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AÑO XLV
2005
phase
REVISTA BIMESTRAL DE PASTORAL LITÚRGICA
vinculada al
INSTITUTO SUPERIOR DE LITURGIA DE BARCELONA
Publicada por
CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA
Rivadeneyra 6,7. 08002 – Barcelona
Tel. 93 302 22 35; Fax: 93 318 42 18.
E-mail: cpl@cpl.es web: www.cpl.es
ISSN 0210-3877 / D.L.: B. 7504 – 1961 Imprenta: TGA, SL
SUMARIO
CRÓNICA
M IGUEL DE M ANUEL CAMÍN , 48 Congreso Eucarístico In-
ternacional. Guadalajara, México, octubre 2004 .... 73-75
DOCUMENTOS
CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA, La liturgia, plenitud de la
comunicación ............................................................. 77-80
IN MEMORIAM
Cardenal Marcelo González (J. ALDAZÁBAL) ........................ 81-82
LIBROS
JUAN JAVIER FLORES, Introducción a la teología litúrgica (J.
Lino Yáñez) ................................................................. 83-87
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................. 88-95
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE LITURGIA, La presencia de Cristo en la
liturgia (J. Gomis).– GIUSEPPE SOVERNIGO, Il celebrante, fedele o presidente.
Dinamiche personali e partecipazione (P. Fernández).– JÜRGEN BÄRSCH,
Allerseelen. Studien zu Liturgie und Brauchtum eines Totengendenktages
in der abendländischen Kirche (J. Aldazábal).– FERNANDO SEBASTIÁN, La
iniciación cristiana. Once catequesis (A. de Lucas).– DIONISIO BOROBIO,
Hermandades y cofradías: entre pasado y futuro (A. de Lucas).– DENNIS
C. SMOLARSKI, Preguntas y respuestas sobre la celebración litúrgica (A.
de Lucas)
6 – Editorial
Phase, 265, 2005,7-35
Génesis e historia
Estas dos plegarias eucarísticas fueron preparadas por la
Congregación para el Culto Divino para del Año santo de 1975.
El grupo encargado de redactarlas comenzó a reunirse en noviembre
de 1973. Cuatro meses después, en marzo de 1974, se enviaron los textos
a la Congregación para la Doctrina de la Fe para que los examinara.
Finalmente se mandaron a la Secretaría de Estado para que recibieran el
visto bueno del papa Pablo VI, quien lo dio el 26 de octubre de 1974.4
El texto latino se publicó en un folleto junto con las tres plegarias
para las misas con niños y unos prenotandos5. Además se incluían los
textos originales en los que ambas plegarias habían sido redactadas:
francés para la primera y alemán para la segunda. Se enviaron a todas las
Conferencias de los Obispos para que aquellas que lo solicitaran pudieran
Texto típico
El texto latino de las plegarias eucarísticas sobre la reconciliación
que se aprobó en el año 1974 ha sufrido variaciones al incluirse en la
tercera edición típica del Misal Romano.
Presentamos, en dos columnas, ambos textos, señalando con letra
cursiva negrita las palabras suprimidas o añadidas y con letra cursiva
sin negrita las palabras que están en ambos textos pero colocadas en
diferente orden.
También ofrecemos la traducción española tal y como aparece en el
Misal en lengua castellana y que corresponde al texto latino del año 1974,
así como una traducción, no oficial, del nuevo texto de estas plegarias
eucarísticas.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios
del universo. del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. gloria.
Hosanna en el cielo. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Bendito el que viene en nombre del
Señor. Señor.
Hosanna en el cielo. Hosanna en el cielo.
Oh Dios, que desde el principio del Santo eres en verdad, Señor,
mundo que desde el principio del mundo
haces cuanto nos conviene, siempre obras
para que seamos santos como tú para que el hombre sea constituido
mismo eres santo, santo,
como tú mismo eres Santo.
Mientras cenaba con ellos, tomó el Mientras cenaba con ellos, tomó el
pan, pan,
dando gracias, te bendijo, dando gracias, te bendijo,
lo partió y se lo dio, diciendo: lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él, Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi cuerpo, porque esto es mi cuerpo,
que será entregado por vosotros. que será entregado por vosotros.
Mira con amor, Padre de bondad, Mira con amor, Padre de bondad,
a quienes llamas a unirse a ti, a quienes llamas a unirse a ti
y concédeles que, en el sacrificio de tu Hijo,
participando del único sacrificio de y concédeles que,
Cristo, participando del único pan y del único
formen, por la fuerza del Espíritu cáliz
Santo, por la fuerza del Espíritu Santo,
un solo cuerpo, en el que no haya obtengan la unidad de un solo cuerpo
ninguna división. en Cristo,
que supera toda división.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios
del universo. del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. gloria.
Hosanna en el cielo. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Bendito el que viene en nombre del
Señor. Señor.
Hosanna en el cielo. Hosanna en el cielo.
29 Ipse enim, cum vitam esset datu- Ipse enim, vitam cum esset datu-
rus, rus,
ut nos liberaret, ut nos liberaret,
accepit discumbens panem in discumbens accepit panem in
manus suas manus suas
et tibi gratias agens benedixit, et tibi gratias agens benedixit,
fregit deditque discipulis suis fregit deditque discipulis suis,
dicens: dicens:
Accipite et manducate ex hoc Accipite et manducate ex hoc
omnes: omnes:
hoc est enim Corpus meum, hoc est enim Corpus meum,
quod pro vobis tradetur. quod pro vobis tradetur.
