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EL RÉGIMEN ECONÓMICO EN LA CONTITUCIÓN POLÍTICA

PRINCIPIOS GENERALES

Definición:
Son todos aquellos enunciados generales que van a ser el fundamento de toda la normatividad relativa a los
asuntos económicos: la propiedad pública y privada, el mercado, la extracción, la producción, el comercio, el consumo,
los recursos naturales, la tributación, las finanzas y todo otro asunto de carácter económico.

Los Principios:
I. La Economía Social de Mercado. Es una economía formalmente sustentada en las fuerzas del mercado.
Corresponde al tipo de Estado capitalista planificador, aún cuando sigue la política económica del liberalismo
económico. Esta política ha restringido el accionar del Estado, antes sobredimensionado, desenvolviendo hoy
privatizaciones; dejando de lado su accionar empresarial, compartiendo con la iniciativa privada funciones básicas
como promoción del empleo, salud, educación, seguridad social, servicios públicos, infraestructura.
Tradicionalmente la historia económica mundial refleja que los diferentes sistemas económicos se encuentran
regidos por postulados ideológicos transportados desde épocas antiguas. De los diferentes modelos de vida económica,
dos son los modelos de economía que han configurado los distintos regímenes de la sociedad mercante. Por un lado se
hallan sistemas orientados por una economía de libre mercado; y por otro, sistemas donde la economía planificada es
la base de su desarrollo.
Por un lado, aquellos sistemas que operan en el marco de una Economía de Libre Mercado consideran que los
agentes de éste son quienes se auto regulan – sean productores y/o consumidores –dado que el mercado interactúa de
manera independiente y se vale, únicamente, de las fuerzas de la oferta y la demanda. Dicha auto-regulación tiene
como principal fundamento la obtención de un fin inmediato, traducido en la búsqueda del interés individual, y de un
fin último reflejado en el beneficio colectivo de la sociedad.
Para explicar estos planteamientos ADAM SMITH, teórico y defensor de este modelo, afirma que las ventajas
que genera la aplicación de estos postulados son suficiente justificación para aceptarlos. El autor citado señala: “No es
por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su
propio interés”. Todas estas afirmaciones se refuerzan con un concepto absoluto de libertad.
De esta manera quienes defienden la economía de libre mercado plantean que la unión del interés del mercado
y la competencia empresarial permiten una asignación óptima de recursos y la fijación de precios de forma automática,
por lo que la intervención del Estado es innecesaria. Adam Smith creía conveniente que mejor era dejar hacer a los
mercados y que ellos se auto-regulasen, de modo que concebían la libertad de mercado como la clave para el
funcionamiento óptimo de la sociedad en general, por lo que los temas de intervención del Estado serían limitados.
Por otro lado, existen sistemas donde la regulación de la vida económica se deja en manos del Estado, por lo
que las posturas liberales anteriormente explicadas carecen de todo fundamento. Este modelo económico se conoce con
el nombre de Economía Planificada.
En virtud de este estándar se considera que el Estado, al ser el propietario de los medios de producción y de
todos los bienes en general, es también propietario de las empresas, y por lo tanto es él quien dirige directamente su
actividad económica, relegando las fuerzas operativas de sus mismos agentes. Es decir, a través de este modelo se
admite la existencia de un Estado centralizado dedicado a elaborar directivas económicas que deciden qué se debe
producir, cómo se debe producir, a quién va dirigida dicha producción y cuál debe ser el precio de venta de todos los
productos.
A la inversa de lo que sucede en el modelo de la economía de libre mercado, en la economía planificada el
Estado juega un rol preponderante y es quien, a través de su intervención, debe indicar cuál es la mejor propuesta para
su desarrollo. El fundamento de sus postulados radica en su objetivo final, el logro de un mínimo nivel de bienestar de
todos los ciudadanos.
Bajo ambos escenarios, las diferentes economías a nivel mundial han adoptado fórmulas intermedias,
habiéndose llegado a configurar modelos con características propias de cada sistema. Una de estas variaciones aparece
con el surgimiento de las economías mixtas, en virtud de las cuales el Estado puede intervenir económicamente, al
tiempo que colabora con la iniciativa privada, orientando su actividad, pero de manera genérica; diseñando Políticas de
Estado que fomenten un desarrollo equilibrado con las economías globalizadas, conservando así la aplicabilidad de la
Ley Económica de oferta y demanda.
Este contexto configura un modelo ajustado a las necesidades, tanto del Estado como de los demás agentes del
mercado. En razón de este nuevo marco económico se consideraba que allí donde el mercado falla, el papel del Estado
se hace indispensable. Una conclusión simple permitió fortalecer sus fundamentos: La acción conjunta del modelo
privado y el público garantizan el desarrollo económico.
Surgimiento de un Nuevo Modelo Económico: Economía Social De Mercado
Los fracasos de la aplicación de los lineamientos del liberalismo económico y de los que corresponden a una
economía planificada no tardaron en aparecer. Uno y otro modelo reflejaban conductas extremas que sólo tenían efectos
negativos para la sociedad. Entre las consecuencias de sus erróneas concepciones de la economía aparecieron
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desequilibrados crecimientos económicos concentraciones excesivas de poder, profundización de desigualdades


