elementos funda- mentales de la vida y protección contra factores y condiciones ambientales
desfavorables, los cuales, en la mayor parte de los casos, deberán provenir de áreas que están
fuera de la zona de desastre.
Desde el ángulo de la salud mental, un desastre es un acontecimiento extraordinario, provocado
por un fenómeno, con capacidad potencial para producirlo, que por su origen puede ser: natural
(meteorológico, hidrológico, geodinámico, geotectónico), por la acción del hombre (de manera
deliberada o no deliberada) o mixta (daño ecológico); propiciado por la conjugación de factores
que hacen vulnerable a una comunidad, resultando amenazada la vida de las personas, se
producen muertes, lesiones, destrucción, pérdidas mate- riales, sufrimiento humano y que para
su afrontamiento se requiere de la intervención o cooperación externa.
Clasificación de los desastres
Naturales. Ciclones tropicales, intensas lluvias, tormentas locales severas, penetraciones del
mar, deslizamientos de tierra, sismos, intensas sequías e in- cendios en áreas rurales.
Tecnológicos. Accidentes catastróficos del transporte (marítimos, aéreos y terrestres),
accidentes con sustancias peligrosas, explosiones de gran magnitud, derrames de
hidrocarburos, incendios de grandes proporciones en instalaciones industriales y edificaciones
sociales, derrumbes de edificaciones, ruptura de obras hidráulicas.
Sanitarios. Enfermedades que pueden originar epidemias, epizootias, epifitias y plagas
cuarentenarias.
Fases de los desastres
 Fase de preimpacto o precritica. Se refiere a las etapas que preceden al desastre. En
esta fase se elaboran los planes operativos, basados en los estudios de vulnerabilidad y
en las experiencias anteriores. Se incluye la capacitación del personal previsto a
participar en las labores de auxilio. Psicologicamente en esta fase Crece progresivamente
la expectativa de su inevitabilidad y aumenta el nivel de tensión en la población. Esta
tensión puede hacer que se subvaloren los posibles efectos y consecuencias personales,
o por el contrario, se sobrevalore el posible daño. En ambos casos se potencian las
características individuales de los integrantes de la población, las personas vulnerables
se tornan más susceptibles, aumenta la incertidumbre y es posible encontrar tanto
actitudes solidarias, como posturas de franco individualismo. La preparación previa y la
confianza en los elementos de la red de apoyo social actúan como factores de protección
de la salud mental, al igual que la información confiable que se suministra acerca del
progreso o aproximación del evento. La falta de preparación y la información
distorsionada sobre la evolución, aproximación y magnitud del evento, actúan como
factores de mayor riesgo, capaces de provocar, aun antes del impacto, afectaciones a la
salud mental y a la conducta esperada por parte de determinados sectores de la
población. El papel del personal de salud es el de asesor o consultor de los decisores
acerca de las medidas a tomar, y de preparación para su accionar durante la fase
siguiente de impacto o crisis. Su actuar es más exitoso si previamente ha habido un
trabajo consecuente de preparación de la población y de los decisores para esa
eventualidad.

 Fase de impacto o de crisis. Es el periodo en que la comunidad se ve afectada por un


evento (embate de ciclón, terremoto etc.). Se encaminan al rescate de los sobrevivientes
y el suministro de atención médicoquirúrgica y psicológica inmediata.
o Psicologicamente en esta etapa el primer efecto que se aprecia es la
desorganización y la confusión. La reacción predominante es el miedo, la
impotencia frente a la agresión del medio, y la conciencia de su propia
vulnerabilidad y la de los que le rodean. Existe una elevada preocupación por la
supervivencia propia y la de sus seres queridos. Se puede producir una pérdida de
iniciativa e inmovilidad o, por el contrario, una hiperactividad desorganizada.
Ambas pueden ser manifestación de pánico. Las conductas se canalizan por los
derroteros más disímiles, surgen liderazgos (positivos y negativos), actos heroicos
o mezquinos, solidaridad o egoísmos, violencia o resignación. En general, se
exacerban las condiciones y valores previos al impacto o, por el contrario, se
pierden o diluyen en la emergencia y en el apremio por satisfacer las necesidades
personales más inmediatas, los principales síntomas son angustia, miedo,
preocupación, lentitud del pensamiento, confusión, desorientación, desorganiza-
ción de la conducta, falta de decisiones, dificultades en la percepción del tiempo,
cambios en los ritmos de sueño, problemas con el apetito y falta de energía.
