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January 5, 2018
En el caso de las legumbres, esta evolución me ha llevado a que cada vez evite más echar
todo tipo de chorizos, morcillas, pancetas y demás chacina a los cocidos, potajes, lentejas,
etc, optando por guisarlas ayudándome de otro tipo de ingredientes.
Es verdad que las legumbres viudas, cocinadas sólo con verdura, están muy sabrosas,
siempre y cuando la legumbre sea buena y de gran calidad. Y las alubias con el marisco y
los garbanzos con productos como el bacalao son siempre una buena opción. Pero, os
preguntaréis, ¿qué le podemos echar entonces a nuestras legumbres para que nos quede
un plato sabroso y en condiciones, pero conservando ese toque de sabor cárnico que
tanto reconforta?
En esta ocasión vamos a preparar un contundente, pero para nada pesado ni graso plato
de garbanzos guisados con unas manitas de cerdo, y acompañados de unos sabrosos
hongos, a los que daremos el salteado justo para que conserven toda su carnosidad e
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intensidad.
Ingredientes
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Lavamos a conciencia las manitas y quemamos los pelos que puedan tener con la ayuda
de un soplete. Las introducimos en la olla exprés junto con el hueso de jamón, cubrimos
las manitas de agua y las ponemos al fuego. Cuando arranque el hervor, tiramos el agua
por el fregadero y lavamos bien la olla, las manitas y el hueso, para quitar la espuma y
suciedad que hayan soltado las patas y que queden bien limpias.
El hecho de escaldar el jamón es para que pierda un poco la fuerza. Si lo añadís sin
escaldar junto con el resto de los ingredientes, corréis el riesgo de que cobre demasiado
protagonismo y, en vez de aportar un punto interesante de sabor a nuestros garbanzos,
termine por salar y potenciar en exceso el caldo, arruinando toda la receta.
Volvemos a introducir las manitas y el hueso de jamón en la olla. Añadimos también los
garbanzos (previamente remojados durante unas 12 horas), una cucharadita de pimentón
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dulce, el laurel y, dentro de una malla, el puerro y una cebolla con los clavos de olor
clavados en ella.
Salamos ligeramente (el hueso de jamón, aunque lo hayamos escaldado, es potente, y las
manitas también dan bastante sabor), tapamos y cocemos unos 55 minutos, una vez
empiece a salir el vapor de la olla.
El tiempo de cocción depende del tipo de garbanzo, la dureza del agua, la olla… El
garbanzo pedrosillano tarda algo más que otro tipo de garbanzos, por lo que si usamos
otro pondremos primero las manitas a cocer sin los garbanzos durante 10-15 minutos y
luego agregaremos los garbanzos y cocemos tres cuartos de hora más el conjunto. Lo que
sí que es importante es que las manitas queden bien cocinadas y blanditas, así que no os
quedéis cortos de cocción.
Para el sofrito, picamos 4 ajos, las dos cebollas restantes y los pimientos. Rehogamos bien
todo en una cazuela baja y ancha. Cuando la verdura esté bien pochada, añadimos una
cucharada de pimentón picante, cocinamos brevemente y añadimos también el tomate
rallado.
Reducimos a fuego lento hasta que se evapore todo el agua del tomate y el fondo vuelva a
quedar seco.
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Cuando los garbanzos y las manitas estén cocinadas, separamos caldo, manitas y
garbanzos.
Con las manitas todavía calientes, pero lo suficientemente tibias para permitirnos cogerlas
con las manos sin achicharrarnos, vamos quitando con las manos todos los huesecillos
que tienen, hasta que queden completamente deshuesadas.
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Cortamos los hongos en trozos medianos.
Rehogamos brevemente los dos ajos picados restantes, y salteamos los hongos a fuego
vivo en un chorrito de aceite de oliva. Salpimentamos y dejamos cocinar unos 5 minutos
más para que se cocinen conservando su carnosidad y su textura. No cocinéis las setas y
los hongos a fuego lento ni en exceso, lo único que conseguiréis es que chupen aceite sin
parar y que queden blandos y muy consumidos.
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Por otro lado, trituramos la verdura de la malla con parte del caldo de cocción en el interior
de un vaso batidor.
Añadimos al sofrito las manitas troceadas, los garbanzos y el puré que acabamos de
triturar en el vaso. Levantamos el hervor y guisamos a fuego medio, añadiendo el caldo de
la cocción, poco a poco, cuando el líquido vaya reduciendo. Observaremos que el
colágeno de las manitas ligará el caldo y nos quedará muy untuoso.
Seguimos añadiendo hasta que el caldo esté en el punto de espesor deseado. Por último
añadimos los hongos salteados, dejamos cocinar el conjunto un par de minutos y
rectificamos de sazón. Servimos con un poco de verde de cebolleta cortado en juliana por
encima, el cual nos aportará un contraste fresco y crujiente en cada cucharada.
Resultado final
7/8
Con estos garbanzos entraremos en calor, repondremos fuerzas, pero no caeremos en
excesos ni comeremos un plato demasiado pesado y de difícil digestión.
Para estos días de enero en los que nos queremos cuidar y comer más limpio y
desgrasado después de las comilonas navideñas, qué mejor que hacerlo comiendo rico y
como es debido con este delicioso guiso. Porque podemos llevar una dieta muy sana
comiendo cualquier tipo de ingrediente, siempre que no caigamos en los excesos en la
cantidad y siempre que guardemos el equilibrio e integremos y combinemos los distintos
ingredientes con un poco de inteligencia.
Además del sabor que aporta la casquería a este tipo de preparaciones, el colágeno,
aunque se componga de proteínas que no son de la mejor calidad, hace que nuestros
platos contengan una cantidad muy inferior de grasas, además de conformar un caldo
pegajoso y suculento, nutritivo y contundente, pero limpio y sano.
8/8