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Enfermedad vascular oclusiva.

Con esta denominación nos estamos refiriendo, específicamente, a la enfermedad arterial


obstructiva que puede ser aguda o crónica y que afecta, particularmente, a las extremidades, sobre
todo a las inferiores, pero puede afectar otras partes de la economía.

La aguda, como su nombre lo indica es por lo general de inicio súbito, casi siempre es debida a un
émbolo, que viaja en la circulación arterial, como se dijo, específicamente hacia extremidades
inferiores, aunque pudiera deberse también a una obstrucción por trombosis arterial o por trauma
vascular.

La causa más común de la embolia arterial determinante de la oclusión arterial aguda es de origen
cardíaco, similar a como se vio en los casos de accidentes vasculares mesentéricos, un infarto
reciente, una fibrilación auricular, etc.

La manifestación más común es el dolor de aparición súbita e intensa en la extremidad afectada,


de forma tal que el paciente puede precisar el momento cuando le inició el dolor.

En el examen físico puede ayudar mucho el síndrome de las P, es decir, el déficit o desaparición de
los pulsos (femoral, poplíteo, tibial posterior o pedio), dependiendo del sitio de la obstrucción,
parestesia, parálisis, palidez, poiquilotermia (variación de la temperatura de la extremidad en
cuestión, sobre todo tendente hacia la hipotermia) como ya se señaló, el dolor (pain en el idioma
inglés). Si la situación se prolonga en el tiempo habrá cambios necróticos en la extremidad
afectada. Puede haber otras manifestaciones oclusivas arteriales en otras partes del cuerpo, que
incluyen como se dijo el territorio de las arterias viscerales del abdomen (intestinales) o el
encéfalo, por compromiso en este último de las carótidas comunes o de las internas.

La arteria femoral es la más afectada en la oclusión arterial aguda, en los casos de embolia arterial,
particularmente a nivel de su origen.

Además de la clínica, el diagnóstico se complementa con la arteriografía que determina el sitio de


la oclusión así como, potencialmente, la extensión de la misma y la permeabilidad de la arteria
distal al punto oclusivo. Otros estudios podrían incluir: ekg y ecocardiograma para la detección de
trastornos cardíacos que puedan ser el origen o causa de la oclusión arterial aguda.

El tratamiento de la oclusión arterial aguda, una vez establecido el diagnóstico es la embolectomía


en el caso de la embolia, la reparación de la lesión en caso de trauma o la endarterectomía o el uso
de injerto como puente (bypass) que salte el punto obstructivo en el caso de una trombosis
arterial. La viabilidad de la extremidad dependerá de la extensión del daño isquémico,
consecuencia de la obstrucción arterial así como el tiempo de evolución del trastorno. Cuando el
tratamiento no es exitoso o las circunstancias antes señaladas ya no permiten la revascularización,
se procede a la amputación, generalmente parcial de la extremidad afectada.
Enfermedad vascular periférica.

Se denomina así a la oclusión arterial crónica de las extremidades inferiores. La causa es por lo
general la arteriosclerosis. La diabetes mellitus es una enfermedad intercurrente que empeora el
curso del proceso en los pacientes que la padecen, pudiendo desarrollarse la enfermedad vascular
periférica, incluso, en personas más jóvenes que la población general afectada.

El punto donde la arteria femoral se ocluye con frecuencia como resultado de esta entidad es en
conducto de Hunter o de los aproximadores, en la parte medial del muslo.

Las manifestaciones ordinarias son: claudicación intermitente que consiste en un dolor sordo o una
molestia como una especie de calambre que se siente generalmente en la pantorrilla cuando el
paciente camina una distancia específica y que desaparece tan pronto el paciente se detiene
también durante un tiempo determinado.

Otra manifestación puede ser el dolor en reposo, lo cual indica por lo regular que la enfermedad
está empeorando, el paciente busca mejoría haciendo colgar la extremidad en el sentido de la
gravedad, obviamente para mejorar el flujo hacia la extremidad en esa posición. Otras
manifestaciones pueden ser atrofia de la piel y las uñas, caída del vello de la pierna, resequedad de
la piel y otras manifestaciones que apuntan al déficit crónico del flujo sanguíneo.

En el examen físico, además de lo anterior, es patente la ausencia del pulso arterial en los sitios
distales a la obstrucción, podría auscultarse incluso un soplo en el área de la obstrucción si la
misma es parcial o podría también sentirse el “thrill” a la palpación, reflejando el mismo
fenómeno. En casos más avanzados puede encontrarse cambio de coloración (oscuro) como
consecuencia de la necrosis tisular en áreas distales como dedos y pie, así como úlceras y
supuración en dichas áreas.

El diagnóstico que se sugiere por la clínica se hace evidente con estudios de laboratorio vascular
como la determinación del índice de presión tobillo/ brazo, es decir, la determinación de la presión
arterial sistólica en brazos y piernas y luego dividir los valores obtenidos, los del tobillo entre los
del brazo y sobre todo con el uso del método por excelencia que es la arteriografía.

El manejo de la enfermedad vascular periférica es tanto con tratamiento médico y medidas de


sostén y con la cirugía o afín.

El tratamiento médico está indicado en los casos iniciales cuando el paciente presenta la
claudicación intermitente con reposo alterno con ejercicios leves o moderados, cesación del
tabaquismo, tratamiento de la hipertensión arterial, dieta, control de otras enfermedades como la
diabetes mellitus, uso de aspirina y/o pentoxifilina.

El tratamiento quirúrgico está indicado en los casos de claudicación intermitente severa que no
responde al tratamiento médico, dolor en reposo, necrosis tisular e infección. El tratamiento
quirúrgico es variado puede incluir la simpatectomía lumbar, la endarterectomía arterial de la
femoral, poplítea o cualquiera de las arterias afectadas o el puente (bypass), con un injerto, que se
extiende entre los segmentos permeables de la arteria, saltando la parte obstruida, por ejemplo
entre la femoral y la poplítea o entre la femoral y la tibial posterior. Se está implementando igual
que en otras áreas del cuerpo donde hay obstrucción crónica de las arterias el uso de los stents
endovasculares que a diferencia de los injertos de bypass, se introducen dentro de los vasos
obstruidos. El fracaso del tratamiento o el avance de la enfermedad terminan en la amputación de
la o las extremidades.

De todas formas, la arteriosclerosis es la causa de la enfermedad y el tratamiento de la


enfermedad está destinado a las consecuencias que están representadas por la obstrucción, como
se dijo para la insuficiencia coronaria.

Síndrome de Leriche.

Es un cuadro caracterizado por impotencia (generalmente coeundi), claudicación sobre todo a


nivel de las nalgas y atrofia de los músculos glúteos así como también puede coexistir déficit
irrigatorio en las extremidades inferiores.

Se debe a la oclusión de la aorta distal, su bifurcación y las ilíacas comunes o primitivas por la
arteriosclerosis.

El tratamiento quirúrgico como la endarterectomía, el bypass (puente) aorto femoral o


potencialmente el stent endovascular son las modalidades más aplicadas.

De nuevo el gran problema está representado por la enfermedad de base que es la


arterioesclerosis.

Dr. José D. Alvarez Cepeda

Cirujano General

Profesor de Cirugía

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