Del mismo modo, aquella noche, Del mismo modo, aquella noche,
tomó el cáliz, y, proclamando tu mise- tomó el cáliz de la bendición en sus
ricordia, manos,
lo pasó a sus discípulos, diciendo: y proclamando tu misericordia,
Tomad y bebed todos de él, lo dio a sus discípulos, diciendo:
porque este es el cáliz de mi Sangre, Tomad y bebed todos de él,
Sangre de la alianza nueva y eterna, porque este es el cáliz de mi Sangre,
que será derramada por vosotros Sangre de la alianza nueva y eterna,
y por todos los hombres que será derramada por vosotros
para el perdón de los pecados. y por todos los hombres
Haced esto en conmemoración mía. para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
36 Per ipsum, et cum ipso, et in ipso, Per ipsum, et cum ipso, et in ipso,
est tibi Deo Patri omnipotenti, est tibi Deo Patri omnipotenti,
in unitate Spiritus Sancti, in unitate Spiritus Sancti,
omnis honor et gloria omnis honor et gloria
per omnia saecula saeculorum. per omnia saecula saeculorum.
R/. Amen. R/. Amen.
COMENTARIO
Al hacer la comparación sinóptica de las dos redacciones de estas
plegarias eucarísticas descubrimos los múltiples cambios que se han
operado en las mismas antes de formar parte de la tercera edición del
Misal Romano. Resultaría excesivamente largo, y a veces repetitivo,
comentar una por una las variaciones realizadas, por eso hemos optado
por clasificarlas bajo tres epígrafes: estilo latino, estructura romana de
la plegaria y precisiones teológicas.11
Estilo latino
Algunas de las variaciones que descubrimos en el texto de las
plegarias eucarísticas de la reconciliación tienen como finalidad mejorar
el estilo latino, mejorar su cursus. Se trata de cambios de orden de las
palabras o de toda una frase o de la sustitución de una palabra por otra
con semejante o parecido significado que quizá tiene más resonancias
bíblicas o litúrgicas.
*Cambios de palabras:
– n. 4: fregimus ha pasado a ser violavimus,
– n. 6: exaltamus ha pasado a ser extollimus,
– n. 9: potentiam ha pasado a ser virtutem,
– n. 13: reconciliaturus esset ha pasado a ser reconciliaturum,
– n. 15: beatumque ha pasado a ser atque beatum,
– n. 27: offertur ha pasado a ser praebetur,
– n. 33: etiam ha pasado a ser quoque, etc., etc.
Precisiones teológicas
El deseo de precisar o matizar las ideas teológicas (bíblicas,
cristológicas, antropológicas, eucarísticas…) que recogen las plegarias
eucarísticas de la reconciliación ha sido otra de las causas que ha
llevado a modificar, añadir o eliminar palabras en el texto de las mismas.
Describamos las más importantes.
d) Que estos dones sean para nosotros (ut haec dona fiant nobis).
Llama la atención que en la plegaria I de la reconciliación ha sido
suprimido el pronombre nos que figuraba en la epíclesis consecratoria
(n. 9): ut haec dona fiant nobis. En tres de las cuatro anáforas del Misal
Romano (I, II y IV) encontramos este pronombre cuando pedimos que
el Espíritu transforme el pan y el vino para que sean para nosotros el
Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Ciertamente este pronombre puede inducir a un error doctrinal:
entender la transustanciación como un hecho subjetivo. Podríamos creer
que lo que estamos pidiendo es que el pan y el vino sean para nosotros, los
cristianos, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pero que para quien no tiene
fe sigan siendo pan y vino. Sin embargo, el sentido de este pronombre
es muy diferente. Este nobis es un dativo de provecho, esto es, marca la
acción del sacramento en nosotros: que el pan y el vino, transformados
en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, actúen en nosotros como lo que
verdaderamente son.
REFLEXIÓN FINAL
No quiero terminar este análisis terminológico y estilístico de las
variaciones operadas en las dos plegarias de la reconciliación sin advertir
que nuestras palabras siempre serán insuficientes, imprecisas, imperfectas
para expresar el misterio de nuestra salvación. Con nuestro lenguaje
intentamos expresar lo inexpresable, intentamos decir lo indecible por lo
que siempre lo podremos mejorar. No debemos olvidar que las palabras no
son un fin en sí mismas sino un medio. Por tanto no conseguiremos nada
si nos quedamos solamente en la belleza del lenguaje, en la perfección
teológica de las ideas expresadas. Porque la finalidad del texto es que
celebremos y actualicemos la Pascua del Señor hasta el día en el que nos
reunamos en el banquete de la unidad eterna, en los cielos nuevos y la
tierra nueva, donde cantaremos llenos de júbilo la acción de gracias de
Cristo, el viviente eterno.