sociales, agudización de exclusión social, burocracia, y hasta se crean sistemas públicos ineficientes.
Desde ambas perspectivas el concepto “libertad” fue mal entendido y no llevó más que a desconocer la
concepción real del hombre y de la sociedad, entendiéndose que el Estado era inerte ante la actividad económica o que
tenía una suerte de súper poderes que le permitían actuar con total arbitrariedad.
Debido a las deficiencias de ambos regímenes económicos se plantea la necesidad de formar un modelo que
facilite la interacción de los mercados, pero al mismo tiempo intervenga cuando dicha actuación presente dificultades.
De esta forma, surge una nueva propuesta denominada Economía Social de Mercado, cuyos antecedentes más
próximos se remontan a la época de Alemania de la post guerra de los años de 1945 y 1948, fecha a partir de la cual el
mismo gobierno alemán, tras evaluar los avances científicos que diversos estudios habían logrado sobre el tema, los
implementa, direccionándolos a los ámbitos de la economía, de la política y de la sociedad, logrando definir un modelo
económico social que tendría como base la combinación de la competencia funcional y la seguridad social.
La Economía Social de Mercado es un modelo que surge como un intermedio entre el liberalismo económico y
la economía dirigida. Es decir, entre los liberales, que sostenían que la economía sería exitosa en la medida en que el
Estado tenga una participación eficiente y fuerte pero reducida a temas que se enfoquen en desarrollar las actividades de
actores privados con libertad; y los socialistas, quienes enfocaban al Estado como el actor central y protagonista en la
economía.
Desde sus inicios, la economía social de mercado se ha configurado a través de cinco pilares: 1) Fomento de la
iniciativa privada. 2) Protección de la propiedad. 3) Defensa de la competencia. 4) Implementación de sistemas de
responsabilidad individual y 5) Reconocimiento de libertades económicas. Todos ellos orientados a la búsqueda de
correcto funcionamiento de los mercados, de la vida económica social y del bien común.