Durante esta fase, en los centros de clasificación de heridos, en los albergues u
otros lugares, se debe brindar apoyo psicológico, se debe coordinar el trabajo con
todos los organismos de ayuda, de tal manera que no se dupliquen las acciones y
se obtenga el mayor beneficio para lo que se debe tener en cuenta la opinión de
los afectados, hay que mantener el apoyo y asistencia a las personas que trabajan
en otros sectores de ayuda.
 Fase postimpacto o poscritica. Después de ocurrido el suceso. Durante este período
se realizan acciones para aliviar la situación de la comunidad y facilitar la recuperación
individual, familiar y social. Se sobrecargan los recursos locales y resultan insuficientes.
Se requiere de la intervención o ayuda externa para aliviar o resolver los efectos
producidos y posibilitar el regreso a la normalidad.
o Psicologicamente Es posible comenzar a deslindar las afectaciones “normales” y
transitorias, de aquellas más persistentes y en mayor relación con las
características de las personas y con las posibilidades de recuperar lo perdido en
la catástrofe, tanto en los aspectos materiales como emocionales. Entre las
manifestaciones más comunes se encuentra el miedo a la recidiva, en algunos
casos ilógico, pero en otros una posibilidad objetiva. Este miedo también se
observa en los sobrevivientes que permanecen en el mismo asentamiento habitual
considerado de mayor riesgo. Un sentimiento común es la culpa irracional por
haber sobrevivido, máxime cuando han fallecido seres muy allegados. Al no
poderse soportar, ésta se proyecta hacia las autoridades e instituciones a los que
muchas veces consideran responsables por lo sucedido. La conducta puede llegar
a ser agresiva, incluso delictiva. La Depresión hace su aparición, ya fuera de los
límites “normales” del duelo, iniciándose su tránsito hacia la patología psiquiátrica.
Igual ocurre con las respuestas al estrés, que pueden evolucionar hacia el TEPT.
Los grupos vulnerables son los más afectados. Se mantiene lo descrito en la etapa
anterior.
o Durante esta etapa, debido a la pérdida de seres queridos y propiedades, se
deben tener en cuenta los aspectos relacionados con la atención a la salud, tanto
física como psicosocial, así como la restauración de las propiedades individuales y
de la comunidad. También es importante intentar el mejoramiento de las
comunidades para futuros enfrentamientos a desastres. En relación con la salud
mental, es la fase de mayor carga asistencial, debido a que las víctimas presentan
una gran cantidad de signos y síntomas psicosomáticos, cuya atención requiere
del equipo de salud. La complejidad de este trabajo depende de la magnitud de los
daños en la infraestructura, la economía de la zona y los recursos disponibles para
una rápida recuperación, además del estado físico y psíquico del personal que se
encargue de esa labor.
 Fase de recuperación. Persisten sin resolver muchas de las consecuencias del evento,
que se van eliminando paulatinamente hasta que se hace evidente que existen
situaciones que no tendrán solución. Psicologicamente La vida cotidiana asumida tras la
crisis, que se acepta como solución provisional ante un mal mayor, no se acepta por el
sujeto como definitiva, surgiendo alteraciones de conducta, aumento de las adicciones y
de la violencia comunitaria, intrafamiliar y sobre grupos e individuos vulnerables. La
frustración es el sentimiento predominante, seguido del acomodamiento y de la posible
asunción del papel de víctima que lo merece todo, con una actitud pasiva frente a las
posibles soluciones. En esta etapa se inicia un tránsito paulatino a la recuperación del
estado mental previo al desastre. Se recuperan progresivamente los valores habituales
de la comunidad y la cultura. Este proceso no es lineal, y no siempre la recuperación
significa volver a los patrones habituales, que en ocasiones demostraron ser insuficientes
para afrontar situaciones como la vivida; es posible encontrar tendencias a su
modificación, lo que siempre dará lugar a confrontaciones capaces de generar
afectaciones del equilibrio psíquico
Equipo de salud mental en situaciones de desastre
El equipo de salud mental tanto en situaciones normales como en desastres lo integran
psiquiatras, psicólogos, enfermeras, trabajadores sociales y terapistas ocupacionales. El objetivo
general de la intervención del equipo de salud mental es proporcionar a los sobrevivientes de un
desastre, el apoyo emocional y el soporte psicológico necesario, de manera que puedan superar
las dificultades que les afectan, tanto en el orden individual, familiar y comunitario, contribuyendo
a su reinserción social.