Celebrar el Misterio
Pere Tena
Col. Biblioteca Litúrgica 23, 440 pág., 20,00 €
38 – Secundino Movilla
¿Cuáles han sido las iniciativas pastorales o pasos progresivos de la
primera etapa en relación a la Confirmación?
a) Una de esas iniciativas fue la instauración y puesta en práctica de
los catecumenados juveniles como medio de que los jóvenes se preparasen
cuidadosamente a la celebración de su Confirmación. La razón de esa
iniciativa la había propiciado el Concilio Vaticano II al recomendar
que “se revisase el rito de la Confirmación de manera que apareciese
en él más claramente la íntima relación de este sacramento con toda la
iniciación cristiana” (Sacrosanctum Concilium 71). Si la Confirmación
constituía uno de esos sacramentos de iniciación cristiana, lo lógico era
que la preparación a dicho sacramento se desarrollase, en línea con la
mejor tradición de la Iglesia, a través del oportuno catecumenado, que
servía para iniciar en el misterio de la salvación y en la práctica de las
costumbres evangélicas a los que en él participaban (Ad Gentes 14). Creo
que esa modalidad del catecumenado juvenil representó en su momento
una opción meritoria de la pastoral ofrecida a los jóvenes, y lo sigue
representando aún hoy día en los planes y proyectos de pastoral juvenil
en los que se mantiene todavía dicha opción.
b) Otro paso importante en la pastoral de la Confirmación fue el de
situar la celebración de este sacramento en la edad joven, por entender que
era el momento de evolución psicológica y vital para “tomar opciones”
y para desarrollar y ejercitar el “sentido de pertenencia”. La razón, de
nuevo, la ofrecía el Concilio Vaticano II, que presentaba la Confirmación
como sacramento que “vinculaba más estrechamente a la Iglesia” y
que “enriquecía con una fuerza especial del Espíritu Santo” (Lumen
Gentium 11) para conducirse con un estilo de vida nuevo, como había
asegurado Jesús a Nicodemo (Jn 3,5-6). Según lo dicho, celebrar y vivir
la Confirmación es entonces cuestión de dejarse llevar por el Espíritu
en el seguimiento de Jesús y de vincularse a la Iglesia mediante una
participación activa e implicativa, opciones ambas que parecen requerir
ese nivel de madurez que suele darse a partir de la juventud.
c) Como tercer paso progresivo de esa primera etapa cabe señalar
también el modo de entender la Confirmación como sacramento que
induce a “difundir y a defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo”
40 – Secundino Movilla
Al anticipar de este modo la Confirmación, y al acortar notablemente
la preparación a la misma, lo que se está arriesgando es la perseverancia
y la continuidad de lo que ella trata de significar y, como reconoce el
citado documento de “La iniciación cristiana”, por más que exista
“creatividad en las propuestas e iniciativas pastorales para después de la
Confirmación, sólo un pequeño porcentaje de confirmados continúa su
proceso de formación cristiana hasta la edad adulta” (IC 87).
c) Una última muestra de regresión se advierte, en fin, en el modo
como se orienta la catequesis preparatoria. En términos generales se
piensa más en una catequesis de orientación para recibir el sacramento
que en una verdadera iniciación cristiana. Con lo cual, lo que sale
verdaderamente perjudicado es el sentido mismo de la catequesis y el
descuido y desatención a que se ve relegada la imprescindible tarea de la
iniciación cristiana (AG 14) que se había iniciado en la etapa de la infancia.
Es tal el énfasis que se pone en esa catequesis preparatoria, más que en el
lento y progresivo aprendizaje que supone la iniciación cristiana (AG 14),
que, según se indica, su misión consiste en “transmitir la fe íntegra de la
Iglesia, sin los silencios ni omisiones de algunas partes de la confesión
de la fe y de la moral evangélica” (IC 90,5). Este desplazamiento de
una catequesis en clave de iniciación cristiana a una catequesis de mera
preparación al sacramento no puede por menos de representar un recorte
y un empobrecimiento.
Total, que el balance que puede hacerse del estado actual de la pastoral
de la Confirmación no creo que pueda ser precisamente positivo, pues
el impulso que en su día se dio a dicha pastoral en una determinada
dirección parece que ha remitido o que ha sido reconducido en una
dirección distinta. Si hubo un tiempo en que en torno a la Confirmación
se abrigaron determinadas ilusiones y esperanzas, ese tiempo parece que
ya llegó a su fin; y si la convocatoria para la Confirmación concitó en su
día a un buen número de jóvenes, hoy no parece concitar a casi ninguno
(o a muy pocos). Lo que en otro contexto se consideró un fenómeno
prometedor de la pastoral de juventud, apenas si tiene hoy repercusiones
en la pastoral de adolescencia.
Habrá que admitir, pues, que los hechos son como son y que no
vale mirar para otro lado. Y a esos hechos concretos, es decir, a las
circunstancias en que hoy día se desarrolla la pastoral de la Confirmación,
es a los que hay que enfrentarse y a los que hay que invitar a interrogarse
qué es lo que se puede hacer (ver anexo 1: esquema de este proceso).
Los jóvenes y la confirmación – 41
CRITERIOS QUE DEBEN ORIENTAR
LA PRAXIS PASTORAL DE LA CONFIRMACIÓN
Dada la pluralidad y variedad de actuaciones y de modos de proceder
en lo que se refiere a la pastoral de la Confirmación, creo que la manera
más procedente de evitar tanta arbitrariedad y dispersión es la de clarificar,
dialogar y asumir unos criterios teológico-pastorales que, en la medida en
que sean tenidos debidamente en cuenta, sirvan también de inspiración
y de referencia en el modo de orientar y de realizar dicha pastoral. No se
trata de implantar la uniformidad sin más, pero sí de acortar las notables
diferencias y disparidades existentes en la actualidad, de manera que
se pueda ir coincidiendo y convergiendo en lo que parece ser lo más
importante en la celebración de este sacramento. Por lo mismo, tampoco
es cuestión de multiplicar esos criterios, sino de invocar unos cuantos, más
bien pocos, en los que sea posible ponerse de acuerdo sin dificultad.