II. La libertad de Trabajo, Empresa, Comercio e Industria.

En lo que respecta al trabajo, este ya no es el factor principal de creación de riqueza como figuraba en la
Constitución Política de 1979, para la actual Constitución el factor trabajo es una mercancía más en el mercado y como
tal sigue el libre juego de la oferta y la demanda. Renuncia a su formal papel protector del trabajador y su trabajo, al
negar en unos casos (estabilidad laboral) y restringir en otros (jornada de 8 horas, convenio colectivo de trabajo) los
derechos de los trabajadores, permitiendo desenvolver una política de reducción de costos laborales favoreciendo
abiertamente a los empleadores.
En lo que respecta la libertad de empresa, comercio e industria, garantiza su libre y total desenvolvimiento.
Señala que tiene iguales condiciones, oportunidades, derechos y obligaciones tanto las pequeñas, medianas y grandes
empresas, sean éstas nacionales o extranjeras. La única limitación que declara es que este libre desenvolvimiento no
debe ser lesivo a la moral, la salud y la seguridad públicas. (Ejemplos: limitar la pornografía infantil por Internet, la
comercialización de medicamentos nocivos, la fábrica Luchetti, etc.)
La libertad de empresa es entendida como la posibilidad de crear libremente personas jurídicas dedicadas a
actividades lucrativas en las distintas formas que ellas asumen. Esta libertad se manifiesta como el derecho de las
personas a elegir libremente la actividad ocupacional o profesional que desee o prefiera desempeñar, disfrutando de su
rendimiento económico y satisfacción espiritual, pero con un marco de actuación auto determinativo que exige
reconocer como fundamento y límite el modelo de la Economía Social de Mercado. En estos términos, tanto la
Constitución de 1979, como la Constitución de 1993 reconocen de manera expresa que la iniciativa privada y la libertad
de empresa son derechos personales que reafirman el rol del Estado en tanto ente orientador del desarrollo del país.

III. El Pluralismo Económico. Es el principio por el cual se declara que la economía nacional se sustenta en
lo coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa. Hay total garantía para la propiedad pública y privada
nacional o extranjera, con las limitaciones que la Constitución y la Ley señalan. Por otro lado también se declara la
absoluta garantía para la subsistencia de las Empresas Públicas, Privadas y Mixtas.
Empresas públicas, en este caso declara que el accionar empresarial del Estado sólo puede ser desenvuelto en
forma subsidiaria, directa o indirectamente, sólo por disposición expresa de la Ley y por razones de alto interés público
o conveniencia nacional. Esto se configura como el papel subsidiario del Estado en la economía del país.
Este rol subsidiario del Estado se encuentra regulado en el artículo 60º de la CPP de 1993 en el cual, luego de
reconocer la presencia de una economía pluralista, recoge el principio de subsidiariedad, haciendo referencia a la
actuación del Estado en la actividad privada. Todo ello a fin de evitar desequilibrios del propio mercado, dado que el
Estado al convertirse en agente de actuación económica tendría la ventaja de ser él mismo el que otorgue las leyes que
más le favorecen, eliminando las posibilidades de competencia de los otros participantes. Más todavía, el artículo 61º
del mismo cuerpo legislativo recoge el deber del Estado de facilitar y vigilar la libre competencia, siendo una de sus
exigencias combatir toda práctica que la limite, así como el abuso de posiciones dominantes o monopólicos.
Empresas privadas, en este caso las leyes instrumentan en el mercado nacional la formación y desarrollo de
microempresas, pequeñas empresas y grandes empresas; así como su creación bajo las diversas formas jurídicas
empresariales: Empresa Individual de Responsabilidad Limitada (E.I.R.L), Sociedad Comercial de Responsabilidad
Limitada (S.C.R.L), Sociedad Anónimas (S.A.) Sociedad Colectiva (S.C.), Sociedad en Comandita (S. en C.),
Cooperativas, Empresas de Propiedad Social, Empresas Autogestionarias, Sociedad Agrícolas de Interés Social.
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IV. La libre Competencia, combatiendo toda práctica que la límite o posición dominante o monopólica.
Establece que ni el Estado ni los particulares, directa o indirectamente pueden autorizar o establecer monopolios. Sin
embargo, en su instrumentalización este principio es muy difícil de cumplir, ya que si bien jurídicamente no puede
haber acuerdos que establezcan prácticas restrictivas o monopolios, económicamente no hay formas eficientes de
impedirlos.
La libertad de competencia permite que la conducta de los empresarios y demás agentes del mercado sean
vigiladas y preservadas por el Estado a fin crear mercados libres, competitivos y transparentes que logren la satisfacción
de los intereses de los consumidores y usuarios en el funcionamiento eficiente de éstos. No obstante, dichas finalidades
no puede entenderse plenamente, sin la interacción de un principio adicional, esto es el principio de subsidiariedad en
virtud del cual, el Estado sólo autorizado por ley expresa puede realizar actividad empresarial, directa o indirecta, por
razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional.
Sin embargo, bajo este contexto, no debemos olvidar que a través de la regulación económica los poderes
públicos que intervienen en un sector determinado de la economía, afectando el funcionamiento de los mercado, no
debe generar arbitrariedad. La regulación económica, es el instrumento en manos de los poderes públicos a través del
que intentan controlar los precios, la producción, la entrada y salida del mercado, las condiciones de la producción de
bienes o prestación de servicio, las decisiones de la calidad de los productos de las empresas y evitar que las decisiones
privadas puedan lesionar el interés público. Por consiguiente, la regulación es la actividad normativa en la que el
gobierno condiciona, corrige, altera los parámetros naturales y espontáneas del mercado, imponiendo determinadas
exigencias con requisitos a la actuación de los agentes económicos.

