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El psicodrama es un método psicoterapéutico creado por Jacobo Levy Moreno que utiliza la dramatización de conflictos personales para permitir su exploración y abordaje. Los participantes representan escenas relacionadas con sus problemas, permitiendo experimentar diversos aspectos del conflicto y encontrar nuevas respuestas. El objetivo es lograr una mejor comprensión de las emociones y una adaptación activa a la realidad. Existen diferentes enfoques como el psicodrama clásico de Moreno y el psicodrama psicoanalítico,
El psicodrama es un método psicoterapéutico creado por Jacobo Levy Moreno que utiliza la dramatización de conflictos personales para permitir su exploración y abordaje. Los participantes representan escenas relacionadas con sus problemas, permitiendo experimentar diversos aspectos del conflicto y encontrar nuevas respuestas. El objetivo es lograr una mejor comprensión de las emociones y una adaptación activa a la realidad. Existen diferentes enfoques como el psicodrama clásico de Moreno y el psicodrama psicoanalítico,
El psicodrama es un método psicoterapéutico creado por Jacobo Levy Moreno que utiliza la dramatización de conflictos personales para permitir su exploración y abordaje. Los participantes representan escenas relacionadas con sus problemas, permitiendo experimentar diversos aspectos del conflicto y encontrar nuevas respuestas. El objetivo es lograr una mejor comprensión de las emociones y una adaptación activa a la realidad. Existen diferentes enfoques como el psicodrama clásico de Moreno y el psicodrama psicoanalítico,
No dibujo. Empiezo haciendo todo tipo de manchas. Espero
lo que llamo «el accidente»: la mancha desde la cual saldrá el cuadro. La mancha es el accidente. Pero si uno se para en el accidente, si uno cree que comprende el accidente, hará una vez más ilustración, pues la mancha se parece siempre a algo. No se puede comprender el accidente. Si se pudiera comprender, se comprendería también el modo en que se va a actuar. Entrevista a Francis Bacon por Marguerite Duras para La Quinzaine littéraire, 1971 (Traducción Zona Erógena, Nº 12, 1992) El psicodrama es un método psicoterapéutico que tiene como objetivo el abordaje y la exploración del ser humano y sus vínculos. Mediante la utilización de la dramatización, donde la acción unida a la palabra permiten el despliegue de los conflictos personales. En la escena el individuo ya no se limita solo a hablar de sus problemas, puede representar sus conflictos pasados y presentes, y también volcar sus temores, expectativas, proyectos y dudas sobre el futuro, explorando sus relaciones con el presente y pasado. Permitiéndole experimentar diversos aspectos del conflicto que, de otra forma, no aflorarían. De esta manera, se busca que la persona comprenda sus emociones y que ensaye diferentes respuestas ante el problema, logrando una adaptación activa a la realidad y no sufrirla en forma pasiva. A partir de la escena, el individuo mira la simulación que está desarrollando, se mete allí y se convierte en otro. Es una mutación transformadora. La simulación deja de serlo al rato y se convierte en el gran receptor de otros mundos. El psicodrama posibilita la recuperación de la espontaneidad creadora que el niño expresa en el juego, a través de la simulación simbólica, donde se busca escapar los condicionamientos a que nos somete la realidad. Lo imaginario y lo real coexisten en la escena dramática; donde, al reencontrarse con la creatividad, surgirán roles nuevos y respuestas nuevas, libres de estereotipos. Jacobo Levy Moreno, médico rumano, es el creador del psicodrama. Desarrolló una teoría basada en una concepción de la salud que tiene como núcleo la espontaneidad y la vitalidad creadora desplegadas en las escenas dramáticas. Moreno retoma del antiguo teatro griego, el concepto de catarsis, que significa purificación, y refiere a los efectos que surgen de la identificación en la acción dramática. Al identificarse con lo dramatizado se logra una catarsis y también cierta concientización. Es el protagonista, en primer lugar, el que logra una catarsis pues representa su propio drama. Para que se produzca un efecto catártico, tiene que existir verdadera espontaneidad y creatividad pues de lo contrario es una mera repetición que no aportará nada nuevo ni a los protagonistas ni al público. La catarsis se puede dar, si están dadas las condiciones antes mencionadas, en el espectador, que al identificarse con lo representado y sus protagonistas, tiene la posibilidad de expresarse a través de ellos, resonando, haciendo eco desde sus vivencias