44 – Secundino Movilla
Confirmación como “rito de paso” (del poco relieve social que representa
la minoría de edad al realce que adquiere el saberse ya mayor), con
suficiente razón de ser en sí mismo, y sin necesidad de conectarlo en su
sentido profundo con los otros dos sacramentos de la iniciación cristiana.
Pensar así de la Confirmación es desvirtuarla de su verdadera función en el
proceso de la iniciación de los creyentes, pues sin referencia al bautismo
y a la eucaristía no se entiende muy bien qué es lo que ella pueda ser.
Y, sin embargo, esa desconexión sacramental se da a veces en la
práctica, y no porque así se piense teóricamente, sino por la fuerza de los
hechos. ¿Cómo se explica, si no, que adolescentes y jóvenes confirmados
dejen de frecuentar la eucaristía dominical o dejen de sentirse y de
reconocerse como cristianos en muchos aspectos de su vida? Es una
incongruencia a la que parece que nos hemos ido acostumbrando, pero
incongruencia al fin y al cabo, que deberíamos repensar con lucidez y
con sentido crítico. ¿Qué sentido tiene entender que en la Confirmación
se recibe el don del Espíritu Santo, si ese don no lleva a afianzar la
identidad cristiana de quienes han sido “sellados por el Espíritu” (Ef
1,13) en el bautismo, y no lleva tampoco a hacerse partícipes, por la
fuerza del Espíritu, del Cristo Jesús que se hace entrega en la eucaristía
(1Co 11,24)?
Estos cuatro criterios que acabo de exponer, asumidos en la mayor
medida posible por quienes tiene el encargo y la misión de orientar y de
acompañar a adolescentes y jóvenes en su preparación a la Confirmación,
facilitarían no poco el que la práctica de ese sacramento tuviese todo su
sentido dentro de la pastoral de la Iglesia.
PERSPECTIVAS PASTORALES
EN LAS QUE CONVIENE INSISTIR
EN LA PASTORAL DE LA CONFIRMACIÓN
Si el deseo de dar una buena orientación a la Confirmación ha sido el
móvil principal para indicar unos criterios que la sitúen en el marco pastoral
adecuado, ese mismo deseo es el que ahora trata de alentar y de impulsar
la propuesta de unas perspectivas a las que se pueda ir encaminando y
apuntando la pastoral de la Confirmación. No son normas que reclamen
un acatamiento estricto; son más bien perspectivas, indicaciones,
sugerencias, que ojalá consigan atraer el parecer y la conformidad de
Los jóvenes y la confirmación – 45
quienes realizan o van a realizar en el futuro la praxis de un sacramento
tan necesitado de pautas convergentes.
Entiendo que no se trata de presentar aquí cuantas más mejor, sino
de poner a la consideración de los agentes de pastoral aquellas que de
verdad parece que abren un horizonte de sugerentes perspectivas. Me
limitaré, por tanto, a proponer estas tres: la perspectiva de la efusión del
Espíritu que, como en Pentecostés, enriquece a la Iglesia con carismas; la
perspectiva de lo que el Espíritu quiere suscitar hoy en los jóvenes como
savia nueva para revitalizar la Iglesia; y la perspectiva de la celebración
sacramental que, junto a la gratuidad amorosa de Dios, está llamada a
producir eficazmente aquello que el sacramento significa.
7 FOUREZ, G., Sacramentos y vida del hombre, Santander 1983, 111 y 114.
8 FOUREZ G., en la obra citada (cap. 5), califica a la Confirmación como el
sacramento de la “toma de la palabra”.
48 – Secundino Movilla
cuando estos la manifiesten a veces con gestos de cierto inconformismo,
no deberíamos dejar de ver en ella un toque de atención y un revulsivo
que ha de servir a la Iglesia para que esta no se apoltrone ni se instale en
la rutina o en el inmovilismo.
Insisto en que esperar todo eso de los jóvenes de hoy día tal vez sea
una expectativa poco sensata y poco realista. Tal vez. Pero, ¿qué otra cosa
nos queda si la mayoría de los jóvenes no quiere saber nada de la Iglesia y
a los pocos que se acercan a ella no les sabemos reconocer y valorar?, ¿qué
futuro nos aguarda si, viendo cómo marchan las cosas, nos resignamos a
que la Confirmación sea el “sacramento de despedida” de adolescentes
y jóvenes en sus relaciones con la Iglesia?
CONCLUSIÓN
Es verdad que la pastoral de la Confirmación no se encuentra en
su mejor momento, como se desprende de la visión panorámica que
ofrecí al principio. No parece que los pasos regresivos de la etapa
más reciente den muchas alas para considerar a la Confirmación como
una oportunidad prometedora para la pastoral de jóvenes, ni siquiera
para la pastoral de adolescentes. Por otra parte, recuperar el hálito que
la Confirmación llegó a tener en el primer tiempo del posconcilio,
tampoco parece razonable, puesto que en la pastoral no es bueno vivir
de recuerdos o de añoranzas. Hay que saber enfrentarse a lo que toca
vivir aquí y ahora.