Los objetivos específicos son:
1. Aliviar la aflicción y modificar la conducta, fomentando los mecanismos adaptativos a
través de la terapia psicológica.
2. Manejar los sentimientos de culpa relacionados con la causa del desastre.
3. Restaurar las posibilidades individuales para sobreponerse a los eventos adversos a
través de la autoestima.
4. Reconstruir mecanismos de interacción social, identificando los recursos necesarios.
5. Colaborar de manera continua con otros grupos de profesionales que brin- den apoyo.
6. Crear equipos de soporte dentro de los damnificados y establecer equipos de
intervención interdisciplinarios integrados por personal del lugar familia- rizados con la
cultura local.
7. Manejar los resentimientos contra personas o instituciones.
8. Aprovechar los valores éticoreligiosos de la comunidad para favorecer la cooperación y
evitar eventos como el saqueo, violaciones, etc.
9. Trabajar en equipos interdisciplinarios y multidisciplinarios, que permitan atender a
pacientes con adicciones, enfermedades crónicas no trasmisibles, discapacidades y
otros.
10. Identificar los líderes naturales de la comunidad y en caso necesario fomen- tarlos.
11. Usar reforzadores positivos, restar importancia a las limitaciones y debilida- des.
12. Transmitir seguridad a quienes presentan manifestaciones adaptativas, con-
venciéndoles de que sus manifestaciones son transitorias.
13. Promover el regreso a la normalidad lo antes posible, con el fin de evitar la
revictimización.
14. Atender el duelo en los damnificados que perdieron familiares.
Acciones a desarrollar en salud mental según la etapa del ciclo de desastre
1. Prevención La prevención a realizar por el equipo de salud mental, en situaciones de
desastres se deben dirigir a lograr una adecuada preparación psicológica de los
miembros de la comunidad ante el riesgo, comenzando por los conocimientos y
habilidades prácticas de cómo actuar de- pendiendo de la etapa del ciclo en la que se
encuentre. Para esto es necesario la realización de cursos, talleres y simulacros de
actuación, donde se incluyan las labores de preparación ante la inminencia de un evento,
la evacuación del personal o la activación de grupos de mando a distintos niveles,
territoriales, provinciales, etc. Estas acciones se realizan en todo el país en las jornadas
de los ejercicios “Meteoro”. Desde el punto de vista psicológico, las actividades de
prevención deben tener en cuenta los aspectos cognitivos, emocionales, y conductuales
en los que se pretende incidir. Tiene dentro de sus objetivos, que la comunidad interiorice
la existencia de riesgos y se trabaje en función de atenuar las consecuencias.
En la etapa de “Prevención” corresponde determinar:
 Los diferentes componentes de la memoria histórica referente a las emergencias y
desastres desde lo local, nacional e internacional.
 Caracterización biológica-psicológica-social y medioambiental de todos los
componentes e integrantes de cada comunidad y territorio, de forma tal que quede
esclarecida la situación de salud, diagnóstico de salud mental comunitario y las
implicaciones de los diferentes tipos de consecuencias e impactos de los desastres.
 El rol específico de los diferentes aspectos de la salud mental. De igual manera
prestar atención a los factores de riesgo y vulnerabilidades, como a los factores
protectores y la resiliencia en cada uno de los tipos de emergencias y desastres que
han acontecido. Estos factores se deben analizar desde lo individual, grupal, familiar y
comunitario.
 Los niveles de conocimientos, hábitos y habilidades psicosociales aplicables al
adecuado y efectivo manejo de todo lo inherente (directa e indirectamente) a la salud
mental en desastres, desde el punto de vista de los profesionales y trabajadores de
los equipos e instituciones de la salud mental, hasta lo individual, grupal, familiar y
comunitario.
 Los métodos, técnicas instrumentos, medios, actividades y el proceso de evaluación
de la adecuación-validez-confiabilidad y pertinencia de todo el trabajo de la prevención
y preparación en desastres a nivel de los profesionales de la salud mental, así como a
nivel de lo individual, grupal, familiar y comunitario. Con vistas a realizar el diseño y la
planificación de todas las actividades de capacitación, prevención y preparación en
desastres.
