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HISTORIA DE LA IGLESIA ANTIGUA

RESUMEN Y COMENTARIO SOBRE EL FRAGMENTO DE “MANUAL DE


HISTORIA DE LA IGLESIA” Jedin, H. Ed. Herder, Barcelona, 1978

OBJETO DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA

Entendemos como objeto de la historia de la Iglesia la evolución de dicha institución


constituida por Jesucristo, que no se reduce a un devenir histórico sino que implica un
carácter teológico. El concepto de Iglesia tiene un origen y una estructura divina,
suscitada y mantenida por el Espíritu Santo, pero sometida al paso del tiempo (como un
ser vivo que crece pero que nunca pierde su esencia fundamental). La acción humana no
empobrece la impronta divina que la mantiene y dirige. Lejos de las concepciones
antropocéntricas de la Iglesia, aparece la concepción de la “Teología histórica” (A.
Erhard) que devuelve a la historia de la Iglesia su centro en Dios, con origen y fin en Él
mismo (Pentecostés y la 2ª Venida), y marcada por las manifestaciones exteriores (hacia
el mundo) e interiores (hacia ella misma) de su vida en la Tierra. No se puede reducir,
por tanto, la historia de la Iglesia a una idea o acción salvífica puntual, ni a una acción
humana, sino a la unión de ambas por medio del Espíritu Santo.

MÉTODO DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA

La historia de la Iglesia se vale del método histórico, compuesto por 3 estadios:


- La historia de la Iglesia depende de fuentes fiables (en muchos casos
aconfesionales), a fin de fijar fechas y hechos históricos que sostengan a modo
de estructura la propia historia.
- La causalidad histórica de la Iglesia está sujeta a criterios valorativos
correspondientes a diversas épocas y culturas. Se debe contemplar tanto la
acción humana falible como la acción divina infalible en su evolución. Las
formas literarias más frecuentes para el análisis histórico son las biografías, las
monografías y los ensayos.
- La historia de la Iglesia ha de contemplarse a la luz de la Fe, como una
institución formada por hombres (y por tanto, imperfecta y pecadora) pero
inspirada, sostenida e impulsada por el Espíritu Santo. No es perfecta sino que
está en constante renovación.

DIVISIÓN DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA

La división de la historia de la Iglesia debe ir más allá de contextos históricos y


culturales. Se relaciona con la historia profana pero la trasciende como historia sagrada.
No existe un criterio de partición totalmente ajustable, presentando todas las versiones
limitaciones de contenido y forma. En esta obra se propone un modelo que tiene en
cuenta factores tanto internos como externos en su desarrollo:
1. Propagación y desenvolvimiento de la Iglesia en el espacio helenísticoromano
(Desde su inicio con persecución, pasando por la oficialización con Constantino,
los concilios ecuménicos, las controversias cristológicas y las primeras
divisiones entre orientales y occidentales.
2. La Iglesia como principio vital de la comunidad de los pueblos de occidente.
Influencias de pueblos europeos, del feudalismo, de las luchas de poder entre
laicos y clérigos, y la aparición de espiritualidades no centralizadas.
3. Disolución del cosmos cristiano occidental, reformas y reforma, transición a la
evangelización universal, crisis de valores y antiguos poderes feudales, en pro de
la burguesía y del capitalismo (aparición de la Ilustración y crisis de la autoridad
moral de la Iglesia)
4. La Iglesia Universal en la era industrial. Tres tendencias: Ruptura del Estado-
Iglesia e instauración de modelos democráticos y constitucionales.
Intensificación y reflorecimiento de la vida religiosa. Fortalecimiento de la
autoridad pontificia dentro de la Iglesia, el ecumenismo y la relación con otras
religiones y con el ateísmo.

ACTUALIDAD Y VALOR VIVO DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA

La historia de la Iglesia arroja luz y discernimiento sobre quien la contempla desde la


Fe, dando perspectiva y permitiendo extraer conclusiones y soluciones a problemas
presentes. La historia de la Iglesia suscita una visión holística y primigenia de las
instituciones (órdenes religiosas, misiones, reformas) como ramas de un mismo árbol
único y original. Solo contemplando los precedentes se puede esclarecer el presente de
la Iglesia. Es imprescindible como fundamento para la educación religiosa abordar la
historia de la Iglesia no sólo desde una visión puramente teológica, sino recogiendo la
acción humana en su recorrido. Y dicha visión requerirá de la Fe para poder observar la
acción salvífica a la vez que se juzga imparcialmente hechos y personas, extrayendo la
verdadera historia.

COMENTARIO SOBRE EL PÁRRAFO DE LA PÁGINA 36

Resalta el concepto de la historia de la Iglesia no como un relato meramente histórico,


sino como una visión, siempre iluminada por la Fe, de la “vida misma” de la Iglesia,
haciendo referencia al paralelismo del ser vivo que crece y cambia pero su esencia
permanece. De este modo, podemos contemplar una pedagogía que nos enseña sobre los
errores humanos cometidos, sobre la fidelidad del Espíritu Santo al sostenerla y una
llamada a la fidelidad de los hombres que la componen.
El hecho de que la historia de la Iglesia vaya más allá de la historia profana (“.. no es
una tienda de antigüedades”) podría suscitar la idea de que es un faro para la
humanidad, trascendiendo culturas y épocas, siendo antigua y moderna a la vez, y válida
para el hombre de hoy (de ahí que sea inteligencia para sí misma), ya que Dios habla en
los acontecimientos, realizando una historia de salvación. Los hombres están sometidos
al cambio y al pecado, pero Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.

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