Con las cosas tal y como se están desarrollando, hay que apostar,
creo yo, por una actitud posibilista. Una actitud que ofrece la posibilidad,
en mi opinión, de que al menos entre los agentes más directos de la
pastoral de la Confirmación se vayan asumiendo unos criterios que
respalden el verdadero sentido que encierra en sí ese sacramento,
criterios que pueden y deben ser compartidos también con los propios
jóvenes. Y que ofrece también la posibilidad, para los más esperanzados
e ilusionados, de abrirse a unas perspectivas en las que se acentúen
aspectos tales como el reconocimiento de los adolescentes y de los
jóvenes desde sus respectivos carismas y la consideración serena
de lo que significa celebrar consciente y responsablemente el gesto
sacramental de la Confirmación.
SECUNDINO MOVILLA
Madrid
52 – Secundino Movilla
Anexo 2
LA CONFIRMACIÓN, SACRAMENTO DEL ESPÍRITU
Anexo 3
PERSPECTIVAS A LAS QUE CONVIENE PRESTAR
ATENCIÓN EN LA PASTORAL DE LA CONFIRMACIÓN
1. La Confirmación es el don del Espíritu en perspectiva comunitaria y
eclesial. El Espíritu Santo, que es el “alma de la Iglesia” (LG 7) enriquece
a los miembros de ésta con multitud de dones y de carismas (1 Co 12,4-7).
Por supuesto, también a los que van a ser confirmados. La preparación
pastoral a la confirmación ha de contribuir, entre otras cosas, a que los
jóvenes descubran cuáles son sus carismas y a favorecer que los pongan
al servicio de la comunidad cristiana y eclesial.
2. Invitar a los jóvenes a que se den cuenta de a qué les lleva el Espíritu
de la confirmación y a que traten de responder a sus inspiraciones.
Inspiraciones que, dada su condición de jóvenes y el papel que están
llamados a desempeñar en la Iglesia, casi con toda probabilidad les han
de impulsar: a decir su palabra en la comunidad, a ejercer su espíritu
emprendedor en tantas cosas, y a manifestar, a tiempo y a destiempo, su
sensibilidad profética.
3. Cuidar de que la celebración tenga verdadera relación con la vida: llevar
la vida a la celebración y la celebración a la vida. Así es como se podrá
favorecer mejor la llamada eficacia sacramental propia de la confir-
mación, que ha de llevar a que se produzca en la vida de los jóvenes lo que
ella significa: vinculación a la Iglesia, valentía y decisión para el testimonio
cristiano, y compromiso en la práctica de la justicia (LG 11).
54 – Secundino Movilla
Phase, 265, 2005, 55-67
1 Nos centramos sólo en las cartas de la llamada “recensión media”, esto es, de
la colección de las siete cartas mencionadas por Eusebio. No pretendemos analizar
la cuestión de si los textos referidos al ministerio son o no son textos interpolados en
las cartas de san Ignacio.
2 Entre otros autores destaca J. RIUS CAMPS, quien cree que esta simbología de
Obispo, presbíteros y diáconos al servicio de la liturgia – 55
Queremos fijarnos aquí en el papel del ministerio ordenado al servicio
de la liturgia, especialmente la presidencia de la Eucaristía por parte del
obispo. San Ignacio es considerado el teólogo de la unidad, unidad que
culmina en la celebración de la sinaxis eucarística. El ministerio es para
el servicio de la unidad, pero es también ministerio litúrgico.
El término liturgia no lo encontramos en las cartas de Ignacio, pero
sí encontramos los suficientes elementos como para hablar de la realidad
viva de la asamblea reunida para celebrar la Eucaristía. Él contempla el
ministerio dentro de un cuadro litúrgico: la comunidad reunida celebrando
la Eucaristía, celebración de la unidad, presidiendo el obispo, rodeado
del presbiterio y los diáconos.
PRINCIPIOS LITÚRGICOS
DE LAS CARTAS DE SAN IGNACIO
La liturgia hay que verla y situarla, en las cartas de san Ignacio, a la
luz del esfuerzo por la unidad dentro de la comunidad.3 Es una realidad
plenamente eclesial, una celebración de la Iglesia y en la Iglesia.
Sin embargo, no podemos esperar encontrar en estas cartas una
sistematización sobre los distintos aspectos doctrinales de la vida cristiana
y de la vida litúrgica. Concretamente su doctrina sobre la Eucaristía está
expuesta de manera ocasional y asistemática. Eso no quiere decir que el
pensamiento que encontremos no sea realmente rico en contenidos.
La liturgia en san Ignacio habrá que entenderla como una celebración
de la unidad de la comunidad, como la significación más plena de la
Un único templo
Una de las imágenes que Ignacio utiliza para hablar de los cristianos y
de la Iglesia es la de templo. Exhorta a la unidad de la comunidad tomando
como modelo el único templo, el único altar, el único Jesucristo. Los
cristianos son piedras del templo del Padre, preparadas para la edificación
de Dios Padre. En esta edificación intervienen la cruz de Cristo y el
Espíritu Santo (cf. IgEf 9,1). Todos los miembros de la comunidad deben
permanecer unidos porque todos forman un único templo de Dios: “Corred
todos a una como a un único templo de Dios, como a un único altar, a un
único Jesucristo que salió de un solo Padre, existe para uno solo y regresó
[hacia uno solo]” (IgMag 7,2).