 Las posibilidades de atención psicológica especializada al personal socorrista,
voluntarios, personal directivo, decisores y a los propios integrantes de los equipos de
salud mental.
 Los aspectos específicos y generales relativos a la salud mental en emergencias y
desastres como un todo, en cada familia, grupo, institución, comunidad y territorio.
Deben quedar adecuadamente reflejados en los planes de reducción de desastres.

2. Acciones de promoción de salud. Se realizan de manera cotidiana en función de


mejorar la salud física y mental de la población, adquieren una signi ficación
especial en situaciones de desastres, ya que disminuye la posibilidad de estrés en
las personas, esto incluye:
 Alimentación sana
 Actividad física sistemática
 Respiración adecuada
3. En la etapa de “Preparativos” corresponde determinar:
• Los recursos humanos y materiales que se necesitarán en las etapas
subsiguientes con el fin de contar con la máxima capacidad de comprensión y
respuesta desde lo individual, grupal, familiar y comunitario.
• La mayor especificidad posible, la aplicabilidad y pertinencia de las diferentes
experiencias de trabajo existentes dentro del campo de la salud mental entre
trabajadores y profesionales de la salud, a nivel de cada institución y
comunidad como un todo. Esto puede ser expresado a manera de lecciones
aprendidas y guías de buenas prácticas.
• Las futuras necesidades de hospitalización, parcial o total, en cada una de las
instituciones del SNS, por los diferentes grupos de mayor vulnerabilidad y su
etapa del ciclo vital (niños, adolescentes, jóvenes, tercera edad), problemas de
salud, bajo nivel cultural y económico, antecedentes de pérdidas a
consecuencia de desastres anteriores y recientes o ante otros eventos vitales
estresantes.
• Las necesidades de productos farmacéuticos, sustancias psicotrópicas u otros
que pueden ser utilizadas en la atención médica especializada en
personas con alteraciones biopsicosociales de mayor envergadura a
consecuencia (di recta e indirecta) del desastre, en casos de las
complicaciones propias de los trastornos mentales, que generalmente se
desarrollan en grupos poblacionales y comunidades.
• La utilización e implementación efectiva de los primeros auxilios, la primera
ayuda e intervención psicológica y social en cada tipo de situación de
desastres, desde lo individual, grupal, familiar y comunitario.
• Los conocimientos, habilidades, instrumentos y diferentes técnicas
especializadas para la actuación desde la óptica profesional de la salud mental
en desastres.
4. En la etapa de “Respuesta” al desastre se debe establecer:
• Los diferentes tipos y modalidades de impactos y consecuencias de cada tipo de
emergencia y desastre, desde lo individual, grupal, familiar y comunitario, en cada uno
de los territorios, con la mayor precisión posibles.
• Las metodologías de apoyo desde la salud mental a las actividades de salvamento y
rescate, de conjunto los profesionales, decisores, directivos, socorristas, voluntarios y
hasta lo individual, grupal, familiar y comunitario en cada territorio.
• La ubicación de todos los recursos humanos disponibles y previamente identificados,
capacitados y preparados para todos los lugares e instituciones acorde con las
prioridades que impongan los desastres.
• La inclusión de profesionales y trabajadores de la salud mental en todas las unidades
de SNS destinadas a prestar servicios de cualquier tipo de ayuda y asistenta sanitaria.
Igualmente, entre los equipos de salvamento y rescate, los de evaluación de los
daños y necesidades de ayuda, en las morgues y otros lugares destinados a la
atención a los cadáveres, los servicios de atención a los familiares de los fallecidos,
desaparecidos y damnificados, en los equipos de dirección y de mando, apoyo e
interacción con los medios masivos de difusión, estructuras encargadas de organizar
y desarrollar las actividades de comunicación social.
• La atención a las necesidades sentidas y de primer orden, con la debida inclusión de
las de carácter psicosocial, en todas las estructuras y lugares de las instituciones del
SNS y comunidades. Están inncluidos los albergues temporales, centros de
evacuación, casas de familias y vecinos, donde se evacuan a los damnificados y se
hace necesaria la presencia y actuación de la salud mental en desastres.