V. La libertad de Contratar. Este principio garantiza que las partes de una relación contractual pueden
pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo de la celebración del contrato; garantizándose absolutamente
que los términos contractuales no podrán ser modificados por las Leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Si bien
es valido tanto para el pequeño y gran empresario; este principio es sobre todo para garantizar la seguridad jurídica en
los contratos sobre grandes inversiones extranjeras (Ejemplo: Telefónica); es decir, seguridad para el gran capital
transnacional.
También especifica la Constitución que cuando el Estado participa en la relación contractual (Contratos-Ley),
el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades sobre los términos contractuales pactados, ya que éstos no
pueden ser modificados legislativamente.

VI. Igual trato a la inversión nacional y la inversión extranjera. Este principio proclama la libertad
absoluta del Comercio Exterior, sin restricciones de ninguna clase. Es una característica de la política liberal
consistente en abrir por completo el mercado a los intereses extranjeros de las grandes potencias y de las
transnacionales. La política del proteccionismo arancelario para proteger la industria nacional ha sido dejada de lado,
aún cuando hay economías altamente desarrolladas que las siguen manteniendo en algunos aspectos fundamentales, por
ejemplo EE UU respecto a sus productos agrícolas.
Este principio, sin duda muy controversial, ya ha generado serios problemas con la industria nacional; por
ejemplo la producción textil nacional se ve hoy afectada por las importaciones asiáticas y chinas, el comercio de
alimentos en las zonas fronterizas, entre otras.

VII. La libre tenencia y disposición de moneda extranjera. Si bien se declara que todo persona es libre de
tener y disponer de la moneda extrajera que tenga en su poder, sin limitación alguna, impidiendo con ello el
establecimiento de Sistemas de Control de Cambio; sin embargo no ofrece una garantía como la que declara frente a la
libertad de contratar. Por ello consideramos que no estaríamos libres de un fenómeno económico como el ocurrido en
Argentina al convertirse los dólares en moneda nacional argentina. El fenómeno de la dolarización es un hecho cada
vez más creciente, sobre todo en momentos de agudización de la crisis económica, por lo que en este aspecto se
requeriría una mayor seguridad jurídica.

Los principios rectores del orden económico que la Constitución consagra orientan la labor de la
Administración Pública en relación a la economía. Este modelo constitucional implica el reconocimiento de principios
rectores como: Economía Social de Mercado, el Rol subsidiario del Estado, la Libertad de empresa, la Promoción de la
libre competencia, el derecho de propiedad y derechos intelectuales, la protección de consumidores y usuarios, los
servicios Públicos y Organismos reguladores, el reconocimiento de la Inversión extranjera y libre comercio.
La Economía Social de Mercado como uno de los pilares del marco normativo económico según la Carta
Constitucional de 1993, exige que el Estado cumpla una serie de funciones de modo que garantice los derechos
fundamentales que ésta reconoce. En este sentido, la Economía Social de Mercado como modelo propio del Estado
Social de Derecho busca integrar y conjugar de manera razonable y proporcional la libertad individual y subsidiariedad
estatal, y la igualdad y la solidaridad social.

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