La Iglesia es un templo en construcción. Esta imagen estaría
conectada con la reunión cultual: en la reunión comunitaria se realizaría
plenamente el «corred todos a una».5 El vocablo thysiastérion (altar
de sacrificio) que Ignacio emplea en relación a la reunión comunitaria,
designa el altar, pero también el espacio donde se halla: «probablemente
hay que interpretarlo como la Iglesia comunidad de culto»6: “Que nadie
os engañe. Si alguien no está dentro del altar del sacrificio, carece del pan
de Dios. Pues si la oración de uno tiene tanta fuerza, ¡cuánto más la del
obispo y toda la Iglesia!” (IgEf 5,2) (cf. IgTr 7,2; IgFld 4,1; IgRm 2,2). El
que está dentro de este altar está puro (cf. IgTr 7,2). El estar fuera parece
que consiste en no ir a la reunión de oración (cf. IgEsm 5,2). También los
fieles se sitúan fuera de este altar, es decir, de la comunidad de culto, en
definitiva, de la Iglesia, si se separan o no tienen en cuenta al obispo, al
Un único altar
En los textos ignacianos se habla de la unicidad del altar. Un solo altar
para toda la comunidad: “Esforzaos por frecuentar una sola Eucaristía,
pues una es la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno el cáliz para unirnos
a su sangre, uno es el altar como uno es el obispo junto con el presbiterio
y los diáconos, mis compañeros de esclavitud, para que lo que hagáis lo
hagáis según Dios” (IgFld 4; cf. IgMg 7,2).
Todos los fieles deben concurrir a este altar para celebrar la única
Eucaristía. Si el altar es uno, deben tener una sola eucaristía. Quizás
Reunión comunitaria
Ignacio menciona varias veces la reunión de la comunidad,
exhortando a que se celebre con frecuencia: “Así pues, esforzaos en
reuniros frecuentemente para la acción de gracias y la gloria de Dios. Pues
cuando os reunís con frecuencia, las fuerzas de Satanás son destruidas, y
su ruina se deshace por la concordia de vuestra fe” (IgEf 13,1).
9 Esta idea del mártir ofrecido en el altar, con el coro de la Iglesia rodeándole,
está expresando claramente un matiz cultual. Por otro lado, percibimos que el mártir
sobresale en medio de la Iglesia. El mártir no está solo, la Iglesia actúa de coro en
su martirio. La primitiva Iglesia se configuró en torno a los mártires. El primer
mártir es Cristo, en torno a él se reúne y se configura la Iglesia y él es también altar
y víctima.
Obispo, presbíteros y diáconos al servicio de la liturgia – 59
Cabe preguntarnos si se refiere, concretamente, a la Eucaristía o a
la acción de gracias en general. En la reunión comunitaria la comunidad
glorifica a Dios. Además, esta reunión ayuda a luchar contra el maligno
porque se manifiesta, al estar juntos, la concordia que nace de la fe.
Todavía en otro lugar, Ignacio insiste en la necesidad de reunirse
con frecuencia. Así se lo pide al obispo Policarpo: «Que las reuniones se
celebren con más frecuencia» (IgPol 4,2). Tampoco sabemos aquí si se
refiere a reuniones eucarísticas. Lo que está claro es que hay un interés para
que la comunidad se reúna. Algunas de estas reuniones, ciertamente, no
son eucarísticas: “Conviene, bienaventuradísimo Policarpo, que celebres
una asamblea digna de Dios, y elijáis a alguien que sea muy amado y
activo, que podrá ser llamado el correo de Dios. Este será considerado el
idóneo para que, yendo a Siria, celebre vuestro activo amor para gloria
de Dios” (IgPol 7,2; cf. Ig Fld 10,1; IgEsm 11,2).
Por lo tanto, para elegir el enviado de una comunidad a otra
comunidad, en este caso la Iglesia de Siria, se debe convocar una reunión.
Por tanto, al menos parte de las relaciones entre las Iglesias pasan por las
reuniones comunitarias.
¿Qué se hace en la reunión? Hemos visto ya cómo en la reunión hay
acción de gracias y se glorifica a Dios (cf. IgEf 13,1); en la reunión se reza
(cf. IgEf 5,2; IgMg 7,1; IgEsm 7,1; IgTr 12,2). Esta oración comunitaria,
con la presencia del obispo, es alabada por Ignacio: «Pues, si la oración
de uno o dos tiene tal fuerza, ¡cuánto más la del obispo y toda la Iglesia!»
(IgEf 5,2).
Si la reunión comunitaria es importante, quien no asista está obrando
mal: “Que nadie os engañe. Si alguien no está dentro del altar del sacrificio,
carece del pan de Dios... Así pues, el que no viene a la reunión, es ya
un soberbio y se juzga a sí mismo. Pues está escrito: Dios resiste a los
soberbios. Por lo tanto, pongamos empeño en no enfrentarnos al obispo
para ser obedientes a Dios” (IgEf 5,2-3).
Deducimos de este texto que Ignacio considera grave situarse al
margen de la reunión comunitaria. Quien así se sitúa, se separa de la
Eucaristía y de la oración comunitaria y todo ello lleva a un enfrentamiento
con el obispo, por lo tanto no está siendo obediente a Dios. Es imposible
para un cristiano mantener su identidad excluyéndose de la comunión.