• Las vías, formas y técnicas favorecedoras de una adecuada implementación de la
primera ayuda y de los primeros auxilios psicológicos, así como de las diferentes
técnicas de intervención en crisis, las antiestrés, ludoterapia, terapia familiar, técnicas
narrativas, técnicas cognitivas-conductuales, hipnosis, relajación, procederes de
medicina física y rehabilitación y de medicina natural y tradicional, u otras más afines
de la psicotraumatología contemporánea, tanto para los equipos de trabajo de la salud
mental, como a nivel institucional, al igual que a nivel individual, grupal, familiar y
comunitario in situ.
• Las normas y procedimientos para cumplimentar con el triage6 dirigido a la
determinación de los problemas referentes a la salud mental fundamentalmente, sin
minimizar ni obviar muchas otras cuestiones, las que pueden desencadenarse en el
momento del desastre.
• Las pautas para la clasificación de los posibles niveles de impacto y consecuencias
tanto directas como indirectas del desastre entre los propios profesionales de la salud
mental y entre otros de las diferentes especialidades y disciplinas implicadas en cada
tipo de evento, decisores, directivos, socorristas, voluntarios y hasta lo individual,
grupal, familiar y comunitario en cada territorio.
• Los individuos y grupos de individuos con mayor riesgo de desarrollar alteraciones
psicológicas o entidades psicopatológicas diagnosticables (estresogénicas y
psicotraumáticas) mucho más graves, que pudiesen superar el comportamiento
humano normal ante situaciones de desastres, tales como el síndrome del estrés
postraumático, las crisis generalizadas de ansiedad, el pánico, los trastornos de la
adaptación y otros descritos con anterioridad en cada uno de los sistemas de
taxonomía nacionales
• Realizar los ajustes necesarios del diagnóstico de salud y de la salud mental, en lo
particular desde lo individual, grupal, familiar y comunitario in situ.
• Mantener la atención a evacuados y albergados, tanto en los centros de evacuación
creados ad hoc como en casas de familiares y vecinos; siempre evitando la
separación de familias, con el objetivo de preservar los factores protectores que
implica, fundamentalmente a la población infanto-juvenil, mujeres embarazadas,
personas con enfermedades mentales y crónicas no trasmisibles, ancianos, personas
con algún tipo de discapacidad y necesidades especiales antes del desastre que
tienden a agravarse en la etapa durante y posterior al desastre.
• Pronosticar el proceso de rehabilitación y recuperación paulatina de las actividades de
la vida diaria, entre los equipos de trabajo de salud mental, decisores, directivos,
socorristas, voluntarios y hasta lo individual, familiar, grupal, comunitario en cada
territorio.
5. La etapa de “Recuperación” se divide en dos momentos:

5.1 En la etapa de “Rehabilitación” debe contribuir a:


• Continuar con la mayor adecuación y efectividad posible todas las actividades
inconclusas de ayuda médica, salud mental u otras actividades iniciadas en las etapas
precedentes.
• Apoyar el sistema de medidas de defensa civil que labora de conjunto con las estructuras
e instituciones del SNS para lograr cuanto antes la recuperación de la cotidianidad y la
normalidad de la vida y el funcionamiento de los equipos de salud mental, decisores,
directivos, socorristas, voluntarios y hasta lo individual, grupal, familiar y comunitario en
cada territorio.

5.2 En la etapa de “Reconstrucción” se debe contribuir a:


• El desarrollo de actividades de prevención, promoción y de educación para la salud entre
todos los grupos poblacionales, instituciones y a nivel de cada localidad con un enfoque
comunitario e integrador de la situación creada en el proceso posterior al desastre.
• La actualización del diagnóstico de la situación de salud y del propio diagnóstico de salud
mental comunitario, según las especificidades de cada desastre y de cada localidad en
cumplimiento a los preceptos establecidos en el SNS.
• Diseñar todos los programas de rehabilitación y ayuda psicosocial, según las
necesidades y las prioridades establecidas por los factores e instituciones que intervienen
en el proceso posterior al desastre en cada una de las comunidades.
• Establecer las lecciones aprendidas desde la perspectiva que ofrece la salud mental en
desastres para todos los equipos en cada territorio, como son: decisores, directivos,
socorristas, voluntarios y en el orden individual, grupal, familiar y comunitario. Mitos en
desastre
Las víctimas durante los desastres entran en pánico. Habitualmente no se produce
pánico, y las personas se dirigen a los sitios seguros e intentan hacer lo que está indicado
en esas situaciones. Se ha descrito pánico en situaciones en las que se ven
imposibilitadas de escapar por encontrarse en lugares del que es difícil salir.