e historia. Para Moreno es a través de la catarsis que vamos conquistando grados de salud. Todas las versiones del psicodrama beben del psicodrama clásico moreniano. Esto significa que representa un método que plantea una visión del mundo y de la terapia en general a través del uso de la acción, de la imaginación y de la cooperación. En Francia, promediando la década del cuarenta del siglo pasado, la necesidad de un nuevo enfoque terapéutico en el tratamiento de niños, motiva a algunos psicoanalistas a experimentar con el juego dramático espontaneo y la terapia grupal, y a conectarse con las ideas de Moreno. Nace así el psicodrama psicoanalitico. Una década más tarde, y en condiciones similares a las francesas, irrumpe en Latinoamérica, siendo la Argentina el país pionero. Para Moreno, la representación dramática es liberadora, la creatividad y el acto espontáneo posibilitan nuevos roles y rescatan energías perdidas. El director del psicodrama busca una catarsis de integración. En cambio, para el psicodrama psicoanalítico, el objetivo es que el individuo, en la dramatización se encuentre con partes de su yo. La escena dramática, para el psicodrama psicoanalítico, es una vía de abordaje a lo inconsciente, una vía de exploración y elaboración tanto del protagonista como de sus compañeros de grupo, quienes a través de las identificaciones encuentran escenas propias resonantes. En la escena se hacen presentes los vínculos intrapsíquicos en su mutua y dinámica reestructuración con los vínculos interpersonales. El director del psicodrama busca el sentido subyacente de la escena. Si bien en la escena se juega una ficción dramática, los afectos que ocurren allí son reales, las emociones vivenciadas no son ficción. Nuestros cuerpos comportan la capacidad de afectar y ser afectados por otros cuerpos y por las relaciones que provienen de la realidad. Percepciones invisibles al ojo humano y previas a la conciencia y por tanto, intraducibles para nuestras representaciones culturales producen una especie de extrañamiento vivido como amenaza. Son nuevos sentidos que buscan expresarse y necesitan conexiones para inventar algo, una forma, que sea portador de la pulsación de aquello que pide paso. Si estos sentidos no pueden expresarse se bloquea el proceso de producción de universos psicosociales. Allí se hace presente la enfermedad como detención del proceso. La neurosis es un estado en el que se cae cuando el proceso está impedido. Es decir se cristaliza la producción de sentido en una máscara. Frente a la cristalización del proceso, lo que está cristalizado es la producción de subjetividad. Dos autores franceses, Deleuze y Guattari estudian estos fenómenos en una obra en dos tomos llamada “Capitalismo y esquizofrenia” (El antiEdipo y Mil mesetas). Allí proponen abandonar la interpretación del sentido subyacente y pasar a la idea de liberar los sentidos: Devenir, multiplicar sentidos. Devenir no es alcanzar una forma, identificación, imitación, mimesis, sino encontrar la zona de vecindad de un cuerpo con otro, de tal manera que se pierda la forma cristalizada individual, creando un tercero entre los dos. El devenir siempre está “entre”. La diáspora, acaecida a consecuencia de la instalación en nuestro país de una dictadura militar, acercó a algunos grupalistas argentinos (Kesselman, Pavlovsky, Frydlewski) a las ideas de Deleuze y Guattari, enriqueciendo el marco de conceptos psicodramáticos con la teoría de la multiplicación dramática. La multiplicación dramática no es un recurso dramático más, es toda una concepción de la producción de sentidos. Reivindica una lectura no interpretativa ni catártica de la escena, proponiendo un despliegue de la producción inconsciente. Es el grupo presta espontáneamente múltiples versiones subjetivas que hacen estallar el sentido monocular de una escena. Ya no se busca el conflicto latente de la misma, sino el despliegue de las múltiples posibilidades virtuales que comporta. Se trata de abrirse en cadena y encontrar otro tinte. Mover el cuerpo, improvisar dramáticamente sobre una dramatización anterior. La diversidad produce el estallido de la versión narcisista, identitaria, de nuestros relatos, nuestras historias. Se produce el caos, un contagio de afecciones, de escenas sincopadas, todo un fenómeno estético irreductible a la comprensión de un sentido único y latente. El director de escena tiene la plasticidad para tolerar el caos, la maraña de caos que son las intensidades inesperadas, lo diverso que supone el acontecimiento grupal, sin ordenar, facilitando la sincopa de dramatizaciones. Deviniendo una coordinación imperceptible.