Se manifiesta, una vez más, aquí, el papel unificador del obispo, que es
el garante, también, de la eclesialidad y vínculo de comunión. Llama la
60 – Juan Antonio Ferreiro
atención la íntima relación entre reunión y unidad (cf. IgEf 13,1; IgMg
7; IgFld 6,2). La reunión está relacionada con la vida: apartarse de la
reunión es morir. La reunión abate los poderes de Satanás en la concordia
de la fe.
Las reuniones comunitarias forman parte del ser de la comunidad.
La reunión es el centro de la vida cristiana y tiende un poco a totalizarla.
Allí está la Iglesia con su obispo, allí se unen los cristianos entre ellos y en
torno al ministerio ordenado. La reunión, junto al obispo que la preside,
está en línea de la concreción visible, de la unidad en carne, tan típica
de Ignacio. Estas reuniones tienen una dimensión litúrgica y eucarística,
o dicho de otro modo, la eucaristía es una sinaxis. Y estas reuniones o
sinaxis eucarísticas no se celebran al margen del obispo.
PRÁCTICA EUCARÍSTICA
No es nuestro objetivo, en este artículo, estudiar la teología eucarística
en san Ignacio.10 Pretendemos, sencillamente, dejar constancia de la
práctica de la Eucaristía en las comunidades a las que él se dirige.
Según su concepción litúrgica, la celebración de la Eucaristía convoca
en torno al único altar, a todo el ministerio ordenado, esto es, al obispo,
presbiterio y los diáconos y con ellos a la Iglesia en su totalidad. Y vemos
cómo desde su concepción unitaria de la Iglesia a partir del obispo, sólo este
es quien preside la Eucaristía, o aquel en quien él delegue para tal fin.11
Ignacio de Antioquía contempla a la Iglesia en la reunión donde
todos actúan conjuntamente y celebran una sola Eucaristía:12 “Esforzaos
El Ministerio y la Eucaristía
En este apartado queremos profundizar un poco más en el papel del
ministerio ordenado como ministerio eucarístico y su papel dentro de la
celebración de la Eucaristía.16
El ministerio aparece dirigido hacia la sinaxis eucarística. En parte
ello es debido a que la eucaristía es el acto central de la comunidad como
tal. Ignacio contempla la Iglesia17 en esta reunión, donde todos actúan
conjuntamente celebrando una sola Eucaristía.
En IgFld 4,1, que ya hemos analizado, se puede ver claro su
razonamiento: para una celebración «normal» de la Eucaristía es necesario
CONCLUSIÓN
En el terreno litúrgico el obispo es la figura principal: todo el culto
depende de él. Aunque no aparece ningún vocabulario sacerdotal, nunca
se llama sacerdote al obispo o al presbítero. La misión fundamental del
ministerio ordenado consiste en convocar a la Iglesia, que es templo de
Dios, en torno al único altar, para la celebración de la única Eucaristía,
donde se culmina y expresa la unidad de la Iglesia. La unidad de los
cristianos entre sí, y la unidad de la comunidad con Cristo, encuentra su
manifestación y expresión en la Eucaristía. Esta reúne a los cristianos
alrededor del obispo, centro de unidad, con el presbiterio y los diáconos
alrededor de un solo altar, símbolo visible de la única Iglesia, agrupada
alrededor del único Cristo, hijo del único Padre. La Eucaristía une a los
fieles entre sí porque une a los cristianos a la carne y a la sangre de Cristo,
alimento de inmortalidad.
En Ignacio de Antioquía se ve cómo el ministerio ordenado aparece
esencialmente dirigido hacia la sinaxis eucarística, y ello se ve porque
en sus cartas se manifiesta que esta reunión es el acto central de la
comunidad cristiana como tal. La Iglesia, en torno al único altar, para la
única Eucaristía, para compartir el cuerpo y la sangre del Señor, aparece
entonces como una unidad, una comunión. San Ignacio contempla a la
Iglesia local en esta reunión en donde todos actúan juntamente, celebrando
66 – Juan Antonio Ferreiro
una sola Eucaristía. En esta sinfonía, imagen utilizada por el mismo
Ignacio, el ministerio se revela parte integrante y esencial de la Iglesia. El
ministerio ordenado ocupa su propio lugar, pero no por encima ni fuera de
todo el conjunto eclesial, sino al servicio de la unidad y de la celebración,
al servicio de la Iglesia.
Podemos concluir diciendo que san Ignacio contempla el ministerio
ordenado desde este cuadro litúrgico de la celebración de la sinaxis
eucarística.
El obispo presidiendo, porque es el presidente de la comunidad,
rodeado de la asamblea de los presbíteros como una corona espiritual y
los diáconos, imagen de Jesucristo. Para hablar de ello Ignacio se sirve de
la tipología. El obispo es el presidente y como tal ocupa el lugar de Dios,
es imagen de Dios Padre, pero también imagen de Cristo.
Alrededor, los presbíteros, su consejo: por lo tanto, son llamados
senado de Dios; pero también son imagen de los apóstoles, lo cual nos
lleva a la realidad de Cristo rodeado de sus apóstoles.
Y, por último, dentro de este cuadro litúrgico-celebrativo, los
diáconos que son imagen de Cristo, hacen presente su servicio.
Ignacio habla del ministerio ordenado desde la celebración de la
Eucaristía y es, desde ella, en donde ve lo que es para la comunidad y en
donde se puede percibir y comprender como tipo e imagen de la realidad
celestial, realidad presente y actuante en medio de la Iglesia.