Las víctimas de desastres adquieren enfermedades mentales graves. Las personas
pueden asustarse pero actúan de manera racional y madura, intentan- do ayudar o al
menos no obstruir el trabajo de los que están afrontado las con- secuencias del desastre.
Siempre se necesita ropa y alimentos para las víctimas de los desastres. Casi nunca se
necesita ropa usada y las pérdidas en la agricultura pocas veces justifican la necesidad
de ayuda alimentaria. Puede ocurrir que las necesidades de agua y alimentos se deban a
dificultades para transportarlas al obstruirse las vías de acceso o a problemas crónicos de
alimentación como en el terremoto de Haití del 12 de enero de 2010.
Después del desastre las personas tienden a tener un comportamiento antisocial. Lo
usual es que se estimule el altruismo, el compañerismo, las personas tienden a compartir
lo que tienen, actuando así de manera espontánea.
Se necesita cualquier tipo de ayuda internacional. La ayuda desmedida, no basada en las
necesidades, se puede convertir en un elemento negativo más. Los damnificados se
mantienen pasivos y dependientes. Como norma son las propias víctimas de desastre las
que inician la labor de búsqueda y rescate, incluso durante la fase de impacto,
manifestándose la autoasistencia, la cooperación y la ayuda mutua.
Las epidemias y las plagas son inevitables. Las epidemias no ocurren espontáneamente
después de los desastres y los cadáveres no conllevan epidemias per se. Esto no
significa que, si se deteriora la higiene del entorno, no ocurran, sobre todo si por muchos
días permanecen cadáveres insepultos de personas con enfermedades infecciosas
previas.
Grupos vulnerables: Mujeres, niños y adolescentes, ancianos con problemas de salud,
albergados, equipos de socorristas, discapacitados, refugiados y desplazados.

Factores que determinan las manifestaciones clínicas en víctimas de desastre:


1. Los relacionados con el evento, que incluyen: el tipo e intensidad del desastre, la
dimensión de la destrucción, el número de muertos, la duración y rapidez del impacto y el
conocimiento previo de que ocurriría.
2. Los que se relacionan con el sujeto, que incluyen: las experiencias previas, los
antecedentes de enfermedades mentales y enfermedades crónicas, la falta de un sistema de
apoyo social (familia, vecinos, iglesia, grupos sociales o comunitarios) y psicológico (viudez,
desamparo filial), crisis vital reciente (divorcio, duelo), extremos de la vida (niños y ancianos).
Las características sociodemográficas (edad, sexo, nivel de instrucción escolar), la salud y la
capacidad de afrontamiento.
3. Los relacionados con la comunidad, que incluyen: la pobre exigencia de normas
constructivas y del cuidado del medio ambiente, la falta de preparación social, comunitaria,
familiar o individual con respecto al enfrentamiento a las crisis.
Trastornos psiquiatricos mas frecuentes:
• Los trastornos del humor
• consumo de sustancias, tanto de alcohol como drogas ilegales
• trastornos de ansiedad, especialmente el trastorno por estrés agudo y el trastorno
de estrés postraumático
• conducta o ideación suicida
• trastornos disociativos o de conversión ✓ trastorno psicótico agudo ✓ estados de
pánico.
• Síndrome de aflicción por catástrofe, también conocido como síndrome de
desastre: para las personas que han sufrido pérdidas considerables las reacciones
emocionales más probables son dolor por las pérdidas (seres queridos, hogar,
posesiones, de sustento) que manifiestan con tristeza, ira, ansiedad, nostalgia,
preocupación, sentimiento de desgracia con intensidad y duración mantenida en el
tiempo, se puede acompañar de dependencia, aislamiento o incremento de la apatía.
Consta de tres fases, la primera de shock, la segunda de agradecimiento por las
atenciones y la tercera de euforia por haber sobrevivido
• Sindrome del sobreviviente: La irritabilidad, la ira y la agresión aumentan en los
años siguientes al desas- tre; también los trastornos físicos (hipertensión, cefaleas por
tensión, trastornos gastrointestinales) y los porcentajes de mortalidad aumentan entre
los supervi- vientes, siendo particularmente notable en el año siguiente al desastre
entre los familiares de víctimas que no sobrevivieron. El sentimiento de culpa es muy
frecuente.