LITURGIA
EN LAS OBRAS DE SAN AGUSTÍN
GERARDO GARCÍA
72 – Gerardo García
CRÓNICA
74 – Crónica
Cada día tenía una temática propia: martes, “La Eucaristía, viático
del camino, acompaña nuestra peregrinación”; miércoles, “La Eucaristía,
misterio de comunión y misión”; jueves, “La Eucaristía, centro de la vida
de la Iglesia”; viernes, “La Eucaristía, exigencia y modelo del compartir”;
sábado, “La Eucaristía, fuente de la evangelización”; domingo, “La
Eucaristía, luz y vida del Nuevo Milenio”.
Sobre estas temáticas giraron las catequesis públicas que, como
bien se sabe, son el alma de la reflexión de un Congreso Eucarístico, la
mayoría dadas por Cardenales y Obispos, que también fueron un reflejo
de los cinco continentes y la sensibilidad propia que cada uno tiene sobre
el tema de la Eucaristía, que siempre deja sacar una conclusión en cada
catequesis: no se agota el tema.
Todo Congreso Eucarístico debe dejar una “memoria” de su
celebración que afecte al campo de la misión (“ite, missa est”) o pastoral
de la caridad a la que nos conduce la celebración de la Eucaristía. En este
Congreso ha quedado como “memoria” una fundación llama “Cardenal
Garibi”, el primer arzobispo de Guadalajara, con el objetivo de ayudar
a los más pobres, con micro-créditos para abrir fuentes de trabajo y
apoyo a comunidades para ayuda de obras para el bien común. Será una
oportunidad para que la Iglesia arquidiocesana tenga dónde canalizar su
ayuda y promoción de los pobres.
También se destacó la presencia de los jóvenes con una gran Vigilia
de adoración al Santísimo Sacramento. Muchas iglesias de la ciudad se
convirtieron en centros para el culto eucarístico fuera de la Misa, lugar para
la adoración y lugares de reunión de la Iglesia que busca a su Señor.
Magna fue la celebración del 48º Congreso Eucarístico Internacional,
y se sigue cumpliendo lo realizado en Betania y expresado por el Papa en
su carta encíclica Ecclesia de Eucharistia: se sigue derramando el mejor
perfume para Cristo Eucaristía. Guadalajara lo hizo y todas las diócesis del
mundo lo deben hacer, especialmente ahora en este Año de la Eucaristía
(octubre 2004-octubre 2005), con un acontecimiento que la marcará, la XI
Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, con su tema de la Eucaristía,
que mucho tendrá que aportar para el nuevo hito en la sucesión de los
Congresos Eucarísticos que han sido y seguirán siendo un don de Dios para
su Iglesia peregrina que tiene por viático a Jesús Eucaristía.
MIGUEL CAMÍN, Pbro.
México
Crónica – 75
DOSSIERS CPL
LA LITURGIA,
PLENITUD DE LA COMUNICACIÓN
CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA
Documentos – 77
siempre correspondiente al misterio dado, que rehuye toda manipulación
subjetiva o instrumental.
78 – Documentos
ministerio de la Palabra. “Los fieles sacarán fruto de ella con tal que
sea sencilla, clara, directa, adaptada, profundamente arraigada en la
enseñanza evangélica y fiel al magisterio de la Iglesia, animada de un
ardor apostólico equilibrado, llena de esperanza, alimentadora de la fe,
generadora de paz y de unidad” (Pablo VI, Evangelii nuntiandi 43).
Hay que respetar las cinco finalidades de la homilía señaladas en
la introducción al Leccionario: guiar a los fieles para que entiendan y
gusten la Escritura; abrir sus corazones a la acción de gracias; conducirles
al acto de fe por lo que toca a la Palabra que en la celebración se hace
sacramento; prepararles a una fructuosa comunión; exhortarles a asumir
los compromisos de una vida cristiana (OLM 41).
Los futuros presbíteros y los diáconos, en el período de formación,
deberán ser convenientemente ayudados para que adquieran los
instrumentos útiles para hacer su homilía más inmediata y comprensible
para todos. En la homilía deben encontrar espacio también las referencias
a las situaciones concretas de vida, de modo que se favorezca aquel
discernimiento espiritual y cultural de que el hombre de hoy tiene
particular necesidad. Hay que tener en cuenta al auditorio y su mentalidad,
profundamente marcada por los procesos mediáticos, para calibrar del
mejor modo lenguaje, ritmo y tono.
Documentos – 79
embargo hay que evitar toda equiparación. Por este mismo motivo resulta
desorientador transmitir celebraciones sacramentales en diferido o de un
modo repetitivo a través de los medios de comunicación. Y menos aún se
puede pensar en que las celebraciones sacramentales puedan realizarse
a través de los medios, como proponen algunos para el sacramento de la
penitencia (cf. Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, La
Iglesia e Internet 9).
80 – Documentos
IN MEMORIAM
82 – In memoriam
LIBROS
Introducción a la liturgia
Libros – 87
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
Teología litúrgica
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE LITURGIA,
La presencia de Cristo en la liturgia, Grafite Ediciones, Bilbao 2004,
360 págs.
Estudios litúrgicos
Notas bibliográficas – 91
Catequesis litúrgica
Pastoral Litúrgica
DIONISIO BOROBIO, Hermandades y cofradías: entre pasado y
futuro (=Dossiers CPL 98) CPL, Barcelona 2003, 174 págs.
Notas bibliográficas – 95
Otros libros recibidos
96