Los psiquiatras y psicólogos que intervienen en emergencias y desastres de- ben dominar un
grupo de técnicas que incluye:
➢ Triage o selección. Tiene como objetivo la atención, en el más breve tiempo posible,
para impedir la consolidación de los trastornos cognoscitivos, afectivos y
conductuales. Este procedimiento de selección está vinculado al encauzamiento de
los primeros auxilios emocionales
➢ Defusing o desactivación. Se emplea dentro de las primeras 12 horas a partir del
evento potencialmente traumático. Está diseñado para víctimas primarias,
secundarias o terciarias, or- ganizadas en pequeños grupos. Se enfatiza en las
distorsiones cognitivas que se producen ante un psicotrauma. Su objetivo es dirigir al
paciente hacia una representación mental adaptada a los riesgos traumáticos y una
disminución de los síntomas invalidantes.
➢ Debriefing o desmovilización. Técnica a desarrollar después de las primeras 12 horas
de ocurrido el evento traumático, el cual se basa en el principio de compartir con otros
las experiencias traumáticas recientemente vividas. Es un tratamiento psicológico que
tiene como objetivo reducir la morbilidad psicológica como consecuencia de un evento
psicotraumático, Consiste en estimular en el grupo la catarsis emocional o la discusión
mediante estimulación del recuerdo del evento traumático. Esta técnica se utiliza en
múltiples personas como son: en rescatistas, oficia- les policiales, personal de la Cruz
Roja, víctimas de accidentes de tránsito, de violación y otros.
➢ Apoyo psicológico. Se refiere al cuidado de una persona a otra que se encuentra en
situación crítica por haber vivenciado una experiencia psicotraumática y está
presentando manifestaciones psicológicas como expresión de la reacción normal al
evento extraordinario que experimentó.
➢ Intervención en crisis. Se le denomina intervención en crisis al proceso que sirve para
ayudar a una persona, familia o grupo, a aceptar un hecho traumático, de modo tal
que la probabilidad de efectos secundarios, daño físico o emocional se minimice y la
probabilidad de crecimiento personal se maximice (nuevas perspectivas y opciones en
la vida). Se realiza con el objetivo de que pueda restablecer sus capacidades para
afrontar las situaciones de conflicto, reordenar y reorganizar su vida atendiendo a su
nueva realidad y considerando que el sujeto tiene potencialidades para regresar a un
nivel de equilibrio, que en muchas ocasiones significa un crecimiento personal.
➢ Primera ayuda psicológica. son realizados por familiares, maestros, policías, médicos,
enfermeras, o quien se encuentre más próximo al que lo necesita, lo que permite que
la persona se sienta acompañada y coopere con la asistencia que se le va
proporcionar.
➢ Terapia de reprocesamiento y desensibilización por movimientos oculares. El
tratamiento emplea diversos protocolos y procedimientos, uno de estos
procedimientos consiste en la estimulación bilateral, para lo que se puede indicar los
movimientos oculares rápidos, así como toques o sonidos que deben ser realizados a
ambos lados del paciente. Se le solicita al paciente que se enfoque en los recuerdos
perturbadores al tiempo que se le practica la estimulación bilateral. Esta acción
produce modificaciones en los recuerdos y nuevas asociaciones con la atenuación y
desaparición progresiva de estos recuerdos y los síntomas por ellos generados.
➢ Afrontamiento del estrés y prevención del síndrome de Bournut. Se considera
estrategia de afrontamiento a cualquier esfuerzo saludable o nocivo, consciente o
inconsciente, utilizado para prevenir, eliminar o atenuar el estrés e incluye:
- Estilo de afrontamiento. Determinado por los recursos previos de personalidad,
experiencias anteriores, valores, creencias, y el significado del evento cuando se
asume como desafío, enemigo o posibilidad de crecer como persona.
- Recursos interpersonales. La familia, los amigos, vecinos, compañeros y grupos
de personas y otros apoyos sociales que contribuyen al medio ambiente o entorno
del sujeto.
Se emplean técnicas participativas, usando métodos psicoterapéuticos didácticos,
terapia racional, estructurándose en dos áreas: el área de crecimiento personal y el
área de control del estrés.
➢ Área de control del estrés. Varias son las técnicas para el control del stress entre las
que destacan:
- Entrenamiento autógeno
- Automasaje
- Ejercicios de respiración
- Aromoterapia
- Musicoterapia
- Hidroterapia
- Dietoterapia

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